—Estos Edward —dije desabotonando mi camisa—son senos.—Los tomé entre mis manos y los apreté. Mis ojos seguían en él. Su acelerada respiración, sus ojos abiertos y su cuerpo rígido me demostraban que sí lo afectaba de una manera, pero ¿era por deseo o por miedo?

—Señorita…

—Shh… Edward deja de llamarme señorita Bella.

—Tomé un respiro y, sin pensarlo, dije—: Edward esto se resolverá de una sola manera… tendremos que tener sexo. Él tosió casi ahogándose, se puso rojo como un tomate y empezó a híperventilar.

capitulo beteado por Flor Carrizo

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El número 5

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Llegué a la oficina con cara implacable, como siempre. Casi todos me odiaban y no veía por qué no lo harían, solía gritarle a todo el que me hastiaba en un mal día y, digamos que, todos los días, de un tiempo para acá eran, malos y fastidiosos.

Necesitaba algo con urgencia, algo que me quitara estas ganas de matar a todo el que pasaba a mi lado, necesitaba sexo.

Hace más o menos seis meses que no tenía nada de sexo. Sí, lo sé, increíble y deprimente, pero no era por mí, era porque la vida, al parecer, sólo ponía a idiotas en mi camino o a chicos ricos que creían que podían doblegarme, en lo que estaban muy equivocados.

"Bella contrata a cualquier chico, ten sexo y ya, sin compromisos, no emociones", las palabras de Victoria o Vicky, como yo le decía, resonaban en mi cabeza.

Pero yo no era ese tipo de chica que hacía las cosas sin pensar, esa no era la manera que había llegado donde estaba, yo pensaba tanto las cosas que, a veces, terminaba sin hacerlas. Aunque eso sólo se aplicaba en mi vida amorosa, en mi trabajo ya era otra cosa.

No podía hacer eso que me aconsejaba Vicky porque siempre me preguntaba si tenía una enfermedad, o tal vez tenía esposa e hijos y hacía este trabajo para mantenerlos; y también estaba el asco de saber que había estado con tantas mujeres sólo por dinero. Esas eran las cosas que hacían que bajara mi teléfono y volviera a utilizar a Toby, él era el único que, por el momento, me satisfacía. Y, si se preguntan, sí, Toby es mi vibrador.

—Buenos días, señorita Bella. —Sonreí a medias, Jessica era un fastidio y su voz nasal me estresaba, pero trabajaba para mí desde hace más de dos años, así que tenía mi confianza y tolerancia.

—Buenos días, ¿hay algo para hoy? Me senté en el escritorio de mi amplia y hermosa oficina.

—Su tía Esme llamó y dijo si podían almorzar juntas. Hoy también tienes la junta con el señor Jasper y las entrevistas para tu nuevo asistente de oficina, ya que botaste a Félix el mes pasado; y, aunque me encanta tener más trabajo dijo irónica, no puedo cubrir todo yo sola.

Respiré levantándome y parándome frente al ventanal de mi oficina, la vista era una de las cosas que me tranquilizaba para tomar las decisiones.

—Dile a Esme que hoy no puedo, tengo mucho trabajo.

—Pero ella…

—Jessica dije alzando un poco la voz sólo hazlo.

—Está bien. ¿Cambio la cita para otro día? Me giré y la vi.

—Sí, dile que mañana con gusto puedo almorzar con ella. Con respecto a la reunión con Jasper, cuando salgas de aquí, llámalo para que venga a mi oficina. Di algunas vueltas mordiéndome el labio.

—Sabes que no puedes retrasar las entrevistas musitó, alcé la vista y la miré mal.

Ella sólo sonrió. Sí, ella era un dolor de cabeza la mayoría del tiempo, pero me conocía. Para ella yo no tenía mal genio, sino que esta era mi personalidad, así que siempre estaba lista para mis ataques de ira.

No era que quisiera darle toda la carga de trabajo que tenía, pero odiaba a los nuevos, eran tan… estúpidos, por decirlo de alguna manera. Había que indicarles todo y repetírselos, y odiaba repetir las cosas. A mí me gustaba la eficiencia, por eso, cuando Félix me preguntó por quinta vez cómo me gustaba mi café y si podía irse más temprano porque, al parecer, tenía cosas que hacer, bueno… no reaccioné de buena manera.

—No estoy intentando retrasarlas justifiqué.

Ella alzó una ceja.

— ¿En serio? Porque el que las hayas cancelado cuatro veces me da a entender otra cosa.

Rodé los ojos.

—Sabes que odio a los nuevos.

—Lo sé.

No lo pensé, porque si lo pensaba no lo haría.

—Puedes pasar las entrevistas para hoy, sólo cinco personas, Jessica, y por favor que al menos tengan cerebro para traer una taza de café. Volví a mi asiento preparándome para el día de hoy.

Ella salió de mi oficina, dejándome sola.

Se preguntarán por qué necesitaba un asistente teniendo a Jessica, que a veces parece un robot haciendo tantas cosas a la vez; la razón era que ella no podía estar trayéndome café y estar tomando notas de todo lo que necesitaba o las citas menos importantes que tenía, ella era una asistente ejecutiva, lo que significaba hacer todo lo importante que yo le pedía. Ella manejaba cosas secretas e información importante, lo que yo necesitaba era alguien que, en pocas palabras, fuera mi esclavo personal.

—Toc Toc llamó alguien a la puerta.

Sonreí.

—Pasa, idiota.

—Esa no es forma de tratar a tu socio y primo.

Dudé un momento.

—Sí, tal vez no, pero… no me importa.

Se sentó frente a mí.

—Entonces, querida prima, ¿ya despediste a otro de tus esclavos?

—No soy tal mala me defendí.

Jasper se carcajeó.

—Eso lo creería si no le hubieses tirado café caliente en la entrepierna a Félix, llamado estúpida zorra a Angela y casi dejando estéril a Marcus sólo porque te miraba los senos comentó. Por cierto, los tienes muy lindos.

Rodé los ojos.

—Cállate, sabes que despedí a Angela por ser una zorra que se acostaba con casi todos los empleados de aquí, incluyéndote. Lo señalé con desaprobación y él sólo alzó los hombros—. Y, los otros dos eran simplemente idiotas que no sabían hacer su trabajo concluí.

—Bueno… —dijo restando importancia—. Tú verás a quién matas en horas laborales, primita.

—Jasper deja de llamarme así advertí.

—Veo que estás de mal humor hoy, lo mismo de siempre… creo que te falta sexo, primita.

Lo miré mal, pero no le presté atención, porque él tenía mucha razón.

—Ya que ese no es tu problema, hablemos sobre la junta.

Él se envaró poniéndose serio, sabía que para mí las cosas de trabajo no eran ningún juego, además, aparte de sus estúpidas bromas, él era alguien serio y centrado en su trabajo.

—Todo está listo, la empresa Eclipse quiere tener el contrato con nuestras cláusulas, sólo hay que exportar sus materiales lo más pronto posible y ellos firmarán. Asentí de acuerdo.

Éramos una empresa exportadora de materiales, en su mayoría reciclables, una de las más importantes y prestigiosas, lo que hacía que nuestro trabajo fuera impecable y así tenía que serlo. Mi familia había trabajado mucho para conseguirlo, mi abuelo y mis padres, que en paz descansen.

— ¿Te puedes hacer cargo de cerrar el contrato con ellos hoy? pregunté con confianza.

—Sí, claro, es sólo asegurarles que ya estamos listos para la importación y leerles de nuevo las cláusulas estipuladas.

—Yo no puedo estar presente, tengo las entrevistas con los pasantes para nuevo asistente expliqué con fastidio.

Mi primo rió con burla.

—Pobres.

—Fuera de mi oficina, idiota, soy una muy buena jefa.

—En tus sueños, primita comentó. Yo tomé la escultura que tenía a mi lado y lo miré con las palabras escritas en mis ojos.

—Di algo más y te lo lanzo.

—Está bien. Alzó los brazos y comenzó a marcharse, cuando estaba en la puerta musitó: Prometo conseguirte sexo para que te relajes.

En lugar de la escultura le lancé un lápiz que tenía a mano, él salió rápidamente mientras seguía riendo.

Él y Vicky eran los únicos que salían de mi oficina riendo, eran los únicos con los que me permitía ser yo misma.

Con un café en mano y toda la paciencia posible, estaba lista para las entrevistas y estaba segura de que sería una horrible mañana.

—Isabella, ya los cinco pasantes están listos. Te enviaré al primero en este momento, ¿estás lista? preguntó Jessica por el teléfono.

—Sí, Jessica, no es como si fuera a secuestrar a alguien o cometer un crimen, sólo los estoy entrevistando.

No es como si los fuera a matar, pensé.

—Aja, como digas. Terminó la llamada y, al minuto, alguien tocó la puerta.

Entró una chica, ni siquiera pregunté su nombre.

—Fuera de aquí grité.

—Pero… Ella estaba estática, sin saber qué hacer.

—Fuera.

Al instante en que ella salió Jessica volvía a llamar.

—Isabella, ¿qué te sucede? Ni siquiera estuvo dos minutos ahí preguntó algo sorprendida, ese era mi nuevo récord.

—Jessica amenacé, dije personas inteligentes, no zorras. ¿No le viste la ropa? Vestido rojo casi por mitad del muslo, maquillaje y tacones de puta… Yo quiero una asistente, no una estúpida modelo terminé de decir trancando la llamada

La siguiente persona que pasó era un chico sexy, casi me dieron ganas de comerlo, así que lo despaché. No tendría un asistente sexy, no tendría una aventura en el trabajo y, por la forma en que me miraba, eso tenía posibilidades de pasar.

—Hola, me llamo Melanie.

—Hola Melanie, soy Isabella y seré tu jefa. Quisiera saber qué te instó a buscar este trabajo pregunté mirando su expresión.

—Bueno… —Lo pensó mirando el techo, tenía un chicle y era tan asquerosa la forma en la que lo masticaba. Pagan bien y es algo sencillo.

La miré como diciendo: estás de broma, ¿verdad?

—Este es un trabajo serio comenté.

— ¿Qué de serio puede tener servir café y soportarte? Tomé un retrato que tenía en mi escritorio, ella adivinó mis intenciones y salió antes de que se lo lanzara.

Ya me dolía la cabeza… Por eso odiaba hacer entrevistas, pero la última vez que las hizo Jessica me trajo a un modelo playboy que pretendía que, por ser sexy, yo hiciera su trabajo. Pero eso no fue nada en comparación a cuando las hizo Jasper, él me trajo a una de sus amigas de los fines de semana, la que pasaba más tiempo trabajando en él que trabajando para mí.

—Muy bien, Christian, ¿por qué quieres este empleo? Veo que estudiaste en una muy buena universidad. Este era el número cuatro y esperaba que fuera el último.

—La verdad me encanta tu trabajo y la exportación es simplemente fabulosa respondió con un optimismo en su voz sorprendente.

Respiré algo tranquila al pensar que, tal vez, él podía ser el que finalizara con esta tortura.

—Y, tal vez, tuve algunos inconvenientes en algunos trabajos antiguos dijo con mucha tranquilidad.

Por favor que no sea nada grave, rogué en mi interior.

— ¿Cuáles?

—Digamos que… mi jefa era una perra espetó rodando los ojos. Ya sabes, esas perras que te mandan a comprar café y pretenden que tú seas sus esclavos.

Yo estaba que lo mataba, porque yo era una de esas perras, aunque él no lo supiera todavía.

— ¿Y eso es un problema? musité con calma.

—Obvio comentó con suficiencia—, les hace falta sexo para ser más normales.

—Vete. Levanté la mano y señalé la puerta.

—Pero, Bella… Me levanté y tiré la escultura que tenía a mi lado.

—He dicho que te largues. Yo soy una de esas perras y jamás llegarás lejos, porque todas tus jefas serán unas perras grité, respirando con agitación.

Él se levantó acomodando su traje.

—Igual, no necesitaba este trabajo.

—Es cierto, no lo necesitas… esa es la razón por la que yo puedo comprar el mundo y tú no tienes ni para el puto autobús. Cuando salió me volví a sentar.

¿Por qué todos tenían que ser unos idiotas? Ya no lo soportaba.

Puse mi cara entre las manos, exhalé con cansancio. Necesitaba algo de alcohol y sexo sin control, eso me tenía tan estresada, yo lo sabía y, al parecer, todos a mi alrededor también.

Jessica entró, lo sabía por el sonar de esos horribles tacones. Después le sugeriría comprarse unos mejores.

Alcé la vista y ella tenía las manos al aire.

—Ahora, ¿qué pasó?

—Todos son unos idiotas, no quiero ver a ninguno más, despídete del que sigue. Tenía la espalda tensa y mi voz estaba cargada de estrés y cansancio, aunque había hecho muy poco comparado a otros días.

—Pero sólo falta uno se quejó.

—No quiero ver a nadie espeté sin tregua.

—Está bien, le diré que se vaya… Pero mañana no tendrás café, no sabrás qué citas te tocan y no sé cómo harás las reservaciones para el almuerzo con tu tía, sin decir las otras cosas… Ella seguía parafraseando y ya me estaba hartando.

— ¿Qué quieres decir? Ese es tu trabajo.

—No, mi trabajo es ser asistente ejecutivo, no tu asistente personal.

La miré con suficiencia y mirada seria.

—Jessica, tú…

—Bella dijo sin dejarme terminar, llamándome como solía hacerlo cuando quería llamar mi atención,mira hice ese trabajo por que me agradas, te sé soportar y mejoraba en algo mi sueldo, pero ya no puedo. Necesito una vida social fuera de estas paredes y no la puedo tener si hago doble trabajo, busca un asistente o tendrás que buscar tu propio café. Sin dejarme responder volvió a salir.

Odiaba que tuviera razón, esto del asistente estaba consumiendo mucho de mi tiempo, tiempo que no tenía. Se avecinaban muchos contratos nuevos y necesitaba tener mi cabeza despejada, por no decir, que yo también quería una vida social y esto me lo estaba complicando.

—Puedes mandar al último avisé resignada.

—Hola —saludó alguien medio asomándose en la puerta.

—Hola.

—Soy… soy tartamudeó— Edward Masen.

Sin siquiera mirarlo, le indiqué que pasara.

—Señor Masen, ¿por qué quiere este trabajo? Estaba esperando, sólo esperando, que dijera algo estúpido para poder ir a comer, tenía hambre y hoy mi mañana había sido una completa mierda.

—Y-yo…

Dios, ¿va a tartamudear toda la entrevista?, me pregunté.

—Estudié comercio e importación de productor en Harvard y esta empresa es… bueno, una de las mejores en el campo. Alcé la vista y él tenía la cabeza agachada.

—Pero este trabajo es sólo de asistente personal musité extrañada.

—Por algo se empieza dijo alzando los hombros.

Lo miré con intriga, lo único que me molestaba era que no me viera los ojos. El chico tenía el cabello cobrizo, su ropa era la de un anciano de cien años, parecía un nerd asustado con muy mal gusto en moda.

—Señor Masen llamé.

—Sí, señorita…

—Isabella espeté.

—Sí, señorita Isabella. Rodé los ojos, pero no le dije nada.

— ¿Será que podría mirarme? musite con voz dura. Él tenía que acostumbrase a mi carácter, sino no duraría mucho.

Alzó la vista y la clavó en mí. Sus ojos estaban temerosos y no podía ver sus manos, pero estaba segura que, por lo tenso de sus hombros, estaban doblando el final de su suéter, que era de un horrible color verde, que era muy parecido al de sus ojos, escondidos tras unas horribles y enormes gafas anticuadas.

—Señor Masen dije escéptica, me gusta su currículo y el empuje que tiene para trabajar aquí. ¿Cuándo puede empezar a trabajar? pregunté.

Me miró asombrado.

—Maña-na… tartamudeó de nuevo mismo.

Asentí.

—Me parece muy bien. Y le daré un consejo que a la mayoría, por no decir a ninguno, le doy… soy dura, impaciente y, en palabras burdas, una perra de jefa…

—Señorita…

Levanté la mano para callarlo.

—Masen, no soy una jefa fácil y eso no mejorará, se lo advierto ahora. Puede salir de mi oficina y venir mañana a primera hora, tenemos mucho que hacer.

Él asintió y se paró en seguida y, en el proceso, hizo que se cayera una pirámide con muchas esferas adentro, era una especie de adorno. Él empezó a recogerlos de manera desesperada.

—Lo… Dios, lo si-siento… Él estaba agitado, hablaba entrecortado y con mucho miedo—. Lo siento, señorita, yo…

—Tranquilo dije, porque la verdad parecía un niño pequeño, temeroso de que su madre lo golpeara. Yo tenía esa fama, pero no había llegado a tanto.

Mientras recogíamos las esferas nuestras manos se tocaron, él las retiró rápidamente y se me quedó mirando.

—Creo que debería irme y… Bueno, señorita, ¿aún quiere que venga mañana? preguntó con duda.

—Sí, señor Masen, puede… Se me fue el pensamiento y él me seguía mirando—. Puede irse, señor Masen, lo veré mañana musité recuperando la compostura.

Él agachó la cabeza de nuevo y asintió tan rápido que pensé que se marearía.

—Lo haré, sí... Yo lo haré. Nos vemos, señorita Isabella. Salió velozmente de mi oficina, dejando un olor entre dulce y masculino.

En definitiva, esta había sido una muy rara entrevista, sobre todo por esa electricidad que sentí cuando sus manos tocaron las mías. Negué rápidamente, riéndome de mí misma, mejor dejaba de ser una idiota, parecía que el día de hoy me estaba afectando.

El señor Masen sólo era un nerd, raro y muy fuera de este mundo, sobre todo con la ropa que usaba. Yo era una chica sexy, jamás pensaría en meterme con alguien como él. Además, la última vez que sentí esa electricidad, había sido con un hijo de puta que mejor no recordarlo y juré nunca más volver a sentirlo, menos con un x como él.

Tomé el teléfono y marqué.

—Bella, cariño respondió.

—Vicky, esta noche dije con seguridad, necesitamos alocarnos.


hola chicas! les traigo otra loca idea, espero les guste y me acompañen en todo el proceso de escribirla. la historia comienza un poquito lenta pero ira avanzando mas de prisa cuando eddie empiece a sacar de sus casillas a bella, en el próximo capitulo verán como es trabajar para una perra como ella.

Pd: gracias a todas las chicas que me apoyaron y presionaron para subir esta historia, al igual que mi beta flor sinceramente no se que haría sin ella a la hora de escribir es la mejor beta que puede existir.