Agradezco especialmente a…
Nikho92, quien aunque en realidad no es lectora, y de hecho vino a agradecerme por otra cosa, de todos modos quiero mencionarla.
InuKidGakupo, por sus reviews en los capítulos 27 y 28, de pasada quiero felicitarla porque ha terminado sus estudios. ¡Mana, eres ingeniebria!
Maru-Chan Cat, por su review en el capítulo 28.
Santa madre saiyajin, que vergüenza, hace cuatro meses y medio había subido el último capítulo. El mes pasado fue pesadísimo, mi localidad fue la sede de un evento internacional, tuve que apoyar los tres días de la convención. El mes pasado también viajé durante nueve horas en autobús para ir a un evento regional. A principios de este mes perdí mi página original de Facebook ya que me bloquearon los dos perfiles con los que la modificaba, de hecho en el perfil de fanfiction he editado el link para que se vayan a mi nueva página.
Quería actualizar antes, exactamente el 07 de agosto ya que ese día cumplí tres años con mi cuenta de fanfiction. Hace tres años empezó mi locura por este lindo lugar.
Bueno, una disculpa, y no quiero volver a retrasarme así.
—Hacen una comida deliciosa en este lugar —Dijo Persilia.
—Sí… además hay mucha variedad —Dijo Morot.
—Es verdad —Dijo Zucchini.
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Mientras tanto, Chairocia había acordado verse con Tusigena iba llegando a su casa, se extrañó al no ver ni rastro del plantío que meses atrás estaba por delante de la puerta principal, pero ya le preguntaría a la mujer cuando la viera. A lo segundos de golpear la puerta una sirvienta abrió.
—Vine a visitar a la señora Tusigena—Explicó la mujer de Jirelpe antes de que ella pudiera preguntarle.
—Vaya a la parte de atrás, allí verá un asiento alargado, el señor Rorepu llegó mucho antes de lo esperado, le consultaré a la señora si puede salir, si no puede iré a avisarle.
Chairocia obedeció la indicación, se fue en dirección a la parte trasera de la casa, lo primero que llamó su atención fue el plantío que vio, supuso que allí habían removido el que antes estaba por delante, pegado al muro había un tejaban, debajo de este estaba el asiento alargado como para que se pudieran sentar cuatro saiyajins, a un lado del asiento había una mesa y un mueble dónde ella supuso que se guardaban las tijeras y demás instrumentos para cuidar el plantío.
La mujer de Jirelpe se sentó en el asiento alargado, reflexionaba que era un buen lugar de descanso mientras se quedó esperando a la sirvienta, para su sorpresa, en su lugar llegó Tusigena.
—Espero no haber llegado en un mal momento —Saludó Chairocia.
—No te preocupes —Replicó la anciana mientras se sentaba a su lado— Rorepu tiene mal genio siempre, es solo que llegó con Russel mareado de un golpe, no me deja revisarlo, dijo que primero quiere hablar con él, yo quería quedarme a revisarlo de todos modos, pero mi hijo me dijo mentalmente que no insistiera, que me fuera, que era algo entre ellos dos. Así que aquí me tienes, ¿de qué era lo que querías hablar?
—Ayer no quise preguntarte delante de Jirelpe, pero noté que adelgazaste mucho, ¿sigues enferma?
—No, ya estoy sana… es solo que cuando uno de tus hijos muere simplemente no puedes volver a ser la misma de antes.
—¿Táspata murió? —Inquirió extrañada.
—No, Táspata está bien… —Chairocia todavía la miraba confundida— Hablo de Honoji, ella no era mi hija como tal, pero siempre la sentí como una más de mis hijos… —Su interlocutora no supo ni qué decirle— Y no solo ella murió, sino que también mi nieta —Dijo refiriéndose a la hija de Garabatu.
Chairocia aún tenía pesadillas con Garabatu y su bebé de vez en cuando, aun se despertaba sobresaltada y sudorosa, aun le daba rabia acordarse del gesto burlón del infanticida al decir que el cuerpo de la nena había sido devorado por un animal acuático, pero de ninguna manera podría comparar su sufrimiento con el de la mujer que tenía sentada a su lado.
—Si no fuera por Russel yo ya habría enloquecido, ¿sabes? —Siguió hablando la mujer mayor— Russel es algo contestón y atrabancado, pero es el que mejor me trata de toda la familia, imagínate que me movió el vivero hacia acá con tal de que yo tuviera un lugar de descanso lejos de los ojos de Rorepu, mi compañero jamás viene hacia acá, las palabras de mi hijo fueron: "cuando te sientas harta, sal a sentarte aquí debajo del tejaban, recuéstate si quieres en el asiento que por eso lo hice largo" —Explicó con nostalgia, Chairocia seguía sin saber qué decirle— Así es Russel, si hay sirvientas en la casa es porque él les paga de su propio sueldo, ya no quiere que me canse… Sé que Rorepu no está de acuerdo, pero no se queja porque no le cuesta ni un solo zeni —Su semblante se ensombreció— Honoji también fue muy buena conmigo mientras vivió en mi casa, la extrañé mucho cuando se unió a Garabatu, pero la culpa fue mía.
—¿Por qué dices eso? —Inquirió Chairocia sin pensar, luego reflexionó que quizás no debió preguntar, pero Tusigena no se molestó, necesitaba desagotarse con alguien, y pese a que Russel la apoyaba no podía decirle algunas cosas ya que él no la comprendería.
—Ella al principio no quería unirse —Chairocia la miró con sorpresa— Garabatu le parecía atractivo, pero decía que quería tratarlo más antes de tomar una decisión, además de ella tenía dos décadas de edad, se sentía demasiado joven para estar bajo la potestad y caprichos de un hombre.
—Supongo que después lo pudo convencer de esperarse —Supuso Chairocia, Tusigena le miró con extrañeza.
—¿Qué edad crees que tenía Honoji al momento de morir?
—Siete décadas —Respondió Chairocia sin dudar, la anciana negó con la cabeza.
—Mi sobrina tenía cinco décadas y media, apenas y era unos años más joven que tú —Chairocia quedó anonadada.
—Pero si Honoji se veía mayor que yo.
—Es un mal de esta familia, las mujeres tendemos a envejecer pronto, no sé por qué —La mujer de Jirelpe supuso que eso se debía a que se sometían totalmente a sus parejas, recordaba que la mujer de su tío lucía mucho mayor de lo que realmente era, y eso ya era demasiado en una saiyajin, siendo que la longevidad era común en esa raza— Honoji no quería unirse todavía. Yo sabía que Rorepu no iba a permitir que mi sobrina quisiera retrasar una propuesta de unión viniendo del nieto del General Graslok, alguien más adinerado que cualquier miembro de mi familia. Tuve miedo de que ella terminara exponiéndose a la ira de su tío, así que me di la tarea de convencerla… Y lo logre —Dijo esto último como horrorizada, como si acabase de darse cuenta de su grandísimo error— Logré convencerla de unirse a ese maldito infanticida —Agregó con remarcada rabia para consigo misma.
Chairocia por un instante se acordó de cuando terminó aceptando la propuesta de unión de aquel saiyajin que la pretendía con aprobación de sus tíos. Se preguntó por un instante si Honoji se había sentido igual a ella, pensó en explicarle a Tusigena su sentir, luego negó, la mujer de por sí ya se sentía mal como para agregarle sal a la herida.
—No te culpes por eso —Inició Chairocia— tú no tenías forma de saber… —Fue interrumpida.
—¡Claro que no tenía forma de saberlo…! —Exclamó molesta— ¡No sabía la clase de bestia en la que Garabatu se convertiría…! Pero lo que duele, es entender que mi niña quería volar y yo le corté las alas —Su interlocutora no sabía qué decirle, realmente quería decir algo que la hiciera sentir mejor, pero no se le ocurría nada— Tú no te sometes a tu compañero porque tus padres no te educaron para eso, ¿cierto…? —Era verdad, pero decírselo la haría sentir peor— Por desgracia yo sí se lo inculqué a Honoji, la adiestré para nunca oponerse a las decisiones de Garabatu, y cuando lo hacía, yo era la primera en reprenderla, como cuando logró convencer a Garabatu de retrasar un par de años la búsqueda de hijos, después de regañarla por confiarme eso dijo que no volvería a contarme nada, ¡¿y qué hice yo?! Le di un golpe, y le dije que no volviera a hacerlo —Dijo la anciana antes de romper en un inconsolable llanto.
Chairocia inicialmente se paralizó, había ido a visitar a la anciana queriendo conversar amenamente, y ahora sentía que era su culpa que estuviese llorando.
—No llores —Pidió Chairocia— Tú la educaste lo mejor que pudiste, no te sientas culpable por lo que pasó, le inculcaste lo que creías mejor para ella —Pero Tusigena no daba señales de escuchar, no dejaba de llorar, ni siquiera respondía a lo que la mujer de Jirelpe le decía— Honoji no querría que te estuvieras poniendo así —Dijo, aunque su interlocutora seguía igual.
La mujer de Jirelpe se rindió, se resignó a que Tusigena no dejaría de llorar, y pese a que sospechó que alentaría al llanto de la anciana, la abrazó, la abrazó como una hija abraza a su madre. La madre de Russel se limitó únicamente a poner su rostro en el hombro de Chairocia, su llanto no disminuyó pero tampoco aumentó.
Nada podía romper ese momento dónde los sentimientos fluían en formas de lágrimas.
Nada… Excepto cierto saiyajin acercándose silenciosamente a la escena.
—Buenas tardes, Tusigena… Siento interrumpir —Chairocia se sobresaltó, no había notado al compatriota que se acercó hasta que habló, ella lo miró, el desconocido traía una capa gris.
La anciana en un par de segundos se secó las lágrimas, se apartó de Chairocia para encarar al saiyajin.
—Buenas tardes, Vitlok. ¿Se te ofrece algo? —Saludó Tusigena, con una naturalidad que parecía fidedigna, como si el anterior llanto no hubiera ocurrido, y los ojos enrojecidos pudieran ser por cualquier otra cosa.
—Vine a visitar al general Rorepu, ¿él está adentro?
—Mi compañero se encuentra, pero no te recomiendo interrumpirlo, está hablando con mi hijo.
—No te preocupes, Tusigena. No voy a decirle que te vi llorar —Lo dijo sin emoción aparente, pero eso no impidió que la anciana se irritara— Además solo vengo de pasada, le traje un regalo… —Se abrió la capa para meter la mano a su morral y sacar la botella de vino que obsequiaría— Bien, entraré —Dijo comenzando a caminar hacia la puerta principal.
—Bastardo —Dijo Tusigena en voz baja, aun así alcanzó a ser escuchada por Vitlok.
—¿Dijiste algo? —Preguntó el saiyajin con aparente calma.
—Dije «No tardo», en un momento iré —Replicó Tusigena, Vitlock supo que ella mentía, la anciana supo que él se había dado cuenta de la mentira, pero ninguno dijo nada, al contrario, el saiyajin le sonrió con hipocresía, casi seductor, antes de girarse y seguir su camino a la puerta principal.
«¿Qué le pasa a la anciana?» Se preguntó el saiyajin durante su breve caminata.
Golpeó la puerta y la sirvienta atendió. Al entrar a la casa vio a Rorepu con su eterno semblante serio, y Táspata ya estaba allí, había decidido visitar a su padre cuando su hijo Tarble le contó lo que había pasado minutos antes en la zona de entrenamiento, y Táspata había querido ir a asegurarse de que su padre no matara a Russel durante su rabieta.
—General, le traje una botella de vino —Saludó Vitlok.
—Siéntate Vitlock, supongo te quedarás a comer —Saludó Rorepu.
—Solo venía de pasada, no quiero ser una molestia —Dijo con falsa cortesía pero ya adentrándose a la vivienda.
—No lo eres… —Dijo mientras le señalaba un asiento. Ambos comenzaron a hablar de trivialidades, aunque al par de minutos, Rorepu notó que alguien faltaba— ¿Dónde está mi mujer? —Inquirió a la sirvienta.
—Acá estoy —Dijo Tusigena entrando, se había despedido de Chairocia ya que pese a que había sirvientas, su compañero querría que ella atendiera a la visita— ¿Te ofrezco algo de comer, Vitlok? —Preguntó con fingida amabilidad tanto en voz como en semblante, aunque el visitante podía notar el pelaje de su cola totalmente crispado.
—No gracias, vengo de comer del mercado —Replicó él.
Tusigena agradeció no tener que atenderlo, no quería estar cerca de él, además de que le había extrañado ver que Táspata había hecho una visita sin motivo aparente siendo que normalmente no los visitaba, ¿y qué había pasado con Russel? ¿Por qué no estaba allí? Presintiendo, se fue a asomar a la habitación de su segundo hijo. Lo que vio hizo que le hirviera la sangre: Russel estaba recostado en la cama, tenía más golpes y más sangre en el rostro, había una mesa rota, seguramente su padre lo había estrellado de la frente contra ella, habría ido a reclamarle sino fuera porque lo que más le importaba era asegurarse de que su hijo estuviera bien. Recordó que casi acababa de despedirse de Chairocia, no debía estar muy lejos, salió a toda risa de la casa deseando que ella no se hubiera ido volando después de haberse despedido, la verdad no le había puesto atención.
Rorepu había golpeado a su hijo y este ni se había quejado para no darle otro motivo más para que aplicara más saña, de cualquier forma su padre no se hubiera detenido. El veterano saiyajin no sentía remordimiento de lo que había hecho, tanto que se puso a conversar plácidamente con la visita después de darle una golpiza. Estaba tan concentrado en la conversación que no había notado cuando Tusigena había salido de la casa, aunque sí notó cuando regresó acompañada de una mujer con la que se dirigió a la cocina con hierbas entre sus brazos.
—¿A quién diablos metió tu madre? —Inquirió Rorepu a su primogénito. Táspata desde su ángulo pudo voltear a la cocina y justo delante de las hornillas reconoció a Chairocia.
—Es una curandera —Respondió el saiyajin no queriendo revelar exactamente quién era— Supongo que mi madre la trajo para que curara a Russel.
—¿Le pasa algo a tu hijo, Rorepu? —Inquirió Vitlok.
—Nada importante, recibió una golpiza —Confesó, aunque no quiso decir que él era quien lo había golpeado— Pero ya conoces lo exagerada que es Tusigena cuando se trata de Russel —Lo dijo mientras en su mente escuchaba la voz de Persilia.
—No exageres, Rorepu. Solo fue un besito… Además no me importa lo que tú creas mientras yo pueda demostrar lo desobediente que es tu hijo hacia contigo —Recordó las palabras dichas por la mujer teniente.
Era precisamente eso lo que lo tenía irritado, el ver que esa golfa tenía razón: Russel era un desobediente, y lo que más rabia le daba fue que lo hubiera desobedecido por ella.
Estaba tan molesto que no podía tenerle ni tantita consideración a su hijo, por lo que siguió conversando como si nada pasara, hasta que vio salir a Chairocia de la cocina y dirigirse al cuarto, para él había sido imposible no verle el rostro siendo que ella caminó en su rango de visión, inevitablemente había notado su belleza, y otra cosa más que lo desconcertó.
—¿La curandera es de clase alta? —Preguntó extrañado habiendo visto los rasgos faciales.
—Sí, padre. De hecho ella ya había venido una vez a curar a mi madre —Explicó Táspata. Fue entonces cuando Rorepu recordó que eso era verdad, que meses atrás había ido una curandera de clase alta.
—¿De dónde la conocerán tu madre y Russel? —Inquirió— Tu hermano fue el primero en traerla a la casa.
—Ni idea —Respondió Táspata con sinceridad, en realidad nunca le había preguntado a Russel de dónde conocía a Chairocia, tiempo después de la ejecución de Garabatu se había enterado exactamente quién era ella, y temía que su padre se diera cuenta, no solo porque Chairocia tenía ideales de igualdad entre clases, sino porque esta era la mujer del hermano menor de Persilia, era un momento muy inoportuno para que Rorepu se enterara de ese detalle.
Táspata sabía bien que su padre echaría entre insultos a Chairocia si se enteraba de sus ideales, y que la sacaría a empujones si sabía que ella era cuñada de Persilia, y no era que él no sintiera desprecio por los que creían posible en la igualdad de clases, pero no estaba de acuerdo en portarse agresivo con ellos a cada oportunidad, mucho menos cuando Chairocia había entrado tan pacíficamente a curar a su hermano, además de que su padre y Persilia ya estaban demasiado enemistados como para agregar otro motivo, y estaba el asunto del duelo pendiente, no sabía quiénes serían los padrinos de duelo de la mujer teniente, pero el hermano menor le parecía una posible elección, y si bien Jirelpe no tenía la suficiente fuerza para derrotar a Rorepu, si Chairocia era agredida, ese sería un muy buen motivo como para que sacara fuerzas de dónde sea, mucho más si la agresión era injustificada, porque como dije antes, él no estaba de acuerdo con ponerse agresivo con alguien solo porque no tuviera tus mismos ideales, y por lo que había visto: Jirelpe tampoco discutía a cada instante con los que estaban desacuerdo con él.
—Tusigena, ¡por Kamisama mujer! Te portas muy descortés con la visita —Dijo Rorepu sacando a Táspata de sus reflexiones, vio a Chairocia que parecía ya a punto de salir de la vivienda, no se había dado cuenta del tiempo que había pasado.
—Rorepu, Vitlok dijo que no quería comer —Se justificó la anciana, un tanto abochornada por recibir ese reclamo delante de todos.
—No lo digo por Vitlok, lo digo por la muchacha que ya estás despidiendo sin ofrecerle siquiera un vaso de agua —Tusigena le miró con extrañeza, Rorepu jamás se portaba así con las curanderas, ni siquiera con la que recientemente había auxiliado en nacimiento del segundo hijo de Táspata— Ay olvídalo. La atiendo yo —Dijo poniéndose de pie y acercándose a Chairocia, quien sorprendida no pudo negarse, cuando menos se dio cuenta, el saiyajin la llevaba del brazo a sentarse justo al lado de él.
Táspata vio con rareza la escena, Chairocia y Vitlok sentados a cada lado de Rorepu, la mujer de Jirelpe se veía demasiado achicada debido a su inquietud, Tusigena miraba la escena con aparente disgusto, debido a eso último, Táspata supuso que Rorepu miraba a Chairocia con lujuria, volteó sus ojos y se dio cuenta de que su padre en realidad miraba a la visitante con intriga. Entonces lo entendió: Tusigena también debía saber que Chairocia creía en la igualdad de clases, debía temer que hubiera problemas, así que estaría atento intentando evitar una disputa.
—¿Quieres algo de tomar? —Ofreció Rorepu a Chairocia al tiempo que señalaba un mueble con varios tipos de bebidas.
—Solo agua, señor. No acostumbro a beber alcohol —Respondió Chairocia con un hijo de voz, teniendo en mente todas las cosas que le dijo Russel el primer día que la conoció, y todos los rumores que circulaban acerca del mal genio del general Rorepu.
El anciano se levantó a servirle y le cedió un vaso de agua, sustancia que fue bebida con rapidez.
Rorepu se sentó para comenzar a hablar directamente con Chairocia.
—Russel te trajo hace tiempo —Dijo el anciano— ¿De dónde se conocen?
—Nos conocimos por casualidad —Dijo Chairocia, y no mentía, sin querer se habían conocido en el coliseo.
—¿Dónde aprendiste la curandería?
—Inicialmente de mi madre… —Iba a agregar algo más pero fue interrumpida.
—¿Quién es tu madre?
—Dudo mucho que usted la conociera, ella murió hace más de 4 décadas. Después de su muerte me adiestré más a fondo en el arte de la curandería.
—Entonces, supongo que eres una curandera de tiempo completo
—No concluí del todo mi aprendizaje, hace casi tres décadas entré al ejército, desde entonces soy soldado de bajo rango.
—¿En serio? —Arqueó una ceja sorprendido— ¿Qué tipo de misiones haces?
—Diplomáticas. En el sector norte.
—Espero no incomodarte con mi afirmación, pero supongo que tú y Russel comparten ideales —Las colas de Tusigena, de Táspata y de Chairocia se crisparon.
—¿A qué se refiere? —Chairocia preguntó, aunque ella sabía bien a lo que refería, solo quiso intentar evadir responder.
—Quiero saber si crees en la igualdad entre clases —Su interlocutora no se sentiría cómoda diciendo una mentira, así que intentaría responder la verdad de manera cordial. Justo iba a hacerlo, pero algo, o más bien alguien, le ganó la palabra.
—Pero claro que ella no cree en la igualdad de clases —Dijo Vitlok con la seguridad de alguien que dice la verdad, aunque no era así— Ella es la sobrina del general Codavao, ¿crees que alguien de la familia de Codavao estaría a favor de las clases inferiores?
—Supongo que no —Dijo Rorepu volteando a ver a Chairocia atentamente— Es verdad, te pareces mucho a tu tío —Dijo Rorepu con sinceridad, recordando los rumores que había escuchado del general de la zona sureste, cosas turbias acerca del maltrato que él daba a la servidumbre, sobre todo si eran de la tercera clase, y demás cosas que no enorgullecerían a Chairocia.
Era una suerte que ambos generales no se amistaran, sino Rorepu hubiera sabido que en realidad Chairocia estaba muerta para su tío, más de tres décadas atrás Codavao reprendía mucho a su sobrina por su "inadecuada forma de comportarse", sobre todo por su ideal igualitario. El final de su convivencia había llegado cuando Chairocia "llenó de vergüenza" a la familia, al haberse negado a unirse a la pareja acordada por su tío, desde entonces este fingía no verla, ni escucharla, o si fuera muy necesario hablarle en el cuartel, él le hablaba como a un soldado cualquiera que no conociera.
Chairocia hubiera hablado para decir que en realidad no estaba de acuerdo con su tío, y que en realidad habían dejado de convivir hacía más de tres décadas atrás, pero Táspata le dijo mentalmente que no dijera nada, que era mejor que su padre la creyera desdeñosa de las clases inferiores, ella decidió hacer caso, no por eso estuvo cómoda en esa situación.
—Rorepu —Llamó Vitlok— Sé por qué estás haciendo esto —Táspata y Chairocia se sorprendieron, porque ellos no podían entender a qué cosa quería llegar el saiyajin veterano— Pero te advierto que pierdes el tiempo… Ella no puede unirse a Russel porque ya está unida a alguien más.
—¿Es verdad eso? —Inquirió Rorepu a la mujer de Jirelpe. Chairocia suspiró, al menos ya sabía qué cosa quería el anciano con ella.
—Sí, señor —Se puso de pie, giró su cuerpo, y removió el cabello para poder mostrarle que sí estaba unida a alguien.
Rorepu vio tres marcas de mordidas, una estaba un poco clara, parecía reciente, no debía tener más de un año, las otras dos eran antiguas, estaban demasiado oscuras.
—Lamento el malentendido —Dijo Chairocia, Rorepu le sonrió cordialmente obligado— No es mi intención parecer descortés, pero tengo que irme, mi pareja debe estar preguntándose dónde estoy.
—Entiendo… —Dijo el general— Táspata, acompáñala a la puerta —Indicó, su primogénito acató su indicación.
—Envíale mis saludos al General Codavao —Dijo Vitlock a Chairocia. Ella volteó a verlo encima del hombro, no solo parecía molesta por mencionarle al hermano de su difunta madre, sino que parecía mirarlo con genuino odio, al igual que había notado en la mujer de Rorepu. Vitlock no entendía el por qué repentinamente Tusigena parecía odiarlo, tampoco era algo que le quitaría el sueño, lo que sí le extrañaba era el que la pareja de Jirelpe hiciera eso, ¿por qué lo odiaba si ni siquiera se conocían? ¿Qué le había dicho la loca mujer de Rorepu para que Chairocia lo odiase?
No podría saberlo de momento, Chairocia de pronto giró su vista hacia el frente, se fue sin mirar atrás.
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Cuarenta y siete años atrás.
Persilia en aquel entonces tenía 23 años, estaba recostada en su cuarto mientras se lamentaba, se sentía asquerosamente mal, no sería capaz de suicidarse, pero pensaba que sería bueno morir para poder librarse del sufrimiento y de su propia estupidez.
Escuchó que golpeaban la puerta de su cuarto, debía ser Jirelpe, Preleji siempre entraba sin avisar, y ella no estaba de humor para ver a nadie, pero no le quedó más remedio.
—Entra —Dijo ella. Su hermano lo hizo solo para decirle algo desagradable.
—Mi padre quiere que vayamos a entrenar —Dijo Jirelpe, quien entonces era un adolescente.
La hija reconocida de Preleji no tenía cabeza para nada, ni siquiera pudo negarse al mandado de su padre, como si fuera una zombi fue a acatar la orden.
… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …
Sintió un dolor punzante en la cabeza, era la tercera vez que Jirelpe la tomaba desprevenida y lograba asestarle un fuertísimo golpe. Se sentía mareada, aun así intentó ponerse de pie, cosa que logró, pero cayendo al segundo siguiente debido al mareo.
Preleji le "ayudó" a ponerse de pie, la obligó a levantarse tirando fuertemente sus cabellos.
—¡Estás distraída! —Espetó su padre justo antes de volver a arrojarla al suelo. Luego le pateó las costillas, despiadado como él solo, mientras ella tuvo que reprimir su dolor— Si no te importa perder el tiempo, al menos deberías pensar en tu hermano —El adolescente veía la escena con temor oculto, sabía que su padre estaba furioso, no temía por él mismo, sino por Persilia— ¡Tú...! Ve y busca alguien más para entrenar —Le dijo su padre. Él lo miró dubitativo, no sabía si irse o no, solo lo hizo porque Persilia le asintió con la cabeza.
—Nos veremos más tarde —Dijo Jirelpe antes de irse, rezando a cualquier deidad porque su padre se calmara, aun así tenía un mal presentimiento.
Tan pronto como el adolescente se había ido Persilia comenzó a levantarse dolorosamente del suelo.
—¡¿Me puedes decir qué diablos acaba de suceder?! —Bramó Preleji.
—Me distraje.
—¡Nada de "me distraje", Persilia! No te lo permito, no es posible que un mocoso te tomara con la guardia baja.
—No volverá a suceder —Aseguró ella, deseando que su padre ya no le reclamara y le dejara marcharse. Él estuvo a punto de hacerlo cuando notó algo raro.
Ella, de primera impresión estaba inmudable, indiferente, pero en su mirada se le veía ausente, su voz se escuchaba carente de la bravura que caracterizaba a su hija. Y había algo más, algo que no alcanzaba a entender qué era, pero definitivamente había algo.
—Estás rara, niña —Le dijo con seriedad— Te ves… distinta.
—No me pasa nada —Dijo ella inmediatamente, intentando sonar convincente, aunque fracasando.
—¿Y por qué carajos te tiembla la voz?
—Te confundes —Intentaba calmarse, no lo lograba.
No solo era el temblor en la voz, Preleji se dio cuenta de que ella no le miraba a la cara. La tomó del mentón para hacerla levantar el rostro, pero ella bajó la mirada.
—Ya te dije que no me pasa nada —Respondió ella, con la voz ahogada, incapaz de sostenerle la mirada, cosa rara en Persilia, quien incluso lo hacía cuando le contestaba de mala manera, cuando le desobedecía, pero ahora… Preleji podría haber jurado que no estaba ante la bravísima mujer que él había criado, ante la hembra que no se agachaba ante nadie.
Persilia jamás mostraba miedo, ni tristeza, ni dolor, su orgullo se lo impedía, orgullo había heredado de él, pero en ese momento le hacía tanta falta.
—Te comportas como si tuvieras un carácter débil —Dijo Preleji— Débil como tu madre. Hasta parece que quieres llorar.
—¡No seas estúpido! ¡Yo nunca lloro! —Bramó ella, aparentemente indignada, aunque de nueva cuenta con voz temblorosa, y eso no le cuadraba, a Persilia jamás le temblaba la voz.
—No puedes mostrarte vulnerable, no te eduqué para que fueras así —Persilia estuvo a punto de despotricar, pero su padre le ganó la palabra— ¡tú no eres así…! ¡Dime qué mierda te sucede! —Ella enmudeció.
La mujer saiyajin quiso irse, ¡realmente lo quiso! ¡Lo intentó! Pero su padre le detuvo, le sostuvo del brazo y del mentón para obligarla a levantar el rostro.
—Mírame cuando te hablo —Bramó Preleji— Ahora, ¿qué carajos te sucede?
Ella aun desviaba la mirada de los ojos de su progenitor, pensó en mentirle, pensó en inventarle algo, pero sabía de antemano que no podría inventar una mentira convincente.
—¿Qué hiciste, niña? —Preguntó el saiyajin de pronto.
«Ya lo sabes, Preleji…» Pensó Persilia haciendo una mueca, conocía a su padre lo suficientemente bien como para saber que él ya había descubierto la verdad.
Y de hecho así era, ¡lo dedujo! ¡Lo leyó en sus ojos por culpa de su vulnerable mirada!
Preleji todavía deseó que Persilia le despotricara: «No es verdad, Preleji. No hice ninguna de las porquerías en las que estás pensando. Estás loco. Soy una mujer decente.»
Pero Persilia no lo negó. Y él tuvo que aceptar que su deducción era acertada.
La rabia inundó sus venas, le apretó con fuerzas los brazos al tiempo que la alejaba un poco de sí como si le tuviera asco, ella jadeó ahogadamente del dolor, pero a su padre no le importó.
—Nunca lo hubiera imaginado de ti, Persilia… —Respiraba de manera similar a como la haría un toro furioso— ¡Eres una…! ¡Eres una…! ¡Una maldita ramera! —La golpeó, tan fuertemente que hizo que temblara el pedazo de tierra dónde se había estrellado, pero eso no se detuvo allí, Preleji se le fue encima mientras le repartía más golpes e insultos, mientras ella escupía sangre.
Hicieron falta seis adultos para apartar a Persilia de su padre, cuando sucedió, ella ya estaba prácticamente muerta, de milagro había sobrevivido a la ira de Preleji.
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—Persilia…. Persilia —Llamaba Zucchini.
—¿Qué? —Exclamó algo irritada de haber sido despertada de su sueño, un sueño que a la vez era un recuerdo.
—Si no fuera porque respirabas habría pensado que habías muerto —Bromeó Morot.
—Oh, cállate… La comida me cayó de peso —Se justificó la hembra.
Todos seguían en la taberna a la que habían ido a comer. Zucchini miraba a la hembra, notó que se veía muy fastidiada.
—Pareciera que no dormiste bien anoche —Dijo el centinela del rey. Morot rio socarronamente, le hizo gracia al recordar que él en eso había tenido algo que ver. Zucchini lo dedujo y se puso celoso.
—¿Cómo es que te dormiste a la misma hora que yo y luces tan fresco como una hoja de gáluche? —Inquirió Persilia con enojo al corpulento saiyajin.
—Me dormí después de que te fueras en la mañana —Explicó Morot— No es mi culpa que te levantaras a una hora que no se levanta ni Kamisama.
—Tenía que ir a mi casa por algunas cosas, además de que desayuné antes de irme al palacio. Por eso estás tan gordo, duermes demasiado —Le dijo Persilia.
—No estoy gordo, estoy pachoncito —Replicó Morot, pero sin molestia, solo por jugar con ella.
—No sé ustedes, pero voy a pedir la cuenta, tengo cosas que hacer en el mercado —Dijo la mujer teniente.
—Te acompaño —Dijeron ambos saiyajins al mismo tiempo. Ella aceptó.
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Rorepu y su primogénito estaban hablando en privado, Vitlock recién acababa de irse.
—Hace tiempo me dijiste que Persilia rechazaba tener encuentros con machos que ya estuvieran unidos a una hembra —Dijo Rorepu.
—Sí, eso le dijo a un teniente y por eso lo rechazó —Lo que Táspata no quiso decirle que en realidad el teniente del que él hablaba era él mismo.
—Después de todo la mujerzuela tiene "honor" —Dijo el anciano con sarcasmo— Por eso mismo pensé en que ya es tiempo de que Russel conozca a otras mujeres, y elija a una para unirse.
—Y por eso detuviste a la curandera, porque te pareció buena opción.
—Es una hembra de nuestra misma clase, me pareció que sería útil tener una curandera en la familia, además de que es una mujer hermosa. Lástima… ¿Por qué no me dijiste que ella tenía pareja?
—Porque no sabía lo que pretendías con ella, de haberlo sabido te habría informado —Rorepu se quedó pensativo, como mirando a la nada— Además a Russel no le gustan las flacuchas, le gustan más robustas.
—Y Persilia es robusta —Mencionó el anciano, su hijo enmudeció— Tu hermano debe de sacarse de la cabeza a esa ramera. Dijiste que cuando se conocieron no sabían quién era el otro, que lo supieron después de fornicar… —Táspata se lo había contado cuando se lo preguntó, Rorepu no quiso preguntarle a Russel porque no confió en que este le dijera la verdad— Todo macho alguna vez se ha embaucado con una hembra que sabe moverse en la cama, puedo entenderlo, puedo entender que Russel repitiera la experiencia si la piruja pudo saciarlo, el problema es que el imbécil se ha encaprichado, y lo peor es que no es solo sexo, parece que hubo algo más. El afeminado de la guardia real dijo claramente que tuvieron un amorío —Dijo refiriéndose a Zucchini. Se quedó meditándolo— Tu hermano es un imbécil, entiendo que tuviera un desliz con Persilia, quizás dos, finalmente es un hombre. Pero ¿un idilio…? A las putas solo se les fornica, no tienes un idilio con ellas.
—No tuvieron un idilio, solo fueron amantes de ocasión.
—¿Por cuánto tiempo? —Inquirió. Su hijo sabía la verdad, que habían tenido encuentros por casi diez años y medio.
—Por unos cuantos meses, padre. Nada importante —Mintió, sabía que si bien era cierto que Russel no podría considerarse un "pretendiente oficial" de Persilia, lo cierto es que había sido un amorío demasiado largo, y lo mejor era que Rorepu no supiera la verdad.
—Tu hermano debe conocer a otra mujer… —Táspata no quiso decir nada, pero sabía que su hermano no quería unirse, la única vez que había querido era con Persilia, pero esta lo había rechazado— Hay una hembra muy atractiva, una teniente asignada al general Codavao, hasta donde yo recuerdo es soltera.
—Sé de quién hablas. No recuerdo su nombre pero sí sé que es soltera, sin hijos. Pero es mayor que yo, quizás tiene 80 años de edad y ya no podría preñarse.
—No importa.
—¿Qué? —Inquirió Táspata sorprendido. Su padre siempre despotricaba que Russel debía tener hijos, ¿y ahora lo aceptaba así como así?
—Mira. No me agrada la idea de que tu hermano no tenga hijos, pero me agrada mucho menos la idea de que siga obsesionado con Persilia, así que él debe elegir otra hembra para poder olvidarse de esa ramera. ¿Qué tal si ella vuelve a seguirle el juego y lo que tuvieron antes renace?
—No renacerá porque Persilia tiene dos pretendientes oficiales —Dijo refiriéndose a los saiyajins que tienen la aprobación y permiso de cortejar a una hembra, lo que en algunas culturas correspondería a un novio más formal, es decir: Un prometido.
—¿Dos Pretendientes oficiales? —Su hijo asintió— Vaya si es una ramera, tiene dos pretendientes oficiales y todavía se besuquea con mi hijo. ¿Y quiénes serán los imbéciles?
—Uno de ellos es un teniente asignado al General Fangus, un saiyajin muy alto y corpulento, tanto que incluso Persilia se ve pequeña si la comparamos con él.
—Creo que lo conozco, estaba siguiendo a Persilia después de que se besara con Russel, de hecho ella tuvo la desfachatez de decírmelo delante de él. Vaya si es un imbécil. ¿Y quién es el otro?
—El afeminado de la guardia real —Rorepu abrió la boca sorprendido.
«También él estaba cuando Persilia admitió haberse besado con mi hijo. ¿Acaso no le importó…? O quizás es una farsa el que sean pretendientes oficiales» Ese fue el pensamiento del saiyajin.
—Se me ha ocurrido algo —Dijo el anciano sonriendo malvadamente.
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Ya estando en el mercado, Persilia escogió algunas telas para hacerse sus vestidos que ella misma se confeccionaba, era algo difícil encontrar ropa de su talla, además de que la que encontraba nunca le gustaba. También haría algo para su hermano Jirelpe, incluso para Chairocia, que si bien la pequeña hembra podría conseguir más fácil su ropa, de todos modos Persilia le haría un vestido para que lo usara al día siguiente.
Morot en cambio, mandaba a hacer sus ropajes con una saiyajin de clase media que tenía su establecimiento en el mercado, de hecho, el corpulento saiyain aprovechó la ida para pasar por algunas prendas.
—No me digas que mañana piensas usar ropa nueva —Dijo Persilia a Morot con algo de burla.
—¿Acaso tu no…? —Devolvió el saiyajin antes de que ambos rieran. Zucchini no dijo nada pero pensó con extrañeza: «¿Mañana? ¿Qué habrá mañana?» Y lo irritaba el pensar que lo estaban excluyendo.
Más tarde los tres estaban degustando un bocadillo de media tarde: unas brochetas en las piedras a las afueras de mercado.
Zucchini y Morot le estaban contando las dificultades que tuvieron para armar toda la investigación siendo que jamás habían hecho algo como eso, sobre todo porque después de vaciar la información de varios expedientes en un pergamino, Morot se dio cuenta de que estaban trabajando de más, porque solo debían investigar el árbol genealógico del lado materno de Garabatu, y habían estado investigando también el lado paterno.
—Son un par de imbéciles —Se burló Persilia— Eso les pasa por no usar la cabeza.
—Mira quien lo dice —Replicó Morot entre risas— La que quería hacer pública la información y habría terminado muerta.
—¡Oh, cállate! —Gruñó en un tono que cualquiera hubiera pensado que era de molestia, pero este contrastaba con su sonrisa de oreja a oreja.
—Al final nos dio tiempo de averiguar otra cosa —Dijo Morot… Zucchini no quiso decir que en realidad Morot dejó la investigación principal por irse a investigar aquello otro, pero finalmente el corpulento saiyajin le resultó de mucha ayuda, así que por eso guardó silencio.
—¿Y qué fue lo que averiguaron?
—Resulta que en el año 485, en el anterior planeta donde vivieron los saiyains, hubo una epidemia de salkhin entre los clase bajas, un virus bastante contagioso, con el que los niños mayores de dos años se curan incluso sin brebajes, pero que se agrava en bebés y adolescentes, puede ser mortal en los adultos, y definitivamente letal en los ancianos… Te imaginarás que hubo muchas muertes, los niños y adolescentes estaban huérfanos cuando se curaron de la enfermedad, algunos fueron acogidos por otros miembros de su familia, algunos terminaron siendo acogidos sin existir una relación sanguínea, no hubo niño que quedara en alguna casa de niñeras a modo de orfanato… Lo curioso de todo esto, es que en medio del caos, hubo un incendio que erradicó los archivos de nacimientos de una década atrás, así que se rearmaron los archivos en base a los saiyajins que quedaron con vida, bien… La historia nos dice que Ukasia tenía un protegido, que algunos aseguran en realidad era su hijo, la idea toma algo de fuerza porque ese protegido era uno de los huérfanos que nadie reclamó como parte de su familia, ni nadie reconoció tener relación consanguínea con él.
—¿A qué quieres llegar…? ¿Insinúas que Ukasia de alguna manera trajo el virus al planeta?
—Claro que no —Dijo Morot— Ukasia ya tenía siete décadas en ese entonces, se habría arriesgado a morir con el virus, también había riesgos en quien seguramente fue su hijo, era un bebé de unos cuantos meses… Lo que quiero decir es que quizás se aprovechó del caos para hacer parecer a su hijo como un pobre huérfano, para que lo protegieran cuando en realidad debían matarlo, porque en aquel entonces el infanticidio de débiles nacidos de guerreros poderosos no era castigable con la ejecución pública, de hecho era obligatorio que esos bebés fueran sacrificados por "pureza de la sangre", cuando Bribauro asumió el reinado anuló esa ley de infanticidio obligatorio, además de que implementó la pena de muerte para castigar el infanticidio.
—Me imagino que Bribauro no estaría muy orgulloso de lo que está haciendo su nieto: el actual rey —Dijo Persilia, ninguno de sus dos oyentes pudo refutarle eso. Ni siquiera Zucchini, que se suponía que no debía permitir algo así de ella. Él, al ser un soldado directo de rey, era de los primeros que debía romperle la cara a quien hablase mal del monarca, otro guardia quizás le habría lastimado en ese instante.
La mujer teniente siguió gustosa dándole mordidas a su brocheta, tan metida en su deleite estaba que no notó que alguien se acercaba por detrás, alguien que caminaba hacia ella, Morot no se sobresaltó porque no parecía acercarse con malas intenciones, pero Zucchini no se sintió cómodo con la manera en la que el desconocido miraba fijamente a la hembra.
—Persilia —Saludó el saiyajin haciendo voltear a la aludida— Espero y no sea mucha molestia venir un momento para hablar a solas.
—Claro que no —Respondió ella— Ahora vuelvo —Informó a los saiyajins sentados en las piedras mientras se ponía de pie para alejarse.
—¿Conoces a ese saiyajin? —Inquirió Zucchini a Morot.
—Lo he visto en algún lugar pero no puedo recordar quien es.
El miembro de la escolta de la realeza no quedó conforme con eso.
Alguien más comenzó a acercarse mientras mordía una brocheta, Zucchini no lo reconoció pero Morot sí.
—Turles —Saludó el corpulento saiyajin.
—Espero no les moleste que yo me siente con ustedes.
—Claro que no —Dijo Zucchini por cortesía, en realidad le daba igual, él más bien estaba interesado en saber quién era el saiyajin que hablaba con Persilia, no era cualquier compatriota, su porte denotaba que era caballero distinguido, tenía curiosidad y celos de que pudiera intentar algo más con la mujer teniente.
—¿Conoces al saiyain con quien Persilia está hablando? —Inquirió Morot a Turles señalándole discretamente con los ojos.
El hijo de Tullece volteó en aquella dirección de manera furtiva, frunció levemente el ceño antes de responder.
—Es el teniente Vitlok…
—Tienes tan buena memoria que recuerdas el nombre y el puesto de quien sea —Dijo Morot.
—Cuando eres clase baja te es más fácil memorizar quienes te miran con o sin desprecio, ese saiyajin me mira con desprecio —Contestó el joven— De hecho él tenía mucha amistad con el teniente Garabatu… Hace meses que no veía al teniente Vitlok, creí que había muerto… Supongo que estaba en una larga misión.
Zucchini se calmó un poco con esa revelación ya que supo que ese saiyajin era con el que el monarca le había pedido hablar acerca del asunto de Garabatu. Él supuso que Vitlok se había acercado para enterarse de cómo iba aquel asunto. Persilia también supuso lo mismo, pero esperó a que él empezara a hablar, para su sorpresa no era eso lo que lo había llevado a acercarse.
Vitlok había querido saber el porqué de que Persilia no le mencionara que la mujer de su hermano había estado visitando a Garabatu, también quiso saber el motivo por el que Chairocia había estado yendo.
—No te lo comenté porque no lo consideré importante, Chairocia no lo visitaba realmente porque quisiera hacerlo. Jirelpe le pidió ir cuando supo que nadie visitaba a Garabatu, él lo habría hecho, pero se dio cuenta de que se necesitaba alguien que supiera hacer curaciones, Chairocia fue curandera en su juventud, por eso mi hermano envió a su mujer —Respondió Persilia lo que inicialmente ella había sospechado acerca del porqué de las visitas al difunto teniente, aunque él sabía por la propia Chairocia que había sido curandera, no le creyó del todo a Persilia, tampoco lo demostró.
—¿Sabes qué decía la última misiva de Garabatu? —Inquirió el saiyajin.
—Nunca le he preguntado a Chairocia —Persilia no mentía, no le había preguntado nada, y esta vez su interlocutor creyó en sus palabras, aun así no le cuadraba.
«Garabatu no se habría tomado ni medio segundo en escribirle si no le hubiera dicho algo importante» Pensó el teniente.
—¿Y por qué Chairocia no ha tomado la parte que mi amigo le ha dejado? —Inquirió Vitlok.
—Porque ella no lo visitaba para recibir dinero a cambio —Nuevamente Persilia no mentía, ella bien sabía el motivo de las visitas de Chairocia, pero no quiso decirlo. De nueva cuenta el saiyajin no vio mentira en sus palabras, siguió preguntando, de una forma, de otra, pero la mujer no revelaba nada, aun así Vitlok podía apostar que algo le ocultaba, aunque no le diera pauta de ello, algo no terminaba de convencerlo.
Zucchini pese a que no podía escuchar estaba mirando fijamente a ambos tenientes. Se Había puesto de pie y alejado un poco para no distraerse con la plática de sus acompañantes.
—No estoy de acuerdo con ustedes —Dijo una voz masculina que hizo que Zucchini diera un respingo, no era una voz conocida, atrás se suponía que solo estaban Morot y Turles, ¿Acaso ellos se habían ido sin avisar y alguien más había llegado…? Giró sobre sus talones para ver, allí estaba un clase baja de piel acaramelada platicando con Turles y Morot, ocupando el lugar que anteriormente él había ocupado.
—¿Por qué no? —Inquirió Morot.
—Porque mi primo es un imbécil —Agregó Turles.
—Tú eres el imbécil —Se quejó el saiyajin llamado Críbolo.
Zucchini los escuchó discutir, le pareció inaudito que Morot estuvieran hablando tan confianzudamente con dos saiyajin tan jóvenes que (de haber tenido) incluso podrían haber sido sus nietos, pero el corpulento saiyajin hablaba con ellos como si nada, como si no existiera diferencia en la edad y estuviese hablando con iguales. Lo que más le causó sorpresa era de lo que ellos estaban hablando, ¡de sexo! Y una cosa era bromear, ¡pero al aire libre! Además de que no parecían estar bromeando, sino que parecían tomar su disputa muy en serio, como si estuvieran hablando de expandir un imperio.
Mientras tanto, alguien se acercó a interrumpir la plática entre Vitlok y la mujer teniente.
—Tía Persilia —Llamó Pinach— Disculpa por interrumpir.
—¿Qué pasa? —Inquirió ella, notó como el hijo de su primo pareció ponerse nervioso mirando a Vitlok, creyó que seguro su acompañante lo miraba con cierta molestia de haber interrumpido así.
—Mi abuela me envió a decirte que te espera en su casa para cenar —Dijo con la voz temblorosa, Persilia hizo una mueca molesta, no con él, sino con la noticia que le llevaba, Pinach vio más allá de su tía, reconociendo en seguida al corpulento saiyajin y a los demás— Bueno… nos vemos tía, iré a saludar a Morot y a Turles —Dijo al tiempo que se iba de largo.
Pinach iba visiblemente nervioso, por si fuera poco notó que Zucchini estaba allí dándole la espalda, él lo intimidaba mucho, por el hecho de su casi eterno gesto de aparente seriedad e indiferencia. Por eso prefería mil veces acercarse a Morot, porque aunque de primera impresión el corpulento saiyajin era demasiado imponente debido a su tamaño y altura, era alguien más afable y desenfadado que Zucchini.
El joven justo estaba pasando a un lado del centinela del rey cuando algo de la conversación captó su atención.
—Cumplir una fantasía no tiene nada de malo. Cumplir una fantasía con la persona que te enloquece, no debería ser considerado un tabú; debería considerarse una obligación —Dijo Morot recibiendo palabras de aprobación de Turles. Zucchini reprimió una mueca de desaprobación, él consideraba que semejante cosa era demasiado descaro, alguien preguntó aquella pregunta que apenas iba a formularse en su mente.
—¿Y qué pasa cuando se tiene un deseo reprochable? Quizás algo prohibido y asqueroso —Inquirió Pinach mientras seguía de pie.
—¿Cómo qué, Pinach? —Cuestionó Morot, el aludido palideció— Mira. No tienes que darme ejemplos, pero cuando dos personas adultas han decidido cumplir una fantasía, nadie tiene derecho a meterse, incluso nadie tendría que enterarse de lo que hacen en la cama.
—O en la zona boscosa —Agregó Turles en tono divertido— O en algún lugar desolado.
—No te olvides del muro de un callejón oscuro —Comentó Morot acordándose de aquella primera vez con Persilia. Turles y Pinach rieron, aunque este último lo hizo de forma nerviosa— A lo que voy es que si tú quieres hacer algo, debes decirlo, no debes forzar a la otra persona, pero si está de acuerdo, no veo ningún impedimento por el que no puedan dar rienda suelta a sus deseos —Agregó dirigiéndose a Pinach.
—¿De verdad crees eso? —Inquirió el joven con algo de timidez.
—¡Claro que lo creo…! No estaría diciéndolo de no creerlo —Reiteró Morot, Turles rio socarronamente… Tanto Zucchini, como Críbolo, no quisieron decir que no estaban de acuerdo con esa declaración… aunque Morot se dio cuenta no le importó, porque el corpulento saiyajin se alegró al ver que Pinach sonrió relajadamente, como si le hubiera quitado un gran peso de encima.
—Gracias, Morot… Lo tendré en cuenta —Dijo Pinach. El aludido devolvió la sonrisa, durante algún tiempo se había preguntado del porqué de la personalidad tímida y retraída del saiyajin siendo que ni Peppar (su padre) era así, había pensado que quizás Pinach tenía el carácter que Jirelpe tuvo en su juventud, pero no creía que Jirelpe hubiera sido tan exageradamente tímido… De pronto llegó a la conclusión de que él era una copia del carácter de su abuelo Soja, quien quizás con los años y los cargos asignados perdió la timidez, además de que su físico parecía una versión más joven del ex general… Enorme contraste con su primo Persgal, que tanto en carácter como en físico era más parecido a Prétcel y a Persilia. Lok también era algo tímido, pero no tanto como su hermano Pinach.
La mujer teniente se acercó justo en ese momento.
—Mi tía me ha citado para la hora de la cena —Comentó Persilia con algo de fastidio en la voz mientras se acercaba a tomar sus cosas que estaban cerca de Morot— Será mejor que me vaya a mi casa, tengo quehaceres allá.
—Te acompaño a tu casa—Dijeron Morot y Zucchini al mismo tiempo.
—No, gracias… No quiero que me acompañen…. Estaré ocupada —Dijo ella porque iría a dejar sus compras y se cambiaría de ropa, tenía manchas del entrenamiento, no quería recibir un sermón de su tía intentando convencerla de que dejara de entrenar. Además pensó que ellos estaban plácidamente conversando allí, sin saber que Zucchini en realidad la había pasado de lo más incómodo— Además faltan dos horas para cenar, y no podré llevarlos con mi tía, seguro terminaremos discutiendo.
Por la seriedad de Persilia, Zucchini y Morot supieron que lo mejor era no insistir, ella ya lo había decidido, así que la vieron irse.
Zucchini se fue cinco minutos después, dijo que recordó algo que tenía qué hacer, nadie se lo discutió y se fue a su casa.
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Persilia llegó a casa de su tía a la hora acordada. Parilesi le invitó a pasar.
—¿Y mi tío Soja? —Inquirió la mujer teniente al no verlo sentado en la mesa.
—Está con el General Fangus… el General comió aquí y cuando se despidió le pedí a tu tío acompañarlo a su casa, Soja dijo que se quedaría un rato allá —Comentó Parilesi. Persilia se incomodó de saber que estaría totalmente a solas con su tía, además de que se molestó con su tío porque él no parecía captar que Parilesi solo quiso sacarlo de allí— Ven, siéntate… Comeremos algo y después hablaremos… —La mujer teniente se irritó, definitivamente no disfrutaría de la deliciosa cena.
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El día en que Zucchini se fue a presentar como pretendiente de Persilia ante Soja.
El miembro de la escolta de la realeza se había encargado de investigar el nombre y domicilio del macho de mayor edad entre la familia de Persilia, supo que era la pareja de una mujer de nombre Parilesi, la hermana mayor de su difunto padre.
«Esa debe ser la tía que Persilia mencionó está molesta por lo del beso» Pensó Zucchini.
Él se puso su ropaje y botas de piel, se aseguró de que en el calzado no hubiera ningún rastro de suciedad, se colocó sus abalorios azules: un chaleco abierto por delante y que solo llegaba a la mitad de su torso, y los lazos que lo distinguían como miembro de la escolta de la realeza. Iba decidido a causar una buena impresión.
Llegó a la vivienda, y tanto para sorpresa de él como de quien atendió la puerta, fue recibido por un saiyajin que reconoció como miembro del grupo de sabios.
—Disculpe, ¿se encuentra el General Soja? —Inquirió Zucchini.
—Soy yo… —Respondió el saiyajin.
«No sabía que él fuera tío político de Persilia» Pensó el visitante.
—¿Le ha enviado el rey a buscarme? —Inquirió Soja cuando lo reconoció como un miembro de la escolta del rey.
—No, mi señor. He venido a hablar directamente con usted.
—¿Conmigo? ¿Por qué?
—Le explicaré, pero creo que este no es el lugar.
Soja decidió guiarlo al comedor que de momento estaba solo, el visitante fingió no sentir el peso de las miradas del grupo de saiyajins que estaban sentados cerca de la entrada principal.
—Sigan conversando, iré a arreglar un asunto —Dijo Soja a Jirelpe y a los demás acompañantes.
Entraron a la habitación. Zucchini fue invitado a sentarse y quedaron frente a frente. Soja le indicó empezar a explicarse.
—Mi señor. Me apena mucho la forma en la que vengo a presentarme, pero debo enfrentar las consecuencias de mis acciones —Dijo Zucchini, recibiendo una mirada de confusión— Soy quien hace días le robó un beso a su sobrina en la zona de entrenamiento.
—Oh —Soja balbuceó, la verdad estaba sorprendido, supuso que quien sea que lo hubiera hecho simplemente nunca se aparecería ante él, y el hecho de que ocurriera lo tomó por sorpresa, sobre todo por el puesto importante que tenía el hombre ante él. Se había dado cuenta que Persilia tenía contacto directo con los centinelas del rey, pero jamás pensó que alguno de ellos miraría a su sobrina con otros ojos.
—He venido primeramente a ofrecer una disculpa por eso. Sin embargo, quería solicitarle la presencia de su mujer —Dijo Zucchini sacando a Soja de sus reflexiones.
—Debo advertirle que mi mujer tiene un carácter enérgico.
—No importa, he venido dispuesto a enfrentar las consecuencias de mis actos y sé que ella estaba muy molesta por lo que pasó.
Soja no pudo refutarle eso, habría querido aclarar algo con él antes de traer a Parilesi, pero su insistencia le dejaba claro que primeramente querría disculparse, no le quedó remedio, fue por ella.
Él sabía que su mujer estaba en la cocina, a punto de iniciar a preparar la comida, antes de poder avisarle, ella le ganó la palabra.
—¿A quién metiste a la casa? —Inquirió Parilesi sin levantar la vista, Soja se sorprendió levemente, pero sabía que su mujer no era alguien que pudiera tomársele por sorpresa tan fácilmente.
—Ha venido a hablar el otro pretendiente de Persilia, está en el comedor —Dijo mientras sostenía la mentira acerca de Morot, de eso dependía la tranquilidad de su mujer, además todos habían acordado decir eso.
Soja vio cómo su mujer frunció el ceño en un gesto que recordaba mucho al difunto Preleji, ese gesto que hacía cuando la sangre le hervía.
—Bien, me facilita las cosas el que viniese por su propio pie —Dijo ella comenzando a dar grandes zancadas, pasando de largo a su compañero.
Soja sabía que su mujer haría una escena, le daba pena por el hombre que había llegado tan caballerosamente a disculparse.
—Tranquila, mujer… debes escucharlo antes de decir algo —Intentó calmarla, pero sabía que quizás no funcionaría, era muy difícil hacer cambiar a Parilesi de una idea que se le había metido en la cabeza.
Parilesi entró a la cocina con brusquedad y violencia, entró notando que el visitante estaba de pie, pero antes de ponerle atención le habló con bravura.
—¡¿Qué se cree usted para haberse atrevido a robarle un beso a mi sobrina?! —Parilesi habría dicho algo más, pero no pudo, había quedado sorprendida al ver bien al hombre que estaba en la habitación, era atractivo, además de que por su ropa, su porte y demás cosas, era obvio que él era caballero distinguido. De momento no supo qué significaban los abalorios azules en su cuerpo, debía ser alguien importante.
Zucchini vio con oculta ternura a la mujer que entró, ella parecía una versión mayor de Persilia, solo que su apariencia física era más frágil, aunque no por eso había dejado de ser imponente y aguerrida.
Soja, totalmente apenado se puso al lado de su mujer, Zucchini entonces se arrodilló con elegancia, poniendo una mano en el pecho mientras se mantenía en una pose de respeto, agachando la mirada en total sumisión.
—Mi nombre es Zucchini… —Inició a hablar— Soy uno de los miembros de la escolta del rey… estoy al servicio directo de la realeza, de mi patria, de Persilia, y de ustedes dos… me apena venir a presentarme como el imbécil que robó un beso a su sobrina, no soy alguien que sea conocido por esos comportamientos, no acostumbro a dar esa clase de escenas en público, fue un impulso y no volverá a suceder… Les aseguro que Persilia es una dama a la que lamento haberle faltado el respeto, sobretodo porque eso la metió en problemas con usted —Dijo esto último dirigiéndose especialmente a Parilesi, incluso levantó levemente la mirada para dejarlo claro, la bajó en seguida— Persilia me empujó y me abofeteó después del beso, no me molesté, sé que lo merecí, me he disculpado con ella, y ahora vengo a disculparme con ustedes dos.
—Solo respóndame antes —Habló Parilesi, Zucchini levantó la mirada— ¿qué intenciones tiene usted con Persilia?
—Quiero cortejarla para intentar convencerla de que se una a mí —La mujer sonrió, lo vio sincero, y en realidad así era, Zucchini realmente la quería para sí.
Parilesi volteó a ver a su pareja mientras sonreía ampliamente, él entendió, no hizo falta decirle nada.
—Aceptamos su disculpa —Dijo Soja.
—Ahora levántese que tenemos que hablar —Agregó Parilesi acercándose a la mesa para sentarse al lado de dónde se sentaría Soja.
—Mi señora, no es necesario que me hable con tanto respeto. Llámeme Zucchini —Dijo el saiyajin mientras se levantaba.
—Bien, Zucchini —Dijo la mujer señalándole una silla— Toma asiento y háblanos de ti.
—¿Hay algo que quiera saber en especial?
Parilesi le preguntó TODO, incluso, para incomodidad de Soja, no tuvo disimulo en preguntarle acerca de su posición económica.
«Eso no era necesario, Parilesi… ¿Qué va a pensar Zucchini de nosotros con esa pregunta? Además yo pude haberlo investigado» Dijo Soja a su mujer por la conexión mental.
«Se trata de mi sobrina y yo puedo preguntar lo que se me plazca» Replicó Parilesi.
Pero Zucchini no se incomodó, al contrario, se alegró de que le preguntara eso ya que era un buen punto a su favor, y no se vería tan obvio al decirlo si era para responderle.
Soja miraba con incomodidad cómo Parilesi estaba fascinada con el centinela del rey, ella no lo notaba, pero Zucchini sí, y a él le intrigaba saber el motivo de la disconformidad del veterano saiyajin.
—Bueno —Dijo Soja Poniéndose de pie— Disculpa el descuido, ¿quieres algo de tomar? —Agregó con disimulo, sabiendo de antemano la reacción que tendría su mujer.
—¡Santa madre saiyajin…! —Exclamó Parilesi poniéndose de pie— ¡Qué descortesía la mía…! ¿Qué te traigo Zucchini? ¿Agua, vino, té, extracto de wongi, ron?
—Té, por favor —Pidió Zucchini, ella no pudo evitar sonreír, en su casa tenían bebidas alcohólicas que ofrecía por mera cortesía, y le agradó el hecho de que él pidiera té, luego se pateó internamente, ella siempre acostumbraba tener a todas horas agua caliente para lo que se necesitara, pero recordó que en ese momento no, justo iba a poner agua a calentar cuando Zucchini apareció y no le dio tiempo.
—¿Soja, quieres algo? —Preguntó ella.
—También quiero té.
—Bien —Dijo ella comenzando a salir— Voy por el té —Dijo con fingida calma, ya estando en la cocina se movía a toda prisa, puso a calentar una olla pequeña para la primera ronda de té, eso le daría tiempo para que se calentase una olla más grande que puso en otra hornilla. Para ella era imperdonable el hecho de no tener agua caliente, queriendo disimularlo se puso a hacer unos bocadillos para justificar la tardanza.
—He notado que usted no está del todo conforme —Dijo Zucchini tan pronto Parilesi se había alejado— ¿No le agrada que yo quiera pretender a su sobrina?
—No, no es eso —Dijo Soja sonriendo afablemente— No es nada contra usted, es solo que habría querido advertirle algo antes de que mi mujer quedase fascinada con la idea.
—¿Qué cosa? ¿Hay algún problema con Persilia?
—Persilia es la del problema… —Aseguró Soja— Mi sobrina tiene un carácter explosivo, créame que lo que se ve en los juicios y en las audiencias no es nada. Y sobre Morot… —Detuvo su explicación cuando su interlocutor le pidió silencio con una mano.
—No necesita explicarme, yo sé la verdad sobre Morot… —Recibió una mirada de confusión— Sé que él no es un pretendiente real, sino un guardia personal, la misma Persilia me lo ha explicado —Soja no pudo evitar mostrarse sorprendido— Ella no quiso que se supiera nada sobre la golpiza, ni tampoco que alguien la sigue a todos lados para protegerla… Conozco a Persilia lo suficiente. La he tratado fuera de los asuntos de la realeza, sé que su humor es muy volátil. Le agradezco el que usted quisiera advertirme, pero sé a lo que me enfrento, y aun así quiero cortejar a su sobrina para intentar convencerla de que se una a mí. Así que dígame, ¿qué opina?
—Conoces el carácter de mi sobrina, y aun así quieres intentarlo. Sin duda mereces una oportunidad… —Sonrió— Tienes mi aprobación y permiso para cortejarla.
Zucchini de pronto pensó que aún faltaba ver la reacción del rey cuando le dijera que iba a unirse a Persilia, a quien él mismo había enviado a seducir para poder sacarle información, e incluso calmarla. «El rey tiene que entender» Se dijo. El monarca debía entender que ya era tiempo que él se buscase a una compañera, y no podría negar que Persilia era buena opción considerando que era una de las hembras más poderosas de su raza, además de que teniendo potestad sobre ella podría controlarla incluso más, y eso era lo que había querido Bollencio en un principio.
«Aun así quizás se moleste tanto que me quite de mis funciones en el palacio» Pensó, y sin embargo, no le importó, no le importaba tener que volver a empezar en el ejército saiyajin con tal de estar con Persilia.
Sonrió para sus adentros. El monarca lo entendería, Soja lo aprobaba, y no veía motivo por el que Persilia diría que no, no había problema, ¿por qué ella habría de negarse?
Volvió a sonreír, sonreía porque desconocía que sí había un problema, que como dijo Soja: Persilia sería la del problema… Sonreía porque desconocía que ella sí tendría motivos para negarse: su propia elección.
Sonreía porque desconocía que más tarde se arrepentiría de lo que había hecho, porque lo último que habría querido era hacer que Persilia se molestara. Quizás Zucchini no la conocía tanto como él quería pensar.
Sonreía pensando que Persilia muy pronto le pertenecería, pero no… Persilia no quería pertenecerle a nadie, A NADIE.
Y era tanto el entusiasmo de él, que no notó la mirada molesta que Persilia le dio al llegar.
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Mientras tanto había una pequeña reunión en la vivienda del General Fangus. Todos estaban sentados en una mesa bebiendo pozol, té o extracto de wongi.
Fangus hablaba, todos ponían atención a la conversación, a excepción de Soja.
—¿Te pasa algo? —Inquirió el general a su amigo.
—Nada… —Dijo inicialmente, recibiendo miradas de escrutinio de todos ya que sabían que mentía— Bueno… solo estoy un tanto pensativo por un rumor que escuché.
—¿Qué clase de rumor? —Inquirió Prétcel, su primogénito.
—No sé si deba comentarlo delante de mis nietos —Dijo aludiendo a las presencias de Persgal y de Pinach.
—Vamos, padre. Ellos tienen más de tres décadas, no son unos mocosos —Arguyó Peppar.
—Bueno, bueno. Tienes razón —Dijo Soja— En fin… he escuchado que Persilia y Zucchini tienen encuentros sexuales.
—Ay, padre… —Dijo Prétcel en tono de burla— Cómo si no supieras que Persilia se ha metido con otros hombres, no me digas que te sentirías decepcionado de Persilia, ni que tu sobrina fuera virgen —Fangus se molestó por el poco tacto del primogénito de su amigo, lo mismo pasó con los nietos de Soja que estaban presentes.
—No es por Persilia —Dijo Soja— Por ella no me sorprendería, por Zucchini sí… cuando él se presentó ante mí para solicitar mi autorización de pretender a Persilia lo hizo denotando un estricto código de honor, así que yo no hubiera pensado que él se atreviera a seducir a mi sobrina.
—Ay, padre. Estás hablando de Persilia, si se acuesta con otros sería el colmo que no se acueste con su pretendiente —Agregó Prétcel con desdén y burla.
—Fue suficiente, Prétcel —Dijo Fangus sin levantar la voz, pero en un implícito regaño en su mirada, Prétcel tenía mucho respeto por Fangus y no se atrevería a contradecirlo. El General luego se dirigió a su amigo— Soja, estás muy viejo para creer en rumores… ¿Acaso debo recordarte que tienes once décadas de edad? —Inquirió en tono de burla amistosa provocando una leve risa en el veterano saiyajin.
Fangus sabía demasiado bien que el rumor era verdad, incluso sabía del acuerdo que la mujer teniente tenía con el integrante de la escolta de la realeza acerca de revelar lo que ella quería que el rey supiera, pero no decía nada para no herir a su amigo quien tenía mucha estima por Persilia, además de que ese habría sido un golpe en su honor.
—Sí, abuelo… —Inició Persgal— No te creas los rumores, o sea que si alguien te dice que a Pinach le gusta caminar para atrás, ¿también le vas a creer? —Los demás se rieron mientras el aludido le dio un sopapo.
—Imbécil —Insultó el primogénito de Peppar después de pegarle a su primo.
—Tranquilos —Pidió Soja a sus nietos todavía sin terminar de reírse— Bien, Persgal… Entiendo el mensaje que quisiste dar, pero no era necesario que dijeras eso de tu primo.
—A lo que tu nieto quiere llegar es que no debemos hacer caso de rumores, mucho menos angustiarte de estos —Dijo el General— Si te dijera cada rumor falso que he escuchado en todo este mes, no acabo en toda la noche… ¡Imagínate que me dijeron que Morot tiene encuentros sexuales con Persilia! —Dijo antes de carcajearse.
Todos rieron, aunque los dos saiyajins más jóvenes rieron con nerviosismo, los demás entre su propia diversión no lo notaron.
No era como si los más jóvenes supieran algo en concreto, pero definitivamente sabían que había algo entre Morot y Persilia.
Persgal suponía que era solo sexo de mutuo acuerdo, pero Pinach pensaba que algo más se estaba gestando allí.
Pero los demás reían porque creían que Morot era homosexual gracias a los rumores que lo rodeaban. Así que era "gracioso" escuchar el rumor de que un "anormal" estuviese tuviese relaciones con una mujer.
—¿Y si llegase a darse algo entre mi tía Persilia y Morot? —Inquirió Pinach. Persgal se sobresaltó aunque lo disimuló.
—¿Cómo qué cosa, Pinach? —Inquirió Fangus— ¿Sabes algo o solo hablas al tanteo? —Persgal supuso que el general solo bromeaba ya que lucía demasiado tranquilo, pero no podía permitir que su primo siguiera hablando, así que intervino.
—Ignore a mi primo. Es solo que Pinach se lleva muy bien con Morot y le gustaría que fuera parte de la familia, pero ya le he dicho que eso es imposible, a Morot le gusta caminar para atrás —Tuvo que pedirle mentalmente a Pinach que se callara— Bueno, la he pasado bien —Dijo Persgal poniéndose de pie— Pero Pinach y yo tenemos algo que hacer.
—¿A dónde van? —Inquirió Peppar— No tendrán pensado salir, ¿o sí?
—Solo iremos a encontrarnos con alguien —Dijo Persgal.
—Saben que mañana vamos a celebrar con Jirelpe —Dijo Prétcel.
—Lo sabemos, no tardaremos —Insistió Persgal.
Pinach no recordaba que hubieran acordado algo, pero no protestó, no tenía muy buena memoria y seguro le estaba fallando.
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—¡¿Qué carajos pensabas para preguntar semejante estupidez de la tía Persilia?! —Regañó Persgal tan pronto se habían alejado de la vivienda.
—¿Vas a decirme que no te das cuenta de que algo pasa? —Se defendió Pinach.
—Sé qué sucede entre ellos dos, unos revolcones que me da vergüenza recordar que estamos hablando de nuestra tía. Cosa que los demás ni sospechan por creer que Morot es un marica.
—Yo creo que hay algo más —Aseguró Pinach.
—Yo creo que eres un estúpido.
—¿Por qué dices eso? —Inquirió. Persgal entendía perfectamente a qué cosa se refería su primo y no estaba de acuerdo, en su mente no le cabía la posibilidad de que su tía tuviera algo más aparte de sexo, camarería y amistad con Morot. Aunque no quiso discutirlo con su primo, pensó que era una pérdida de tiempo ya que lo veía convencido de sus palabras.
—Debes callarte, sabes que el abuelo Soja es muy tradicional, no le gustará saber que Persilia y Morot tienen sexo —Se justificó Persgal.
—Sé que eso no le gustará, pero estaría feliz si se diera algo más que sexo de mutuo acuerdo, y sé que así será —Dijo Pinach, su primo lo creyó un caso perdido.
—Bien, entonces deja que se de las cosas sin estarlas anunciando de antemano, no es nuestro asunto.
Pinach se quedó pensativo, Persgal tenía razón, su tía no debía ser motivo de habladurías, a Persilia no le gustaría.
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Después de cenar y de lavar los platos, Parilesi le pidió sentarse a la mesa para hablar.
—¿Qué se supone que harán mañana? —Preguntó la mujer mayor.
—Celebrar el cumpleaños de tu sobrino —La anciana estrechó la mirada con molestia.
—Mañana se cumplen 41 años de que notamos que Preleji había desaparecido, ¿y tú pretendes opacar eso con una noche de juerga? —Preguntó con notable indignación.
—Preleji habría preferido que Jirelpe celebrara su cumpleaños en lugar de estar lamentando su desaparición.
—Parece que no importa lo que te diga, no cambiarás de idea —Dijo la mujer mayor con molestia, no hubo necesidad de que Persilia le respondiera, ella ya lo sabía— ¿Y dónde celebrarán?
—En la casa de Tullece —Mintió, ya sabía cuál sería la reacción de su tía si le decían la verdad.
—Pero la casa de Tullece es pequeña, ¿cómo pretenden acomodarse en el comedor? —Protestó Parilesi.
—De ninguna manera cabremos en el comedor así que pondrán una mesa afuera de la casa —Su tía hizo una mueca.
—Los hombres beberán alcohol, ¿verdad?
—Claro tía, es una celebración.
—¡Santo Kami, me agito tan solo de pensar cómo será eso! El hijo de Tullece, su sobrino Críbolo, mis nietos, todos bebiendo al aire libre… No, no, no… No quiero ver eso, mejor no voy.
Persilia tuvo que reprimir una mueca de felicidad.
—Jirelpe querría que fueras —Dijo la mujer teniente fingiendo seriedad, insistiendo para que ella no notara que no quería que fuera.
—Jirelpe tendrá que disculparme, espero que entienda que yo prefiero no ver a los muchachos ebrios, además odio comer al aire libre… Dile que mañana venga al mediodía.
—Así será, tía. Lástima que no irás —Mintió como la mejor de las actrices.
—¿Invitaste a Zucchini a celebrar el cumpleaños de tu hermano? —Preguntó Parilesi.
—No, tía.
—¿Por qué no?
—Porque es cumpleaños de mi hermano, él y Jirelpe no tienen convivencia alguna —Persilia estaba segura de que Jirelpe no se molestaría si Zucchini asistía, pero era ella quien no quería invitarlo.
—Es porque no te ocupas de que ambos tengan relación, tendrías que invitar a Zucchini.
—Ya te dije, es cumpleaños de mi hermano, cuando se trate de celebrar mi cumpleaños lo invitaré —Su tía frunció el ceño.
—Morot irá mañana a la celebración, ¿verdad?
—Sí. —Persilia se arrepintió de haber dicho la verdad ante la mueca de disgusto de su tía, sabía que discutirían.
—Te has ocupado de que Morot y Jirelpe se conozcan, ¿y con Zucchini no pudiste hacer lo mismo? —Inquirió en tono de reproche
—Jirelpe no conoció a Morot por mí, lo conoció por el general Fangus, Morot ha sido su subordinado en algunas ocasiones —Persilia sabía eso porque el mismo Morot se lo había contado, y lo reveló porque el general era alguien muy respetado por toda la familia, ni siquiera Parilesi se atrevería a cuestionarlo.
—¿Por qué no invitas a Zucchini? Es tu pretendiente, deberías irlo integrando a la familia.
—Mañana es cumpleaños de mi hermano, y lo que más me importa es que Jirelpe disfrute de la compañía de todos, Morot se lleva bien no solo con Jirelpe, sino con Fangus, con Turles, con mi tío Soja, con tus nietos… Prefiero evitarle un posible desaire a Zucchini ya que solo simpatiza conmigo, ya después podrá convivir con mi hermano —Parilesi la veía con molestia, ambas mujeres tenían el pelaje erizado en sus colas, y todavía habría algo que las tensaría más.
—Persilia… —Inquirió la anciana mirándola seriamente— Quiero saber si ya has tomado una decisión en cuanto a quién de los dos te unirás —El cuestionamiento descolocó totalmente a la mujer teniente— ¡¿Aun no lo decides?! —Preguntó con molestia.
Sí, lo había decidido desde el principio, NO SE UNIRÍA A NADIE, pero su tía estaba tan molesta que no le parecía prudente decírselo en ese momento.
—Tía —Inició Persilia con timidez— No quiero tomar una decisión de la que después pudiera arrepentirme, quiero pensarlo bien.
—¿Cuánto tiempo más vas a estarlo pensando…? —Inquirió la anciana sin esperar una respuesta— Eso deberías saberlo pronto, ¿crees que yo me pasé meses enteros pensando si debía unirme a tu tío Soja o no?
En ese momento Persilia se preguntaba si su tía no se arrepentía de esa decisión, Soja era considerado débil entre la clase alta, y ella sabía que su abuelo al principio se opuso a unir a Parilesi con Soja, y ahora, allí estaban las consecuencias de esa unión: los hijos de Soja también eran considerados débiles entre la clase alta, y él único de sus nietos que no era tachado de ese modo era Pinach, aunque Lok no se quedaba tan atrás como sus primos mayores.
—Necesito pensarlo más —Insistió Persilia, no quería pelear, no en ese momento, no tenía humor para eso, había comenzado a darle sueño, y mañana tenía que terminar de hacer los ropajes para la celebración.
—Persilia —Inició la anciana—Zucchini es un buen hombre.
—Lo sé, tía. Nunca lo he negado.
—¿Entonces por qué le haces lo que le haces?
—¿De qué hablas?
—Hablo de cómo te comportas. Él no te trata mal, de hecho te trata demasiado bien. Sin embargo tú lo tratas como si él fuera indigno de ti, como si él mereciera compartirte. Pero no, Persilia, Zucchini no merece tenerte a medias, no merece estar compitiendo por tu atención, ¡eres tú quien debería estar agradecida porque un hombre como él ponga los ojos en ti! —La mujer teniente no respondía, sabía que su tía tenía la razón— Cualquier mujer estaría feliz de ser pretendida por él, cualquier saiyajin querría tener el gusto de verlo unirse a una de las hembras de su familia, ¡pero tú, no estás en posición de despreciarlo…! ¡¿Crees que alguna madre vería con buenos ojos que alguno de sus hijos te eligiera?! ¿O acaso piensas que serías bien recibida en cualquier clan? Claro que no, ¡tú no, pero Zucchini sí! Él puede darse el lujo de pretender a quien quiera, y sin embargo, ¡te pretende a ti! ¡A ti que no lo mereces…! —Persilia, por primera vez en mucho tiempo, había perdido el habla, no había forma de refutar nada de lo dicho por su tía— Es hora de que tomes una decisión, Persilia… No puedes continuar haciéndole esto a Zucchini, ¡no lo merece! No merece continuar siendo un segundón, merece ser el primero, ¡el único…! Debes decidirte de una buena vez. Entonces, ¿qué decides?
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La primera vez que Zucchini sentiría a Persilia lejana después del sexo.
Zucchini había estado feliz después de que ella rompiera el amorío con Russel, había pensado que si no se unía a ella, al menos ya no tendría que compartirla. Para su desgracia, supo que Morot también tenía sus encuentros con ella desde hacía tiempo.
Resignado a compartir a la hembra, le invitó a tener sexo en los siguientes días de descanso que tuvo, Persilia accedió, no sabía si Morot tenía encuentros íntimos por otro lado, pero ellos no habían acordado exclusividad, así que se metió a la cama del saiyajin.
… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …
—¿Pasa algo? —Inquirió Zucchini, al tiempo que detenía sus embestidas.
—¿Por qué te detuviste? —Devolvió la mujer debajo de él.
—Me parece que algo te sucede.
—¡No seas estúpido!
—No te enfades. Es solo que me dio la impresión de que estás algo ausente —Dijo intentando bromear, y aunque ella no respondió ni relajó las facciones, al menos no le pidió quitarse de encima, por lo que Zucchini le acarició el rostro y luego la besó, una y otra vez.
Meses atrás, él había hecho un comentario que la había molestado durante el sexo, y Persilia le había dijo que se quitara de encima, y él obedeció, jamás la habría forzado a continuar… Recordó esa anécdota justo en ese instante en el que él la besaba mientras Persilia ni parecía inmutarse, estaba comenzando a frustrarle el hecho de que ella no respondiera el contacto. Tuvo el presentimiento de que ella se lo quitaría de encima, y se frustraría, no solo porque lo dejaría con las ganas, sino que sería algo deprimente que algo como eso pasara después de semanas de haberla tenido por última vez. A pesar de todo, estuvo a punto de detenerse nuevamente para preguntarle si quería continuar, pero sintió que por fin era correspondido el contacto. Entonces él comenzó a moverse, siempre con cuidado, siempre con delicadeza. Persilia no tenía idea de que él usaba todo su autocontrol para no ponerse brusco, porque le excitaba demasiado el saber que era ELLA con quien disfrutaba los placeres del lecho.
Zucchini estaba feliz de tenerla allí después de tanto tiempo, tan feliz que no se daba cuenta de la frialdad con la que Persilia lo besaba, tampoco notaba que ella solo lo besaba para disimular que no estaba disfrutando nada, que solo lo acariciaba para apresurar su éxtasis y poder quitárselo de encima. No sabiendo que después del sexo, él la abrazaría por más tiempo de lo que normalmente la hacía, y tendría que apartarse de sus brazos para por fin alejarlo.
El saiyajin mientras tanto, comenzó a respirar entrecortadamente, y entre jadeos la llamaba por su nombre, una y otra vez, con un delirio palpable.
Y ella, se había irritado de comprobar que a Zucchini le faltaba mucha virilidad en comparación a Morot, Zucchini solo la encendía, pero que Morot definitivamente la hacía arder, ¡y no era justo! De momento tuvo el pensamiento de que quizás Morot tenía otras amantes de ocasión, y sintió celos, no como los que tendría una hembra al enterarse que su ser amado que tenía encuentros con otras mujeres, sino de que Morot tuviese más opciones de buen sexo mientras ella solo tenía a Zucchini. Tal vez ya se había acostumbrado a la forma en la que Morot la tomaba de los cabellos para someterla, se había acostumbrado a hacer lo mismo con él, y que él gustoso se dejara hacer.
Zucchini comenzó a desvanecerse en un éxtasis de tal intensidad que solamente ELLA podía causarle. Y él, de momento no se daría que ella no había disfrutado, no sabría el porqué de su distanciamiento rato después cuando la abrazara, tampoco sospecharía que en ese momento en el que era tan feliz, no era más que el principio del fin.
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El presente… 10:30 p. m.
Zucchini estaba despertando de una siesta.
«Otra vez ese sueño» Pensaba… «Otra vez soñé con lo mismo»
Y no entendía el porqué, el porqué de ese sueño que a la vez era un recuerdo, y ahora con extrañeza, reflexionaba que no podía recordar otro momento en el que Persilia se hubiese estado comportando con mayor frialdad, así que para asegurarse comenzó a escarbar en su memoria.
«Ya recordé una vez» Pensó mientras en su mente aparecían las imágenes, de aquella primera noche en que Persilia entró a su cuarto y que de improvisto se le fue encima, luego lo besaba con delirio, y no entendió exactamente qué hubo en esos primeros besos, pero fue algo que ya no había vuelto a sentir en los contactos que le precedieron después de la revelación del mandato del rey, a pesar de que en sus siguientes besos había ardor, ahora que lo recordaba había habido cierta frialdad, cierta carencia de algo. ¿Qué había pasado?
De momento no se quedaría a reflexionarlo, estaba seguro de que no podría entenderlo de todos modos, además de que su prioridad era ver a Persilia, ofrecerle su apoyo moral porque seguramente habría discutido con Parilesi. Aunque ya era tarde supuso que estaría sin dormir debido a la molestia. Se había despeinado un poco mientras dormía, se arregló el cabello, se puso sus botas y se aseguró de lucir bien antes de ir a buscarla.
No encontró a la mujer teniente en su casa. Fue en dirección a la casa de Parilesi, aunque durante la caminata estuvo preguntándose si sería buena idea, si no se ofendería la anciana pareja ya que ambos eran muy tradicionales, y ya no eran horas de estar de visita, y no quería tener que decirle a la anciana que no había encontrado a Persilia en su propia vivienda.
Por suerte se encontró con Lok, el menor de todos los nietos de la pareja, hermano de Pinach. Se acercó para preguntarle si sabía dónde podría encontrar a Persilia.
—Seguro discutió con mi abuela, no te recomiendo acercarte, mi tía tiende a desquitar la rabia contra quien sea.
—No me importa, dime si tienes una idea de dónde podría estar —Lok suspiró sin más remedio, vio a Zucchini tan insistente que seguro lo golpearía con tal de sacarle la información.
—Ella siempre va al mismo lugar cada que discute con mi abuela, no importa si solo fue una pequeña discusión.
—¿Qué lugar es ese?
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Zucchini fue al lugar que Lok le indicó, un congal algo difícil de encontrar, oculto, un tanto clandestino. Él desconocía que era aquel lugar donde Persilia se había encontrado por última vez con Preleji, dónde acudía cada vez que discutía por Parilesi, como si inconscientemente encontrara un consuelo de haber discutido con la hermana mayor de su padre.
Lok también le dijo que Persilia acostumbraba sentarse al fondo del lugar, escondida, incluso apartada del resto, Zucchini volteó para dónde se le indicó, solo había una mesa vacía, supuso que allí estaría sentada Persilia si estuviese en ese lugar ya que coincidía con la descripción que le había dado el hermano menor de Pinach.
—¿Buscabas a alguien? ¿O te sentarás y beberás un tarro conmigo? —Zucchini escuchó a una voz femenina. Él bajó la vista encontrándose con un cuerpo llamativo, sobre todo lo que el escote dejaba a la vista, no era el cuerpo de una guerrera, tampoco era una prostituta ya que estas llevaban menos ropa, aunque levantó un poco los ojos, incómodo por haber mirado otro cuerpo siendo que le era fiel a Persilia hasta la exageración. La dueña del cuerpo era una hermosa mujer de piel morena, joven, demasiado joven, debía de rondar las dos décadas de edad, una niña, así la consideró el septuagenario saiyajin, por lo que se incomodó al darse cuenta que le había visto el cuerpo, lo suficiente para poner atención a sus ropas, a sus curvas.
—No es mi intención desairarla, señorita. Pero sí estoy buscando a alguien —Le respondió él, internamente preguntándose ¿qué hacía ella allí? Una joven de apariencia frágil, delicada, sin ser prostituta y en un lugar de tan mala pinta.
—Supongo que buscabas a la mujer de cabello largo que hace algún rato estaba allí —Señaló la hembra, justo la mesa donde debía estar Persilia. Zucchini se le quedó viendo, era obvio que la desconocida sabía a quién había ido a buscar, el por qué no le importaba, solo quería saber lo que tuviera que decirle.
—¿Sabe a quién busco, entonces?
—A la teniente Persilia, y puedes tutearme.
—¿Serías tan amable de decirme qué sabes al respecto? —Aun a pesar de la petición, Zucchini no pudo dejar de hablarle con respeto.
—Siéntate —Zucchini obedeció dubitativamente, ella le sirvió un poco de ron que él rechazó con cortesía, así que la desconocida bebió el tarro de un solo golpe, se notaba que pese a su juventud ya tenía experiencia bebiendo alcohol. Finalmente habló— La teniente Persilia se fue con un saiyajin de su mismo rango.
—¿Sabes el nombre de ese saiyajin?
—Sí, se llama Morot —Zucchini tuvo que reprimir mostrar los celos que carcomían en su interior, no quiso preguntarle de dónde conocía al corpulento saiyajin, lo único que quería era ir a la casa de él para encontrarse con Persilia.
—Te agradezco la información, iré a buscarla —Dijo al momento que se ponía de pie rápidamente y casi se iba.
—No te vayas así, ¿por qué no te sientas a beber un tarro conmigo? —Zucchini decidió declinar la invitación con cortesía, de cualquier forma ella no le había dado un mal trato.
—Disculpa, no tengo tiempo —No lo tenía porque quería ver a Persilia inmediatamente. Y aunque lo tuviera, no se sentía cómodo al conversar con una desconocida, y menos una mujer tan joven.
—Esta no es manera de tratar a una vieja conocida —El saiyajin se le quedó viendo con confusión.
—¿Nos conocemos?
—Soy Koral, ¿no me recuerdas? —El saiyajin se quedó pensativo, estaba seguro se haber escuchado ese nombre en algún lugar, de pronto lo supo.
—¿Eres la hija de Kirbus? —Inquirió, refiriéndose a su amigo de la infancia.
—Sí —Y él se sobresaltó.
—¿Qué haces aquí? A tu padre seguro no le hará gracia saber que estás en este lugar —Dijo a Modo de regaño.
—Pero no le vas a decir ¿o sí…? —Preguntó, fingiendo hacer un puchero.
—No le diré, pero saldrás ahora mismo de aquí así tenga que llevarte a tu casa, no puedes quedarte aquí.
—¿Qué pasó con el "no tengo tiempo" de hace unos segundos? —Inquirió con algo de sarcasmo.
—No importa, no pienso dejarte aquí —Le hizo una seña al camarero para que se acercara— Traiga la cuenta de la señorita, ya nos vamos —Le dijo Zucchini cuando lo tuvo cerca.
Antes de que Koral pudiera hacerlo: Zucchini pagó la cuenta. A pesar de que a él no le hacía gracia pagarle una botella de ron, no le agradó hacer eso, no por el dinero, sino porque se sentía mal por haberle pagado una botella de alcohol a la hija de su amigo. La joven metió una botella prácticamente llena a su morral.
De camino a la salida escuchó murmuraciones, comentarios de que él se estaba llevando a una mujer muy apetecible, sin poder evitarlo, recordó que la joven se veía demasiado llamativa.
—Ponte esto —Dijo al tiempo que se quitaba la capucha negra que traía. Ella no protestó, se la colocó sobre sí.
Al salir Zucchini estuvo a punto de volar pero ella lo detuvo.
—¿Qué crees que estás haciendo?
—Volar a tu casa, ya te dije que voy a llevarte.
—No sé volar —Se quejó– Tendrás que caminar a mi paso, o llevarme cargando.
—¿Y qué haces tan lejos de tu casa si no sabes volar?
—Divertirme, ¿qué más? —Zucchini no pudo evitar reír ante el cinismo de la joven.
—Ven —Dijo agachándose cuando pudo dejar de reírse— Subirás a mi espalda— Ella se acercó, para abrazarlo por los hombros desde atrás— No volaré tan rápido como normalmente hago, pero será mejor que te agarres bien —Dijo antes de despegar.
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Diecisiete años atrás.
Zucchini recién había regresado a su casa después del ritual de despedida a Zuna, su abuela, la mujer que lo había criado. Jamás había conocido a su madre, esta había muerto durando el parto, así que Zuna había sido su figura materna.
—Al fin ella está descansando —Le dijo Zenkon, su padre, único hijo de Zuna, quién en aquel entonces todavía estaba vivo, moriría años después durante una trifulca, protegiendo al rey.
Ambos estaban en la parte más profunda de la vivienda.
Cerca de la entrada principal estaba Kirbus junto a sus hijos, dispuesto a ofrecer apoyo a su mejor amigo y al padre de este, aunque Kirbus había decidido estar a una distancia prudente, para darles su espacio. Mientras tanto conversaba con su primogénito, quien ya era un adulto, así que ambos habían dejado de ponerle atención a la niña de cinco años que iba con ellos: Koral.
La nena se había escabullido hasta el fondo de la casa, dispuesta a hablar con Zucchini, su inocencia no le dejaba ver que quizás no era buena idea acercarse a los dos saiyajins adultos justo en ese momento.
—Zucchini —Llamó Koral, haciendo que padre e hijo se girasen a verla.
—¿Qué pasa? —Le preguntó el aludido, algo extrañado ya que ella parecía agitada.
—Vine para preguntarte algo —Zucchini no sabía qué podía ser.
—Te escucho.
—¿Pretendes a alguna mujer? —Esa pregunta descolocó al menor de los saiyajins. Zenkon supuso que alguna hembra estaba usando a la nena para saberlo.
—No, Koral. Por ahora no pretendo a nadie.
—Entonces podrías pretenderme a mí —Gimió la niña emocionada, llena de esperanza.
La declaración de la nena enmudeció inicialmente a sus interlocutores, quienes después comenzaron a carcajearse, les había parecido tierno, a la vez que gracioso. La niña miraba con infinita adoración, cómo Zucchini había mutado de la perplejidad a reír de esa forma que ella consideraba encantadora, le adoraba con la inocencia de su edad.
—Pero Koral, ¡estás muy pequeña para pensar en esas cosas! —Dijo el macho más joven cuando pudo dejar de reírse.
—¡No estoy pequeña! —Dijo la niña, haciendo un puchero— Puedes pretenderme, te juro que no te rechazaré —Zucchini rio un poco más, mientras tanto pensó qué responderle.
—Aun debes seguir bajo la potestad de tu padre —Notó que con esas palabras no la convencería— Hagamos algo, ¿sí...? Yo te pretenderé cuando cumplas los 18 años de edad —Ella por un instante sonrió ampliamente, luego volvió a ponerse seria.
—Pero eres muy distraído, seguro lo olvidarás —Le dijo la nena. Zenkon no pudo evitar carcajearse al estar de acuerdo con que su hijo era un olvidadizo en ocasiones.
—Tienes razón, tendrás que recordármelo —Dijo Zucchini sonriéndole, de esa forma como solo le sonreía a ella, o eso creía la nena en su inocencia y prematuro enamoramiento.
—Bien, te lo recordaré… —Había comenzado a alejarse con una felicidad que no le cabía en el pecho, la voz de Zucchini la detuvo.
—No le digas nada a tu padre, será nuestro secreto —Dijo sonriéndole con complicidad.
Ella asintió, le hizo caso, jamás habló de la "promesa" que Zucchini le había hecho.
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Siete años atrás.
Koral, a sus quince años de edad, había desarrollado un cuerpo llamativo. Con el maquillaje y la ropa adecuada aparentaba ser una mujer adulta, por lo que podía entrar a tabernas y demás lugares a escondidas de su padre y su hermano.
Le tomaba algo de dinero a su padre, pequeñas cantidades que Kirbus nunca notaba, todo para comprarse bebidas en las tabernas, aunque bebidas sin alcohol, aun no se atrevía a embriagarse. En su inocencia, en la inmadurez de su edad, creía que así dejaría de ser una niña, que crecería rápidamente, que se convertiría en la mujer que captaría la atención de Zucchini.
Cada noche en la que salía, hacía exactamente lo mismo, decía tener sueño, que ya iba a dormirse, luego se embellecía y se escapaba por la ventana de su habitación, ni su padre ni su hermano se daban cuenta, tampoco lo sospecharon, no eran parranderos, nunca coincidieron con ella en ningún lugar ni hubo nadie que se los dijera.
Una noche, justo cuando ella entraba a una taberna de mala pinta, su corazón se aceleró al reconocer a Zucchini que estaba sentando al fondo. Sus piernas comenzaron a temblar, tuvo que sostenerse de una mesa, o habría caído cuando sus rodillas flaquearon.
Zucchini estaba sentado un tanto alejado de dónde ella se encontraba, el hombre guapo parecía mirar la nada, mientras una bebida se balanceaba en su mano.
Nerviosa, comenzó a darse valor de acercarse, para decirle que no tenía por qué esperar a que ella cumpliese los 18 años de edad, que ya era una mujer. ¡Qué rabia le dio consigo misma cuando se dio cuenta que habían pasado varios minutos y aun no tenía el valor de acercarse!
«¡No te comportes como una niña, Koral! ¡Así no le vas a gustar!» Se regañaba internamente. Finalmente sus piernas comenzaron a moverse, pero el acercamiento nunca se dio.
Zucchini, de improvisto se puso de pie y se apresuró a pagar a la barra, ni siquiera recogió el cambio, no le importó, evidentemente tenía mucha prisa de irse.
Koral se fue siguiéndolo cuando captó que el saiyajin se marchaba, con la mayor rapidez que podía esquivando las mesas y a los asistentes del establecimiento.
Finalmente lo vio detenerse, y ella se mantuvo a una prudente distancia, observando una rara escena: Zucchini ante una pareja de saiyajins.
—Persilia —Llamó Zucchini— Te he estado buscando, de milagro te he visto desde adentro de una taberna cuando pasaste, te reconocí por el cabello.
—Te veré luego, Russel —Dijo la mujer apartándose del otro sayajin, acercándose a Zucchini. Koral, no conocía al segundo hijo de Rorepu, solo notó que estaba furioso, realmente lo estaba, aun así él se dio la vuelta marchándose, no despotricó para no quedar en ridículo ante el otro macho. No era la primera vez que Persilia lo abandonaba para irse con él, de todos modos ella siempre arguyó que tenía menos oportunidades de verse con Zucchini debido a que él tenía menos descansos que ellos. Russel de momento iba furioso, pero no rechazaría a Persilia aun cuando esta tardara semanas enteras en volver a buscarlo, la aceptaría como si nada.
Mientras tanto, en la escena se habían quedado Persilia y Zucchini solos, ante los ojos de Koral, la adolescente no sabía si acercarse e intentar hablar con Zucchini o no. No quería que él la tratase como a veces Kirbus lo hacía, diciéndole que se fuera, que era una plática entre adultos. Todavía no decidía qué hacer cuando de pronto, el saiyajin se acercó bruscamente para besar a Persilia, con el delirio que solamente él podía hacerlo, y la mujer correspondió.
Los ojos de Koral se abrieron de la impresión, algo dentro de sí se rompió, a causa de mirar a Zucchini besándose con otra, grabando para siempre la escena en sus dolorosos recuerdos, mirando cómo él sin darse cuenta la arrinconó contra un muro, mientras devoraba sus labios con desesperación, y ella le acariciaba el pecho. De pronto las manos de Persilia bajaron para agarrarle el miembro viril por encima de la ropa, y Zucchini dio un gruñido de placer contra su boca. Él interrumpió levemente el contacto para hablarle.
—Aquí no podemos, Persilia.
—No seas aburrido —Le suplicó, al tiempo que intentaba tocarle la entrepierna de nuevo. Él alejó la pelvis para evitarlo.
—No insistas —Dijo él, con la voz ronca de excitación— No voy a hacértelo aquí… —Dijo lo más seriamente que pudo— Vamos a mi casa —Ella pareció molestarse, pero cedió.
—Está bien —El saiyajin entonces se acercó, le succionó el lóbulo de su oreja mientras la rodeaba entre sus brazos, luego la tomó por la cintura para llevársela volando.
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Koral, regresó a la taberna de la que había salido mientras usaba toda su fuerza de voluntad para no romper en llanto. Estaba emocionalmente destrozada, había idealizado ser la mujer de Zucchini desde la más tierna infancia, y verlo besándose con otra le había entristecido tanto, estaba dolida con él, y a Persilia ¡la odiaba! La veía como la usurpadora de sus sueños: ¡Qué no habría dado porque Zucchini la besara así! ¡Deseaba que Zucchini le hiciera lo mismo! Pero eso no pasaría, no pasaría porque esa maldita bruja se había metido en su camino.
El dolor del momento le impedía ver la verdad de las cosas, Zucchini le había mentido creyendo que él solo era el capricho momentáneo de una mocosa, capricho que se le pasaría cuando otro chico de su edad captase su atención. El primogénito de Zenkon jamás hubiera querido hacer llorar a una mujer, ¡mucho menos a una niña! Pero él no lo sabría, rompía corazones sin darse cuenta.
La niña, dolida se dirigió a la barra, allí cometió el error de pagarse un tarro de ron, un error de tantos que cometió esa noche.
La herida del momento la instaría a dar un profundo trago, naturalmente tosería el ron ya que era la primera vez que lo probaba. Tosió tan escandalosamente que captó la atención de un saiyajin que estaba a metros de ella.
—¿Qué sucede, niña? ¿Es tu primera vez bebiendo ron? —Inquirió el hombre acercándose a la adolescente, ella asintió lagrimeando de recordar el motivo de su tristeza, su interlocutor lo atribuiría a la potente bebida— Te enseñaré a beber como se debe —Dijo para jalarla del brazo, guiarla a su mesa y sentarla en su regazo, ya estando allí le ofrecía tragos y más tragos de la botella de ron que él tenía, mientras por ratos la tocaba lujuriosamente. Koral en su ebriedad no se daba cuenta, o quizás sí pero ya no le importó. No protestó ni siquiera cuando el hombre se la llevó lejos de miradas furtivas, para fornicarla en algún lugar.
Durante el acto sexual ella lloraba, no por el dolor físico de su primera vez, sino por el dolor interno, la dolorosa desilusión que aún no podía asimilar…
Koral, ese día, en ese instante, había dejado de ser una niña para convertirse en una adulta. No por crecer, no por madurar, sino porque la niña murió. Su agonía, había iniciado en el momento en el que había visto a Zucchini besándose con Persilia.
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El presente.
Koral ya había entendido el porqué de la mentira de Zucchini, sabía que había sido la mentira de un adulto a un niño, cosa común, asumió que en aquel entonces no habría entendido razones, pero el saberlo no impidió que se le salieran un par de lágrimas ante el doloroso recuerdo de su ilusión, y posterior desilusión.
Decidió eliminar la humedad de sus mejillas antes de que el saiyajin lo notase.
—No te sueltes, Koral —Regañó Zucchini suavemente cuando sintió que ella quitó una mano de su torso, no supo que lo hizo para secar un par de lágrimas.
—Sentí un calambre en la mano —Mintió para justificarse antes de volver a poner la mano sobre él.
—¿Hace cuánto que bebes alcohol? —Esa pregunta la descolocó totalmente.
—¿Por qué lo preguntas?
—Porque me di cuenta que tienes experiencia, no haces caras de asco ni nada —Ella decidió responder la verdad.
—Desde los quince años.
—¿Es un chiste? —Inquirió, deseando que ella le diera que sí, no le tenía tanto aprecio como para considerarla una sobrina solo por ser hija de su amigo, pero tampoco le agradaba la idea de que la hija de su amigo hubiera sido tan precoz en esas cosas.
—Por supuesto que no es un chiste —Lo dijo tan seria que Zucchini supo que era la verdad.
—¿Pero en qué momento te pareció que era buena idea comenzar a beber alcohol tan joven?
—Suenas como haría mi padre si él se enterase.
—Es gracioso que lo digas porque tenemos la misma edad. Pero no evadas la conversación, ¿acaso desde entonces entras a las tabernas? —Ella no quiso acordarse de eso, respondió con una evasiva.
—No me digas que nunca bebiste alcohol en la adolescencia a escondidas de Lord Zenkon.
—Claro que no —Le decía la verdad, Zucchini siempre era muy obediente de las cosas correctas.
—Qué aburrido eres.
—Me lo han dicho antes. ¿Y cómo es que encontraste esa taberna? A mí me costó trabajo encontrarla.
—Ya había entrado antes allí —Era cierto, pero la verdad es que esa noche había entrado siguiendo a Morot, obviamente no se lo diría a Zucchini.
—¿Me invitaste a beber porque me reconociste o sueles invitar a desconocidos?
—Claro que te invité porque te reconocí —Dijo seria, Zucchini se calmó con la respuesta— Pero también suelo invitar a desconocidos —El saiyajin negó con la cabeza mientras se preguntaba qué había pasado con la inocente niña que él recordaba.
«Koral tiene candor en el rostro, pero parece que nada tiene que ver con su personalidad... Aunque quizás es solo una niña que pretende jugar a la mujer fatal» Pensó Zucchini.
—Kirbus no aprobaría que fueras a congales de mala reputación. Podrías buscar una taberna decente, o beber en tu habitación como las mujeres cuyos padres no les dejan salir.
—No es divertido beber a solas en el cuarto —Zucchini ya no dijo nada, sabía que cualquier cosa que dijera sería en vano, no le haría cambiar de opinión.
Finalmente llegaron a las afueras de la casa de Kirbus.
Zucchini vio a Koral abriendo la ventana de su habitación, notando que las bisagras debían estar muy aceitadas porque no hicieron el más mínimo ruido al abrirse. Ella se despidió con la mano sonriéndole efusivamente, él correspondió levemente con una sonrisa, gesto que se desvaneció cuando ella cerró las ventanas. Zucchini levitó varios metros en el aire, preguntándose qué estaría haciendo Persilia, apretó los puños por los celos, estaba decidiendo si sería buena idea o no ir a buscarla en ese instante cuando escuchó una voz detrás de sí.
—¡Qué bueno que aun te encontré! Se me había olvidado entregarte la capucha —Zucchini escuchó esa voz demasiado cerca, lo que le extrañó, estaba varios metros en el aire, ¿entonces por qué había escuchado la voz de Koral tan cerca si ella no sabía volar? ¿Acaso había tenido la insensatez de gritarle desde abajo?
Se giró en el aire y la encontró a poca distancia frente a sí, levitando en el aire, sosteniendo la capucha. Zucchini de primer momento supuso que ella no había aprendido a volar pero que podía levitar, aunque al ponerle atención vio que se mantenía con demasiada tranquilidad en el aire.
—Sabes volar, ¿verdad? —Inquirió él. Por respuesta, ella rio de manera traviesa, sabía volar perfectamente.
Para sorpresa de Koral, él mutó de un semblante serio a una risa escandalosa. A él le hizo gracia darse cuenta que había sido engañado por una niña, así la consideraba Zucchini: una niña. Y ella, sin poder evitarlo, sintió arder su pecho al verlo reír. Quizás era nostalgia, pero recordó lo encantadora que siempre le había parecido su risa, sobre todo porque él rara vez lo hacía.
—Me tengo que ir, Koral —Dijo acercándose para tomar su capucha— Nos veremos luego, y no vuelvas a ir a congales de mala pinta —Dijo sonriéndole de manera bromista, porque sabía que no le haría caso. Luego se fue.
Mientras tanto Koral se quedó allí, a varios metros sobre el aire.
—Él no lo merece —Musitó de pronto.
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Un par de horas antes.
Morot estaba sentado en el sitio que era muy especial para Persilia, se apresuró pensando que lo más probable es que ella no tardase en llegar, por mientras, solo había pedido un tarro para sí.
De pronto, una mujer se sentó a su lado para robarle un sorbo de su bebida, cosa que no enfadó al saiyan, sino que más bien lo hizo sonreír. El gesto alegre se esfumó cuando vio que la mujer a su lado no era Persilia, sino Koral.
—¿Cómo estás? —Preguntó la mujer jovialmente, como si fuera común que Morot la mirase con incomodidad. De hecho así era. Pero le había seguido para poder hablar con él.
—¿Qué haces aquí? —Inquirió él, cuando pudo articular la pregunta.
—Quería hablar contigo desde la ceremonia de presentación de mi sobrino.
—¿De qué? —Preguntó, sin poder ocultar su sobresalto.
—Quería aclararte que no te tengo ningún rencor —Eso sorprendió a Morot— Bueno, en realidad yo no tenía motivos para tenerte rencor, pero antes no lo veía así… Ahora sé que tuviste motivos para alejarte, que yo esperé de ti lo que nunca me habías prometido. Pero sobre todo sé que solo fuiste un capricho para mí, y lamento haberte molestado con mi insistencia.
—Me alegra que lo hubieras entendido —La declaración de Morot no era un reclamo por su anterior obstinación, decía la verdad— Eres joven. Fui sincero antes, cuando dije que algún día conocerás a un hombre que esté dispuesto a ofrecerte lo que te mereces —A pesar de todo, Koral creía que sus palabras no eran una declaración sincera, sino un intento de consuelo, y todo porque notaba que él intentaba disimular su incomodidad detrás de sus declaraciones. Sin embargo no iba a reclamarle por eso.
—¿Me invitas un trago?
—No puedo.
—¿Por qué no? ¿Crees que intentaré seducirte? —Inquirió Koral, ofendida.
—No, no es eso.
—Ya te dije que solo fuiste un capricho para mí pero que eso quedó en el pasado —Insistió, aún más ofendida.
—Y sé que me dices la verdad, pero no puedo invitarte un trago porque estoy esperando a una hembra que lo más seguro es que se moleste si te mira aquí, por lo que tengo que pedirte que te retires —Una parte de Morot lamentó haber hablado tan severo después de que hubieran estado conversando tan pacíficamente, pero le irritó que ella se molestara con tanta facilidad, y ya no había marcha atrás. Además de que todo el tiempo había estado tenso imaginando la reacción de Persilia si viera a alguien sentada en el que era "su lugar" precisamente en esa mesa, sobre todo porque Persilia seguro vendría muy alterada después de haber discutido con su tía, la conocía tanto que ya sabía qué podía esperar de ella.
A Koral le extrañó la reacción del saiyajin, se quedó pensativa, ella desconocía la historia detrás de esa mesa, así que pudo imaginar que la hembra que esperaba se molestaría por celos, pero Morot jamás había tolerado escenas de celos de sus "amigas", entonces quizás él esperaba a una mujer que realmente pretendía, a esta conclusión llegó, y jamás hubiera imaginado que él quisiera "sentar cabeza", menos mal que ella ya había entendido que él solo había sido un capricho, o habría hecho una escena de celos.
—Bueno, me voy —A Morot lo descolocó totalmente la tranquilidad con la que se lo había tomado después de haber estado irritada— Espero que luego podamos hablar nuevamente como ahora —Dijo antes de irse a una mesa que estaba en el centro del local, por lo que había quedado alejada de él. El saiyajin recordó que tiempo atrás, cuando le pedía retirarse, ella hacía un escándalo, un berrinche, y Morot lo único que podía pensar era: «Eso me pasa por haberme involucrado con una niña»
En el presente le daba gusto que por fin Koral pudiera dejarlo en paz, ya que en la ceremonia de presentación del nieto de Kirbus, supuso que ella no dijo nada para que no la viera su padre, pero ahora comprobaba que en realidad ella había madurado.
Y como enviada de Kamisama, Persilia llegó en ese instante, se sentó en el lugar que antes Koral había ocupado, y le robó un trago a la bebida de Morot.
—¿Quieres que te pida una bebida aparte? —Inquirió Morot.
—No. Quiero ir a entrenar, ¿irás conmigo? —El saiyajin la notó ausente.
—¿Estás bien? —Decidió preguntar. Ella frunció el ceño antes de responder.
—¡No me preguntes idioteces! ¡¿Vendrás a entrenar sí o no?! —Dijo elevando un poco la voz.
—Está bien, tranquila. Deja pagar la cuenta —Declaró mientras hacía una seña al camarero. El destino quiso que en ese preciso instante volteara la hija de Kirbus a la mesa, notando a Persilia. Cuando el corpulento saiyajin se fue con la mujer teniente, Koral no pudo evitar sentir rabia hacia la hermana mayor de Jirelpe, recordando cómo Zucchini le había dicho a Kirbus que pretendía a la representante de la clase alta, ¡¿a qué diablos estaba jugando esa ramera?! ¡¿Por qué jugaba así con los sentimientos de Zucchini?!
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—Zucchini no lo merece —Insistía Koral— No merece que la mujer que él ha elegido le traicione con otro —Y recordaba con rabia que Zucchini había ido a buscarla.
Y en todo caso: ¡¿Qué carajos le miraba Zucchini a esa hembra?! Ella misma estaba segura de su propia belleza. Seguro Zucchini también podría fijarse en ella, ¿o no?
—Si él me viera como yo lo miro a él… —Suspiró, recordando cuando lo miró horas antes en el establecimiento, una parte de ella no quería hacerse ilusiones, pero sintió el impulso de invitarlo a beber, aceptó de buena gana usar su capucha ya que eso sería lo más cercano a usar su ropa después de una noche de pasión, mintió diciendo que no podía volar para tenerlo cerca. No quería ilusionarse, pero el guapo saiyajin no se la ponía nada fácil.
Era como si Morot solo hubiera representado un leve bloqueo al enamoramiento que le tenía a Zucchini, pero ahora, el anterior sentimiento renacía carente de la inocencia de la niñez.
Más tarde, Zucchini llegó a casa de Morot pretendiendo ver a Persilia, pero no encontraría a nadie, y no se los toparía ni aunque esperara un rato, los celos le carcomían al suponer que ellos estarían teniendo sexo en algún lugar, la realidad es que la mujer teniente entrenaba con demasiada saña contra el corpulento saiyajin, demasiado furiosa para poder contenerse, lo haría hasta bastante entrada la madrugada, cuando la devastación física y emocional la hicieran colapsar.
Continuará…
Los nombres de saiyajins inventados por mí, tienen relación con las verduras, plantas y hierbas.
"Codavao" viene de "avocado", significa "aguacate" en alemán.
"Críbolo" es un anagrama de "brócoli".
"Zenkon" es un OC de un fic llamado "Recuperando la fe", ideado por "Odette Vilandra". El personaje me gusta mucho, y meterlo es un tributo, aunque aquí no se alcanza a ver el carácter que mi colega le da a su OC: es un galán, coqueto, ojo-alegre, pero sabe ponerse serio cuando la situación lo requiere. Bastante opuesto a Zucchini, quien en esta historia es su hijo. Zucchini es inseguro, tímido, casi siempre está serio.
"Zuna" es un tributo a "Makoto Sunakawa", un chico mejor conocido como "Suna" en la serie "Ore Monogatari", que se traduce como "Mi historia de amor". Recomiendo mucho que la vean. De hecho Zucchini tiene cierto parecido físico con el personaje, aunque obviamente el saiyajin tiene ojos y cabello negro, y está un tanto más musculoso.
Sobre Zucchini y Morot:
La primera vez que describí la apariencia física de Morot, InuKidGakupo dijo que le recordaba al protagonista de "Ore Monogatari": Takeo Gouda. De cierto modo Takeo se parece mucho a la persona que en mi vida real inspiró al personaje, pero pronto subiré una imagen que encontré más acorde a Morot, porque Takeo tiene demasiado corto el cabello, debe tenerlo más largo para justificar que Persilia pueda jalarlo, se lo tironea mucho, sobre todo de la nuca. Los que vieron la serie sabrán que Morot no es tan ingenuo ni tonto como Takeo. Aunque no veo muchas similitudes entre sus rostros, pienso que tienen otras semejanzas, como que a ambos no les gustan las injusticias, son de mentes abiertas, son un tanto intimidantes físicamente, pero cuando los conoces a fondo te das cuenta que son bonachones.
InuKidGakupo también me hizo ver el parecido entre "Suna" y Zucchini, de hecho esto me ayudó mucho para describir ciertas características del saiyajin, por eso ambos tienen más similitudes que las físicas: casi todo el tiempo por su cara aparentan estar aburridos e indiferentes, como que no se enteran de nada, pero sus gestos cambian dependiendo de la situación: como cuando algo les parece muy gracioso y no pueden contenerse, o se asustan o sorprenden mucho. Ambos son atractivos y cuidan mucho su apariencia. Recuerdo con nostalgia la primera escena en que Suna se ríe, se carcajeó hasta las lágrimas, y a los pocos segundos su semblante era el de siempre: de aburrimiento e indiferencia.
Perdón, pinche capítulo ni pasa nada, ya sigue el cumple de Jirelpe con pelea incluida.
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Publicado el 15 de agosto de 2016.