Angewomon se sentía viva, insaciable. Algo inexplicable se apoderaba de ella y deseaba el cuerpo de Ken, lo deseaba con fervor. Ken mordía sus labios un poco, lo cual le provocó una excitación aún mayor. Angewomon se dejó llevar y su lengua correspondía con la de Ken, entrelazándose y estimulándose; se trataba de algo realmente placentero para los dos, ya que eran nuevos en este tipo de relación. Se abrazaban tras cada acción, de una manera inocente y pasional. En ciertas ocasiones, Ken aprovechaba y mordía el cuello de Angewomon, quién gemía con sutileza; apenas se le podía escuchar. Creía que no era adecuado liberar algún sonido de placer, para no arruinar la situación; pero no podía evitarlo; los gemidos la obligaban, le insistían en que lo hiciera, en que los expresara. Ken succionaba una parte del cuello de Angewomon, dejando marcas a veces muy notorias. Sin embargo antes de llegar tocar siquiera el cuello, y que pasaran todas estas situaciones, el muchacho se aproximó casi a nada del cuello de Angewomon. Lo primero que hizo fue exhalar un poco, dirigir el aire contra su cuello y generar algo de calor. Después procedió rozando con sus labios el cuello de arriba abajo, y hacia los lados. Y por último efectúo los procedimientos de besar su cuello, succionarlo y morderlo. A veces sacaba un poco su lengua para humedecer el cuello y procedía como con los pezones en la vez del parque (moviendo su lengua en círculos). ¿Qué pasaba por sus mentes? Lo más seguro es que nada. Nadie piensa en nada en esos momentos, están entregados el uno al otro.
Angewomon habla en voz baja y le dice a Ken que le gusta, que si hubiera sido Gatomon, jamás habría experimentado ese placer. Siguen con esto del cuello y la interacción entre las bocas. Necesitan conocer sus cuerpos con paciencia y tienen una infinidad de tiempo para disfrutar y experimentar. Es el turno de ella. Quiere participar, hacer sentir a su amo y compañero, que ella también puede hacerlo, que quiere hacerlo, que está poseída por Eros y tiene una sed implacable que quiere satisfacer. Angewomon hace lo mismo con el cuello de Ken, pero el placer que Ken siente puede ser aún mayor. De alguna manera, a pesar de ser la primera vez para ambos, ella no lo hace nada mal; sabe cómo y a dónde dirigirse. Ken está sorprendido. De pronto, Angewomon se percata de algo que no había visto hasta ese momento. Una elevación repentina en el pantalón de Ken. Angewomon se detiene y con mucha inocencia y curiosidad pregunta: "¿Ken…Qué es eso?" Ken se sonroja demasiado, no sabe que contestar y con mucha timidez le dice:
- Angewomon, todos los hombres tenemos genitales diferentes a los de las mujeres. Este es mi pene, pero tiene varios nombres. Es un órgano importante y uno de los más estimulantes en el hombre. Espero haber aclarado tu duda.
- Yo… Quiero verlo… - Le pide Angewomon también ruborizada.
Ken trata de convencerla y sigue besándole el cuello. Ella empieza a tocarlo y una especie de gemido de parte de Ken, le indica que le causa mucho placer. Él trata de apartar la mano de ella de su pantalón, pero pareciera como si lo que realmente importara en ese momento fuera esa erección del pantalón, así que siguió con la otra mano. Angewomon se asustaba al ver a Ken reaccionando así, de modo que lo toco apenas con las yemas de los dedos y muy muy suave. Apenas si rozaban sus dedos el pantalón, y éste se estaba humedeciendo. Nunca antes Angewomon había visto este tipo de reacción. Mientras más cosas descubría, mayores eran sus ganas de estimularlo para experimentar que podría pasar. Con el dedo índice, movió en círculos hacia la cima de esa elevación, con la punta de su dedo empezó a girarlo en círculos con mucho cuidado porque creía que, de lo contrario, lastimaría a su amado. Ken sintió un placer único y diferente a otros que ya había tenido. No sexuales, sino causados por diferentes factores. Sin duda éste era de los más exquisitos. Ken estaba cambiando. Ahora lucía más fogoso que nunca. Esas estimulaciones lo hacían perder la razón y besaba a Angewomon con mucha agitación. La producción de saliva era tal, que a veces desbordaba de sus labios. Cuando despegaban sus bocas, hilos de baba se cortaban al momento de aquella disociación. Angewomon en verdad lo disfrutaba; quería que esto no se detuviera y se da cuenta que mientras más estimule el miembro viril de Ken, mayor serán los placeres y las sorpresas sexuales que los dos tendrían. Ella usa 2 dedos y luego 3, hasta que agarra confianza y se arma de valor para usar toda su mano. Ken gemía de mucho placer. Por un momento se quedó inmóvil gimiendo durante varios minutos mientras Angewomon estimulaba sus genitales. Ella le preguntó si podía bajar sus pantalones. No le bastaba con agarrar el nuevo órgano generador de orgasmos, quería conocerlo más de cerca. Ella se arrodilla, se aproxima un poco, trata de oler la sudoración de su pene. El aroma que desprende es un afrodisíaco para Angewomon. Queda hipnotizada, seducida por la deliciosa fragancia. Ken le habla pero ella no responde; algo está sucediendo. Ahora que Ken está en ropa interior, a ella no le basta y quiere aventurarse más: verlo por completo, desnudo. Baja los bóxers con paciencia y se encuentra en definitiva con el imponente miembro erecto de Ken. Angewomon sólo mira arrodillada a Ken, buscando su aprobación para continuar y hacer lo que ambos sabían que pasaría. Ken no dijo nada, en vez de eso la tomó de la cabeza y la condujo hacia su pene. Algo andaba mal, puesto que Angewomon se le hacía un agua a la boca tremenda y la baba se le caía. Se apoyó en su rodilla derecha para acercarse y luego la izquierda, en esa secuencia de una manera lenta para llegar hasta su destino. Por fín, se encuentran cara a cara. Ninguno dice nada. El charco de saliva es impresionante. "Angewomon…" murmura Ken. La chica de cabellos de oro estaba a unos pasos ¿Por qué se detenía? Ken se sentía impaciente, nervioso y muy ansioso porque Angewomon diera el siguiente paso. Pero de todos modos ¿Cuál es la prisa? Ken sabía que Angewomon era la primera vez que se encontraba con algo así y ella, tan curiosa como él, debía analizar, preguntarse, sentir, ¡Qué va! ¡Experimentar!
Angewomon absorbió con su nariz, la sustancia del humedecido pene. Toco por abajo y con
mucho cuidado, acariciando con sus dedos corazón e índice, los testículos del muchacho. Luego los fue subiendo alternando los dedos por todo el cuerpo cavernoso, hasta llegar al prepucio y ahí se detuvo. Vio el glande y el meato. Una sensación como de que debía llevarlos a su boca la dominó absolutamente. Era impactantemente incontrolable. Como si una fuerza ajena la obligara a cometer todos estos actos casi involuntarios y, por lo que parecía, naturales. De su cavidad oral, emergió su lengua. Usando solo la punta, la dirigió hacia el meato y fue entrando hasta adaptar la forma en aquella oquedad. Movía su lengua con delicadeza mientras gemía sutilmente de placer. Ken retorcía sus piernas, sus manos apretaban con fuerza la espalda de angewomon, quien se encontraba de rodillas, haciendo la felación. Sentía una energía impresionante, el chico sudando, y con su mano derecha rápidamente estimuló el seno izquierdo quitando definitivamente el bra. Apretaba el pezón con mucho control y suavidad pero con rapidez e inteligencia. Lo movía en círculos, lo apretaba, por momentos le daba vueltas con su dedo índice. Primero con la mano en diagonal y por arriba y luego por abajo, palpando con su mano y las yemas la glándula mamaria. Mientras tanto, Angewomon seguía en lo suyo, le encantaba tanto lo que estaba llevando a cabo que ahora continuó con el glande, viendo como cada vez, el pene de Ken crecía más y más. No lo dudó de nuevo y lo introdujo por completo en su boca. Lo succionaba, lo chupaba y a veces le daba pequeños mordiscos mientras con la lengua seguía estimulando el meato. A veces lo jalaba de arriba abajo con su mano, o inclusive con su boca, ella se movía en direcciones horizontales hacia la izquierda o la derecha, llevándoselo consigo, como si se tratara de una competencia de jalar la cueda. Así siguieron mucho tiempo hasta que de la cintura para arriba Angewomon quedó desnuda y Ken lo estaba completamente. Se detuvieron y miraron, se abrazaron con pasión, mientras el uno y el otro sonreían a espaldas. Se besaron con pasión y ternura. Nuevamente Ken frotó con su dorso las mejillas de Angewomon y le susurró algo al oído. Ella lucía colorada. Angewomon se subió a la cama quedando en posición genupectoral primero y luego en cuatro del lado opuesto de Ken. Él se fue a las nalgas, quitándole cuidadosamente la ropa interior faltante. Quito sus botines con suavidad, besando sus pies y procedió con el resto de su traje. Besó sus pantorrillas, sus muslos. Todo, absolutamente todo, era de un volumen perfecto para Ken. Era la primera mujer en su vida, y ciertamente, el primer digimon con quien tenía este tipo de relación. Beso los glúteos con la misma fogosidad que Angewomon con anterioridad, hizo la felación. Él hizo lo suyo, no falta explicar más. Ella gemía, pero esta vez, no parecían murmuros, sino que el volumen sonoro había aumentado. Finalizando el sexo anal, Ken se mostraba vigoroso y como que a partir de ahora, él sometería a Angewomon con su masculinidad absoluta. Algo lo hacía lucir tan irresistible para ella, como si fuera una figura de dominio absoluto a la que debía entregarse. Ken voltéo a Angewomon, haciéndola quedar recostada con las piernas abiertas hacia él. Lo que veía era impresionante y hermoso. Cayó en el mismo trance que el inocente y pasional digimon, y primero recorrió sus pies, besando la planta, los talones, los tobillos, las pantorrillas, mordiendo las rodillas, los muslos, hasta que después del camino, se encontró con la fuente del conocimiento, de la inspiración, la cuna del nacimiento y la belleza absoluta. Ken sabía lo importante que era para él esta parte del cuerpo de Angewomon, quien moría de ganas porque él aterrizará ahí y se quedara en ella por un tiempo. Sin embargo, el chico es muy listo y sabio, sólo exhala un poco, sopla muy tenue y el aire entra a las paredes de este recinto, de este templo inmaculado, virgen, puro. No se siente listo para esto todavía, en vez de eso, prefiere experimentar con las partes del cuerpo faltantes: ¡Los hombros; la espalda; las caderas; el abdomen! Ella actúa como su marioneta ahora. Confía en que él hará lo mejor y sabe que lo hace, por eso lo deja hacer lo que él quiera con tal de que lo gocen ambos. Y aunque no fuera así, no importaría, pues ella lo dejaría hacerle lo que él desee, por el amor que le tiene. Algunas partes de la espalda son inaccesibles por las alas que le protegen, pero los hombros están desnudos y listos. Continúa con el abdomen. Sabe que en ese vientre, se gesta la vida, es un lugar sagrado y reservado, al que se le debe guardar el mayor respeto. Es una de las partes del cuerpo de Angewomon, con las que Ken tiene mucha más dulzura y amor. Va recorriendo el camino que sus caderas señalan como una flecha. Llega al Monte de Venus, tan suave, terso, como aquella experiencia que recuerda un melocotón. Más suave que el mismo algodón de azúcar, que el satín. Está en el paraíso, y ahí, no quiere regresar del jardín del Edén. Su lengua se dirige a donde tiene que dirigirse. La concentración es inminente. La vulva, el clítoris se avecinan, los labios, todos esperan la llegada tan esperada. La lengua de Ken, después sus dedos y luego los 2 juntos, juegan un papel muy importante. Angewomon ya no puede más y empieza a gemir con fuerza, con vigor, incluso a gritar y agarrar las sábanas con mucha fuerza, revolcándose de placer. Ella no es tan fuerte como Ken quién no entró en la locura total con la felación. Era un digimon, y no sabía cómo controlar estas reacciones en cadena que la enloquecían. Apretaba con sus piernas la cabeza de Ken. Inventaba maneras cada vez más placenteras para que ella gozara al máximo. Se detuvo un momento. Había llegado la hora más esperada por los dos enamorados. La prueba máxima de ese amor, el sello del clímax extremo y la conclusión del coito. Ya habían disfrutado lo suficiente de ese paraíso sensorial, pero debían de irse con el gran tesoro, lo que los conectaría definitivamente, para siempre. Sellarían el momento con la entrada del uno en el otro. Un momento de aprendizaje, de amor, sabiduría, de apreciación y algo que va más allá del mero placer. Porque hay que recordar que ellos nunca hicieron nada con la más mínima idea del morbo. Al contrario, eran tan inocentes el uno y el otro, que parecía que el sexo los quería tener de su lado, que las ménades querían convertirlos y empaparlos. No era así. Ellos hacían el amor. Cada movimiento, cada acto sexual era amor puro. ¿Y cómo luce el amor? ¿Cuál es su apariencia física? Es inefable. La respuesta es la acción de esos dos cuerpos. Porque uno necesita del otro para generar entre los 2 ese estado, ese nivel espiritual, de trascendencia. Lo mismo que Angewomon no podía vivir sin Ken y Ken sin Angewomon, y esto era cierto en todo el sentido de la palabra. Esta conexión se sentiría aún más, con el vínculo conclusivo y esperado: La entrada del ser humano a la cueva del plano terrenal y celestial. Entrar en Angewomon, ser parte de ella, no era algo meramente sexual. La bóveda celeste, el suelo terrenal y el hueco que daba hacia el exterior, donde se encontraba la iluminación total al salir una vez penetrado y explorado cada rincón del interior, era uno de los placeres intelectuales y emocionales más importantes de toda la vida. Nada prometía algo igual o semejante. Inconscientemente lo sabían, sabían acerca de todos estos procesos y niveles. Pero ellos ya no estaban en el nivel físico ni espiritual… Se encontraban en otra dimensión fuera de este mundo. Una dimensión, un mundo para ellos, creado por ellos y limitado a ellos. Sin más preámbulos, Ken de las pocas y últimas palabras que dijo fueron las más poderosas de todas: "Quiero formar parte de ti… Seamos uno, hoy y siempre…" Angewomon le respondió: "Hoy ya no temo más. Ya no hay dudas, no hay confusiones, las palabras ya no sirven. Tú me entiendes y yo a ti. Unamos nuestros cuerpos, nuestras almas, fusionémonos…" Ken aproximó su miembro viril, totalmente erecto, en máximo esplendor. Angewomon lo veía como una luz brillante, radiante. Se miraron una vez más; se sonrieron. Ken apoyó sus dos manos sobre los hombros de ella, se sujetó y con una respiración profunda, finalmente entró en la chica. Con delicadeza. Estaban tan húmedos los dos, pero ahí adentro hacía calor. Un big-bang ocurría entre sus miembros. Se abrieron las puertas; daban la bienvenida al primero y único aventurero. Aquél que poseía una sabiduría tan profunda que sólo él merecía estar dentro del recinto sagrado. El calor corporal, la energía, invadieron los cuerpos de Ken y Angewomon. Ya no estaban en una simple habitación. El lugar era una dimensión que ni éstas palabras pueden explicar, que ni la imaginación puede siquiera atisbar, no hay nada que pueda explicarlo, razonarlo, entenderlo más que ellos. Angewomon gime como no lo había hecho antes. Grita de placer. Ken le sigue. Sus cuerpos se mueven con ímpetu. Prueban a varias posiciones que a sólo a ellos se les ocurrirían, siempre sin despegarse el uno del otro. La conexión no puede separarse. Ya son uno.
La colisión interna es sorprendente. Se tocan, se besan, se lamen, se agarran, se enlazan, se muerden, se encienden, se mueven. Los dos sienten el clímax venir. El valiente aventurero ha reflexionado, se ha bañado del conocimiento en la cueva sagrada donde se encuentra aquél recinto. Ha obtenido el maravilloso privilegio de formar parte de un todo, y esa experiencia es única. Está listo para salir, bañado de ese poder majestuoso y reservado sólo para él. Pero no se va sin plantar las semillas que fecundaran esa tierra, y germinarán tarde o temprano, dando nuevos frutos. En el mundo "físico" Ken y Angewomon lo han hecho todo… Están listos para separar esa conexión tan rica y placentera. Ahora saben lo que es estar juntos, contiguos. Y más allá de eso, saben lo que es formar parte del otro y convertirse en uno. Las diferencias no importa, nunca importaron en realidad. El último movimiento. TODO QUEDA EN SILENCIO ABSOLUTO. El tiempo se congela. Un enorme resplandor sale de los miembros todavía pegados de ambos. Enceguece de una manera considerable. Ambos eyaculan, expulsan y de ellos sale el jugo místico de la luna. Se produce el elíxir eterno. No para de brotar; parece una fuente interminable. Todo su cuerpo es bañado, bendecido por los dioses, por la naturaleza, por el amor, la inteligencia… por ellos. Se separan y rápidamente Angewomon jala a Ken hacia ella. Terminan pegados, él acostado en su seno y finalmente quedando a la altura de su rostro. Abrazados, sienten el calor extremo, mezclado con el sudor y los fluidos corporales. El cielo y la tierra se han juntado. Sus miembros están bañados en abundancia. El apetito de ambos (Ángel y humano) queda satisfecho. Están contentos y más que eso, felices de la vida, de conocerse, de ser uno mismo. Así están pegados mucho tiempo. Permanecen en silencio… No quieren hablar: ¿Para qué? ¿Es realmente necesario?
Se entienden perfectamente sin palabras, ya no las necesitan como antes. "Queda un poco más" Le dice Ken a Angewomon, quien en un acto de preocupación, casi parece saltar al pene aún erecto del chico y abre su boca: El elixir lo recibe directamente, lo traga. Lo degusta y le encuentra un sabor especial y único. Sin darse cuenta, a ella le hacen exactamente lo mismo. Ken bebe las gotas y lo que queda del cáliz. Los 2 se alimentan es una posición cíclica, circular. Terminan fatigados en esa posición y quedan profundamente dormidos. Ella dormida con el miembro en su boca y él dormido con los glúteos y su miembro femenino en sus labios.
Quien estuvo presente sin perderse ni un instante de todo, fue ese Cherrymon… Ahora se sabe que planeaba algo muy misterioso. Como lo habían hecho desde el día hasta el anochecer, despertaron muy tarde. Sin embargo, Ken se encontraba ya vestido y metido en las sábanas, y lo mismo pasaba con Angewomon, pero ahora convertida en: ¡Gatomon! Fue Ken de nuevo el que se despertó primero. Casi al instante Gatomon abrió los ojos también:
- Buenos días luz de mis ojos – Dijo Gatomon extremadamente romántica.
- Buenos días mi querida Angewomon – Contestó Ken sin percatarse todavía que se trataba de Gatomon.
Después se dio cuenta.
- Espera… ¿Gatomon?
- ¿Ken?
- Mírate.
Gatomon se levantó asustada y se dio cuenta que ya no era más Angewomon.
- ¿Qué me ha pasado? – Pregunto Gatomon angustiada y triste.
- No lo sé. ¿Qué podrá ser? – Dijo Ken muy preocupado.
- ¿Habrá sido un sueño? – Pregunta confundido Ken.
- ¡No lo fue! Yo lo sé. – protestaba Gatomon.
- Fue increíble… - exhaló Ken en un tono muy romántico y dando después un suspiro.
- Ken… Quiero hacerlo todos los días. Quiero que seamos uno hoy y siempre.
- Gatomon…
- Hay que ir con ese tonto de Cherrymon. Tenemos que buscarlo. Sólo él sabe lo que está pasando.
- De acuerdo. Vamos – Dijo Ken motivado.
Después de eso. Salieron en búsqueda de Cherrymon. Quién sabe que pudo ocurrirle a Gatomon, pero algo era seguro: Se trataba de un sucio plan de Cherrymon.