Disclaimer: Los personajes pertenecen a Meyer. Yo solo les he dado una historia alternativa.

Bad Things

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Capítulo 14: Epílogo

Edward POV

Dos años después…

Me paré en el quicio de la puerta observando cómo se movía, sus caderas siguiendo el ritmo de la música con cadencia casi hipnótica. Sonreí al recordar la primera vez que la vi bailar en el bar.

—No se aceptan mirones. —Me alzó una ceja a través del espejo del baño.

—Entonces no me quedará más remedio que participar —dije poniéndome a su espalda y siguiendo el ritmo con ella.

Su sonrisa se amplió y besé su cuello.

—¿Has hablado con Renée? —pregunté a sabiendas de que así había sido.

—Sí, ayer nos felicitamos las fiestas por adelantado. Va a cenar con sus compañeros de teatro. ¿Sabías que Sebastian va a ir? Creo que se cuece algo entre ellos —comentó frunciendo el ceño.

—Algo me habías dicho. Es genial que se dé otra oportunidad y Sebastian parece un buen hombre.

—Es soltero, ese es un buen comienzo. —Se mordió los labios, de repente culpable.

—Estoy seguro de que hasta ella misma lo piensa.

—Solo… me parece bien… mejor que empiece una relación. —Se giró para mirarme a los ojos—. Es la pieza que falta en su rompecabezas para sellar su historia con Charlie. No pretendía ser mezquina.

—Y no lo has sido. Dado su historial el comentario es aceptable, aunque no en su presencia. —Bajé la cabeza hasta estar a su altura y la hice sonreír. Me abrazó enroscando los brazos alrededor de mi cuello y enredando sus dedos en mi pelo.

—Me encantaría que pudiese venir —susurró—. Compartir esto con ella. Sé que hablamos por teléfono pero… —Su voz se estranguló en ese ya tan conocido nudo de emoción—. No es suficiente, la necesito conmigo, esto se vive y…

—Se siente —continué por ella, acariciándole el vientre, mientras sus primeras lágrimas se derramaban—. Pero hoy es un día para celebrar, todos estarán esperándonos y tu madre inicia ese nuevo comienzo que tanto necesitaba.

Me apretó más fuerte entre sus brazos y le devolví el gesto. Me susurró un gracias y se limpió las lágrimas en mi camisa haciéndonos reír a los dos.

Me echó del baño para terminar de arreglarse, mientras yo buscaba otra camisa que ponerme.

Tras la muerte de Charlie habíamos superado la fase de la tristeza, de duelo. No había llegado a la depresión pero para ella no solo era superar la pérdida de un ser querido. Era perdonarse a sí misma por haberlo dejado voluntariamente hasta que casi fue demasiado tarde. Pero los días negros y grises fueron dejando paso a días despejados, a pesar de la casi constante lluvia de Forks.

Estos momentos de tristeza habían vuelto hacía pocos meses, Rosalie me dijo que era normal. Las hormonas y los cambios a los que se enfrentaba. Pero yo no dejaba de intentar que sonriese al menos una vez al día. Ella canalizaba esos nubarrones escribiendo. Escribiendo sobre su padre, su relación y, en ocasiones, cartas a su padre. Una especie de diario en el que descargaba todas sus emociones y que resultó ser catártico.

Cuando salió del baño lucía esa preciosa sonrisa de nuevo y no pude evitar cogerla con cuidado en mis brazos y darle una vuelta.

Había comprobado el móvil antes de salir de casa, un mensaje de Paul contándome que todo iba según lo previsto. Pero aún así estaba nervioso. La miré en el asiento del copiloto y apreté la mano que le sujetaba, ella llevaba en el regazo la tarta de calabaza que tantos quebraderos nos había dado.

Edward. —Su tono de pánico hizo que volara hacia la cocina—. Nos falta la esencia de vainilla —declaró incluso antes de que llegase hasta ella. Había formado un puchero y podía ver que los ojos se le empezaban a humedecer.

No te preocupes, ahora mismo voy a buscarla. El Thriftway aún está abierto —contesté echando una mirada al reloj. La abracé y me besó rápidamente antes de volver a girarse para seguir con esa actividad frenética de mezclar, batir y preparar todo a la espera del ansiado ingrediente.

El aparcamiento atestado me dio una idea previa de lo abarrotado que estaría el supermercado con compras de última hora. Ayer habíamos ido a comprar todo lo necesario, precisamente para evitar esto. Pero eso nos pasaba por no hacer una lista.

Saludé brevemente al entrar y paseé por el pasillo de los postres y dulces totalmente perdido. Se suponía que la esencia de vainilla estaría en un botecito de cristal, ¿no?

No había ningún dependiente cerca, estando todos cobrando en las cajas o atendiendo en las secciones. Cuando la señora Cope se acercó "casualmente" a preguntarme si necesitaba ayuda fue la primera vez que me alegré sinceramente de encontrarme a la mujer. Me tendió la vainilla en cuanto acabé de pronunciar la última sílaba. Tras agradecérselo y contestar educada y evasivamente a su batería de preguntas, me dirigí a caja.

Bella todavía estaba limpiando la calabaza cuando le llevé el crucial ingrediente y fue ahí cuando conseguí su sonrisa del día.

Llevábamos varios años celebrando juntos esta fiesta. Eran días en los que era casi imposible coger un avión y en los que el mal tiempo nos había jugado más de una mala pasada. Así fue como la pandilla empezó a juntarse para celebrar Acción de Gracias.

Este año Angela y Ben se habían encargado de preparar el bar, juntando las mesas hasta conseguir una que nos abarcase a todos y aportando otro postre. Rosalie y Emmett, aunque estaba malditamente convencido de que había sido todo obra de Rose, traían el pavo y el delicioso relleno de arándanos que era especialidad de la familia Hale. Y nosotros la famosa tarta de calabaza y la bebida. ¿Qué era Acción de Gracias sin un poco de alcohol?

Al aparcar el coche Bella me tendió la tarta y salió despedida hacia el local. Cuando entré la vi arrodillada en el suelo con Lily, haciéndole cosquillas. Las dos reían audiblemente. Saludé a Ben y a Emmett pero mi mirada volvía maravillada a ella. Las chicas habían hecho un corrillo y ahora todas jugaban con la pequeña.

—Lily las tiene conquistadas. —Le sonreí a Emmett.

—Tiene el mismo atractivo que su padre —declaró engreído.

—Rose podría haberte engañado y nunca te darías cuenta. —Ben le palmeó la espalda—. Es una mini-Rose.

Los tres nos quedamos embobados unos instantes viéndolas jugar, escenificando personajes, antes de ir hacia la mesa de billar. En la tele de fondo estaba el desfile de Nueva York con esos globos gigantes que, de vez en cuando, captaban la atención de la niña.

—¿Llegarán a tiempo? —me susurró Emmett en una jugada.

Ambos sabían la sorpresa que tenía planeada. Mis miradas nerviosas hacia la puerta y la comprobación casi constante del móvil no me ayudaban mucho a disimular.

—Han aterrizado hace poco más de una hora —bisbiseé—. Deberían estar al caer.

Poco después unos faros iluminaron el bar al girar en el estacionamiento.

—Todo el pueblo sabe que hoy no abrimos, ¿quién podrá ser? —Bella se acercó a la ventana y ojeó por el cristal.

Me di cuenta de que los había reconocido cuando sus ojos se empezaron a aguar. Se giró para buscarme pero estaba justo ahí, a su espalda. Me abrazó fuerte con una sonrisa y lágrimas bañándole las mejillas.

—Te quiero —musitó entre sus labios antes de besarme.

Juntos, agarrados de la mano, abrimos la puerta y dimos la bienvenida a su familia. Saludó a Chloe y a Paul. Ian y Lisa ya tenían casi ocho años y entre los dos abarcaron la prominente barriga de su tía. Pero fue Renée la que se quedó anclada entre los brazos de Bella. Ambas llorando de alegría.

Intentamos darles privacidad y nos dirigimos hacia la mesa pero Bella me sujetó por la camisa. Besó a su madre y luego a mi.

—Gracias —Se dirigía a ambos.

Nos envolvió en un fuerte abrazo que rompió Carla con una pequeña patada.

Y hasta aquí esta historia. Espero de corazón que os haya gustado. Yo aún sigo sin creerme que haya escrito algo tan largo y no niego que me da pena dejarlo aquí.

Gracias a todas aquellas que me apoyaron desde el principio e insistieron para que no lo dejase en un OS y lo ampliara a un long-fic. Me disculpo por el largo periodo de hiatus que sé que han hecho perder el interés a más de una.

Gracias a todas aquellas que han leído y comentado, que me han impulsado con sus palabras. Pero gracias especialmente a DraBSwan, por estar ahí conmigo a cada paso del camino, por emocionarme con sus opiniones sobre los capis y tener confianza en mí cuando yo no la tenía. Gracias también a May Blacksmith por apoyarme y dejarme un hueco en su blog, dejando así que mis historias sean leídas también fuera de ff.

Y sé que no lo leerá pero gracias también a mi querida Panchi. La idea de este fic surgió a través de la canción que abría esa serie que ambas solíamos ver y comentar sin falta cada semana. Le dediqué el primer capítulo y también le dedico este último (cerramos el ciclo).

Hasta la próxima.

Ebrume.