Hooola, que tal, esta es mi primera historia, así que no sean malas, la verdad es que me tomó un poco decidirme si subirla o no, pero al diablo, lo hice. Advierto que estos primeros dos capítulos serán lentos, pero ya para el tercero estarán mejor. También habrá algo de Lemon y escenas violentas (lo pongo como advertencia) además de violaciones y ese tipo de cosas ._. no me juzguen T.T
Tres cuerpos
(Prólogo al ataque)
-¡Esto no da para más! –el pequeño pueblo de Shiganshina al norte de grandes montañas se hacía escuchar para reclamar justicia -¡No puede estar ocurriendo esto en nuestro hogar! ¡Nuestras hijas, señores, no están seguras en un lugar con ese maldito psicópata cerca! Por eso… por eso… -la voz de la anciana mujer que había comenzado la discusión esa tarde se iba apagando sin saber qué más decir, no tenía una solución pensada de ante mano, ella solo había comenzado el alboroto.
-¡Cállate, vieja maldita! ¡Tú no tienes hijos! ¡No sabes nada! Vieja asquerosa –vociferó alguien a la distancia escupiendo las palabras cual veneno a los ojos de la mujer haciéndola llorar.
-Ya, ya, cálmense por un momento, por favor –habló el alcalde, Pixis, un hombre excéntrico pero sabio, además de ser un reconocido héroe de guerra –No es necesario que insultemos a nadie, por favor. Queremos dar una solución lo antes posible a este tema. Ayer por la tarde desapareció Helen O'Connor al momento de ir por agua a eso de las 7 de la tarde ¿no es así? –preguntó a los padres quienes asintieron culpables, su hija había pasado la noche afuera y no fue hasta el alba que salieron a buscarla –Y su cuerpo fue encontrado hoy a las 6 de la madrugada por la joven Annie Leonhardt cuando se disponía a cumplir con la misma labor. Annie, cariño, ¿qué puedes decirnos?
-Solo la encontré –habló indiferente, todos sabía muy bien que así era su actitud, pero también sabían a qué se debía, no había secretos en ese lugar –aunque por un momento pensé que estaba viva –agregó luego de una pausa, el lugar entero enmudeció, era información nueva –estaba de pie, estoy segura que por unos segundos se sostuvo de pie –sus fríos ojos azules se dirigían solo a Pixis quien a su vez le respondía la intensidad de la mirada –hasta que noté que no tenía cabello, y entonces se desplomó. Es decir, tenía ese paño en la cabeza, lo hubiera visto de inmediato de no ser por eso que llevaba ahí –y su voz pareció tomar vida en ese momento cuando recordó el horror de encontrar a esa chica desnuda en la nieve.
-Muy bien, Annie. Gracias.
-¿Lo ve, alcalde? Debemos ir a cazar a ese malnacido –habló Jean, un joven hijo de un comerciante rico que se asentó en el lugar para morir solo un año después –Ese, ese idiota… ese hijo de puta.
-¿Y cómo pretende hacer eso, joven Kirschtein? –inquirió Pixis enarcando una ceja –No sabemos nada del asesino, necesitamos además ayuda para encontrarlo, debemos pedir a la policía militar que se haga cargo del tema… Pero por el momento deberíamos tomar precauciones.
-¿Sólo deberíamos? –habló alguien a la lejanía, era el padre de la primera víctima, Mina Carolina –Mi hija desapareció hace ya diez días y otras dos chicas fueron encontradas muertas en ese lapso. Mi niña, mi pobre niña, ese demente debe tenerla encerrada, está viva ¡lo sé! Así que… Tenga consideración, tenga piedad, debemos encontrarla antes que…
-Lo entiendo muy bien –asintió Pixis –hablaremos de eso mañana, formaremos un pequeño grupo…
-¡Mañana podría ser muy tarde para mi niña!
En ese segundo la puerta se abrió, un pálido muchacho rubio había irrumpido en la asamblea observando a todos con detenimiento, tenía un cuchillo en sus manos, el que dejó caer junto con su cuerpo, azotando su cabeza con el suelo.
-¡Armin! –gritó un muchacho de piel morena y se apresuró a auxiliar a su amigo, como sombra le siguió aquella mujer de rasgos asiáticos y misteriosa –Armin, Armin ¿estás bien? Armin –lo sujetaba entre sus brazos intentando que volviera en sí.
-¡Eren! ¡La corte! ¡Eren, la corté! –decía tomando de nuevo el cuchillo, la muchacha también se sentó a su lado y le tomó la mano intentando tranquilizarlo -¡Mikasa! Mira, Mikasa, la corté con este cuchillo, corté la muñeca de Helen con este cuchillo. Dime, Mikasa, ¿qué ves?
-Nada –respondió la aludida quitándole el arma de las manos antes de que causara algún alborto.
-¡Exacto! ¡Nada! ¡Pixis, le corte la muñeca a Helen y no sangró! No hay una gota de sangre en su cuerpo –exclamó aturdido aún por su descubrimiento, esos ojos azules parecía levemente muertos en aquel instante.
-¡¿Que le hiciste qué al cadáver de mi hija?! ¡Maldito bastardo! –se apresuró el señor O'Connor abalanzándose sobre el muchacho que fue protegido por el rápido actuar de sus amigos –Muévete, Eren, o te mato a ti también.
-Por favor, calma, yo le pedí que hiciera eso –habló desde el fondo el alcalde, encaminándose hacia el alboroto –Armin era aprendiz de Grisha Jaeger, por lo que es lo más cercano a un médico que tenemos en esta aldea. ¿Dime, jovencito, hiciste lo que te pedí?
-Sí, señor, corté en los lugares donde deberían haber vasos sanguíneos importantes, en ninguno sangró, ella… a ella le drenaron toda la sangre del cuerpo –respondió volviendo poco a poco en sí, un silencio total se apoderó de la asamblea y el frío del invierno se coló por la puerta abierta, congelando aún más los corazones de la destrozada aldea.
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-¿Armin, de verdad crees que se trate de eso? –preguntó Eren cuando se encaminaban a sus hogares, ya no había nada más que decir, con la luz del alba un grupo de hombres armados iría a la búsqueda de Mina.
-Todos lo creen así, de otro modo, hubieran partido esta misma noche a buscarla –explicó el joven rubio mirando la nieve a sus pies, tanta nieve que no se derretía hacía pesada las caminatas.
-No ha salido el sol en trece días –habló Mikasa mirando hacia el cielo cubierto por negros nubarrones, la noche se acercaba, se lo decía el rojo vivo que se podía apreciar en las nubes más allá del horizonte, sobre las montañas.
-Eso también es cierto –murmuró Armin, ella tenía razón, la leyenda contaba que aquellos seres oscuros estaban malditos a la luz del sol, no así al día.
-Vampiros ¿eh? –se burló Annie, había caminado en silencio a su lado observando el camino que tenía por delante.
-Annie, tú encontraste a Helen, deberías ser más… no importa –terminó Eren sin encontrar la palabra adecuada, la verdad es que la rubia le gustaba y le caía muy bien, no quería tener problemas con ella luego.
-¿Sensible? ¿Es esa la palabra? Entiendo a lo que te refieres, pero tú también comprende, no me es fácil creer en cuentos de hadas –le miró atenta y él solo asintió –Además, si no tenía sangre… si no tiene sangre –corrigió –no logro explicar cómo se mantuvo de pie.
Mikasa la miró sorprendida, tenía razón, los detalles de la historia de Annie volvieron a su mente, le había dado la impresión que estaba viva, pero no lo estaba en verdad, ¿qué podía explicar aquello? ¿Acaso Helen aún tenía sangre en ese momento? No, no se reportó pérdidas del líquido rojo en todo el día. Entonces, la otra opción era que Helen también era un ¿vampiro? Era ridículo, la primera muchacha encontrada y segunda en desaparecer, Jane, llevaba seis días sepultada sin que se registraran ataques o movimientos en su tumba, aunque las condiciones en la que Jane Seymour fue hallada eran distintas, su cuerpo había sido cuidadosamente colocado sobre la fuente en el centro del pueblo y su bella cabellera rojiza estaba intacta, no así el cabello rubio de Helen que le fue arrebatado.
-¿Dos asesinos? –preguntó Armin luego de un momento de silencio, habían estado pensando en lo mismo, eso requería también entonces –estudiar el cuerpo de Jane Seymour.
-No te dejarán hacerlo –le advirtió Eren recordando las caras de repulsión de toda la comunidad cuando el rubio llegó con la noticia macabra.
-Yo lo haré –susurró Annie mientras pasaban por enfrente de la Iglesia –mañana al amanecer, solo muéstrame donde hacerlo.
Jaeger quedó sorprendido ante la audacia de la chica, ella era sin dudas una mujer muy especial, no por nada le atraía locamente. Observó cómo su amigo le indicaba un lugar al costado del cuello y ella asentía, no sería un trabajo difícil. A los dos años de ser enterrado el cuerpo era exhumado para ser llevado a las criptas de piedra, al pie de las montañas, donde reposaban todos los que alguna vez vivieron en ese pueblo, por lo que los cadáveres nunca eran enterrados a gran profundidad.
-Eren, iré por agua –anunció la pelinegra ya en su hogar, la fogata había sido encendida y pronto prepararía la cena.
-No, yo iré, Mikasa. Desde hoy en adelante no saldrás pasada las seis –sentenció con una mirada severa, no dejaría que nada le pasara a su hermana y ese pseudo vampiro lunático estaba allá afuera robando las hijas del pueblo él no le entregaría a su hermana así como así –Debió ser así desde la desaparición de Mina –se dijo a sí mismo guardando rencor por su falta de preocupación.
-Yo puedo hacerlo, Eren, el sol aún…
-¡Yo iré! –le gritó molesto y tomó un balde para salir disparado por la puerta principal.
Mikasa agachó su cabeza, entendía muy bien, Eren quería protegerla, después de todo los únicos ataques habían sido a mujeres, pero ella también temía por su hermano, nada le decía que ese monstruo no iba a atacarlo a él también, y la sola idea de que algo le pasara le ponía los pelos de punta, al fin y al cabo era lo único que le quedaba de familia ahora que Grisha había desaparecido.
Eren estaba muy molesto, él solo se preocupaba por ella, para que no le pasara lo mismo que a sus padres biológicos, para que no terminara en el mismo puto lugar que Carla, para que… pudiera vivir una vida feliz, eso era todo, él solo quería que su hermana fuera feliz de nuevo como antes, como en los días previos al asesinato de sus padres, como antes que Carla muriera de aquella extraña enfermedad, como hace unos meses cuando Grisha aún no desaparecía entre las montañas, él solo…
-¡Mierda, me has asustado –gritó al momento que recogía el balde desde el pozo – Mina! –y calló, esa niña de ahí era Mina Carolina, estaba de pie a su lado y su mano se extendió antes de caer a la fría nieve. Entonces su cuerpo se tensó y emitió un grito ahogado, era ella, era la niña de la que hoy estaban hablando, era la muchacha a la cual irían a buscar por la mañana, era ella sin un maldito cabello en la cabeza.
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-Lamento haberlos llamado a esta hora, las campanas no suelen sonar después de las siete, pero el descubrimiento del cadáver de Mina Carolina en las mismas condiciones que los anteriores lo ameritaba –el tumulto crecía con el pasar de los segundos y pronto la asamblea estuvo completa –Eren Jaeger, a eso de las seis y media de hoy, a solo media hora de finalizada nuestra reunión ha encontrado el cuerpo sin vida de nuestra primera desaparecida –anunció –sin una sola gota de sangre nuevamente.
-¿Eso… eso quiere decir que la expedición de mañana se anula? –preguntó uno de los voluntarios alzando su mano al tiempo que todos giraban sus cabeza, el pobre muchacho había comenzado a temblar, su nombre era Connie y la joven que recién habían encontrado era su gran amiga.
-Eso quiere decir, hijo, que ahora yo me haré cargo de la operación y no Pixis –habló un hombre en el fondo, el señor Braus, un cazador experto de buen porte y mirada fría -¿O acaso crees que mi especialidad son las ardillas y los venados? –se atrevió a desafiar al alcalde.
-Estaba esperando que te pronunciaras desde la tarde.
Finalizada la segunda reunión del día, Armin se encaminaba con su abuelo a su hogar cuando la mirada de Annie se le cruzó cómplice, la joven había aprovechado el tiempo de la asamblea para hacer de las suyas y al parecer el resultado dio como ellos esperaban, la mirada de la rubia le indicaba que en el cuerpo de Jane no había ningún rastro de sangre.