¡Hola de nuevo! Esta semana pude conseguir algo de tiempo libre entre mis labores diarias y fui redactando poco a poco este capítulo. Espero que sea de su agrado y como indica el título, han pasado cinco años desde el pequeño puente que escribí hace unos días.
-Negativo, otra vez, Takeru- Dijo la rubia con un tono de evidente molestia.
-Ah- respondió él sin apartar la vista del monitor.
Catherine soltó un bufido y salió de la habitación enfurecida. Takeru escuchó el portazo, cerró su computadora portátil y se talló la cara con ambas manos. Miró la puerta y comenzó a sentir esas molestas punzadas en la cabeza cada vez que escuchaba la palabra negativo salir de los labios de la chica. O cualquier cosa que saliera de ellos en realidad.
Takaishi caminó a la entrada del condominio que compartía con su ahora esposa y tras tomar las llaves de su deportivo salió sin decirle ni una palabra.
-¿Takeru?
O
Takeru lanzó el móvil al asiento contiguo al no recibir respuesta por parte de su mejor amigo. Supuso que estaba ocupado en su pequeño puesto de comida o en la universidad. Condujo hasta el edificio de gobierno metropolitano que albergaba un par de miradores que a Takaishi le encantaban. Subió hasta el acostumbrado piso 45. Como siempre estaba lleno de gente. Takeru pasó desapercibido y se sentó como solía en la orilla del edificio, procurando quedar fuera de la vista de curiosos o guardias que temían que hiciera una locura.
Miró el paisaje citadino mientras el sol se ocultaba, dando sorbos a un café caliente que había comprado antes de subir. Pensó en su vida por un breve pero significativo momento.
Era Takeru Takaishi "único hijo" de los dueños del Grupo Takaishi que comercializaba con bienes raíces. Trabajaba con ellos, dirigiendo su rama en la capital Nipona. Estaba casado con Catherine de la Fontaine, ahora Takaishi y tenía poco o ningún control sobre su vida.
Su matrimonio por otra parte era la farsa más grande jamás montada, pretendiendo perfección en cualquier evento social en el que fueran partícipes. Llevaban casi cinco años buscando un hijo, por capricho de ella y cuestiones sociales, aunque sin éxito. Takaishi ni siquiera podía explicar el cómo era que lograba intimar con ella.
Rio y tomó otro sorbo. Se preguntó sobre si a alguien le importaría si se dejara caer en ese momento y sintió escalofríos al pensarlo siquiera. No era propio de él tener esa clase de pensamientos. Se levantó y tras echar un último vistazo al paisaje nocturno lleno de luces, se dirigió al ascensor.
O
Catherine escuchó el ruido de la cerradura y el leve chirrido de la puerta principal al abrirse. Asomó su cabeza hacia el pasillo y vio a un Takeru con aspecto abatido dejar las llaves en la pequeña charola que tenían en la entrada. Se acercó.
-Se lo mucho que te frustra que no hayamos podido tener un hijo aun- susurró con fingida dulzura. Él no respondió- Vamos a la cama, ¿Sí? Si seguimos intentando lo conseguiremos, lo sé…
-Catherine, no estoy de humor para… - Ella lo calló con un beso en los labios. Lo tomó de la mano y se lo llevó a la habitación que compartían.
-Catherine…
-Shhh…
O
La alarma se disparó repentinamente y Takeru despertó con desgane. Se sintió desnudo y soltó un suspiro al ver a su esposa en el mismo estado.
Salió de la cama y entró a la ducha. Abrió el grifo de la llave fría y sintió cada uno de sus músculos tensarse. Cambió a agua tibia y se relajó. Hubiera deseado permanecer ahí al menos una hora, pero su ajetreada agenda se lo impedía. Salió de la ducha y tras secarse se vistió con uno de los tantos trajes de diseñador que portaba a diario. Miró como su reflejo ataba a la perfección la corbata azulada y su atención se fijó en la banda dorada que llevaba alrededor de su dedo anular izquierdo. Suspiró cansado. Entró a la habitación principal y tras ponerse un poco de colonia, salió tratando de no hacer ruido y así no despertar a Catherine.
O
Su primera tarea en agenda era una reunión con sus padres.
-Empezamos bien, vaya- se dijo con sarcasmo.
Entró a la elegante sala de juntas, con una gran mesa de mármol en el centro. Encendió su portátil y la pantalla que decoraba una pared blanca, impecable. Sus padres irrumpieron en la sala minutos después y lo saludaron con un gesto.
La reunión se desarrolló con el mismo tono monótono de siempre y sin que los presentes parecieran una familia siquiera. Al finalizar, Takeru soltó un suspiro lo bastante fuerte como para que sus padres lo escucharan.
-Entonces… ¿Para cuándo piensas tener hijos, Takeru?- preguntó su padre- Necesitamos alguien que siga con lo nuestro, por Dios. Un varón, una chica no sería capaz de llevar este negocio.
Natsuko Takaishi resopló.
-Es molesto, pero tu padre tiene razón, sólo un varón podría dirigir esto, si tuvieras una niña, simplemente le daríamos el puesto administrativo que se mereciera y lo demás ya veríamos.
-Catherine no ha podido embarazarse aún- dijo con desgane- y no puedo creer que quieran que me convierta en padre sólo para tener alguien que siga con todo esto.
Los Takaishi ignoraron el comentario de su hijo como si no hubiera dicho nada.
-Ya es tarde. Bueno, Takeru, espero que nos des un nieto pronto.
Ambos se levantaron y se retiraron sin siquiera despedirse.
Al entrar a su oficina, Takeru se quitó el saco y se aflojó la corbata.
-Maldición.
-Alguien amaneció de malas, ¿Eh?
-¡Daisuke, me asustaste!
-Lo siento – dijo él riendo – Quería darte una sorpresa, ya sabes, ayer estuviste llamando y no te pude contestar. ¿Desayunamos?
Takeru vio la hora y sonrió al notar que tenía que hacerlo antes de cualquier cosa. Sabía que tenía agenda llena y resopló.
-Al diablo- dijo antes de pedirle a su secretaria que cancelara su segunda reunión del día y salir del imponente edificio junto a su mejor amigo.
O
-No entiendo- dijo Daisuke interrumpiendo a Takeru.
-¿El qué? Es muy simple, Daisuke, te estoy diciendo que…
-No, no. Lo que no entiendo es por qué lo soportas.
Takaishi guardó silencio. Le acababa de contar a Daisuke sobre su matrimonio y su situación con sus padres, no sabía qué responderle o más bien no quería.
-Así que es por eso- dijo Daisuke con sarcasmo.
-¿Qué se supone que haga, eh?
-No soy yo quien tiene que responder esa pregunta, Takeru.
Eran raras las veces en que el moreno le hablaba por su nombre completo. Sabía que hablaba en serio. Se llevó a la boca un bocado de su omelette y decidió que lo mejor era quedarse callado.
-Piénsalo bien ¿Quieres?- le dijo Motomiya poniéndose de pie- A estas alturas de tu vida no tienes tiempo que perder, T.k. Es tu vida y ya va siendo hora que tomes las riendas. Tú pagas, ya sabes, por ser un idiota.
Con una última sonrisa, el muchacho salió del local dejando a un Takeru intranquilo y ansioso.
O
-Eso es todo por hoy, muchachos.
El numeroso grupo de universitarios se fue retirando causando un ligero revuelo.
-Hasta mañana, profesora Yagami.
Hikari se despidió de sus alumnos con la mano al tiempo en que guardaba sus cosas.
Se dirigió a un café cercano al campus en el que era profesora. Había quedado de verse con su hermano, aunque aún faltaban cerca de quince minutos. Se consideraba una persona afortunada, había logrado salir adelante con mucho esfuerzo y tras hacer una licenciatura en recursos humanos había conseguido un buen empleo con el que sustentó un diplomado en puericultura, que era lo que realmente le gustaba, soñaba con abrir una guardería o un preescolar quizá, pero sabía que para eso iba a necesitar muchos más ingresos, y no era como que su carrera le desagradara así que era como una doble ganancia. Se dedicaba de lleno a dar clases en una universidad de prestigio, principalmente de comunicación dentro de la organización.
Escuchó la campanilla de la entrada del lugar y sonrió al ver a su hermano.
-Llegas tarde- le dijo con suavidad.
-Reunión de último minuto- respondió él aflojándose la corbata- ¿Cómo te fue?
-Muy bien, lo usual- dijo ella dando un sorbo a su té helado- ¿A ti?
-Excelente, el bufete no podría ir mejor, pero sabes que apunto a las ligas mayores.
Los hermanos Yagami pasaron el resto de la tarde conversando de cosas triviales hasta que su ameno ambiente se vio interrumpido por el celular de Hikari, quien contestó algo confundida al ver el código de área en la pantalla de su móvil.
-¿Pasa algo?- preguntó Taichi con una leve preocupación al ver el rostro de Hikari.
-Tengo una entrevista mañana en una empresa importante aunque no me dieron el nombre, sólo la dirección.
-¡Estupendo, Hikari! ¿Pero por qué esa cara?
-Es en Tokio.