¡Hola a todos! Bueno, este es mi primer yaoi, así que sean comprensivos conmigo uvu

Pareja: Eren x Rivaille (Ereri)

Disclaimer: Shingeki no Kyojin no me pertenece. Su respectivo dueño es Hajime Isayama.

Advertencias: Nada por ahora.


No podía aceptar, ni tampoco quería, el maldito estado actual de su vida. Todo se había ido al demonio, y toda la culpa la tenía su padre, su estúpido y jodido padre. El muy infeliz se había llenado de deudas que su madre y él desconocían, tantas que el muy cobarde salió huyendo, dejando su trabajo y su familia.

Ahora que no estaba, esas deudas tenían que pagarlas ellos. Él era un universitario que trabajaba a medio tiempo para ayudar a su madre y ella trabajaba como ama de llaves en las casas de familias adineradas.

Vivían en un pequeño departamento que por cierto, siempre estaba limpio. Algo que le había enseñado su madre era ser higiénico y ordenado al extremo, quizás se debía a su trabajo como ama de llaves.

Ahora se encontraba sentado en uno de los sillones en aquella sala pequeña, esperando a que el doctor saliera de la habitación de su madre. Al verla enferma no tuvo otra opción que buscar un médico que la tratara.

"Maldita sea… ¿por qué se demora tanto?" pensó impacientemente. A este paso terminaría jalándose de los cabellos hasta quedar calvo.

Al fin la puerta se abrió y el médico salió. Prácticamente disparado, corrió hacia el doctor, haciendo que este se asuste por la cara de demonio que llevaba.

—¿Cómo está?

—Su estado de salud es delicado, debe ir al hospital lo más pronto posible para hacerle más análisis —guardó silencio por un momento, de seguro aquel joven estaba tratando de asimilar la información que le había dado—. ¿Tiene seguro?

—Por supuesto que sí.

—Está bien, entonces esperaré a que se presente a mi consultorio.

Acompaño al doctor hasta la entrada y le agradeció que viniera cuando se lo pidió, después se despidió, cerró la puerta y fue donde su madre. No tocó la puerta y entró a la habitación, viendo a su madre echada en su cama cubierta hasta el pecho por las sábanas y con los ojos cerrados.

Se acercó a ella y le acarició los mechones de cabello que caían sobre su rostro.

—Ya no tocas la puerta. Yo no te eduqué así —habló su madre abriendo los ojos lentamente.

—Lo lamento, no lo creí importante —apartó su mano del rostro de su madre y se sentó en el borde de la cama.

—¿Qué te dijo?

—Que debes ir al hospital a que te hagan unos análisis.

—No quiero ir —trató de levantarse, pero al ver que no tenía muchas fuerzas, sólo se sentó en la cama.

—Madre, debes ir —le habló firme,; no estaba dispuesto aceptar un no de parte de ella.

—Sabes que no me agradan los hospitales.

Era cierto, a su madre nunca le agradaron. Sobre todo después de llegar a la "conclusión" de que era la culpa del hospital que su hijo tuviese la cara de "tengo que soportar todas las estupidez de las personas", pero en parte era culpa de su madre porque ella también ponía esa cara cuando perdía la paciencia.

—Debes ir, el doctor también dijo que tu situación puede empeorar por el estrés que estás pasando.

—Tú también estas estresado, Levi —le dio una mirada calmada para luego pasar a una muy enojada—. ¡Y todo por el muy hijo de puta de tu padre!

Lo gritó con todas sus fuerzas, algo le decía que sus vecinos escucharon eso.

—¡Mamá! —le miró sorprendido.

—Sí… tu abuela no tiene la culpa… —suspiró— Pero tenía tantas ganas de decirlo.

Estaban en silencio. Esperaba a que su madre se relajara un poco para decirle con la mayor firmeza posible:

—Te harás los exámenes sí o sí.

—Ah, eres igual de terco que yo… está bien, iré.

Sonrió internamente pero recordó un pequeño pero crucial detalle, era mejor preguntárselo a su madre ahora.

—Madre ¿tienes seguro?

—Sí.

Sintió un gran alivio al escuchar eso, ella tenía un trabajo donde a sus jefes sólo les importaba que cumpliera con su trabajo y ya, pasaban por alto el hecho que todo trabajador necesita un seguro y otras atenciones.

—Entonces cuando te sientas mejor iremos de inmediato al hospital.

—Iré cuando tenga mi día libre en el trabajo.

—¡Pero estás enferma!.

—¡Y a mí no me gusta dejar las cosas a medias! —de nuevo ambos se miraron con cara de pocos amigos.

—Madre… por favor —bajó su mirada—, eres la única familia que me queda.

Sabía que su hijo solo se comportaba así cuando estaba realmente preocupado por alguien que amaba, y hasta ahora siempre había sido ella la causante de eso.

—Pediré permiso por enfermedad… pero conociéndote no me dejaras ir —le señaló un pedazo de papel y un lapicero, y le hizo un ademán para que se los alcanzara—. Toma, esta es la dirección donde nos reparte el trabajo y también la dirección de la casa de la familia en la que estuve trabajando.

—¿Por qué me das el de la casa? Como si yo quisiera conocer a un montón de engreídos —tomó el papel y lo guardó en el bolsillo de su pantalón.

—Créeme que ellos son diferentes; son buenas personas. Además soy amiga de la señora Carla.

—¿Cómo se apellidan?

—Jaeger.


Gracias por leer \(n_n)/