Ultimo capitulo.
Siempre me pone nostálgica tener que dar fin a los fanfics, pero así es el rumbo de la vida. O me estancaría en uno solo.
LadyMischievous07 (gracias por todo el apoyo desde el inicio. You're the best!)
Julie (Mujer, tu mereces mis agradecimientos con letras de oro por ser seguidora regular :D gracias de verdad por todo!... Y creeme, no eres la única que quisiera ver a Chris y Tom juntos. Me encantaría seguir en contacto! Dejame algun correo donde te localize y pueda decirte si hago mas fanfics, vale?)
Guest (gracias por el comentario, aunque no sé tu nombre n.n me halaga muchísimo que el fanfic te haya gustado, y esto ultimo también!)
Gracias a todos los demás que me siguieron hasta aca. De no ser por los constantes reviews, favs, follows, esta locura carecería de mas sentido del que ya carece, jeje.
Les tengo mucho aprecio. Y espero en verdad poder escribir otro fanfic de esta pareja, o de sus pares (Thorki, Hiddlesworth, BloodRush, etc.)
Sin más, les dejo este capitulo.
NOTAS: es un crossover entre "Blanca Nieves y el Cazador" y The Hollow Crown
DISCLAIMER: los personajes de Eric y Hal no me pertenecen, solo lo hago por diversión
ADVERTENCIAS: rated M, slash, yaoi, etc.
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UN SOLLOZO, UN BESO, UNA CONDENA
XII. NADA PERMANECE IGUAL
Un mes después. . .
El incidente de la explosión, un mes atrás, se había borrado de la memoria de algunos criados, los que habían decidido quedarse a trabajar; otros optaron por renunciar e irse a vivir a un lugar más tranquilo. Hubo investigación, pero no se encontró ninguna prueba concluyente para arrestar a alguien.
Esa noche, Hal estaba revisando algunos documentos que habían enviado de palacio. Para variar seguía en la campiña donde su padre lo había mandado vigilar y la nana Sally checaba los últimos detalles para que el príncipe se fuera a la cama. Hal terminó de ver las cartas y tomó un libro al azar de su estante de libros, hojeándolo sin prestar atención a otra cosa.
—¿Desea algo más, mi lord?
—No, es todo señora Sally
—Príncipe, el cumpleaños del rey es mañana. Asumo que irá a visitarlo
—Mucho me temo que no podré —respondió Hal con una sonrisa, aprovechando que estaba de espaldas a la nana —estaré ocupado
La señora hizo una reverencia y salió de la habitación. No había dado ni cinco pasos fuera cuando se oyó un sonido en el balcón del monarca. Las perchas del cortinado se recorrieron y unos pasos estruendosos fueron audibles al tocar la duela. El lord acentuó su sonrisa, cerrando el libro y dejándolo en su lugar.
—Llegas tarde —comentó ladeando el rostro
—A estas alturas debes saber que la puntualidad no es una de mis virtudes
—No, no lo es. ¿Has hecho el trabajo que te encargué?
—Por supuesto
Hal giro sobre sus talones, acercándose al hombre. —Umm. . . ¿Recibió mi recado antes de morir?
—Como me encargaste: "Padre, el cazador merecía misericordia y no se la otorgaste. Él tampoco la tendrá contigo. . . Ojo por ojo, diente por diente". Luego lo degollé
—Qué sutil —respondió Hal enredando sus brazos alrededor del cuello de Eric. —¿No lo dejaste decir sus últimas plegarias?
El cazador hizo un gesto de atrevimiento, presionando el glúteo de Hal y tomándolo por el cuello, mirándolo con deseo y lujuria. No respondió en seguida, pero si mordió la barbilla de su lord, impaciente por desnudarlo.
—Chilló como puerco que le perdonara la vida —mencionó altanero
Hal sonrió con más complacencia de la permitida. Le había pedido a su hombre que matara con sus propias manos a su padre, al rey de Gales, y saber que fue cumplido le daba regocijo. Un regocijo que Hal catalogó como "retorcido" por tratarse de su progenitor, pero recordando que ese cerdo fue el culpable de causarle un sufrimiento asqueroso. Como si el rey hubiera sido quien se encargó personalmente de enterrarlo vivo.
No existía piedad para una persona así.
—Espero mi paga —la voz de Eric retumbó, al tiempo que se quitaba las correas y el chaleco de cuero.
Hal rio cínicamente, sintiendo como su cazador lo volteaba, y a sus espaldas tomaba a ciegas las cintas de su bata para dejarlos desnudo.
La prenda se deslizó lentamente por los hombros del castaño, ayudada por las manos ásperas del cazador, quien sin resistirse besó una escápula expuesta y parte del cuello. Luego, tomó por la cintura a Hal y le mordió en la unión de la clavícula con el hombro. Hal gimió quedo, echando su cabeza hacia atrás hasta perder la vista con un beso que lo atrapó en la boca fiera del otro.
Eric le abrió los labios y metió su lengua lascivamente, zafando el pantalón de su lord y devorándolo. Terminando en milésimas sobre la cama.
En un suspiro, Hal se dejó llevar entre las caricias de su cazador, quien continuó besando su cuello y fue bajando hasta besar su pecho. El príncipe enredó sus dedos en la mata marrón, abriendo sus labios para recuperar el aliento.
Eric era fiero, sin cuidados o delicadeza, guiándose por su apetito por el monarca, y esa noche en particular no sería la excepción.
Ambos desnudaron al otro, contemplando la masculinidad y porte excitantes. No había forma que un amor así fuera aceptado en esa sociedad, era simplemente imposible y ambos eran conscientes de eso, sin embargo, estaban atrapados en una pasión que quemaba conforme avanzaban en su encuentro.
Tal cual pasó las primeras veces, Eric tomó la iniciativa y se encargó de quedar unido con su lord, sentirse piel a piel, delirar con el sabor de los besos y respirar todo ese aroma a sexo. El cazador estimuló cada parte del cuerpo de Hal y pronto preparó el canal para hacerlo suyo con unas lamidas y mucho aceite.
Tomó las rodillas y las abrió, notando la erección de su señor.
—Hazlo ya —le ordenó Hal
—¿En serio? ¿sin reclamos, ni berreos o insultos? Qué fácil me lo pones, Hallie
—Te sacaré a patadas de aquí
—Sabes tan bien como yo, que eso no ocurrirá —dijo con tanta seguridad, que Hal se enfadó en serio. A veces le molestaba que el cazador lo conociera así de bien, mejor que el resto del mundo, y supiera sacar su faceta débil, la dependiente y de necesidad. Se veía vulnerable, defecto en un rey, aun así, gimió su nombre cuando lo penetró.
La invasión fue de un tajo, una estocada recta y rígida dentro suyo, que le provocó dolor y placer. Una combinación peligrosamente excitante, que lo obligó a rasguñar la espalda de su montaraz y a cerrar su entrada para contraerse espasmódicamente cuando Eric se movió.
Siempre cayendo ante Eric, lenta y tortuosamente, casi a modo masoquista. Era una clase de relación corrosiva para ambos, algo que muchos habrían señalado como "equivocado" y "erróneo", que los consumía y hundía, como el cazador lo hacía dentro de su lord, profundo y recio, apretando su cadera y dilatando más el canal, dejando marcas irremisibles que se acentuaban en cada encuentro.
—Pídemelo. . . Aggh. . . Sé que lo deseas, Hal —gruñó Eric en el oído del monarca
Hal apenas abrió sus ojos, tomando el rostro de Eric y enredando sus dedos en el cabello.
—Quiero. . . dentro. . . tú. . .
Era una proeza enorme hablar claro en ese estado tan placentero, teniendo un falo inminentemente grueso que lo atravesaba y destrozaba a cada embestida, pero suficiente para complacer a Eric, quien obedeció el deseo.
Besó a Hal mientras penetraba por última vez, mordiendo su labio inferior y dejando que todo eyaculara dentro. Al terminar de llenar al monarca, Eric separó sus labios, notando como su señor contraía su cuerpo y acababa también, con esa fasciculación en sus parpados y muslos cuando el miembro fue abandonando el canal poco a poco.
Eric lamió desde el hueco de la clavícula hasta la barbilla de su lord, terminando por atrapar sus labios y enrollando su lengua con prisa, sin pensar en consecuencias por arrastrarse junto a Hal en ese amor prohibido, no sintiendo miedo o pánico, porque ya había experimentado eso al estar en la horca.
Eric era muy consciente que su relación cambiaría a partir de esa noche. Sería peligroso verse, hablarse, tan solo pensar en entrar al castillo, era una locura; pero correría el riesgo, porque sabía que Hal también estaba dispuesto a sacrificarse por él. Lo había visto morir ante sus ojos, sufrió y experimentó su condena fallida en cuerpo y alma. ¿Cómo no arriesgarse? ¿Cómo negarse a amar a su lord?
—Deberé irme más temprano mañana —comunicó el cazador —serás el primero al que darán la noticia sobre tu padre
Hal se relamió los labios, pasando las yemas de sus dedos en la mejilla áspera de Eric. —Me volveré loco
—¿A qué te refieres?
—¿Permanecerás a mi lado, aun si pierdo el juicio durante mi reinado?
Eric frunció el ceño, tomando ambas manos del monarca y besándolas con agitación. —Posees fortaleza. Lo demostraste al mantenerte cuerdo cuando creíste que estaba muerto. Serás un rey digno de admirar, ante el cual todos se arrodillarán y respetarán. . . No me apartaría de ti por nada del mundo
—No te vayas de mí, o haré que te encierren en las mazmorras
—Ya lo he dicho: estaré siguiéndote, y regresaré a hacerte mío todas las noches —Eric llevó la mano de Hal a su pecho, sellando otro juramento —vivo para servir a mi rey
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A la mañana siguiente, la primera imagen que recibió Hal fue la delicia de un cazador dormitando y que no lo dejaba de abrazar por la cintura. El lord pasó sus dedos por los pectorales del otro, añorando despertar siempre junto a él, de esa manera. Le besó la barbilla, que no estaba afeitada.
—Eric. . . —susurró, acurrucándose en el pecho de éste
—¿A qué se debe tanta muestra de afecto, mi lord? —preguntó el cazador, bostezando y riendo por ver que Hal se sonrojaba violentamente
—Calla, no tienes derecho a interpretar mis acciones. Soy tu rey
—Si, como sea —respondió el montaraz, saltando para tomarlo de las muñecas contra la cama —¿por qué niegas lo que es tan obvio?
—No sé de qué hablas —respondió el monarca con total tranquilidad
Eric curvó sus labios. —. . . Ya me lo dirás, y yo voy a esperar
Luego de eso, Eric se despegó de Hal, caminando al otro lado de la habitación para comenzar a vestirse, notando por el espejo que el monarca se deleitaba viendo su espalda y sus glúteos desnudos. Rio grave, colocándose lo último y armándose con las hachas y las navajas. Regresó donde el lord, sentándose frente a él.
—Espero verte en el funeral —dijo Hal, cubriéndose con las sabanas
—Ese difunto me importa una mierda
—Pero debes estar ahí —Hal tomó el mentón de su cazador — quiero verte ahí. . .
El montaraz entendió entonces. Asintió levemente y besó a su lord. Con esa clase de beso que lo despertaba cada mañana.
—Si es tu voluntad
—Es una orden
Hal sabía que el montaraz no debía quedarse por mucho tiempo, y por eso aprovechaba al máximo cada segundo que Eric permanecía en su habitación, ya que era un hombre del bosque, la sombra que pisaba donde él lo hacía, siguiendo sus pasos a escondidas, sin presentarse nunca cara a cara de modo formal ante el monarca a la vista pública, mucho menos a plena luz del día. Por eso, ambos tenían la precaución de programar cuando y donde sería su siguiente cita.
Era el trato que habían acordado desde que volvieron a encontrarse. Eric lo protegería, a su manera, y por eso precisamente solo podía hacer visitas nocturnas. Estas se verían imposibilitadas en cuanto descubrieran en el castillo, que Henry IV había muerto, ya que correspondería a Hal, por derecho, suceder a su padre y tomar posesión de su trono.
Eric era un terco, y bien sabía que con la absolución de Hal como rey, podía ser su jefe de escoltas y caminar casa paso con él sin ser condenado o señalado por el clérigo, pero ni siquiera Hal podía dominar el espíritu libre y feroz de Eric. Él era un alma sin ataduras, y el único compromiso que lo mantenía con el monarca era fundamentado en el amor que le tenía, uno profundo. Y Hal podía recostarse en su lecho sin temor a estar solo, porque también amaba a ese bandido.
Ahora que lo veía caminar hacia el balcón, constataba el hecho que su amor debía ser nocturno, porque a la luz de la luna fue cuando inició todo.
El futuro rey se colocó un albornoz de lino como única prenda, acompañando a Eric. Éste se colgó del barandal, no sin antes pasar el dorso de sus dedos por la mejilla tersa de Hal para asegurarle que iría al funeral.
Luego, el cazador se dejó caer en medio de los matorrales debajo del segundo piso, saliendo ileso claro; Hal lo observó correr vigorosamente, tomar las riendas de un caballo, montándolo de un golpe y tirando para galopar a toda velocidad detrás de la colina donde desaparecía cada mañana.
El cazador detuvo al corcel antes de quedar invisible a ojos de su lord, giró un poco, observando la majestuosidad de Hal, de su señor, quien le miraba recargado en el marco del ventanal, mandándole un mensaje en el viento: "Esperaré por ti. . .".
El de cabello marrón devolvió el gesto, sonriendo a su estilo, girando otra vez y continuando su cabalgata hasta que la silueta fue imposible de distinguir de los albores del sol naciente.
Así Hal despedía cada mañana a Eric, anhelando el día de volverse a encontrar.
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La procesión iba campo arriba, con los clérigos al frente, rezando y recitando en latín los misterios dolorosos de Dios para velar al rey.
Detrás de la plataforma adornada con alfombra de castillo y encima el lecho con rosas donde descansaba el cuerpo de Henry IV, cargado por diez hombres por barrotes de oro, Hal los seguía montado en su corcel blanco, custodiado por la guardia.
—In nominis Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. . .
El obispo terminaba el rezo, con brizas que mecían los banderines del castillo. Todos marchaban hacia el sepulcro real, pasando por un puente de madera que cruzaba un rio.
Así, cabalgando acompañado de sus escoltas, Hal divisó en el final de la vereda, la silueta de un hombre con capa negra, con cicatrices y un hacha cargada al hombro que le sonreía. El castaño devolvió el gesto, siguiendo su galope de regreso al castillo, sabiendo que vería a ese hombre a la noche en su habitación, el cual muy seguramente le haría el amor.
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Oh, no. He puesto el punto final
Muchas gracias de nuevo, espero que les haya agradado esta travesía junto a mi. Esta pareja es muy interesante y difícil de entender, así que espero haya sido digna la redacción que hice.
Regresaré pronto con mas fanfics. Los extrañaré.
Fue un placer, y hasta la próxima ;)
