***Todos los personajes de Resident Evil son propiedad de Capcom, esta historia fue escrita con fines de entretenimiento***

CAP.1 Reencuentro

Nathan Bennett

Noviembre 12 1979

Diciembre 30 2012

Una ligera llovizna comenzó a caer sobre el campo verde de aquel frio cementerio. De pie, con un ramo de lirios blancos, Claire Redfield con lágrimas en los ojos, miraba la tumba de ese joven alegre y lleno de vida, que le prometió un mundo de sueños e ilusiones, dejó las flores sobre la fría lápida y no pudo evitar dejar caer una lágrima.

Se puso de pie y miró el anillo de oro que adornaba su mano izquierda, aún podía recordar el día en que Nate, como solía llamarlo, le entregó aquella joya como una promesa de la vida nueva que en breve comenzarían, hacía varios años que Claire no se tomaba unas vacaciones y decidió ir a Hawaii, lo que no sabía era que Nate estaba ahí esperándola, fue así como pasó los mejores momentos de su vida, un día al calor del atardecer y con el mar como testigo, él le pidió matrimonio haciéndola la mujer más feliz del mundo.

Poco a poco el viento comenzó a sentirse cada vez más frío, Claire se frotó los brazos intentando entrar en calor, no quería irse de Nueva York sin antes despedirse de Nate.

- Tú sabes lo mucho que odio Washington, pero debo irme.- dijo Claire con un nudo en la garganta- Mi hermano me pidió que cuidara de su familia y ya sabes que los Redfield somos personas de palabra.

Las copas de los arboles comenzaron a agitarse debido a la fuerza del viento, a Claire le gustaba creer que esa era la forma en la que Nate le respondía cada vez que hablaba con él.

- Es tarde y Jill debe estar preocupada.- Claire se agachó y acarició por última vez la placa de mármol donde estaba escrito el nombre del amor de su vida- Hasta pronto, prometo volver en cuanto todo vuelva a la calma.

Claire se levantó del suelo y tomó el camino hacia la salida del cementerio, no quería dejar Nueva York y tampoco quería dejar a Nate, pero su familia la necesitaba, dio una última mirada al lugar antes de tomar el taxi que la llevaría a su apartamento, no tenía idea de cuando volvería, solo esperaba que fuera pronto.

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El ruido estridente del despertador sacó a Claire de su profundo sueño, de mala gana tomó el aparato y vio que marcaban la ocho treinta, se frotó los ojos y se sentó sobre la cama, el aroma a huevos recién hechos y pan tostado era señal de que Jill ya había comenzado su día, tomó el albornoz que estaba sobre el sillón y bajó las escaleras.

Ya había pasado una semana desde que Claire se había mudado con Jill y sus sobrinos a Washington, aún había cajas de cartón esparcidas por la casa, por suerte los muebles estaban en su lugar, se miró en el espejo que colgaba en la sala de estar, su rostro lucía cansado y había perdido peso, acomodó un mechón detrás de su oreja y ensayó una sonrisa esperando que le ayudara a ocultar su pena, ya no quería seguir preocupando más a su cuñada, vio un poco más abajo cerca de su escote y un par de pequeñas cicatrices se asomaban entre la tela de su pijama, las tocó suavemente antes de acomodarse de nuevo el albornoz, aquellas marcas eran el recordatorio constante del día más duro de su vida, intentó sacar esos pensamientos de su mente, el pasado no cambiaría y ahora tenía que vivir su nueva realidad.

Claire siempre había sentido una profunda admiración por la mujer de su hermano, la vio desde el quicio de la puerta sirviendo los platos del desayuno como si se tratara de la misión más importante de su vida, durante años escuchó las historias que Chris le contaba acerca de su compañera, su instinto de hermana le decía que estaba enamorado de aquella chica valiente y decidida, pero él nunca lo admitía, después de creerla muerta y buscarla por casi cuatro años por fin aceptó que estaba loco por ella y no dejó pasar mucho tiempo antes de convertirla en su esposa.

La pequeña Emma golpeaba con su cuchara el plato de cereales que tenía frente a ella, en cuanto vio a su tía acercarse, sonrió y extendió sus bracitos, Claire tenía una fuerte debilidad por sus sobrinos, tomó a la niña en brazos, el aroma a talco y loción de bebé la hizo recordar la veces que habló con Nate acerca de formar una familia, contuvo una lágrima mientras la abrazaba contra su pecho, su terapeuta dijo que el duelo era un proceso doloroso en el cual pasaría por días buenos y días malos, todo dependía de sus ganas de salir adelante y del buen manejo de sus emociones.

- A veces pienso que Emma te quiere más a ti que a mí.- dijo Jill con una sonrisa- Buenos días.

- Buenos días Jill.- Claire dejó a la niña en su silla y comenzó a poner la mesa- ¿Cómo estás?.

- Te diría que bien, pero sabes que estaría mintiendo.

- Lo sé, yo también estoy nerviosa, hace mucho que no veo a Chris y no tengo idea de cómo esté en este momento.- dijo Claire preocupada.

- El reporte médico dice que recuperó la memoria, aunque no saben si recuerda todo acerca de su vida.- Jill se apoyó contra la encimera y miró por la ventana pensativa - Solo espero que no se haya olvidado de nosotros.

Claire sabía que Jill no estaba pasando por un buen momento, durante meses tuvo que dividir su tiempo entre el trabajo en la agencia y el cuidado de sus hijos, además también se hizo cargo de su cuñada después del accidente que casi le costó la vida, aunado a que por un tiempo no tuvieron noticias de Chris, lo único que sabían era que la misión en Edonia se había salido de control y que él había sufrido de amnesia, cuando la situación no podía ser peor, su superiores le informaron a ella que fue transferida a Washington y que debía presentarse cuanto antes en su nuevo lugar de trabajo.

- Lo importante es que está vivo y que pronto volverá a casa.- dijo Claire tratando de animarla- De no haber sido por el accidente, quizá tú lo habrías encontrado más rápido que la BSAA, en verdad lamento que por mi culpa hayas tenido que dejar de buscarlo.

- No hables así.- dijo Jill en tono firme- Es cierto que Chris me necesitaba, pero había un equipo de hombres buscándolo, en cambio tú, casi mueres en ese accidente, estuviste en coma por dos semanas, no iba a dejarte sola, eres mi mejor amiga y eres parte de mi familia.

- Gracias Jill.- Claire la envolvió en un abrazo- Tú también eres mi mejor amiga, no sé qué hubiera hecho sin ti.

- Ya dejemos de lado la tristeza, hoy es un gran día, por fin Chris volverá después de mucho tiempo y tenemos que celebrarlo.

- ¿A qué hora llega su vuelo?.- inquirió Claire.

- A las diez treinta, será mejor que nos demos prisa.- respondió Jill.

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Sentado a fuera de una de las salas de interrogatorios de a DSO, Leon esperaba paciente a que Helena terminara de dar su última declaración sobre lo ocurrido en Talk Oaks, dio un sorbo a su vaso de café y comenzó a leer el diario que compró esa misma mañana.

Buscó alguna nota que llamara su atención, sin embargo no dejaba de pensar en lo que estaba ocurriendo detrás de la puerta, molesto, se puso de pie, tiró el café en un cesto de basura y caminó por el pasillo esperando calmar su ansiedad. Ya había pasado un mes desde que Helena y él regresaron de China, pensó que al volver a casa la situación mejoraría, no obstante, la DSO y el Servicio Secreto comenzaron la investigación de los hechos, obligándolos a presentarse a declarar una y otra vez, sin darles la oportunidad de dejar la pesadilla atrás.

La puerta de la sala cinco se abrió, Helena salió con expresión de fastidio y detrás de ella un par de hombres con una carpeta en la mano, Leon se volvió hacia ellos y les hizo una seña, ella caminó hacia donde estaba él y dijo.

- ¿Qué haces aquí?- dijo Helena irritada- Te dije que no era necesario que vinieras.

- ¿Así tratas siempre a tus amigos?- dijo Leon en tono de burla- Esperaba un "Me alegra que estés aquí".

- Perdón.- Helena se llevó la mano a la nuca esperando que le ayudara a aliviar la tensión que sentía- No quise ser grosera, es solo que ya estoy cansada de contarles la misma historia una y otra vez.

- Te entiendo, es por eso que estoy aquí.

- Gracias.- Helena sonrió- ¿Podría al menos invitarte a almorzar?, es lo menos que puedo hacer por haberme esperado.

- No es necesario, además ya desayuné.

- El intento de café que venden aquí no cuenta como desayuno, vamos, conozco un lugar donde sirven buena comida.

- De acuerdo.

Llegaron a un modesto café del centro de la ciudad, tomaron asiento en una de las mesas que había disponibles y enseguida la camarera tomó su orden, mientras esperaban su comida, un silencio incomodo se apoderó de ellos, Leon miró a Helena que jugaba nerviosa con el salero, quería ayudarla de alguna forma o al menos hacerle saber que no estaba sola.

- Parece que por fin van a dejarnos tranquilos.- dijo Helena.

- Eso parece.- dijo él- ¿Qué piensas hacer ahora que cerraron la investigación?

- Por lo pronto tomarme un descanso, me dieron un par de semanas libres en la agencia.- La camarera se acercó a su mesa y sirvió dos tazas de café- Necesito poner en orden mis ideas y pensé que un viaje podría ayudarme.

- No suena mal.- Leon dio un sorbo a su café- Me alegro por ti.

- Gracias.- Helena le dedicó una sonrisa tímida- ¿Y qué hay de ti?.

- Ya estoy acostumbrado a este trabajo.- dijo Leon de mala gana.

- Hasta los héroes necesitan un descanso.

- Ya te he dicho que no soy ningún héroe, solo intento que algunas tragedias no vuelvan a repetirse.

- ¿Y Ada?, ¿La has vuelto a ver?.

Leon odiaba hablar de su vida privada, sobre todo si se trataba de Ada, aquella mujer había logrado meterse muy por debajo de su piel haciendo que se pusiera nervioso cada vez que escuchaba su nombre.

- No.- mintió.

La camarera se acercó con su orden y Leon en el fondo agradeció que la mujer apareciera justo a tiempo.

- Y dime, ¿Cuando tienes pensado viajar?.- preguntó Leon intentando cambiar de tema.

- De hecho mi vuelo sale en unas horas.- Helena comió un bocado de su plato.

- Si quieres puedo llevarte al aeropuerto.

- No es necesario.- dijo Helena apenada- Eres muy amable pero ya te he causado muchas molestias.

- Eres mi amiga, y ya que no voy a saber de ti en dos semanas al menos deja que te lleve al aeropuerto.

Helena bajó la mirada y una lágrima resbaló por su mejilla, Leon la tomó por la barbilla y dijo.

- ¿Qué te ocurre?.

- No es nada.

- Vamos, ¿Dime que pasa?, ¿Acaso dije algo malo?.- dijo Leon intrigado.

- No, al contrario.- dijo Helena con un nudo en la garganta- Es solo que nunca te he dado las gracias por todo lo que has hecho por mí, eres un gran amigo y sabes creo que voy a extrañarte estas dos semanas.

- Puedes llamarme cuando quieras.- Leon le dedicó una sonrisa.

- Gracias.- Helena sonrió- Lo mismo digo, ¿Puedo darte un consejo?.

- Dime.

- Después de perder a mi hermana y de vivir esa horrible pesadilla, me di cuenta de que pasamos mucho tiempo buscando o intentando conseguir cosas que quizá jamás serán para nosotros.- Helena tomó su mano y le dedicó una cálida sonrisa- Tú sabes de quien estoy hablando, lo que quiero decirte es que pienses bien si vale la pena seguir esperando por Ada, eres mi amigo y no me gustaría que terminaras como un hombre solitario el resto de tu vida.

Leon bebió su café irritado por el consejo de Helena, no le gustaba que hablaran de sus asuntos privados, sabía que su intención no era molestarlo, además, había algo de razón en las palabras de ella.

- Gracias, lo tomaré en cuenta.

- De nada.

- Anda, come tu desayuno, tenemos poco tiempo y no querrás perder tu vuelo.

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Claire estaba de pie junto con Jill la ventana en la sala de espera del aeropuerto, las vacaciones de verano habían comenzado, así que la terminal estaba llena, las personas entraban y salían de las salas de abordaje sin parar, el sonido de los altavoces no logró despertar a la pequeña Emma que dormía en su cochecito mientras que Josh jugaba con sus soldados de juguete en el suelo.

Observó a Jill mirar los aviones llegar a través del cristal, sabía que todos sus sentidos estaban con el hombre que pronto volvería a casa después de varios meses de ausencia, Claire estaba ahí por su hermano pero también por su mejor amiga, se acercó a ella y le dijo.

- Todo va a salir bien Jill.- Claire pasó su brazo sobre sus hombros- Él pronto estará en casa contigo y con los niños, deberías estar feliz.

- El vuelo lleva casi dos horas de retraso.- dijo Jill preocupada- Aún temo que se haya olvidado de nosotros.

- Eso no va a suceder, sabes lo importante que es su familia para él, seguramente se muere por verlos de nuevo.

Jill siguió mirando atenta cada vuelo que llegaba a la pista de aterrizaje, Claire se volvió hacia su sobrino Josh, el pequeño miro a su tía con expresión aburrida, ella se agachó a levantar los juguetes del suelo y entonces el niño dijo.

- ¿Cuándo va a venir papá?.

- Pronto Josh.- respondió Claire.

- Me dijo que jugaría conmigo.- Josh le entregó un soldado de plástico.

- Tú papá siempre cumple lo que promete.- Claire acarició la mejilla del niño y este sonrió- ¿Por qué no me ayudas a guardar tus cosas y vamos a comprar algunos dulces?.

- ¡Sí!.- Josh comenzó a guardar rápidamente los juguetes en su mochila- ¿Tía?.

- Dime.

- Si papá viene, ¿Mamá ya no va a llorar verdad?.- preguntó el niño.

A Claire se le encogió el corazón cuando escuchó la pregunta.

- Ya no Josh, Mamá, Emma, tú y yo vamos a estar felices ya lo verás.

Tomó al niño de la mano y caminaron hacia la cafetería del aeropuerto buscando alguna máquina de dulces, los pasajeros caminaban sin parar por los pasillos, algunos de ellos con prisa, ella no dejaba de pensar en la pregunta que le hizo su sobrino, no tenía idea de lo mal que la estaba pasando Jill, siempre intentaba mostrarse fuerte ante cualquier problema, sin embargo en el fondo sufría en silencio por la ausencia de Chris.

- Deberías aprender un par de cosas de ella y quizá dejarías de vivir en la casa de tu hermano.- se dijo a sí misma molesta.

Llegaron a la cafetería, Claire se acercó al cajero para cambiar algunas monedas, Josh se alejó de su tía sin que esta se diera cuenta, el niño era tan inquieto que no podía estar en un solo lugar, el empleado le dio el dinero y cuando se volvió hacia su sobrino, él ya no estaba en la cafetería, un escalofrío le recorrió la espalda, rápidamente salió del lugar y comenzó a buscar desesperada a Josh.

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- Te llamaré en cuanto baje del avión, te lo prometo.- dijo Helena envolviendo a Leon en un abrazo.

- Diviértete y nos vemos en dos semanas.

- Tú también tómate un descanso, lo necesitas.

- ¿Tan mal me veo?.- dijo Leon en tono de burla.

Helena caminó por el pasillo para abordar el avión, se volvió hacia él y se despidió con una seña, Leon se dio la vuelta y tomó el camino hacia el estacionamiento del aeropuerto, tal vez se tomaría un par de días y después volvería de nuevo a la agencia, el trabajo le ayudaba a mantener su mente ocupada, a olvidarse de su soledad por un tiempo, pero había una razón aún más fuerte y esta tenía que ver con una misteriosa mujer.

- Sé hombre y admite que quieres volver a verla.- se dijo irritado.

Habían pasado dos días desde que se encontraron en Berlín, esta vez no solo lo ayudó a salvar el día, después de terminar su misión, Leon volvió a su hotel y la encontró ahí, de pie junto a la ventana, con una sonrisa en los labios, su pulso se aceleraba a medida que se iba a acercando a ella, casi nunca cruzaban palabras y cuando lo hacían solo era para decirse gracias, sin embargo sus cuerpos se expresaban más libremente, sin secretos y sin ataduras, aún recordaba el suave aroma a lilas de su piel, el brillo en sus ojos oscuros por el deseo, las imágenes de Ada tumbada en su cama, tan bella y misteriosa como siempre lo volvían loco, irritado, se obligó a sí mismo a volver a la realidad.

- ¿Qué tiene Ada que no tengan las demás mujeres con las que has salido?.

Mientras intentaba resolver esa pregunta en su mente, tomó el camino a la salida del aeropuerto, de pronto sintió que algo lo golpeó en las piernas, quizá algún pasajero pasó deprisa con su equipaje sin darse cuenta, el lugar estaba abarrotado por la temporada de vacaciones, bajó la mirada y se encontró con un niño pequeño sentado en el suelo que no paraba de llorar.

- ¿Estás bien amigo?.- dijo Leon tomando al niño por la barbilla- ¿Dónde está tu mamá?.

El niño no dejaba de sollozar, Leon intentó tomar en brazos pero el chico le dio una patada en la rodilla.

- Eso duele.- dijo Leon quejándose.

- Mi papá dice que no hable con extraños.

- Tu padre es un hombre listo.- Leon sacó su placa de la DSO y se la mostró al niño- Soy policía, ¿Quieres que ayude a encontrar a tu mamá?.

- Si.- el niño asintió- Se va a enojar mucho.

- No lo creo, yo hablaré con ella.

- ¿De verdad eres policía?.- preguntó el niño asombrado.

- Algo por el estilo.

- Mi papá es soldado.- El niño le entregó un soldado de juguete- Cuando vuelva vamos a jugar al pelotón.

- Eres un chico afortunado- Leon levantó al niño en brazos- Vamos que tu mamá debe estar preocupada.

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-¡Josh!.- gritaba Claire desesperada.

Claire corría desesperada por los pasillos del aeropuerto intentado encontrar a su sobrino, habían pasado solo diez minutos desde que lo perdió de vista en la cafetería, podía pedir ayuda al personal de seguridad de la terminal, pero eso alertaría a Jill y ya tenía suficiente tensión con el regreso de su esposo, ¿Cómo pudo perder de vista a un pequeño de tres años en lugar como ese?, si su hermano se enteraba de esto jamás volvería a dejarla al cuidado de sus hijos, no quería que dejara de confiar en ella, ya había perdido demasiado en los últimos meses que no soportaría un disgusto de Chris, respiró profundo y siguió su búsqueda.

A lo lejos vio a un hombre que le resultó familiar, solo que su rostro lucía con algunos años más y se notaba cansado, de pronto recordó la tragedia de Raccon City y al policía novato que conoció por accidente.

- ¿Leon?.- dijo sorprendida.

Lo vio con un niño en brazos que de inmediato reconoció como su sobrino, caminó deprisa hasta donde estaban ellos y dijo.

- ¡Josh!.

Claire le arrancó al niño de los brazos a Leon y lo apretó contra su pecho.

- ¡No vuelvas a hacerme esto?.- dijo Claire entre lágrimas- Me diste un susto de muerte, ¿Te imaginas que hubiera pasado si no te logro encontrar?, tus padres se volverían locos.

- Lo siento.- dijo Josh apenado- Mi amigo me dijo que me ayudaría a encontrar a mamá.

- ¿Qué te ha dicho tu padre acerca de hablar con extraños?.- lo reprendió Claire.

- Pero es policía.

Claire se volvió hacia Leon que miraba divertido la escena, ella le devolvió una sonrisa y dijo.

- Gracias.

- Parece que siempre nos encontramos en situaciones complicadas.- dijo él con sarcasmo.

- Es verdad, me alegra que hayas sido tú quien lo encontró.- Claire acarició suavemente la cabeza de Josh mientras este se quedaba dormido.

Leon estaba sorprendido de volverse a encontrar con Claire Redfield, hacía mucho que no tenía noticias de ella, lo último que supo fue que se había convertido en activista en Terra Save, una organización no gubernamental que realizaba acciones en contra del bioterrorismo.

- Tu hijo es un chico muy listo.

- ¿Quién?, ¿Josh?, no, él es mi sobrino, en realidad es hijo de mi hermano Chris.

- Ahora entiendo el parecido con él.

- ¿Conociste a mi hermano?.- inquirió Claire sorprendida.

- Es una larga historia.- dijo Leon con tristeza, aún estaba tratando de asimilar todo lo ocurrido en el ataque en China- ¿Qué te trae por Washington?.

- Llevo algunas semanas viviendo aquí, sabes hay una cafetería aquí en el aeropuerto, me gustaría invitarte a tomar un café por haber encontrado a este pequeño diablillo.

- Me encantaría pero creo lo tendremos que dejar para otra ocasión, parece que el susto dejó agotado a tu sobrino.- dijo Leon mirando al pequeño Josh que dormía plácidamente en los brazos de su tía.

- Está bien.

- Toma.- Leon le entregó una tarjeta- Llámame un día de estos, estaré esperando ese café.

- Claro.- Claire metió la tarjeta en el bolsillo de sus vaqueros- En cuanto tenga tiempo libre yo te llamo, me gustaría charlar contigo y ponernos al día.

- Hasta entonces.- Leon hizo una seña en señal de despedida.

- Adiós.- dijo Claire con una sonrisa y se dirigió a la sala de espera.

Leon miró con curiosidad a Claire marcharse hacia la sala de espera, aún la recordaba a la chica impulsiva y valiente que vio por última vez hace nueve años, ahora lucía más delgada, tenía el cabello más corto y se veía un poco cansada, sin embargo cuando la miró a los ojos, estos ya no tenían ese brillo alegre que alguna vez vio en ellos, quizá estaba pasando por un mal momento y quien sabe, a lo mejor necesitaba un amigo con quien hablar, caminó hacia el estacionamiento y buscó su coche, sin duda esperaría la llamada de Claire Redfield con ansias.