AN: No pensaba escribir una continuación, pero por pedido popular(?) aquí va.


Craig no era alguien que planeaba las cosas para el futuro, en cambio era la clase de persona que decidía las cosas en el momento, llevándose por sus impulsos. Algo así como me 'equivoco ahora y me arrepiento después.'

Tal vez esa sea la razón por la que no pensó en las consecuencias de aceptar 20 tazas de café latte por parte de Tweek.

Tweek.

El simple nombre del barista hacia que las palmas de su manos suden y los dedos de sus pies se doblen de forma rara. Sentía esa molesta sensación, como si serpientes estuvieran dando vueltas por el fondo de su estómago. Aún recordaba la primera vez que entró a la cafetería por simple casualidad y como no sabía nada de café ordenó lo primero que vio en el menú. Cuando recibió la taza no esperaba ver el dibujo blanco entre la bebida negra. Era una flor sencilla pero Craig pensó que era realmente bonita… claro que jamás lo admitiría en voz alta. Le sacó el dedo medio al barista como impulso y se dio cuenta de que este lo miraba atentamente.

Por lo que Craig llegó a la conclusión de que el chico era raro.

Pensó que todo había terminado esa tarde, pero al día siguiente no pudo dejar de pensar en el estúpido rubio con sus ridículos dibujos. Por tonto que sonara nunca nadie había hecho algo así por él, y aunque al inicio llamó su atención ahora no podía dejar de pensar en el rubio.

Al día siguiente se dirigió a Dunkin' Donuts, completamente seguro de que recibir dibujos en las tazas de café era algo normal y que cualquier barista lo hacía. Cuando le entregaron una simple taza de café latte sin ningún dibujo se sonrojó por ningún razón aparente y su corazón empezó a latir con fuerza. Había estado equivocado y ahora no sabía que hacer. Era ridículo, por supuesto que lo era ¡No debería estar tan confundido por una simple flor en un taza de café!

Y aun así volvió a Harbucks por un mes entero.

Nunca pensó que llegaría un día en el que le hablaría al rubio. Mucho menos pensó que el otro lo invitaría a … ¿Qué exactamente? ¿Una cita? ¿Mostrarle dibujos por los quince minutos que duraba su descanso? ¿Tomar café?

Ni siquiera Craig tenía la respuesta.

El descanso de Tweek había terminado hace rato y ahora Craig esperaba para, en sus palabras, acompañar al otro a su casa. El rubio solo se sonrojó y aceptó sin pensarlo dos veces.

Mientras el tiempo pasaba el barista cumplió con lo prometido y cada vez que no había un cliente nuevo preparaba un café latte especial para el pelinegro. Los dibujos trazados cuidadosamente sobre el shot de expreso entretenían a Craig, hasta el punto en que casi no quería tomarlos por pena de arruinar las figuras.

Las primero tres tazas pasaron sin ningún problema, y aunque el pelinegro no era un gran fan de la cafeína igual se tomaba taza tras taza. No podía rechazar la bebida por el simple hecho que no querer decepcionar al rubio.

Para su sexta taza empezaba a sentirse intranquilo. Sus dedos tamborileaban sobre la barra de madera, mientras jugaba con su cabello y miraba a todos lados sin poder concentrarse en algo por más de cinco segundos.

Al tomar la décima taza Craig podía sentir el verdadero efecto de la cafeína. Ahora no solo tenía energía extra pero, como si el café fuera alcohol, destruía con todas sus inhibiciones. Empezó a hablar sin detenerse, desde cosas pequeñas como preguntarle a Tweek cual era su color favorito, hasta algo atrevido como decirle lo mucho que había pensado en él.

No fue hasta la quinceava taza en que las cosas empezaron a cambiar drásticamente. Craig parecía que bailaba en su asiento de lo mucho que se movía; Tweek estaba indeciso entre darle más café o no y sus conversaciones se volvían un poco más… interesantes.

"Quiero besarte."

Tweek dejó caer la bebida que tenía entre manos, sin importarle el desastre que acababa de hacer. Se volteó rápidamente, su cuello quejándose por la brusquedad del movimiento, y observó a Craig como si acabara de sugerir que tuvieran sexo sobre la barra.

Antes de que alguno de los dos pudiera hablar, entró una señora con mucho maquillaje y horribles zapatos. El rubio sonrió forzadamente y estaba por preguntarle que quería tomar cuando la señora se adelantó.

"¡Pero que lindo es tu hermano menor!"

Craig miró a su alrededor por unos segundos sin entender a quien se refería exactamente, pero al ver como ella lo miraba con una sonrisa demasiado grande y tétrica, se dio cuenta que se refería a él mismo. El pelinegro no sabía si ofenderse (la diferencia de edad no era tan grande maldita sea), ignorarla o sacarle el dedo medio.

Tweek decidió por él.

Con enojo gritó un rápido "¡no es mi hermano menor!" antes de inclinarse por encima de la barra y besar al pelinegro.

No fue un beso suave ni rápido. No. Tweek parecía dispuesto a dejar en claro a la señora y todos los presentes sus intenciones con el pelinegro por medio de ese beso.

Craig llevó una tibia mano hacia el cuello de Tweek, asegurándose de mover su cabeza hacia un costado para besarlo sin problemas. Sus labios ligeramente agrietados se sentían perfectos sobre los suyos, y su aliento caliente se mezclaba con el contrario. Las manos del rubio recorrían desde sus brazos hasta llegar a su pecho, acariciándolo con una mano mientras con la otra trata de alzarlo por sobre la barra. El beso en si era raro, algo completamente surreal; como si su mente y cuerpo estuvieran desconectados. Pero al mismo tiempo era lo mas realista que había hecho en mucho tiempo, era húmedo, cálido y excitante. Craig suspiró cuando Tweek empujó su lengua contra la suya y Craig trató de copiar sus movimientos.

Para cuando se separaron la señora había desaparecido y más de la mitad de los clientes tenían sus smartphones en el aire, grabando todo.

Tweek se sonrojó por completo, el color esparciéndose por sus mejillas hasta llegar a la punta de sus orejas. Se dio la vuelta y preparó dos tazas. Una para Craig, con el dibujo de una media luna, y una para él mismo. El pelinegro aceptó la bebida mientras se sentaba correctamente (habiendo terminado por encima de la barra) y se acomodaba su chaqueta.

Cuatro tazas de café después y ambos se encontraban en la parte trasera de Harbucks; Craig apretado contra la pared mientras Tweek besaba su cuello.


Era de noche y el turno de Tweek ya había terminado. El rubio se había encargado de limpiar el lugar después de que el ultimo cliente se había ido, contando el dinero de la caja registradora dos veces y guardando su delantal.

Solo había un ligero problema.

Craig estaba dormido en uno de los sillones del establecimiento, usando los cojines de decoración como almohada y el abrigo grueso de Tweek como manta.

Después de tomar tanto café y recibir toda esa energía extra, el cuerpo del pelinegro había pasado factura. Tal y como si fuera una montaña rusa, llegó un momento en que Craig dejó de moverse tanto. Pronto paró de hablar y para cuando Tweek se dio cuenta el pelinegro ya estaba dormido. El barista suspiró cansado, después de todo conocía perfectamente los efectos de la cafeína.

Aparte, Craig se veía adorable mientras dormía.

Algo que jamás se atrevería a decirle al otro, y con una sonrisa traviesa apagó la ultima luz del establecimiento.