DISCLAIMER: Shingeky no kyojin NO me pertenece. Es de Hajime Isayama
¡¿DÓNDE ESTÁ MI PI...?!
"Resolución"
Como buen científico, Hanji Zoe sabía que todo tenía una razón de ser, incluso el impresionante cambio de sexo del sargento Rivaille. Se estuvo partiendo la cabeza desde que su amigo le pidió encontrar una solución, sin embargo era evidente que estaba pasando por alto un dato demasiado importante. Se negaba a creer rotundamente que aquello se tratase de magia, ¡simplemente no podía ser!
Resolvió por pedirle ayuda a Armin. ¡Dos cabezas brillantes piensan mejor que una! Estaba segura que el inglés le ayudaría a investigar todo lo que había hecho Rivaille el día anterior a ser… transformado.
—La última vez que lo vi como hombre fue antes de irme a dormir… tomó el libro que Eren sacó de la biblioteca y al otro día ya era mujer.
¡Oh por María, Rose y Sina! Se negó a creerlo, ¿pero qué tal si…?
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Rivaille tuvo que admitir que hacía muchísimo tiempo que no dormía tan bien. No era la primera vez que despertaba abrazado… abrazada a Eren, pero sí era la primera vez que despertaba sabiendo que en efecto, el mocoso le quería. Como su buena acción del año, optó por dejarlo durmiendo un poco más, en tanto él, con sigilo, caminó hasta su habitación; necesitaba una ducha y ropa limpia, más le valía a la estúpida de Hanji haberle dejado una muda que pudiera usar o definitivamente comenzaría la mañana dando palizas.
Hizo una mueca al verse nuevamente enfrentado al sujetador… Eren debía ser más estúpido de lo que jamás creyó, ¡no era tan difícil sacar el broche! Dejó sus pensamientos de lado y vio la peineta que Christa le había pasado… ¿o había sido Petra? Le restó importancia y comenzó a cepillar la pobre mata azabache que el día anterior se había encargado cruelmente de matar. Se vio en el espejo y suspiró… simplemente ya no podía hacer más, se dio ánimos y caminó hasta el comedor.
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¿Había dicho que iniciaría el día con una paliza a Hanji si no le tenía ropa limpia? Bueno, tal no había sido el caso, aunque de todas formas le pateó la espalda ante semejante estupidez dictada por la loca científica.
—Es verdad, Rivaille… el libro te convirtió en mujer. Fue magia.
Ignoró completamente a la mujer desmayada en el suelo -por su culpa- y avanzó para sentarse y tomar su desayuno, porque sí, toda la legión de reconocimiento había escuchado el disparate de Zoe. Los murmullos no tardaron en hacerse presentes y aunque el soldado más fuerte de la humanidad congeló a todos con su fría mirada, las muecas incómodas difícilmente cesaron.
A pesar que había pasado apenas un día desde que tenía su nuevo cuerpo, apenas eso había bastado para acostumbrarse nuevamente a usar el equipo de maniobras. Los soldados estaban impresionados, definitivamente ni cambiar de sexo haría de Rivaille una persona débil. Aquella mañana de entrenamiento pudo fanfarronear delante de todos… no que siempre lo hiciera, pero quería dejar más que en claro que nada era impedimento para él. NADA.
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Fue víctima de un nuevo ataque de rabia cuando, al entrar a su habitación, vio está completamente desordenada. El dichoso libro que la loca Zoe había dicho le había transformado ya no estaba así que no tardó en atar cabos y suponer acertadamente que ella lo había tomado. Con paso firme caminó hasta el laboratorio, sin embargo antes de comenzar a gritar, la científico le tapó la boca con la mano. ¡¿Cómo se atrevía?! Obvio que le mordió para que le dejara en paz.
—Eso no fue amable, Riv.
—Debería matarte, maldita loca —escupió con indiferencia. Se acomodó el elegante pañuelo amarrado a su cuello y miró a Hanji con una mueca cansina. —Vas a limpiar el piso de mi habitación con la lengua hasta que las piedras brillen, ¿me escuchaste?
—Sí, sí, sí —musitó, restándole importancia. Avanzó con el dichoso libro que tantos problemas había causado y señaló con el dedo un extraño rezo que le pidió a Rivaille leer en voz alta.
Y bueno, no tenía nada que perder. Cuando al día siguiente, Hanji viera que aquello no había funcionado, se dejaría de estupideces y comenzaría por fin a buscar una solución real a su problema.
Aquella noche no fue con Eren. Le había visto trabajar mucho a lo largo del día y bueno, debía descansar. Era su segunda obra buena… ¡del día! Debía estar convirtiéndose en un maldito santo o algo así.
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Hubiera mentido si decía que no albergaba la esperanza de despertar con su cuerpo. Se quedó mirando el techo, aún en la oscuridad de su habitación. Poco tiempo después el sol comenzó a salir, sin embargo Rivaille decidió quedarse en su cama. No faltó mucho para que hasta el mismísimo Erwin tocara la puerta, inquiriendo si estaba bien. Tal y como con los otros chismosos que se habían atrevido a golpear, se limitó a gruñir y decir que se había tomado el día.
Al medio día, Petra le llevó comida. La cena se la suministró Christa, pero al igual que con el almuerzo, no tocó el plato. No podía evitarlo, realmente se había deprimido al solo pensar que se quedaría así para siempre. Un nuevo repiqueteo en la puerta lo sacó de sus cavilaciones… ya era hora de dormir, bueno, el no lo haría, pero supuso que ya todos debían estar preparándose para ello.
—Disculpe, sargento…
Esa voz. No podía no conocerla. Se mantuvo en silencio mientras escuchaba las torpes y nerviosas palabras de Eren. Dio media vuelta en la cama para así ver a su subordinado y simplemente lo contempló; le dio sonrojarse y ponerse más nervioso… aquello le causó gracia, aunque disimuló perfectamente su burla.
—Hanji parecía muy triste porque lo que hizo no funcionó para volverlo a la normalidad… supuse que usted también estaba deprimi…
—Cierra la boca, mocoso.
—Sargento —se apresuró a decir, dejando de lado su nerviosismo. —Lo que le dije la otra noche es verdad… yo lo quiero, sargento —hizo una pausa. —Independiente de cómo luzca… —se acostumbraría, iba a dar todo de sí para hacerlo porque realmente quería a Rivaille. Al no escuchar respuesta de su parte, dispuso a dar media vuelta e irse, sin embargo…
—Quédate.
Eren abrió tanto los ojos que creyó que estos saldrían de sus cuencas. Asombrado, miró al sargento, aún incrédulo por lo que le había pedido.
—Sa-sargento…
Rivaille le ignoró. Se puso de pie para cerrar la puerta con llave y miró a la esperanza de la humanidad al pasar a su lado; sabía que estaba rompiendo las reglas al hacer dormir a Eren en la parte superior del castillo, pero por una noche no pasaría nada. Además, ni Erwin ni nadie debía enterarse.
—Ve a bañarte —ordenó. Esbozó una leve sonrisa al ver correr al chico titán al baño. En tanto él volvió a la cama y perdió una vez más la vista en el techo… le costaba la idea de acostumbrarse a ser mujer, pero al menos el mocoso no lo rechazaba.
Eso le alegró.
El ruido de la puerta siendo abierta le hizo bajar la vista. Diferente a otros días, no se sintió especialmente "templado" al ver al soldado sólo con una toalla anudada a la cintura. Se corrió en la cama, para darle espacio y frunció el ceño al ver que Jaeger no hacía nada.
—Ven aquí de una maldita vez.
Nuevamente le dio risa el modo en que el ojiverde actuó. Esperó a que se acomodara en la cama y se acurrucó en su pecho. Odió admitirlo, pero se sentía mal, sin embargo la presencia del mocoso de cierta forma le alegraba. Cerró los ojos y dispuso a dormir. No tenía sueño, pero al menos procuraría descansar.
Sonrió cuando sintió los brazos de Eren alrededor de su cuerpo… y se permitió sonreír sólo porque el menor no podía verlo.
A la mañana siguiente, despertó, al igual que hace unos días, sintiéndose muchísimo más relajado que otras veces. Se estiró en la cama y miró a su amante. Suspiró y se dirigió al baño… el día anterior no se había duchado, ¡se sentía por más asqueroso! Dejó corriendo el agua y se quitó la camiseta que usaba como pijama desde que había cambiado su cuerpo. Cerró los ojos y se metió bajo el chorro, tomando a tientas la esponja que siempre dejaba en el mismo lugar. Suspiró al pensar en lavar sus… senos, pero no había de otra. Bajó la mano por su torso y nuevamente sobresaltó, pero esta vez al no sentir nada. Abrió los ojos y vio su pecho plano y algo entre sus piernas. Quedó perplejo. Se tomó un par de minutos antes de asumir que había vuelto a la normalidad. Terminó de lavarse y salió del baño con una sonrisa de suficiencia. Vio a Eren aún durmiendo en su cama y lo empujó de esta, despertándolo abruptamente.
—Amaneció hace mucho, mocoso. Vístete y ve a limpiar el establo antes del desayuno —habló en tanto buscaba por fin su ropa en el clóset. Era simplemente un uniforme, pero se sentía muchísimo más feliz y tranquilo de deshacerse por fin de la máquina de torturas "aloca" mujeres. Apenas y sintió cuando Eren salió de la habitación… su felicidad lo tenía distraído o efectivamente el mocoso se había vestido en un segundo.
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Cuando bajó a desayunar, alcanzó a escuchar al tonto cara de caballo decir que ojalá la sargento Rivaille bajara a desayunar, pues apenas un día le había hecho extrañar las sugerentes curvas de sus superior. El hombre más fuerte de la humanidad enterró el rostro de Jean en la sopa caliente que había para desayunar y se sentó en el puesto de siempre. Nuevamente los cuchicheos no se hicieron esperar, aunque ahora los dejó ser… estaba de buen humor, sin embargo eso no libraría a sus subordinados de un extenuante entrenamiento.
Vio a Eren entrar de último en el comedor… el establo ya debía estar limpio. Sin que nadie se diera cuenta, le sonrió, provocando el sonrojo inmediato en el adolescente.
—Los haré entrenar hasta que se desmayen… pobre del que finja uno, porque lo patearé hasta que de verdad pierda el conocimiento.
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Me demoré como mil años, ya sé. El final... ugh, creo que podría ser mejor, pero era el que tenía pensado desde el principio así que me apegué a la idea original. Gracias por todos sus reviews, ¡los aprecio mucho en verdad!
¡Saludos!