Los personajes no me pertenecen y solo los tomo prestados, sin fines de lucro. Creaciones originales de Masashi Kishimoto.

Idea nacida de cierto rumores –que no diré por el momento– que circulan por ahí.

Inoshishi

Por Tlacuilo

Capítulo I

El sonido de las cigarras indicaba que sería un día muy caluroso. El niño que dormía con las mantas enredadas en los pies y con todo el cuerpo descubierto se removió sin despertar, la puerta se abrió y el intruso caminó con sigilo hasta la cama de este, se acercó a la cara del niño y sopló sobre uno de sus oídos, el pequeño movió su mano, pero siguió durmiendo.

–Sasuke… –susurró el intruso en el oído del dormido.– Sasuke… –luego levantó más la voz y dijo– Lástima tendré que ir a cazar a Inoshishi, solo.

–No…

–Me voy.

Los ojitos negros parpadearon y la voz adormilada se escuchó.

–No aniki… yo voy…

Itachi sonrió y alzó en brazos a su hermanito para llevarlo al baño y que este terminara de despertar con una ducha. Estaba a punto de bañarlo, cuando la voz de su padre se escuchó llamarlo y tuvo que dejar que Sasuke se aseara solo. Itachi llegó hasta donde su padre leía el periódico y se sentó para desayunar, su madre ya estaba sirviendo.

–¿Y Sasuke?

–Ya viene padre.

–Si no es disciplinado al levantarse temprano, nunca llegara a ser un buen shinobi.

–Se está bañando. –defendió Itachi.

Fugaku dejó el diario y miró a su primogénito.

–Y si sigues buscando excusas para su comportamiento eso no mejorara.

Los pasos de Sasuke en el pasillo se escucharon y la familia Uchiha se dispuso a desayunar. Sasuke llegó y saludó cortés y se dispuso a acompañar a su familia. Más tarde Itachi se acomodaba las sandalias, mientras un inquieto Sasuke ya lo esperaba en la puerta listo. Fugaku los miraba con los brazos cruzados y le recordó al menor.

–Obedece a tu hermano y no cometas errores.

Itachi no agregó nada, pero apretó los puños, por esos comentarios Fugaku impedía que Sasuke desarrollará confianza. El mayor de los hermanos se apresuró para salir de inmediato fuera de la vista de halcón de su padre y se encaminó al bosque con Sasuke a su lado, que sonreía cada vez más, conforme se alejaban de su casa e iban por las calles del barrio oyendo los saludos de sus parientes. Sasuke admiraba a Itachi y miraba embelesado como este era admirado también por todos los Uchiha.

Llegaron a su destino poco después de mediodía e Itachi analizó el terreno y poco después se acercó a Sasuke y le explicó la estrategia a seguir, Sasuke asentía y apretaba en sus pequeñas manos el arco que portaba.

–¿Entendiste otouto?

–Si aniki.

El enorme animal estaba llegando e Itachi saltó para atacarlo por arriba mientras Sasuke apuntaba con su arma y disparaba, el moreno mayor cayó detrás del Jabalí y estaba por atacarlo al notar que sus cálculos habían fallado por unos centímetros, sin embargo fue suficiente para que el animal se lanzara enfurecido contra su atacante: el niño que disparó con su arco sin éxito. Al sentir la inminente embestida de la presa –que se convirtió en cazador–, Itachi corrió veloz y asestó el golpe en la espalda del mamífero, fue un corte limpio que hizo trastrabillar al animal. Itachi siguió lanzando golpes, hasta que el animal ya no se movió y el moreno mayor pudo recuperar su autocontrol, buscando a su hermano llamándolo para constatar que estaba bien… un quejido hizo que el corazón del mayor casi se detuviera. Cerca de donde el jabalí había caído, el cuerpo de Sasuke se encontraba demasiada cerca de hocico del animal y el de ojeras rogó por que la sangre que rodeaba a su hermano fuera de la presa muerta. Itachi caminó inseguro hasta el menor y lo tocó sacando un gemido de este.

–¡Sasu…! ¡Sasu-chan!

Itachi movió al menor y por fin la horrible realidad quedó descubierta, el animal había atravesado al menor con su colmillos dejándolo herido de gravedad. Sasuke había corrido, pero no lo había hecho a tiempo y ahora su espalda estaba atravesada. Itachi mandó un cuervo a sus padres y a los médicos del barrio, pocos minutos más tarde un equipo de médicos se encargaba de desclavar al menor de los colmillos de animal muerto y en cuanto estuvo libre, fue trasladado al hospital de Konoha. Fugaku, Mikoto e Itachi corrieron hasta este lugar y ahí vieron como ingresaban al menor a cirugía. Los tres pelinegros esperaron a que los médicos les dieran alguna noticia, en lo que Itachi les explicaba a sus padres lo que había sucedido. Mikoto consoló a su hijo mayor, pues nunca lo había visto tan alterado.

–Fue un accidente Itachi, no debes de culparte.

Fugaku exhaló y agregó.

–No debí permitirle ir contigo, no estaba preparado.

El primogénito se quedó callado rogando porque su hermanito viviera. No podía estar ahí no con sus padres angustiados, se sentía culpable a pesar de las pablaras de su madre. Itachi se paró y salió corriendo del lugar, deseaba llorar, gritar desahogarse y no podía hacerlo frente a sus padres, sobre todo frente a Fugaku que le reñiría por esa muestra de debilidad, pero en ese momento lo que menos le importaba al Uchiha de coleta, eran las apariencias. Su hermano, su sol, su bebé estaba luchando por su vida y él se sentía inútil por no poder hacer nada por este. Su carrera lo llevó por inercia hasta el lugar preferido de Sasuke, el lago. Caminó por el pequeño muelle hasta la orilla y ahí se desplomó llorando.

Naruto caminaba a su pequeño departamento era tarde, pero no es como si alguien se preocupara por su tardanza, nadie lo esperaba y por eso prefería pasear por las calles aunque a veces los aldeanos lo trataran mal y se alejaran de él como si fuese un monstruo. El rubito siguió su camino y al enfocar la vista al frente vio la figura encorvada de una persona llorando. El niño se quedó parado preguntándose si era buena idea acercarse o como siempre terminaría siendo insultado o ignorado, pero lo que determinó su decisión fue reconocer a esa persona, lo conocía de vista cundo llevaba a su hermano a la academia y hasta él sabía que la gente lo miraba con admiración, por eso le pareció extraño que alguien tan importante y popular, llorara y más siendo ya mayor. Naruto sabía lo que era llorar sin nadie que lo consolara y en su corazoncito sintió que no debía dejar que ese chico pasara por eso. Con pasos tímidos se fue acercando y al estar a la espalda del joven preguntó:

–¿Por qué lloras? ¿Te duele algo? ¿Te dijeron cosas feas?

Itachi alzó la vista que estaba anegada de lágrimas y miró a su interlocutor. Los ojos azules brillaron de curiosidad, pero muy alejada de lo malsano, si no llenos de preocupación. La figura, la edad, le hicieron recordar… El Uchiha dejó escapar un lamento y se cubrió la cara. Naruto se asustó un poco, pero no se echó para atrás, muy por el contrario se pegó al joven y lo abrazó.

–Ya, ya no llores…

Itachi no se alejó de aquel gesto desinteresado buscando consuelo, abrazó de regreso el cuerpecito del niño, ese niño que tendría la misma edad que su amado otouto. Después de unos minutos el llanto fue cesando y el mayor soltó al niño aún limpiándose los ojos, lo miró y sonrió.

–Gracias lo necesitaba.

–¿Por qué llorabas?

–… Mi hermano sufrió un accidente.

Naruto asintió y rascándose la nuca en gesto de nervios, aseguró.

–Ya verás que se pondrá bien.

–Eso espero… ¿y tú eres?

–Naruto… Uzumazaki Naruto.

Itachi sonrió y eso fue una gran sorpresa para el rubio que temía que el joven lo echara de su lado al saber su nombre, pero al ver que esto no sucedió, sonrió radiantemente. Itachi se incorporó, se acomodó la ropa y trató de borrar cualquier señal de llanto.

–Debo irme.

El rubio no dijo nada, más lamentaba que ese chico tuviese que irse, pues era una de las poquísimos personas que no lo habían tratado como apestado.

–Ah… nos vemos.

Itachi se alejó, pero regresó sobre sus pasos y alborotó el cabello del rubio.

–Gracias, te debo un helado.

Naruto asintió feliz, deseaba creer en esa promesa. Estaba consciente que tal vez… ¿Cómo se llamaba? Se preguntó el rubio. Naruto corrió y alcanzó al mayor.

–¿Cómo te llamas?

–Uchiha… Itachi Uchiha. Nos vemos.

Naruto vio alejarse a… Itachi y deseó que el hermano de este estuviese bien, pero también deseó y con todas sus fuerzas que Itachi cumpliera su promesa de volver a verse.

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Itachi llegó al hospital y se mostró donde sus padres esperaban noticias. Unas horas más tarde uno de los médicos salió, aun quitándose el cubre bocas.

–Fugaku, Mikoto. –Era un poblador del barrio por eso la familiaridad– Está fuera de peligro. –Los tres Uchiha exhalaron aliviados, pero el rostro adusto del médico no les permitió relajarse– El colmillo atravesó su columna vertebral… él… quedara paralitico.

La noticia dejó inmóviles a los oyentes, hasta que Mikoto cayó hincada sollozando, pues todos en ese lugar sabían lo que significaba tal noticia, que Sasuke no tendrían una vida normal, que las posibilidades de ser un shinobi eran nulas y que toda su vida se la pasarían en una silla de ruedas. Era solo un niño y ya tenían que enfrentar tan dura prueba. Los Uchiha eran los llamados Sensō no Ichizoku* y ser shinobi era como respirar para ellos, sin esa oportunidad ¡¿Cómo podría sobrevivir Sasuke sin desmoronarse?! Itachi tuvo que recargarse en una pared por la que fue resbalando hasta quedar sentado en el piso. Fugaku carraspeó tratando de pasar ese nudo en su garganta y preguntó:

–¿Podemos verlo?

–Estás en recuperación, pero en una hora será trasladado a su habitación.

–Basta no podemos permitirnos ponernos de este modo, él nos necesita fuertes. –regañó a Mikoto e Itachi.

Los Uchiha esperaron la hora que se les pidió y pasada entraron a la habitación que el habían asignado a Sasuke. Este parecía dormir sin mostrar que estuviese herido. Mikoto se acercó a la cama y acarició las hebras negras con reflejo azules. Itachi le siguió, pero del otro lado y ahí tomó la mano de su hermano y la acarició. Fugaku permaneció ecuánime, sin embargo su semblante alicaído era clara muestra de lo que sufría por la suerte de su pequeño.

Sasuke tardo más de un día en despertar y cuando lo hizo al ver a su familia reunida ahí no supo el motivo, luego los recuerdos regresaron y apretó las mantas sintiendo de nuevo el miedo que le causó el ataque embravecido de Inoshishi. Mikoto corrió hasta su hijo y lo besó. Itachi se quedó rezagado, aún luchando por mantener la culpa lejos de su corazón, siendo algo casi imposible. Fugaku preguntó desde la silla que ocupaba.

–¿Cómo te sientes Sasuke?

El niño respondió temiendo por el regaño que sabía llegaría –por su fallo en una misión– por parte de su progenitor.

–Bien… padre. –Y se apresuró a agregar– Lo siento aniki.

Itachi se quedó callado por un momento y solo atinó a decir.

–No otouto, perdóname tú a mí. Cometí un error.

–¡Tú nunca te equivocas aniki!

–Si lo hago y está vez fue la peor…

Fugaku puso una mano sobre el hombro de su primogénito para callarlo y luego se levantó para ira junto a Mikoto y a Sasuke.

–Sasuke debes saber algo…

El patriarca Uchiha explicó la situación y cuando concluyó Sasuke lo miraba con la boca abierta.

–¿No… podré mover… las piernas?

–No.

–¿Y cuándo me curaré?

–Sasuke… eso no tiene cura.

–Pero ¿y como iré a la academia?

Con cada pregunta del morenito, Itachi se hundía más en la desesperación deseando dar su vida por que su hermano no estuviera pasando por eso. Sasuke pareció entender o simplemente se cansó de tantas negativas, que terminó por acurrucarse en las mantas y llorar quedito. Mikoto lo abrazó y estuvo susurrándole palabras de consuelo.

Los días pasaron y el pequeño se hundió en un mutismo que ni su adorado hermano mayor pudo desaparecer. La habitación se fue llenado de sus juguetes favoritos, sin embargo el niño los ignoraba como todo lo que sucedía a su alrededor. Los pensamiento de Sasuke oscilaban entre la tristeza, el enojo y la vergüenza, pues desde que tenía uso de razón siempre deseó ser un shinobi, pero no como cualquiera si no como su héroe Itachi, más sus sueños se habían desvanecido como su alegría y de eso no parecía recuperarse por más esfuerzos que el mismo también intentara, pues una a una las cosas que ya no podría hacer iban llenando su mente hundiéndolo en la desesperanza.

El día que el dieron de alta fue llevado en brazos por su padre y el barrio le pereció ajeno más que nunca, si antes su eterna comparación con su hermano le llenaba de frustración ahora con lo que era, la diferencia era abismal, pues el solo sería un inútil comparado con su perfecto hermano mayor.

–Mira Sasuke, la tienda de pan hizo de tus favoritos. –señaló Itachi.

El niño se recargó en el hombro de su padre diciendo:

–No tengo hambre, aniki… gracias.

Itachi hacia esfuerzos sobre humanos para traer de nuevo al Sasu-chan que sonreía o se enfurruñaba, pero todos fracasaban, sintiendo que su hermano lo odiaba como se odiaba él mismo. Nada más lejos de la realidad, pues Sasuke culpaba a su falta de pericia por lo que había sucedido.

Al llegar a la casa el menor fue llevado hasta su habitación y sin que hubiese un mínimo cambio de actitud. Los tres mayores lo dejaron solo para que descansara y ellos se reunieron en la sala donde Fugaku reprendió a Itachi:

–Llevas mucho tiempo inactivo, no es bueno que dejes de lado las misiones.

–Ahora Sasuke me necesita.

–No eres medico Itachi y él tiene a su madre. Quiero que te presentes para que te asignen una misión.

–Pero…

–No pregunto, te ordeno.

Itachi apretó los puños y respondió:

–Si padre.

–Ahora.

El primogénito se levantó dirigiéndose a la salida, pero a último momento y evitando que sus padres lo vieran fue hasta la habitación de Sasuke. Entró y vio que este no dormía.

–Hola.

–…

–Saldré de misión, pediré una corta para no dejarte mucho tiem…

–No te preocupes por mí aniki, el trabajo de un shinobi no debe olvidarse por nada ni nadie.

–¿Quién lo dice?

–Todos.

Itachi se cruzó de brazos y suspiró abatido se acercó a la ventana y de ahí se despidió:

–Nos vemos Sasuke.

–Adiós aniki.

*Clan de la guerra.

Hola de nuevo y para que no me extrañen –soñar no cuesta nada– les traigo otro fic, duración… aún no lo decido y parejas… ¡Eh, que si les digo adelantaría el final! –los que me conocen ya sospecharan jejeje