Confesión.
Disclaimer: FMA no es mío, ni su anime, ni el manga, ni OVAs ni nada. Ya saben, todo es propiedad de Hiromu Arakawa.
Tabla Edwin #99
Edward estaba parado dentro de la cocina en plena madrugada un día miércoles pensando en su vida. Era inusual encontrarlo tan tarde, pero no lo era cuando la causa de su desvelo era una idea que rebotaba en su cabeza incapaz de ser domada. El muchacho bebió su cuarto vaso de agua de la noche y se despeinó el flequillo tratando de aclarar sus pensamientos sin resultado favorable.
Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y echó la cabeza hacia atrás. Estaba cansado pero no podía lograr dormirse. A veces la mente no dejaba a su cuerpo descansar.
Winry no dejaba de darle vueltas en la cabeza y él no tenía ni idea de cómo frenarla. Hasta que no tomara una resolución el problema no lo dejaría en paz.
¿Cómo podía decírselo sin parecer un completo idiota frente a ella? ¿Por qué no había podido decirle ese día en la estación de trenes que la amaba en lugar de proponerle matrimonio de modo tan poco ortodoxo? Seriamente, era un caso absurdo ser tan inteligente y tan poco elocuente.
Debió comprar un anillo y decírselo de frente de una vez, pero había dudado demasiado frente a la tienda y no lo había hecho porque al final se acabó el tiempo para hacerlo y debía tomar el tren para ir a casa, con ella.
De eso ya habían pasado varios días y no podía parar de pensar que necesitaba dejar en claro las cosas con ella y finalmente ponerle un título a todo aquello que ellos dos eran. Después de todo, él la amaba. Nunca se lo había dicho propiamente, le había murmurado quedamente "te quiero" pero nunca había usado el verbo amar porque le intimidaba. Pero ya debía dejar esa tontería atrás.
Se levantó y decidido atravesó toda la casa hasta el cuarto de la mecánica metiéndose en él a hurtadillas. Una vez sentado en la cama con ella, levantándose tras ser despertaba súbitamente por Edward, el valor se le fue a los pies.
Winry lo observó allí quieto, estático, sin mover ni un parpado y comprendió de inmediato que él estaba congelado frente a ella. Era tonto, y aunque quería reclamarle y lanzarlo fuera de su cuarto hizo todo lo contrario a ello. Le hizo un lugar en su cama y abrió las sábanas para él.
—Deja las interrupciones nocturnas para mañana, que estoy cansada. — Bromeó — Entra, antes que te eche de aquí a patadas.
Edward dudó pero terminó accediendo y cuando ella se acomodó a su lado dándole la espalda finalmente confesó;
—Te amo.
Winry se sonrojó debajo de las mantas.
—Yo también te amo, Ed.
Ambos quedaron en un silencio denso, porque las palabras les picaban en los labios. Las confesiones siempre eran difíciles para ellos.
—¿No cambiaste de opinión… cierto? Es decir, dos años es mucho. — Abordó el tema.
Winry se giró en la cama para mirarlo entre la penumbra. Sonriente colocó una mano sobre la mejilla masculina frotando las yemas de sus dedos contra la barba que comenzaba a crecerle nuevamente. Luego lo abofeteó suavemente, sin ánimo alguno de dañarlo, tratando de disimular una caricia tímida.
—¿Sobre qué? — Dijo, haciéndose la desentendida.
—Sobre… el intercambio equivalente— Murmuró avergonzado. — Tu vida, a cambio de la mía.
Winry le besó suavemente y agradeció a la oscuridad por ocultar su bochorno.
—No, sigo pensando igual. — Expresó.
Las confesiones que tanto tiempo se habían guardado finalmente eran expresadas en voz alta. El joven contuvo un suspiro de alivio y le devolvió el beso.
—Que bien. — Expresó, acariciando sus pómulos.
— Que bien. — Repitió ella, contenta.