Mientras caminaba por las pequeñas avenidas que lo llevaban a casa, el sol lo iluminaba con cuidado de cualquier tipo de ataque que el viento estuviese dispuesto a hacer. Pero en la mente de Peeta solo podía pasar una cosa… Su futuro.

Por su mente casi nunca cruzaba la idea de algún tipo de futuro debido a su incierta situación, pero lo cierto era que en ese momento se lo había planteado como nunca, su mente gritaba y formaba mil y tres fantasías de un futuro con Katniss, sin importar lo rara que había sido su historia, su personalidad o todo el misterio que se encerraba en ella, él quería un futuro a su lado sin importar nada.

Pero el viento ágil como sólo él sabe, logró esquivar al sol y lo golpeó de una manera que lo trajo de nuevo a la realidad.

"Que estúpido" se pensó cuando cruzo el umbral de su puerta, y la muerte comenzó a rondar de nuevo todo a su alrededor, el lúgubre pasillo que lo llevaba a lo que convertía incierto su futuro lo aguardaba como todas las tardes desde hacía meses. No habían mil y tres futuros con Katniss, el sólo tenía uno.

Pero antes de cruzar la puerta del futuro cierto que tenía, abrió su cuadernillo, y lo hojeo pensando en que ella también lo había hojeado, en que las marcas de sus dedos pudieran unirse a los de él, y simular en una tonta fantasía que estaban tomados de las manos. Lo hojeo hasta el final de la página, en donde en letras brillantes y doradas la dirección de Katniss lo llamaba…

IV

Su cuerpo se electrizaba ante el simple recuerdo de su mirada, aunque había perdido el brillo que tanto la había enamorado, sabía que él estaba ahí, escondido, esperando de nuevo a que ella lo conjurara, aunque en cierto modo temía de sus sentimientos evasivos. Temía lo que pudiese estar pasando por su cabeza cuando ella le había contado tal historia.

Como todas las mañanas había encontrado algo nuevo –que al mismo tiempo era algo viejo- en su cuerpo, una arruga nueva, una mancha, y lo que más le asustaba, un dolor nuevo.

Se miraba en el espejo durante una hora, y comenzaba a pensar en cuantas vidas había vivido, cuanto tiempo había robado al mismo tiempo, y se preguntaba ¿cuándo se vengaría de ella?

Mientras se hacía todas aquellas preguntas, se escuchaban los golpes furiosos del viento contra su ventana, y ella cansada de negarle su amor intentaba ignorarlo. El sol por otro lado la llamaba con calidez y entendía todo aquello que ella decía, entendía su desesperación y en su intento por calmar la preocupación, intentaba proteger a diario al rubio que no había vuelto a ver desde hacía varias semanas.

Por la ventana observaba a la espera de que el llegara, pero de nuevo las semanas pasaron sin que hubiese indicio de su presencia, y desesperada por primera vez, sintió algo caer de sus ojos a sus mejillas, y asustada toco para comprobar que aquello eran lágrimas de desamor.

V

Habían pasado semanas desde que había encontrado la dirección en su pequeño cuadernillo, e indeciso miraba directamente a la puerta de lo que lo hacía no tener futuro con ella, observaba y al mismo tiempo lloraba por su ausencia, la ausencia de sus ojos grises, y de su cabello castaño. Lloraba el hecho de que la amaba, y sabía que ella no podría ser suya.

Busco en aquellos libros que su abuelo le había escrito, intentando encontrar su historia. "Tal vez sea un embrujo" pensaba para sí mismo en un fallido intento de consuelo, y después de varios días finalmente encontró aquel libro que cuando era pequeño leía con entusiasmo.

"El viento siempre la había amado, desde que vio el mundo por primera vez, desde que ella tuvo la capacidad de sentir. Pero el viento no siempre fue viento, el ser invisible e intangible era un castigo, un castigo que el padre de ella le había impuesto por atreverse a enamorarse de ella siendo tan joven. Su castigo era vagar por el mundo, sin que ella pudiese tocarlo o mirarlo, para ella el sería completamente invisible.

Pero ella sabía de su existencia, porque a pesar de ser solamente una brisa, o una ráfaga, el viento tenía sentimientos, sentimientos que ella siempre podía escuchar, podía escuchar el amor eterno que le profesaba, la emoción cuando hablaba con él, la excitación de poder verla desnuda, y los celos que sentía al verla con otros hombres aprovechando su belleza.

El sol por otro lado, era su pequeño confidente, por lo que se había convertido en un enemigo del viento, el viento lo odiaba por poder abrazarla y darle el calor que le daba, la quería solo para él, y en sus celos provocaba tornados y tormentas…"

Peeta sonrió un poco, se le antojaba falso todo aquello que estaba leyendo, pero recordó las palabras de ella, y lo fuerte que el viento lo había empujado, todo aquello no hacía más que confundirlo, quería saber aún más de ella, la curiosidad por saber quién era realmente le carcomía. Quería escuchar sus historias…

-Señor Mellark –Delly, su enfermera, interrumpió sus pensamientos.

La miró con cierto temor, como la venía mirando desde hacía algunos meses siempre que quería hablar con él a solas, o alejados de la habitación.

-¿Qué pasa?

Escucho atentamente a todo lo que la mujer le decía, y para cuando termino de hablar oía pero ya no escuchaba, veía sin observar, y sabía que si no buscaba a Katniss en aquel momento, después todo se convertiría en tragedia, y en su interior sabía que lo único que sería capaz de consolarlo sería la voz de Katniss.

Miró a la enfermera, y miró por última vez la última hoja de su cuadernillo.

Mientras caminaba por las calles, comenzaba a reconocerlo todo, hasta que finalmente, sin saber muy bien cómo, estaba frente a una enorme puerta blanca, con el número que estaba escrito en su cuadernillo.

Sin siquiera haber tocado, Katniss abrió la puerta, y lo abrazó sincera.

-He escuchado tu agonía desde dos calles atrás.

Se quedó inmóvil, no correspondió el abrazo durante unos minutos, sin entender que pasaba. Hasta que finalmente desfalleció en sus brazos.

-¿Cómo me has encontrado?

Pregunto ella, después de que él se tranquilizara un poco.

-Escribiste tu dirección en mi cuadernillo –respondió el, como si aquello fuese lo más obvio del mundo.

Pero Katniss lo observo confundida.

-Yo no he escrito nada.

-¿Cómo? Si yo lo…

-Muéstrame el cuadernillo.

Peeta busco la última hoja, pero no encontró ninguna dirección escrita, busco como si la hoja se hubiese caído en ese instante, y miro a Katniss asustado.

-¿Cómo…?-

Ella se acercó a él, tomo su rostro entre sus manos, y sintió su desesperación, sintió su tristeza a través de su aliento, y quiso ayudarlo en ese momento, absorber aquella tristeza y tomarla como suya, ayudarlo para que aquella carga no se hiciese más grande, y sabía que podía hacerlo, pero conocía también las consecuencias de aquello.

-Es tu deseo –dijo mientras tomaba el aliento de él como propio –tus ganas de volver a verme han sido las que te han ayudado a encontrarme.

Peeta sintió el deseo, y sintió como aquella pena que lo calaba se aligeraba en cuanto ella acercaba su rostro cada vez más. Sintió su aliento contra su rostro, y la pena desapareció por unos instantes, y entonces Katniss reclamo la boca del rubio como suya, y mientras la reclamaba, y relamía sus labios, reclamaba también sus penas y quejas, mientras mordía su labio volvía la tristeza como suya, y mientras sus cuerpos comenzaban a unirse como uno, todo por primera vez para ella, se volvió un silencio.

Mientras sus manos se aventuraban a descubrir cada curva y cada centímetro de piel, su mente estaba en blanco ante tanta belleza, sus pechos eran las montañas que él siempre hubiese querido escalar, y acariciaba su intimidad como quien acaricia un pétalo de flores. Relamía sus labios al escucharla gemir su nombre, y sentía su propia dureza al verla desnuda y perfecta.

Pero ella no escuchaba absolutamente nada, lo cual lo volvía todo aún más perfecto. Por primera vez solo sentía, y sentía una excitación que se combinaba con el amor que sentía por aquel hombre, y mientras sus manos se entrelazaban, Katniss supo que algo se había formado entre ellos, algo irrompible e inquebrantable, sus almas al igual que sus manos se había unido como una sola.

Katniss sentía el calor de Peeta dentro de ella, y sus caderas se movían junto con las de él, porque por primera vez también, no buscaba complacerse ella misma, sino también a él.

Sus bocas se buscaban con desesperación, y mientras terminaban los dos juntos, él simplemente besó su hombro complaciendo las peticiones de compañía que por tantos años Katniss había anhelado.

-Peeta…

Murmuró Katniss cuando finalmente tuvo el valor de hacerlo.

-¿Qué es lo que pasa?

Peeta beso desde su mentón hasta su dedo meñique, la abrazó con gran fuerza, aunque sin lastimarla, y finalmente rompió en llanto como un niño pequeño.

-Olivia…- balbuceó.

Todo se comenzó a escuchar de nuevo, "Olivia" dijo Katniss para sí misma, mientras escuchaba la tristeza que comenzaba a invadir la habitación de nuevo, volvió a besarlo para aliviar un poco su dolor y absorberlo como suyo, y funciono…

-¿Quién es Olivia?- pregunto Katniss, escuchando su propio temor a ser traicionada por el hombre que amaba, y sabía sería el amor de su vida.

-Es mi pequeña de 7 años.

El pecho de Katniss se contrajo, mientras escuchaba su corazón quebrarse poco a poco.

-El día en que te conocí, no podía dejar de pensar que sería uno de los días más felices de mi vida… pero entonces ese mismo día, ella se desmayó en el colegio, y averiguamos entonces que tenía un tumor cerebral –sollozo con más fuerza –terminal, y doloroso. Por lo que acaban de decirme, tiene poco tiempo de vida.

Se puso de pie, y beso a Katniss en la mano. Katniss escucho lo que tanto temía escuchar…

-Lo siento, pero por ahora, mi corazón es solamente de ella.

Salió de la habitación en busca de su ropa, y salió por la puerta, mientras que el corazón de Katniss parecía caer marchito sobre sus pies.

Lo siento, es capitulo corto, pero espero les guste, muchas gracias por sus comentarios! Y lamento mucho mucho la demora, espero comprendan.