Aclaraciones:

1— Los personajes y trama de Sailor Moon son propiedad de Naoko Takeuchi.

2— En esta historia, Darien aún no le regala el anillo de compromiso a Serena y está esperando la oportunidad de pedirle matrimonio.

Ligeramente editado — Abril 2018


¿Dulce espera?

Darien no sabe cómo proponerle matrimonio a Serena y cuando menos se lo espera, una conversación ajena lo obligará a tomar una decisión apresurada.

.

.

.

Darien subió corriendo las escaleras de dos en dos hasta llegar a la puerta de su departamento. Nervioso, tomó las llaves y abrió para entrar en su casa. Estaba tan apurado que ni siquiera se quitó los zapatos al ingresar. Se dirigió hacia su armario y comenzó a tirar al suelo todas sus ropas. Sabía que lo había guardado ahí. sólo que pensaba darle la sortija a Serena en otras circunstancias. Quería sorprenderla, pero los roles habían cambiado y ahora el sorprendido era él.

Estaba seguro de lo que escuchó. Sabía que era improbable, pero no imposible.

Sudoroso y con los latidos de su corazón golpeando en sus tímpanos, recordó lo sucedido...

Siempre se veían ahí, en la cafetería de su mejor amigo. Su novia y sus amigas asistían de manera cotidiana al finalizar el horario de clases. Darién bebía un café mientras compartía una charla casual con Andrew. Serena llegaría en cualquier momento.

La puerta se abrió. Cuatro chicas ingresaron, caminaron directamente a la gran mesa junto a la ventana, dejando la frase «Cuatro jugos de naranja» en el aire. Ninguna se detuvo a saludar a los chicos, ni siquiera los miraron.

Notó que Serena no estaba en el grupo y desde su asiento pudo observar a una nerviosa Mina narrando una historia, con gestos que denotaban enfado.

¿Qué habría pasado?

Se puso de pie y comenzó a caminar con la intención de preguntar qué había ocurrido con Serena. Las jóvenes no notaban que se encontraba cerca, estaban sumergidas en el discurso de Mina. Entonces escuchó...

—Me lo dijo Serena. Está embarazada.

El frío se apoderó de él y lo paralizó. ¿Qué? ¿había oído bien? ¿Embarazada? No podía ser. Casi siempre había sido responsable cuando estuvo con su novia, sólo una vez no tomaron precauciones.

—Además por el momento no quiere decirle nada. Él es un irresponsable. Lo peor es que no se trata de un solo bebé. Al parecer es más de uno, o mejor dicho una. Siempre creyeron que tendrían sólo una hija.

«¿Qué?» —se llevó una mano a la cabeza—. «¿Sólo una hija? ¿Rini? ¿acaso tendrían gemelos?»Estaba consternado, pero... todo encajaba. Estaban hablando de él, Serena y Rini. No había dudas.

Salió corriendo de la cafetería hasta alcanzar su auto. Al parecer su propuesta sería totalmente diferente a cómo la imaginó.


Serena miraba con mucha impaciencia el horno de la cocina.

¿Cómo podía demorarse tanto en hacer unas galletas? Miraba el reloj esperando que las agujas avanzaran mágicamente, pero sabía que no sucedería. Resignada, se echó en el sofá y con el control remoto encendió la televisión. Sería una espera extensa.

Lita le había dado una receta de galletas de chocolate y nueces. Le explicó detenidamente cómo hacerlas, parecía bastante fácil. Quería regalárselas a Darien, pero quería que estuvieran deliciosas; no como las negras carbonizadas que siempre le obsequiaba.

El timbre sonó.

¿Es que en ese momento tenía que llegar alguien?

—¿Quién es? —gritó desde el sillón.

—Soy yo. —Se escuchó.

Instantáneamente se puso de pie, se quitó el delantal de cocina y lo arrojó sin mirar a dónde. Era una sorpresa, no quería arruinarlo.

Corriendo fue a abrir la puerta y se abalanzó sobre su novio, besándolo en la mejilla.

—¡Darien, qué bueno que viniste!

Los dos entraron, ella abrazada a su cuello, casi colgándose de él.

—Es que no estabas con las chicas. Así que decidí venir... —Esperaba que se lo dijera ella misma. Le daría algo de espacio, pero se moría por preguntarle—. ¿Qué estabas haciendo?

—Eh, bueno, yo... —Buscó en las paredes, esperando encontrar una excusa en ellas—. Miraba la televisión. Vayamos al sofá, ponte cómodo. —Lo tomó de la mano, para guiarlo hasta el sillón donde ambos tomaron asiento.

Serena no dejaba de consultar el reloj. Darien no para de mover las manos y los pies involuntariamente. El silencio era incomodo y la ansiedad evidente.

Desde la entrada se oyó el abrir de la puerta y las voces de la familia llenaron el ambiente.

—Al parecer tenemos visitas —dijo una voz masculina.

—Seguro es el viejo ése que anda con Serena.

Ella creyó poder matar a Sami en ese momento. Siempre con sus comentarios inapropiados.

—Serena, ¿hay algo que quieras decirme? ¿algo que deba saber? —preguntó, ignorando al adolescente.

—Bueno, yo… —No quería decirle nada. Era una sorpresa.

—Pero si se trata de Darien. ¿Cómo has estado? —saludó la señora Tsukino.

—Muy bien. Gracias señora —contestó poniéndose de pie e inclinando la cabeza—. De hecho, vine porque deseo hablar con ustedes.

Con la vacilación de la rubia, había confirmado todo. No importaba. Tenía planeado tener esa charla en cualquier momento. Las cosas no cambiarían

La familia Tsukino tomó asiento alrededor de la mesa. Darien frente a ellos. Nadie entendía muy bien de qué iba todo eso.

—Bueno, ¿qué quieres decirnos muchacho? —preguntó Kenji Tsukino desinteresado. Nunca le había gustado que su hija saliera con un señor.

—Quiero decirles, que voy a casarme con su hija. —La voz de Darien era firme y decidida. No era una petición, no pedía su permiso. Era un hecho, una decisión ya tomada.

El silencio se prolongó por unos segundos,

Las manos de Kenji golpearon la mesa

—¡Pero! ¡¿Qué es esto? ¿Tú sabías algo, Serena?! —el hombre gritó con todo el aire que había en sus pulmones.

—¡Es maravilloso! —festejaba la señora Ikuko.

Darien sacó una cajita de su bolsillo y la abrió, revelando el anillo.

—Permíteme.

Tomó la mano izquierda de la rubia y en su dedo anular colocó la alianza.

Ella lo observaba sorprendida y maravillada. La sortija en su dedo: de oro blanco, con un brillante rubí rojo en forma ovalada.

—Te amo, Serena.

La chica se puso de pie y saltó sobre su novio. Besándolo en los labios. Encerrándose en su mundo. No escuchaba la manera en que su madre aplaudía fascinada con la escena o como su padre lloraba de manera absurda.

—Bueno, sin dudas esto merece un festejo. Iré al almacén y prepararé un banquete para esta noche —la sonrisa de Ikuko contrastaba con las lagrimas que recorrían su rostro. Tomó a su marido de la mano para llevárselo con ella y cortar la patética escena.

Serena se separó rápidamente de los labios de Darién.

—Invitaré a las chicas.

Estaba muy contenta, su rostro irradiaba felicidad, fascinada con la idea de casarse. Las preguntas burbujeaban en su mente. ¿Sería una fiesta grande o pequeña? ¿Qué tipo de vestido usaría? ¿A cuántos invitaría?

Darien la tomó de la mano y la acercó a él.

—Serena. Te lo pregunto de nuevo... ¿algo que quieras decirme? ¿algo que tal vez olvidaste contarme?

La rubia no entendía muy bien que quería saber. Miró por la ventana, la luz del cielo comenzaba a apagarse y notó que la luna era visible. Entonces lo recordó ¡Luna!

—¡Sí! ¡Luna está embarazada! Por lo menos de cuatro gatitos.

Las piernas del chico fallaron y cayó de rodillas al piso con su novia al lado. En un instante comprendió. Todo tenía sentido, las piezas del rompecabezas de Mina encajaban. «Ella» era Luna, el «Irresponsable» Artemis y «La única hija» Diana. No estaban hablando de él, ni de Serena o Rini.

Comenzó a reírse de sí mismo. Sin dudas la situación los tomó desprevenidos a todos.

—Oye cuñado. Sólo espero que te la lleves rápido de aquí.

Sami se acercaba desde su asiento. Él chico tenía los brazos cruzados sobre la cabeza y una sonrisa burlona en el rostro.

—Espero que te lleves rápido a mi hermana, porque ese olor a quemado y el humo que sale de la cocina van a matarme. Además destruirá por completo la casa.

—¡LAS GALLETAS! —Serena se zafó del brazo de Darien y corrió hasta la cocina.

Sin dudas, su propuesta de matrimonio no fue lo que planeaba.


¡Hola! Ésta es una idea que se me ocurrió la otra noche antes de ir a dormir. Me pareció graciosa y sentí deseos de plasmarla; y por qué no, compartirla.

Ojalá hayan disfrutado este fic, como yo he disfrutado escribiéndolo

Espero me den su opinión, ya sea un Beso de Venus o un Grito Mortal de Sailor Plut para terminar conmigo.

Un abrazo fuerte.

— An