Las calles estaban atestadas de gente para el mediodía y una comitiva del presidente ruso pasaba rumbo a la casa blanca, debíamos permanecer cerca si queríamos evitar la tercera guerra mundial.

Por un momento pensé como podrían lograr Fobos y Deimos su objetivo con tanta gente, a menos que se infiltraran en el mismo recinto donde los dos jefes hablaran.

Pronto los tres estábamos de nuevo frente a la casa blanca donde más gente estaba atestada.

El cordón de seguridad del servicio secreto era muy fuerte, ni siquiera seriamos capaces de acércanos, odiaba admitirlo pero necesitaríamos la ayuda de la gorra de los Yankees.

—Dámela— Annabeth me vio con los ojos en blanco.

—De que hablas, sesos de alga?— me trato.

—Yo lo hare— Trate de sonar decidido, pero ella encantaba de llevarme la contra. Silena y Clarisse nos miraban confusas como si supieran a quien darle la razón.

—Seguramente lo echaras a perder todo...— esta vez su tono sonaba más duro. —Además es mía—

Le explique que temía que por lo que nos contó el chico, que perdiera de vista su objetivo, podría olvidarse de la manzana e intentar recuperar la medicina de Luke, y si se desataba una lucha será el pandemonio, y peor si hablamos de la casa blanca.

Mis palabras parecieron convencer a Silena y Clarisse, pero ella seguía con su terquedad.

—Pero el... yo... — balbuceaba como si le faltaran palabras para seguir.

—¡Annabeth!— Le reproche muy duramente, más de lo que debía.

Finalmente ella me dio su gorra y dio un temeroso paso atrás.

Por un rato me sentí mal ella pero no podía retractarme.

—Volveré enseguida—

Me fui a una cabina de teléfonos muy lejos de la multitud y desaparecí.

O-o-o-o-o-o-o-o-O

Les Confieso algo, era genial ser invisible. Me sentía como el predator, silencioso y letal. Esquive fácilmente al servicio secreto y barde la reja aterrizando en el césped muy verde de la casa blanca, hace unos minutos que el presidente de Rusia había entrado, tenía que apresurarme.

Avance cautelosamente, midiendo mis pasos, abriendo puertas solo cuando estaba seguro de que nadie viera, atravesé varias salas con adornos y muebles muy lujosos y plantas, muchas plantas bien cuidadas y macetas de varios materiales, desde cerámica a piedra, tenía que darle la razón a Silena, era raro caminar por la casa blanca, aun siendo invisible.

Seguramente esta gorra seria el arma perfecta de algún terrorista.

Finalmente llegue a una sala donde había dos guardias, pero no podía entrar tan fácil, llamaría mucho la atención si la puerta se abría mágicamente delante de ellos.

Por suerte vi como una secretaria avanzaba por el largo pasillo cargando una charola con vasos de agua, antes de que llegara los guardias le abrieron la puerta y esa era mi oportunidad.

Luego de que la secretaria entrara estaba en una sala amplia, con una gran mesa rectángulo circular con varias sillas deslizables alrededor, todas ellas ocupadas.

Reconocí a nuestro presidente Bush en un extremo charlando con sus asesores. No paso mucho tiempo hasta que la puerta volviese a abrir y por ella entrara el presidente ruso, un hombre alto y blanco.

Saludo a su par americano y con sus acompañantes ocupo su lugar, hablaron un montón de cosas a las que trataba de no prestar mucha atención, como así como tratados comerciales, bases militares y una que otra cosa que no mencionare por ser de alto secreto.

Oye, yo también soy americano.

De repente un hombre alto de pelo negro entro por la puerta con una bandeja de frutas, todos parecían sorprendidos por su súbita aparición.

-Creo que no nos vendría mal un bocadillo- dijo el presidente ruso.

Con su aprobación el extraño sujeto de pelo y traje negro deposito la bandeja en la mesa, lanzo una mirada en mi dirección con unos ojos hambrientos y por un momento creí ver una sonrisilla formarse en sus labios cuando se retiraba, no debía bajar la guardia.

Ya había pasado otra hora mientras la reunión se desarrollaba y la bandeja de aperitivos estaba cada vez mas vacía.

Cuando de pronto vi que algo brillaba por debajo de las frutas que quedaban, aunque nadie parecía notarlo. Finalmente cuando alguien tomo una banana lo vi.

Un suculenta manzana dorada, que tampoco pareció llamar la atención a los presentes, supongo que la niebla les hacía creer que era roja, pero desde mi Angulo era dorada, brillaba, y emitía una sensación abrumadoramente conflictiva, que me provocaban algunas ganas de sacar mi espada y cortar algunas cabezas.

De repente, el presidente Busch vio la manzana luego el presidente de Rusia…

Oh-Oh pensé.

Se disponía a tomarla, cuando el ruso se adelanto y ambos tenían ambas manos sobre el fruto, sus cejas se arquearon de forma enojada y se miraron…

—Es mía…!—

—No, es mía…!—

"Maldición"

Los presentes comenzaron a ver extrañados como los dos líderes comenzaban a forcejear, tenía que llamar la atención de alguna forma para que pudiera quitarles la manzana.

Entonces vi un filtro de agua en una esquina, me acerque y lo derribe esparciendo el agua por el piso.

—Pero que…—

Todos se preguntaban como se había caído eso, por un segundo ambos líderes dejaron lo que hacían para ver también y ahí estaba mi oportunidad, corrí y les quite el fruto de un ZAS.

AAAAHH!

Cuando creí que todo se había acabado al fin, un feroz grito como un grito de guerra se oyó en toda la sala, y parecía acercarse.

El servicio secreto se movió rápidamente para cubrir al presidente, igual que los guardaespaldas rusos y entonces.

BUM!

La puerta de ingreso a la sala exploto levantando pequeños escombros de pared y polvo, una figura apareció en la humareda, era alta y parecía portar un objeto alargado, el servicio secreto y los guardias apuntaron, pero la silueta dio un rápido movimiento e hirió gravemente a la mayoría, algunos abrieron fuego pero la sombra bloqueo con su arma las balas y los derribo con algunos cortes.

Aún invisible y con una manzana dorada flotando destape a Riptide, pero apenas lo hice la silueta se percató de mí para mi sorpresa y me atacó, apenas pude parar su ataque, cuando se disipo el polvo vi que el arma que me atacaba era un sable muy prominente chispeando al rojo vivo, la silueta se fue aclarando y me encontré ante el sujeto de pelo negro de hace instantes solo que ahora lo reconocí por las numerosas cicatrices en su rostro.

—Deimos!—

—Jackson!—

Aplico más fuerza a su ataque y casi me vence por lo que tuve que apartarme rápidamente, el presidente Bush y el Ruso ya habían sido sacados fuera y unas sirenas comenzaron a oírse.

—Eres bastante molesto—

—Tengo ese efecto en las divinidades—

Volvió a atacar pero me defendí y bloquee su hoja para luego retroceder a un costado, sabía que no podía quedarme mucho tiempo peleando antes de que llegaran las fuerzas del orden, así que eche a correr fuera siendo perseguido por Deimos.

Podía oír algunos gritos de algunas secretarias mientras huía, Deimos estaba persiguiéndome con una enorme sable ardiente en su mano… me preguntaba que estarían viendo la gente a mi alrededor.

—Jackson!— gritó.

Entonces apareció de un salto frente a mí y lanzo otra estocada, la desvíe e intente apuñalarlo más era rápido y desvío la hoja de mi espada dándome luego una patada en mi hombro. Sentí un estallido de dolor mientras salía volando por la ventana dejando varios pedazos de cristales por doquier de la parte trasera del jardín, intente reincorporarme pero todo me daba vueltas mientras Deimos se acercaba con su sonrisa retorcida.

—Es tu fin—

—¡Percy!— me gritaron de un costado.

La vista se me nublaba a ratos pero pude reconocer a Annabeth, Silena y Clarisse, por un momento pensé que ahora tendríamos ventaja, pero la sonrisa de Deimos no me daba confianza, y tenía razón.

A espaldas de las chicas, una sección de la casa blanca estalló en escombros y polvo, salió una enorme serpiente con un grupo de escamas en la espalda como aletas de pez, con colmillos afilados y ojos amarillos, su baba salpicaba el jardín y donde caía comenzaba a brotar un humo tóxico.

—Llegaste Tarde, Fobos!— grito.

Encima de la serpiente, estaba el hijo de Ares, con su cabello rojo ardiente y esa mirada centelleante.

—Qué! Acaso tienes "miedo" del hijo de Poseidón— insulto.

Deimos Gruño insatisfecho y luego se dirigió a mí.

Fobos comenzó a hacerse cargo de las chicas mientras Deimos se acercaba a mí con su sable al rojo vivo.

—Y bien, dónde estábamos— dijo

Me puse de pie con dificultad y lo encaré, todavía tenía la manzana aferrada en mi mano derecha, la guarde en mi bolsillo para poder empuñar con ambas manos mi arma.

—Esto es solo un pequeño retraso— dijo refiriéndose a su plan. —De igual forma te mataré y te la quitaré—

Contuve una nausea y lo mire desafiante.

—Inténtalo…!—

Alzo su espada y ataco.

Me hice a un lado y el impacto provoco una explosión de tierra ahí donde estaba parado, me coloco a su derecha y ataque haciéndole un corte en su pantorrilla, Deimos aulló de dolor y abanico su espada hacía mí, me agaché para esquivarla pero logro cortarme algunos cabellos pero antes de que pueda atacarla movió su pie y volvió a darme en mi hombro malo arrojándome contra unos arbustos junto a un árbol.

Ahora sí que me dejo sentido, sentí como brotaba la sangre de mi herida nuevamente abierta, me maree de nuevo y por un momento quería perder la conciencia.

Deimos estaba sobre mí con su sable en alto.

—¡PERCY! — oí gritar.

Antes de que su hoja me partiera en dos recobre el sentido y alce a Riptide, ambas armas chocaron y la detuve con toda mi fuerza pese a que mi hombro me castigo de forma inmisericorde.

Por-que-no-mue-res! Gruño Deimos.

Aun en medio del forcejeo pude ver como las chicas abatían a la gran serpiente, Silena actuando como carnada, Clarisse arremetiendo con todo lo que tenía y Annabeth pasando por debajo de ella y haciéndole un tajo en el cuello, la serpiente se derrumbó y las tres la remataron en la cabeza.

Sabía que no podría seguir forcejeando con él, el hombro me estaba matando, así que alce mi pierna y lo patee con fuerza en sus partes divinas.

Si lo sé, no fue muy heroico. Pero de inmediato el hijo de Ares se encogió sobre su entrepierna y retrocedió a pequeños pasos, pude ver que Fobos regresaba dentro de la casa blanca siendo perseguido por las chicas, tenía que alcanzarlas pronto así que me levanté y con un último esfuerzo clave mi espada en un costado del abdomen del dios del terror.

—Me… Las pagaras! — gruño con gran violencia que hasta me provoco un poco espanto.

Su cuerpo comenzó a tornarse brillante y cerré los ojos para no ser incinerado por su forma divina y lo último que pude oír de su voz fue…

Algún día!

Y desapareció.

O-o-o-o-o-O

Corrí para adentrarme en la casa blanca, lo recomendable habría sido que parara descansar un poco pero Fobos todavía seguía por ahí y las chicas estaban tras de él, sabía que no podrían hacer nada si él las hacía ver sus miedos nuevamente, el hombro me palpitaba y el dolor todavía era fuerte y me provocaba náuseas y mareos pero seguí adelante.

El lugar parecía vacío, pero las sirenas fuera me decían que no tenía mucho tiempo, cuando doble por un pasillo desgraciadamente las encontré tiradas en el suelo totalmente aterradas, me acerque a ellas.

Clarisse! La llamé para despertar y la toqué.

Entonces mi vista se nublo un segundo y pude ver su temor, de pie frente a ella estaba una figura alta y robusta como un jugador de la NFL vistiendo una chaqueta de cuero negro y jeans azules, con lentes oscuros y un peinado corto, tenía una mirada asesina con ojos llameando como el fuego.

—Me has decepcionado!— le dijo. —Recibe tu castigo—

—No…!— suplico ella.

—Clarisse, despierta! —. Le gritaba. —No hay de que temer, él no es real—

Por unos segundos quedo callada y luego la oí balbucear… "Percy?"

-Así es…- segui hablándome. –Tú eres la chica más ruda del campamento!- le grité.

Su expresión de miedo paso a ser una de ira, la imagen de Ares tembló y parpadeó, pero él se acerco con su puño en alto como si estuviera listo para golpearlo.

-Pequeña atrevida…-

-Eres la hija de Ares, no le temes a nada- volví a gritarle.

Apretó un puño y se puso de pie.

-POR SUPUESTO!- gruño con gran fuerza de forma un poco impresionante.

La imagen desapareció.

Ahora su mirada lucía confusa, observando alrededor hasta que se percató de mi presencia.

-Percy?-

-Bienvenida de vuelta!- le dije.

Rápidamente me explico que habían seguido a Fobos, pero él en un instante las inmovilizó con su poder, volví a mirar a las otras, Annabeth seguía acurrucada y Silena agarrándose el rostro.

-Ve Percy!- me dijo. –Yo me encargo de ellas!-

Asentí y me puse de pie.

-Te lo encargo-

Y me señalo hacia donde se fue, luego me entregó su cantimplora de néctar, pero no pude beber demasiada pues ya había consumido bastante en el monumento y comenzaba sentir fiebre

Corrí en la dirección que me señalo en unos instantes estaba en una gran sala con varias consolas y monitores que mostraban un mapa de todo el mundo con varios puntos rojos señalados, y en una consola gruesa estaba Fobos, a sus pies, estaban algunos guardias del servicio secreto y un hombre con un maletín abierto esposado a su muñeca derecha.

-Plan B!- murmuro para sí mismo.

-Temo que eso no va a pasar!- le dije percatándose de mi presencia.

El monitor estaba cargando unos cuantos números y letras, pude reconocer la palabra LAUNCH en un momento y me di cuenta de lo que tramaba, pero Fobos se percato de mi guardia baja y se lanzo a apuñalarme de un salto cruzando la sala, apenas reaccione y lo bloquee pero luego envió de un empujón a una esquina de la sala hacia una silla en la que me senté violentamente.

Abanico su espada pero me hice a un lado mientras la silla era partida en dos, la pantalla estaba cargando a un 80%, seguí resistiendo los ataques del dios del miedo, finalmente me adelante a sus movimientos y logro hacerle un corte en su pecho obligándolo a retroceder.

-Buen trabajo, Percy!- me alagó.

Empuñe con más fuerza, pero el sonreía confiada.

-Pero, no eres el único que hizo los deberes-

Parpadeo confundido, y luego me lanzó su mirada centelleante.

Todo se ennegreció.

—De pronto me hallaba parado frente al campamento mestizo… pero en llamas.

Los arboles, los campos de fresas, La casa grande, la cancha de vóley, el anfiteatro, el pabellón, los establos, todo en llamas. Y a mí alrededor todo el campamento de rodillas mirándome con las manos juntas.

Ayúdanos, Percy! Decían todos.

Ayúdanos, Percy!

Entonces comprendí, este era mi mayor miedo…

La profecía que decía que al cumplir dieciséis tomaría una decisión que salvaría o destruiría al mundo, el campamento en llamas y mis amigos suplicándome eran la muestra del miedo que tenía pensando que debía encarar ese día, un día en el que podría morir y todo el mundo conmigo también.

A lo lejos una figura oscura de ojos dorados…

—Qué sucede Percy? — me dijo —Por qué no los ayudas? —

Y se rió malévolamente.

Estaba temblando, mi piel empapada de sudor… No sabía qué hacer.

Tenía miedo.

PERCYYYYY! Grito Annabeth.

El paisaje del campamento desapareció y me encontraba de nuevo en la sala de control, pude ver a Annabeth desde una entrada mirándome.

—Ya es tarde! — grito Fobos.

En la pantalla decía: "Lanzamiento" "Proceder: Y/N"

Fobos estaba a punto pulsar la tecla.

Grité con toda mis fuerzas mientras abanicaba mi espada…Y corté su mano.

Fobos retrocedió adolorido y aterrado, su mano cayó al suelo y tanto de ella como de su muñón brotaba el icor a torrentes.

MALDITO SEAS! Me gritó.

Entonces se desvaneció, así como su mano.

Todo quedo en silencio.

Un pequeño frasco no desapareció… cayó y rodo hacia los pies de una consola, Annabeth se acercaba corriendo, me agaché rápidamente y lo oculte en mi ropa, por desgracia use mi brazo malo y el dolor nuevamente me mareo, tuve que apoyarme contra la pantalla para no caer pero me resbalé siendo cachado por ella, detrás venían Silena y Clarisse.

—Estas bien! — exclamo preocupado.

Asentí con mucho dolor.

—Tenemos que irnos— le dije.

O-o-o-o-o-O

Estábamos escapando por un pasillo, les pregunté qué había ocurrido con Jake, el hijo de Hécate, luego de la explosión el aprovechó la confusión de la turba histérica y escapó, al menos eso es lo que Annabeth dijo, pero algo me decía que lo habían dejado ir para venir a ayudarme, cuando llegamos al cruce entre tres pasillos de repente un par de granadas entraron por la ventana y oímos la voz de un parlante.

"RÍNDANSE, ESTAN RODEADOS"

Una cortina de humo comenzó a formarse.

—Maldición— gruño Clarisse.

—Tenemos que separarnos— dijo Silena.

Intente separarme de Annabeth para correr de regreso y escapar por detrás, pero ella me agarró.

—A dónde vas?— me trato. —Te vienes conmigo—

—Tendremos más chance si nos separamos todos— le dije.

Entonces saque su gorra de mi bolsillo y se la di.

—Tú ve escapa por el frente, Silena y Clarisse por los lados, y yo por atrás— Ellas asintieron, pero Annabeth estaba dubitativa.

—Descuida, no me atraparan tan fácil— le dije con una sonrisa dolorida.

Me miró en silencio por un rato.

—Eres imposible! — me regaño soltándome y poniéndose la gorra.

Y todos nos separamos.

Regresé por donde había venido y salte el agujero en la pared que había hecho la serpiente de Fobos, llegue a la parte trasera de la casa blanca y salte con algo de dificultad la barda, luego de unos instantes me encontraba solo en la calle 82 este.

Camine pesadamente hasta un callejón y me desplome junto a un contenedor de basura, respiraba con algo de dificultad, me arriesgué un poco más con el néctar y bebí un sorbo, la fiebre volvió con un poco más de fuerza, pero me sentía mejor, no había nadie alrededor ni en la calle, al parecer la explosión, que probablemente calificarían como un atentado terrorista más tarde, los habría espantado.

—Te tengo!— me dijo una voz débil a mi derecha.

Voltee a ver y me tope con Jake, el hijo de Hécate.

Empuñaba con sus manos temblorosas una espada corta, estaba a unos pasos de mí y fingía acercarse apuntándome.

—Dámelo!— volvió a decir temeroso, aunque tratando de sonar como un tipo duro. Sonreí nada más verlo, y me puse de pie mientras me llevaba la mano al bolsillo.

El reaccionó nerviosamente y levanto más su espada.

—Quieres esto?— le dije mientras saque el tubo que se le había caído a Fobos, contenía una pequeña hierba con trozos de tierra en sus raíces, no me había dado cuenta antes pero la planta brillaba a la oscuridad del callejón, eso me decía que era, de algún modo, una medicina mágica.

—Damelo!— volvió a decir.

Ví en sus ojos que trataba de agarrar coraje, sentí algo de lástima por él… probablemente se estaba jugando la vida por esto, trataba de imaginar el castigo que recibiera si fracasaba en su misión.

Luego pensé en Luke, sufriendo probablemente ahora mismo, imaginando cuanto era su necesidad por esta cosa que le salvaría su vida, y luego pensé en todo los que no había hecho hasta ahora, su traición, el daño que le causaba a estos mestizos no reconocidos, las innumerables ocasiones en que intento matarme, el verano pasado había secuestrado a Annabeth.

Y luego recordaba todas las veces que ella lo había defendido, creído en él para que volviera a ser el de antes, pese a todo el mal y daño que nos había hecho, que le había hecho a ella, no podía entender como aun podía quererle, y extrañamente no podía evitar sentirme dolido de pensar en ello.

Jake continuo apuntándome y dio un paso al frente, por un momento creí que iba a atacar.

Apreté inconscientemente el frasco como si deseara destruirlo y acabar con esto, pero luego pensaba en cómo se sentiría Annabeth.

"Sé qué me voy arrepentir de esto" pensé.

Y le arroje el frasco.

El chico torpemente lo atrapó casi soltando su espada, y me miro confundido por unos cuantos segundos.

VETE! Le grité.

Asustado retrocedió y desapareció por la oscuridad del callejón.

Me reuní con las chicas, estaba agotado, casi me caí de narices frente a ellas, me agarraron y nos sentamos a descansar en un parque, me llevé la mano al bolsillo y saque la manzana dorada y brillante de Eris, por un momento creí haberme equivocado y sacado la "otra", por suerte ninguna enloqueció, más bien estaban sorprendidas que aquel fruto insignificante pudiera causar tantos problemas.

-Volvamos a Casa-

Cuando dije esto, Annabeth me regaño tan fuertemente diciendo que debía curarme las heridas para que pudiera soportar el viaje.

No pude evitar sonreír.

O-o-o-o-o-o-O

Dos días después estábamos de vuelta en el campamento.

Era un caos total. Eris había hecho de las suyas, por dondequiera que mirara campistas discutían con campistas, Sátiros discutían con ninfas, y en la arena de prácticas armaduras y espadas regadas por doquier y varios de mis compañeros tumbados y totalmente exhaustos con magulladuras y cortes.

Llegamos a la Casa Grande y Eris descansaba plácidamente, se había amarrado una hamaca en unos postes mientras se mecía y balanceaba su brazo, sonreía escuchando los ruidos de pleitos y discordia alrededor del campamento como si fuera música para sus oídos.

Finalmente se percató de nuestra presencia.

—Oh, Percy! — exclamo. —Volviste! — chilló como colegiala.

Le arrojé su estúpida manzana en su regazo.

Rápidamente la tomo y salto de su lecho de descanso y comenzó a saltar y chillar como niña sin parar por unos segundos mientras abrazaba, lo besaba y acariciaba en su mejilla.

—Te extrañe tanto! — murmuro.

—Ejem…— se aclaro la garganta Annabeth.

Se nos dirigió con una mueca de disgusto.

—Bueno, supongo que debo darte las gracias—

Pero pensé que un "gracias" no compensaría lo que yo… lo que nosotros tuvimos que pasar.

—Bueno, creo que tenemos un asunto pendiente— Le susurre al oído.

—Te refieres… a esto!— dijo mientras sostenía en su otra mano la "otra" manzana.

Annabeth, Silena y Clarisse se estremecieron.

Cuando… pensé mientras me palpaba el bolsillo donde la había dejado, pero mientras lo hacía ella la coloco en mi cabeza.

—Percy…?—

Las tres me rodearon en un segundo.

Todo el campamento noto el barullo y en un parpadeo nos rodearon, todos magullados, desaliñados y sucios por estar peleando durante estos días.

—Yo soy las más bella, no? — dijo Annabeth casi en una súplica.

—No es cierto, yo lo soy, no es así Percy? — dijo Silena.

—Se equivocan, esa soy yo, verdad Percy? — gruño Clarisse.

Las miraba a las tres nervioso mientras me acorralaban cada vez más.

—OYE! Teníamos un trato! — le increpe a Eris.

Pero ella se río a carcajadas. —Mi querido Percy… No lo entiendes— decía esperando que comprendiera lo obvio. –Soy la diosa de la discordia, Creo problemas no los resuelvo- sentenció y supe entonces que estaba perdido.

Continuo riéndose burlonamente, sentí unos enormes deseos de golpearla.

Las tres continuaron balbuceando mi nombre con dulzura, menos Clarisse.

Un chico a lo lejos me grito. "¡Tú puedes Percy!"

—Lo siento, pero tendrás que elegir a una— declaro Eris. —Pero por haber completado esta búsqueda para mí, te daré una pequeña pista—

Se me acercó al oído y me susurró. "La respuesta… esta en ti".

Solo decir esto me hizo sentir como un estúpido.

—CLARO QUE LA RESPUESTA ESTA EN MÍ! — Le grité señalando lo obvio.

Simplemente se río.

—Lo siento, no te ayudaré más— finalmente dijo. —Adelante Percy, escoge—

Las tres me suplicaron aún más, incluso Clarisse.

¡¿Yo soy la más bella, verdad Percy?

Lee Letcher comenzó a correr apuestas, y todos se agolparon junto a él, menos Charles Beckendorf quien no dejaba de verme mientras resoplaba molesto por la nariz como un toro embravecido.

—Apuesto cinco dracmas a que elige a Silena— dijo uno. —Sería un tonto si no la elige a ella—.

El chico de Hermes recibió las monedas.

—Eres idiota o qué, por supuesto que va a elegir a Annabeth— dijo mientras le entregaba 10 dracmas de oro a Lee. —Esos dos son un par de tortolitos— Esperaba que mi cara no luciera tan roja como esperaba.

Una de las amigas grandulonas de Clarisse le ordeno a alguien pequeño de su cabaña que apostara 2 dracmas por su jefa.

—Adelante Percy! — me dijo Lee.

Tenía a las chicas ya enfrente mío con miradas suplicantes y recordándome las propuestas que me ofrecieron.

Pensé por un momento las consecuencias futuras de mi decisión si el hechizo de la manzana resultaba ser permanente…

Si no elegía a Annabeth, probablemente dejaría de hablarme por el resto de su vida… Y eso realmente apestaba.

Si no elegía a Silena, bueno… recordé una broma similar que los hermanos Stoll de Hermes la habían hecho a la cabaña de Afrodita, pero a diferencia de una manzana ellos usaron un mango, los pobres terminaron siendo agresivamente maquillados, con pintura permanente, como payasos por la cabaña entera de Afrodita y tardaron un mes en quitárselo.

Quien sabía cómo me pintarían a mí.

Y si no elegía a Clarisse… digamos, que podría terminar algún día de estos con una lanza clavada en mi espalda.

—Vamos muchacho —decía Eris. —Escoge, no tienen todo el día—

¡SOLO ELIGE A UNA! gritó de nuevo aquel campista solitario de al fondo de la muchedumbre.

Volví a repasar la pista que Eris me había dado… "la respuesta está en ti"

—La respuesta está en mí— pensé.

Las tres comenzaban a molestarse con mi indecisión.

—La respuesta está en mí— volví a pensar.

Percy?

En mi…

—¡Lo tengo!— declaré.

Las tres abrieron sus ojos emocionadas esperando ser la elegida, y el campamento entero no quitaba la vista de mí esperando que finalmente hablara.

—Ya me he decidido— balbucee mientras tomaba la manzana en alto.

Luego la alcé en alto como un trofeo tan anisadamente esperado.

Todas lucían emocionadas.

—SOLO DILO! — Volvió a gritar.

—QUIERES CALLARTE DE UNA VEZ! — Le devolví el cumplido.

"La más bella es…"

Todos me miraron como dispuestas a darme un gran abrazo, o a matarme en otro caso.

¡YO!

Finalmente grité.

¡¿EEEEEEEEEEEEEEEEEH?

Y para rematar le di un mordisco.

Para ser una manzana era la cosa más horrorosa que había probado, sabía cómo a estiércol de vaca rociado por una mofeta y mezclado con huevos pasados y leche cortada con el aroma de un par de calcetines sucios, casi vomito lo poco que desayune esa mañana.

El campamento entero se partió en dos de la risa.

¡PERCY ES LA MÁS BELLA!

Nota para mi mismo: golpear a ese chico en la cara durante la clase de esgrima.

Todos se separaron y volvieron a sus ocupaciones… Menos Annabeth, Silena y Clarisse, que seguían inmóviles y sin decir ni una palabra.

—Ya se acabó?— pregunto Silena.

—Creo que sí— añadió Clarisse.

Suspire. —Menos mal—

Todas lucían un poco avergonzadas por su comportamiento, no las culpo.

—Creo que debo ir a hablar con Charles— dijo Silena.

—Y yo… tengo que pulir mis espadas— decía Clarisse.

—Cuando creí que Annabeth era la única que se quedaría me miro muy nerviosa y dijo…—

—Yo… tengo que hacer, algo! — dijo para luego voltearse y e ir corriendo a su cabaña.

O-o-o-o-o-o-O

Al atardecer, cuando todos habíamos acabado nuestras actividades y todos descansaban en sus cabañas antes de la cena, me dirigí a la casa grande cuando me tope con Lee Letcher en la entrada.

—Hola, Percy— me saludo.

—Hola! Lee! — le dije un poco mosqueado por lo ocurrido en la mañana.

El solo se rio inocentemente.

—Oye, por cierto respecto a lo de Quirón—

Lo había olvidado, cuando el hijo de Apolo se me acercó y me mostró la razón de su silencio.

—Qué… es esto? — balbucee mientras sostenía en la mano una foto.

En la imagen estaba nada menos que Quirón, en medio de la último reunión anual de sus compadres centauros en Florida, pero llevando una brida fucsia, una melena rosada y un corazón rojo pintado en el trasero, lucía tan vergonzoso que tuve que hacer un esfuerzo fenomenal para no partirme de risa.

—Así que ya lo sabes—

Se me congelo la risa cuando oí su voz a mis espaldas, estaba en su forma humana con su silla motorizada y lucía muy apenado.

—Un compañero me reto a una partida de poker…—

—Y perdiste— completé la oración.

—No entiendo cómo pudo conseguir esa escalera real…— gruño rememorando aquel juego. —…Y tampoco entiendo como Eris consiguió esa foto— añadió.

Ahora me sentía culpable por haberme burlado de él.

—Los centauros son tan manipulables…— balbuceo Eris a nuestras espaldas desde el porche de la casa grande mientras recogía su hamaca. —Una vez que la obtuve, el resto fue fácil—

Ahora si de verdad iba a golpearla, pero la expresión de Quirón me detuvo.

—No importa Percy— me hablo. —Me he visto peor, créeme—

Esperaba que se refiriera a las heridas de alguna batalla, y no ha otras situaciones como esta.

—Supongo que ya no sientes respecto por mí— volvió a decir con cara apenada.

Le plante cara con gran decisión y le dije.

—Señor, puede pintarse el cabello como mi pequeño Pony y aun siguiera siendo mi viejo profesor de griego y latín—

Al parecer lo deje sorprendido por sus ojos como platos y su boca entreabierta, al final me sonrió. Flee también me apoyo, pero no podía estar seguro de que sus palabras fueran totalmente sinceras.

—Bueno, mi trabajo aquí termino— decía Eris.

Entonces comenzó a desvanecerse en una niebla amarilla.

—Adiós…—

Y desapareció.

Estaba agotado, el cuerno de caracol sonó anunciando la cena… me dirigí a mi cabaña a por algo, cuando a lo lejos en la cabaña once, vi a Annabeth sentada en el porche, tenía la expresión muy pensativa y a la vez triste.

Yo sabía lo que era.

—Hola, listilla— la salude mientras me acomodaba de pie en el barandal a su lado.

—Percy?— balbuceo sorprendida, dándome a entender que no se había percatado de mi presencia hasta tenerme a su lado.

Estuvimos en silencio unos segundos, hasta que finalmente decidí hablar.

—En que estas pensando? — le pregunte tontamente.

Después de una pausa dijo. —Creo que ya lo sabes—

Volvimos a quedar en un silencio incomodo hasta que ella me tomo la palabra.

—Qué crees que le ocurra a Luke? — pregunto.

—Si lo que Jake dijo es verdad, entonces…— no pude terminar la frase pues vi como su expresión se ensombrecía..

—Bueno, entonces eso podría acabar nuestros problemas— balbuceo con una voz tan débil.

Sentí una punzada en mi corazón de verla tan triste.

—No morirá— declaré

Ella levanto la vista y esos profundos ojos grises me atraparon.

—Como lo sabes?— pregunto de forma miserable.

De nuevo volví a sentir esa extraña sensación de revoloteo estomacal.

Así que finalmente le confesé lo que había hecho con el frasco y la hierba.

—Percy…—

Hizo una pausa.

Sus ojos se abrieron como platos, no podía reconocer en qué punto terminaba la tristeza y empezaba el agradecimiento debido a que bajo la mirada al suelo nuevamente, sus labios temblaban, como si tratara de decir…

—No digas nada— la corte. —No tienes porque hacerlo—

Creí haber sonado un poco rudo, pero cuando la volví a ver pude notar el esbozo de una pequeña sonrisa.

—Luke fue mi amigo también— balbucee. —Por hice lo que hice—

—Sigue siendo nuestro amigo— añadió ella.

Volví a sentir esa punzada en el corazón, ¿Por qué me sentía así?. Bueno, al menos ella se sentía mejor, pero parecía sonar un tanto apagada recordando luego la traición del hijo de Hermes, y la batalla próxima que íbamos a librar en contra suya.

—No nos queda más que confiar en él—

De acuerdo, eso no salió nada bien para intentar animarla. Pero las cosas parecían ablandarse un poco entre nosotros.

—Si no nos apresuramos no quedara nada para ambos— le dije señalando al pabellón y al color naranja de las llamas que iluminaban la ya caída noche.

—Adelántate— me dijo. —Ya te alcanzo—

Iba a quedarse sola ahí sentada, lamentándose.

Ahora el estomago era el que me punzaba, pero antes de ir cenar me acerque a ella.

—Toma! — le dije depositando en su regazo un objeto redondo envuelto en un pañuelo.

—Esto…?— me señalo mientras se dirigía a mí.

Pero yo ya me encontraba caminando torpemente hacia el pabellón.

—Iba a tirarla, pero al final pensé que… bueno…— decía con nerviosismo mientras veía por sobre el hombro que ella lo desenvolvía.

Era la copia de la manzana dorada que Eris había usado conmigo, cuando la vio con detenimiento su cara se puso tan colorada como su camiseta del campamento, pero yo no me detuve a admirarla y me voltee para que no viera mi rostro, que estaba igual que el suyo.

Alcancé a oír un débil "gracias" mientras apresuraba mi marcha, y luego con voz fuerte y clara me dijo.

—Nos vemos en los fuegos artificiales de mañana—.

Lo había olvidado. La voz se me corto con su propuesta de una cita, así que solo levante el dedo e hizo un gesto de aprobación con mi pulgar.

Entonces apresuré mi marcha, cuando la oí pedirme que la espere… pronto dejo la cabaña de atenea y me siguió hasta el pabellón para cenar.

"La manzana que Annabeth recibió de Percy quedo solitaria en el porche de la Cabaña de Atenea mientras ella se dirigía a su encuentro para ir a cenar, la luz de la luna iluminaba tenuemente la inscripción que Eris había tallado, Percy había mordido parte de ella así que ahora solo decía…"

LA MÁS BELLA.

FIN


Joder… es la primera historia que termino.

Espero que les haya gustado, pronto publicaré más ideas salidas de mi retorcida mente de genio malvado muajajajajajajajaja….

Nos leemos hasta entonces :) ah! Y gracias por sus reviews :D