Antes de empezar me gustaría cantar algo... *me aclaro la garganta*

¡FELIZ CUMPLEAÑOS A MÍ! ¡FELIZ CUMPLEAÑOS A MÍ...! Me siento muy muy muy solo...! ¡Pero aun los cumplo feliz!

XDDD. Ahora, disfruten del fic.


PERCY JACKSON Y LA MANZANA DORADA

(1era Parte)

Nota: Cronológicamente, este fic se ubicaría, después de la maldición del Titán y antes de la batalla del laberinto.


Era un día normal en el campamento mestizo, campistas y ninfas cosechaban fresas mientras los sátiros animaban con sus flautas de caña el ambiente, en la cancha de voleibol la cabaña de Hefesto debutaban un ameno partido contra los de Hermes por el privilegio de las termas, las niñas de Afrodita enzarzadas medio de una pelea por elegir quien era la más bella de la cabaña, y los chicos de Apolo recibían una clase privada de Arco y Flecha con Quirón.

Por mi parte, yo me deleitaba con mi actividad preferida.

—Vas a perder Jackson— me dijo Connor desde su canoa en el lago.

Algunos chicos en la otra orilla del lago observaban emocionados la competencia de Canoas, que acordamos luego de la actividad, entre mí y los hermanos Stoll , cualquier otro campista así como yo habría pensado que sería una locura desafiarme a mí, un hijo de Poseidón, a una carrera de canoas. Pero como estaban tan ansiosos acepte. En la orilla Annabeth sostenía la bandera blanca de largada.

—Preparados…—

Ambos Stoll apretujaron sus remos.

—Listos…—

Me vieron con unos ojos tramposos, por lo que me preocupe… Nada menos que esperar de unos hijos de Hermes. Agito la bandera y salimos remando. Más de la mitad de los chicos en la orilla apoyaban a los Stoll lo cual me hizo sentir contrariado, me sentía como los Yankees de Nueva York durante la final de la Serie Mundial, o sea el equipo que la gente esperaba que perdiera.

Los Stoll remaron con gran esfuerzo, me apiade de ellos y trate de mantener su ritmo, ni muy lejos ni muy cerca de ellos, por extraño que parezca ellos no se quedaban atrás.

Grave error.

Escuche como Connor, quien estaba en la parte trasera de la canoa de dos puestos, le mascullaba algo al oído de su hermano, de pronto sentí que mi canoa pesaba un poquito de más, claro que no me habría importado demasiado, pero luego de un par de yardas más adelante sentí algo de calor, y luego un olor a quemado, me voltee y vi como la parte trasera de mi canoa se prendía en un fuego verde intenso. Detrás de la punta un hilacho medio quemado verde se extinguía, y en el otro extremo la cuerda era cortada de la punta de la canoa de los Stoll y estos me rebasaban mientras desesperado intenta apagaba las inapagables llamas de fuego griego.

—Eso no se vale!— proteste.

—Nos lo dice el hijo de Poseidón— dijo Connor.

—Nos vemos en la meta— dijo Travis.

Debí prestar más atención al taller de fuego griego que Charles Beckendorf nos dio, finalmente tuve que cortar la punta para salvar mi canoa dejando al fuego hundirse en el agua, Los Stoll estaban a menos de un cuarto de milla acuática de la meta. Los chicos que los apoyaban vitoreaban sin cesar, mientras que la otra mitad de ellos se cuchicheaban entre ellos acerca de cómo hacerme quedar mal por perder con los hijos del dios de los caminos.

—Ustedes lo pidieron— balbuceé.

Cuando los Stoll, que en verdad se braceaban con fuerzas sus remos para ganar más velocidad creyendo que el fuego griego les habría dado más tiempo de adelantarme, de repente se vieron sorprendidos cuando su canoa, a unos centímetros del banderín de meta que Annabeth agarraba al otro extremo del lago, parecía no avanzar, pese a que remaban con gran fuerza.

Para cuando se dieron cuenta yo ya atravesaba la meta justo a su lado. Parecía que iban a protestar como yo cuando les bloquee la corriente de agua bajo sus remos, les señale con la mirada la punta trasera negra y carbonizada de mi canoa.

—Bueno hombre, debíamos probar no?— dijeron.

El grupo de chicos se disolvió y nos disponíamos a volver a las cabañas.

Regrese a la orilla.

—Fue una buena carrera—dijo la hija de Atenea.

—Pensé que dirías injusta— dije yo, el hijo de Poseidón.

—Bueno, ellos se lo buscaron— añadió encogiéndose de hombros.

Los dos comenzamos a regresar a las cabañas.

Era un día precioso, Apolo debía estar de buen humor pues el sol brillaba con gran intensidad, el cielo azul como un lienzo extendiéndose por el horizonte con unas pocas nubes alargadas pintadas, los rayos filtrándose por las ramas de los arboles casi parecían hacer brillar al bosque entero, con las sombras contrastándolo todo, el suelo cubierto con las hojas naranjas de algunos pinos indicándome que el otoño se acerca y pronto tendría que volver al mundo real.

Sin embargo había un acontecimiento especial que celebrábamos, y bueno pues estamos en Norteamérica… deben saber de qué hablo.

El 4 de Julio.

En honor al Aniversario del País símbolo del foco de la civilización Occidental celebrábamos un pequeño festival de fuegos artificiales, cada año la cabaña de Apolo y la de Hefesto se peleaban amenamente por ver quien daba el mejor espectáculo de fuegos artificiales, conociendo las habilidades de ambos todos esperáramos ansiosos todos los años por aquel duelo, ya que nos deleitábamos con el espectáculo de colores del cielo nocturno esa noche.

—Oye Sesos de Alga— me decía Annabeth. —Te estás retrasando—

Estaba parada a unos tres metros de mí, al verme perdido en mis pensamientos y viendo que me dejaba atrás me llamo. Por un momento la mire fijamente. Algunos rayos de sol se filtraban por entre las hojas sobre ella iluminando su rostro claro y sus cabellos rubios miel y con el destello casi parecían de oro. Me quedo despampanado por unos segundos hasta que se me acercó agitando su mano frente a mi rostro.

—Oye, estas bien?—

Su reacción me despertó y asentí.

Annabeth se había vuelto mi mejor amiga en el campamento, aparte de Grover, esos de los que no consigues a la vuelta de la esquina, una persona en la que puedes confiarle hasta tu vida… pero en aquel momento, y luego de todas las aventuras que hemos pasado, ¡¿Por qué me había quedado viéndola de esa forma…?.

Mi inquieta mente de chico con TDAH trataba de darme una idea… Entonces Grover apareció.

—Oye! Percy!— me grito.

Parecía asustado, como siempre, pero había algo de inquietud en su andar de sátiro mitad cabra para abajo que no me agradaba.

—Quirón quiere verte—

—Me pregunto para qué— dijo Annabeth, pero su mente estaba revolviendo ideas e imaginando ya de que podría tratarse, una pequeña sombra se apodero de sus ojos.

Mi estómago se revolvió, sabía bien que el invierno anterior habíamos tenido una feroz lucha mortal en San Francisco con Luke, y el despertar de Cronos estaba cerca… la profecía que decía que a los 16 tendría que tomar una decisión que salvaría o arruinaría a todos.

De solo pensar en eso, sentía unos ligeros mareos… No imaginaba que lo que me sucedería a continuación a sería mucho, MUCHO peor.

Llegamos a la Casa Grande, pero no tuvimos que entrar. Vi a una persona envuelta en una Toga gris con capuchón saliendo por la entrada, detrás venía Quirón en su silla motorizada.

—Así que este es el famoso Percy Jackson— dijo una voz delgada y suave, como la de una mujer.

—Quirón— le dije sin desviar la mirada de la extraña. —Quién es ella?— dije suponiendo que era una chica por la voz, y por su tamaño, que parecía ser de el de una estudiante promedio de séptimo u octavo grado.

Cuando estuvo a punto de hablar, ella lo detuvo y se quitó la capucha. En efecto, era una mujer como suponía, de piel clara y cabello amarillo claro, no rubio miel como el de Annabeth sino un amarillo intenso como el mismo Sol que brillaba sobre nosotros y ojos ámbar.

—Campamento Mestizo, eh?— alardeo mientras daba una mirada por los alrededores. —Me gustaría conocerlo—

—Oye Quirón…—

Pero en un instante ella lo vio como unos ojos de desaprobación.

—Recuerda nuestro trato…— le dijo.

—¡¿Qué trato?!— pregunto Annabeth todavía más confundida, con sus penetrantes ojos grises en los de ella, como tratando de sacarle información.

—Todo a su tiempo querida— le dijo. —Vamos, muéstrenme más de este lugar—.

—Una nueva campista…?— dijo Grover con algo de temor en su voz.

Quirón no dijo nada.

—B-Bueno— dije.

Annabeth le lanzo una mirada desconfiada, como si comenzara a averiguar quién era, sin embargo ella solo le mostraba una sonrisa nos dirigíamos hacia las instalaciones del campamento, Quirón se acercó discretamente y me susurro.

—Vigílala bien de acuerdo?—

Cuando subimos por el valle y comenzamos a enseñarle las actividades, ella solo miraba con detenimiento con esos ojos ámbar y semblante característicos de un perturbador de la paz, cejas arqueadas hacia abajo y una mirada afilada.

—Sigamos—

Pasamos por la cancha de vóley y la de baloncesto, luego por los campos de fresas, las cabañas de artes y oficio, cuando pasamos por los campos de fresas viendo a los campistas cosechando apaciblemente, las ninfas cantando mientras arrancaban y plantas nuevas flores y los sátiros tocando en armonía con la naturaleza, ella hizo un gesto de asco con la lengua como si toda aquella paz la disgustara.

Cuando llegamos al muro de Lava ella parecía divertirse con las desgracias de algunos campistas que se caían de los agarres o se quemaban con el calor, y parecía volverse más contenta cuando llegamos a la arena y veía a los chicos de Ares luchar estruendosamente, chocando espadas lanzas y armaduras frenéticamente. Esto parecía emocionarla mucho al grado de darle pequeños aplausillos, como una niña consentida cuando le dan su muñeca Barbie última edición.

Annabeth le lanzo otra mirada suspicaz, pero Grover solo se ponía más nervioso estando junto a ella.

Finalmente llegamos a las cabañas y las describimos cada una, cuando llegamos a la de Ares, ella comenzó a verla desde distintos ángulos, inclusivo haciendo tomas con los dedos de las manos cruzados a modo de pantalla, como si fuera un director de cine.

—Crees que sea una hija de Ares—

Annabeth estuvo pensativa un rato y luego dijo con severidad. —Probablemente…—

Por su mirada parecía entender que sospechaba de ella, admito que sin la personalidad psicodélica, pretenciosa y de niña consentida era atractiva, podría haber pasado por hija de Afrodita, pero al igual que en el campo de fresas hacía gestos como de nauseas cuando paso por la cabaña de Afrodita, y se rio de la Atenea.

Esto molesto un poco de Annabeth.

—Ahora…— dijo severamente como dando a entender que aquí acababa el recorrido amigable. —…Dinos quien eres—

—Pero antes, la cena— afirmo.

Una caracola sonó, no me había percatado de los rápido que paso la tarde, casi se podía percibir el sol poniéndose al horizonte y ser reemplazado por la penumbra.

—O-Oye, espera…— le decía Annabeth mientras la veía correr dando saltitos como niña hacia el pabellón.

—Que rara—

Annabeth no dejaba de mirarla.

—No notas algo raro en ella—

—Su cabello es más amarillo que el tuyo—

No sé porque lo dije, quizá todavía estaba pensando en lo que me sucedió hace unas horas. Ella puso los ojos en blanco. —N-No hablo de eso—

Se dio a entender, acerca de cómo le desagradaban las escenas calmadas y de paz, en cambio parecía emocionarle los escenarios violentos y frenéticos. Eso solo me hacía convencer un poquito más de que, si era una mestiza como nosotros, probablemente sea hija de Ares.

—Yo no lo creo, en verdad— dijo ella.

—B-Bueno… vamos a cenar— dijo Grover luciendo aun nervioso.

Comencé a sospechar, pero luego mi estómago acalló mi cerebro.

En el pabellón, todos estábamos en nuestras mesas sirviéndonos, la nueva estaba sentada en la mesa de Hermes, pero no dejaba de hablar con los Stoll, quienes parecían contarle sus bromas más jocosas, parecían no percatarse de su reciente y sorpresiva presencia mientras se reía como loca de aquellas bromas que habían causado más caos en el campamento, entonces pensé que probablemente sería hija de Hermes.

Quirón, así como Annabeth, no dejaba de mirar a la nueva, y parecía nervioso.

—Por los dioses— dijo alzando su copa.

Y entonces todos nos acercamos con nuestras ofrendas alimenticias a los dioses, ella acompaño a los de Hermes al bracero, pero cuando llegó a las llamas e iba a arrojar su plato se dio media vuelta y se retiró.

Todos parecían sorprendidos de su falta de educación, pero Quirón no decía nada.

—Oye, novata— le dijo Annabeth perdiendo los estribos. —Adonde crees que vas? —

Ella se detuvo en seco y la miró un tanto disgustada.

—A mí mesa? — dijo cerrando los ojos con un tono inocentón.

—Debes dar tu ofrenda a los dioses— esta vez tomo la palabra Silena Beauregard, la consejera de Afrodita.

—Por qué, ellos tienen cosas mejores que hacer que oler nuestra comida—

Parecía que Annabeth le seguía, porque se habría percatado de lo que dijo, y es que un chico nuevo en el campamento no sabría que los dioses podían percibir la fragancia de la comida arrojada al brasero. Todos susurraban y balbuceaban entre ellos, un trueno retumbo, pero ella seguía riéndose de forma traviesa.

Guardamos silencio por unos segundos.

—Bien, ya basta de juegos…— dijo ella.

Entonces dejo caer su plato que se rompió en pedacitos con la comida y se quitó la tela toga que llevaba encima.

Reveló un vestido blanco de seda atado en la cintura con un lienzo negro y una bolsita de cuero café claro atada, y con un prendedor gris en el hombro izquierdo, tenía un colgante de joyería plateada sobre su pecho, además vestía unos tacones negros.

—Tú… Tú eres…— decía Clarisse de la cabaña Ares en tartamudeos, reconociéndola aparentemente.

—El muro de lava y la arena son geniales…— afirmo. —Pero no habría venido a este tonto y pacífico lugar sin una razón—.

Los chicos comenzaron a murmurar de nuevo.

—Lo sabía— dijo Annabeth.

Mire a Quirón y por su mirada perdida, pensé que él también conocía la identidad de la chica.

—Me alegra ser tan popular…— presumió. —Me recuerda cuando asistí a la boda de Tetis y Peleo—

Tetis y Peleo. Mi mente trataba de rebuscar en mi banco de datos mitológicos griegos buscando las palabras… y finalmente lo encontré.

—Tú eres Eris, Hermana de divina de Ares, diosa de la discordia— dije.

Me vio con unos ojos maliciosamente traviesos.

—Así es Percy Jackson— afirmo. —Y quiero que hagas una búsqueda para mí—

CONTINUARA…


Estoy muy ocupado y cansado por ahora, así que les debo la sesión del chat mestizo... ahora si me disculpan voy a salir a celebrar mi cumple XD.

Nos leemos :)