Antes de empezar me gustaría cantar algo... *me aclaro la garganta*

¡FELIZ CUMPLEAÑOS A MÍ! ¡FELIZ CUMPLEAÑOS A MÍ...! Me siento muy muy muy solo...! ¡Pero aun los cumplo feliz!

XDDD. Ahora, disfruten del fic.


PERCY JACKSON Y EL MONSTRUO PERDIDO

(1era Parte)

Nota: Cronológicamente ubicado después de El último olímpico.


Es irónico como de un momento a otro, las cosas pueden pasar de estar perfectamente bien a una total y completa $%&·&/.

Pero bueno, lo habría entendido si se tratara de alguien cercano a mí que estuviera en peligro… pero por un "Monstruo". Si… lo leyeron bien, un M-O-N-S-T-R-U-O.

Creo que debo empezar por el principio.

Las vacaciones de invierno habían comenzado más temprano este año, le confesé a mi madre lo que ella ya suponía, pero antes de que partiera al campamento pensó que sería genial pasáramos el fin de semana en nuestra cabaña en Montauk, mi "nuevo" padrastro Paul pensó que sería una gran idea, sobre todo antes de que comenzaran los días más fríos del invierno, así que todo estuvo arreglado.

Pero yo quería llevar a alguien más.

-Percy! Escuche a mi madre gritar desde el piso de abajo. –Ya terminaste de empacar.

-Ya casi. Respondí mientras colocaba una mudada de ropa más en mi mochila.

Después de unos minutos me aparecí en la sala, Mamá estaba alistando unas cuantas botanas y golosinas azules más cuando me vio.

-Ya terminaste-

-Sí- conteste. –Ahora vuelvo voy por nuestra invitada- le dije.

No pudo ocultar su sonrisa.

-Paul traerá el Prius en unos minutos- me explico. –No te entretengas demasiado- me dijo con un guiño y una sonrisa picarona.

-Mama!-

Esta vez se río en serio.

-Solo ve-

Recorrí todo Upper Side a pie, bueno… más bien corrí.

Después del verano, Annabeth estaba asistiendo a una escuela provisional en Nueva York que era un internado, entre su nueva escuela y su asignación como arquitecta del Olimpo nos veíamos poco, así que apreciaba cada momento que estábamos juntos, cuando lo hablé para proponérselo aceptó sin pensarlo dos veces, quedamos en vernos en Central Park para que la recogiera.

Cuando la vi supe que este sería la mejor salida de todas.

Vestía sus típicos vaqueros con zapatillas anaranjadas, en vez de su camiseta del campamento traía una camiseta morada con su collar de cuentas y llevaba el pelo recogido en una coleta con un agarrador de tela que le regalé la última vez que salimos, estaba sentada en el borde de una fuente.

-Hola Sesos de Alga- respondió al verme mientras levantaba una mochila verde bien cargada.

-Hola, Listilla!- respondí sin nada mejor con que defenderme. –Lista para el mejor fin de semana de tu vida-

Ella asintió feliz.

-Mi madre y Paul no están esperando-

Eso es lo que dije, pero cuando salíamos por la entrada de Central Park, el Prius rojo de Paul apareció todo cargado y a mi madre sentada a un lado del conductor.

-Ahí están- decía mi madre poniéndole algo de ternura a su voz.

Paul solo arqueo las cejas al vernos.

Y mientras mi cara se ponía roja Annabeth saludó.

-Hola Sra. Jackson, Sr. Blofis-

-Oh! Vamos Annabeth, sabes que puedes llamarme por mi nombre-

Ahora ella la que tenía la cara roja de vergüenza..

-Si Sra. Sally-

-Vamos suban-

-Sí- asentí.

El viaje duro unas dos horas, durante ese tiempo aprovechamos para hablar y ponernos al corriente, más bien fue Annabeth la que no paraba de hablar, la semana pasada había supervisado la reconstrucción del templo de Artemisa en el Olimpo, formas, diseños, números, estilos… Paul no dejaba de mostrarse fascinado con las descripciones de la ciudad eterna, sus edificios, sus palacios, en fin todo. No dejaba de decir que era una lástima no poder visitar semejante lugar, y sugería que si al menos le podríamos tomar unas fotos la próxima vez que vayamos de visita.

-Lo intentaremos- balbuceé.

Finalmente llegamos a nuestro destino, Annabeth parpadeó un par de veces al ver a nuestra rústica cabaña de la playa, como si estudiara la forma y el diseño y decidiera… que no era segura.

-Mejor bajamos las cosas…- le dije antes de que comenzara a sentirme avergonzado de mi propia casa de playa.

Luego de bajar las cosas entramos y comenzamos a limpiar, le pedí a Mamá y a Paul que no le mencionaran a quien trajimos en nuestra última visita, pero como si me leyera el pensamiento Annabeth balbuceó.

-Trajiste a Rachel aquí antes, no?!-

Yo solo pudo reír nerviosamente mientras ella mostraba una pequeña mueca de enorme disgusto, seguramente se dio cuenta por la cuarta litera extra que había dentro, de nuevo volvía a saber de qué no podía engañar… a la chica mas lista del campamento.

-Bueno, vamos a limpiar- dijo Mamá.

Todo transcurrió con normalidad, hasta que Annabeth gritó de pánico cuando limpiaba una esquina del techo y le cayó una pequeña araña en el cabello, corría de un lado a otro pidiendo a gritos que se la quitaran.

-Pero si es solo una arañita- le dije mientras se la quitaba pese a que sabía bien porque les temía tanto, aunque su rostro se estaba poniendo un poco morado mientras la veía en la palma de mi mano.

Me ríe mientras la llevaba afuera y la dejaba en la arena para que escapara.

Trabajamos tanto que ya casi era el atardecer y estábamos hambrientos, así que salimos a la playa y prendimos una fogata para asar malvaviscos azules y demás comida azul, hasta que ella saco de su mochila unas cuantas bolsas plásticas de conserva con unos cuantos sándwiches de jamón y un termo con refresco de naranja.

Aunque los sándwiches estaban un poco salados y el refresco muy dulce les hice señas a mamá y Paul, supongo que la cocina no se les da muy bien a los hijos de Atenea, aún así deguste su comida con gusto mientras veía una débil sonrisa en su rostro.

Todo iba de maravilla… hasta que mamá saco el álbum de fotos.

Annabeth no dejaba de reírse con mis fotos de bebe, sobre todo con una en la que aparecía sentado en la taza del baño cuando tenía cinco años sonriéndole a la cámara mientras me agarraba mis cositas, y para colmo mi mamá le había añadido con la computadora un globo de conversación que decía "YA SOY UN NIÑO GRANDE"

-¡Mamá!-

Ella y Paul rieron a carcajadas.

Después de avergonzarme frente a mi novia, Paul saco una guitarra cosa que me sorprendió porque no sabía que supiera tocar, comenzó a entonar una bonita canción con una letra que hablaba más o menos sobre el amor en todas sus formas, hizo olvidar mi enojo, admito que las líneas me conmovieron un poco mientras veía el cielo iluminado por las estrellas que hacía juego con el momento, de pronto Annabeth se sentó en la arena a mi lado para contemplar el cielo, mi madre sonrío. Ella comenzó a enseñarles las diferentes constelaciones que había en el cielo, incluso varias de ellas que no conocían mamá y Paul quien dejo lentamente de cantar y tocar para ver arriba.

A Paúl aún le costaba trabajo creer que había un enorme mundo oculto en medio de la civilización occidental.

-No se preocupe, con el tiempo lo entenderá- le dijo Annabeth.

-Nosotros aún lidiamos con eso- añadí. –Bueno, que tal un poco de gaseosa- les propuse.

Me puse de pie y fui hacia la cabaña a por el conservador, cuando salía por la puerta de la cabaña cargando con él, mi nuevo padrastro se me apareció.

-Yo me hare cargo-

Pero su sonrisa me dijo que no venía a por eso.

Mientras veíamos a mi mamá y Annabeth conversar a lo lejos él me habló.

-Ya tenemos fecha- me dijo.

Me quede boquiabierto, había olvidado lo que él me había dicho el año pasado sobre pedirle la mano a mi madre, parece que finalmente es oficial. Se casarían al final de verano, luego del campamento para que pudiéramos asistir.

-Me… alegro- balbuceé.

-Espero que no te molesté tener a un soso profesor de literatura como tu padrastro-

Lo miré por un momento y luego volví a ver a mi madre quien se reía junto con Annabeth, probablemente de otra de mis travesuras de niño.

-Mientras ella sea feliz- dije.

Luego volví a ver a Annabeth, y por un momento pensé que tal vez ella y yo…

-Es una buena chica- me saco de mis pensamientos.

-Como lo sabes?!- le dije.

-Es lista, atlética y muy valiente- dijo esto último recordando el verano pasado.

Simplemente asentí.

-No la dejes escapar, hijo- me dijo dándome un codazo en mi espalda.

Le devolví el gesto con una mano y luego me dirigía a la fogata.

-Quién quiere gaseosa de cereza azul?!-

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Más tarde ya se hizo muy de noche, Mamá y Paul ya estaban de ida a la cama dejándonos a Annabeth y yo sentados en lo que quedaba del fuego, ella estaba intentando construir una torre con la arena pero no lograba que se mantuviera más de unos segundos.

-La arena no es un buen material para construir- bromeé.

-Claro que no Sesos de alga-

Así que dejo su proyecto y volvíamos a mirar el cielo, pensando que pronto empezarían las vacaciones de invierno, habíamos quedado en pasarlo juntos en el campamento, que ahora rebosaba de campistas, más de trescientos para ser más exactos. Las nuevas cabañas habían sido terminadas y los sátiros no dejaban de aparecer con nuevos campistas, algunos lo lograban, otros no. No había tenido tiempo de conocer a la mayoría, Annabeth me dio un pantallazo general, además de las cabañas de Hades, Iris, Hecaté y Nemesis, ahora también estaban las cabañas de Hypnos, Nike, Hebe y Tyche.

-Vaya, tendremos muchas caras nuevas este verano- añadí.

Su rostro lucía un poco preocupado, y yo sabía por qué.

-Sigues pensando en la gran profecía-

Ella asintió.

-Creo que tengo una sospecha de que enemigo pudiera ser-

-Entonces me gustaría oírla- dije tratando de sonar optimista.

Gigantes.

Como siempre mi ignorancia se hizo lucir, así que luego de darme un pequeño codazo me dio un curso intensivo acerca de los gigantes y la "Gigantomaquia".

Fueron los hijos inmortales de la diosa Gea y de Urano, el titán de los cielos. Y estuvieron muy cerca de destruir del Olimpo, mucho más de lo que Cronos y sus secuaces estuvieron de destruirnos el verano pasado, pero gracias a la oportuna intervención de Hércules en la lucha pudieron vencerlos.

-Así que Gigantes, eh?!-

Entonces pensé que lo último que dije al final del verano pasado bien podría ser errado, quizás esa profecía no tardara años en cumplirse así como la última y tal vez nos encontremos a la puerta de una nueva guerra.

Ciertamente todo este asunto comenzaba a deprimirme, así que me acerqué a ella y puse mi brazo alrededor de sus hombros.

-Dejemos eso para después- le dije tratando de sonar alegre. –Ahora, solo disfrutemos de esto-

Su cara de preocupación de inmediato fue reemplazada por una de júbilo, como si hubiera recordado que ahora nos teníamos el uno al otro. Qué juntos podríamos superar lo que sea o a quien sea.

-Tienes razón-

Entonces entrelazó sus dedos con los míos y nuestros rostros se acercaron. Y ahí estábamos, dándonos un beso a la luz de las estrellas, todavía nos quedaba el resto del domingo de mañana para disfrutar, pensé que nada podría arruinar esto, pero como siempre pasa en mi vida…

Debí saber que estaba nuevamente equivocado.

Per… cy… Escuché decir a mis espaldas, parecía una voz cansada y exhausta.

Nos separaremos y volteamos rápidamente.

Una figura oscura caminaba hacia nosotros, el fuego se había apagado ya hacía unos minutos por la brisa nocturna fría por lo que no pudimos identificar al extraño hasta tenerlo de frente, me llevé la mano al bolsillo instintivamente en busca de riptide, mi mortífero bolí-espada .

Percy…! Volvía a decir el extraño, cuyo tamaño era pequeño a simple vista extendiendo su mano hacia nosotros..

Ambos nos pusimos de pie en guardia frente a las cenizas de la fogata que apenas nos iluminaban con una tenue luz naranja, pero el sujeto continuo avanzando hacia nosotros.

-Alto ahí!- advertí.

Per…cy… so…y …yo- dijo entre jadeos.

Finalmente pudimos identificarlo cuando se acerco a la débil luz de las cenizas.

-Nico?!- dijimos Annabeth y yo.

Nico di Angelo estaba de pie con un andar tambaleante, con su típica ropa negra pero rasgada y su chaqueta de aviador café pero sucia.

Ne…ce…sito… tu… dijo antes de finalmente de derrumbarse frente a nosotros.

Pasada la medianoche Nico Di angelo se nos apareció en nuestra cabaña en Montauk, estaba sucio, cansado y magullado. Como si hubiese salido de una pelea de bar.

Rápidamente lo cogimos y lo llevamos a la cabaña para darle los cuidados respectivos pero apenas traíamos un pequeño botiquín con algunos desinfectantes para cortaduras y raspones pequeños, no iba a ser suficiente, entonces Annabeth volvió a sorprenderme cuando de su mochila saco una pequeña bolsa hermética con un poco de ambrosía y una taza con tapa bien sellada con algo de néctar.

Esta chica siempre viene preparada para todo, me gusta.

Luego de una hora pareció mejorar, y apenas tuvo energía balbuceó.

-Gracias- dijo el hijo de Hades mientras sostenía el vaso con cola de cereza azul y lo bebía.

Todos le veíamos intrigados, pero sobre todo Paul. Supongo que era raro ver a un niño de trece vestido negro y con una espada en el cinturón, salvo por la chaqueta que según él le quedaba bien, deberían haber visto su cara cuando le dijimos cuál era su ascendencia, pero cuando se trataba de semidioses, no era simplemente un "hola como estas, vine a saludarte un rato".

Yo ya sabía lo que venía.

-Percy, necesito tu ayuda- sentenció.

Entonces comprendí que mi grandioso fin de semana había terminado.

Gruñí molesto. –Qué quieres ahora Nico?!- dije sonando un tanto rudo pero a él no le importo y continuo viendo su vaso, con un semblante preocupado.

-Qué te paso?!- preguntó Annabeth le dijo mientras sostenía sus hombros

Nos dirigió una mirada oscura que hasta a mí me petrificó.

-Algo muy grave- respondió.

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

El Solsticio de Invierno.

Una fecha muy importante para los Olímpicos, sobre todo para Hades, ya que era el único día del año en la que el Señor del Inframundo podía salir de su lúgubre reino y visitar el majestuoso Olimpo.

Nico se las había arreglado para meterse de cabeza en el negocio familiar, me dijo que hasta recibió un cumplido de su padre por haberle ayudado a resolver una huelga de necrófagos en los campos de castigo, los mató a todos.

"No hay necrófagos, no hay problema"fue su explicación

Y luego de nuestra victoria en el Olimpo, Zeus todopoderoso decidió ser un poco "flexible" con su hermano por haber prestado un gran servicio defendiendo el Olimpo el verano pasado, así que le dio permiso de salir del Inframundo por "Dos Días", obviamente él no desprecio tan generosa oferta y partió a las 0 horas del día (de hoy, quiero decir ayer) antes del solsticio (O sea mañana, quiero decir hoy), a disfrutar de la ciudad Eterna antes del consejo.

Aquí es donde comienza el problema de Nico, puesto que Hades debía dejar alguien en su lugar, generalmente y durante los últimos 2.000 años Perséfone siempre era la elegida, pero luego del acercamiento padre e hijo decidió ser flexible con él y decidió dejarle a cargo del Inframundo. Aunque de hecho parecía feliz por haber recibido algo de atención de su padre, sus ojos se iluminaron cuando lo decía, pero del dicho al hecho hay mucho trecho, no era fácil dirigir el sitio a donde todas las almas de los muertos van a parar, tuvo que tratar con Zombis, demonios, y demás criaturas infernales.

Por su voz famélica y su pelo castaño algo emblanquecido sabía que debe haber sido duro.

-Y el colmo de todo fue cuando "eso" paso- dijo.

-Eso?!- dijimos Annabeth y Yo.

-A qué te refieres con "eso"?!- pregunto Paul, aun fascinado por las terribles descripciones de los monstruos y negocios del inframundo.

Nos miró con el rostro ensombrecido y nos dijo.

-La desaparición de Cerbero-

Sentí que al aire se enfriaba como si estuviéramos en un refrigerador.

-Cancerbero desapareció?!- dijimos Annabeth y Yo nuevamente.

Él asintió, y Paul algo confuso habló.

-Te refieres a Cerbero?!- pregunto incrédulo como si no pudiera concebir que tal monstruo existía. –El Perro del Infierno-

Volvió a asentir, esta vez lo noté un tanto triste causando la lástima de mi madre.

-Pobrecito…- dijo envolviendo sus brazos alrededor de él.

Su cansado rostro quedo perplejo y brillantemente rojo cuando mi mamá lo abrazó.

-Pero quién puede robarse a semejante bestia?!- balbuceé recordando mi último encuentro con aquel monstruo.

Nico hizo una pausa antes de seguir. –No lo sé- respondió.

Al parecer solo sabía que cuando regresaba de las puertas del Tártaro para devolver a su lugar a un zombi, cerbero ya no estaba, los guardias exclamaron sorprendidos cuando levantaron la cabeza y no vieron al imponente animal, comenzaron a balbucear temerosos mientras Nico lucía furioso, y luego de acabar con uno de ellos como castigo les ordeno que dejaran a uno de guardia y salieran a buscarlo, y al cabo de un rato la línea EZ MUERTOS estaba congestionada mientras el único guardia tramitaba las entradas de todos, les ordeno a las furias que volaran por todo el inframundo buscandolo, otro error porque los condenados de los campos de castigo comenzaban a escabullirse pese a la ferocidad de los necrófagos que los vigilaban y, o buscaban la forma de cruzar el estigia o se paraban frente a las puertas de los Elíseos arañándolas para intentar abrirlas.

-Justo hace unas horas, antes de venir tuve que salvar a Caronte que había sido atrapado por algunos condenados que intentaban obligarlo a que los llevé al otro lado-

Eso sí que me preocupo.

-Ahora lo entiendes- dijo. –Cerbero es el único cuya presencia intimida lo suficiente a los muertos como para que desistan de escapar-

Los ojos de Annabeth se mostraron preocupados también. –Hades no sabe nada al respecto, verdad-

-No- respondió con la voz quebrada. Entonces me percaté de que estaba temblando. –Mi madre parece hacer la vista gorda, pero es cuestión de tiempo para que decida avisarle a mi padre si las cosas empeoran-

-Nico…-

-Aunque por el momento son solo casos aislados, cada vez más muertos comienzan a envalentonarse con la ausencia de cerbero- explico.

Ahora podía verlo, me imaginaba a todas las almas de los campos de asfódelo escapando del Inframundo, las películas de zombis serían realidad.

-Será mucho peor que eso- decía como si leyera mi mente. –Será el infierno sobre la tierra-

Este último comentario nos dio escalofríos.

-Necesito su ayuda, por favor- dijo casi suplicando. –Percy, Annabeth-

Ambos nos miramos.

-Bueno, supongo que se acabo nuestro feliz fin de semana- dijo mi madre.

La miré y vi que tenía un rostro triste, le sonreí para intentar alegrarla.

-Creo que no tenemos opción- añadí.

-Debemos ir- dijo Annabeth.

Nico bajo la cabeza, imagino que debió sentir apenado de tener que pedir ayuda para resolver sus problemas, ya que al ser hijo de hades, todos lo veíamos como un chico rudo que no necesita ayuda de nadie, pero en ese momento parecía tan débil, indefenso y asustado como un niño, que es justo lo que era, y yo sabía que esto era demasiado para él.

-De acuerdo, te ayudaremos- le dije.

-…Gracias-

Luego de desayunar algo nos preparamos para nuestro viaje al inframundo, Annabeth llevó sus provisiones de néctar y ambrosía, su cuchillo y su gorra de los yankees.

¡Hasta vino armada joder!.

Pero ella no era la única que estaba lista para el combate, además de Riptide el verano pasado me llevé conmigo el pequeño regalo de Tyson.

-Eso es…- murmuro Annabeth extrañada al verme colocar un reloj de pulsera en mi muñeca derecha sabiendo que no era mi costumbre llevar estas cosas.

Presione el botón y un gran escudo apareció como una espiral de mi reloj, Tyson lo había mejorado, ahora era de bronce celestial puro y mucho más resistente y ligero así como la muñequera el lugar del cuero que en un principio estaba sujetándolo a mi brazo.

-Seguro que nos será de ayuda- le dije mientras volvía presionar el cronometro para que volviera a ser reloj.

Nico limpio con un paño empapado de un extraño aceite blanco su espada de hierro del estigio y la envaino.

-Tenemos hasta el anochecer de hoy para recuperar a Cerbero antes de que mi padre regresé-

-Sí, hoy es un buen día para ir al Inframundo como cualquier otro- respondí con sarcasmo.

Mientras Nico y Annabeth se dirigían afuera, mi futuro padrastro Paul me detuvo para darme unas palabras de aliento…

-Podrías traerme alguna imagen del inframundo- dijo casi en un susurro.

Entonces me dio una pequeña cámara digital de bolsillo que esperó pasara desapercibida.

-Lo… intentaré…- balbuceé. Aunque estaba seguro de que podría perder el apetito para siempre con ver esas imágenes.

-Percy! Date prisa!- me grito Annabeth desde afuera.

Salí corriendo a su encuentro y estábamos de pie frente al mar, aunque la entrada más cercana al Inframundo estaba en Nueva York nos tomaría unas horas llegar, por mucho que odiaría esa idea, así que le preguntó a nuestro amigo como íbamos a llegar rápidamente.

De pronto un enorme bulto negro con forma de perro avanzó corriendo hacia nosotros, de un salto me cayó encima y mi cara quedo empapada de baba.

-Srta. O'Leary!- balbuceé escupiendo saliva que no era mía.

Ella ladró emocionada y meneo la cola como si fuera un gusano con cafeína en su sistema. Detrás de nosotros escuché la explicación que mi madre le daba acerca de mi mascota infernal, pero el aún parecía anonadado.

-La trajiste del campamento- Pregunto Annabeth.

Sus ojos se iluminaron como si viera la respuesta.

-La vamos a necesitar- apenas explico. –Ahora no hay tiempo-

Entonces se metió la mano al bolsillo de sus vaqueros negros y saco una llave color negra como la obsidiana, levanto su espada y vi una pequeña ranura en la que cabía perfectamente, la puso y comenzó a brillar con una luz gris.

-Eso es, una llave huesos?!- pregunto Annabeth como si la conociera.

-Mi padre me lo dio ayer, me dijo que me ayudaría- explico. –Luego descubrí que también me permitía entrar y salir del Inframundo a voluntad-

Su expresión otra vez lucía apenada, Nico se había esmerado estos últimos meses en ganar la aprobación de su padre, ahora que había logrado que su padre le encomendara una gran tarea estaba en aprietos, cuando era pequeño y hacia enfadar a mi madre ella me castigaba con pequeñeces como no poder ver TV o salir al parque, (Y para un niño con TDAH, estar encerrado en una habitación era insoportable), no se me ocurría que clase de tenebrosos castigos podría su padre, el rey de los muertos, darle a Nico.

-Tranquilo, todo saldrá bien- le animé para que despertara de su trance.

Asintió y luego volvió su atención hacia su espada.

De repente unas sombras comenzaron a juntarse debajo de nosotros formando un enorme círculo, voltee por un segundo hacia la cabaña y pude ver el rostro preocupado de mi madre, alce mi dedo gordo como una afirmación de que volvería para animarla, me di la vuelta antes de ver como Paul la abrazaba.

Entonces Annabeth tomo mi mano, la cual le sudaba un poco, como si buscara consuelo entonces recordé que esta era la segunda vez que bajaba a los infiernos, supongo que estaba nerviosa. Entrelace mis dedos con los suyos y la apreté su mano, su expresión pareció relajarse un poco.

-¡Ábrete!- ordenó Nico.

Las sombras se volvieron más delgadas y desaparecieron dejando un enorme agujero que nos tragó a los tres.

CONTINUARA…


Estoy muy ocupado y cansado por ahora, así que les debo la sesión del chat mestizo... ahora si me disculpan voy a salir a celebrar mi cumple XD.

Nos leemos :)