CP#3. Consecuencias.

—¿Está seguro de esto mi Señor? —cuestionó un joven demonio de un cargo menor que servía al «Lord del Sur: Saburo Minami».

—¿Te atreves a cuestionar mis órdenes? —preguntó el demonio sin ninguna expresión en su rostro.

—No mi Señor. —puntualizó el demonio menor mientras se retiraba de la presencia de su Señor.

Saburo se limitó a mirarle con atención, él sabía de antemano la razón de su pregunta, porque aquella manada que estaba a menos de un día de camino a las tierras de Sesshōmaru tenían la mismas preguntas: ¿por qué una humana?, todos sabían que había una rivalidad de por medio entre ambos demonios, sin embargo eso no justificaba que su Señor tomé a la joven humana como su pareja, era algo inverosímil.

Saburo no era indiferente a ese desconcierto de parte de sus subordinados, después de todo, cuando tuvo conocimiento que Irasue estaba buscando un consorte para Rin no dudó en hacer su propuesta, él había notado el inusual apego que tenía Sesshōmaru hacia la joven humana.

Cuando escuchó por primera vez sobre la protegida del demonio no lo podía creer, Sesshōmaru con una niña humana ¿era eso posible?, entonces los rumores se hicieron más fuerte incluso sus propias hijas no dejaban de hablar de aquella joven, cazadora de demonios cuando la situación lo requería y subestimar sus destrezas sería un gran error.

Una humana educada como un demonio, sin duda era todo una novedad y más saber la fidelidad de los demonios que co-existían alrededor de ellos, aliados, enemigos y no era ningún secreto el extremado cuidado que Sesshōmaru tenía con Rin, a tal punto de creer que se había vuelto un demonio débil y complaciente por su presencia nada más alejado de la verdad.

Con la joven también era interesante su comportamiento, enfrentarla era muerte segura sobre todo cuando tenían la osadía de desacreditar a Sesshōmaru delante de ella, una vez un joven demonio de una reconocida dinastía cometió el desatino de decirle:

Así que tú eres la humana —cuestionó en un tono mordaz—, una más de las concubinas de Sessh…

¿Cuántas veces has muerto? —Era la pregunta que Rin hacía siempre antes de sacar sus filosas dagas dobles impregnadas de veneno puro, un obsequio de su amo en su cumpleaños número quince y que ella había aprendido a manejar luego de un arduo entrenamiento.

Los demonios que estaban con ella mostraban una sonrisa burlona, momentos así era un completo deleite para ellos, porque Rin no esperaba una respuesta antes de lanzar el ataque y siempre eran cortes limpios, directos y precisos, era el único momento que su expresión cambiaba de una dulce joven a una tan letal asesina porque esa promesa de muerte se llevaba a cabo, también había aprendido por medio de un corte en sus brazos a invocar a «Colmillo Sagrado», una técnica que accidentalmente descubrió al matar por error a uno de sus demonios aliados.

Revivir al demonio muerto luego de ver su expresión de horror era tan desconcertante porque siempre Sesshōmaru se hacía presente, después de todo permitirle invocar su espada no era algo que debía ignorar y aunque nunca preguntaba qué había pasado porque sabía que la joven no mataba a no ser que tuviera una fuerte razón de por medio, la segunda advertencia era lo más inusual porque sus palabras eran las misma:

Si te mató por segunda vez —reveló sin expresión alguna en su rostro, era como ver una versión femenina de Sesshōmaru porque incluso hasta su timbre de voz cambiaba—, no podrás volver a la vida. ¿Qué decías?

La advertencia la hacía con sus dagas dobles transformadas en espadas y con colmillo sagrado en su mano derecha, era impresionante como ella podía lidiar con aquellas armas al mismo tiempo y siempre terminaba con la cabeza de su víctima entre sus espadas.

La promesa de muerte y una muy dolorosa estaba en sus hermosos ojos, cada vez que cometía una asesinato parecía volverse de una tonalidad oscura, las víctimas se retractaba, algunas en el caso de demonesas que habían osado provocarla, se desmayaban, ante tales situaciones Sesshōmaru nunca la cuestionaba solo se limitaba a lamer su brazo ensangrentado, era la única parte que no le gustaba cuando invocaba su espada. El corte profundo en su mano.

Saburo en aquella ocasión estaba con demonios del Consejo se quedó perplejo ante aquella acción, porque era ver a una humana transformarse en demonio ante sus ojos, era fascinante pero lo que más le llamó la atención fue ver en Sesshōmaru expresiones que eran imperceptible al ojo humano pero él que lo había conocido de cachorro notó el interés que tenía hacia ella, sabía que por su soberbia nunca la tomaría como compañera después de todo su repudio hacia los humanos no era ningún secreto, entonces no se explicaban cómo tenía una protegida humana.

Aquel Lord ahora tenía una gran oportunidad entre sus garras y no la pensaba dejarla pasar, sabía que ella era su punto débil, tan solo por tener la satisfacción de quitársela iba acceder a marcarla como su pareja, poco le importaba si ella sería capaz de sobrevivir a su letal veneno pero si llegaba hacerlo no le importaba estar con ella, después de todo era humana, iba envejecer y morir en un cerrar de ojos para él que era inmortal el tiempo no era nada, en caso de tener descendencia tampoco le importaba porque podía enviar aquellas crías con sus soldados para que formen parte de su ejército, al ser híbridos no dudaba que terminen muertos.

Con una sonrisa siniestra el demonio continuaba su camino, dejaría la último tramo del viaje para volar, la idea de hacer que Sesshōmaru se retuerza de las iras producto de lo que él iba hacer le llenaba de una malsana alegría, aprovecharía que empezaba la época de apareamiento para tomar a la joven en su propio palacio y hacer que las iras del demonio se desborde.


Ajeno por completo a los planes siniestros del Lord del Sur y de su llegada, Sesshōmaru mentalmente quería estrellar su cabeza contra la pared, le parecía inverosímil haberla lastimado de esa forma, interiormente maldecía haber sido un completo bruto con ella, sabía que podía perder el control pero nunca se imaginó que sería de esa manera y eso que no se había transformado durante el apareamiento sino la hubiera matado.

Evitando que los gemidos salieran de su garganta producto de frustración que sentían, con delicadeza hizo aún lado a Rin, no podía creer que casi devora por completo sus labios, así que sin pensarlo pasó su lengua sobre los mismos para limpiar el rastro de sangre que había en ellos, el sentir su aliento sobre sus fríos labios le hizo experimentar sensaciones desconocidas para el demonio, porque nunca antes él había tenido la necesidad de hacer algo así, menos besar a una hembra de la forma como lo hizo.

Así que sin prisa alguna lamió aquellas partes que había desgarrado de la piel tersa, se detuvo en su pecho para ver con fascinación aquella marca que había hecho en ella, podía sentir su aroma en ella, no dudó en lamerla con suavidad y a pesar del letargo en el que ella estaba un leve quejido salió de su garganta, después de todo su cuerpo no era indiferente aquella intempestiva caricia y más cuando el demonio se atrevió a masajear con suavidad uno de sus senos, escuchar aquellos leves gemidos eran música para sus oídos pero se dedicó hacer lo que inicialmente se había propuesto, de alguna forma resarcir lo que había hecho en el frágil cuerpo de la joven, algo un poco difícil tomando en consideración cómo se encontraba.

Trató de poner su mente en blanco cuando llegó a la parte posterior de uno de sus muslos, aquel muslo que no se había dado cuenta en qué momento había enterrado sus letales garras, se quedó estático para ver aquella parte de su anatomía que había lastimado y sin pensarlo porque en ese momento ni él mismo podía justificar la necesidad que tenía por curar la piel lastimada, empezó a dar suaves lamidas pero nunca esperó que Rin estrujara las sábanas con intensidad y fue una sorpresa cuando un aroma se filtró en sus sentidos, le parecía increíble que la haya estimulado de esa forma, peligrosamente se acercaba aquella zona que destilaba aquel aroma que lo volvía completamente loco, no fue consciente en qué momento se atrevió a meter su lengua en ella, la reacción que tuvo en Rin fue inmediata cuando se contorsiono del placer que experimenta y dejó escapar un sonoro gemido.

El demonio había descubierto una nueva zona de placer en la hembra que había tomado y marcado, estaba fascinado con aquel descubrimiento porque una emoción primitiva se hizo presente en él, Rin por su lado despertaba completamente desconcertada, con el aliento entrecortado del placer que experimentaba por aquella lengua invasora, no había palabras para describir todo lo que sentía en ese momento.

Sesshōmaru tomó sus gemidos como un aliciente para continuar con lo que le estaba haciendo, podía oler su excitación y lo empapada que estaba producto de ello, no dejo que llegue al clímax porque él tenía ganas de ella, tan solo esperó en el momento que creyó que ella iba llegar para de forma violencia introducirte en ella, sus instinto lo hizo hacer aquella acción y ahogó con su garganta aquel gemido sonoro que ella soltó ante esa acción, porque está segunda vez el dolor que había fue completamente opacado por el placer que experimentaba, su Señor y ahora su compañero, le estaba haciendo sentir tal placer, que no había momento para pensar en nada.

Los cuerpos entrelazados se movían al mismo ritmo de una sinfónica en donde ellos danzaban como si estuvieran perfectamente sincronizados, Rin terminó por milésimas de segundos antes, ella estaba completamente sudada, cansada, satisfecha y Sesshōmaru gruñía con fuerza sobre ella porque está vez acabó exhausto.

Por primera vez desde que la poseyó, el aliento entrecortado se hizo presente en el demonio mientras sus cabellos blancos caían sobre los de Rin perdiéndose en aquella cascada alborotada que eran sus cabellos negros y que estaban completamente desparramados sobre la cama, se tomó su tiempo en salir de ella no sin perder en ningún momento el contacto que hacían sus ojos con los de ella transmitiendo todas lo que sentía por ella porque las palabras estaban demás entre ellos, lamió sus labios con suavidad antes de salir de ella y continuar con pequeños besos, ambos estaban agotados por lo que habían hecho, ninguno de los dos supo en qué momento se quedaron dormidos, esta vez el demonio se entregó al sueño reparador porque lo necesitaba.


Horas después La madre de Sesshōmaru estaba centrada en arreglar los aposentos que iban hacer asignados para el demonio visitante y su comitiva, detuvo sus tareas al ver aquella sonrisa burlona en Yura.

—¿Qué hizo? —La pregunta la hizo porque esa sonrisa era sinónimo de saber algo que ella no y eso solía ponerle de mal humor. Entonces con sigilo se acercó a ella y aspiró profundamente el aire, abrió los ojos en señal de desconcierto porque le llegó el olor de un demonio que se había apareado, el celo estaba en el aire, pero este no era cualquier demonio sino su hijo.

Nunca le había importado con quien se aparee porque sabía de las necesidades de los machos de su especie, pero había una gran diferencia cuando ese aroma se mezcló con sangre y no cualquier sangre, era la sangre de una virgen.

No lo podía creer, cómo le iba explicar a Lord del Sur que aquello que había sido ofrecido había sido arrebatado por su hijo, Sesshōmaru había comprometido su palabra y ella sabía las consecuencias de tal acción, superada la sorpresa demandó en un tono mortal:

—Ve por Sesshōmaru —ordenó con reprecoche—, tiene que venir y dar la cara al Lord del Sur.

—Me temo que si hago eso... —Yura miró a su Señora sonrió de forma conciliadora— causaría mi muerte.

Un potente gruñido fue la única respuesta de aquella demonesa, Yura tenía toda la razón decidió que era mejor calmarse aunque le parecía increíble la osadía de su hijo, para ella no era ningún secreto que Sesshōmaru sentía fuerte emociones por la joven pero también tenía la certeza que su orgulloso y soberbio hijo nunca la tomaría como pareja, sencillamente porque repudiaba a los humanos, o al menos eso creía, aunque ella tenía una gran estima para la joven que a la larga había criado como hija, tenía una mejor relación con ella que con la de su propio hijo.

Sabía las consecuencias que iba traer esa unión dentro de su especie, no dudaba que las demonesas que aspiraban a ser la Señora de aquellas tierras intenten hacer algo al respecto, ni hablar del Consejo de Demonios, pero eso quedaba de lado, lo que la tenía tensa era saber qué iba hacer el Lord del Sur al respecto, porque él no iba aceptar tal desaire de su parte.


Ajeno por completo a lo que pasaba en palacio, Jaken se disponía a darle de comer al dragón de dos cabezas «Ah-Un» cuando un potente gruñido lo hizo sobresaltarse, ante él se hizo presente El Lord del Sur con su comitiva.

—¿Pequeño demonio —comentó en un tono bajo— dónde está tu amo?

—Bienvenido mi Lord —respondió con solemnidad—, mi Señora lo espera.

El demonio iba decir algo, pero no tuvo necesidad de hacerlo porque Irasue se hizo presente interceptandolo a su andar, su impaciencia la hizo salir.

—Sea bienvenido a nuestras tierras mi Lord.

Luego del saludo propio de aquel protocolo, la demonesa no perdió tiempo en comentar lo sucedido, ante aquellas palabras el demonio reaccionó tal y como ella lo había previsto.

—¡SESSHŌMARU —gruñó con fuerza y gritó con enojo—: MALDITO DEMONIO!… ¡TE RETO!

Todos los demonios presente se pusieron en alerta ante la imponente transformación de El Lord del Sur y sus potentes gruñidos, claramente estaba retando al Señor de esas tierra por haber profanado aquello que se le había prometido.

Irasue hizo una mueca en señal de descontento, los machos de su especie siempre usaban cualquier excusas para pelear, le parecia ridiculo y melodramático, ella ya tenía previsto este tipo de acción.

—Tengo cosas que hacer —Se excusó con una mueca burlona—. No destruyan mi jardín —ordenó y salió del lugar no sin antes advertir—. Puedo compensarle con oro, pieles, armas, lo equivalente al peso de la joven en… !NO ME GRUÑAS! —respondió en un tono imperativo ante el potente gruñido que le dio el demonio, y añadió con fastidio—: Tanto drama por una hembra humana… demonios estúpidos —masculló con desdén— parecen olvidar que hay muchas demonesas libres y dispuestas a ser tomadas.

Con ese comentario ingresó a palacio, no iba perder su tiempo en ver una pelea que a su criterio era absurda.


Sesshōmaru por su lado no necesitó escuchar la amenaza dos veces, él se había despertado en el momento que sintió el aura demoníaca de sus invitados no deseados.

Con sigilo y delicadeza tomó a Rin en sus brazos no sin antes gruñir con fuerza, él aceptaba el reto, al notar que Rin despertaba no dudó en enterrar una de sus garras en su cuello, controló el veneno que le inyectó para dejarla completamente inconsciente porque sabía del peligro que ella corría con aquellos demonios, después de todo aún él no había sido marcado por ella porque no era luna llena y no era temporada de apareamiento a pesar que faltaba muy poco para que empiece aquella temporada.

Sabía que el haber faltado a su palabra aquel demonio estaba en derecho de desafiarlo cómo lo hizo y si ganaba algo que Sesshōmaru no se lo iba permitir podía tomar a su compañera y disponer de ella como él quisiera.

—¡SESSHO… —El grito nunca llegó porque Sesshōmaru transformado en un gran perro demoníaco por completo se hizo presente mostrando sus letales colmillos, inmediatamente empezó una lucha feroz entre ambos machos.

No había tiempo para explicaciones, ellos no perdían tiempo en eso, la experiencia del Lord del Sur jugó a su favor porque logró hacer retroceder a Sesshōmaru, los demonios que estaban cerca de la intensa batalla entre los machos alfas, conocían a Sesshōmaru y habían aprendido a no subestimar su forma de pelear, él ya no era aquel demonio que actuaba por impulso y se lanzaba a matar a sus futuras víctimas porque en más de una ocasión salió herido, no de manera mortal pero si le habían hecho pasar un mal rato, con el tiempo sus tácticas habían cambiado dejaba que su oponente ataque, la mayoría tenía la pésima costumbre de confiarse y él usaba eso a su favor para destruirlos.

Sesshōmaru tenía encima al enfurecido demonio a punto de morder su cuello, Lord del Sur daba por sentado su victoria cuando de un solo zarpazo Sesshōmaru se lo quitó de encima, había logrado detectar su punto débil porque parecía que su pata izquierda no la asentaba con fuerza y no dudó en atacar de ese lado, los gruñidos eran lo único que impregnaban en el lugar.

Sesshōmaru había logrado invertir la situación iba a dar el golpe final, cuando Irasue que había regresado para ver si la pelea había terminado soltó un potente gruñido en señal de advertencia, matar aquel demonio iba acarrear una guerra entre ambas tierras.

Sesshōmaru con sus ojos enrojecidos esperó con impaciencia alguna respuesta de su parte pero el demonio estaba muy lejos de rendirse, después de todo rendirse no era algo de ellos y un noble como era aquel demonio prefería mil veces morir, así lo entendió Sesshōmaru cuando mordió su cuello matándolo en el acto, los demonios que habían venido con él se quedaron perplejos porque sabían que luego de esa muerte seguía las de ellos, la guerra era inminente, Sesshōmaru no dudaba de sus acciones porque iba a continuar con la masacre pero un grito lo hizo detenerse, era Rin, no sabía cómo se había despertado de aquel letargo a la que sometió.

—Mi señor... —susurró tratando de mostrar su temor ni menos la incomodidad que experimentaba, todos se quedaron sin palabras incluso Irasue al verla ahí— ha sido mi falta... ¡Por favor!

Sesshōmaru gruñó, porque aquella petición no la hacía su protegida sino la hembra que había tomado para sí y a la larga la responsable de aquel suceso, lo que no entendía era cómo había despertado, su veneno si bien era una dosis mínima la debía mantener dormida por un buen rato, al menos eso creía él.

Los demonios observaron con atención a la nueva Señora de aquellas tierras, el aroma de Sesshōmaru estaba en ella, uno de los demonios que venía con Saburo, él yacía inerte en el piso, comentó en un tono bajo mientras hacía una formal reverencia hacia ella:

—Piedad… —suplicó— nuestro Señor ha perdido. Le ofrecemos nuestros respetos a la Señora de estas tierras.

Rin observó al demonio caído y regresó su mirada hacia Sesshōmaru, este no necesitaba de palabras para saber su requerimiento, no dudó en blandir su espada al ver a los seres del infierno venir por aquel demonio, Colmillo Sagrado brilló con intensidad y Saburo regresó a la vida, para su malestar y asombro.

Saburo no necesitaba de advertencias, se guardó los gruñidos de impotencia por la humillación sufrida y no dudó en mascullar con reproche:

—He perdido —miró a Sesshōmaru con odio puro pero suavizó sus expresiones ante la hembra tomada por él—, reconozco a la Señora de estas tierras pero —comentó con desdén con una expresión provocativa— si algo te pasa... la tomaré y haré con ella lo que se me plazca. —La amenaza era clara.

El potente gruñido fue la respuesta que obtuvo de parte de Sesshōmaru, mientras se acercaba y pasaba su garra en un gesto posesivo hacia Rin para atraerla hacia sí.

Si Saburo o cualquiera otro macho se atreviera a desafiarlo para quitarle a su hembra, la muerte era la lo único seguro, Sesshōmaru no iba permitir que nadie toque lo que era de él y Rin era de él.


Después de aquella batalla el palacio se vistió de gala, los demonios que co-existían a su alrededor celebraron durante sietes días aquella unión y Sesshōmaru presentó a Rin como su pareja logrando completar el ritual de unión en el que ella lo marque a él durante la luna llena, por supuesto al no tener colmillos él le ayudó con sus garras, la noticia se extendió por esa región, quienes conocían a la joven celebraron, las demonesas de varias dinastías tomaron de malas manera aquella unión pero Sesshōmaru se mantuvo firme en ratificar su decisión y eso fue una sorpresa para todos, incluso para el Consejo de Demonio que terminó aceptando a la inusual pareja.

La noticia llegó hasta en aquel pueblo que residía Inuyasha con su esposa y sus amigos, enterarse de aquel suceso fue todo una sorpresa.

Inuyasha hubiera ido aquel palacio tan solo para comprobar la veracidad del rumor, pero estaba muy ocupado cazando a un nuevo demonio que como aquel híbrido: Naraku, le estaban causando serios problemas, por supuesto eso no significaba que abiertamente no se burlara de su medio hermano al decir que tendría una descendencia híbrida, ante tales palabras de desprecio Kagome no dudó en darle tantos «abajo» por su desatino, porque a pesar de todo y la distancia que había entre Inuyasha y Sesshōmaru, Kagome tenía mucha estima a Rin y en algún momento hasta consideró a la pequeña niña como la hermana menor que nunca tuvo.

Esperaba darse el tiempo de irla a visitar, aunque con tantas cosas que hacer en el pueblo era poco probable ir además dudaba que el youkai permitiera verla, había escuchado que Sesshōmaru por naturaleza era posesivo con la joven pero desde que la convirtió en su compañera se había vuelto extremado posesivo con ella, después de todo sus enemigos tenían la idea errada que él se había vuelto un demonio débil por estar con una «humana», nada más ajeno a la verdad.


Las lunas pasaron, en términos humanos una década más o menos.

La traición de los demonios Tigres trajo muchos problemas a los líderes de los territorios del Norte y del Sur, Sesshōmaru como uno de los principales del Consejo de Demonios se vio en la obligación de intervenir, algo que fue completamente desagradable para él porque su compañera en cualquier momento iba entrar en labor de parto.

Expreso había evitado preñarla, porque Ío había recomendado dejar que el cuerpo de la joven debía de madurar y asimilar de a poco su sangre como su veneno, pero luego de una década se dio una extraña coincidencia: uno de los eclipses lunar que se darían en ese año, coincidía con la fecha de apareamiento y con los días fértiles de la joven, él no pudo contenerse más ya que fue todo una sorpresa descubrir que podía estimular y copular con su compañera fuera de la temporada de apareamiento, pero mayor fue su desconcierto cuando su compañera tomó la iniciativa de seducirlo.

Algo le decía que aquella Miko que tenía el desatino de llamarle: cuñado, las escasas veces que se encontraban por casualidad y el obsceno libro que le había obsequiado, era la responsable por aquella acción de parte de su compañera, nunca se quejaría al respeto por el placer que llegaba a experimentar con ella.

En medio de la batalla se escuchó una potente voz chillona que decía:

—¡Mi señor —Jaken venía en el dragón de dos cabezas— Rin entró en labor!

Ante tales palabras Sesshōmaru que se había mantenido en control no necesito otro tipo de estímulo para arremeter con su espada «Colmillo Explosivo» contra aquellos demonio Tigres que lo retrasaban, la batalla llegó a su cúspide cuando mató al líder de aquella manada.

No se quedó a celebrar con sus soldados y aliado porque debía regresar a lado de su compañera y ayudarla a recibir a sus crías. Ellos ahora era su prioridad.


En el palacio la situación era completamente tensa, por un lado Irasue junto Yura e Ío se alternaban para pasar los paños de agua fría y tener control sobre sus gemidos que indicaba que se acercaba el momento de alumbrar a tan ansiadas crías y para sorpresa de todos eran dos, no sabían de qué género pero eran dos, mientras Jaken avisaba al futuro padre.

La seguridad del lugar se había triplicado, porque no era ningún secreto lo vulnerable que era la Señora del lugar en ese momento, más de un enemigo quería asesinarla a ella junto con sus crías después de todo era el precio por ser la pareja de tan poderoso, temido pero odiado demonio.

Un potente grito los ponía en alerta, Rin nunca pensó que alguna vez iba pasar por algo así a pesar de no ser ignorante al respecto, después de todo había colaborado con la anciana Kaede en traer a muchos bebés humanos y en el palacio había colaborado en traer algunos cachorros pero esa experiencia no era nada comparado con lo que estaba pasando.

—¡¿Dónde está?! —Rin demandó en un tono imperativo— ¡MALDITA SEA! —gritó con enojo— ¡SESSHŌMARU!

Gruñó con fuerza, ni ella misma se reconocía, al igual que los demonios que estaban a su alrededor pero podían entenderla estar en labor no era nada fácil.

—Mi niña —comentó Yura mientras pasaba un paño frío sobre su frente empapada de su propio sudor—, Jaken ha ido por él.

—DUELE… —Ella gritaba a todo pulmón mientras se llevaba la mano por debajo de su abultado vientre.

—¡Rin es el momento! —Irasue exclamó mientras se posiciona en frente de ella y abría sus piernas, la tradición mandaba la presencia del futuro padre y de una partera lo hicieran, pero ella no se iba perder aquel momento después de todo era la primera vez que se iba convertir en abuela, no lo podía dejar pasar.

—No quiero —susurró entre dientes, y añadió—: Sesshōmaru lo había prometido… —comentó entre lágrimas.

—Mi niña —Yura comentó en un tono bajo— no depende de él… ¡Es hora! —La demonesa afirmó con suavidad mientras apretaba su mano.

El curandero se situó a lado de ella, para poder suministrarle una extraña medicina que la iba ayudar a relajarse para que ella pueda dar a luz.

Rin no podía creer lo que estaba sucediendo, pero las demonios tenían razón Sesshōmaru no llegaba al parto, ya no dependía de él.

El curandero se alarmó y cruzó mirada contrar las demonesas:

—Algo no va bien —susurró con tensión—, traigan el sake y denme una daga.

—¡¿No vas a… —Yura no pudo hacer la pregunta porque Irasue demandó en un tono imperativo:

—¡Hazlo! No dejes morir a mi hija — susurró Irasue con tensión— ni a mis nietos.

—Haré lo que pueda —El curandero respondió con preocupación—. Necesito agua caliente, paños limpios, sangre, hilo, aguja… ¡Apurense!

Con esa orden el curandero hizo que los demonios del lugar se apresuraba a salir del lugar, mientras él se centraba en abrir con cuidado el vientre de Rin para sacar a sus crías y no fracasar en el intento.


Al final del día, Sesshōmaru con parte de su ejército llegaban al palacio, la victoria que obtuvieron de la batalla se vio opacada porque él llegaba tarde al nacimiento de sus crías, era la primera vez que faltaba a su palabra, las iras se apoderaron de él y cada demonio lo entendió apartándose de él.

La peor parte fue llegar y notar la tensión de los residentes del palacio, pensó lo peor, nunca se perdonaría si algo le había pasado a Rin o a sus crías, por casualidad se topó con Jaken quien venía con varias sábanas limpias.

—¡¿Jaken —Sesshōmaru preguntó en un tono imperativo— cómo está Rin y mis crías?!

—Señor —Jaken respondió casi tropezando y sorprendido de verle ahí— sus crías han nacido —afirmó con tensión—, ambos son machos pero son…

Sesshōmaru no tenía paciencia para esperar que Jaken le comente al respecto, siguió el aroma de sus crías recién nacidas y el de la sangre de su hembra, no tuvo que avanzar mucho aunque se quedó sin palabras al verla en aquellos aposentos de su madre, eso no se lo esperaba, ingresó sin pedir permiso sorprendiendo a todos sobre todos en especial a su madre quien terminaba de comentar:

—No me explico ellos son… ¡Sesshōmaru! —exclamó con asombro—, llegaste… pensé…

El gruñido del demonio la hizo reaccionar y le mostró a una de las crías, sus cabellos eran blanco como los de él con aquella luna traslúcida en su frente y las rayas propias de su especie, buscó sin poder evitar mostrar la sorpresa que experimentaba al ver a su primera cría, Yura se atrevió acercarse al perplejo demonio.

—Mi señor son demonios puros —comentó en un tono bajo al mostrarle la segunda cría—, no nos explicamos cómo ha pasado esto.

Sesshōmaru miró con atención a sus crías eso sin duda fue una completa sorpresa para él, en ese momento extendió una de sus garras para tomar a una de sus crías pero un ligero gemido lo hizo reaccionar y centrar su atención en la joven mujer que lucía exhausta, pero completamente dormida.

No tenía duda que las crías recién nacidas eran de él pero cómo eran demonios puros, esa parte no se explicaba.

—Ha sido un parto muy difícil… —reveló Ío mientras miraba con atención a cada cría— Apenas logró sobrevivir.

El curandero le explico el inusual procedimiento que tuvo que poner en práctica con la joven Señora para salvar su vida y la de sus crías. Sin embargo, eso no explicaba el porqué las crías eran puras.

Sesshōmaru seguía sin palabras porque tenía la certeza que las clave eran sus espadas, pero en ese momento todo eso quedó de lado porque no podía explicar la emoción que sentía, era tan irreal.

—Había escuchado —reveló su madre mientras ponía a la primera cría que tenía en sus manos en el amplio futón junto a Rin—, que ciertos demonios han cedido parte de su inmortalidad a sus parejas humanas.

Ante esas palabras Sesshōmaru puso atención al igual que todos los que estaban en aquel lugar, sin poder evitarlo como una de sus crías empezaba a moverse no dudó en extender sus garras para pasarla con suavidad en su pequeña carita, era algo tan extraño ver un pedazo de él y notar que aquella cría era igual a él, eso era desconcertante.

—Nunca antes lo había visto —Irasue afirmó con genuino asombro—, humanos que se impregnan de las energías demoníacas de sus parejas, al ser marcados como tal y si llegan a sobrevivir pueden llegar adquirir ciertas habilidades demoníacas de sus compañeros, algunos hasta llegan a concebir demonios puros pero deben darse ciertas condiciones —Ella hablaba de que un demonio debía tener emociones fuertes por su pareja pero eso era algo que no le iba revelar a su hijo, después de todo tenía la certeza que no necesitaba señalar lo obvio porque no era secreto alguno que Sesshōmaru si las tenía por Rin—. ¡Esto es increíble! —comentó sin evitar ocultar el asombró de ver a sus nietos.

—¡Demonios puros! —Yura exclamó con orgullo—, Rin te ha dado lo que tanto has anhelado mi Señor, aunque tenía la impresión que ya no importaba el tipo de descendencia que tendrías con ella.

Sesshōmaru apenas asimilaba sus comentarios para él en ese momento lo importante era sus Rin y sus crías, un gruñido de su parte dio por terminado aquella conversación después de todo, él estaba ahí y ahora necesitaba descansar, entonces una pregunta vino apareció en su cabeza ¿su padre no había marcado a la madre de Inuyasha?, su madre que parecía entender su dilema le dio una inusual sonrisa:

—Tu padre nunca marcó a la madre de Inuyasha —reveló—, tenía miedo de matarla por su letal veneno.

La demonesa tenía más que contar al respecto, no le pareció momento para hacerlo y más cuando conocía a Inu no Tashio y su debilidad por el género femenino sin importar la especie que sea, bastaba con que sea joven, hermosa, lozana y él no dudaría en cortejarla hasta que consiguiera aparearse con ella, lo había hecho por siglos, no sería diferente con la madre de aquel híbrido.

Irasue deducía que quizás no la mató en el momento a la hora del apareamiento, pero Inu era un demonio venenoso sin una conexión verdadera, su compañera temporal con el tiempo enfermaria y la fatal muerte llegaría. No era su caso, porque primero ellos eran compañeros más por compromiso que porque realmente tuvieran sentimientos el uno por el otro, su relación era más por conveniencia y segundo ella era una demonesa más venenosa que él y de un linaje real, de ahí que esa unión su hijo sea un demonio letal y muy pero muy venenoso.

—Nos llevaremos a las… —Yura detuvo sus comentarios el segundo gruñido de Sesshōmaru era claro, él quería estar con su hembra y sus crías recién nacidas.

Su madre decidió intervenir al decir:

—Vendremos por ellos en tres horas porque se van a despertar y tendrán hambre. Creo que debemos conseguir una nodriza que alimente a las crías.

—Creo que no —El curandero respondió—, prepararé un brebaje para fortalecer a las crías, sugiero alimentarlos con sangre pura, después evaluaré si han heredados los venenos propios de su ascendencia y que posibles habilidades tendrán. ¡Felicidades mi Señor! La tierra del Oeste tiene nuevos herederos.

Con la reverencia del curandero siguieron otras de los demonios que estaban en el lugar, con sigilo para no despertar a la madre y a sus crías se retiraron.

Sesshōmaru nunca había tenido que lidiar con crías recién nacidas, un ligero murmullo lo alertó, pero era una falsa alarma sabía que Rin no despertará por algunas horas, quizás hasta días.

Daría instrucciones a al General de su ejército para reforzar las seguridad de palacio, se perdió en sus pensamientos al recordar las palabras de su padre: ¿tienes a quién proteger?

—Así es padre… —susurró al viento al pasar sus garras con suavidad sobre sus crías— ahora tengo a quién proteger.

Quedó fascinado viendo con atención a cada una de sus crías, quería memorizar cada uno de sus rasgos para poder diferenciarlos, con cuidado los trajo hacia sí y se acercó a su compañera, su prioridad ahora era velar por el bienestar de ellos hasta que estén fuera de peligro.

Fin.


«N/A¹» Hi! Terminé… ^^ Espero que hayan disfrutado de la lectura como yo de escribirla. Me encanta Sesshōmaru con una Rin un poco más adulta, de todos los personajes de Inuyasha él junto con Naraku son mis personajes favoritos. Pasen por alto la posible cacografía que puede tener el escrito y deseen un paseo por mis correcciones. Saludos desde Ecuador y gracias por leer. ^^