Título: Tarta de Melaza
N/A: Si pueden ver esto es gracias a la ayuda del ángel (a veces malvado demonio dictador pero increíblemente amado) que tengo por esposa aka mejor amiga virtual. Miren que sin inernet por un par de meses no voy a poder hacer mucho n.n
Espero que puedan disfrutar del nuevo capítulo en estas fechas y que puedan pasar un lindo tiempo ya sea con la familia, los amigos, o los amantes ewe
Gracias por leer este pequeño snarry n.n
Después de la salida de McGonagall, Harry, simplemente se sentía igual o más perdido que antes. No es que fuera completamente inconsciente de sus propias decisiones y lo que estas implicaban, pero si estaba al tanto de que su experiencia en las relaciones era tan buena como ninguna en absoluto.
Harry sabía que no era como tal una persona sumisa y, sin embargo, el ritmo de su relación siempre había sido dictaminado por sus parejas anteriores. El Gryffindor no era de los que iniciaba caricias, abrazos y mucho menos besos, a veces ni siquiera podía pensar en un tema de conversación adecuado. Simplemente no había sido algo con lo que se sintiese especialmente cómodo, y era hasta este momento cuando se daba cuenta de que en realidad no había puesto mucho de su parte en ocasiones anteriores.
Realmente era un pésimo novio, tan pasivo, no era de extrañar que ni Cho ni Ginny duraran mucho tiempo a su lado.
Ni siquiera podía recordar cuál era el color favorito de Cho o el equipo de quidditch favorito de Ginny.
¿Alguna vez le había interesado?
—Bien, no puede ser tan difícil— se dijo confiadamente. Las personas entraban y salían de relaciones cada día, no era como enfrontar a un poderoso mago oscuro o aprender avanzados hechizos de defensa que requerían un nivel superior de habilidad.
Y realmente ¿qué tan difícil podía ser mostrar un poco de afecto?
Lanzó un último vistazo a su imagen en el espejo, aplastó los mechones de su rebelde cabellera por décima vez esa mañana y procedió a bajar silenciosamente por la escalera.
Justo antes de entrar al área del comedor decidió repasar su plan de acción, era infalible, al menos así le había parecido en el medio de la noche mientras pensaba el cómo podría mostrarse más interesado en su relación sin sentirse como una torpe imitación de Lavender Brown.
Primero entraría en la cocina y daría los buenos días a todos, especialmente a Severus, después se sentaría a su lado y recorrería su silla para estar más cerca de él y, finalmente, depositaría un suave beso en su mejilla… delante de Remus y Sirius. Sus mejillas volvieron a tornarse rojas ante el mero pensamiento de hacer precisamente eso, no dejaba de ser vergonzoso. Seguramente con eso sería suficiente iniciativa por una mañana.
No era como si le desagradara lo que estaba a punto de hacer, debía de reconocer que una parte de él estaba francamente emocionada con la idea de estar cerca del pocionista y mostrarse cariñoso. Quería saber que se sentía ser capaz de darle un beso en la mejilla, como si fuese todo su derecho. Uno que nadie más poseía.
Tomó una respiración profunda y con algo de nervios procedió a asomarse lentamente por la puerta de la cocina, no pasó mucho tiempo para que se enderezara y entrara sorprendido por algo en particular: Severus no se encontraba sentado a la mesa.
Harry frunció el ceño preocupado y confundido, seguramente no se habría ido a Hogwarts o a Spinners End sin avisarle.
—¿El amo Harry desea desayunar, señor?
Bling se encontraba a su lado en un instante, con una tetera aparentemente vacía en sus diminutas manos y la ansiedad por complacerlo reflejada en su mirada. Kreacher resopló enojado en su dirección y salió rápidamente del comedor buscando algo más en lo que ocuparse. Seguramente consideraba indignante que un elfo ajeno asumiera sus funciones.
—Gracias, Bling, sería genial.
Harry se dirigió a la mesa donde Remus estaba sentado comiendo un plato de tostadas con mermelada y leyendo el periódico, aparentemente ignorando la pequeña interacción entre los elfos pese a que su boca se curvaba en una risa que no podía ser provocada por las tiras cómicas del Profeta. Eran demasiado terribles para eso.
Sirius permaneció sentado en una esquina mirando su plato de comida como si personalmente lo ofendiera, y pese a que movió su larga cola con entusiasmo al ver a Harry, rápidamente dejó de hacerlo cuando vio que el Gryffindor lo ignoró completamente. Un gemido lastimero salió de él mientras agachaba las orejas y se recostaba en una bola apretada.
—Buenos días, Remus, Canuto.
Sirius movió levemente la cola, al parecer contento de haber sido reconocido, pero no salió de su apretada posición y pronto escuchó los típicos ronquidos de perro que le indicaban que no sería consiente por un buen rato. Debió de haber pasado una incómoda noche.
—Bling hizo los panqueques del amo Harry como le gustan— aseguró la elfina mientras colocaba un humeante plato frente a él. Su estómago retumbó agradecido y hasta ese momento comprendió lo hambriento que realmente se encontraba,
Aun así, la ausencia de Severus lo desconcertaba. Era tan poco común que el pocionista durmiese hasta tarde, especialmente ahora que tenía tanto trabajo que atender. Quizás esa era su respuesta.
—Gracias, Bling—La elfina resplandeció de orgullo mientras aceptaba el agradecimiento de su futuro amo. Harry tomó un bocado antes de dejarse vencer por la curiosidad. —¿Dónde está Severus?
Remus lo observó curiosamente mientras bajaba el periódico, Harry deseó no poder sentir su mirada evaluadora tan claramente como el rubor que empezaba a pintar sus mejillas.
—El amo duerme— contestó Bling luciendo incierta. Frotó sus manos nerviosamente antes de enderezarse y hablar con voz decidida y una mirada confiada—. El amo Severus trabajó mucho, señor. Ahora duerme sin soñar realmente.
La elfina agachó la cabeza, como si se sintiera avergonzada de algo antes de hablar.
—El amo no deja que Bling lo interrumpa, y Bling no lo hace porque es una buena elfa.
Harry frunció el ceño al ver la posición avergonzada de la elfina, creía entender que para ella debía ser una gran vergüenza el admitir que su amo no la quería a su lado en momentos como ese. Sea cual fuere el motivo, hablaría con él, no era justo que Bling cargara con la culpa de "no ser suficiente". Sabía lo que se sentía y no era nada agradable.
—Estoy seguro de que eres la mejor elfina doméstica.
Bling alzó su cabeza sorprendida y sonrió mientras levantaba algunos cacharros de la mesa, mucho más animada que antes.
—El amo Harry siempre es amable con Bling, él es bueno y generoso con todos.
Harry simplemente se ruborizó y le solicitó a la elfina que le ayudase a preparar una bandeja para Severus, seguramente ella sería capaz de hacer un mejor trabajo seleccionando algo adecuado.
Una vez que tuvo todo preparado, decidió subir con su propio desayuno a las habitaciones de Severus, Remus simplemente siguió leyendo su periódico como si lo que hiciera Harry no fuese algo extremadamente cursi… o inusual. Podría acostumbrarse a ello, estaba seguro que era uno de los motivos principales por los que Remus había actuado así.
*S*N*A*R*R*Y**4**E*V*E*R*
—Nunca me han llevado el desayuno a la cama— comentó Remus desinteresadamente al aire. —Ojalá alguien se preocupase por mí de la misma forma en que Harry lo hace por Severus—suspiró.
Las orejas del enorme perro color negro temblaron ligeramente pero no dio indicios de estar despierto, pero Remus lo conocía demasiado bien como para dejarse engañar.
Sirius simplemente había decidido ignorar lo que pasaba a su alrededor, sabía que cualquier muestra de hostilidad sería reprendida por su novio y no estaba nada dispuesto a probar el límite de su paciencia. No podía hacer mucho como perro.
Sin embargo, algo en el tono de Remus lo hizo pensar en que el hombre lobo tenía razón, nunca se había preocupado por consentirlo de esa manera. Sabía que había dado por sentado su afecto y sus cálidas sonrisas, siempre creyendo que eso era todo lo que se necesitaba y confiando en la fidelidad de su pareja para conservarlo a su lado.
¿Cuándo había sido la última vez que había consentido a Remus solo por el placer de hacerlo?
¿Remus alguna vez había estado tan agotado como para no poder salir de la cama a su hora habitual? Creía recordar días en los que se acurrucaban en la cama hasta bien entrada la tarde, pero no había pensado más allá de ello.
Quizás estaba siendo egoísta. Con los pensamientos dispersos, se prometió que haría lo posible por ser una mejor pareja para su Remus.
*S*N*A*R*R*Y**4**E*V*E*R*
Harry se detuvo frente a la puerta de Severus, sabía que estaba haciendo demasiado alboroto por algo tan simple. Tomó una profunda inhalación para tranquilizarse y tocó suavemente la puerta.
No hubo respuesta.
Quizás Bling tenía razón al afirmar que a Severus simplemente no le gustaba ser molestado. ¿Estaría haciendo el tonto al entrometerse?
Harry dio media vuelta, dispuesto a irse habiendo perdido la decisión que lo había orillado a arriesgarse con tremendo acto bochornoso. Pero algo lo hizo detenerse.
Estaba seguro de que en caso de que el Slytherin estuviese realmente ocupado y poco dispuesto a ser interrumpido, lo habría mencionado o al menos habría contestado a su llamado con un clásico: No molesten o tal vez un largo de aquí.
Quizás la extraña sensación en su pecho era preocupación. Si, estaba preocupado por Severus Snape y tenía que asegurarse de que estuviese bien.
Con eso en mente, se dio media vuelta y giró la perilla de la puerta. Con los nervios a flor de piel, decidió iniciar su inspección asomando curiosamente su cabeza por el borde de la puerta. Se sentía casi como espiar.
El cuarto estaba silencioso y escasamente iluminado por la luz que se filtraba por la ventana, obviamente no era la mejor habitación de Grimhauld Place, pero tenía un tamaño decente y estaba limpia. Buscó con la mirada al pocionista hasta que logró ubicarlo, no era la imagen más tranquilizadora pero ya había esperado algo así. Severus se encontraba desplomado en su escritorio, ajeno al mundo que lo rodeaba.
De alguna forma, la sola idea de que Severus Snape, el temido murciélago de las mazmorras, estuviese desplomado en su escritorio tal y como Harry solo unos días antes resultaba gracioso.
Tratando de saciar su curiosidad, Harry, depositó la bandeja en el poco espacio disponible del escritorio y cuidadosamente retiró un par de largos mechones que le impedían ver por completo la cara el hombre. Era increíble lo que la curiosidad podía hacer para contrarrestar sus nervios.
Harry se rio, simplemente empezó a carcajearse ante la imagen que presentaba la cara de Severus completamente manchada de largos trazos de tinta roja y negra. Ni siquiera se dio cuenta del despertar del hombre ante el ruido que provocó la caída de la bandeja repleta de alimentos.
—¿Se puede saber que te divierte, Potter?— Harry procedió a ignorar el mal humor del profesor y se rio más fuerte. Era difícil tomar sus palabras en serio cuando una media barba roja y un torcido bigote adornaban su rostro fruncido.
Justó cuando Severus abría su boca para continuar con sus reclamos, habiendo perdido la paciencia, Harry le señaló el gran espejo al otro lado de la habitación.
Por un momento creyó ver un ligero rubor adornar las mejillas del Slytherin, pero debía haberlo imaginado. Severus simplemente limpió parte de su rostro con el brazo y el resto con un paño húmedo que convocó con el pase de su varita.
—Muy gracioso, Harry, definitivamente hilarante—gruñó mientras rodaba los ojos. Finalmente viéndose más despierto y activo.
—La barba te queda bien, deberías considerarla—comentó Harry con tono pícaro. Severus solo bufó viéndose ligeramente divertido.
—No pienso adoptar el estilo estrafalario de Albus solo para tu disfrute.
Tan solo por un momento, Harry se permitió imaginar como se vería el adusto hombre vestido con una túnica plagada de estrellas doradas y una larga trenza en su larga barba azabache, Fácilmente podría usar un cascabel plateado para que combinara con los colores de su casa. El pensamiento aumentó la sonrisa de su rostro, difícilmente esa imagen se haría realidad.
—Ni falta que hace, podrías amarrar un cascabel igual al suyo en tu cabello.
Severus alzó una ceja bastante impresionado por su audacia, aun no comprendía la repentina zalamería del Gryffindor y mucho menos alcanzaba a comprender porque actuaba como si anoche no hubiese huido de entre sus brazos. Harry Potter definitivamente era todo un caso, pero no permitiría que eso obstaculizara su relación.
—Nos sentimos audaces el día de hoy, ¿no es así, Harry?
La sonrisa del Harry cayó inmediatamente, recordando con quien estaba y bajo que propósito había subido. Girando su rostro hacía la arruinada bandeja comprendió que la situación que había planeado originalmente era insalvable y, haciendo acopio de todo su valor Gryffindor, tomó firmemente la mano del mayor para dirigirlo al comedor. De todos modos, improvisar siempre se le había dado mejor.
—Quizás—agregó mordisqueando su labio nerviosamente.
Severus permaneció en silencio y se dejó guiar por los pasillos sin decir una sola palabra. Harry agradecía la falta de comentarios hacía su repentino cambio de actitud puesto que jamás hallaría las palabras para poder explicarse correctamente.
Mientras caminaban no pudo evitar recordar la facilidad con la que había podido caer en una conversación civil, y divertida, con el Slytherin. En algún punto se había sentido como si todos los elementos correctos encajaran y solo fuesen Harry y Severus en ese momento. Solo dos personas increíblemente parecidas y asombrosamente diferentes a la vez.
En ningún momento pasó por su mente tan solo el más leve pensamiento de soltar su mano.
Harry alzó la mirada con este pensamiento, desde su posición le era fácil analizar las facciones de Severus a detalle, y no eran malas. Quizás las líneas de su rostro fuesen algo toscas y angulares, por no hablar de que su nariz algo torcida representaba el punto focal de su rostro, pero estas características unidas a su porte exudaban una sensación de poder que transmitía respeto. Algo bastante atractivo en su opinión.
¿Cómo se sentiría besar esa nariz?
El joven Gryffindor tragó saliva ante el pensamiento que lo invadió.
Técnicamente, no había nada de malo en que él tuviese ese tipo de pensamientos sobre su prometido. Sin embargo, el problema era que el mero pensamiento de la palabra lo hacía ruborizarse hasta la punta de las orejas.
Quizás si tomara cartas en el asunto, todo se volvería más fácil. Algo así como empezar a acostumbrarse a mostrar afecto en público, no porque fuese un deber o porque se le exigiera, sino porque de verdad quería hacerlo y lo único que lo detenía eran sus propios nervios.
Yo puedo mostrar mis sentimientos.
Con su decisión tomada, Harry finalmente se detuvo en el medio del pasillo atrayendo la atención de Severus quién solo atinó a verlo con disimulada curiosidad. Su cabeza estaba inclinada, como si esperase que Harry empezase a hablar o algo parecido, y sus labios aún lucían algo agrietados por las largas horas de sueño.
Es ahora o nunca.
Finalmente tomó el valor necesario para depositar un suave beso en su mejilla, no es como si pudieran exigirle que cambiase completamente su reticencia y sus límites. Aún no estaba listo.
Ladrido.
Gruñido.
Ante el inconfundible sonido de un perro a punto de atacar, ambos hombres se sobresaltaron y Harry falló miserablemente su objetivo.
¡Oh, por Merlín, besé su nariz!
El color rojo inundó rápidamente el rostro de Harry, si seguía avergonzándose a sí mismo de esa manera pronto tendría que aceptar que esa sería la tonalidad permanente de su piel. No sabía si la mirada confundida de Severus era algo bueno o malo, el hombre lucía completamente desconcertado y sin palabras.
La cabeza del enorme perro negro se asomaba por la entrada del comedor, aunque la correa estaba firmemente sostenida por un malhumorado Remus que parecía querer asesinarlo con la mirada.
—Siéntate, Black—gruñó mientras arrastraba a su muy fiero novio al patio. Tendría que atarlo nuevamente, o quizás dejarlo inconsciente. Era increíble la cantidad de tino que tenía el terco mago para entrometerse en los momentos más importantes en el desarrollo de la relación de su ahijado.
—Quizás deberíamos entrar—comentó Severus mientras, al igual que Harry, observaba a la pareja desaparecer por la puerta.
Harry simplemente asintió y se escabulló dentro del comedor, quizás tendría suerte y se ahogaría en la sopa. De alguna forma había logrado echar a perder su primer intento de iniciar un beso, o de tomar cualquier tipo de iniciativa en su relación, pero no podía arrepentirse de ello. No cuando la nariz de Severus era tan suave y su cara desconcertada tan hilarante.
Al ver la pequeña sonrisa en los labios del Slytherin mientras Bling les repartía nuevas porciones de desayuno pensó que quizás no lo había arruinado todo.