Notas de la autora: Me ha costado bastante escribir este capítulo porque me ha quedado larguísimo y pornoso; madre mía, pensé que moriría a mitad de camino. pero no, aquí está :'D Os agradecería muchísimo que os toméis dos segundos en dejarme un comentario, ya que yo me he tirado horas escribiéndolo xD


Todo era culpa de Jean.

Absolutamente todo.

No tener sitio en la cafetería a la hora del almuerzo era culpa suya, que no quedasen trozos de tarta en la cafetería es culpa suya, que le cayese un balde de agua en la cabeza fue culpa suya, que se le pinchen las ruedas de la bici era culpa suya, que no haya un cubículo libre en el baño cuando realmente tiene que ir es culpa suya, que se cayese dentro de un estanque fue culpa suya, que se le pegase un chicle en el pelo fue culpa suya también; tener que estudiar horas extras diarias para clase es culpa suya, que Armin sea alérgico al polen es culpa suya, el cambio climático es culpa suya, que los extraterrestres nos vigilen es culpa suya.

Que esté escondido bajo una mesa mientras el director estaba a punto de comérsela entera al profesor Rivaille es culpa suya. Que Erwin acabase de mirarlo directamente a los ojos es, al igual que todo lo anterior, culpa suya.

Todo el maldito mal en el mundo es su culpa.

Mirando atrás, Eren debía admitir que quizás había sido estúpido. Pero, eh, Jean era mucho, muchísimo más estúpido que él. Lo que convertía al propio Eren en estúpido, por haberle hecho caso y caer en las provocaciones de alguien todavía más estúpido. La estupidez de Jean se impregnaba en las personas como lo hacía el horrible olor de los productos químicos de la clase de Hanji, "la doctora loca". Si salía de todo aquel embrollo con vida (já, sí, sueña, Eren, que es gratis; una vez el profesor Levi te vea te y te mate con aquella rasqueta que le viste lanzar antes para agarrar "cosas más interesantes" ya no podrás volver a hacerlo jamás) cogería a Jean, le abriría el abdomen en canal y le regalaría una bonita nueva bufanda roja a Mikasa confeccionada con sus intestinos.

Todo había comenzado mientras merendaba con Mikasa en la cafetería de la universidad. La comida allí era bastante barata y decente y, aunque la chica insistía en que el café era insípido y las magdalenas congeladas o algo así, Eren siempre acababa convenciéndola para ir y así poder hincharse a tarta de moras. Jamás estaba Eren más feliz de haber hecho caso de una de las muchas sugerencias de Sasha en lo que se refería a comida en general (ella comía casi cualquier cosa al fin y al cabo) que cuando zampaba aquella estupenda tarta.

– Te veo bastante relajado – había comentado Mikasa mientras observaba a Eren comer como un cerdo.

– ¿Ah qué te frefierefh? – si su madre hubiese visto a Eren hablar con la boca así de llena se hubiese llevado una colleja, pero Mikasa no dijo nada al respecto, sólo suspiró.

– Normalmente siempre estás que te subes por las paredes y persiguiendo a Armin para que te ayude un día antes de los exámenes – Eren se quedó petrificado, con un trozo de tarta medio colgando de la boca – ¿Acaso no tienes un examen mañana? Y con el profesor demonio, además, según me comentó Armin hace un par de días.

¿Examen? ¿Cómo? ¡¿Eh?! ¡¿Uuuh?!

Mikasa suspiró, sin sorprenderse siquiera.

– Más vale que corras por tu vida y le pidas a Armin de rodillas que te ayude si no quieres que el profesor demonio te odie todavía más. Aunque no creo que eso sea posible después de todo el polvo de tiza que, según me ha comentado Armin, acabó encima suyo por tu culpa.

Tal y como Mikasa esperaba, sin más palabras, Eren engulló el resto de la tarta y salió corriendo fuera de la cafetería, como alma que lleva el diablo (Levi sí que se llevaría su alma como volviese a suspender uno de sus exámenes. O algo peor. Conociendo al profesor, Eren lloraría y gritaría para que el diablo se lo llevase, "por favor por favor", y si apareciese por algún casual para llevarse al infierno a Eren Levi lo espantaría con una mirada).

Evitando colisionar por muy poco contra un muy sorprendido Reiner al salir de la cafetería, casi voló fuera de la universidad y calle abajo, llegando a los dos grandes bloques que servían de viviendas para los estudiantes de la universidad, a tan solo un par de cientos de metros de allí.

Subió las escaleras de tres en tres hasta que llegó a su cuarto, abriendo la puerta de un fuerte empujón, ya que al parecer su compañero de cuarto, Armin, la había dejado abierta para que entrase.

– ¡Armin! – gritó Eren nada más entrar, haciendo que el nombrado rompiese la punta del lápiz que estaba utilizando y Jean saliese del trance y dejase de mirar fijamente como los dedos del rubio se deslizaban por el papel sin hacerle ningún caso.

Eh. Parad el mundo un momento, que Eren no se entera de algo. ¿Jean? ¿En su cuarto?

– ¡¿Pero éste qué narices hace aquí?

Armin suspiró y Jean puso muy mala cara. Ya estaba Eren de nuevo, lanzándose al cuello de Jean.

– Eren, cálmate, por favor – comenzó Armin, intentando que aquello no fuese a más.

Eren y Jean jamás se habían llevado bien. Se podría decir incluso que fue algo así como "odio a primera vista", y al final el que se comía todas sus discusiones y marrones no era otro que Armin que, aunque quería mucho a Eren y Jean le pareciese una persona genial, debía admitir que estar los tres en un espacio concurrido era algo que no es que le gustase demasiado, sinceramente. Los polos opuestos se atraen, sí; pero Jean y Eren a veces eran tan parecidos que se repelían a kilómetros de distancia, y cuando los forzabas a juntarse... Malo.

– Simplemente estoy ayudando a Jean con algunos conceptos para el examen de mañana; no es necesario que grites ni eches a nadie. Éste también es mi cuarto, así que si vas a estar aquí gritando y molestando a quien intenta estudiar te pido por favor que te largues a otro lugar.

Eren se quedó petrificado por segunda vez aquel día, olvidándose por un momento del examen. Cuando Armin quería se podía poner muy serio y a Eren le daba bastante respeto, debía admitir. Estuvo a punto de disculparse y todo, pero entonces vio la contenta sonrisa de Jean, que miraba a Armin con ¿cariño? Mientras el rubio le sacaba punta al lápiz mientras resoplaba, molesto.

Y por alguna razón a Eren esa expresión le molestó más que cualquier sonrisa triunfante y con intención de joder que Jean le habría enviado en ocasiones normales. Y además Armin le había echado la bronca por culpa de ese caracaballo...

– No te preocupes, Eren. Cuidaré bien de Armin en tu ausencia. – Y esta vez Jean sí que le sonrió socarronamente, con un "te jodes, Eren" claramente escrito en la mirada.

Jean le había prometido a Armin que no discutiría con Eren; y había cumplido. No había entrado al trapo cuando el otro había entrado gritando y tampoco había levantado al voz ni insultado (al menos no en voz alta), y nadie dijo nada de no tocarle un poquitín las narices a Eren ya que por una vez era él el malo de la película. Y es que Jean era un hombre de palabra; mas aún si la promesa había sido hecha a un cierto rubio que se había acercado a él casi tanto como Marco lo había hecho cuando todavía eran pequeños. Maldita sea; echaba de menos a Marco, y verlo casi cada noche por skype era un gran alivio teniendo en cuanta que si bien la gente de la universidad era mayormente agradable (Eren no contaba como persona), Marco siempre sería su mejor amigo y obviamente lo echaba en falta. Aunque el pobre debía de estar hartándose ya de que hablase tanto de Armin...

Claro que, Eren no había hecho promesa ninguna y... En unos segundos se lió parda.

Eren comenzó a gritar, ultrajado, echándole en cara a Armin que por qué estaba ayudando a caracaballo y a él ni siquiera le había avisado del inminente examen. El rubio fue a contestar, pero Jean se levantó bruscamente, no tolerando semejantes gritos hacia Armin ni hacia su persona. Se agarraron el uno al otro por el collar de las camisetas, gritándose improperios.

Cuando todos esos gritos penetraron los tímpanos de Armin, fue cuando por fin explotó.

– ¡Callaos la puta boca de una vez! – el grito hizo que los otros dos callasen e incluso se soltasen el uno al otro, muy sorprendidos – ¡Estoy muy harto de todas vuestras gilipolleces! Eren, ¡¿se puede saber qué coño pasa contigo?! ¡Sólo estábamos estudiando tranquilamente, y por una vez en su vida Jean no estaba molestando a nadie! ¡Siempre te pasas un montón con él sin razón aparente! – Eren se quedó callado, con los ojos muy abiertos mientras Jean estaba por un lado contento con ser defendido y por otra lado un poco descolocado con eso de "por una vez en su vida Jean no estaba molestado a nadie" – ¡Aunque tú tampoco te libras de ser un completo idiota, Jean! Está claro que no se puede confiar en ti; te pido por favor que no discutas con Eren y vas y lo haces. – Armin tomó una pequeña bocada de aire, aparentemente muy decepcionado con los dos, pero volviéndose furioso nuevamente – ¡A ver si admitís de una vez que si discutís tanto es porque sois tal para cual! ¡Igual de idiotas los dos! ¡Y no pienso ayudaros con los exámenes, porque estoy seguro de que a menos que hagáis una locura como robar los malditos exámenes no vais a aprobar ni con toda la ayuda del mundo! Yo me largo.

Y Armin recogió todos sus libros, se echó la bandolera al hombro y salió de la habitación; dejando al otro par totalmente petrificados en su sitio.

Lo ocurrido a continuación había sido el detonador de todos los problemas que tenía Eren en aquel momento. Por una vez en su vida, Eren y Jean se habían sentado y comunicado como dos personas adultas y maduras. Si al resto de la universidad se enterase de aquello una de dos; o no se creerían ni una palabra o se prepararían para el inminente fin del mundo.

Armin se había enfadado, y ahora los dos estaban en la misma situación: con un Armin muy enfadado, sin nadie a quien poder pedir ayuda para el examen del que ninguno tenía ni puta idea y con Rivaille como profesor.

Estaban jodidos. Jodidos de verdad. Podían intentar disculparse con Armin al día siguiente, pero respecto al examen... Aunque en realidad, quizás Armin tenía razón; no iban a aprobar si no hacían algo drástico.

– Oye, Jean... Has oído lo que ha dicho Armin, ¿verdad? Que no aprobaremos a menos que...

Jean tragó saliva. Situaciones desesperadas, medidas desesperadas. ¿Verdad?

Jajajajaja...

La mente de Eren se reía nerviosamente de su estupidez mientras su cuerpo temblaba bajo la mirada del director, que se había quedado completamente quieto, con las manos paralizadas en el cinturón de Levi, que ya se estaba impacientando.

– Erwin, ¿se puede saber por qué narices no me la estás comiendo ya? ¿Uh?

El mencionado salió de su estupor, y pudo ver como Eren se retorcía ante las palabras de Levi. Mierda, mierda, mierda. Erwin podía contar las veces que había perdido los papeles con los dedos de una mano y... Y no, aquella no sería una de esas veces. Sonrisa profesional formándose en su cara y sorprendiendo a Eren, se levantó con cuidado y puso en orden la ropa de Levi, qué se imagino más o menos (menos que más) lo que se estaba cociendo allí, y bajó del escritorio muy a su pesar, mientras Erwin se ponía su propia ropa en su sitio mientras se sentaba en si silla de escritorio y se cruzaba de piernas, con Levi de pie detrás suyo, habiendo matado ya a la persona que había interrumpido su momento de sexo rabioso siete veces distintas en su mente.

– ¿Puedo saber qué le trae por aquí, señorito Jaeger? – preguntó Erwin como si Eren hubiese pasado por allí como una persona normal y no estuviese debajo de la mesa del escritorio del director mientras casi fornicaban allí mismo. Y eso fue lo que molestó a Levi, casi lo habían hecho. Estaba bastante sorprendido, pero tenía claro que el estúpido Jaeger no saldría de allí sin recibir su merecido. Ya hacía tiempo que le tenía ganas, siendo uno de sus alumnos más problemáticos y estúpidos. El 80% eran así, pero éste se llevaba la palma. Por no hablar de que gran parte de su mal humor aquel día era culpa suya.

Se iba a enterar.

– Ajajaja, bueno, yo... – Eren reía nerviosamente mientras salía de allí abajo, irguiéndose completamente delante de la silla del director y caminando hacia atrás lentamente sin darles la espalda. – Yo... ¡Yo sólo venía a saludar! Y... Uh... ¡Se me había caído una lentilla al suelo y la estaba buscando! – Evidentemente, Eren no utilizaba ni gafas ni lentillas, pero era lo único que se le ocurría en aquellos momentos de desesperación – Y... Bueno, ya sabéis, señores, sin ellas no veo nada... Así qué... ¡No he visto nada, nada de nada! – Levi levantó una ceja. Claro que no había visto nada, si estaba escondido bajo el escritorio. Estúpido crío – Y... Um... ¡A parte de no ver nada, pues, hoy tampoco traigo mis audífonos y eso! Ajajaja, es que soy un poco desastroso, disculpadme. ¡Así que no he visto ni oído ni olido ni sentido nada de nada, señores! Ajajaja...

Madre mía, iba a morir, iba a morir...

Pero entonces Erwin se puso a reír, y los otros dos que estaban en el despacho lo miraron, incrédulos. Eren tomó aquello como luz verde para salir por patas y... Hacer algo con la erección que tenía. Se dio la vuelta rápidamente, pero antes de que le diese tiempo a salir corriendo un fuerte mano le agarró del hombro.

– Tú no te vas a ningún lado – la amenazante voz de Levi cerca de su oreja hizo que todo el bello de su cuerpo se erizase. Momentos después Eren estaba sentado en la silla del director, y el profesor Rivaille le quitaba bruscamente la corbata al director mientras le mordía el labio inferior con ganas.

"Madre mía" fue lo único que atinó Eren a pensar mientras la sangre de su cuerpo se debatía entre hacer que su cara se pusiese roja como un tomate o que su erección se hiciese más dolorosa dentro de sus vaqueros grises claritos. Y si pensó que el asunto no podía ser peor, Levi se quitó su propio cinturón apresuradamente antes de girarse para encarar a Eren, mirándolo intensamente desde arriba, al igual que hacía en clase.

– No te creas que vas a salir de aquí sin un buen castigo, Jaeger – amenazó mientras cogía bruscamente a Eren por las muñecas y hacia que se juntasen detrás de la silla, atando a Eren con maestría utilizando la corbata del director y atando después sus pies a la parte baja de la silla – Ahora estás completamente a nuestra merced, así que más vale que te comportes por una vez en tu puta vida y observes, o te prometo que no saldrás de aquí con vida. ¿Te crees que somos tontos? De eso nada. Está claro que has venido aquí a buscar algo, y ese algo no son tus lentillas. Tienes suerte de que en tus clases no esté incluida una de buscar excusas, porque entonces ya te abrían echado de la maldita universidad. Pa-té-ti-co.

Eren tragó saliva, asustado pero excitado. ¿Qué narices le iba a pasar? A él ni idea, pero estaba claro de que el profesor Rivaille había convenido a Erwin en algún punto en el tiempo, porque ahora el más pequeño había hecho que se sentase en el escritorio, exactamente en frente de Eren, de un empujón, y se había subido a horcajadas encima.

– Levi, ¿estás completamente seguro de lo que estás haciendo? – susurró Erwin mientras el profesor le besaba y lamía el cuello. Si Rivaille estaba completamente seguro de aquello no habría modo de pararlo a aquellas alturas.

– Erwin, cállate y disfruta. Sólo vamos a darle una pequeña lección, ¿eh? Así aprenderá a no colarse donde no debe cuando no debe.

Que así fuese, pues.

Erwin atacó con ganas los labios del profesor, no dejándose dominar tan fácilmente. Agarro los glúteos de Levi con las manos, apretándolo con ganas y haciendo que abriese la boca para protestar por la brusquedad (no es que le molestase, al contrario; pero quejarse por todo era parte de su vida sexual), así que el rubio aprovechó para colar la lengua dentro de su boca, sin parar de masajear y apretar los glúteos del otro en el proceso, haciendo que gruñese en su boca de gusto. Pasó la lengua por los dientes de Levi, metiéndola todo lo podía después en su boca para pasearla por todos lados.

Levi tampoco estaba perdiendo el tiempo; mientras se dejaba ser explorado con manos y lengua desabotonó la camisa de Erwin con maestría. Echó un poco de menos la corbata, ya que le permitía controlar al señor director bastante fácilmente, pero se conformó con enredas sus dedos en ahora despeina pelo del otro para intentar olvidarse un poco de toda la mezcla de saliva que estaba resbalándose desde su boca hasta el cuello de su ya arruinada camisa y de todos esos sonidos húmedos que le ponía los pelos de punta.

Levi se separó entonces bruscamente de Erwin y le separó las piernas hábilmente con sus propias rodillas, antes de bajarse de un grácil salto hacia atrás, quedando entre las piernas del director.

– Ya basta de tanta tontería, pongámonos serios – la media sonrisa que lanzó mientras se lamía los labios hizo que Erwin temblase imperceptiblemente.

Mientras tanto, Eren... A Eren le iba a dar un paro cardíaco en cualquier momento, estaba claro. Si ver como su profesor demonio y el director de su universidad liándose como si no hubiese mañana fuese poco, ahora Rivaille se había acuclillado delante de Erwin, con la camisa medio caída ahora, por lo que tenía los hombros y la mitad de al espalda descubierta. Por alguna razón, Eren no era capaz de apartar la vista de la piel de su profesor, bañada ya en pequeñas perlitas de sudor. Cerró los ojos un momento y pudo escuchar su errática respiración, a la vez que la del director y la suya propia, cada una más agitada que la anterior. En cuanto escuchó el sonido de un cinturón siendo desatado y una bragueta siendo bajada rápidamente abrió los ojos de golpe.

En aquellos momentos mataría por ver la cara que estaba poniendo Levi ante lo monstruoso que era Erwin. Ma-dre mí-a. Eren se sintió muy poco hombre repentinamente, aunque su profesor no pareció demasiado sorprendido, porque pudo escuchar como la engullía entera de una vez y el gruñido que el director no sé molestó en contener.

La cabeza de Levi se movía arriba y abajo con maestría, mientras Erwin le agarraba con algo de brusquedad el pelo para que se moviese a un buen ritmo.

Y mientras tanto a Eren le dolía, le dolía muchísimo la entrepierna. Maldita agonía. Intentó soltarse moviéndose como un maníaco de un lado a otro, pero no consiguió nada.

– ¿Se puede saber qué te pasa, uh? – Levi había girado lo justo la cabeza para mirarlo de soslayo, mientras se quitaba la saliva sobrante de la comisura de los labios con la manga izquierda y le prestaba atención a Erwin con la derecha.

Eren trago saliva por septuagésima vez y tomó una gran bocanada de aire.

– Me... – intentó articular algo coherente, pero estaba demasiado ocupado intentando respirar. Mientras el otro se decidía a hablar Levi llevó la mano derecha para masajear con cuidado los testículos de Erwin, pasando la lengua desde la base hasta la punta de su pene, despacio; para después absorber cuidadosamente en la punta, ganándose así un buen tirón de pelo y un par de graves gemidos de apreciación. Después volvió a mirar a Eren por encima del hombro, haciendo que se sintiese muy inferior a pesar de que no era él el que estaba comiéndole la polla a otro hombre, y esperó a que hablara – Me... me duele. Mucho.

Algo brilló en los ojos de Levi, y por un momento pareció que llegaría a esbozar una sonrisa, cosa que no hizo. En lugar de eso se levantó y giró, sin moverse un paso de donde estaba, y se inclinó hacia delante para apoyar las dos manos en los reposabrazos, quedándose a escasos centímetros de la cara de su alumno, mirándolo directamente a los ojos.

Eren casi se sentía violado por aquella mirada, y su erección se retorció y eso mismo hizo su dueño, intentando desatarse.

– Y más que te va a doler – fue la simple y cruel respuesta del profesor antes de hacerle una pequeña señal al director, que le dedicó a Eren una pequeña sonrisa de compasión antes de proceder a bajar los pantalones de Rivaille un tirón, dejándolos enredados en sus tobillos.

Ver como al erección de Levi saltaba de su ropa al ser liberada hizo que Eren casi se auto-combustionase, pero lo único que acabó haciendo fue moverse como un poseso, intentando soltar y haciéndose bastante daño en las muñecas en el proceso. Necesitaba tocar a si mismo, maldita sea, o moriría.

Mientras tanto, Erwin recuperó un bote de lubricante ya empezado del ultimo cajón de su escritorio. Al fin y al cabo nadie además de él podía acceder a su oficina... O al menos eso pensaba hasta que Eren había aparecido misteriosamente debajo de su escritorio. Tendría que hacerle un pequeño interrogatorio más adelante...

Para no hacer que Levi se impacientase puso el lubricante directamente en su entrada e introdujo el dedo índice, moviéndolo sin demasiado cuidado; ya que sabía que Levi se quejaría si lo hacía con demasiado tacto. No tardó en añadir el segundo y el tercero, haciéndolo todo rápido y con precisión mientras utilizaba la otra mano para mantener a Rivaille en sitio por las caderas, ya que parecía demasiado ido a aquellas alturas, dejando escapar entre sus labios pequeños quejidos y moviendo las caderas hacia atrás.

Mientras Erwin paraba un segundo para ponerse el preservativo Eren no podía dejar de mirar todas aquellas expresiones eróticas que jamás había visto en su profesor (evidentemente), y cuando Levi abrió la boca sin emitir ningún sonido y cerró los ojos con fuerza cuando Erwin le penetró de una sola y rápida estocada, estuvo seguro por algunos momentos que se correría sin que lo hubiesen tocado siquiera.

– Argh, Erwin... – gimió Levi – La próxima vez avísame antes de... ¡Ah! – Levi no pudo seguir la frase, ya que Erwin había salido casi completamente de él para volver a entrar con brusquedad, haciendo que sus piernas se volviesen de gelatina.

El profesor se agarró con todas sus fuerzas a la silla para no caerse, mientras el director lo penetraba bruscamente por detrás, hundiendo los dedos en sus caderas para mantenerlo allí mismo; haciendo que Levi no pudiese moverse hacia atrás y volviéndolo completamente loco mientras intentaba no gemir, cosa que con Erwin era misión casi imposible.

Por alguna razón, y aunque odiase admitirlo aunque sea mentalmente, el profesor Rivaille notaba que estaba más sensible de lo habitual, y no tardaría en acabar. Mientras tanto Levi siguió mirando roja y agonizante cara de su alumno más problemático, Eren Jaeger, que luchaba por zafarse de sus ataduras, desesperado, mientras intentaba no ahogarse. Por alguna retorcida razón el profesor no podía dejar de mirar, y su alumno parecía estar en la misma situación. La entrepierna debía de estar doliéndole bastante, y ni siquiera podía tocarse... Mucho menos que otra persona lo hiciese por él.

– Erwin... – llamó (o más bien gimió en tono demandante), intentando controlarse – Tócame. – ordenó con el tono más convincente que podía, pero al parecer no lo logró demasiado, ya que escuchó a Erwin reírse – ¡Maldito, no te creas qué...! ¡Ah! ¡Joder!

El director, con el tiempo, había aprendido a callarle la boca al profesor Rivaille de varias formas; pero la más efectiva siempre era hacer lo que fuese que estuviese exigiendo. Así que no dudo en doblarse hacia delante, pegar su pecho a la espalda de Levi y poner una de las manos a su miembro, moviendo su mano arriba y abajo rápidamente, al ritmo de sus ahora bastante rápidas embestidas. Sintió como el profesor se estrechaba todavía más y que estaba a punto de terminar, así que le mordió el hombro con ganas, sabiendo que en el fondo al profesor Rivaille no le gustaba que le tratasen con delicadeza, sino todo lo contrario.

Levi sintió como el director hundía los dientes sin mucha delicadeza en su hombro y aquello unido al movimiento de la mano y despiadadas embestidas del rubio hicieron que sus piernas temblasen muchísimo. Se sentía a punto de explotar, así que no pudo evitar rodear el cuello de Eren con los brazos, cosa que el alumno aprovecho para chocar sus labios desesperadamente, besando a su profesor bruscamente, aprovechando que abrió la boca para casi gritar por culpa de (gracias a) Erwin para meterle la lengua dentro de la boca, sin saber realmente qué narices estaba haciendo pero sintiendo que lo necesitaba desesperadamente.

Todo aquello mezclado fue lo que hizo que Levi terminase encima de Eren, mientras casi gritaba alrededor de su boca, manchando completamente la nueva sudadera verde de su alumno, aunque en aquel momento estaba demasiado ocupado besando a su profesor desesperadamente como para preocuparse.

Rivaille se estrechó considerablemente al terminar, por lo que Erwin tampoco pudo soportarlo y rodeó a Levi con los brazos para sentarse en el escritorio con el profesor encima suyo, dándole a Eren unos segundos de la vista más increíble que había visto en su vida. Lo penetró violentamente varias veces más hasta que gruñó de satisfacción y su agarre en la cintura del otro se aflojase.

Segundos después todos en el despacho se quedaron estáticos, nada podía ser escuchado a parte de sus agitadas respiraciones.

El profesor Rivaille terminó de recoger el último documento del suelo y se lo pasó al director para que lo pusiese de nuevo todo en su lugar.

– Levi, ¿estás seguro de que tu alumno sabrá mantener la boca cerrada respecto a todo lo que ocurrió hace... cinco minutos? – preguntó Erwin mientras, sentado en la silla de su escritorio tranquilamente, ponía la última hoja dentro del portafolios.

Si cualquiera entrase en aquellos momentos no adivinarían ni en un millón de años lo acababa de pasar allí a menos que fuese Mike, el profesor de historia, y su prodigioso sentido del olfato.

– Buff... – el profesor resopló, malditos dolores de cabeza que le daban los jodidos de estudiantes – Iré a hablar con él ahora que todo este sitio vuelve a estar más o menos decente.

Y así, sin más palabras, Levi se dio la vuelta para ir en busca de Eren.