Epílogo
Las sirenas de los coches policiales hacían eco rompiendo el silencio de la noche mientras las luces de los helicópteros enfocaban aquella figura trajeada de blanco. Entonces, el hombre cubierto por este dibujó una amplia sonrisa en su rostro y echó a andar con tranquilidad. Él tenía todo el tiempo del mundo. Avanzó hasta el borde de la terraza y sin dejar de sonreír se dejó caer hacia atrás al vacío mientras pronunciaba:
"Three!"
"Two!"
"One!"
Y el cuerpo desapareció bajo una cortina de humo como si nunca hubiese estado allí presente. En su lugar, junto a la barandilla de seguridad de la azotea se encontraba el diamante que había sido robado hacía a penas unos minutos antes. Como de costumbre, nadie se percató en la existencia de aquella ventana ligeramente abierta que se hallaba en uno de los pisos cercanos al tejado. Cuando terminó de cerrarla, el ladrón fantasma hizo a un lado la capa negra que había utilizado para pasar desapercibido en la noche mientras hacía su truco, y se quitó el sombrero blanco, sosteniéndolo a un lado, antes de inclinarse en una leve reverencia.
—Es todo un placer volver a verla, señorita —sonrió con picardía clavando sus ojos en el cuerpo de la joven frente a él.
La nombrada le sostuvo la mirada con aquellos ojos brillantes y, tras dirigirse hacia él a paso lento, tomó su rostro haciendo una mueca de enfado antes de tirar de él hacia sí haciendo chocar sus labios contra los suyos.
—¿Te vas dos semanas de viaje y cuando vuelves se te ocurre robar antes de venir a verme? —reprochó— Debería llamar a mi padre.
El ladrón alzó una ceja al ver como la joven sacaba su teléfono móvil, amenazando con marcar el número de la policía. Ambos adolescentes se miraron durante unos instantes a los ojos, y sonrieron. El aparato dejó en el aire el eco de su ruido al caer cuando los brazos de Aoko se sujetaron al cuello del mago mientras se fundían en un nuevo beso. Sin máscaras ni tapaderas; haciendo a Kid a un lado como si se hubiese esfumado, allí sólo quedaban esas dos personas llamadas Kaito Kuroba y Aoko Nakamori.
Como por arte de magia.
Notas finales:
¡Gracias por leer!
Espero que esa idea tan usada de "Aoko está en peligro-Kid la salva-Ella lo descubre" haya podido plasmarla con algo de originalidad, ya que es bastante visto por aquí. A partir de ahora estaré trabajando en un par de Universos Alternativos (uno de ellos y otro de Shinichi, que lo dejé sin protagonismo), aunque solo pensar tantas ideas que tengo para fanfics largos hace que me entre el miedo a acabar sepultada por las hojas de papel en mi habitación junto a los exámenes.
¿Os ha gustado? ¿Hay algo en lo que debería mejorar? Recuerdo una vez hace mucho que un usuario se registró en un foro solo para hacerme una crítica, me dejó K.O, ¡pero yo estaba muy feliz! Era la primera vez que me tomaban esa importancia y me ayudó bastante. ¿No os ha pasado nunca?
¡Nos leemos pronto!