CAMINO AL AMOR

Capitulo 1. RECUERDOS (primera parte)

Diez años ya…, dentro de tres meses serán diez años ya.Pensaba Rin.

Inmersa en sus pensamientos, no caía en cuenta de que una amenaza cernía sobre ella; de pronto, como si de un estruendo se tratara, un fuerte latido de su corazón despertó en ella una sensación de peligro, y sin más, de un hábil salto, esquivo por poco el certero golpe de una espada.

Rápidamente volteó reconociendo a tessaiga, y se encontró frente a frente con su atacante: el hanyou de cabellos plateados y ojos dorados, la miraba feroz.

Inuyashaaaaa…..Riiiin, -se escuchó a lo lejos la voz de Kágome-. Es hora de cenar, dejen el entrenamiento para después.

Tengo hambre -, dijo Inuyasha con una gran sonrisa, enfundando a tessaiga.

Yo también- asintió Rin, correspondiendo la sonrisa. –Vamos-

Hacía cuatro años atrás, la anciana Kaede había muerto. Quedando Kágome como la sacerdotisa del pueblo. Después de la muerte de Naraku y de la destrucción de la esfera de los cuatro espíritus, el conjuro que sellaba sus poderes desapareció, revelándose el gran poder espiritual que poseía; eso, además del entrenamiento y el conocimiento que la anciana Kaede le transmitió, la convirtió en una sacerdotisa muy poderosa, más incluso que la propia Kikyo.

Rin nunca olvidaría ese día: la anciana que había sido como su madre, había caído víctima del ataque de un espíritu demoniaco al realizar un exorcismo en una aldea vecina. Cuando los aldeanos la trajeron de vuelta, solo sobrevivió dos días. Días en los cuales, Rin y Kágome, hicieron todo lo posible por salvarla; no obstante, ni aún con su conocimiento de las hierbas medicinales, pudieron lograrlo.

Cuando el momento llegó; Rin se sintió perdida, nuevamente estaba sola; por segunda vez, había perdido a alguien que amaba, alguien que podía considerar su familia, su madre…Los recuerdos que de niña la atormentaron en tantas lunas, afloraron en su mente como un torrente: su aldea fue atacada por unos crueles bandidos que violaban a las mujeres, torturaban a los hombres y mataban niños y ancianos, solo por diversión. Toda su familia fue víctima de ellos, excepto ella, que de milagro sobrevivió. Una creciente sensación de pérdida y dolor se apoderó de su ser, y aferrándose al cuerpo de la anciana lloró y suplicó por su vida hasta que casi perdió el sentido.

La escena fue desgarradora, Inuyasha, Kágome, Miroku y Sango, presenciaban todo impotentes y atónitos. Al día siguiente de la muerte de la anciana, cuando lograron apartar a Rin de su cuerpo, dio inicio la ceremonia de cremación, a la que asistió todo el pueblo. Las lágrimas de Rin habían desaparecido, dejando en su lugar una expresión sombría y distante. Presenciaba la ceremonia, pero su mente estaba muy lejos.

Sin tan solo él, estuviera aquí… pensaba, y a su memoria acudieron los recuerdos de aquél que le devolvió la vida, el habla y la alegría de vivir. Si tan solo pudiera escuchar en esos momentos el terciopelo de su voz, llamándola.

Rin…, llamó Inuyasha sacándola de sus pensamientos.. –Es hora-.

Y le entregó una antorcha encendida. Era la costumbre de aquella época que la persona más cercana al fallecido, iniciara la cremación. Rin se sintió morir… miró por última vez el cuerpo inerte de aquella anciana a la que había llegado a adorar, y haciendo acopio de valor acercó lentamente la antorcha para prenderle fuego y luego se alejó. Empezó a ver como las llamas se extendían sobre las sábanas que cubrían el cuerpo, y sintió que una parte de su alma también era consumida por ese fuego.

Si tan solo él estuviera aquí pensó nuevamente, y gruesas lágrimas escaparon de sus ojos, ya cansados de llorar. Miró hacia el bosque con escrutinio y esperanza, pero no… nada. Solo las penumbras se hicieron presentes.

¿Dónde está, mi señor? ¿Dónde está? Lo necesito... ¿será que acaso se ha olvidado de mi? Ante este pensamiento, un sentimiento repentino invadió su corazón, y en su mente apareció claramente la escena de aquél que tanto añoraba, aquél que era lo único que le quedaba, alejándose para siempre de su lado. Quedó en shock, la angustia, la desesperación, el dolor y el miedo, hicieron presa de ella, y a la par que las llamas ardían con mayor fuerza consumiendo el cuerpo de la anciana, un grito desgarrador escapó de su garganta.

¡Nooooooooooooooo!…. Gritó. Luego, se desvaneció.

Las noticias de la muerte de la anciana, llegaron a oídos del lord de las Tierras del Oeste, semanas más tarde; al enterarse, se dirigió rápidamente hacia la aldea, dejando a sus eternos acompañantes Jaken y Ah-un, en el camino.

Espera, Rin- .. pensó.

Para Rin, los días posteriores a la muerte de la anciana, parecían no haber pasado- o al menos no los sentía- Presa del dolor, no comía ni dormía; y cuando lograba conciliar el sueño, terribles pesadillas las despertaban constantemente. A los pocos días de la muerte de la anciana, enfermó. Inuyasha, Kágome, Miroku y Sango, se habían estado turnando para cuidarla. Esa noche, había tocado el turno a los dos primeros, por lo que se dirigieron a la choza de la difunta anciana.

Kágome le preparó a Rin una infusión de hierbas, por lo que dormía; sin embargo, estaba intranquila; ella no era consciente de ello, pero, de cuando en cuando, el nombre de quien tanto extrañaba se escapaba de sus labios, llamándolo en sus sueños.

Al escucharlo, Inuyasha y Kagome compartieron una mirada silenciosa. El hanyou, dejó escapar un leve gruñido. ¿Dónde estás imbécil?Pensó.

Era entrada la madrugada cuando llegó, sigilosamente se dirigió a la choza de la anciana y entró volando por la ventana, aterrizando suave y elegantemente. Rin no se encontraba sola, la esposa de hanyou se encontraba dormida, cerca de ella. Observó detenidamente a Rin, se veía bastante mal, unas profundas ojeras surcaban sus ojos, su pequeña estaba enferma; la escuchó quejarse entre sueños, clamando por la vida de su familia, sus pesadillas habían vuelto.

Señor Sesshomaru,…no me deje. -Musitó Rin, entre sueños-. El Demonio la miró impasible… -Aquí estoy, Rin-…, contestó mentalmente, al tiempo que acercaba su mano hacia su mejilla.

¡A buena hora te apareces!. Gruñó Inuyasha, saliendo de las penumbras. Kagome despertó al instante, sorprendida.

El demonio se detuvo en seco. De reojo y con desprecio miró hacia Inuyasha, y simplemente dijo: He venido por ella.

Inuyasha se exasperó.. ¿De qué estás hablando idiota, que no vez que está enferma?. No te la puedes llevar así. ¿Dónde estabas, he? Rin tiene semanas esperando por ti.

Un gran gruñido escapó de la boca del youkai; se volvió hacia Inuyasha y con furia dijo –No te debo explicaciones- y acercó sus garras a bakusaiga, amenazante. El hanyou, iracundo, desenfundó a tessaiga.

Te la llevarás sobre mi cadáver, dijo.

Que así sea- contestó fríamente el demonio, blandiendo a bakusaiga.

Kágome no podía creer lo que veía: ahí estaban aquellos dos a punto de pelearse como siempre; pero ahora dentro de la choza y con Rin enferma de por medio. No podía ser, simplemente no podía ser… Pero que par de idiotas, pensó.

Inuyasha levantó su espada para asestar el primer golpe, pero fue detenido bruscamente. ¡Osuwariiiiiii..!, grito kágome, y el rostro del hanyou, para variar, terminó estampado en el piso.

Sesshomaru, - exclamó Kagome con tono conciliador-, creo que Inuyasha tiene razón. Rin no está bien. No creo que esté en condiciones de acompañarte en tus viajes en estos momentos.

Pero claro que no, … dijo inuyasha, levantándose de un salto. Eso es lo que le estaba diciendo, no sé por qué hiciste eso, Kagome.

Ibas a iniciar un pleito muy inoportuno, Inuyasha. Dijo kágome.

¿Inoportuno, pues de parte de quién estas? Dijo inuyasha molesto.

¡Silencio!, -intervino sesshomaru-. Dije que he venido por ella.

¿A si?, y que piensas hacer con ella imbécil? ¿Cuidarla?. Si, claro, como eres taaaan considerado. - Dijo Inuyasha en tono sarcástico- Y dime, ¿cuándo piensas hacerlo, mientras acabas con los monstruos y demonios que te encuentras en el camino?

Grrrrr- gruñó Sesshomaru, (tal vez ese estúpido híbrido, tenía…. algo .. de razón), pensó. Pero jamás lo admitiría. Miro a Rin, se veía tan frágil, tan demacrada.

Déjala aquí Sesshomaru, nosotros la cuidaremos hasta que mejore, después podrás llevártela. -Decía Kagome-. El demonio escuchaba en silencio, seguía mirando en dirección a Rin.

Se…señor Ses.. Sesshomaru. Llamaba Rin, otra vez. Definitivamente estaba mal, le disgustaba verla así.

Rin.. despierta…. Rin. Exclamó Sesshomaru, acercándose.

Rin, semi inconsciente por la infusión que le había preparado Kagome, escuchaba entre sueños la voz de su señor, llamándola. Pesadamente entre abrió los ojos y pudo distinguir, entre la tenue luz de las velas que alumbraban el lugar, aquél rostro que tanto añoraba, y se encontró con unos ojos de oro que le miraban profunda y apasiblemente. -He venido por ti, Rin- dijo el youkai. Ella sintió que la vida regresaba a su cuerpo, por tercera vez, gracias a él. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro.