Capítulo 3/3

Un rato más tarde, cuando Suiza va a preparar chocolate caliente para ambos, regresará al cuarto y tratará de obligar a Austria a hablar por teléfono a su casa para decirle a quien sea que pasará la noche ahí... si no fuera porque se ha quedado dormido... o "dormido" antes, así que suena el teléfono de casa de Alemania, mientras pasea por el cuarto, rojo como un tomate, mirando a Austria en la cama.

Prusia, que es el único que sigue por ahí "despierto" viendo una película de esas de culebrón de domingo al medio día, de manera absolutamente furtiva, da un salto y apaga la televisión rápidamente, acercándose al teléfono.

—Hey! la más Awesome casa de la Awesome Europa, hablas con el Awesome yo!

—Merde... —protesta en francés en automático.

—Frankreich? —pregunta Prusia frunciendo el ceño, reconociendo el idioma y más o menos el acento, pero no cuadrándole la voz.

Nein, nein... Schweiz... —aclara—. Hallo Preussen.

—Heeeey! Pero mira quien se digna a hacer una llamadita! ¿cómo va eso mi amigo y vecino Schweiz? Hace mucho que no oigo disparos, ¿todo bien? — ser ríe por la broma idiota.

—Ehhh... ja, ja... todo bien —mira a Austria en la cama y se sonroja solito por lo que acaban de hacer—. Sólo, bueno... sólo quería decirte que... —se incomoda.

—Aja? —pregunta Prusia rascándose la cabeza y mirando por encima de la mesilla desinteresadamente.

—Ehh... bueno, es que Österreich me dijo que estarían preocupados...

Prusia levanta las cejas.

—Nah, no creo que lo estemos... Kesesesesese

Suiza frunce el ceño

—Pues él me dijo que no les había avisado que no llegaría y yo quería avisarles.

—Oh... ¿Así que vas a mantenerle ocupado? —se ríe de nuevo—. Bueno, siempre he dicho que nos harías un favor a todos si te lo quedas ahí definitivamente... ¿Quieres que te mande unas fresas?

PREUSSEN! —grita absolutamente avergonzado desde ya.

—Ah! Ya veo que no las necesitas... Eso explica por qué llamas tan tarde... Bueno... ¿Una segunda ronda quizás? —vuelve a reírse idiota.

—Verdammt... ¿No está Deutschland por ahí, o alguien que tenga un poco de vergüenza? —pregunta aboslutamente histérico.

—Nah, todos duermen... —responde sonriendo con malicia—. Son horas un poco intempestivas para los chicos buenos, Schweiz... Claro que sabiendo eso de las fresas no es que se te pueda considerar muy decente.

—¡No sé de qué hablas! —sentencia sentándose en la cama, respirando fastidiado.

—¡Oh! ¡Yo sí! —se ríe idiota de nuevo—. Porque sé lo que has estado hacieeeendo y lo que vas a haceeeer —canturrea burlón.

Suiza se sonroja mucho más

—¡No es cierto! ¡No es cierto! ¡No sabes nada!

—Oh! ¡Sí lo sé! Y sé que te gustaaaaa por que eres un pervertido —continua burlándose.

—¡No soy un pervertido! —protesta.

—¡Eh! ¿Puedo pedirte un favor? —cambia de tono de voz Prusia. Suiza frunce el ceño y no le contesta por unos segundos.

—¿Qué favor?

—Hagamos un trato, yo les digo a todos dónde está el señorito EXACTAMENTE y tú no cuelgas el teléfono durante la segunda ronda, mientras yo despierto a Ungarn —sonríe.

Was?! —escupe.

—Kesesesesese —se ríe.

—¡No vas a decirle a nadie en dónde está ningún señorito! ¡Y no va a haber segunda ronda porque se ha quedado dormido! —grita histericolocoperdido... sin pensar.

—¡Oh! Pero que poco aguante, hasta en eso es aburrido —protesta Prusia—. ¡Oh! ¡Ya sé! ¡Despiértalo! ¡OH! ¡Ya sé! ¡Tírale del rulo! ¡Tienes que despertarle haciendo eso! ¡Déjame oirlo!

—Que le tire del... NO VOY A TOCAR A MARIAZELL PARA QUE TU LO ESCUCHES! —protesta y todos nos preguntamos por qué razón no le cuelga...

—Puedo ir a verlo personalmente ¡Seguro puedo llevarme la cámara de Ungarn! ¿Crees que puedas encubrirme?

NEIN! ¡No puedes venir aquí! ¡Si vienes aquí voy a dispararte! —responde—. ¿Sabes qué? YA me voy... no tengo por qué estar hablando contigo... diles a todos que Österreich ha pasado aquí la noche y ya.

—Creo que todos merecen saber unos cuantos detalles más sobre lo que es exactamente "pasar la noche" —se ríe idiota—. Tú tírale del rulo... Y recuerda, sé tooooodas las guarrerías que vas a haceeeer.

—¡No es cierto! No vamos a hacer nada —Suiza histérico, cuelga el teléfono y lo lanza al sillón que tiene en el cuarto, fulminándolo.

Prusia se descojona en su casa, en su sofá.

Suiza se gira a la cama, con el ceño fruncido absolutamente avergonzado, abriendo las cobijas y metiéndose a ellas, helado por estar paseando por el cuarto descalzo.

Verdammt... —protesta acercándose a Austria y poniéndole los pies helados en las piernas desnudas.

El moreno abre los ojos de golpe, dando un saltito al notar el frío en las piernas, apartándolas de su alcance rápidamente. El rubio sonríe con burla acostándose en su almohada y acercándole más lo pies.

—¿Es que no has oído hablar de los calcetines?

—Me gustan más tus piernas —responde en automático y luego se sonroja—. Es decir...

—¿Qué te han dicho? —sonríe poniéndole los pies entre sus rodillas. Suiza carraspea.

Preussen dice que les haría un favor si te quedaras aquí...

—Oh... Preussen —pone los ojos en blanco—. Tenía la esperanza de que hubieras hablado con Ungarn o Deutschland.

—Así que no se si les vaya a pasar el recado a quien me interesaba. Pero no ha querido pasarle a nadie m... —le mira—. Eso intentaba.

—Ahora entiendo todos esos gritos —se ríe un poco.

—Oh... ¿No estabas dormido? —frunce el ceño. Austria sonríe con burla.

—Digamos que era difícil hacerlo.

—Eres odioso —le medio fulmina volviendo a ponerle los pies encima y tapándose hasta las orejas porque tiene frío.

El austriaco se le acerca un poco pasándole el brazo por encima suyo, dentro de la colcha.

—No es el adjetivo que yo usaría, pero supongo que es una forma de verlo.

Suiza se sonroja, pero no se quita, percatandose de que es quizás la primera vez en mucho tiempo que están en la cama, despiertos, sin estar haciendo eso ni tener que levantarse.

—¿Que adjetivo usarías? —pregunta acercándosele él al notar que realmente está calientito.

—¿Para definirme a mí mismo? seguramente algo más en la línea de envidiable —bromea—. Aunque suene pretencioso, me parece más ajustado a la realidad.

Suiza levanta las cejas y separa la cara mirándole a los ojos.

—Por dios... ¡Un poco de autocrítica!

Austria sonríe.

—¿Para qué voy a autocriticarme si te tengo a ti recordándome lo molesto e insoportable que soy cada tres segundos?

—Envidiable... Solo te falto decir awesome para ser igual a Preussen —le devuelve.

—La diferencia con Preussen es que yo sí sé lo que digo —se defiende.

—No seas dramático —baja la cabeza y se le acerca un poquito más, acurrucándosele.

—¿Por qué te parece dramático? —pregunta abrazándole también un poco más.

—Porque tú y Preussen se parecen más de lo que crees —cierra los ojos.

—Oh, ja, a mi me encanta comportarme como un crío y hacer comentarios desubicados molestando a todo el mundo sin respetar nada —responde sarcástico.

—No dije que se parecieran en todo —abre los ojos y sonríe un poco, de lado—. No se parecen en el cómo, pero sí se parecen en el qué. A ti te encanta molestar a todo el mundo sin respetar nada, sólo que lo haces de una manera increíblemente más... elegante.

Austria le mira unos instantes y luego sonríe.

—Y ni siquiera me has preguntado qué es lo que considero envidiable de mi mismo.

—¿Qué consideras envidiable de ti mismo? —levanta una mano abstraídamente, pasándole un dedo por la clavícula. Austria se le acerca un poco más para hablarle al oído.

—Que a pesar de parecerte odioso, sigues aquí —susurra.

—Tiene un escalofrío y se sonroja, abriendo los ojos como platos y dejando de mover el dedo de su clavícula.

El austríaco se separa, volviendo a apoyarse en su cojín, con los ojos cerrados y un poco incómodo también, pero sin dejar de abrazarle.

—T-Tienes otras cosas envidiables además de... —deja la frase inconclusa.

—Así que no deja de tener cierta gracia para cualquiera poder hacer lo que quiera y aun así seguir teniendo gente para ayudarme y complacerme —añade cínico.

—No puedes hacer... no... no puedes hacer lo que quieras y tenerme aquí para ayudarte y complacerte —frunce el ceño, omitiendo toda la relajación que tenía hace un minuto y poniéndose totalmente tenso.

—Oh... ¿no puedo? —pregunta

—No deberías de decirlo así —responde mirándole a los ojos, abiertos.

—¿Y cómo debería decirlo?

—Es cínico de tu parte y hace sentir a los demás como idiotas —protesta—. No importa lo que hagas, no importa lo irrespetuoso que seas, no importa nada, todos los demás estaremos ahí para ti, ¿porque tú eres envidiable? —replica.

—No porque sea envidiable, eso es lo que me hace envidiable —rectifica. Suiza le mira, sin saber si sentirse ofendido o qué...

—Estás tan lleno de ti mismo... —responde con el ceño fruncido aún.

—Quizás... —se encoge de hombros y sonríe un poco tristemente, soltándole.

—¿Sabes cuál es la peor parte? —pregunta mirándole aún, extrañando un poco el abrazo.

Nein —responde sinceramente, con los ojos cerrados.

—Que tienes razón —responde sin dejar de mirarle—. Tienes a Deutschland, tienes a Ungarn...

El austríaco sonríe de lado sin abrir los ojos, aún un poco tristemente.

—¿Por qué sonríes así? —pregunta levantando la cabeza y recargándose en su codo, mirándolo con curiosidad. El moreno levanta las cejas y abre los ojos.

—¿Así cómo?

—Así... —frunce el ceño—... esa sonrísa. No es sonrisa de orgullo.

Nein? —mueve un poco la cabeza.

—No, es otra sonrisa... diferente —frunce el ceño.

—Será que no me enorgullece entonces —vuelve a encogerse de hombros, mirándole.

Suiza se le acerca un poco, con la guardia baja por la sonrisa distinta, pasándole una mano tras la cabeza para que se le acueste encima del brazo.

—Eres un cabrón con suerte, Österreich...

—Eso es justo lo que decía —vuelve a sonreír, ahora más suficiente, cerrando los ojos. El rubio le pasa una mano por encima del pecho, atrayéndolo hacia él un poco (Sólo porque tiene frío...)

—Me ha costado trabajo entenderlo —responde sinceramente, bostezando y recargando la cabeza en la almohada. Austria vuelve a sonríe sin apartarse y sin decir nada, ni abrir los ojos.

Suiza le hace un cariño en el pelo, bostezando otra vez y sonriendo él mismo un poco sin siquiera notarlo.

—Y yo también —susurra dándole un beso en la frente antes de quedarse dormido.


Tercera y última entrega de esta historia. Para los amantes del AuSui.

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