Buenas noches, gentecilla. Os traigo el último capítulo de mi primer fic. Siento que se termine ya que he disfrutado mucho escribiéndolo. Quería dar las gracias a todos aquellos que han seguido leyendo hasta el final y les ha gustado, muchas gracias a todos vosotros ya que sois una de las razones por las que seguí escribiéndolo.

Buenas noches a todos y un saludo, invocadores.


A Vi le dolían hasta las pestañas cuando comenzó a abrir los ojos para poder ver a su alrededor. Se encontraba tumbada en una cama de hospital, con una de las muñecas esposada a la barra que separaba la cama del suelo. Intentó incorporarse y se fijó en que alguien le había cambiado de ropa. Llevaba puestos unos pantalones de lino oscuro y una camiseta de tirantes roja. Su hombro estaba completamente vendado, así como varios de los arañazos más profundos que tenía por el torso.

Se incorporó y miró su muñeca, entonces se preguntó cuánto tiempo habría permanecido inconsciente desde que Adam muriera a manos de su hermano y suspiró pensando en cómo estaría Caitlyn. Recordó la casa destrozada de la Sheriff y el beso que le dio antes de que se separaran, también recordó cómo gritó cuando le dispararon en el hombro. Sonrió con melancolía.

Justo cuando empezaba a forcejear con las esposas dos hombres entraron en la sala. Vi los reconoció, eran policías que trabajaban con Caitlyn en la oficina de Piltover. Le reprendieron por forcejear con ellas y la soltaron. Para volver a colocarle las esposas, pero esta vez, con los brazos hacia atrás. La calzaron con unos calcetines cortos y le pusieron unas botas sin cordones para que pudiera caminar.

-Ahora que estás consciente no es necesario que estés más tiempo ingresada.- le dijo el policía.- Vamos a trasladarte a los calabozos de comisaría antes de que seas trasladada a la cárcel ya que la herida de cerca de tu corazón ha sanado gracias a la magia de Janna.

-¿Qué? – preguntó sorprendida.- No, no me podéis hacer esto, ¡exijo hablar con la Sheriff!

-Tenemos órdenes específicas, no se te permite hablar con ella.

¿Qué significaba todo aquello? No podía creerlo, ¡iba a volver a la cárcel! No quería volver a aquel sitio de mala muerte, sobre todo ahora que tenía los mismos enemigos o más allí metidos, tenía que hablar con Caitlyn, seguro que se trataba de un error, no podía hacerle eso. A no ser que le guardara rencor por haberla abandonado.

Vi se dejó arrastrar hacia comisaría mientras pensaba en lo vengativas que eran las mujeres. Maldijo su mala suerte y se quedó pensativa, ¡joder! ¡Pero si incluso la había besado antes de separarse, eso tenía que significar algo! ¿Significaba esto que Caitlyn ya no la quería? Espera, ¿es que antes la había querido o simplemente estaba jugando con ella? ¿Su relación sólo estaba basada en atracción física y nada más? ¡No, ella la amaba de verdad, amaba a Caitlyn con todo su corazón!

El viaje a comisaría fue tranquilo y en silencio, Vi no volvió a replicar, sintiendo su corazón dolorido, como si le hubieran clavado una estaca de hielo. Cuando caminaron por los pasillos de la oficia, repletos de agentes que la miraban susurrando su nombre a sus espaldas, esperó encontrarse con Caitlyn, pero mientras caminaba decidió agachar la mirada para no tener que enfrentarse a las miradas que la gente le lanzaba.

Era una criminal, la peor criminal de todas. Ella había matado al alcalde y ahora todo el mundo lo sabía, la noticia se había hecho correr como la pólvora y no sabía cómo reaccionar, si sentirse aliviada y contenta porque ahora todos sabían quién había librado a la ciudad de Adam o sentirse decepcionada porque a pesar de ello la consideraban un peligro para la sociedad.

Bajaron los escalones con cuidado mientras la conducían por las bien iluminadas instalaciones hacia una de las celdas individuales del nivel inferior, abrieron la verja y la metieron dentro cerrando los barrotes. Salieron y cerraron la puerta con llave, mirando cómo Vi agarraba el frío hierro con resignación, apoyando su peso contra ellos.

-Quiero hablar con la Sheriff.

Ellos no contestaron y se dieron media vuelta para irse, pero los gritos de Vi resonaron por todo el pasillo y su voz era tan potente y estaba tan llena de pasión que nadie pudo ignorar y notar la impotencia de la joven al encontrarse entre rejas, queriendo hablar con la Sheriff Caitlyn, que no se encontraba en la oficina en ese momento.

Se desgarró la voz llamando a gritos a Caitlyn, agarrando los barrotes fuertemente, paseando por la celda como un animal enjaulado. Varios hombres bajaron para intentar calmarla y evitar que siguiera gritando tal y como lo estaba haciendo, pero eso sólo conseguía enfurecer más a la joven pelirrosa, que no cejó en su empeño de llamar a gritos a la Sheriff.


Caitlyn se desperezó en la cama del hotel, mirando por la ventana hacia la calle, donde los altos edificios de Piltover se erguían en el centro de la ciudad. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, metiéndose en la ducha directamente, desnudándose por el camino hacia la habitación.

No podía parar de preguntarse si Vi ya estaría bajo arresto en los calabozos de la oficina o si todavía seguía inconsciente en el hospital. Abrió el grifo del agua caliente e intentó relajarse mientras el agua recorría su cuerpo, pero ni siquiera el agua podía limpiar el dolor que sentía su alma en esos momentos. Había firmado los papeles del ingreso de Vi en la cárcel sin pensarlo dos veces, gracias a la presión que había ejercido Jayce sobre ella en aquél momento.

Justo cuando salió de la ducha y se estaba secando con la toalla, alguien llamó a la puerta de la habitación. Se puso el albornoz del baño y abrió la puerta para encontrarse con el gesto de impaciencia de una de las mujeres que trabajan con ella en la oficina.

- Buenos días, Sheriff.- le dijo la mujer saludando a su jefa.

-¿Ocurre algo? – preguntó mientras se secaba el pelo con una de las toallas que había cogido del baño.

-Tenemos problemas en la oficina, Sheriff.- comentó como quien no quiere la cosa.- La joven que mandamos al hospital despertó hace unas horas y fue trasladada a los calabozos a primera hora.

-¿Y cuál es el problema? – preguntó intentando no mostrar su ansiedad al oír que se trataba de Vi.

-No para de gritar y de aporrear los barrotes de la celda, pensábamos que se calmaría tras unos minutos, pero lleva tres horas así.

-Estaré allí enseguida.- le dijo ella haciendo ademán de cerrar la puerta.

-Quiere hablar con usted, Sheriff. – le dijo antes de que la cerrara del todo.

Caitlyn tragó saliva y asintió despidiendo a su compañera de trabajo. Nada más cerrar la puerta apoyó la frente en ella, intentando ordenar sus ideas. Vi quería hablar con ella y no podía mostrarse débil delante de la joven, nada de sentimientos, nada de flaquezas. Tenía que ser fuerte.

Se vistió todo lo rápido que pudo y se marchó a comisaría dejando la habitación manga por hombro sin darle importancia. Llegó en apenas unos veinte minutos y nada más entrar por las puertas, se oían las quejas de los policías, que sonrieron alegres de ver a la Sheriff dirigirse hacia los calabozos para que pusiera orden.

Caitlyn se detuvo en las escaleras. Se podían oír los gritos suplicantes de Vi, lleno de furia e ira. Estaba deseando poder hablar con ella, pero… ¿para qué? El daño ya estaba hecho. Detuvo a uno de los hombres que estaban subiendo y le dio unas órdenes. Dicho esto, se dio la vuelta para ir a su despacho.


Vi golpeó con fuerza los barrotes de nuevo, antes de oír los pasos de alguien bajar las escaleras del calabozo. Tras horas de gritos, esperaba que esta vez le trajeran buenas noticias. Miró al hombre que se dirigió hacia la celda en la que se encontraba ella y suspiró cansada. Le traía una botella de agua.

-Bebe.- le dijo el hombre con media sonrisa.- Tendrás la garganta seca después de tanto chillar.

-No quiero, gracias.- le dijo cortésmente, rechazando la botellita que le había tendido.

-La necesitarás para poder hablar con la Sheriff, tu voz empieza a estar ronca.

Vi lo miró con incredulidad. Cogió la botella y le dio un trago mientras el hombre abría la celda. Le devolvió la botella para que pudiera colocarle las esposas, esta vez con los brazos por delante. La agarró del hombro y la condujo escaleras arriba, cruzando ante las personas que estaban molestas con sus gritos, hacia una de las salas del segundo piso.

La habitación era pequeña, sólo tenía una puerta y parecía de interrogatorio, pero sin el cristal tintado en alguna de las paredes. Esta habitación sólo tenía una mesa y dos sillas, una enfrente de la otra. Sentada en una de ellas se encontraba la Sheriff de Piltover, con aspecto impoluto.

Vi tragó saliva al verla y notó cómo su garganta rascaba al paso del líquido hacia su estómago. El hombre la sentó y salió de la sala, cerrando la puerta detrás de él, dejándolas solas, mirándose a los ojos, en completo silencio, como dos extrañas.

-Caitlyn… - pronunció Vi con temor. No esperaba que la mirada de la joven fuera tan fría hacia su persona, sobre todo después de todo lo que había pasado.

-¿Querías hablar conmigo, Vi? – preguntó con un tono monótono, carente de sentimientos. – Ahora es tu oportunidad, habla.

-Caitlyn… quería explicarte lo ocurrido.

-No hay nada que explicar, Vi.- le dijo ella encogiéndose de hombros.- Eres una criminal, has sido juzgada y encontrada culpable, así que entrarás en la cárcel a cumplir pena como el resto de personas que trabajaban para Adam.

-No soy una criminal, Sheriff.- le dijo ella con tono mordaz.- He hecho lo necesario para sobrevivir y jamás he matado a nadie que no se lo mereciera.

La imagen de los hombres que la atacaron en la mansión de Adam volvió a la mente de la joven castaña. Recordó a Vi matar a uno de los hombres llena de ira homicida hacia ellos al verlos forzándola contra su voluntad.

-Un crimen es un crimen muy a mi pesar.- le dijo ella.

-¿Y eso qué importa ahora? – le preguntó incrédula.- Me conoces, Caitlyn, sabes cómo soy. No soy una criminal, no soy peligrosa.

-Ambas sabemos que eso es mentira.- le dijo ella inclinándose hacia delante para mirar los ojos azules de su compañera. – Pero me alegro de que estés mejor.

-Ahora pienso que quizás hubiera sido mejor que muriera en aquella mansión. – dijo llena de furia.- No puedo creer lo que veo, Caitlyn… ¿tan poco significo para ti?

Caitlyn entrecerró los ojos. No tienes ni idea de lo que significas para mí, Vi, pensó para sus adentros mientras veía cómo Vi alzaba los brazos frustrada por la situación. Se frotó los ojos cansada, volvió a hablar con su voz ronca.

-Sé que me odias, Cait.- le dijo con voz baja, mirando hacia la mesa porque era incapaz de mantenerle la mirada.- Pero todo lo que he hecho, ha sido por una razón.

-Huiste, Vi.- le dijo ella dolida, intentando no sonar demasiado afectada.- Huiste y me diste la espalda cuando te pedí ayuda. Quisiste hacerlo por ti misma sin contar conmigo.

-¡No podía ponerte en peligro! – exclamó levantando la voz. Mirando sus ojos castaños, notando que estaba haciendo lo imposible por no llorar. Caitlyn se quedó en silencio.- Nunca llegué a pensar que podía sentirme tan a gusto a tu lado. Nunca llegué a imaginar que podía obtener tu amistad. Jamás me hubiera imaginado poder llegar a sentir tus labios sobre los míos… tus abrazos, tus caricias…

-Sólo sexo, Vi. Eso es lo que fue.- le dijo ella manteniendo el tono frío y carente de sentimientos mientras veía que estas palabras hacían mella en la pelirrosa.

-Hui, sí. Hui porque aquél día me di cuenta de que todos los que me habían ayudado estaban en el punto de mira de Adam, hui porque me di cuenta de que estabas en peligro. Pero qué le voy a hacer, ¿sabes? Al fin y al cabo la que se enamoró perdidamente de ti fui yo.

Caitlyn notó cómo su corazón se quedaba parado en su pecho. Notó cómo empezó a latir de nuevo, fuertemente contra su cuerpo. Los ojos de Vi estaban llorosos, incapaz de controlar la cantidad de sentimientos que se estaban agolpando en su pecho. La pelirrosa sentía un nudo en la garganta al hablar y tuvo que bajar la voz para que la voz no se le quebrara.

Qué estúpida había sido, Vi la amaba, la quería. ¿Y qué había hecho ella? Firmar su ingreso en la cárcel sin pensárselo dos veces. Notó ganas de matar a alguien en ese momento.

-Sé que para ti sólo fue sexo, algo nuevo… excitante. - volvió a hablar.- Pero para mí no fue así. Eres mi mundo, Caitlyn y por eso hui. Hui porque la persona a la que más amaba, amo y amaré jamás estaba bajo el punto de mira del ser más deleznable del planeta. Y hui, porque pensé que si me iba acabaría olvidándote, poniendo fin a la relación que teníamos… pero cada vez que te volvía a ver… el sentimiento resurgía más fuerte.

Caitlyn notó romperse su alma. Había condenado a Vi y se arrepentía de todo, se arrepentía de haber hecho caso a Jayce, de haber cedido a sus palabras. Se arrepentía de no haber notado antes las miradas de Vi, los gestos… todo. Dios, cuantísimo lo sentía.

-Pero esto es normal, ¿no crees? – dijo limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano.- El que se enamora primero pierde siempre, ¿verdad?

Caitlyn se levantó de la silla y se dirigió a la puerta, pero antes de que llegara a alcanzar el picaporte, Vi agarró su muñeca. Incapaz de mirarla, sólo pudo articular unas palabras.

-Soy tuya, Cait. Te lo dije.

Notó cómo la presión en su muñeca cedía y salió de la sala yendo hacia su despacho lo más rápido que pudo. Una vez allí cerró la puerta y se apoyó en ella, deslizándose hacia el suelo, rompiendo a llorar.

-Lo siento mucho, Vi… lo siento.


Vi se resignó a volver a la cárcel ahora que ya había hablado con Caitlyn. Se encontraba liberada de la carga que era mantener sus sentimientos a raya, aunque ahora ya carecía de importancia, ahora que ella se iba y la Sheriff retomaría su vida. Sin ella.

Tumbada en el camastro, haciéndose a la idea de volver a aquél sitio de mala muerte, pudo oír unos pasos acercándose a su celda. No le dio importancia ya que pensaba que era el guardia haciendo la ronda, pero los pasos de detuvieron delante de su celda. La persona comenzó a aplaudir.

-Brava, brava.- dijo una voz conocida para ella. La única voz que no quería oír en esos momentos.

Se levantó del camastro para aproximarse a los barrotes, con suerte se había acercado lo suficiente como para partirle la nariz de un puñetazo. Pero no, Jayce lo tenía todo calculado. Maldijo su suerte mientras miraba el aspecto galante del joven inventor.

-¿No deberías estar en tu casa intentando salvar el mundo? – le dijo mordazmente.

-He venido a verte antes.

El sonido de sus voces evitó que ambos escucharan otros pasos bajando las escaleras hacia el pasillo de las celdas. Los pasos se detuvieron antes de que la persona pudiera ser vista por alguno de los dos y se escondió en uno de los recovecos. Caitlyn se quedó escuchando la conversación.

-¿Qué es lo que quieres?

-Vengo a ofrecerte la llave de tu salvación… nunca mejor dicho.- levantó la llave de la celda que llevaba en la mano. Sonrió de oreja a oreja al ver la reacción de Vi.

-Supongo que alguien tan asqueroso como tú no me la daría simplemente en un acto de buena voluntad, ¿verdad?

-Todo en esta vida tiene un precio y yo… no soy especialmente barato.- le dijo sonriendo maliciosamente.- El trato es el siguiente: yo te doy la llave de la celda, distraigo a los guardias y escapas.

Caitlyn se revolvió inquieta, ¿Por qué estaba Jayce haciendo esto? Maldito ególatra. Se crujió los nudillos ahogando el sonido en sus guantes, preparada para detenerlos a ambos si de verdad intentaban la huida.

-¿Y qué quieres a cambio?

-Quiero que te vayas de la ciudad y nunca vuelvas.- levantó la mirada intentando mostrar dominancia.- Es un trato justo ya que aquí te estarán buscando por todas partes.

Vi soltó una carcajada que hizo que la sonrisa de Jayce se borrara. Enfadado, entrecerró los ojos sabiendo que no iba a aceptar.

-¿De verdad quieres que abandone la ciudad para siempre? Sigue soñando.

-¡Caitlyn nunca será tuya! – exclamó en un acceso de rabia. – Vas a ir a la cárcel, no saldrás nunca. Ella rehacerá su vida y no será contigo.

-Ni tampoco contigo, Jayce.

-No estés tan segura.- dijo él.- Aceptó venirse a la Liga conmigo… eso debe de significar algo. Y además… también nos hemos acostado.

-Qué lástima que estés tan lejos de los barrotes.- le dijo ella apretando la mandíbula. – Ya te hubiera partido la nariz dos veces. - ahora fue el turno de reírse de Jayce. Vi agarró los barrotes con fuerza. Caitlyn esperaba pacientemente escondida mientras observaba lo patético que era Jayce realmente. – Eres un iluso si de verdad piensas que aceptaré irme. Siento herir tu orgullo, gallito, pero voy a tener que pedirte que te vayas.

-Que seas feliz pudriéndote en la cárcel, manazas.- le dijo guardando la llave en su chaqueta.- Pero no te des esperanzas, Vi. Nunca has estado al mismo nivel que Caitlyn, puede que te prestara atención y esas cosas… pero ella no es como tú. Volverá a mis brazos tarde o temprano.

Eso habrá que verlo, Jayce. Caitlyn estaba empezando a sentir asco por el Defensor del Mañana, ¿quién hubiera pensado que sería tan asquerosamente idiota? Oyó los pasos de Jayce alejarse de la celda de Vi, yendo hacia las escaleras para salir de allí. Cuando se fue, Vi gritó y empezó a insultarlo como si no hubiera mañana.

Cuando consiguió calmarse, Caitlyn salió de su escondrijo y se acercó a la celda de Vi, donde ella estaba sentada en el suelo, mirándola sin comprender qué hacía allí. Se levantó ágilmente yendo cerca de los barrotes para verla mejor.

-Caitlyn… ¿qué haces aquí?

-He venido a despedirme, Vi.- le dijo ella. – Es lo menos que puedo hacer por la persona que me ha salvado la vida varias veces.

Esbozó una pequeña sonrisa llena de tristeza. Levantó la mano para jugar con el cabello castaño de la joven Sheriff, quien no hizo ademán de apartarle la mano.

-Siento mucho cómo ha terminado todo, Vi.- le dijo ella. – Ojalá las cosas hubieran acabado de otra forma.

-No pasa nada, cupcake.- dijo bromeando.- Las personas buenas no se enamoran de las malas, no están destinadas a acabar bien. Al menos pude disfrutar el estar contigo… aunque fuera un poquito. Dime una cosa, Cait, ¿te arrepientes?

Caitlyn acarició la cara de Vi haciendo que la joven se sorprendiera, sus ojos azules se abrieron de asombro mientras acariciaba su cara con media sonrisa llena de ternura.

-No me arrepiento de haberte conocido, Vi.- le dijo tranquilamente.- Al fin y al cabo, has sido la única persona que ha sabido estar a mi nivel.

Tragó saliva. Cómo deseaba poder besarla en esos momentos. Maldijo su suerte y agarró el hombro de la Sheriff con decisión.

-Te quiero, Caitlyn.- la castaña sonrió con pesar. – No me olvides nunca.

-No podré ni aunque quiera.- le dijo agarrando la mano que estaba en su hombro dulcemente y besándola.

-Vete antes de que rompa a llorar, Cait.- le dijo apartándose de los barrotes.- No quiero que tu último recuerdo de mí sea ese.

Se separó ella también, dando dos pasos hacia atrás. Se giró hacia la salida y notó la respiración agitada de Vi a unos metros de ella. Estaban tan cerca y a la vez tan lejos…

-¿Sabes, Vi? – le dijo ella mirando hacia la celda de nuevo, le sonrió.- Soy tuya.

Dichas estas palabras salió de los calabozos oyendo los quedos sollozos de la persona a la que amaba, la cual se marchaba a la cárcel por su culpa. Se insultó antes de notar cómo varias lágrimas caían por sus mejillas, sabiendo que su felicidad se esfumaba por segundos.


Dentro de una sala oscura, se encontraba un joven escribiendo varios pergaminos con presteza. A su lado se encontraban varios libros de tamaño consideraba en los cuales se posaban varias velas medio derretidas sobre sus lomos. La puerta de la habitación se abrió y una joven de aspecto macabro de acercó a su escritorio.

-¿Qué escribes?

-Cartas.

-¿Para?

-Creo que voy a hacer la primera acción buena de mi vida. Y cuando lo consiga, me pondré a ayudarte a ti, querida. – levantó la mirada y sus ojos azules se cruzaron con los rojizos de ella.

La joven, delgada y con un atuendo más que indecente se dejó caer sobre un sofá que había en la habitación. Acto seguido se puso a jugar con una granada que llevaba en la mano.

-Hace mucho que no venías a verme, hermano. Empezaba a sentirme sola.- le dijo con una sonrisa de oreja a oreja.- Mis armas se estaban cansando de hablar sólo conmigo.

-Tranquila Jinx, no me voy a ir a ninguna parte.- le dijo Ishmael mirando la carta terminada. Iba dirigida a la Liga de Leyendas. – Esperemos que pronto revisen este caso y podamos comenzar a jugar.

-¡Juguemos, pues! – exclamó contenta mientras se incorporaba en el sofá. – Estoy deseando conocer a mi hermana mayor.

-Todo a su debido tiempo.- le dijo con una sonrisa de oreja a oreja sellando la carta con satisfacción por lo que había empezado a hacer.


CONTINUARÁ