Disclaimer:The Mortal Instrument y sus personajes, -salvo algunos que se adaptan a este fic en particular-, no me pertenecen sino a Cassandra Clare, autora de ésta grandiosa saga.
Constantemente mía.
Jace & Clary.
Dejó el bolso caer sobre la cama despreocupadamente, dejándose caer ella más atrás sobre el mullido colchón. Observó las insípidas paredes blancas, elegantes y serias, nada comparadas como el divertido puntillismo de colores en su propio techo para reflejar el universo. Lo había hecho cuando estaba más joven con su madre. Escuchó que le tocaban la puerta y le llamaban, respiró profundo, tratando de calmarse. Se puso de pie y bajó al comedor.
Hace menos de una semana había descubierto que tenía un padre, que no había muerto como le había dicho su madre desde que tenía memoria. Que por el contrario, Valentine Morgenstern estaba completamente saludable y cuerdo. Había logrado dar con ella, y después de una acalorada discusión entre sus abogados contra los de Jocelyn Fray, y habían perdido la disputa por mucho. Habían logrado llegar a un acuerdo, si Clary se mudaba inmediatamente con Valentine, Jocelyn no iría presa.
Pero "su padre" estaba muy lejos de estar solo. Paseó sus ojos por las personas presentes en la habitación. Jonathan Morgenstern, su hermano, de cabello rubio como su padre y ojos oscuros. El vivo retrato de Valentine. Y Jace Herondale, que según le había explicado su recién aparecido padre, era algo así como su hermano también, sólo que le habían adoptado desde que era bebé y su padre biológico había fallecido.
—Siéntate, hija, por favor —pidió Valentine con amabilidad.
Ella se sentó incómoda, viendo al suelo y evitando observar a los dos chicos al lado de ella.
—Siéntate derecha. —La reprendió.
Aquello no le gustó para nada a Clary, en casa, su madre y ella saltaban esas estupideces del protocolo, pero al ver la postura regia y elegante de sus dos hermanos y de su propio padre, podía deducir que aquí no era así. Nueva casa, nuevas reglas.
—Comeremos, y mientras estemos en el postre hablaremos, los cuatro —puntualizó, dedicándole una significativa mirada a sus dos hijos mayores, que hicieron caso omiso degustando el plato perfectamente elaborado por la servidumbre para ellos.
Otro punto a favor de Valentine en la auditoría legal… mientras que Jocelyn trabajaba arduamente días y noche, y tenía la ayuda de su actual esposo, Luke, no eran ni remotamente ricos. Sólo vivían y tenían lo que podían permitirse. Mientras que Valentine, era asquerosamente rico. Tenía propiedades, y múltiples negocios que seguían llenando las arcas de la familia –que ya de por sí por legado venían muy llenas-, así que la casa, tenía servidumbre. Punto a favor, pensó, no tener que hacer deberes domésticos.
La cena transcurrió en un incómodo silencio, al menos para Clary, que estaba acostumbrada a la risa de Jocelyn mientras Luke contaba un chiste y se reían de lo que habían hecho en el día.
Las sirviendas retiraron los platos, reemplazándolos por los del postre, un rico moose de chocolate blanco, con té y batido de vainilla.
—Bueno, hablemos —sonrió Valentine—; primero que nada, noto que ustedes tres no han intercambiado palabras desde que llegaste, Clary. Quiero que quede claro, son hermanos, y pueden tratar de llevarse bien, no quiero prejuicios a primera entrada, ¿entendido?
—Sí, padre —farfullaron Jace y Jonathan a la vez de mala gana.
—Segundo, Clary, a partir de mañana comienzas el colegio, por supuesto, tus hermanos te llevaran, y te esperaran para traerte. Tu horario está sobre el escritorio en tu habitación, junto con todo lo que necesitarás, uniforme en tus armarios, útiles en tu biblioteca y demás. Tercero, necesito, que tomes algunas clases extra, dado a la educación que te dio tu madre, desconoces algunas cosas que son básicas para un Morgenstern, ahora que llevas el apellido, debes comportarte como una de nuestra familia, y siempre, siempre, tener la cabeza en alto. Tus hermanos se encargaran de eso, te darán las clases por este primer mes en las tardes.
—¡Tengo mis clases de natación! —gruñó Jonathan.
—¡Y yo de fútbol! —rugió Jace.
—Nada que no puedan cubrir en horas escolares. Y sus equipos no morirán por su ausencia extracurricular un mes. —Dio por sentado el asunto—. Por supuesto yo también correré con parte de la responsabilidad, abrí un hueco en mi agenda, una hora diaria es para tu educación.
—No creo que todo esto sea necesario —replicó ella, colocando uno de sus mechones brillantes tras su oído.
—Sí, lo es. —Intervino Jonathan para sorpresa de Clary—. Mi hermana, no puede estar en esas fachas —puntualizó señalándola—, ¿no debería hacerse un arreglo estético? Se ve tan…
—Corriente —finalizó Jace por él.
Clary arrugó la nariz ofendida, ¿qué había de malo en su aspecto? ¡Eran unos idiotas que creían tenía derecho de opinar en su vida! Estuvo a punto de replicar, pero fue interrumpida por Valentine.
—Encárguense ustedes, debo trabajar. Permiso. —Se puso de pie, retirándose.
Jace suspiró recostándose del respaldar en un movimiento suave y tranquilo. Observándola evaluativamente.
—Soy Jace.
—Lo sé. —Repuso ella de malhumor, sin lugar a sonrisas o cortesías.
Jonathan rió.
—Muy Morgenstern —acotó—, no nos gusta ser avergonzados en público.
Le guiñó el ojo poniéndose de pie y estirando sus musculosos brazos.
—Vamos, tenemos trabajo que hacer. Papá ya compró la ropa, pero, debemos llevarte a la peluquería.
Sacó las llaves de su bolsillo y se encaminó al garaje. Clary se humedeció los labios, secos de la indignación.
—Vamos, niña malcriada. —Jace la tomó de la mano, levantándola con la facilidad que levantaría una pluma, sin lastimarla, pero todo su peso recaía en él.
¿Era de familia no aceptar un no por respuesta?
To be continued…