Secretos
Epílogo – Rumbo a Hogwarts
—¡Victoria! —exclamó Harry exasperado.
Ella no le hizo caso y siguió salpicando más agua aun.
Harry se sentó sobre los talones resignado, al menos se las había arreglado para bañarla. Hasta había podido lavarle el pelo. Bajó la vista para mirarse. No se habría podido decir que estuviera limpio, pero sin dudas estaba todo mojado.
—¿Te metiste en la bañera con ella? —le llegó la voz de Draco desde la puerta.
Torció la cabeza sobre un hombro y le hizo una mueca desdeñosa a Draco que estaba apoyado como al descuido contra el marco.
—Vos sabías que esto iba a pasar. —le espetó— Y fuiste vos el que le compró la nueva… —hizo una seña con la mano hacia la bañera—…lo que sea… esta maldita cosa que desparrama agua para todos lados.
—Se llama ballena. —precisó Draco.
—¡Ya sé que se llama ballena! —bramó Harry, le estaban entrando ganas de pegarle— Pero mal se le puede llamar juguete a este… artefacto. Ningún juguete es tan real como esto. Y esta ballena tiene un surtidor detrás de la cabeza que proyecta agua en todas direcciones cada vez que sale a la superficie.
—No es mi culpa que vos seas tan poco instruido en el rubro juguetes mágicos. —señaló Draco.
—Ya estoy empapado de instrucción, no quiero más, gracias. —replicó Harry.
—Ffsss… —silbó Victoria levantando el juguete y Harry recibió otra ducha. Harry soltó un lamento angustiado, Victoria dejó oír una metralla de risitas y Draco estaba doblado de risa manteniendo siempre la seguridad de la distancia.
—¡Bueno, basta! —declaró Harry— Ya estás bañada y no más juguete. Alzó a Victoria sacándola del agua, la envolvió en un toallón esponjoso y la depositó en brazos de Draco— Ocupate vos de vestirla, yo renuncio.
Siguió oyendo las risas de Draco todo el camino hasta su dormitorio. Se sacó la ropa mojada, se secó y luego se calzó un piyama. Regresó al cuarto de Victoria, era su turno de quedarse observando desde el marco de la puerta. Draco la estaba acunando en brazos mientras le leía un cuento. Poco después, ya dormida, la acostó en la cuna.
—Se durmió rápido, hoy. —dijo Harry.
Draco encogió ligeramente los hombros. —Tuvo un día muy ocupado— dijo arropándola con las mantas— Creo que fue un lindo cumpleaños, si bien festejado un día antes.
—Recibió juguetes y ropa como para que le duren más de un año. —comentó Harry sonriendo.
—Y parece que los juguetes para el baño le encantan. —agregó Draco con inocencia.
—Vas a tener que enseñarme cómo desactivar esa cosa… estoy seguro de que vos lo sabés.
—Quizá. —dijo Draco sin comprometerse.
Harry optó por no insistir y cambió de tema. —¿Te parece que va a tener problemas para adaptarse a Hogwarts?
—Pienso que va a estar bien. —respondió Draco— No tuvo problemas de adaptación cuando nos mudamos de Privet Drive acá. Creo que nosotros vamos a tener más problemas para adaptarnos que ella.
Harry asintió resignado.
—Nada de pensamientos deprimentes. —ordenó Draco— Puedo oírlos aglutinándose en tu cabeza.
—¿Que podés oírlos decís? —preguntó Harry alzando una ceja.
—Así es… —ratificó Draco— Y me he vuelto un experto para reconocer tu expresión de "pensamientos deprimentes en conformación".
Harry sacudió la cabeza con exasperación, pero lo complacía que Draco lo conociera tan bien. Los pensamientos depresivos se empecinaban en invadirle la cabeza esos últimos días, no sabía qué habría hecho de no haber tenido a Draco cerca. Draco lo salvaba sacándolo de inmediato de esos pozos de depresión.
—Vamos… —lo instó Draco tomándolo de la mano— …bajemos y veamos qué están haciendo los otros.
—¿Por qué ya te pusiste el piyama? —le preguntó Remus cuando entraron a la sala.
Harry frunció el ceño y Draco se empezó a reír. —Quizá no debería haber preguntado… —se apresuró a agregar Remus.
—Tuve que cambiarme. —contestó Harry— Y como no falta tanto para ir a dormir… el piyama me pareció una buena idea.
—Qué buen Slytherin nos está resultando… —comentó Lucius divertido— ¿Se dieron cuenta de que contestó la pregunta pero supo esquivar la cuestión de por qué tuvo que cambiarse?
Harry revoleó los ojos, fue a sentarse en el diván y levantó los pies apoyándolos en la mesita ratona. Draco se le sentó al lado y contó el incidente con la ballena.
—Me pone muy contenta que disfrute de sus nuevos juguetes. —dijo Narcissa.
—Tenemos que asegurarnos de no olvidarnos de empacar la ballena con todos sus otros juguetes. —acotó Draco.
Harry le dio un golpe en el muslo.
—¿Ustedes ya terminaron de preparar los baúles? —preguntó Severus. Había un cierto tono de advertencia en la voz, que seguramente se transformaría en peligroso si la respuesta a su pregunta no era un sí.
Crabbe y Goyle asintieron de inmediato. Blaise no estaba con ellos, había ido a pasar con su madre los últimos días antes de partir para Hogwarts. Harry no tenía muchas ganas de contestar.
Draco habló por él. —Sí, ya tenemos todo empacado… excepto algunas pocas cosas de las que nos ocuparemos en la mañana.
—¿Yo ya empaqué? —preguntó Harry sorprendido.
—Sí, yo me ocupé de eso mientras vos estabas entretenido peleando con la ballena.
—Ah… gracias… si hay una cosa que detesto es preparar el baúl.
—Ya me había dado cuenta. —dijo Draco sarcástico.
—Nosotros vamos a llevar el equipaje a Hogwarts. —dijo Narcissa— Si bien ustedes van por tren no será necesario que vayan arrastrando baúles.
—Tenemos demasiados baúles. —dijo Draco.
—¿Ah, sí? —preguntó Harry confundido.
—Tenés uno para la ropa, otro para libros y útiles escolares y un tercero para todos lo demás. Las cosas relacionadas con tus mascotas ocupan casi todo el tercer baúl.
—No creo que puedan ocupar tanto espacio. —protestó Harry.
—En realidad son las cosas que dejé para mañana. Pero incluso reducida de tamaño, la percha de Fawkes va a ser difícil de acomodar. Y algo similar ocurre con el tanque de las serpientes.
—Menos mal que vos tenés todo tan bien organizado. —dijo Harry haciéndole una cara.
—Lo sé. —dijo Draco con suficiencia— Si fueras vos el responsable seguro que perderíamos el tren.
Remus decidió que era mejor cambiar de tema. —Qué bien que hayan decidido ir por tren. El viaje es una parte fundamental del regreso a la escuela.
—Yo pienso lo mismo. —dijo Harry— Además, Draco como prefecto mayor tiene la obligación de estar en el tren.
—Me pregunto a cuántos chiquitos de primer año podré aterrorizar esta vez. —musitó Draco.
Harry revoleó los ojos. —Tu sola presencia va a aterrorizar a muchos… y no sólo a los de primer año. Aunque si tuvieras a Victoria en brazos el efecto sería mucho menor.
—Es una suerte entonces que no la llevemos con nosotros. —apuntó Draco.
Riendo, Harry se volvió hacia Crabbe y Goyle. —Espero que ustedes no vayan a aterrorizar a nadie. —les dijo levantando un dedo admonitorio.
—Vamos a estar ocupados protegiéndote a vos. —respondió Crabbe con una sonrisa.
Harry alzó las manos al cielo en gesto resignado y se unió a las risas de todos los demás.
—Me quedo más tranquila sabiendo que Victoria no va a ir con ustedes. —dijo Narcissa.
—Sí, yo también. —concordó Harry— Igual dudo que nos permitieran llevarla con nosotros… y no sabemos qué puede llegar a pasar durante el viaje, es mejor que ella no esté.
—Estará más segura conmigo. —dijo Narcissa— Winky ya preparó la que va a ser su habitación en Hogwarts. Pero sí va a estar presente en el banquete de bienvenida.
—¿Conmigo? —preguntó Harry— ¿En la mesa de Gryffindor?
—Sí, —confirmó Draco— no es que me guste demasiado… pero va a estar más segura en tu mesa que en la de Slytherin.
—Me voy a sentir raro sentado separado de vos en el Gran Salón. —dijo Harry.
Draco se encogió de hombros, a él tampoco lo ponía contento el asunto.
—Las cosas se irán acomodando pronto en una nueva rutina y serán más fáciles. —dijo Remus.
La conversación viró hacia las actividades del nuevo ciclo que estaba por empezar, pero los pensamientos de Harry derivaron a lo acontecido la pasada semana. En general todo había ido maravillosamente. Sonrió pensando en la promesa de Draco de sexo, quidditch y mucho dormir… había cumplido. La cuestión del sueño, sin embargo, había suscitado algunos problemas. Draco le había hecho un serio planteamiento a Severus por la cuestión de las pesadillas y le requirió una visita a madame Pomfrey.
Sus pesadillas y sus patrones de sueño estaban siendo monitoreados de cerca por la sanadora… y Severus, mal que le pesara, había sido puesto también en un plan de control similar. Madame Pomfrey había actuado con mucha sagacidad, les había dado todas las instrucciones no a ellos dos sino a Draco y a Remus, quienes estarían encargados de pasarle informes a diario.
Habían jugado mucho al quidditch pero más que nada los primeros días. Después empezaron los preparativos para el nuevo año y los Weasley y Blaise venían menos. Por el lado positivo, eso le había permitido pasar más tiempo con Victoria… y con Draco.
Había disfrutado mucho del tiempo con Draco. El sexo había sido mucho y muy estimulante siempre, pero también habían tenido oportunidad de hablar mucho. Había algunos temas que todavía resultaban difíciles pero poco a poco se iban animando a tocarlos también.
La confianza entre ellos se había vuelto mucho más sólida sin lugar a dudas. El año que empezaba no iba a ser fácil pero juntos iban a estar mejor preparados para enfrentarlo.
Draco le pasó un brazo por encima de los hombros. —¿Todo bien? —le preguntó.
—Todo bien. —confirmó Harry y no era una respuesta de compromiso como otras veces.
oOo
—¡Feliz cumpleaños, Victoria!
—Soplá la velita. —la animó Harry. Habían estado practicando durante varios días. Victoria se llenó los carrillos y expulsó el aire con torpeza… y algo… bastante… de saliva acompañante. Pero la llama se apagó… quizá alguien la había ayudado con un poco de magia… pero eso no importaba. Victoria aplaudió entusiasmada por el éxito.
Narcissa cortó y sirvió la torta. Resultaba un poco raro al final del desayuno… pero nadie puso objeciones… o casi nadie.
—¿Pero acaso esta niña no había tenido su fiesta ayer? —masculló Severus.
—Pero su cumpleaños es hoy. —le recordó Narcissa— Sólo se trata de una torta… y Draco tiene un regalo para ella. Después podremos terminar de prepararnos para el traslado a Hogwarts.
—¿Todavía faltan regalos? —preguntó Harry sorprendido— Creía que se los habíamos dado todos ayer.
—Bueno sí… pero corresponde que reciba uno el propio día de su cumpleaños. —dijo Draco.
—¿Qué es? —preguntó Harry con curiosidad.
—Ya vas a ver, paciencia —respondió Draco con una enigmática comisura en alto.
Harry se abocó a comer su porción de torta. A Victoria se le permitió que comiera por su cuenta… era un desquicio… pero ella estaba contenta.
Minutos después, Draco subió y Harry aprovechó para usar algunos encantamientos para limpiarla. Cuando estuvo aceptablemente limpia se la sentó en la falda. Draco regresó poco después.
Cuando Harry vio lo que traía en los brazos quedó perplejo.
—¡Un gatito! ¡Y lo estás acariciando! —exclamó sin poder creerlo.
—Es una hembra. —precisó Draco y se arrodilló para que Victoria pudiera verla. Victoria soltó un gorjeo encantada. Draco se lo depositó en la falda.
—¿Éste es el regalo de Victoria? —preguntó Harry.
Draco asintió. —Y parece que a ella le gusta.
—Pues claro que le gusta… es adorable. Pero si a vos no te gustan los gatos…
—Cierto. —confirmó Draco— Por eso vas a ser vos el que la ayude a cuidarlo.
—¡Draco! —exclamó Harry— ¿Y si yo no quisiera cuidar un gato?
—Siempre puedo devolverlo. —dijo Draco con tono distraído.
—Devolverlo… ¿adónde? —preguntó Harry desconfiado.
—Los mellizos la encontraron perdida en Knockturn hace una semana. Si la hubiera encontrado otro probablemente ya la habría procesado para obtener ingredientes de pociones.
—¡No podés estar hablando en serio! —se horrorizó Harry.
Draco se limitó a permanecer callado.
Harry bajó la mirada a la bola de pelos. Todo indicaba que a partir de ese momento también tenían un gato… o gata.
—¿Significa esto que ahora mis amigos también se dedican a rescatar animalitos descarriados? ¿Para traérmelos a mí? —preguntó resignado.
—Desgraciadamente sí. Pero no estoy enojado. —se apresuró a aclarar Draco— Me gusta más que juegue con una gatita que con una serpiente.
—Pero Victoria va a seguir jugando con Lissa. —le advirtió Harry— Se han hecho muy buenas amigas.
Draco revoleó los ojos. —Ya sé. Pero con la gatita va a poder jugar incluso cuando vos no estés cerca.
Harry se quedó más tranquilo. Bajó la vista. Era indudable que a Victoria le gustaba… tenía sólo un año pero los animales la fascinaban… no era algo que hubiera sacado de su padre… pero Draco al menos parecía no ponerle trabas para que fraternizara con ellos.
—Entonces, Victoria… ¿qué nombre le vas a poner a tu gatita? —le preguntó Harry.
—¡Lo único que nos faltaba! —exclamó Severus con desdén— ¡Una maldita gata!
—¡Dita…! — chilló Victoria.
Sorprendido, Harry miró a Victoria, luego a Snape y finalmente a Draco. Y los tres se echaron a reír.
—Creo que Victoria acaba de bautizarla. —dijo Remus divertido.
Narcissa también sonreía pero creyó que correspondía una advertencia. —Esto indica que van a tener que cuidarse más con el lenguaje, chicos.
Todos asintieron obedientes, pero seguían sin poder contener las risitas.
—Así que Severus y Victoria han decidido que debemos llamarla… ¿cómo?... ¿Dita? —preguntó Harry.
—¡Dita! —repitió Victoria.
—Así parece. —dijo Draco.
—Chicos, —intervino Lucius— deberían ir a terminar de prepararse. Ya falta poco para partir.
—Sólo faltan las mascotas… —señaló Draco.
Harry fijó los ojos en la gatita. —No es mágica… ¿o sí?
—No lo creo. —dijo Draco— Pero es parte de tu colección.
—Es el regalo de Victoria. —protestó Harry— Conmigo no tiene nada que ver.
—De eso pueden hablar después… —dijo Narcissa y alzó a Victoria — Vayan a ocuparse de las mascotas y a terminar de prepararse.
—¿Qué voy a hacer con ella? —preguntó Harry acunando a la gatita.
—Hay una canasta para ella arriba. Vamos a tener que llevarla en el tren. A Fawkes podés mandarlo a Hogwarts así podremos empacar la percha. No sé qué vas a hacer con Hedwig… siempre la llevabas con vos en el tren, ¿no?
—Sí… pero supongo que podría ir volando… —hizo una mueca— No sé como se va a llevar con Dita…
—Yo intenté presentársela pero Hedwig me dio vuelta el pico… —dijo Draco.
—Gatos, serpientes y lechuzas… —enumeró Harry— ¿Acaso no son enemigos naturales?
—Incluso los enemigos pueden aprender a llevarse bien. — dijo Draco, se inclinó y le dio un beso— Y algunos terminan llevándose más que bien.
oOo
—¡Harry! —gritó Draco.
—¡Ya voy! —respondió Harry y unos segundos después bajó precipitadamente las escaleras para reunirse con los que lo esperaban en el hall— Tenía que mandar a Hedwig a…
—Eso fue hace veinte minutos. —lo interrumpió Draco.
Harry se encogió de hombros. Prefirió no explicarles que había estado más de un cuarto de hora hablando con Hedwig que estaba muy ofendida por la gata. Habían quedado finalmente en términos un poco mejores que al principio, pero la lechuza había preferido irse volando y no con él… y la gata… en el tren.
Draco le pasó a Lissa y a Gryff como habían acordado, él se quedó con Rave y Sly. Las serpientes se ubicaron rápidamente enrollándosele en los antebrazos por debajo de las mangas de la toga.
—Por lo menos te pusiste el uniforme. —señaló Draco.
Harry bajó la vista para mirarse. Se veía extraño… el uniforme se lo ponía siempre en el tren cuando estaban por llegar a Hogwarts, nunca antes. Pero esta vez no llevaban los baúles con ellos. Draco por su parte parecía muy orondo con su uniforme… o quizá fuera por el distintivo de prefecto mayor.
—¿No vamos a quedar raros andando por la calle con uniformes? —preguntó.
—Poco es lo que vamos a caminar… aparicionaremos. —dijo Severus.
—Un momento… —se asombró Harry— ¿Me estás diciendo que no hay ningún inconveniente en aparicionar directamente en Kings Cross?
—Por supuesto… —contestó Draco sin entender a qué venía la pregunta— Directamente en el andén 9¾.
—Y entonces… ¿por qué todas las otras veces no me aparicionaron? Y los autos ministeriales… y los guardaespaldas…
Remus y Severus intercambiaron miradas.
—Albus tenía sus cosas… algunas que nadie entendía. —fue todo lo que explicó Severus— Vamos, ya es hora.
—¿Ustedes vienen con nosotros? —preguntó Harry sorprendido una vez más— No es indispensable… podemos aparicionar.
Remus trató de disimular una sonrisa.
—La costumbre es que los padres vayan a la estación para despedir a sus hijos. —explicó Lucius.
—¿Padres…? —repitió Harry con dificultad, había quedado boquiabierto.
—La costumbre es que Potter tenga una escolta para que no se meta en problemas. —dijo Severus— Como no hay otros miembros de la Orden presentes… nos corresponde la tarea a Remus y a mí.
Harry sonrió… bueno, sí… pero no era sino una excusa… le parecía que tenía más que ver con otra cosa… aunque no fueran "oficialmente" sus padres… iban a despedirlo cumpliendo esa tradición.
Aparicionar a la estación fue ridículamente fácil. Simplificó mucho las cosas el que sólo llevara una pequeña mochila encima… y el canasto con la gata.
Narcissa se había quedado en la casa a cuidar a Victoria. Cuando accedieron a la plataforma desde el área de aparicionamiento Crabbe y Goyle lo flanquearon de inmediato, Draco tenía a Severus al lado y Lucius y Remus quedaron un poco más atrás.
—Bueno… esto sí que es diferente. —dijo Draco con sarcasmo.
Todos los ojos se habían vuelto a mirarlos. Algunos con miedo, otros con rabia y otros con reverencia.
—Diferente… —repitió Harry desconcertado— A mí me parece perfectamente normal.
—¿Siempre se quedan mirándote así? —preguntó Draco con igual desconcierto.
Blaise, que al parecer los había estado esperando, se les acercó. —Ustedes sí que saben cómo hacer una gran entrada.
—Yo ni siquiera tengo que esforzarme. —dijo Harry encogiendo los hombros.
—Sólo vos podés decir algo así con tanta naturalidad. —apuntó Draco.
—Para mí es de lo más natural… —dijo y cambió el tema— ¿Los Weasley ya llegaron?
—No les he visto. —dijo Blaise— Yo vine más temprano a propósito porque no quería perderme las expresiones cuando los vieran llegar.
—Pues supongo que no saliste defraudado… asombro, admiración, terror… —dijo Harry. En ese momento avistó a Parkinson y Nott. —Y podrías agregar odio a la lista.
Blaise le había seguido la mirada y sabía de quiénes hablaba. —Ya me abordaron hace un rato, querían sacarme información. Y creo que tenías razón… están convencidos de que lo de Draco con vos es sólo una actuación.
—¿Dijeron algo específico' —preguntó Draco.
—Por supuesto que no, Nott es muy sagaz… y no dejó que Pansy dijera nada inconveniente.
—Quizá no sea tan sagaz… —murmuró Harry.
—Los tendremos bien vigilados. —dijo Severus— Ahora ya deberían subir al tren.
Harry se dio vuelta sin poder disimular una sonrisa satisfecha. Tenía a sus "padres" ahí para despedirlo. Le dio un apretado abrazo a Remus.
—Nos vemos más tarde en Hogwarts. —dijo Remus.
A Severus no se animó a abrazarlo. No delante de todos. Le habría ganado una penitencia ese mismo primer día.
—¿Qué? —preguntó viendo la expresión con que lo miraba Draco.
—Estaba a la expectativa… de si ibas a hacer algo suicida… —le dijo Draco.
—Estuve a punto pero me contuve…
—¿Necesito aclarar que no estoy acá en calidad de profesor? —cuestionó Severus.
¿Significaba eso que estaba bien si le daba un abrazo? Severus alzó una ceja. Harry sonrió y le dio un rápido abrazo.
—Gracias. —susurró.
—Gracias a vos, Harry.
Se oyeron muchas exclamaciones contenidas en la plataforma. Harry intercambió miradas con Draco, Blaise, Crabbe y Goyle. Los cuatro sonreían… encantados de que todos los demás estuvieran boquiabiertos.
—Éste era el espectáculo que no me quería perder. —dijo Blaise.
—Deberíamos haber traído pororó. —se lamentó Draco.
Todos estallaron en carcajadas.
—Severus, te estás ablandando. —le dijo Lucius.
—Calculé los riesgos… no creo que alcance para dañar mi reputación. —contestó Severus sarcástico.
—Cierto… —dijo Harry sonriendo malicioso y alejándose preventivamente de Severus— no creo que te consideren menos hijo de puta por esto.
—¡Harry! —eran las voces de sus amigos.
—Vuelvo enseguida…
Hermione lo abrazó y luego se separó para estudiarlo con curiosidad. —Te ves… increíblemente feliz. —declaró ella.
—Estoy muy feliz. —confirmó él y procedió con los abrazos a los Weasley.
—¿Qué es eso? —preguntó Ron señalando la canasta.
—Er… es Dita…
—¿Dita? —repitió Ron confundido.
—Se llama Dita. Es una gatita. —dijo Harry abriendo el canasto.
—¿Una gatita? —repitió Ron asombrado.
—Oh… ¡es adorable! —exclamó Ginny y estiró la mano para acariciarla— Una mascota muy masculina, Harry. —agregó con malicia.
Harry le frunció el ceño y cerró la tapa con brusquedad. Por poco y le estrujó los dedos. Ginny siguió sonriendo sin atisbo de culpa en la cara.
—Creo que Blaise te está buscando. —le dijo Harry con acritud.
—Eso no te va a servir para librarte de mí. —le replicó ella— Malfoy va a estar ocupado con los deberes de prefecto mayor, vas a tener que sentarte con nosotros. —le recordó.
—¿De dónde sacaste la gatita? —preguntó Hermione al tiempo que levantaba un poco la tapa para espiarla.
—Draco se la regaló a Victoria… por su cumpleaños.
Todos lo miraron con incredulidad. Harry sacudió la cabeza. —Después les explico.
La locomotora silbó en advertencia.
—Este año no tienen que meterse en líos. —los exhortó la señora Weasley muy seria.
—Por supuesto que no. —contestaron todos a coro. La señora Weasley suspiró resignada.
—Y ahora dense prisa. —agregó ella— El tren está por salir.
—Los veo después. —dijo Harry, sabía que iban a estar ocupados buena parte del viaje, y partió a buscar a Draco que también iba a estar ocupado la mayor parte del tiempo. —Vamos Ginny, —dijo agarrando una de las manijas del baúl— Blaise está con Draco.
Cuando se dio vuelta casi se chocó contra Goyle, él y Crabbe habían estado detrás de él todo el tiempo haciendo guardia, por eso nadie se le había acercado.
—Yo me ocupo del baúl. —dijo Goyle.
—Gracias, Goyle. —dijo Ginny con una sonrisa— Vamos, Harry, apurémonos.
—Tarde como siempre. —dijo Severus cuando volvió a reunirse con el grupo.
—¿Estoy acá o no? —protestó Harry— Además… todavía faltan un par de minutos para que parta el tren.
—¿Siempre llegás tan sobre la hora? —preguntó Draco.
—Er… sí… —admitió Harry. Blaise, Ginny, Crabbe y Goyle ya estaban subiendo.
—Vamos… —lo urgió Draco.
—Cuídense. —les recomendó Snape.
Harry asintió y los saludó a él y a Remus con la mano. Para Lucius sólo hubo una comisura en alto.
—¡Harry, que vamos a perder el maldito tren! —gritó Draco.
—Voy… —dijo alcanzándolo, le agarró la mano y le dio un rápido beso.
A Draco pareció esfumársele el apuro de golpe.
—No puedo creer que realmente esté volviendo a Hogwarts. —dijo Draco nervioso.
—Todo va a salir bien. —replicó Harry para tranquilizarlo e inspirarle seguridad.
El tren volvió a silbar y las ruedas cobraron movimiento.
Draco saltó a la escalerilla, le agarró el canasto y estiró la mano para izarlo. Harry también montó de un salto. El tren ya estaba en marcha. En la plataforma los adultos sacudían la cabeza resignados.
Harry volvió a saludarlos agitando la mano. —¡Nos vemos en Hogwarts! —gritó.
FIN
Nota del traductor:
Y llegamos al final del fic más largo que haya traducido hasta ahora. Espero que les haya gustado tanto como a mí.
Y no... lamentablemente Vorabiza no escribió una segunda parte... pero quizá alguien se anima y nos escribe una continuación...
Gracias por todos los comentarios. Nos leeremos pronto si Dios quiere.
Chau.
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