Disclaimer: KHR no me pertenece.

Digamos que ésta historia está ambientada después del anime.

Y, bueno, esto es un TsunaxOC. No sé por qué pero sentí la imperiosa necesidad de crear uno. Capítulos cortos. Ojalá os guste! :))

Capítulo 1- Dos matones.

Caminó solo por un poco más de tiempo de lo que tenía pensado desde un principio, pero aquello era en cierto modo agradable. Habia pasado por algunos apuros en su curso escolar, y agradecía enormemente que las burlas no se centraran en ella sino en dame-Tsuna. Ah~ era un alivio poder olvidarse de los exámenes al menos por un par de días.

Umeko Atshushi era una joven de la edad del Décimo Vongola, de hecho había ido a su misma clase desde que tenía memoria, pero jamás habían mantenido una conversación decente. Era algo mala en los estudios, no destacaba en los deportes y no habia nada en particular que la emocionara. De hecho, tampoco tenía demasiada facilidad para hacer amigos, así que se sustentava con un par de ellos.

Ahora que lo pensaba, seguramente ella era mucho más dame que el mismo dame-Tsuna. Dió un largo suspiro y dejó de caminar para mirar el escaparate de una tienda. Se ajustó la bufanda. Pese a haberse mantenido en movimiento toda la mañana, tenía mucho frío.

-No estaría mal comprar éste teléfono algún día.- Se dijo sonriendo, mientras pensaba en cuál era su actual presupuesto. Aún debía trabajar más si quería comprárselo.

Mientras se quedaba parada en sus pensamientos, alguien salió del a tienda con una bolsa y se fijó en su presencia.

-Atshushi-san.

-Oh, hola, Sasagawa.- ¿Quién no conocía a Sasagawa Kyoko? Era una de las chicas más populares de la escuela, y le tenía mucha simpatía por ayudarla de vez en cuando.- No esperé encontrarte aquí.

-Yo tampoco.- Empezaron a caminar hacia alguna dirección desconocida. Ella tan sólo necesitaba distraerse un poco así que no le importaba.- Ya casi son las vacaciones de Navidad, así que vine a comprarle un regalo a mi hermano.

-¿Un teléfono?- Ella negó, y le enseñó la caja que llevaba en su bolsa. Se trataba de un aparato reproductor, uno que se enganchaba en las orejas o algo así. Umeko se dió cuena de que estaba hecho de ese modo tan extraño para que los deportistas pudieran escuchar música mientras corrían o hacían otras actividades.- Es un buen regalo.

-Si.- Sonrió.- Yo tengo que irme por aquí, así que nos vemos el lunes.

-¡Hasta el lunes!- Se despidió con la mano y vió como se alejaba. La admiraba, siempre lo habia hecho.

Volvió sobre sus pasos. Tal vez ya era el momento de irse a casa, empezaba a oscurecer y la incomodaba caminar sola por allí de noche.

Pasó frente al escaparate del teléfono con una sonrisa, deseando cobrar para poder ahorrar parte del dinero, y pensó en lo que habia dicho Sasagawa. Pronto sería Navidad. Tal vez podría pedir ese aparato a sus padres y entonces ahorrarse el dineral que costaba, pero conociéndoles lo más provable era que se negaran. Qué pena, se dijo, al final se lo compraría ella misma.

Estaba perdida en sus pensamientos cuando se topó con un par de chicos. Habia salido del centro de la ciudad y ahora no tenía a nadie alrededor. Eran altos y fornidos, y la miraban con cara de enfadados.

-¿Quién te crees que eres para toparte con nosotros, eh?- Dijo uno torciendo la boca. Ella se disculpó y dió un paso hacia atrás. El otro, sin embargo, se situó a su espalda.

-¿Te crees que con una disculpa podrás arreglar lo que has roto, eh?

-Y-yo no he roto nada.- Dijo con un hilo de voz. No tenía remedio, la verdad era que ella era una persona cobarde, aparte de negada en los estudios y deportes.- L-lo siento.

-¿¡Que no has roto nada!?- Se asustó. Tenía miedo, y estaba encogida por ello.- Has ensuciado la sudadera de mi hermano, ¿captas?

-Lo siento... ¡agg!- El chico de su espalda habia tirado de su bufanda, ahogándola un poco. La soltó mientras se reía, y volvió a hacerlo cuando Umeko trataba de coger aire. Estaba a punto de llorar, aquello no podía estar pasándole a ella.

Hacia apenas unos minutos estaba conversando amigablemente con una compañera de clase, y ahora, a cinco manzanas de su casa, unos matones la tomaban con ella. Y no podía rebelarse porque carecía de valor y de fuerza. Porque era débil y cobarde.

-Te haremos pagar por lo que has hecho.

-Lo sien...- Nuevamente tiraron de la bufanda, ésta vez con más fuerza, y aunque trató de gritar no pudo porque no podía coger aire.- Al... guien...

De repente escuchó un ruido sordo y el tipo de atrás soltó su bufanda, permitiendo que ella pudiera respirar alivida y masajearse el cuello con una mueca de dolor. Mientras tanto, otro ruido sordo hizo que levantara la mirada y se quedara helada en la misma posición. No podia creer que quién la habia ayudado fuera, ni nada más ni nada menos, que dame-Tsuna.

-Sawada-san.- Dijo sorprendida. Pero aunque en ocasiones se hubiese unido a las burlas de sus compañeros, no era como si hubiera perdido su modales.- Muchas gracias.

-¿Estás bien? ¿Estás herida?- Él la ayudó a levantarse con delicadeza y algo en el interior de la castaña se removió. Eso no estaba bien. Era una persona horrible, peor que dame-Tsuna.

-No, gracias.- El castaño la miró a los ojos. Ella odiaba que hiciera eso, porque se sentia avergonzada.- Debería irme a casa.

-C-como quieras.

-Debes acompañarla, dame-Tsuna.- Una vocecita infantil se escuchó y ambos jóvenes se giraron. La chica sonrió con amabilidad cuando se encontró con un niño pequeño vestido de mafioso. Al parecer conocía a Sawada, y éste no era capaz de desobedecerlo.

El camino de ida hasta su casa fue terriblemente incómodo. No hablaron de nada, ella creía que el castaño ni siquiera sabia que iban a la misma clase desde primaria y, por si fuera poco, ni siquiera la miraba. Claro, se dijo, ella se había burlado de él en algunas ocasiones. Que ahora la salvara era algo muy extraño.

-Es aquí.- Dijo cuando llegaron a su casa. El castaño sonrió nervioso y se despidió de ella, mientras el pequeño niño se quedaba mirándola por un par de segundos y se despedía también de la joven, que entró a su casa al instante.

-¿No deberías haberle preguntado su nombre, dame-Tsuna?

-Ella va a mi clase, Reborn.- De repente se paró y lo miró con el entrecejo fruncido.- Como si no lo supieras.

-Es bueno estar informado. Ella se burlaba de ti, ¿no?- El chico asintió, seguido de un "no me molesta" y una pequeña sonrisa por parte de su tutor.

Entonces, llegaron a casa y tuvieron que solucionar el pequeño problema que Lambo habia causado con la comida, regresando a su rutina del caos y la destrucción de su hogar.

Como dije, los capítulos son cortos.

¿Os gustó? :))