– Capítulo 1 –

– Regresa a la forma humilde que mereces… ¡CARTA CLOW! – mantuvo su vista fija en aquella hermosa criatura de aspecto infantil que flotaba ante ella. "Después de todo, nunca le dije lo que sentía por él" pensó con amargura – Carta que fuiste creada por Clow, abandona esa vieja forma y transfórmate para servir a tu nuevo dueño. ¡Hazlo por el nombre de Sakura!

La carta comenzó a sellarse normalmente, sin embargo la energía de la carta se disparó en el aire sobresaltándola. Se volvió asustada hacia atrás, a tiempo para ver como lo envolvía a Shaoran.

– ¡Shaoran! – gritó preocupada y se acercó lo más que pudo a él.

El muchacho se veía muy débil, a duras penas lograba mantenerse en pie, pero aún así se volvió a verla lentamente y le habló con dulzura.

– Que bueno que llegué a tiempo. Parece que me quedaba algo de magia – parecía estar restándole importancia al hecho de estar encerrado en aquella burbuja negra – Es natural que estés cansada porque usaste muchas cartas en un solo día.

El sentimiento de tristeza se comenzó a apoderar de Sakura. Shaoran se veía muy lastimado y aún así… aún en esa situación y en ese momento… él estaba tratando de tranquilizarla a ella, cuando debía ser al revés.

– Pero Shaoran… – trató de articular.

– Aunque este sentimiento se pierda, no importa qué cosa suceda… te prometo… que aún así te seguiré-

La frase quedó en el aire, inconclusa, mientras la burbuja lo consumía. Sakura ya no pudo contener el llanto y derramó en lágrimas todo el miedo y la angustia que había sentido desde que comprendió cuál era el sacrificio que suponía esa tarea.

– ¡Shaoran, NO! – gritó con todas su fuerzas.

Era muy tarde ya, ese sentimiento desaparecería y ella no había sido capaz de confesarle que su amor era correspondido. Que tonta había sido al pensar que tenía tiempo, todo el tiempo del mundo, y haber permitido que las interrupciones le quitaran el valor. Debió habérselo gritado a los cuatro vientos; debió de decírselo frente a cualquier persona, en cualquier oportunidad. Ahora tenía mucho de que lamentarse, de que arrepentirse.

La carta recientemente sellada comenzó a brillar en su bolsillo y pronto irradió una luz que colmó toda la torre. Era una señal de que la ciudad volvería a la normalidad, que sus habitantes ya estaban a salvo. Al menos la mayoría…

En tanto ella continuaba con sus manos en su rostro, escondiendo e intentando contener el sonido de su propia infelicidad, la carta permaneció suspendida frente a su cara.

– Lo siento – oyó murmurar tristemente a la criatura contenida en ella.

Dirigió su mirada cristalina hacia la carta, pero antes de que pudiera articular alguna palabra por entre sus sollozos, escuchó la voz de Shaoran que le heló la sangre.

– Lo has conseguido, Kinomoto – la voz del joven se oía débil y sobretodo distante.

– ¿Ki-Kinomoto? – susurró sorprendida y sintió una punzada en el pecho. El corazón estaba a punto de explotarle. Él estaba allí, vivo… sin embargo, Shaoran la había llamado por su apellido.

"No importa qué cosa suceda… te prometo… que aún así te seguiré-"

Esas palabras resonaban en su cabeza una y otra vez, aumentando su angustia si eso era posible. Era consciente de que permanecía con la vista clavada en el joven, mas no sentía la fuerza ni encontraba las palabras adecuadas para formular en ese momento.

– ¿Estás lastimada? – cuestionó Shaoran ante la actitud de la castaña.

Sakura negó rápidamente con la cabeza y volvió a derramar más lágrimas. A pesar del tono retirado, Shaoran seguía siendo un caballero. Tenía la sensación de que él había viajado 3 años atrás en el tiempo, justo a la época donde se conocieron. No obstante, ella estaba allí, en el presente, viendo como la persona más importante en su vida perdía la calidez y ternura al mirarla.

– Es mejor que vayamos a ver si los demás se encuentran bien – volvió a hablar Shaoran – Oye, ¿te encuentras bien? Ya todo terminó.

– Todo… terminó – murmuró Sakura – Sí, ya todo terminó… Li – su corazón se estaba rompiendo en pedazos al llamarlo así, pero no creía prudente utilizar su nombre de pila si él tampoco lo hacía. Sabía que de nada valdría la pena intentar confesar sus sentimientos en esos momentos; y tal vez esa confesión nunca más tendría sentido.

Lo siguió en silencio y cabizbaja durante el camino de regreso. Ninguno de los dos sentía la fortaleza para utilizar magia, había sido una dura batalla que terminó por agotar sus energías. En varias ocasiones, Sakura lo observaba de reojo, deseando con toda el alma que aquella fuera una broma de mal gusto de Shaoran. Esas falsas esperanzas se extinguían cuando recordaba que él sería incapaz de algo así. El nudo en la garganta por poca la asfixiaba, pero reprimió a toda costa el llanto. Quería correr a su casa, encerrarse en su habitación y descargar la ola de emociones que la poseía. Apretó con fuerza los ojos para retener las lágrimas que amenazaban con escaparse.

– Estás rara – comentó Shaoran sin siquiera mirarla o detener el paso – Acabas de cambiar la última carta. Deberías estar feliz, pero pareciera que todo hubiera salido mal.

– La ciudad está a salvo, no todo salió mal – dijo Sakura con un hilo de voz – Mi papá, mi hermano, Yukito, Tomoyo, Meiling, Kero y… – se paró en seco y lo observó directamente a los ojos por primera vez desde que abandonaron la torre – tú… están a salvo ahora, es todo lo que importa.

Shaoran se veía desconcertado, sin embargo ya no hizo ningún comentario y continuaron el camino.

– ¡Allá están! ¡Sakura! ¡Li! – oyeron la dulce voz de Tomoyo a lo lejos.

Fue todo lo que necesitó la castaña para recobrar nuevas energías y correr al encuentro de su amiga. Cuando llegó a su lado se colgó al cuello de la muchacha de ojos grises y descargó el llanto contenido. Sorprendida, su amiga la abrazó y le acarició el cabello, y aunque estaba desconcertada no se atrevió a interrumpirla. Nunca la había visto llorar así, tan desgarrada y tan inconsolables.

Kero se acercó a ellas y al presenciar la escena no pudo contener la ira.

– ¡Oye, mocoso! ¿Qué le has hecho a Sakura? – le gritó muy cerca de su rostro.

– ¡¿Qué dices?! ¡Yo no le he hecho nada! – se defendió Shaoran, quien le hizo frente al guardián – ¡Kinomoto está así desde que salió de la torre!

– ¡¿Kinomoto?! – dijeron todos al unísono.

– Sí, Kinomoto… ¿qué les pasa a todos? – la confusión del muchacho iba en aumento – Ella es Kinomoto – la señaló enfadado como si le estuvieran preguntando lo más obvio del mundo.

– ¿Estás bien, Shaoran? – se atrevió a indagar Meiling.

El joven no sabía que contestar, no entendía el por qué de las caras de los demás, esa melancolía en sus rostros. Frunció el ceño y abrió y cerró varias veces la boca sin saber realmente que decir.

– El… sacrificio – dijo Sakura hipando y aún en el hombro de Tomoyo.

– No es posible… – murmuró Meiling de pie frente a su primo – ¡Shaoran, tú tienes que recordar a Kinomoto!

– Esto no es justo – susurró Tomoyo y en su cara se plasmó una gran tristeza.

Las voces se hacían cada vez más distantes para Sakura. Podía ver que Shaoran movía enérgicamente sus labios por no oía ni una palabra de lo que decía. Pronto su visión también se volvió borrosa y sin más se desvaneció.

Al día siguiente…

Sakura abrió lentamente los ojos y notó como éstos le ardían intensamente. Hizo un leve movimiento para intentar incorporarse y de inmediato sintió una gran agitación a su alrededor.

– Sakura – era la voz de Tomoyo, que denotaba inmensa preocupación.

– Sakurita – esta vez era Kero, quien le habla en el mismo tono preocupado que su amiga.

– Tomoyo, Kero… – logró musitar y tomó asiento. Al parecer estaba en su habitación.

Echó un vistazo al cuarto y notó la presencia de otras personas en ella. Tomoyo estaba arrodillada al lado de su cama sosteniéndole la mano y con Kero posado en el hombre de la morocha. Un poco más lejos reconoció a Meiling sentada en una silla y a Shaoran en el fondo de la habitación, recargado contra la pared y con los brazos cruzados. Permaneció unos instantes expectante, contemplándolo, ansiosa de que todo fuera uno más de sus sueños. Contrariamente a lo que esperaba, el muchacho comenzó a incomodarse por la persistente mirada de la castaña y se removió inquieto en su sitio.

– Shaoran, ¿podrías ir a comprar unos chocolates para Kinomoto? – pidió Meiling en un tono angustioso al que el joven no se pudo negar – Seguro que te caerán bien, Kinomoto – y le sonrió con condescendencia.

– Enseguida regreso – comunicó Shaoran antes de abandonar la habitación.

Cuando las tres muchachas y el guardián quedaron a solas, se produjo un respetuoso silencio. Los presentes le estaban dando a entender a Sakura que contestarían a sus preguntas y que entendían el duro momento por el que estaba pasando. En realidad, todos habían creído que la castaña volvería a romper en llanto en cuanto Shaoran se fuera, pero aquello no ocurrió. Todavía sentía una enorme tristeza y, aunque no pareciera posible, también le quedaban muchas lágrimas por derramar. Aún así, en esos momentos, sólo recordaba los consejos que en más de una vez le había dado el muchacho:

"No conseguirás nada llorando, mejor busquemos una solución y ya verás que todo estará bien."

– No lo recuerda, ¿verdad? – musitó Sakura débilmente – ese sentimiento…

– No – suspiró Meiling.

– Yue nos explicó no sería recomendable que nosotros se lo dijéramos – expuso Kero lastimosamente – Puesto que aunque se lo digamos… él no lo siente y creerá que sólo es una mentira.

– Ya veo – susurró la castaña cabizbaja.

– De todas formas, - agregó Meiling un poco más entusiasmada – puede que haya una solución.

– ¿Dé que hablas? – preguntó confundida.

– No será nada fácil, pero ya lo hiciste una vez – añadió Tomoyo y le sonrió dulcemente.

– ¿Qué fue lo que hice? – su desconcierto era cada vez mayor.

– Pues bien… – comenzó a explicar Meiling con aires de ser experta en esos temas – Simple, sólo tienes que volver a enamorarlo.

– ¡¿QUÉÉÉ?! – se exaltó Sakura – ¿Cómo quieren que haga eso?

– Igual que la primera vez – le aconsejó Tomoyo sonriente.

– Es que… – balbuceó Sakura – yo no hice nada…

– Exacto – exclamó rápidamente Meiling para que Sakura no se entristeciera – Sólo tienes que ser tú misma. Él ya se enamoró de ti una vez, seguramente lo hará de nuevo.

La idea no acaba de convencer a Sakura que analizaba los argumentos una y otra vez mientras trataba de tomar una decisión. No intentarlo implicaba renunciar definitivamente a Shaoran sin nunca haberle confesado que lo quería. Pero hacerlo, era exponerse desde el principio a un amor no correspondido e intentar revertir esos sentimientos.

Shaoran regresó con los chocolates antes de que ella pudiera dar una respuesta, por lo que intentó actuar lo más normal que le salía y todos en la habitación se quedaron algo decepcionados de haber podido concluir el tema. Pronto la hora de marcharse y dejar descansar a Sakura llegó y los tres invitados tuvieron que irse, pero no sin que antes Meiling agregara:

– Mañana regresaré por una respuesta, Kinomoto – y le guiñó un ojo – Todos estamos a tu lado, apoyándote, y no te dejaremos sola en esto.

– Sí – respondió Sakura un poco distraída y sin mucho ánimo.

Una vez que Kero se quedó dormido, Sakura se puso de pie y buscó en su escritorio el libro de las cartas. Lo tomó en sus manos y encontró la que buscaba: The Hope (La Esperanza). Querido Shaoran pensó. Esperanza… Todo va a salir bien. Esta iba a ser la tarea más difícil de toda su vida: más que capturar las Cartas Clow, más que convertirlas en Cartas Sakura. No estaba segura de si realmente podría lograrlo. Estaba llena de dudas y la persona que siempre le había dado seguridad y confianza ya no recordaba que la quería.

"Aunque este sentimiento se pierda, no importa qué cosa suceda… te prometo… que aún así te seguiré-"

Otra vez las palabras de Shaoran resonaban en su mente.

"No importa qué cosa suceda… te prometo… que aún así te seguiré-"

"Te prometo… que aún así te seguiré-"

"Te prometo…"

"Te prometo…"

"Tú me lo prometiste, Shaoran, y nunca has roto ninguna de las promesas que me has hecho. Estoy convencida que en el fondo de tu corazón guardaste este sentimiento especial". Se llevó la carta al pecho y la sostuvo con fuerza. "Tú me animarías a que lo hiciera, a que persiguiera mi felicidad… y mi felicidad eres tú, Shaoran, la persona más importante para mí". Guardó las cartas y el libro en su lugar.

Ya había tomado la decisión que debía comunicarle a Meiling, sin embargo 3 minutos después encontró los primeros problemas: Shaoran y Meiling vinieron por el festival de vacaciones y pronto ellos deberían regresar a Hong Kong; y además, Shaoran se había enamorado de ella mientras capturaban y cambiaban las cartas, algo que ya había concluido definitivamente.

Sin saberlo, en algún rincón de la ciudad de Tokio, un nuevo enemigo se estaba gestando para la dueña de las cartas. Pero no hay mal que por bien no venga, este nuevo enemigo traería consigo la solución a ambos problemas.

– Sólo un poco más, ya estoy más cerca – se escuchó murmurar a una voz por entre las penumbras de las calles de la capital japonesa – Cada vez falta menos para tener las cartas en mi poder.


Holaa, este es mi primer fics de Sakura Card Captor! Espero que les gusté.. Nocreo que sea muy largo, pero va a haber de todo un poco, no lo quiero ni muy dramático ni muy meloso. Me gusta a medida justa de lo que son los personajes. Ya tengo escrito el capitulo 2, pero esperaré unos días para subirlo.

Espero que les guste!

Les dejo muchos saludos!