Otra historia locamente rara (?)

Fue una ocurrencia, a ver que sale de todo esto. Espero les agrade, a las que ya siguen mis historias de esta pareja ya sabrán la mecánica. Hasta la próxima.

Aclaraciones:

Narración.

— Diálogo —

Pensamientos —

Advertencias:

OoC en los personajes.

OC's.

Situaciones sexuales implícitas-explícitas, lenguaje inapropiado.

Personajes: Neji | Sakura.

Género: Romance.

Clasificación: T | M.


Un heredero para el Clan.

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"Cuando Dios desea enviar un desastre sobre una persona, primero le envía un poco de suerte para que goce y ve si puede recibirla de una manera decorosa. Cuando Dios desea enviar bendiciones sobre una persona, primero le envía un poco de desventuras para ver cómo puede soportarlas."


Desesperada y nerviosa.

Con la mirada triste y filosa.

Sentada en el alfeizar de la ventana, miraba a través de los cristales de las ventanas el jardín tan grande. Hermoso, lleno de flores multicolores mientras unas aves y un colibrí se paseaban frente a ella, regocijándose de su libertad cuando ella había perdido la suya.

Pronto anochecería, pronto tendría que sucumbir a sus obligaciones y no era algo que quisiera decir; ni sentir.

Es hora de que atiendas a tus deberes como esposa. — resonó la fuerte voz de Hiashi en aquella habitación, su mirada perlada estaba puesta intensamente en su pequeña figura. Se sintió cohibida y diminuta ante el porte de ése hombre, sus facciones duras atemorizaban a cualquiera —. Es hora de que el matrimonio sea consumado y nos den un heredero para la rama secundaria.

Sus ojos verdes buscaron con desesperación a Neji, éste se mantenía impasible y estoico. Pero la verdad es que no tenía el valor de mirarla a la cara, porque sabía que no podía brindarle la solución que buscaba.

P-Pero…

Firmaste el acuerdo, no hay pero que valga. Debe hacerse. — dijo duramente Hiashi con el ceño fruncido, era obvio que estaba molesto por la réplica de la Haruno. Ésta calló y tembló temerosa —. Mañana vendremos a comprobar la consumación del matrimonio. Es todo. — dicho eso se retiró sin lugar a réplica.

El patriarca del Souke se retiró y los dejó sumidos en el mutismo, la pelirosa buscó al Hyūga con aflicción pero éste solo se retiró y ni siquiera la miró. No podía hacerlo, no tenía el valor de hacerlo…

Ese matrimonio ya era un error, ahora esto era peor. Y no podían retrasarlo, ya llevaban meses retrasándolo… Simplemente el consejo se cansó de las negativas, de las excusas. Sencillamente se les acabó todo, a Neji le cortaron las misiones, las salidas y lo confinaron a estar metido en la casa solo firmando y revisando asuntos diplomáticos.

A ella le quitaron las idas al hospital, sus entrenamientos y progresos; ahora estaba desterrada a permanecer metida las 24h del día entre esas cuatro paredes haciendo tareas domésticas, y ayudándole a su esposo en alguna que otra labor del Clan como la matriarca de este. Sakura se encontraba a punto de enloquecer, estaba en una delgada línea en la que su razón ya no encontraba un apoyo a lo correcto.

Y en el fondo, sabía que parte de este problema y de la situación en la que ahora se encontraba era suyo. Tanto era su afán por olvidar al Uchiha que ni siquiera lo pensó cuando Tsunade le hizo el comentario, se propuso a sí misma y aun cuando lo hizo, no pensó que en realidad la fueran a considerar. Gran error, tenía los requisitos que buscaban. Inteligente, dedicada, aprendiz de uno de los legendarios Sannin pero sobre todo… Virgen…

Según su maestra, de entre todas las mujeres que consideraron como esposas para el heredero del Bouke estaban ella y la compañera de equipo de éste, que fue descartada en cuanto se enteraron de que había sostenido una relación íntima con el chico. Lo que consideraron una deshonra por parte de la chica, más no de Neji.

Creyó ingenuamente que ese matrimonio era su salida a ese amor que sentía por Sasuke, que luego se convirtió en decepción en cuanto volvió a la Aldea, recibió el perdón pero jamás la buscó… Ni siquiera demostró el mínimo de molestia cuando la vio en el altar, esperó incluso que se levantara y se opusiera, pero… Nada, nada pasó y ella se casó.

Pasaron meses, hicieron que renunciara a su trabajo, pudo negociar con buenos argumentos su estancia en el hospital por lo menos tres veces por semana. No pudieron negarse siendo un pedido de la Hokage, Sakura era su mejor ninja médico y no la iba a dejar a la deriva por unas estúpidas reglas que ella misma podía refutar. Y así fue, pero poco le duró el gusto. Cuando comenzaron con eso de la consumación del matrimonio y un heredero para la rama secundaria del clan, pusieron excusa tras excusa, pero llegó el momento en el que no lo toleraron más. Le quitaron las salidas y su trabajo en el hospital, la Hokage nada pudo hacer contra eso. No podía ni recibir las visitas de sus amigos, de nadie en particular más que miembros del mismo clan.

Lo peor, no fue solamente a ella, también a Neji. Sí, era cierto que él era alejado, distante y poco elocuente. Solamente se veían a diversas horas y lo común era en el desayuno y en la cena, la mayor parte del día él se mantenía en misiones o entrenando. Y ella decidía no molestarlo, pero ahora él pasaba mucho más tiempo en casa, aunque no precisamente compartiéndolo con ella. Se iba, se adentraba en los jardines y no lo veía hasta altas horas de la noche.

Él también estaba molesto, no lo demostraba pero lo estaba y ella era la única culpable… Porque por su terca oposición, el matrimonio no se consumó y el heredero no se había concebido. De hecho, escuchó a una de las mujeres de la servidumbre que el consejo estaba pensando seriamente en utilizar un vientre de alquiler para que eso se llevara a cabo. Lo que pudo parar, con un solo argumento…

Ceder.

— ¿Señora? — llamó repentinamente la voz de una chica, volteó hacia ella y esperó a que hablara —. El señor está esperándola en sus habitaciones. — le recordó.

Oh sí, hoy era el día.

— Voy enseguida, Kumiko. — musitó amablemente fingiendo una sonrisa, la chica la miró lastimosa, hizo una reverencia y se retiró.

La pelirosa quitó la mueca de sonrisa, miró nuevamente hacia afuera y se dio cuenta que ya había anochecido. Cerró los ojos con pesar, se levantó con gran esfuerzo y fue a su baño personal para ducharse. A lo mejor eso la podía relajar.

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La ducha no ayudó, se secó con tanta lentitud que parecía que lo hacía apropósito para que la noche avanzara, llegara la mañana y tuviera que posponerlo hasta el día siguiente. Pero no fue así, apenas se había tardado quince minutos bañándose y otros diez en secarse, no se molestó por ponerse otra cosa más que una ligera bata de seda rosa y sus pantunflas.

Ató su cabello con unas horquillas, respiró profundamente infundiéndose valor y salió finalmente de su habitación dirigiéndose a la de él. Al estar frente a la puerta sintió que las fuerzas mermaban, que no podría levantar la mano y tocar; pero hizo un esfuerzo y tocó. No escuchó respuesta, a lo mejor ya estaba dormido y se había cansado de esperar; esa era su estúpida e ingenua esperanza.

Que se esfumó en cuanto la puerta fue abierta, Neji se presentó delante de ella con una bata de seda negra y estaba más que segura que no había nada debajo…

— Pasa. — dijo él.

Con inseguridad entró en sus aposentos, se maravilló al darse cuenta de la pulcritud y el orden que lo rodeaba; aunado con la sobriedad. Irradiaba literalmente la personalidad del ocupante, se sobresaltó cuando escuchó la puerta cerrarse y se dio la vuelta.

El nerviosismo poseyó su cuerpo y sus piernas temblaron con anticipación al verlo acercarse lentamente hacia ella, no podía negarlo, Neji se había vuelto todo un hombre. Su rostro irradiaba madurez, su cuerpo esculpido y musculoso producto de las grandes sesiones de entrenamiento y meditación le otorgaban más masculinidad que a cualquiera, sus ojos penetrantes y fríos, su expresión seria y su pose estoica realmente seducirían a cualquier mujer. Sin embargo, a ella le otorgaba cierto temor y respeto.

En cuanto él clavó su mirada en su figura se sintió diminuta, y no fue precisamente por su alta estatura, sino porque con una sola mirada irradiaba tanta admiración y respeto como el jefe del Bouke.

Neji alzó su brazo y su mano le rozó el rostro, estuvo tentada a retroceder pero se vio obligada a quedarse clavada en el piso, no lo veía; no podía verlo. Tenía la mirada clavada en su bata, específicamente en su pecho, ya que su estatura llegaba hasta esa altura del cuerpo del castaño.

El toque fue suave, se estremeció ante su frío tacto sin embargo, sintió como si le quemó la piel de una forma extraña.

— No es necesario que lo hagas. — sintió su aliento cerca de su rostro, eso la estremeció de nuevo y un cosquilleo le recorrió el cuerpo —. Podemos posponerlo o buscar otros medios. — Neji sabía que ella estaba dudosa, que se sentía insegura y obligada.

No quería hacerlo así.

— No… Ya lo hemos pospuesto demasiado. — susurró la pelirosa, en realidad, la propuesta del Hyūga era tentadora. Pero no podía seguir condenándolo más por su inmadurez y egoísmo.

— Sakura…

— No, Neji… Solo… — la pelirosa elevó la mirada, en sus ojos se veía la tristeza y a la vez la culpabilidad. Él no estaba muy lejos del mismo camino realmente.

Entonces la tomó de la barbilla elevándola un tanto más acercándose peligrosamente a sus labios que no se habían rozado desde el día de la boda, con aquel casto y simple beso que se dieron para completar su unión. Los labios finos se encontraron con los cálidos y sensuales de Sakura, el beso fue tierno, pasivo y dulce.

La pelirosa se sorprendió y torpemente correspondió al beso, de los dos, ella era la que tenía menor experiencia en el tema. Jamás tuvo novio y solo estuvo enamorada de una persona, que en ese preciso momento no deseaba recordar o todo se iría al traste. En su beso, Neji deslizó su mano hasta posarla en su diminuta cintura mientras que la otra se trasladó hasta su cuello en la base del cráneo. Sakura solamente lo tomó de las solapas de la bata, y suspiró entre medio de ese beso que dejó de ser tierno para tornarse apasionado.

Un gemido escapó de sus dulces labios cuando él dejó su boca y asaltó su cuello, un súbito cosquilleo le recorrió el cuerpo y se alojó en su bajo vientre, una sensación placentera y de vacío, como si esperaba con ansias algo. Expectante y a la espera, su intimidad palpito y con torpeza desplazó sus manos por los brazos de él, al mismo tiempo que soltaba pequeños suspiros.

Con premura y tacto la condujo hasta la cama, abrió su bata hasta el nacimiento de sus senos y con mucha suavidad tomó la parte interna de su rodilla para levantar su pierna, formando así un ángulo. Súbitamente, Sakura se sintió excitada, acarició los brazos de Neji e introdujo sus manos en su larga melena castaña.

El hormigueo de su intimidad se intensificó cuando la mano de él se coló entre su bata y ascendió por el interior de sus muslos, se sintió ansiosa y a la vez temerosa, pero en cuanto sintió sus dedos palpar esa pequeña protuberancia se olvidó de todo. Soltó un gemido y presionó las manos sobre sus castaños cabellos, Neji ya había deshecho el nudo de la bata y ahora se amamantaba de sus generosos senos, sonrió cuando la escuchó gemir y ésta se sobresaltó en cuanto un dedo invadió su pequeña y estrecha cavidad.

Estaba húmeda, muy húmeda, tanto que él supo que no necesitaría de nada más. Sin embargo, esperó un poco, continúo acariciando su pequeño botón y se aventuró a introducir otro dedo más. Sakura se sintió frenética, aquella sensación de vacío aun no pasaba pero el movimiento de sus dedos le hacía sentir un placer sin igual. Tanto que instintivamente comenzó a mover sus caderas buscando la fricción con su mano, Neji comenzó a sentir los estragos de su propia excitación.

Ver a Sakura tendida, con el rostro sonrosado, los ojos cerrados y gimiendo le estaban llevando a su propio límite. Él siempre supo esperar, siempre estuvo dispuesto a dar placer y esperar el momento apropiado para disfrutar. No obstante, ver a la Haruno en esa posición le estaba llevando a un grado de excitación que amenazaba con hacerle perder la cordura.

Se separó súbitamente de la pelirosa y se quitó su propia bata, quedando completamente desnudo frente a ella, impactada no se atrevió a mirarlo. Sorprendida él terminó de despojarla de su bata y luego su cuerpo, la abrazó con fuerza donde su pecho golpeó con sus suaves montículos y le regaló un ardiente y apasionado beso.

Insertó nuevamente uno de sus dedos en su interior, volvió a sorprenderse con la estrechez, sabía que si seguía el movimiento rítmico de sus dedos pronto ella se desharía en un placentero y delicioso orgasmo, pero no era lo que realmente deseaba. Así que solamente la dilató lo suficiente para que pudiera recibirlo, había llegado el momento y él no podía aguantar más, se consumía en deseo y jamás pensó que tenerla entre sus brazos estuviera matándolo.

Por primera vez, su autocontrol estaba mermando y su cuerpo estaba tenso, preparado para hacerla suya. La contempló con algo muy similar a la adoración, se le veía sonrojada con los labios entreabiertos, sudorosa y con los ojos entrecerrados. Mil y una posiciones le pasaron por su mente, pero se obligó a recordar su inocencia, así que con suavidad se acercó y separó sus piernas, la pelirosa abrió los ojos de golpe y acercó su endurecido miembro a la entrada de su canal empujando levemente.

Sakura abrió los ojos al sentir la presión e instintivamente colocó las manos sobre su duro torso empujando ligeramente y tratando de retroceder, mientras sacudía la cabeza en mudo rechazo. Sí, sabía que estaba siendo estúpida e infantil, pero estaba teniendo un pequeño ataque de pánico. Neji se dio cuenta y con ternura besó nuevamente sus labios tratando de relajarla, de darle confianza, asiéndola otra vez de sus caderas e intentando penetrarla nuevamente, consiguiendo a duras penas avanzar poco espacio.

La exclamación de dolor le detuvo de inmediato, y echó un vistazo al rostro de Sakura compungido de dolor y algunas lágrimas resbalaban por su rostro contraído.

Neji trató de tranquilizarse, realmente no se imaginó que se sintiera tan fuera de sí mismo en algo en lo que ya tenía experiencia; en lo que siempre tomó con calma aun hasta en el momento más alto. Así que trató tranquilizarse, esto sería más duro de lo que creyó, por un lado estaba que ella era virgen y eso unido a la diferencia de estaturas les daba un punto de desventaja. Aunque por ahí decían que las diferencias se igualaban en la cama, realmente aquí se notaba que no era así.

Ella era de estatura muy baja, lo que daba como consecuencia su intimidad demasiado estrecha, lo que comprobó al introducir sus dedos lo que daría como consecuencia una penetración sumamente dolorosa para ella. Oh, ni en esos momentos su mente podía dejar de analizar la situación, pero más bien, se vio obligado a hacerlo. Y si a eso le agregaba el hecho de que él estaba más caliente que un adolescente o un animal en celo, no ayudaba mucho a la situación.

Neji se maldijo a sí mismo por su inusitada debilidad mental, porque ahora que esperaba tener un acérrimo dominio de sí mismo, lo perdía por completo. Jamás tuvo ese problema, siempre pudo esperar hasta que su pareja estuviera lista y dispuesta, pero ahora…

Ahora que más necesitaba ese autocontrol no lo poseía, todo lo contrario, con mucho trabajo dejaba de lado ese instinto animal que le dictaba poseerla como un salvaje. Gotas de sudor se manifestaron en su frente, producto del esfuerzo que hacía por mantener la poca cordura que le quedaba, era un tremendo esfuerzo… Su suave piel y la imagen adorable de Sakura amenazaban con arrastrarlo a un precipicio, por el que temía no tardar en precipitarse. Cerró los ojos e intentó concentrarse para saber que hacer…

Un suave tacto lo sobresaltó, la pequeña mano de Sakura acarició su mentón llamando su atención.

— N-Neji… — musitó suavemente la pelirosa con la vergüenza y el sonrojo en sus mejillas, su rostro lucía angelical e hizo que su corazón palpitara de forma frenética —. Solo…, hazlo…

Fue como el agua en el desierto para el Hyūga, sin embargo, sus ojos perlados buscaron desesperadamente los verdes intentando encontrar las respuestas a sus mudas preguntas.

— Te dolerá…

La chica le sonrió tratando de aliviarlo, y asintió con su cabeza comprendiendo.

— Lo sé, solo…, hazlo…

Neji soltó el aire retenido de golpe, acarició con dulzura las redondeadas caderas de la pelirosa y las tomó con fuerza, enseguida embistió en su interior de un solo movimiento con fuerza llevándose la inocencia de Sakura.

Ella soltó un grito ante el desgarrador dolor que la invadió con la estocada. Creía que en esos momentos se partiría por la mitad del dolor, mientras esa sensación de fuego abrasaba dolorosamente su interior. Se sintió brutalmente invadida y llena, hasta pensó que su miembro sobrepasaba las proporciones normales volviéndolo descomunal. Y le hizo desear que terminara cuanto antes.

Nunca creyó que le dolería tanto, le habían contado cuan dolorosa podía ser la primera vez pero eso rayaba en lo bizarro, estaba partiéndola. Neji, cerró fuertemente los ojos y presionó las manos en las blancas caderas de ella dejando una roja marca. Intentaba mantener el mínimo autocontrol que le quedaba, en cuanto entró en esa cavidad húmeda y caliente, su reacción fue tan opuesta a la de Sakura la estrechez de su vagina le brindó un placer jamás experimentado. Tanto que temió perder la poca cordura que le quedaba, el roce de las pieles era tan intenso que literalmente estaba quemándolo en una hoguera, se cocinaba en su propio ardor y no veía la hora de comenzar con salvajes embestidas.

Sin embargo, aun en esa bruma de lujuria, pasión y deseo, recordó el frágil cuerpo debajo de él, debía esperar. Aun en ese punto, era capaz de escuchar el llanto ahogado de la pelirosa producido por el dolor que acababa de soportar, en una parte de su subconsciente se sentía culpable por haberle robado su inocencia de esa forma, por haberla obligado a estar con él y por llevarla a esa situación. Pero nada le salvaba del infinito placer que estaba sintiendo en esos momentos.

De haber intentado ir más despacio solamente hubiera aplazado el dolor, pero hubiese sido el mismo, a lo mejor más tortuoso. Alargando lo inevitable. Poco a poco los gimoteos fueron mermando, el dolor fue pasando y Sakura se relajó indicándole así que el momento había llegado. Con extrema delicadeza comenzó a acariciarla nuevamente, consiguiendo así que ella participara un poco y que la excitación volviera a ella, empezó a embestirla con lentitud, a los pocos segundos la escuchó suspirar y gemir quedamente. Oh, eso fue lo que necesitó para detonar su instinto animal, ese que estaba reprimiendo desde hacía rato. Su tormento fue desatado y dio rienda suelta a sus instintos, ese deseo y lujuria desenfrenado que le nació de repente.

Ese frágil cuerpo que tenía debajo suyo y a su merced, ahora convulsionaba de pasión y placer. Las embestidas eran bruscas, pero realmente la excitaban y le brindaban un inigualable placer, sus pequeñas manos se aferraron a la fornida espalda dejándole pequeños surcos sangrantes con sus uñas. Así mismo él dejó las marcas de sus manos en sus caderas, las de los ardientes besos en su cuello marcándola con gesto de orgullosa posesividad.

Ambos se sumergieron en un mar de placer y de deseo que los consumía por completo, Neji se encontraba en su límite, pronto se desahogaría en un placentero orgasmo. Pero no quería hacerlo sin que ella lo hiciera primero, un atisbo de que pronto tendría su tan anhelado primer orgasmo. Finalmente sus estrechas paredes se contrajeron, lo que le produjo un latigazo de placer que llegó a la espina dorsal haciendo que vaciara su semilla en su interior sin control alguno. La abrazó fuertemente y con un ronco rugido se unió al profundo gemido femenino mientras la potencia del clímax les llegaba a ambos.

Jadeó, se incorporó y trato de recuperarse para ver la hermosa figura de Sakura, sudorosa, con los ojos entrecerrados y sonrojada. La pelirosa estaba totalmente agotada y él sonrió orgullosamente, notó enternecido como la chica se quedaba dormida entre sus brazos.

Él salió de su interior con mucho cuidado, la escuchó quejarse quedamente ante ese movimiento. Seguramente seguía dolida, se auguraba como amanecería el día siguiente. Se acomodó con dificultad aun con ella en brazos, los tapó a ambos con la sábana y el cobertor, enseguida él también se durmió.

Jamás había tenido tarea más exhaustiva que esta… Y nunca pensó perder la cordura de una forma más fácil que esa.

Hasta la próxima.