Este fic contiene situaciones fuertes y explicitas entre los personajes, si no les agrada este tipo de relatos por favor no lo lean.
Este fic es obra de mi imaginación, los personajes son propiedad de la escritora suzane Collins.
Epílogo.
En día de la boda, la iglesia estaba cubierta de las más bellas flores blancas, su aroma cubría el ambiente con suavidad, el sol de la tarde iluminaba los finos detalles de la decoración y Peeta no podía ser más dichoso pues él y su ángel ya estaban unidos en el cielo y ese día se unirían también en la tierra.
El brillo en sus azules ojos reflejaba la inmensidad de su felicidad al ver llegar a su amada Katniss del brazo de su padre. Su vestido blanco y cristalino con flores bordadas en hilo de seda y piedras de cristal tornasol, el velo largo y casi transparente, ocultando en parte su gran regalo y un ramo de rosas rojas, haciendo juego con el traje blanco y pañuelo rojo de él. Una combinación especial que simboliza la pureza de sus esencias y la pasión de su amor. Todos los invitados estaban atentos a sus votos y Katniss, en un momento de intimidad en el que el tiempo se detuvo, le susurro a Peeta si quería saber lo que se sentía un beso.
—¿Y si nos besamos para saber que se siente? —Le respondió con travesura en un tono solo audible para ellos y nulo para el resto de los presentes, pues recordaron su primer beso en el cielo y ahora se estarían besando para sellar su amor en la tierra.
La fiesta duró el tiempo necesario para ser felicitados hasta la saciedad, abrir el baile principal y compartir con los asistentes su alegría. Pero Peeta ya estaba ansioso de llevarla a su luna de miel en un lugar especialmente preparado para pasar unos días entre el cielo y la tierra.
Con la complicidad de compartir un secreto que ignoraba el resto del mundo, Katniss le dio una gran sonrisa antes de salir hacia su tiempo de esparcimiento.
Katniss se sintió como en un sueño al presenciar la belleza del lugar, cargada en los brazos de su esposo. Una cabaña en medio del bosque aislada del mundo. Finamente decorada con flores blancas y tonos a media luz, era muy acogedora con ventanales grandes que daban a la más fascinante naturaleza. Una bella habitación, amplia y con una cama King size decorada con sábanas blancas de satén. Sin duda un lugar perfecto para el amor. Pensó ligeramente ruborizada mientras Peeta la tomaba por la cintura acariciando su oreja con sus labios.
—Esta no es la sorpresa. —Murmuró sensualmente depositando un beso húmedo en su oído. Katniss cerró los ojos absorbiendo el sabor del momento y dejándose llevar por su beso. —Vamos. —La guio fuera de la cabaña.
Caminaron por el bosque unos momentos hasta llegar a una pequeña cascada que cubría la entrada de una gruta. Adentrándose, ella puedo ver el reflejo del agua limpia y transparente en forma de un pequeño lago que era iluminado por un estelar de luciérnagas brillando intensamente. Estas al ser reflejadas en el agua le daba tonos turquesas y cristalinos, adquiriendo gamas tornasoles combinadas con el blanco de las flores de loto flotando en ella.
Sin duda era un gran espectáculo de luces reflejando la inmensidad de la naturaleza. —Oh, mi amor es precioso ¿Cómo has podido hacer esto? —Preguntó con asombro en su voz.
—Nada es más precioso que tú. —Suspiraba en su oído, desabrochando los botones de la espalda de su vestido sin dejar de besar su oreja hasta llegar a su cuello, teniéndola abrazada por la cintura. —Esposa mía.
Sus besos eran ardientes al contacto con su piel y pronto se vio solo con un camisón delgado que la cubría sutilmente. Peeta suspiró con lujuria besando lentamente cada milímetro de su cuerpo excitado conduciéndola al lago, en donde terminó de despojarla de toda su ropa.
Peeta se veía maravilloso con su cuerpo desnudo bañado por la cálida luz del cielo estrellado en luciérnagas destellantes. Su bien formada figura masculina era excitante y ella no dejaba de besarlo sumida en la humedad del agua y la energía que transitaba entre sus piernas.
Él la poseía con pasión, gimiendo y jadeando como si la vida se le escapara y solo ella lo sujetara al mundo, sus besos eran tan intensos y vigorosos que eran el conductor para tragarse los gritos mutuos. Su respiración más que irregular y en un instante las alas de ambos se desplegaron al mismo tiempo, abrazándose en la tormenta de sus deseos más profundos.
Sus cuerpos estaban tan mesclados que ella pensó que no era posible distinguir donde iniciaba uno y terminaba el otro. Arqueó la espalda para degustar más el momento mientras él succionaba febrilmente sus senos con su boca húmeda y caliente. Tan excitado que su miembro estaba tensándose sobre el muslo derecho de ella.
En un instante Peeta la volteó dejándola apoyarse sobre una piedra a las orillas del lago. Separó sus piernas y de una sola estocada la penetró por detrás, apoyando su torso entre la unión de sus alas y sus brazos rodeando sus caderas, dejaban el paso a introducirse más profundamente, Katniss gimió con frenesí cuando el empezó a martillar con más fuerza e ímpetu, era implacable en sus movimientos, torturándola con lo acompasado de su ritmo.
Su cuerpo no resistía más el enfebrecido embiste, tanto que cada vez se encontraba más acostada boca abajo sobre la piedra que le rasgaba en parte su piel, mandando ondas de electricidad a todo su cuerpo. Estaba entre dos superficies duras e imponentes, solo que Peeta era la más fuerte y deliciosa de las superficies, una que la castigaba con cada audaz penetración. Perdió el sentido del tiempo y espacio, solo podía disfrutar de la sensación que la llenaba en todos los sentidos. En contraste, sentía pequeñas caricias como la seda, resbalarse sobre su piel húmeda excitada pero no le prestó más atención que a los inevitables remolinos de lujuria en su interior.
—Oh, si… si… más fuerte, por favor. —Estaba encantada con lo ardiente de sus embates, era una danza salvaje en la que se complementaban entre gritos y el latir desbocado de sus corazones.
Peeta se hundía más fuerte y fervoroso, tanto que con un embiste más intenso y profundo ella empezó a convulsionarse atrapándolo con fuerza entre sus muslos, succionando hasta la última gota de su intenso orgasmo, que se fue en un grito que sonaba como su nombre.
Katniss terminó de desplomarse sobre la piedra en la que se apoyaba y Peeta sobre su espalda comenzaba a salir de su interior, mientras la liberación de toda la energía desbordada era sabrosamente absorbida por ambos.
Al girarse hacia su amante, Katniss se dio cuenta que aquellas caricias suaves que sintió no eran más que plumas desprendidas de sus alas. Tanta fue la pasión que terminaron de desprenderse de ambos y quedaron flotando en el agua cristalina del lago de la gruta.
—Eres lo más hermoso de mi vida. —Acariciaba sus alas con la suavidad de su rostro, aun tratando de calmarse.
Peeta despertó entre los brazos de Katniss aún en el agua, las flores de jazmín seguían desplegando su aroma sobre el ambiente, cambiando con el almizcle de la intimidad compartida. Por unos segundos se permitió absorber el aroma, excitándose de nuevo.
Ella abrió los ojos al sentir sus besos sobre su piel. Estaba extasiada, podía sentir la intensidad de su devoción a él, siempre tan deseosa de experimentar la más sublime de las aventuras de la mano de su esposo.
Y así lo hicieron toda la noche, hasta llegar al amanecer completamente satisfechos y colmados hasta la médula del más puro y carnal de los placeres.
El día lo pasaron nadando en el rio que desembocaba la cascada, tomando el sol a sus orillas, recorriendo los bosques y compenetrándose más como pareja.
—Este lugar es hermoso. —Se le iluminaron los ojos a Katniss al explorar la cabaña sin estrenar. Peeta pensaba en ella como la niña que se ilusionaba cada vez que llegaba la navidad, y él había estado ahí, por supuesto, sin que ella lo pudiera ver, pero siempre estaba ahí.
—Todo es tuyo. —Con el corazón henchido de dicha la condujo hasta la terraza que no pudo mostrarle la noche anterior. Un mullido sillón para dos a orillas de una pequeña piscina decorada con faroles alrededor del borde, colgados en los arboles contiguos y algunos en la pared de la cabaña, daban un tono más que agradable. A finales de la tarde el sol ya había salido de escena y el murmullo del bosque inició su canto más sonoro mientras, con más compañía que la mutua Peeta y Katniss recostados el uno sobre el otro con respiración acoplada, sobre el sillón admiraban la delicadeza del espectáculo.
—Espérame un segundo. —Katniss rompió el silencio de sus palabras.
—Claro… No tardes mucho amor. —Peeta la liberó de sus brazos con un breve susurro.
Tanto había luchado por ella y tan feliz era ahora que sus pensamientos viajaban a la eternidad que compartirían. Compartirían su misión de guiar a los enamorados a una vida dichosa como la suya. Todo era perfecto y quizás después tendrían la gracia de tener un bebe, pero esa era una idea distante ahora, probablemente Dios los bendeciría como a los demás de su categoría, pero todo estaba en manos del creador y ellos estaban más que agradecidos por poder disfrutar de su amor.
Peeta salió de sus pensamientos al sentir una fina y suave mano sobre su hombro y giró la cabeza para encontrarse con su amada esposa, enfundada en una bata de seda rosa, casi transparente, pudiendo ver el encaje delicado de sus bragas y sostén.
De inmediato sintió el palpitar de su erección rozando entre sus pantalones de chándal, lo que hacía más obvio su estado crítico de excitación.
—Creo que no has sido seducido de la forma más adecuada. —Murmuró ruborizada y excitada al mismo tiempo. Se podía dar cuenta por lo acelerado de su pulso. —Quizás pueda hacer algo al respecto.
—Eso será emocionante. —Alcanzó a contestarle con voz ronca sintiendo la corriente eléctrica recorre su cuerpo. Sus pozos azules se ensombrecieron con lujuria.
Katniss frente a él inició un juego nuevo, quitándose lentamente la ropa. Deslizando la bata por su piel hasta terminar en el suelo. Peeta alcanzo su mano para tocarla pero ella no se lo permitió y con mirada lasciva seguía el juego de tortura.
Desabrochó su sostén lentamente hasta permitirle ver sus senos llenos y rosas en las puntas. Sus pezones se endurecieron al sentir su propio tacto acariciándolos y gimiendo en reacción a esto. Peeta se sintió desfallecer al verla tocarse y disfrutar por ello y deseó poseerla con el arrebato desenfrenado que pulsaba por su cuerpo, pero la dejaría seguirlo atormentando.
Ella le acercó su mano para alcanzar la suya con mirada pícara, y él se dejó llevar a la expectativa de lo que se le ocurriera para seguir con su seducción, así que al acercar sus dedos a la boca, jadeo por un impulso y ella comenzó a lamerlo sutilmente al principio y después a chuparlo figurando el ritmo implacable de sus embestidas. Peeta se sentía cada vez más excitado y febril recordando la calidez de su boca succionando su sexo.
Con la otra mano comenzó a recorrer suavemente el vientre de Katniss, y al ver que ella no ponía objeción, la deslizó hasta ubicarla sobre la tela de sus bragas y las bajó lentamente hasta tirarlas al suelo dejando expuesta su húmeda vagina solo para él. Resbaló un dedo entre sus piernas deleitándose con su pálpito y humedad, Katniss gimió con placer ante esto y él se sintió vencido por el deseo.
Katniss con los ojos cerrados absorbía con placer las caricias de Peeta mientras empezaba a penetrarla con su dedo. Ella gritó ante la feroz invasión moviendo sus caderas contra su cuerpo y en un segundo se vio recostada en el sillón por debajo de él. No estuvo segura de cuando se desnudó pero lo seguro era que lo tenía encima restregando la longitud de su cuerpo en el suyo, rozándola con su duro y erecto miembro.
Bajó hasta su vientre y le rindió tributo con sus sensuales besos y lamidas, ella se arqueaba con deleite y jadeaba con abandono de toda cordura, mientras su amado esposo temblaba con anticipación sobre su piel.
—Ábrete para mí. —Dijo con voz ronca al separar sus piernas.
Ella obedeció con la confianza que solo se le puede dar a su complemento en la vida y se maravilló al sentir su lengua sobre su centro cada vez más caliente torturándola con pericia.
—Córrete para mí. —Su voz era hipnótica y aunque no lo fuera ella ya sentía explotar un fuerte orgasmo en su interior y derramarse sobre sus labios.
En un grito él la penetro con fiereza y al mismo tiempo la besó en los labios con ferocidad y hambre, incitándola a probar el fruto de su propio éxtasis. Al abrir los ojos solo podía ver su reflejo en los zafiros oscuros de Peeta que la escrutaban con delirio y ardor meciéndose en su contra en embestidas profundas y rotundas.
Con cada movimiento de sus caderas se empalaba más en él hasta llegar de nuevo a la gloria y sentir el desborde de su semen siendo succionado por la presión de su sexo, que lo mantenía cautivo y ordeñado. Pero no lo soltaría aun, no podía y antes de que él intentara salir de su cuerpo, ella comenzó a moverse de nuevo sobre sus caderas, poniéndolo a mil en segundos derramándose en un reciente orgasmo, obteniendo todo de él.
Su corazón estaba desbocado cuando él se desplomó en sus brazos. —Que golosa resultaste. —Peeta sonreía con malévola picardía.
—Tú lo has provocado. —Besando su piel con felicidad, supo que toda su existencia estaría colmada de más amor del que cualquier humano podría soportar y que se tendrían el uno al otro por toda la eternidad.
Los años han pasado, años en los que sus vidas humanas terminaron en un suspiro y ellos seguían tan jóvenes como el día en que se conocieron. Las almas de todos los seres queridos que se fueron sumando a la lista de mortales con los que compartieron amistades, empatía y cariño fueron recogidas por el creador y llevadas a su propio juicio, con la gracia de que de haber sido buenos gozarían del cielo. Entre ellos los padres de Katniss a los que podían visitar a menudo en su sitio en el paraíso, en donde aún se seguían amando junto con el alma de su hija original, aquel ser que pisó unos instantes la tierra y se había ido, para recibirlos cuando llegara el momento.
En el transcurso de cincuenta años las cosas habían cambiado lo suficiente en la tierra como para mantenerlos con mucho trabajo, ya que la juventud necesitaba más de la guía de los ángeles para encontrarse con su alma gemela, con la única misión de ser felices y brindar amor a los que los rodean… Una buena obra provoca buenas obras y si la felicidad te inunda, será compartida con el resto del mundo, de esa forma nos acercamos más a Dios y hacemos del mundo un lugar mejor.
Y con esa encomienda sus vidas tenían más sentido que solo amarse, si no compartirlo y a su vez, los mortales lo compartirían también.
Con gran felicidad obtuvieron la gracia de Dios al ser bendecidos con dos hijos pequeños aún, una niña de ojos azules intensos como los de Peeta y cabello castaño como el de Katniss y un niño rubio de ojos grises con piel tan bella y suave como la seda. En ambos querubines se perpetuaron todos esos años de amor intenso y devoción mutua.
Amor que plasmaban en el corazón de sus infantes. Aun tan tiernos como estaban, Peeta y Katniss tenían la seguridad de que encontrarían la felicidad que ellos compartían, con sus respectivas almas gemelas, ya que, al ser procreados por ángeles, no habían nacido en parejas como ellos.
Tendrían que buscarlas en el mundo o en el cielo, lo que sí es seguro es que, sin duda, existen ya que el creador siempre busca la felicidad, aunque en caminos insospechados pero siempre existe el amor verdadero.
FIN.
Muchas gracias a todos por leer, comentar y seguir mi fic, espero que les haya gustado tanto como a mi me gusto escribirlo! chauuu nos vemos en otro fic!