Después de haber terminado en la sala de maquinas, Makoto se fue directamente a su casa. Apenas al llegar a su casa, Rin le había mandado un mensaje. Estaría allí a las seis y cuarenta y cinco. Tenía que limpiar pronto, ayudar a los niños con la tarea, hacer la cena para mamá y papá, y luego atender a Rin. Claro, esto último fue lo único que no le explico a sus amigos, aunque la verdad era que estaba nervioso por tener un encuentro con Rin. A solas.

¿Cada cuanto se veía con su amigo pelirrojo? Casi siempre.

¿Cada cuanto se veía con su amigo pelirrojo, solo y encontrándose este desesperado? Jamás.

Se sentía preocupado por su amigo, ¿Qué le estaba pasando que era tan grave que necesitaba verlo a él solamente para hablar de ello? Debía ser algo serio, ¿Seria algún problema con Gou? No. De seguro no, ya que la chica se la pasaba junto a ellos todo el día, y sumado a eso, se consideraban los "Mejores amigos por siempre". Un suspiro salió de los labios de Makoto, y un aroma peculiar entro por sus fosas nasales.

Abrió los ojos rápidamente y los despego del reloj, sus pensamientos lo habían distraído demasiado, y ya solo faltaban quince minutos.

¡El pescado!

Lo único que se vio en la sala fue el destello de un rayo verde hacia la cocina. Por poco se le pasaba la cocción del pescado e iba a quedar casi en chicharrones; "Y así no le gustan a Haru-chan"

Ese pensamiento resonó en su cabeza mientras sacaba el pescado de la sartén. El no estaba cocinando para Haruka, y de paso, no tenía idea de cómo le gustaban las cosas a Rin.

Estaba perdiendo la cabeza por su mejor amigo.

Esbozó una sonrisa, y dejo las cosas en dos platos. Ahora solo le restaba acomodarse y esperar a Rin, aun le quedaban unos minutos para ello, debía apresurarse.

Otra estela de humo salió de la cocina, esta vez en dirección al baño, debía acomodarse.

Por otro lado, el pelirrojo ya solo estaba colocándose algo de perfume. Se había acomodado sencillo, después de todo, no es como si fuese a tener una cita en un restaurante fino con Makoto. Mientras se acomodaba la chaqueta, la mirada inquisidora de Nitori le perturbaba.

¿Se puede saber porque me miras así?

Nitori salió de su trance, y observo desilusionado a Rin.

Solo no puedo creerlo, senpai.

¿Qué cosa?

Que seas infiel.

La cara de Rin se transformo totalmente, ¿Acaso Nitori estaba loco?

Nitori… ¿Acaso estás loco?

No, senpai. Tú nunca sales a estas horas de la noche con esa ropa. Siempre es con la del entrenamiento. Y no te pones colonia.

Rin estaba con los vellos del cuerpo levantados, ¿Acaso Nitori detallaba todo lo que hacía en el transcurso de la noche?

Solo voy a ir a hablar con un amigo. No voy a hacer nada malo, Nitori.

Al parecer, aquellas palabras habían calmado al chico de cabellos grises, al menos por unos segundos, antes de que volviera a explotar.

¡Vas a serle infiel al capitán!

¡Te estoy diciendo que no, Nitori!

La voz de Rin retumbo por todo el cuarto, haciendo que el mas chico se asustara un poco. Ver a Rin de mal humor era una cosa, verlo molesto era otra totalmente diferente.

Si prometes no decir nada, cuando regrese te cuento que fui específicamente a hablar. Pero ahora no puedo hacerlo, ya voy sobre la hora.

V..Vale, senpai.

El pelirrojo se acomodo el short y cerro su chaqueta. Avanzo hasta la puerta y la abrió, girando el rostro antes de salir.

Lamento haberte gritado.

Sin esperar respuesta alguna, salió de la habitación. Miro su reloj, ya eran las seis y media. No podría llegar a casa de Makoto en quince minutos. Maldijo en voz baja y salió disparado de la academia; debía llegar rápido.

Makoto miraba el reloj insistentemente, como si al verlo el tiempo fuese a adelantarse de un modo fantástico. Eran las seis y cincuenta y cinco, casi las siete de la noche, ¿Rin se había olvidado de que iba a ir a su casa? No… El mismo había puesto la hora. Se acomodo en el mueble, ya solo restaba esperar.

Mamá y papá a un no llegaban, por lo que la casa estaba solo con sus dos hermanitos pequeños, quienes a esa hora ya estaban arreglándose para ver la televisión e irse a dormir. Ya les había dado su cena… ¿Qué tan frustrante puede ser no tener nada que hacer, y tener una ansiedad del tamaño del cielo? Mucho.

Escucho el timbre, y se levanto corriendo del sillón a abrir la puerta. Se dio una última arreglada frente al espejo, y abrió la puerta. Su sonrisa se amplio de inmediato al reconocer al pelirrojo.

Buenas noches, Rin-chan.

Hola, Makoto.

Makoto dejo pasar a Rin, y ambos fueron hasta la sala, donde hacia solo unos segundos estaba Makoto sentado pensando sobre su gran frustración.

Hice la cena esta noche, Rin-chan, ¿Quieres comer ya?

No pretendo quedarme mucho tiempo, Makoto.

Es salmón, y tiene unos camarones rebosados... Pensé que te gustaría comer un poco mientras hablábamos…

Makoto era un hombre con muchas cualidades, muchas de ellas sumamente especiales, y una era la manipulación. Y Rin odiaba ser manipulado.

Bien, comamos entonces.

Pero al menos, ese día, no haría nada al respecto.

Makoto tenía ya la comida servida en un par de platos blancos y anchos. Solo se encargo de poner uno frente a Rin junto a sus cubiertos, y uno frente a sí. Después de agradecer, comenzaron a comer.

A lo que vine, Makoto.

La mirada del ojiverde se puso sobre el pelirrojo, sin dejar de comer ni un momento.

Estoy teniendo problemas en mi relación con Seijuuro. Y se que puedes ayudarme.

Hacia días que Rin había llegado de Australia, y ya tenia un novio nuevo. Ese tipo de cosas eran increíbles, y mas viniendo del pelirrojo. Aunque ya sabia que algo se traia con el otro, puesto que esos celos con Kou eran mas que "celos de hermano".

¿Cómo puedo ayudarte yo?

Respondiendo una sola pregunta.

Dime.

¿Cómo terminaste con Haruka y siguieron siendo amigos después de eso?