Me prometí y os prometí tratar de terminar la historia y aquí está. Gracias por la lectura, la paciencia y los comentarios. Espero no tardar demasiado en volver a actualizar.


Capítulo Dieciocho: Menos Tiempo en la Sombra

Roger y Maura consiguieron visitar a Jane en la enfermería de la prisión gracias a un permiso especial del juez. La rubia estaba muy estresada por el sólo hecho de entrar otra vez en la cárcel de mujeres pero sus nervios murieron rápido cuando se dio cuenta que Jane la necesitaba.

El pase a la enfermería no fue caótico pero sí muy emotivo para la forense. Cuando vio a Jane, descubrió con tristeza que la golpiza que había recibido había sido brutal y su pesadilla no había sido tal, sino una advertencia. Múltiples hematomas y contusión cerebral había sido el resultado de aquel infame castigo que mantenía a Jane con sedación para evitar mayores daños.

Roger también lamentó ver a su clienta en ese estado. Independiente de sus sentimientos por Maura, él era un ser humano y tenía un trabajo muy importante, defender a los inocentes. Él sabía que Jane Rizzoli era inocente pero no había podido demostrarlo porque su clienta actuó en su propia contra por amor. No podía culparla, él hubiera hecho lo mismo en un abrir y cerrar de ojos sólo para salvar a Maura del infierno que significaba la cárcel.

Sin embargo, y a pesar de la nueva tragedia, Roger sabía que podía sacar algo bueno a cambio. Cuidar más de su cliente dentro de la prisión. Conseguir más resguardo para ella y para que lo ocurrido no volviera a pasar nunca más.

Él observó cómo Maura estaba pendiente y catalogando cada una de las heridas de su amiga, anotando dichos datos en su tabla clínica como observación. También la vio acariciando las manos de la mujer morena con ternura y tuvo que cerrar los ojos al gesto tan amoroso. Él había decidido ser su amigo, era cierto, pero una cosa era eso y la otra tener que ver a la chica que quería siendo amorosa con la mujer que amaba. Lo ponía muy incómodo y estaba decidido a darle espacio a Maura, pero ella decidió hablar antes que él pudiera ser capaz de escaparse.

- Costillas rotas, laceraciones, contusiones cerebrales... - la voz de la rubia se quebró - No puedo creer que le hayan hecho esto y nadie la hubiera salvado Roger, es tan injusto.

- Sé que lo es Maura - Roger suspiró con pesar - Y sé que tal vez no sea un consuelo esto que te voy a decir, pero podemos usar este abuso a nuestro favor - explicó con una sonrisa - Jane podrá tener más seguridad dentro de la prisión, podrán cambiar sus reglas y podrá mantenerse al margen del resto de la población penitenciaria. Ella podrá pasar el resto de su condena aislada sí, pero protegida. Tal vez incluso podamos conseguirle distracciones, libros, música. Lo que sea necesario para que su tiempo dentro de la cárcel sea más llevadero, ¿qué te parece?

- Es la noticia más alentadora que me hayas podido dar en todo el día querido amigo - Maura no pudo evitar la emoción que la llevó a abrazarlo - Gracias. Gracias por hacer esto por Maura y por mí Roger. Yo no sé cómo...

- No tienes que decir nada - él negó con la cabeza y sonrió con amabilidad - Recuerda que es parte de mi trabajo. - vio su oportunidad de hacer precisamente eso - Y ahora que lo menciono es lo que tendré que hacer Maura. Descubrir a las culpables de ataque contra Jane, tengo que hablar con el Alcaide y con los guardias responsables del turno de anoche. - se despidió con un suave abrazo - Espero que Jane se recupere pronto.

Maura se despidió de su amigo, agradeciendo una vez más la ayuda tan óptima que le había dado. Él había sido como una especie de ángel caído del cielo y no podía negarlo. Tenía que contarlo como sus bendiciones.

Se fijó una vez más en Jane.

- Te recuperarás de esta Jane Rizzoli - ella susurró con suavidad acariciando una mejilla magullada con delicadeza - Así como siempre haces. Tienes que recuperarte porque yo no aceptaré otra cosa de ti, ¿me has oído? - su voz volvió a quebrarse mientras cubría el cuerpo herido de su amor con las mantas de la camilla después de acomodar la bata blanca estéril con el que la habían vestido - Me aseguraré de que nadie vuelva a ponerte una mano encima cariño. Y es una promesa.

Y tal como había prometido Roger, él había conseguido el favor del juez para la protección extrema de Jane. Él también había descubierto a las responsables del ataque sufrido por la ex detective ya que la reclusa Graham había decidido confesar todo lo planeado por Kate después de ser amenazada con un aumento en el tiempo de su sentencia. Ella le tenía miedo a Kate pero no era tan estúpida como para pasar más años tras las rejas temerosa de su sombra.

Kate había sido castigada con un aumento de cinco años en su condena y Graham se vio obligada a aceptar dos. A ambas reclusas y a todo su grupo le prohibieron acercarse a Jane Rizzoli de nuevo so pena de enfrentarse a castigos más severos.

Kate odió que su ex amiga a pesar de estar en la cárcel igual que ella tuviera más beneficios, pero sabía que Jane no se quedaría sin pagar por ello. Se prometió a sí misma hacerla pagar y lo haría sólo porque quería sacarse la espina que se había quedado clavada.

Y Jane.

Ella se vio obligada a pasar tres días bajo una sedación suave para tratar de sanar sus heridas. Maura no dejó de visitarla durante el tiempo que estuvo internada en la enfermería y se alegró mucho de saber al tercer día que le quitarían la sedación.

Maura había tenido que tranquilizar a Maura y a Frankie de lo sucedido y ambos también la visitaron antes y ahora sólo Ángela, Maura y Roger estaban presentes para verla despertar de su sueño medicado.

Cuando el doctor de la prisión la sacó de la anestesia a nadie le sorprendió oír que la primera palabra que salió de sus labios fuera el nombre de la forense.

Maura no se contuvo y se acercó a la camilla al mismo tiempo que tomaba una de las manos de su amiga entre las suyas y la saludaba con suavidad preguntándole cómo se sentía.

- Aturdida - fue todo lo que pudo decir la morena con la voz ronca por el desuso - ¿Qué...? ¿Qué pasó Maur? ¿Estoy en un hospital?

- Estás en la enfermería de la prisión Jane - fue la respuesta de la rubia que le sonrió a su amiga contándole lo ocurrido y el motivo por el que estaba internada en la enfermería. También le dijo que su madre y Roger estaban presentes.

Ángela no dudó en acercarse a su hija, feliz de saber que iba a recuperarse y la regañó por el susto que habían pasado.

- Nunca vuelvas a darme otro susto como este Jane Rizzoli - ella le advirtió yendo en completo plan de huracán Ángela - De lo contrario, ningún castigo que recibas aquí adentro será peor que el mío.

- Fue una emboscada, ma - ella miró a su madre y luego a Maura, también a Roger que la había saludado - Yo tuve que ir al baño a media noche y cuando llegué escuché que Kate estaba intimidando a alguien. Defendí a la chica que estaba atacando pero esa mujer me atacó de vuelta tomándome por sorpresa lo que Kate aprovechó para atacarme. Y eso es todo lo que recuerdo.

- Eso es todo lo que pasó Jane - Roger tomó la palabra esta vez - Y las reclusas que menciona ya están separadas del resto de la población penitenciaria, no tendrás que preocuparte ni por ellas ni por nadie más porque también he solucionado ese problema.

- Sé que te han asignado el confinamiento para tu propia protección pero también sabes que te obligaron a relacionarte con el resto de las reclusas, eso ya no ocurrirá más. Tendrás prohibida la relación con el resto de las mujeres de este lugar y tendrás todo lo que necesites de manera privada. Tu propio baño, tu propia ducha y tus propios horarios. Lo tendrás mientras consiga un acuerdo con el fiscal de rebaja de condena y no te preocupes que también estamos trabajando en eso.

- Eres como un mentado Superman - ella se rió bastante aliviada por la buena noticia, miró a Maura hablando en broma - ¿De dónde lo has sacado Maur?

- Del cielo - Maura respondió con una sonrisa agradecida a Roger que le devolvió un gesto jovial - Es todo un caballero.

Jane no podía refutar la declaración de su amor, era cierto. Estaba muy agradecida por él, ella no iba negarlo. Roger la había salvado de sufrir otro ataque cobarde y Jane ya estaba cansada de sentirse mal. Vulnerable. Aceptó con emoción a su nueva oportunidad y sólo le quedó rezar para que SuperRoger, como ella llamó en su mente a su abogado, pudiera vencer al vendido de Price para que aceptara una rebaja de condena.

Ese día Jane Rizzoli creyó en los milagros y rezó para tener el que más necesitaba.

Menos tiempo en la sombra.