PRÓLOGO.
CONVIÉRTETE EN AVE… Y NADA.
Tap, tap, tap. El sonido de un teclado siendo acribillado resonaba en el pequeño salón-armario-bodega de la Universidad Sakura 48. Había pedazos de periódico y fotos de mala calidad regados por todo el suelo, cosa algo inusual pues sus integrantes siempre mantenían todo en orden. Pero esta vez era diferente, había una razón poderosa.
Tap, tap, tap. La noche del domingo había sucedido algo insólito. El renombrado y respetadísimo director de la universidad, Akimoto Yasushi, había sido descubierto en un hotel de paso, bastante barato por cierto, con una jovencita que no pasaba la mayoría de edad. Su identidad aun no había sido revelada por respeto a ella y a sus familiares, pero ya se rumoraba que era proveniente de una familia muy reconocida y poderosa.
Tap, tap, tap. La noticia se corrió como pólvora a la mañana siguiente por todos los medios de comunicación posibles. Radio, prensa, televisión y por supuesto redes sociales se daban un banquete con la información y desinformación que había del caso. El ahora ex director Akimoto se caracterizaba por ser un hombre muy cuidadoso con su imagen, no dejaba un solo cabello mal puesto en su cabeza. Gozaba de una fortuna ridícula pues a su relativamente corta edad era dueño de múltiples empresas a nivel nacional, además de ser dueño de la Universidad más prestigiada de todo Japón. En pocas palabras, era el hombre ejemplar.
-Wow, se están comiendo al pobre viejo rabo verde. Normalmente soy yo la que inicia los comentarios amargos pero creo que esto sí las molestó a todas.- Sashihara Rino, lider del club de periodismo, se frotaba la frente para relajar su vista. Llevaba horas leyendo con su computadora personal todos los comentarios que podía tanto de civiles como de las alumnas de la universidad. No había dormido en toda la noche.
-¿Pobre? Sasshi-san, se le notaba a kilómetros que era un depravado. Cuando hacía sus recorridos de "inspección" por los pasillos durante los recesos no dejaba de sudarle la frente, que además tiene grasosa. Ascoooo.- Minegishi Minami, mano derecha de Rino, dijo mientras se recostaba en el respaldo de una silla un tanto vieja.
-Miichan, ya te dije mil veces que le pongas aceite o algo a esa silla, me saca de quicio que rechine tan horrible… Y con este dolor de cabeza es peor que escuchar una pelea de gatos a media noche.- Su celular sonó indicando un mensaje nuevo. Con una mano lo sacó de su bolsillo. Al mismo tiempo el celular de Minami sonó. Después de leerlo ambas giraron sobre su silla para mirarse directo a los ojos con una cara ligeramente sorprendida. No hablaron por unos segundos, sus bocas estaban abiertas. Por fin Rino rompió el silencio.
-¿Te… te llegó el mismo mensaje que a mi?- Se cubrió ligeramente la sonrisa nerviosa que se le empezaba a formar. La situación se ponía cada vez mejor. De inmediato se colocó frente a la computadora y volvió a teclear tan naturalmente como si de respirar se tratase.
-De esta no se salva. Metió la pata de la peor manera que pudo, casi siento lástima por él.- Minami se volvió a recargar en la silla pero ahora ni caso le hicieron al rechinido. Rino se levantó de golpe y se dirigió a la máquina copiadora. Insertó una memoria USB en ella y presionó los botones igual de rápido que cuando escribía en un teclado normal.
-Anda, terminemos de imprimir los ejemplares de hoy, nos queda una hora para repartirlos a nuestras queridas suscriptoras.- Mientras esperaba a que salieran las copias tarareaba una canción con un tinte feliz.
-Sasshi-san, somos un periódico escolar. Gratuito. No tenemos suscriptoras.- Minami solo negaba con la cabeza mientras sonreía y doblaba las candentes publicaciones de la mañana. Ambas se encontraban de muy buen humor. Por lo regular los lunes eran días flojos en cuanto a noticias.
-Lo único que me preocupa es qué va a pasar con la uni… Por ser tan repentino dudo que la vayan a cerrar o a interrumpir clases tan pronto. Digo, una cosa es el viejo ese y otra las alumnas. Más vale que no la cierren o algo así, me maté estudiando todo un año para poder entrar aquí.- Minami no solía hacer comentarios tan serios, con ello logró captar la atención de Rino.
-Pues ya viste quién es la madre de la pobre chica. Yo digo que para la tarde sabremos el futuro de la universidad. Pase lo que pase debemos mantenernos unidas como la familia que somos. Confiemos en que todo saldrá bien.
-Eso espero.- Minami miró a Rino que doblaba periódicos y miraba de vez en cuando la pantalla de la computadora. En un ataque de malicia se recargó lo más lentamente que pudo en la silla, causando un sonido que parecía salido del mismo infierno. Poco a poco los hombros de Rino se encogieron y su rostro se deformó en una mueca furiosa. Habiendo terminado el sonido enrolló los papeles que tenía en las manos y corrió a darle golpes a Minami como si fuera una cucaracha.
CAPÍTULO 1.
ESA CHICA DE CABELLO NEGRO.
La mañana transcurría lenta. Por los regularmente alegres y escandalosos pasillos ahora apenas se escuchaban murmullos. De repente una que otra risa a lo lejos, pero nada más. Lo que sí estaba presente y a montón, eran los rostros de muchas alumnas, preocupados. Su futuro escolar se veía súbitamente interrumpido por culpa de una situación bastante desagradable. Lo peor de todo es que ellas ni siquiera tenían vela en el entierro y seguramente terminarían pagando los platos rotos. Fuera de un salón de clases había un grupo de chicas platicando en voz baja.
-Todavía no me la creo, todas esas veces que me pidió que le llevara un café seguro tenía otras intenciones. Qué horror. -Los comentarios de varios encuentros extraños empezaban a surgir a la luz. Al parecer el director Akimoto tenía a varias alumnas dentro de sus "consentidas".
-A mí un día me preguntó por Iriyama-san, la chica de primero. Me dijo que había notado algo raro en sus notas y que quería saber si salía por las noches… Por suerte no le dije nada pues me dio mala espina. Además todo el mundo sabe que esa chica es muy inteligente, no le salió la mentira como él esperaba.-
Un par de chicas con aura apacible rompió con el cuchicheo y los malos pensamientos a lo largo y ancho de los pasillos. Al notar quienes eran las alumnas hicieron una reverencia y dieron los buenos días al mismo tiempo.
-¡Buenos días, Yokoyama-san, Matsui-san!
-Buenos días a todas.- Por primera vez en mucho tiempo se notaba un tono de preocupación en la voz de Matsui Rena. A su lado se encontraba Yokoyama Yui, que a pesar de las noticias permanecía con su rostro sereno, se limitó a hacer una pequeña reverencia con la cabeza, sin hablar, cosa rara en ella. Rena siguió con su pequeño discurso.
-Estoy segura que ya se enteraron de todo así que seré breve. El consejo estudiantil hará lo posible para que, pase lo que pase, las alumnas de la universidad no salgan afectadas con sus planes de estudio. Tengan confianza en nosotras y por favor hagan llegar este mensaje a sus compañeras de clase. A las diez de la mañana habrá una asamblea en el auditorio para nombrar a un directivo provisional. ¿Contamos con ustedes?- Rena dio una pequeña sonrisa y ladeó su cabeza ligeramente hacia un lado.
-Si nos pudieran ayudar pegando estos pequeños panfletos se los agradeceríamos mucho. Matsui-san y yo tenemos que preparar todo para la asamblea.- Yui le entregó a cada una de las chicas un fajo de panfletos. Les agradecieron por adelantado e hicieron una reverencia final para dirigirse al salón del consejo estudiantil.
-No me volveré a lavar la mano… ¡Yui-sama me rozó la mano! Hoy es el mejor día de mi vida…-
-Nunca las había visto tan cerca… la sonrisa de Rena-sama es encantadora… Creo que tengo fiebre.-
Las alumnas comenzaron a caminar en modo automático pegando panfletos, algunos quedaban chuecos o totalmente de cabeza. Dentro del salón una chica presenció toda la escena y tenía sus mejillas infladas en modo de protesta.
-Oyeeeee, Ponkotsu-chan, te estoy hablando. ¿Y ahora qué mosco le picó? Yo le di un golpe la última vez, te toca a ti, Annin.- Kawaei Rina e Iriyama Anna se reían del estado en el que se encontraba su amiga, Shimazaki Haruka, mejor conocida como "la Ponkotsu". Las tres chicas habían estado juntas desde la secundaria, eran amigas inseparables.
-Yo no soy tan agresiva como tu, Kawaei. Dale un rato y verás que se le pasa el berrinche. Ya sabes cómo se pone cuando cierta persona pasa de largo.-
-Aaaaaah, estoy aburrida. Tenemos libre hasta las diez de la mañana y no haces mas que leer y leer, y esta otra ya se fue a su planeta y ni idea de a qué hora vaya a regresar.- Rina se dejó caer en el escritorio de Anna desparramando sus brazos a lo largo de la mesa. Le irritaba no poder hablar con alguien aunque fuera por un minuto. No le preocupaba mucho el asunto del escándalo, para ella ya había perdido el impacto de tanto que se rumoraba por todos lados.
-Kawaei- dijo Anna dejando su pequeño libro de astronomía que la misma Rina le había regalado en su cumpleaños –a diferencia tuya a mí si me importa lo que está sucediendo. No todos los días se descubre que el director de la universidad más importante del país es un pedófilo acosador. ¿Ya olvidaste la razón por la que entraste aquí?- Su mirada era seria y su voz demandaba una respuesta con la misma seriedad.
Rina la miraba a los ojos, por un momento se sintió un poco acalorada pues su verdadera razón estaba justo frente a ella. Les había dicho a sus amigas que quería ser una repostera igual o mejor que sus padres pero para ello necesitaba conocimientos de muchas otras cosas además de saber el oficio, así que si quería ser la mejor debía estar en el mejor lugar. Era la verdad, más no toda la verdad.
-No, no lo he olvidado. Nunca podría olvidarlo aunque quisiera. –Sonó más seria de lo que pretendía cosa que sorprendió a Anna. Ambas se regalaron una sonrisa, e impulsivamente Rina tomó una de las manos de Annin y le dio un ligero apretón.
-Lo que me molesta de esto es que justamente tenía la clase de repostería a la hora de la famosa asamblea. Hoy quería intentar una receta nueva de unas galletas que miré en la tele ayer en la noche justo antes de todo este lío.- Rina dejó caer su cabeza en modo dramático, lo que soltó una pequeña risa por parte de Anna.
-Si quieres podemos intentarla en mi casa, como siempre mis padres no van a estar y dudo que nos dejen tarea. De hecho a lo mejor ni siquiera tenemos clases mañana, así que no veo por qué no puedas intentarlas.- Apareció la sonrisa amplia de la cual Rina nunca podía tener suficiente.
-¿En serio? ¡Gracias Annin, prometo no quemar nada esta vez!- Ahora Rina tomaba con ambas manos la mano libre de Anna que empezó a sonrojarse al sentir el contacto visual más prolongado de lo normal.
-Ammm, de nada… Para eso somos las amigas ¿no?-
Anna dejó su librito y acercó su otra mano a las de su amiga.
-¡Grrraaaaaahhh!- Un rugido y el sonido de algo grande chocando con madera al lado de ellas hizo que se soltaran repentinamente. Haruka tenía la cabeza pegada al escritorio, al parecer se había golpeado a propósito. Como muñeca antigua volteó a verlas con cara de pocos amigos.
-Paru-chan, ¿estás bien?- preguntaron al mismo tiempo.
-No.- contestó en seco.
-Eres una berrinchuda, sabes que Yokoyama-san está muy ocupada siempre, peor ahora.-
-Ya sé, pero…-
Haruka regresó su rostro a la mesa en un movimiento robótico y se sumió en sus recuerdos.
Desde que entró a la universidad 48 y escuchó el discurso de bienvenida del consejo estudiantil no había podido sacarse de la cabeza a Yui. Su mirada, su sonrisa, sus palabras alentadoras a un futuro prometedor, hasta su figura le parecían perfectas. Cuando terminó el discurso se dirigió a su salón con la mente en la luna, a causa de ello no se fijó que estaba por salirse del pequeño camino de cemento hacia las piedras irregulares que delimitaban la zona de pasto. Dada su naturaleza despistada, perdió el equilibrio al pisar las piedras y calló de lado lastimando su tobillo, de paso se llevó varios raspones en las manos y codos por tratar de amortiguar su caída.
-¡Hey! ¿Estás bien?- Una voz suave se escuchó a lo lejos. Haruka pensó que imaginaba cosas, pero cuando tuvo frente a frente a Yui, la misma que había logrado cautivarla, se quedó sin palabras. Comenzó a sentir el dolor de sus heridas y sus ojos se llenaron de pequeñas lágrimas.
Yui le tendió una mano y gentilmente la llevó a la enfermería. Todo ese tiempo no se dijeron ninguna palabra. Incluso parecía que Yui la ayudaba por obligación. Haruka soltó una pequeña queja cuando el alcohol hizo contacto con su piel lastimada.
-Perdón, apenas estoy empezando en esto de la medicina… No soy muy buena así que por favor aguanta un poco más hasta que termine, trataré de no causarte más dolor…- Haruka se sintió la persona más afortunada del mundo al tener a una persona tan noble cuidando de ella. Tal vez no hablaba porque estaba nerviosa, no porque no quisiera.
-Haruka… Me llamo Haruka- dijo viendo sus rodillas.
Yui le sonrió. -¿Apellido?-
-¡Shimazaki!- Había gritado pero no le importaba.
-Es un lindo nombre, lo recordaré. Soy Yokoyama Yui ¿Eres de nuevo ingreso, verdad?-
Así comenzaron una pequeña charla bastante amena. Haruka no se imaginó que en su primer día de clases conocería a alguien que pudiera hacerla sentir especial, todo gracias a ser una despistada. Se despidieron con la promesa de verse de nuevo en una situación 'normal'. Cosa que desde entonces no ha podido suceder.
Un golpe en la cabeza la sacó de su trance.
-Urgh, creo que lo necesitaba. Gracias, Ricchan…- Haruka por fin reaccionaba.
-Cuando quieras, y cuando no, también.- Las tres rieron un poco. Cuando volvió a faltar un tema de conversación miraron hacia arriba y soltaron un suspiro perfectamente sincronizado.
-O-
En otra zona de la escuela, dos chicas no la estaban pasando mucho mejor. Desde la ventana se podían ver dos pares de brazos que colgaban con desanimo. Con los ojos somnolientos, Matsui Jurina y Yamamoto Sayaka dejaban que el viento revolviera sus flequillos. Ya habían pasado dos horas sin hacer absolutamente nada. Jurina estaba a punto de un ataque de ansiedad.
-Sayanee…- apenas abría la boca para hablar.
-Oh no, no lo digas por favor.-
-Oh sí.- No había escapatoria.
-¡No quiero escucharlo, no oigo no oigo, soy de palo!- Sayaka se cubrió los oídos antes de escuchar la frase que más odiaba salir de los labios de Jurina.
-¡Estoy aburridaaaaaaaa! Cuéntame algo, aunque sea el dinero que traes en tu cartera… Hasta podría ir a ver uno de tus entrenamientos con tal de hacer algo.- Jurina ahora se revolvía el cabello enérgicamente. Todavía faltaba una hora entera para la famosa asamblea. Su paciencia estaba por la borda y su compañera no hacía nada mas que estar sentada viendo al vacío.
-Ya sé que estás aburrida, yo también lo estoy.- Sayaka se volteó para ver a Jurina- ¿Crees que nos dejen usar las canchas un rato?-
-¿Las canchas? ¿Desde cuándo te gusta hacer otra cosa que no sea tirar flechas al rostro imaginario de la gente?- Jurina se puso de buen humor súbitamente. Sayaka la miró divertida.
-En realidad no me gusta mucho, solo quiero verte perder en alguno de tus deportes para variar.- Le sacó la lengua de manera juguetona. -¿Puedes conseguir una cancha o te da miedo?-
-Por favor, estás hablando con la 'Ace' en los deportes. Basta con guiñarle el ojo al encargado y me da las llaves hasta de la dirección.- Se acomodó el desastre que llevaba por cabello y se levantó para salir del salón. –Apúrate, ¿o tus huesos de viejita no te dejan correr?- Le dio en el nervio a Sayaka, de un brinco ya estaba parada en la puerta.
-La última se queda a recoger.- Mientras corrían por los pasillos un pensamiento cruzó por la mente de Sayaka. –Qué extraño, Miyuki nunca tarda tanto en el baño… Bueno, hoy no se maquilló así que supongo tardará un rato más.-
-¡Hey, Jurina, Sayanee!- Rino alcanzó a gritarles y les lanzó uno de los periódicos que atraparon con facilidad aun estando en movimiento.-
-¡Gracias, Sasshi-san! ¡Espero que ahora no sean puras mentiras las noticias!- dijo Jurina antes de doblar por una de las esquinas del pasillo que daba a las escaleras. Las chicas bajaron brincando de dos en dos como niñas pequeñas.
Su amistad empezó cuando en el último día de San Valentín recibieron kilos de cartas y chocolates. Como sus escritorios estaban juntos parecía una competencia para saber quién tenía más admiradoras, pero las dos terminaron rechazando todos los regalos porque simplemente no les gustan esas cosas tan cursis. Sus personalidades eran, más o menos, parecidas. A las dos les gustaba divertirse, solo que una de ellas sabía dónde y cuándo podía actuar como le diera la gana. La otra simplemente hacía antes de pensar en las consecuencias. Aun así seguían siendo muy codiciadas por muchas alumnas por su imagen 'cool' y 'sexy'.
En su carrera a las canchas pasaron junto al edificio donde sería la asamblea para elegir a la nueva mesa directiva de la universidad. Las puertas seguían cerradas, dentro habían varias chicas acomodando sillas y limpiando el piso con mucho escrutinio. Antes de llegar al escenario principal había un pasillo largo con puertas marcadas con 'bodega', 'cuarto de servicio', 'vestuarios', en fin. Una de las tantas puertas no tenía nombre, simplemente se veía más vieja que las demás. Se escuchaban sonidos provenientes de dicho lugar.
-Dime, ¿qué quieres que haga?- Preguntaba una alumna notoriamente más alta que la que tenía acorralada a la pared. –Tú dime y yo lo haré, pero si no dices nada no te puedo entender.-
-Dije que tenemos que ayudar a las demás… No tenemos tiempo para esto ahora, Sae…-
-¿No? Porque estoy muy segura que en el auditorio me estabas viendo de una manera no muy inocente, Kashiwagi…- Miyazawa Sae tenía sus brazos a los lados de Kashiwagi Yuki, su mirada reflejaba una necesidad intensa por el cuerpo escultural que tenía enfrente. De vez en cuando bajaba y subía la mirada escaneando cada centímetro de piel de Yuki, a quien se le notaba bastante frustrada con toda la situación. –Deja de hacerte la santa, que bien quieres esto tanto como yo. Te extraño…-
Sae acarició con cariño los brazos de su ahora presa. Poco a poco fue acercando su cuerpo al de ella, procurando que su pierna izquierda quedara justo entre las de la otra chica que se mordía el labio inferior por tratar de ganar una lucha que desde el inicio llevaba perdida. Poco a poco Yuki se fue relajando y aceptando las caricias prohibidas. Sentía su piel erizada y cada poro de su cuerpo transpiraba ligeramente.
-Entonces, ¿qué es lo que debmmmphhh –Unos labios hambrientos se adueñaron de la situación. –Tienes 15 minutos… -Sentenció Yuki.
-Basta y sobra. –Sae tomó a Yuki por la cintura y la levantó para acostarla en una mesa vieja pero limpia. Sae se preocupaba por tenerla "funcional" por aquello de sus encuentros casuales.
-O-
En una zona desolada de la universidad, una joven de rostro redondo y mirada un tanto nostálgica contemplaba el cielo, los árboles, el sonido del agua a sus espaldas. Simplemente pasaba el tiempo reflexionando, movía uno de sus pies lentamente arriba y abajo siguiendo un ritmo inexistente. El viento hacía que su cabello largo y liso flotara de manera irregular.
-¿Watanabe-san? –Una voz la sacó de su trance contemplativo.
-Hola, Watanabe-san –Watanabe Miyuki no pudo evitar reír un poco con el pequeño juego que su compañera de apellido, Watanabe Mayu, había hecho. Desde que supieron que compartían una similitud tan íntima hicieron 'click', aunque no siempre tenían tiempo de verse, disfrutaban mucho de la compañía de la otra.
-¿Qué haces tan sola, Miyuki-chan? Es raro verte sin chicas por todos lados. –Mayu se rió un poco pero se detuvo rápidamente cuando notó que Miyuki no había encontrado precisamente gracioso su comentario. –Perdón… ¿qué pasó? ¿Me quieres contar? –Mayu le puso una mano en la espalda haciendo un movimiento suave para tranquilizar a su amiga.
Miyuki soltó un suspiro fuerte. -Pues no es que haya pasado algo, es solo que cuando iba de regreso al salón vi a Sayaka corriendo junto a Jurina. No sé a dónde iban pero se veían muy contentas y ella nunca sonríe así conmigo… A veces siento que… haga lo que haga no me va a ver como quiero que me vea… Siempre es fría y cuando la tomo del brazo se queda quieta sin moverse. Es como si ni siquiera estuviera ahí… ¿Será que soy aburrida? Mayu-chan, ¡¿soy aburrida?! –
-Woa, calma, calma. Por supuesto que no eres aburrida, es solo que Sayanee es una persona que no muestra mucho su lado "tierno". ¿Has intentado distanciarte un poco? Igual no está tan acostumbrada al contacto físico, sabes que tiene muchas seguidoras, si ven que te da aunque sea un poquito de favoritismo puede que te empiecen a molestar…-
-Mmm, no lo había pensado así. Puede que funcione no estar tan cerca de ella todo el tiempo… No creo aguantar mucho pero lo intentaré. Gracias, Mayu-chan. –Miyuki le regaló su mejor sonrisa a Mayu, siempre le hacía bien hablar con alguien como ella, nunca decía las cosas sin pensar más allá de lo evidente.
Después de eso se quedaron platicando de todo y de nada, ya faltaba poco para la famosísima asamblea. Decidieron irse acercando al lugar pues tenían mucha curiosidad por lo que pasaría con la mesa directiva.
-O-
-Rápido, Yokoyama-san, ya vamos tardísimo. No pensé que nos tomara tanto tiempo terminar con el papeleo del ex director… Espero no morderme la lengua con mi discurso… -Rena caminaba deprisa, faltaban apenas 15 minutos para comenzar la asamblea. Seguramente ya las alumnas y los maestros estaban esperando al famoso par del consejo estudiantil. ¿Qué pensarían de ellas si llegaban tarde? Justo hoy no podían dar una mala imagen.
-Ya casi llegamos, no te estreses. Vamos por aquí para acortar el camino. –Yui señaló una zona que colindaba con las canchas, si cruzaban por ahí se ahorrarían unos cuantos minutos así que sin dudarlo utilizaron su ruta alterna. Para su mala suerte, Rena no se fijó que una pelota de tenis iba directo a ella.
-¡Cuidado! – Lo último que Rena pudo ver fue una bola verde que por poco le vuela la cara. Extrañamente sus reflejos lograron funcionar y utilizó los gruesos papeles que tenía en las manos como escudo. El lado malo fue que dichos papeles salieron volando en todas direcciones, los más cercanos al impacto se rompieron en pedazos irrecuperables.
-¡Perdón, no le di bien a la bola y salió disparada! –Jurina corrió a ayudar a Rena, que poco a poco fue asomando la cara por entre los papeles que le quedaron enteros. Por otro lado Sayaka se disculpaba con Yui y le explicaba por qué estaban ahí en un horario que se supone no se debería estar.
-Creo que sí… no me… pasó… nada… -Rena se quedó viendo a la joven que recogía papeles, o lo que quedaban de ellos, con rapidez. Notó que su cabello estaba agitado y unas gotitas de sudor recorrían sus mejillas y cuello. Su expresión de preocupación le pareció un tanto tierna.
-Tu… tu eres…- Jurina volteó hacia ella al escuchar que la llamaba. Sonrió un poco apenada por la situación.
Ninguna de las dos sabía que desde ese día un hilo rojo las mantendría unidas por mucho, mucho tiempo.
