Razón en su locura.


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Sakura hunde un pie dentro de la tina empotrada tanteando la temperatura del agua, luego el otro, y por último se sienta dentro de ella con plena confianza.

El calor es acogedor, relajante para el cuerpo, y el dulce aroma de las sales de baño rezuma del agua mientras el vapor impregna poco a poco el ambiente. La muchacha emite un suspiro de satisfacción al dejar caer su espalda sobre el respaldar de la cabecera, para quedar con el cabello sumergido y su mirada clavada en el techo del baño.

Un par de minutos de calma transcurren hasta que un llamado a la puerta se lleva su atención.

—Entra.

En respuesta, Sasori abre la puerta e ingresa discretamente al cuarto con un toallón doblado en mano.

—Olvidaste esto en el tendedero, muñeca. Ya está seco—sonríe dejando el toallón sobre la encimera del lavabo—. No querría que te resfríes al salir empapada del baño.

Sakura ríe por su gesto, al tiempo que se echa agua sobre los hombros para enjuagar el jabón.

—Gracias, cariño. Tú siempre piensas en todo.

El ex Akatsuki no puede evitar apreciar la imagen de su desnudez y cabello mojado por más tiempo del debido. Un momento como este... tan cotidiano como íntimo, no es la clase de situación que él quisiera dejar pasar sin disfrutar adecuadamente.

—Quédate conmigo... Siempre me gusta tenerte cerca—pide la dama disfrutando de la atención recibida.

El marionetista accede de buena gana, y toma asiento junto a la cabecera de la tina, sobre la superficie de azulejos, tan cerca de ella como lejos de la posibilidad de mojarse la ropa.

—Considerando lo efímero de una oportunidad como esta... Me considero afortunado—comenta inclinándose sobre la cabecera, a la vez que ella vuelve a recostarse boca arriba para contemplarlo desde abajo con una sonrisa juguetona.

La imagen de su cuerpo apenas distorsionado por el movimiento del agua es tan encantadora, que por un momento el pelirrojo contempla el valor de aquellos artistas que se dedican a inmortalizar el mundo por medio de ilustraciones.

—Es verdad… Sai no debe estar tan lejos...—responde Sakura recibiendo una caricia de su novio sobre la mejilla húmeda. El gesto la quita de su momentáneo estupor— ¿En cuánto estimas que estará aquí?

—Difícil saberlo con exactitud. Considerando que hoy se cumple el tercer día desde que enviaste el aviso… Quizás pasen tres días más hasta que tengamos noticia de él… o cuatro, o siete... Si tuviera que hacer una deducción, diría cuatro. Es casi seguro que antes de recibir el mensaje se haya estado moviendo en dirección opuesta a nosotros. Esa hubiese sido la estrategia correcta.

—Espero que esté bien… Ojalá no se haya metido en problemas—manifiesta Sakura, un poco preocupada al sopesar la posibilidad de que quizás haya tenido un percance peligroso.

—Es un espía—le recuerda Sasori—. Y uno bueno. Siempre tengo presente que fue él quien te salvó al conseguir la cura del veneno de la Serpiente por sus propios medios... Demostró que sabe cómo moverse en el ambiente. No sería un ninja fácil de atrapar estando por su cuenta. Si existe una demora, es una que él tomó a propósito y porque es la decisión óptima.

—Sí, tienes razón. Siempre tienes razón en estas cosas—asiente Sakura sacando una mano del agua para acariciar esa que Sasori tiene sobre su mejilla—. Creo que la espera me pone un poco ansiosa cuando pienso en esas posibilidades…

—No hay de qué preocuparse—asegura el ex Akatsuki con un porte seguro, y casi protector—. Pronto los dos volverán a Konoha, y todo estará bien de nuevo.

—Salvo por el hecho de que no podré llevarte conmigo…

Sasori ríe ante ese recordatorio.

—Razón de más para que a mí no me moleste esperar en esta ocasión. Más espera es más tiempo junto a ti, mi muñeca. Y ten en cuenta de quien vienen esas palabras.

Sakura sonríe al caer en cuenta de la ironía señalada. Es adorable a la vez que un ocurrente recordatorio a lo que debería ser su principal prioridad en esta situación: aprovechar el tiempo.

—Cierto… si a Sasori de la Arena Roja no le molesta esperar por algo, entonces estamos frente a un asunto serio—musita ella en un tono entre dramático y juguetón.

La kunoichi besa la mano que toca su rostro, y poco después captura el dedo pulgar de Sasori entre sus labios. Con los ojos cerrados, lo lame y succiona de un modo tan atrevido que consigue obtener de inmediato una reacción de su parte. Un suspiro que escapa de él durante su avance.

— ¿Quieres que me una a ti en la bañera? —pregunta sin esconder su entusiasmo, moviendo su dedo fuera de la boca de Sakura sólo para ver cómo ella vuelve a capturarlo una y otra vez—. Sólo tienes que decírmelo…

—Sí quiero... —masculla la dama tan decidida como enfrascada en su pequeño aperitivo—. Levántate. Ven más cerca…

Sasori obedece sin más, poniéndose de pie y desplazándose frente a la tina con cierta prisa.

En ese momento, sus planes de comenzar a deshacerse de toda su ropa son frustrados por otra jugada repentina. La dama agita el agua de la tina al incorporarse a medias y abrazarlo por la cadera, pegando su aliento y piel desnuda y tersa a su pantalón, mojando y calentando tanto la ropa como la actividad bajo ella.

Sumidos en esa posición tan particular, ella levanta la cabeza al tiempo que él deja caer su mentón y sus miradas vuelven a encontrarse. De inmediato, el deseo que se refleja a través de los orbes jades de Sakura no tarda en convertir la sorpresa del titiritero en excitación y respuesta física.

— ¿No quieres que entre al agua? —pregunta Sasori con una sonrisa cómplice al tiempo que ella se toma el atrevimiento de desabrochar su pantalón y hurgar manualmente dentro de su ropa interior.

—Tengo un mejor plan—aclara la mujer devolviendo la sonrisa, al tiempo que sostiene el firme miembro viril entre sus manos—. Ahora es la oportunidad perfecta para impresionarte...

— ¿Cómo podría…negarme...—formula a duras penas, sintiendo de inmediato a los labios fogosos de la mujer que lo derrotó besando y explorando su envergadura con la lengua—...cuando lo pides de esa manera?

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Otro día más de espera pasa, y el nuevo atardecer encuentra a la pareja de ninjas lejos de su alojamiento, haciendo algunas compras en el centro del pueblo que les sirve de refugio.

Allí, dentro del mercado, los comentarios que más resuenan en su paso por las góndolas son debidos a la conmoción por el asesinato del señor feudal Hanazono. Parece que por fin la información se extendió lo suficiente como para llegar hasta cada punta del país… y quizá hasta los países vecinos. A simple vista, y considerando la reputación que supo tener el líder, la noticia parece ser recibida como una tragedia inesperada, un atentado.

Sakura avanza arrastrando tras ella el carrito de las compras, mientras contempla de tanto en tanto a su compañero tomando cosas de los estantes para añadirlas a la canasta. Entre ellas, un paquete de fideos para ramen.

— ¿Ibas en serio con lo de querer cocinar ramen para mi?

—Por supuesto. Sé que te gusta y que estás acostumbrada a comerlo.

"No tanto como Naruto, pero sí." Piensa la muchacha sin poder evitar imaginarse un escenario con su amigo probando un ramen hecho por Sasori, y se ríe ante lo bizarro de la idea.

—Es el segundo hombre en la familia Hanazono que murió antes de conocer a sus nietos. La familia está maldita—comenta un hombre de avanzada edad a un lado de ellos, mientras compran cebolla, papas y zanahorias en la sección de verdulería.

—No es una maldición, viejo supersticioso. El hombre siempre tuvo una mano dura contra el crimen. Alguien como él siempre se hace de enemigos peligrosos—le contesta una mujer joven de rasgos similares, probablemente una hija o sobrina.

— ¿Quieres apostar al respecto? ¿Cuántos Ryus a que lo mismo le pasará a Seiichi Hanazono cuando suceda a su padre?

— ¡Abuelo! ¡El pequeño ni siquiera tiene barba y ya estás hablando de su muerte!— responde la joven en un tono entre indignado y avergonzado.

—Suenas como alguien que no quiere apostar—se burla el hombre quedándose con la última palabra.

—Atentado, eso es lo que es. Del País del Viento, seguro. ¿Qué acaso no invadieron Konoha hace dos años atrás? —escuchan decir de camino a la caja. Esta vez de parte de un hombre joven que habla con su esposa, mientras acuna al bebé de ambos en brazos—Esa supuesta alianza era una simple cortina de humo.

— ¿Y crees que el Kazekage sería así de imprudente como para desafiar a una sannin? Si es un simple niño—responde la mujer descreída de esa teoría—. Esto fue planeado, eso es seguro. El señor Hanazono era una figura importante de mucho poder, algún familiar cercano o por matrimonio lo habrá querido muerto y habrá conspirado para borrarlo del mapa.

— ¿Y por qué dejar vivo a su hijo y no matarlo también?

—Pues para manipularlo…

— ¿Ya-Sabes-Quién tomó las medidas necesarias para no dar a conocer sus actos? —pregunta Sakura por lo bajo a su compañero, sintiéndose de repente un poco inquieta ante estas especulaciones.

—No es necesario destruir evidencia, si puedes destruir toda la escena del crimen—responde Sasori en el mismo tono.

Considerando la explosión provocada por el simple hecho de recibir un mensaje de parte de Deidara, el comentario del pelirrojo tiene sentido a su morbosa manera.

— ¡Pero si ese tipo de escenas son el sello que lo caracteriza, tal y como me dijiste! —señala la médica en otro susurro veloz— ¿Por qué no lo descubriría alguien?

—Si ese alguien es lo suficientemente inteligente como para distinguir su trabajo de cualquier otro atentado, entonces es lo suficientemente inteligente para llevarse ese conocimiento a la tumba. ¿Cuántas personas en el mundo crees que pueden hacerle frente a él? O a todos sus compañeros, ya que los mencionamos.

Una vez que se unen a la cola de clientes detrás de la caja, el susurro entre ellos se torna aún más tenue y discreto, si es posible.

—Qué suerte tenemos… o tienes, en todo caso. Por saber en quién confiar en el momento justo—concede la muchacha cuidando de no manifestar preocupación en su porte— ¿Tienes pensado encontrarte con él luego de esto?

—No a menos que él me contacte por sus medios. Ninguno de los dos se beneficiaría de esos riesgos. No a corto plazo.

La respuesta no es del todo clarificadora ni satisfactoria, al menos no para apaciguar las dudas que estuvieron alimentándose dentro de ella durante estos últimos días. Pero sólo cuando pagan por los productos y abandonan el mercado con las compras en bolsas, Sakura se siente segura de volver al tema.

—Me refiero a que… ¿Cómo decirlo?...—ella mira a su alrededor sintiendo el riesgo de ser observada en todo momento, incluso si no hay tanta gente en la vía pública. Menos gente implica menos ruido de fondo para camuflar sus palabras—. Estás… demasiado tranquilo ante el prospecto de que él ya descubrió tus nuevas alianzas, y que el choque de intereses aquí es evidente. ¿Los términos entre ustedes siguen siendo buenos a pesar de eso? ¿Por cuánto tiempo más?

El artista demora en contestar, guiandola con sus pasos hasta un parque que está en su camino de regreso, donde la presencia de árboles y arbustos decorativos alrededor de ellos añade una pizca más de discreción.

—No hay conflictos de intereses. Los dos nos beneficiamos de que nadie sepa que estoy vivo. Y ahora él se beneficia de que nadie sepa que él me ayudó. Piénsalo por un momento: los únicos que nos favorecemos de sus acciones somos nosotros. El único que asume riesgos extras por ayudar es él. Mientras la organización no sepa que yo camino, él no tiene motivos para actuar en mi contra. Y ahora todos los que saben de nuestra situación son personas de confianza. Personas que ya probaron su lealtad.

—Pero tú estás del lado de Konoha ahora...—parpadea Sakura con cierta perplejidad. Ese detalle no parece estar siendo tenido en cuenta en esa ecuación.

—La organización no es una nación, no es una aldea… ni siquiera es un grupo de amigos. Es una asociación por conveniencia. No existen lealtades ni unidad entre todos los miembros. ¿Por qué le importaría eso?

En retrospectiva, la respuesta parece obvia.

—Es en serio—reafirma Sasori—. Es claro que existe más lealtad entre artistas que entre él y la organización. No es como que espere que ponga mi bienestar sobre su propia vida, pero estoy seguro de que la organización como tal le importa poco y nada.

— ¿Qué chance hay de que mi equipo vuelva a enfrentarse a él? —pregunta esta vez con un grado de sutileza mínimo.

—Considerando que ya perdió una vez… poco probable—la tranquiliza con un porte de confianza y seguridad que se impregna en sus palabras—. En todo caso, la opción más inteligente para la organización sería enviar a otros miembros… Como ese equipo en particular del que te informé hace tiempo. No tiene sentido enviarlo a él de nuevo cuando él no solo fue derrotado, sino que ya no cuenta con el factor sorpresa a su favor. Si el liderazgo es inteligente, y lo es, él estará lejos de ustedes.

Una vez de vuelta en la cabaña, Sakura desembolsa los víveres sobre la mesa y los guarda en la alacena o nevera. Todo lo que tienen debería rendir para los siguientes días, y, si Sai no se tarda mucho, quizá también para el viaje.

Aunque no sabe exactamente cuándo se hará presente el artista del movimiento, ni cuán urgente será su partida una vez que los encuentre, es un buen hábito el prepararse para iniciar una travesía.

Sasori la ayuda en la tarea hasta que, de un momento a otro, se queda parado frente a la mesa con una lata en mano, contemplando la lenta puesta del sol tras la ventana y perdiéndose en su propia mente.

"Otro día se está terminando..."

Cada vez que su cabeza permanece demasiado tiempo sin estímulos, es solo cuestión de tiempo antes que vuelva a aquellas experiencias que tuvo del otro lado del velo. Su parte racional se resiste a creer que eso en realidad fuese un vistazo a otra vida, sino que prefiere pensarlo como simples alucinaciones causadas por un cuerpo anormal en una situación extrema.

Por otro lado, el dia de hoy la "memoria" de Konoha destruida se siente especialmente vívida. Nunca había tenido ningún tipo de afiliación a ninguna nación o aldea… pero, como Sakura dijo…

"Sí, supongo que ahora estoy con Konoha... No porque ese sitio o sus habitantes me importen… si eso es posible para mi, aún no me encuentro en ese punto. Pero ella sí me importa. Y está más que claro que su ánimo y su vida estarán para siempre enlazados con su aldea natal."

Hace siglos que las aldeas dejaron de estar escondidas del resto de la civilización, y es eso lo que las vuelve vulnerables. Es un verdadero chiste que aún conserven el título de "ocultas". Desde que son un jugador más en la política de los países, ahora son blancos de persecuciones y guerras como lo es cualquier otra potencia… y la propia vida del artista, y su asociación con Sakura es lo que pone en peligro a la aldea. Si no juega sus cartas bien, es posible que esa pesadilla del otro mundo sea una premonición.

"No puedo permitirlo. Mientras mi nombre y mi pasado continúen persiguiéndome tan de cerca, la amenaza seguirá presente. Sólo queda una cosa… y es cuestión de crear espacio entre mi presente y mi pasado."

— ¿En qué estás pensando? —pregunta su muñeca con curiosidad al asomarse de nuevo en escena.

Sasori parpadea una vez para regresar su atención a ella.

—En nuestras circunstancias presentes. Aunque duren poco—manifiesta haciendo levitar la lata con sus hilos para llevarla a su lugar dentro de la alacena, la cual abre y cierra también con la misma técnica—. Y en el futuro. Más bien en posibles futuros.

El último agregado definitivamente suena como el Sasori que la muchacha conoce.

— ¿No crees que te hace mal preocuparte en todo momento? —sonríe ella siguiendo el recorrido de la lata con la vista antes de acercarse a él para abrazarlo.

—No… no es preocuparme—contesta en tono sereno al tiempo que la recibe y estrecha contra sí—. Es sólo tener en mente distintas posibilidades. Reflexionar de esta manera me mantiene en calma cuando las sorpresas llegan. Quizá evadirlas por completo.

— ¿Puedo participar? —habla Sakura con una mejilla sobre su hombro—. Quizá así pueda estar en calma yo también.

El marionetista le acaricia el cabello por un largo momento, apreciando su suavidad con la obsesión por el detalle que caracteriza a la veta artística en él. Ella suspira cómoda ante su mimo.

—Estaba pensando en la Arena—expele omitiendo por completo sus cavilaciones más recientes, sin romper la atmósfera de calma y compañía que reina entre ellos—. Ahora sé que tengo allí a Kiyoshi… y sé que en este momento es un plan a largo plazo, porque estoy hablando de al menos cinco años. Pero creo que puedo usarlo para crear una identidad falsa estable.

"¡Cinco años!" Las palabras toman por sorpresa a Sakura, tanto que los brazos que rodean el torso de su amado quedan inertes por un momento. La sola revelación también la deja conteniendo el aliento en lo que demora en retomar la palabra.

Cinco años… No debería sorprenderle que Sasori piense en el futuro en esos términos. Para alguien de su edad, para alguien que contempla la inmortalidad… no debería sorprender que su concepción del tiempo siempre implique planes a largo plazo.

— ¿Crees que es posible? —pregunta separándose lo suficiente de su pecho como para tenerlo cara a cara, y ver su honestidad a través de sus orbes ámbar— ¿Dejar de ser perseguido de manera permanente?

—No es sencillo—sonríe Sasori—. Pero debería ser posible. Piensa en las veces en las que creamos personas falsas antes de entrar a un pueblo. Con unas horas de conversación, podemos crear una identidad que resistiría un día o dos de interrogatorios o investigación, dependiendo de cuán competentes seamos al mentir. Un mes de trabajo de Kiyoshi podría establecer algunos rastros falsos, contratos, registros de impuestos recientes, otros documentos menores. Lo suficiente para crear una identidad que podría sostenerse frente a unos meses de investigación profunda. No mucho más que un año. Es útil para misiones de infiltración de mediano plazo, pero no es suficiente para lo que me gustaría lograr.

— ¿Alguna vez creaste una identidad falsa permanente?

—No para mí. Es un proceso largo y requiere la colaboración de varias partes. Si los involucrados no son de confianza, se convierten en cabos que deben atarse. Nunca tuve acceso a una ayuda proveniente de cargos políticos elevados, así que cada vez que es necesario crear una documentación oficial, hay que esperar a que exista una falla en la seguridad de los archivos. No sólo se trata de crear un interminable registro que dé autenticidad a la nueva persona, sino también de hacer mucho trabajo de campo. Hacer correr rumores.

— ¿Cómo funciona eso?

—La nueva persona tiene familia y amigos, y esas personas, por más ficcionales que sean, tienen que hablar de esta nueva identidad. Tienen que existir historias, anécdotas. Cuando la nueva persona llegue a su residencia, ya tiene que ser alguien de quien se ha oído hablar. Alguien con historias, anécdotas conocidas. Un pasado conocido e inocente del que nadie se haga preguntas peligrosas.

El ceño de Sakura se frunce al contemplar cada uno de esos pasos y pautas con seriedad.

— ¿Y crees que podrías diseñar una identidad nueva en tu aldea de origen?

—Sí—asiente Sasori—. Creo que Kyoshi y yo podríamos lograrlo en dos o tres años.

— ¿No es un riesgo innecesario, considerando que allí se guarda todo tipo de información relacionada a ti?—comienza a cuestionar incrédula ante ese objetivo, pero de inmediato se da cuenta de lo que eso significa—Espera, ¿Es porque allí guardan tu colección, verdad?

—Principalmente, porque es una aldea donde ya tengo alguien en quien confío. Además de que es un sitio con el que estoy familiarizado. Sé cómo corromper a aquellos que deben ser corrompidos. Sé dónde presionar. Conozco cómo funciona la política dentro de la aldea. La verdad es que la información más importante que ellos tienen de mí es que estoy muerto. Mi rostro, mi pelo… nada de esto es… ¿Real? Son cosas que puedo cambiar, si creyera que mi aspecto puede ser un problema. La verdad es que no creo que lo sea en demasía. Tampoco es que vaya a acercarme a las pocas personas en la aldea que tuvieron la chance de ver mi cuerpo original—Sasori hace una pequeña pausa, denostando cierta frustración en sus facciones—. No voy a mentir, recuperar mis obras es definitivamente un factor importante en mi decisión. No mi cuerpo original, porque… por mucho que me duela, reconozco que eso está fuera de mi alcance. Si intentase acceder a él causaría demasiados problemas. Mi cuerpo original es el precio a pagar para poder seguir con vida. Por otro lado... si la Arena mantiene buenas relaciones con Konoha, la nueva identidad permitiría que nos podamos ver. En público. Sin problemas.

Sus últimas palabras saben a esperanza para el corazón de Sakura. Eso sumado a la mirada penetrante y la sonrisa galante con la que el ex Akatsuki la observa, hace que sus mejillas se pongan a juego con el rojo intenso del sol poniente allá afuera.

El hecho de que Sasori conciba con total naturalidad un futuro proyectado a cinco años en el que ella sigue presente, le resulta tan tierno como repentinamente vergonzoso.

Y ahora la ausencia de palabras motiva a Sasori a buscar sus labios en un beso fugaz y dulce. Ella lo corresponde de buena gana, y también al siguiente beso, y al siguiente. Pero, cuando al cuarto contacto el pelirrojo intenta subir el nivel introduciendo la lengua dentro de su boca, Sakura se aparta sin brusquedad alguna que lo alarme.

—Acerca de lo primero… sobre tu colección…—plantea apartándose poco a poco del abrazo al tiempo que su piel vuelve a retomar su color natural— ¿Planeas destruirla, verdad?

El tono de delicadeza de Sakura deja entrever cierto temor. Ella sabe que la sugerencia no será bien recibida, pero considera necesario tener esa conversación. Mejor ahora que más tarde.

—No. No planeo destruirla—la devolución es inmediata y escueta, pero, para alivio de la dama, no existe ofensa ni enojo en la voz del hombre—. Y tú me conoces lo suficiente como para saber eso. ¿Por qué lo sugieres?

—Pues… si la recuperas, mientras exista... es una evidencia de tu identidad, y por tanto un peligro para nosotros…—Sakura busca el apoyo de una silla a sus espaldas mientras piensa cómo decir lo que tiene en mente, pero pronto nota que no existe una forma de hacer que suene bien—. Eso y que son marionetas humanas. ¿Aún quieres preservar tu colección?

El artista conserva el silencio. Sakura lo conoce lo suficiente como para saber que sus palabras lo están haciendo considerar sus opciones. Él sabe que a ella le importa más el segundo argumento, y ella a su vez sabe que él es capaz de esconder evidencia con facilidad. La objeción de su muñeca con el conservar sus obras es de índole moral.

"No puedo destruir mis obras" La determinación es casi automática. Incluso considera la opción de mentir ahí mismo.

—No… No estoy listo para tomar esa decisión ahora, mi muñeca. Quizá tienes razón. Quizá sea un error querer conservar mi colección… ahora no puedo decidir eso. Admito que mi primer instinto es el de recuperar y cuidar de mis obras, pero tengo que considerar otras opciones… Aún tengo tiempo para eso—Sasori pronuncia cada oración de manera pausada. Le cuesta contestar, la de Konoha lo sabe y opta por no interrumpir—. Por ahora, lo único de lo que estoy seguro es de que mi colección no debería estar en manos de la Brigada. No puede seguir en posesión de la Arena. Quién sabe lo que ellos pueden hacer con ella. E incluso si no pudiesen usarla para nada… mis creaciones no existen para ser armas o experimentos. Ellos no son capaces de respetarlas.

Sakura escucha las palabras con atención. Existe un pesar y una firmeza en su porte que no puede ignorar. Es obvio que el hecho de que Sasori ya no desee crear marionetas humanas no reduce el aprecio que le tiene a sus obras pasadas.

"Ya el hecho de que esté considerando opciones es un comienzo." Reconoce lista para tomar la determinación de no presionarlo más al respecto.

—Suficiente con eso. Es claro que sabes cómo mantenerte escondido de la Arena, y estoy segura de que ellos no serán un problema. Y una vez que Sai y yo estemos de nuevo dentro de Konoha, ésta tampoco será un inconveniente mayor—la joven comienza a decir lo primero que viene a su mente mientras su mano busca en el aire la de su querido marionetista—. Eso solo nos deja un grupo de riesgo. Tus viejos colegas.

— ¿Qué con ellos? —parpadea el pelirrojo con una clara mueca de confusión mientras toma y estrecha la mano femenina en gesto expectante.

—Ellos fueron una gran fuente de preocupaciones estos últimos días...—procede ella sentándose sobre la mesa, e impulsando a Sasori más cerca de ella en el mismo movimiento—. Y luego de que me contaras sobre Deidara, pensé que no tengo suficiente información sobre otros, como Orochimaru o Itachi. Y creo que tampoco las aldeas, al menos no posterior al momento de su deserción. Tú sabes más que nadie sobre el tema.

Sasori ríe entretenido con la propuesta de hacer nuevamente de informante, aunque también un poco decepcionado de que este giro de la conversación le quite otra oportunidad de hacer algún avance hacia su dama.

—Supongo que tiene sentido—comenta tomando asiento en una silla, aún con la mano de su musa entre sus dedos—. Después de todo, tu aldea y tú tienen historia con ambos miembros. Ex-miembro en el caso de la condenada víbora escurridiza.

—Ni que lo digas—resopla Sakura cruzando sus piernas—. Orochimaru es un verdadero bastardo. ¿Te dije que se enfrentó a mi equipo cuando teníamos sólo doce años? Se coló en el Bosque de la Muerte durante los exámenes chunin para buscar a Sasuke… Ahora sé que no tenía intención de matarnos, pero en su momento fue aterrador.

—Y aún lo es. Incluso como compañero era un espécimen impredecible al que no había que subestimar, ni mucho menos darle la espalda.

— ¿Te sentiste amenazado por él en algún momento?

— ¿Amenazado? No…—asegura el pelirrojo con un tono burlón hacia su ex-compañero—. Sólo fui lo suficientemente precavido como para no permitirle de ninguna manera inmiscuirse en mis asuntos. La serpiente rondaba alrededor mío intentando extraer toda información posible sobre mi red de espías, e incluso de mis técnicas. Nuestra competencia podría decirse que era sólo de egos. A lo último, nos espiabamos mutuamente por medio de nuestros subordinados. O eso creí…

—Kabuto, lo sé—completa Sakura por él. La sorpresa de la traición de Kabuto cayó más sobre el capitán Yamato en su disfraz de Hiruko que sobre su amado.

—El día que encuentre a esa rata traidora...—musita con un tono irónico y a la vez resentido, con la mirada fija en un punto de la pared. No es más que una amenaza vacía, a sabiendas de que no está en condiciones de perseguir a Yakushi—. Pero sí. Me atrevería a decir que Orochimaru es el sujeto más capaz que ha estado en la organización, y no me refiero sólo a su capacidad de combate. Lo digo porque a diferencia de mi, la organización sabe que vive, y en varias ocasiones supo de su posición, pero aún así no fuimos capaces de acercarnos lo suficiente para enfrentarlo. El tipo es mucho más que solo fuerte, es inteligente como pocos, quizá como nadie.

Sakura nota como el reconocimiento de parte de su novio hacia la Serpiente Blanca es frío y protocolario, y no nacido del respeto.

—Recuerdo que cuando los dos descubrieron el plan del Capitán Yamato de hacerse pasar por Hiruko para engañarlos, sólo Orochimaru notó que el capitán no eras tú. ¿Él conoce tu aspecto real, verdad?

—Sí...—admite en un forzado tono de desenfado—. Como dije, Orochimaru estaba obsesionado con sacar información de mí. Y un día simplemente… se apareció afuera de mi taller, mirándome con una sonrisa retorcida y burlándose de lo "infantil" de mi aspecto.

Con sólo imaginarse a semejante sujeto del mal parado frente a ella y mirándola de la manera en la que Sasori lo describe… se le revuelven las tripas.

—Aterrador… y desagradable… ¿Qué hiciste tú?

—Sonreír de regreso y burlarme de cuán anciano y decrépito era el suyo… Esa no es la clase de circunstancia en la que uno quiere mostrar debilidad. En todo caso, no pudo enterarse del verdadero secreto—el artista señala a su núcleo con su mano libre—. A partir de ese día, puedo decir que comenzó el verdadero espionaje en su contra. Al cruzar esa línea, ya estaba garantizado que no duraría demasiado tiempo en la organización. Si tuviese intenciones de permanecer allí, hubiese mantenido la distancia.

Haruno ríe ante este último dato. Ciertamente era el ego lo que los enfrentaba a ambos.

— ¿Cuál fue la razón de su deserción? ¿Lo sabes?

—Su primera obsesión fue Itachi, hasta donde sé. Lo espiaba al igual que a mí… o al menos, lo intentó por un tiempo—rememora Sasori con el mismo tono burlesco de al principio—. Un día intentó atacarlo por la espalda, pero Itachi lo dejó malherido y la víbora huyó de Akatsuki. Al menos, esa versión fue la que se nos notificó a todos.

—Itachi...—musita la muchacha, reflexionando sobre el Uchiha mayor—. Él sí que es un misterio para mi.

—Para ti y para todos, mi muñeca—Sasori acompaña sus palabras con caricias sobre el dorso de la mano cálida que aún sostiene.

— ¿Incluso para ti?

—Siempre fue un muchacho silencioso y reservado con todo el mundo. Se le da bien mantener la calma en toda situación posible. Es alguien formal, de pocas palabras, y a quien nunca vi lejos de su compañero de equipo. Claro que a veces Kisame se aparecía solo, pero, cada vez que se separaban, Itachi simplemente desaparecía, se esfumaba en el aire… para luego de un tiempo volver a aparecer junto a Kisame. Y en lo que respecta a su actitud en combate, él nunca renegó de su prestigio y linage monstruoso, sacándole provecho siempre que fuera necesario. Sin duda él descansa en las habilidades que la sangre le dio—las palabras del pelirrojo podrían fácilmente interpretarse como una crítica negativa al Uchiha genocida, pero, contrario a cuando habló de Orochimaru, su tono no es otra cosa que respetuoso y serio—. Y no se malentienda, su doujutsu es formidable, algo que es imprudente no tener en cuenta, pero al mismo tiempo lo vuelve un shinobi dependiente a su sharingan… Eso lo convierte en alguien que rara vez tiene la práctica de enfrentarse a un verdadero desafío, y eso es una desventaja importante.

— ¿Y cómo hiciste para acostumbrarte a semejante compañía?

—Puede que tengas arraigada la impresión de que son seres salidos de pesadilla, después de todo, tu equipo y tú tuvieron que enfrentarse a mis dos ex-compañeros, y a Itachi Uchiha, pero, aunque te cueste creerlo, los miembros de Akatsuki siguen siendo humanos, incluído yo—musita por lo bajo, y autocorrigiendo sus palabras con un tono cálido—. Me gustaría creer que es más fácil creerlo de mi parte.

Sakura sonríe sin poder evitar que su última confesión la distraiga del tema actual.

—Sí, tú por sobre todas las cosas. Pero, no sé… Orochimaru e Itachi son...—retoma con dificultad para elegir sus palabras—. Digamos que me cuesta verlos como simples humanos.

—Piensa en tu amigo jinchuriki, en la Princesa de las Babosas… en los otros Hokages, y también en el Colmillo Blanco. Los héroes y próceres de un pueblo son siempre los cuentos de terror de otro. Esta lógica no escapa a los miembros de mi antigua organización. Para la incipiente aldea del Sonido, de seguro que Orochimaru ocupa el mismo lugar que tu aldea otorga al primer Hokage.

—Es cierto. No lo habia pensado de esa manera...—parpadea Sakura un poco anonadada—. Supongo que tienes razón. Aun así, la idea de Orochimaru siendo venerado como una figura histórica… francamente me disgusta. Incluso si reconozco que como sannin está más que cerca de ganarse ese puesto. En todo caso, aún merece la infamia. ¿Si no él, quién?

"Pues, yo." Piensa el pelirrojo sin culpas, sino más bien a modo de reconocimiento hacia su propia situación.

El silencio perdura lo suficiente como para llamar la atención de su musa.

— ¿Dije algo malo?

La respuesta de Sasori es soltarse de su agarre y ponerse de pie en un movimiento ágil. Y un gruñido de fingida frustración escapa de él cuando se lleva una mano a la sien en pose algo dramática.

—Oh, nada, es sólo que… Itachi, Orochimaru, el mocoso impertinente de Deidara...—farfulla con una molestia fingida, tan propia de él que es casi graciosa—. De repente muestras interés y preguntas tanto por esos… ¿Y esperas que no me ponga celoso?

Sakura se sonroja y lanza una carcajada ante el pequeño teatro.

—Oh, cariño…

Para cuando ella se baja de la mesa para acercarse a él, su amado le da la espalda en gesto indignado.

—Una víbora senil y dos mocosos inmaduros… ¿Qué tienen esos que no tenga yo? Poseo más experiencia que cualquier muchacho presumido, y un cuerpo superior al que cualquiera que ese viejo pueda robarse...—continúa en su jocosa pretensión de aire ofendido, dirigiendo sus pasos hacia la puerta de la recámara.

—Nunca quise que pensaras lo contrario—dice Sakura entre risas, y poco después queda sola en la sala, con la puerta al pasillo cerrada frente a ella— ¿Me vas a hacer la ley del hielo ahora?

Cuando se dispone a tomar el pomo de la puerta, ésta vuelve a abrirse de par en par, y del otro lado la recibe una imagen muy familiar… idéntica a la primera vez que lo vio.

— ¿Qué pasa? —sonríe al dejarla anonadada ante la visión de su antigua túnica de Akatsuki, delineada por la tenue luz rojiza de la última hora del atardecer— ¿Ya no me queda vestirla?

Acto seguido, unos hilos de chakra brotan de su mano, y, con un simple chasquido de sus dedos, se encargan de bajar las persianas y encender la luz del comedor. El efecto atractivo y envolvente de la iluminación natural se pierde al instante, pero ahora ya no existe el riesgo de que ojos curiosos o distraídos observen el interior de la cabaña.

—Así que de eso se trataba—comenta la ninja con el rubor nuevamente instalado en sus mejillas, más la interpretación del renegado la anima a participar en este juego—. Pero no necesitas ese uniforme para llamar mi atención… A no ser que quieras una revancha. Ya sabes, por aquella vez…

—Una revancha, sí… eso suena interesante—manifiesta con expresión arrogante, aunque claramente enfocada en provocarla—. Pero, ¿Qué te hace pensar que tienes chance contra mí esta vez? Soy Sasori de la Arena Roja, y tú una simple niña en mi camino… la suerte tiene sus límites… no deberías tentar la tuya tan fácilmente.

Sakura se muerde el labio inferior para contener una nueva carcajada. Jugar a algo como esto es… la idea más ingeniosa que jamás se le habría ocurrido. El sólo pensar que en el pasado esa túnica tuvo otro significado para ella… sólo la hace sentirse aún más empoderada ante su situación.

—Por supuesto que puedo...—masculla con la llama de la competencia establecida en su mirada, al tiempo que se acerca a él—. Tengo confianza plena en mis habilidades. Podría acabar contigo aún más rápido que la vez anterior. El que no tiene chance contra mi, eres tú...

—Veo que sigues siendo la misma chiquilla arrogante...—suspira el "Akatsuki" con voz ronca al tener el aliento de su amada a simples centímetros de distancia, y no espera más para robarle un beso agresivo.

Sakura lo sujeta por el cuello de su túnica, y corresponde a su avance con el mismo entusiasmo.

—Los niños crecen… y los niños aprenden...—susurra ella contra su boca— ¿Y qué me dices de ti? ¿Qué puedes hacer ahora que ya no tienes tus marionetas?

Sasori la arrima a él con su mano derecha y desciende con la otra hacia su trasero. Con el mismo ímpetu dominante de antes, cuela su tacto directamente debajo de sus calzas y agarra con firmeza la carne desnuda y tersa.

—Desde donde yo lo veo, aún tengo una muñeca bajo mi control—su tono la invita a resistirse, a la vez que su mano derecha deja que una serie de hilos se expanda por la espalda de su captiva.

Sakura da una zancada hacia atrás, jalándolo de regreso a la sala de estar en el proceso. Luego, lo empuja contra la pared de un modo igual de dominante. Su brazo queda doblado sobre el hueco entre la garganta y hombros de su amado, ejerciendo la suficiente presión como para permitirle la mínima movilidad a su cabeza.

— ¿Decías? —habla en gesto triunfal, sintiendo cómo el agarre sobre su trasero pierde fuerza y cede a la presión ejercida. A continuación, lo besa al tiempo que fricciona su cuerpo contra la túnica cerrada, pero se aparta de su boca al momento siguiente y lo escudriña con ojos desafiantes.

El pelirrojo, negándose a quedar atrás, mas sin intención de escapar de su reciente prisión, se inclina para tomar un beso por su cuenta. La presión del brazo femenino contra su cuello, aquel que ahora porta la humanidad que su chakra le provee, es suficiente para comprimir el área donde en un momento se exponía su tráquea.

Sin verse alterado por lo que en otra época lo hubiese privado de aliento, el hombre insiste en incrementar la presión en su búsqueda por la boca de Sakura, hasta que ella libera la tensión de su brazo por reflejo. En ese instante, el artista aprovecha el escaso espacio entre ellos para posar su mano derecha en el pecho izquierdo de su captora.

—No necesito respirar—se burla restándole importancia a ese gesto de preocupación— ¿Lo olvidas, muñeca?

Sakura sonríe en respuesta, sorprendida y a la vez obstinada. En vez de contraatacar, ella asiste a su oponente bajándose el cierre de la blusa, y dejándola caer al suelo. Acto seguido, se levanta la taza izquierda del sostén para quedar totalmente expuesta ante el tacto.

—Y la chiquilla soy yo...—se burla con gesto sobrador, mientras la mano del pelirrojo se impregna de su calor—. Si vas a atacarme allí, hazlo bien.

— ¿Me estás tendiendo una trampa? —pregunta Sasori de la Arena Roja tomando el pezón en un arrebato de confianza. Y lo envuelve con suavidad, recorriendo en círculos su textura, haciéndole cosquillas, y por último apretándolo como si algún secreto fuese a brotar de él— ¿Acaso tengo que quitarte la información por las malas?

Sakura se relame los labios, excitándose más de lo que creía ante la caricia. Aquello la motiva a terminar de desnudarse el torso. En el momento que lleva sus manos a su espalda para desabrochar la prenda, es cuando los hilos que el marionetista dejó allí se pegan sobre sus dos muñecas.

—No tan rápido, niña—se burla incorporándose, sonriendo con malicia mientras da medio paso hacia adelante y la presiona contra él.

El "Akatsuki" apoya su mentón en el cuello de su amada como si estuviera por susurrarle, pero en vez de eso mantiene el silencio y entre caricias la guía hasta que es ella quien se encuentra dando la espalda a la pared.

—Era mi turno de hacerte esperar—tras esas palabras, Sasori muerde la tersa piel impoluta frente a él, procurando empujarla un paso más hacia la impaciencia que lo caracteriza.

—Típico de un marionetista—susurra ella tras gemir con los ojos cerrados—. El no atreverse a usar las manos...

—Lo hubieses pensado antes. Ahora ya es un poco tarde para arrepentimientos—se burla al apartarse de la marca roja grabada en el cuello de su kunoichi, mientras libera sus brazos sólo lo suficiente para que ella se sienta libres de usarlos... antes de volver a tomar control de ellos y subirlos sobre su cabeza.

Mientras sostiene la postura erguida de la dama, más un manojo de hilos con su mano derecha, el hombre usa su mano izquierda para acariciarle la entrepierna por sobre la ropa.

—Pero me siento generoso hoy...—la vuelve a provocar elevando un poco más sus hilos de chakra, dejándola con su peso sostenido sobre las puntas de sus pies.

La muchacha cautiva se estremece ante el dominio de él sobre el juego, y cada vello de su cuerpo se eriza como consecuencia de la cercanía a su sexo.

— ¿Tan generoso como para jugar con tu oponente de esta manera tan infantil? —espeta igual de obstinada que antes—. Hasta yo podría hacerlo mejor. Generosa sería yo al enseñarte cómo torturarme adecuadamente...

Sasori bufa ante la reacción de su muñeca, y responde con una caricia mucho más agresiva a su intimidad.

—Eres una prisionera demasiado testaruda—dice presionando y afianzando su tacto allí, incluso moviendo de lugar la prenda interior bajo las calzas—. Vas a pedir piedad y agradecer cuando te la conceda.

Más temprano que tarde, las calzas de Sakura y su panti caen hasta sus tobillos. Ahora que sus caderas están finalmente expuestas, su sexo le da la bienvenida a los dígitos del marionetista.

Su apasionado trabajo no tarda en arrancar gemidos de su cautiva, cuyo cuerpo se tensa, y su espalda se arquea ante el avance de las caricias dentro y fuera de ella. La imposibilidad de Sakura de buscar otro apoyo además de la pared, incita al ex-Akatsuki a tirar aún más de los hilos que sujetan sus brazos. De este modo, la fuerza invisible la eleva aún más arriba, sin posibilidad de tocar el suelo, y con la mano del titiritero entre sus piernas como único punto extra de soporte.

—Esto es a lo que yo llamo entusiasmo—se jacta al sentir la cálida humedad de su dama bañando sus dedos, y le roba un beso antes de permitirle la réplica.

—Es sólo un calentamiento… —sonríe Sakura con el rostro enrojecido y el aliento agitado— ¿Eso es todo lo que tienes?

El pelirrojo se desliza hacia arriba en una sola caricia, regresando la atención hacia su punto más sensible. A continuación, mira a Sakura a los ojos y sonríe con malicia en el momento que ella nota que un hilo fue dejado en su interior, y dicho hilo ahora amenaza con mantener la estimulación en ambas direcciones.

Sasori vuelve a buscar su boca a modo de respuesta, al tiempo que acelera el ritmo de la mano que aún la toca por fuera. El sentir sus gemidos desbocados ahogándose entre sus besos le resulta hipnótico, adictivo.

Sakura muerde el labio inferior de su torturador en un momento de pura adrenalina, más incapaz de luchar contra el juego que se marca contra su piel.

—Maldición...—gime con una risita contrariada—. Malvado... voy a…

Sus piernas desnudas se presionan una contra la otra ante la escalada de su respuesta física, y su garganta pareciera tener vida propia. Su mente no encuentra manera de oponerse al efecto que sus dedos de marionetista desencadenan sobre ella, tan siquiera para protestar al respecto.

—Sasori… voy a…

Él sólo ríe ante las advertencias, y desciende hasta el pecho agitado de la mujer, capturando el pezón izquierdo entre sus labios mientras los gemidos se tornan más agudos y ahogados, y finalmente ocurre. El índice y anular del titiritero aplican un último encerrón a su clítoris y un orgasmo la sacude.

— ¡Dioses! —grita con los ojos cerrados al tiempo que da un saltito que sólo la impulsa más cerca de él.

Sasori nota de inmediato el deceso de adrenalina en su dama al proseguir con su juego, y no puede evitar preguntarse lo obvio.

—No me digas… ¿En serio acabaste? —pregunta cesando de acariciarla, e incorporándose con una mueca de perplejidad en el rostro.

—Sí...—responde Sakura más extrañada aún, al tiempo que su respiración se va normalizando.

—Pensé que estabas jugando…

— ¡No puedo creerlo!

De inmediato, lo adorable del error de cálculos hace que Sakura se salga del personaje y estalle en una carcajada.

—Es la primera vez que te sobre estimo—contesta el ex-Akatsuki uniéndose a la risa, al tiempo que suelta poco a poco la tensión de los hilos, para permitir a la mujer una transición antes de que vuelva a sostener el total de su peso sobre sus pies—. Supongo que después de haberte subestimado en nuestros primeros encuentros, esto pasaría alguna vez.

Sakura lo abraza por el cuello y lo besa con calma.

—Fue... fue genial. Eres increíble—le dice enternecida ante la falta de experiencia que aún exhiben en sus encuentros—. Y es adorable el que estemos así ahora mismo.

El artista disfruta de la manera en que su musa aún mantiene un gran porcentaje de su peso sobre él. Por un momento, sospecha que el abrazo es una excusa para recuperar el uso total de sus piernas, pero prefiere no insistir en esas suposiciones.

—Lo soy gracias a mi inspiración—finge humildad antes de responder con otro beso fugaz—. Y tú eres más adorable.

De un momento al otro, Sakura vuelve a tomar su boca de forma fogosa, casi cortando sus palabras. Disfruta de verlo contrariado al corresponderle con más torpeza que pasión.

— ¿Qué haces? —pregunta en el ínfimo instante que su dama le permite separarse del beso, notando cómo las manos de ella ahora están enredadas en el cierre de su pantalón.

— ¿No escuchaste hablar de los multiorgasmos? Aún quiero tenerte dentro...

El artista sonríe ante la resistencia de la kunoichi.

—Te dije que pedirías piedad. La noche es joven.

Sasori la toma entre sus brazos y la aleja de la pared... hasta tirarla sobre la mesa.

—Perfecto. Lo haremos muchas veces, entonces…—susurra ella contra su boca cuando lo tiene sobre ella, encerrado entre sus piernas.

.


.

La presencia monitorea la cabaña desde hace unas horas. El cerrado de las persianas y cortinas es hermético. Eso puede ser tan buena noticia como mala. La falta de información lo mantiene incapaz de tomar una decisión.

Paciente, la figura encapuchada busca un punto favorable para poder observar el edificio una vez que amanezca. Pero no existe tal sitio. Todo es césped y pequeños arbustos decorativos. Los pocos árboles que existen en este barrio cerrado están muy lejos de la cabaña como para servir de puesto vigía. La única opción que le quedará una vez que el sol ilumine el tejado que ahora la acoge, es la de caminar por el área cercada a intervalos irregulares, sin que noten sus movimientos.

A juzgar por la escasa iluminación que llega desde el horizonte próximo, el pueblo no despierta de inmediato con la llegada de los rayos del sol, pero los habitantes de la cabaña sí. Sasori y Sakura son claramente visibles desde las ventanas. Nadie que no conozca sus rostros vería a un par de fugitivos en ellos.

De repente, la pareja escucha el sonido de alguien golpeando a la puerta, y al intercambiar miradas entre ellos, las sospechas se hacen inmediatas. Ahora mismo, el hecho de prepararse para lo peor es una cuestión más de costumbre que otra cosa.

Cuando ambos se acercan con debida cautela al recibidor, es la kunoichi de Konoha quien toma el pomo de la puerta, y la abre tan sólo unos pocos centímetros.

La tensión se deshace de inmediato cuando sus ojos observan el rostro del ANBU de Raíz del otro lado.

—Informa la situación—pregunta el ninja pálido con mirada sombría, abrigado por una larga capa negra y con sus facciones apenas visibles bajo la capucha. Su tono es igualmente serio, ahorrando tanto palabras como segundos.

—Estamos a salvo. En serio. Hay mucho para contarte. Pasa, por favor—responde Sasori al reconocer de inmediato la voz del visitante. Es a quien esperaban.

—Soy sólo un clon. Sai está esperando por mi reporte—la comunicación es limitada, casi robótica. Es claro que el artista del movimiento está muy acostumbrado a la precaución—. Estará aquí en unos minutos. Sólo necesito informarle sobre la seguridad de este sitio.

—Totalmente seguro—Sakura responde la pregunta del recién llegado con un guiño y una sonrisa confiada—. El mensaje es que venga con nosotros, así podemos compartir las buenas noticias.

El clon asiente y se aleja a toda velocidad, dejando a la pareja sola de nuevo, y esperando por la llegada del ANBU real.

Sai mentiría si dijera que, pese a que las palabras y memorias de su clon le transmiten la suficiente calma como para aplacar sus nervios a corto plazo... al momento de arribar hasta la cabaña, el recibimiento de sus compañeros lo desconcierta.

El saludo de Sakura es cordial y amistoso, casi comprensivo, y el de Sasori es afable, pero inexpresivo. Todo esto es raro considerando las circunstancias actuales.

—No te preocupes, esto no es ningún genjutsu—lo tranquiliza la médica casi a modo de broma al cerrar la puerta tras él—. Pasa, ponte cómodo.

Sasori la sigue en silencio a la sala de estar, sin denotar nada extraño en su porte tampoco. Por un momento, la urgencia del asunto tienta a Sai a adelantarse a los hechos y dirigirse al marionetista con una pregunta directa y contundente. Pero no tarda en recobrar la compostura y quitarse el calzado en el recibidor, para luego colgar su capa en el perchero.

— ¿Quieres un poco de té? —pregunta Sakura desde la cocina.

—Seguro...—asiente aún sin poder adaptarse a la repentina casualidad del escenario. Acto seguido, camina hasta la mesa del comedor y se deja caer sobre una silla en gesto exhausto, y a la vez expectante.

No pasa mucho antes de que el marionetista y la kunoichi se unan a él en la mesa. La taza de té humea frente a Sai para cuando finalmente recibe las esperadas noticias de parte de sus anfitriones.

A partir de ahí, la pareja presencia una imagen inesperada. El ninja pálido frente a ellos se encoge sobre su asiento, apoyando los codos en sus muslos y recargando la frente sobre las palmas de sus manos, en una posición y gesto que manifiesta en partes iguales cansancio, reflexión e incredulidad.

Tras unos instantes de silencio, el muchacho por fin alza la vista y recupera su rostro inexpresivo y calmo de siempre, inexpresivo y calmo como el tono de su veredicto:

—Pues, eso cambia un poco los planes.

La típica idiosincrasia de Sai, y el ahora rostro entre confundido e incrédulo de Sakura, es suficiente para quitarle una pequeña sonrisa a Sasori.

—No sé por qué esperábamos otro tipo de reacción—se burla el artista de lo eterno.

—Entonces… los rumores iban en serio. Y esto… Dei… Tu contacto eliminó la amenaza. Disculpen la incredulidad, es sólo que… de todas las cosas que me imaginé cuando activaron el mapa, esta no era ni de cerca una de ellas—las palabras de Sai son pausadas. Normalmente suele ser decisivo con ellas, o al menos justifica esas demoras en la sabia decisión de su habla. Este no es el caso, y es un detalle que no escapa a la pareja, pero, por una cuestión de respeto, optan por no hacer un comentario al respecto—. Tengo que confesar… que no tengo un plan para esta circunstancia.

La honestidad de su amigo termina de convencer a Sakura de que él estaba tan afectado como ella, aunque su manera de demostrarlo sea atípica.

A continuación, el joven artista da un primer sorbo a su té, casi como si esto lo ayudara a digerir la situación más rápido. Y en parte es así, ya que el calor que entra a su organismo es renovador, gratificante para su mente.

—Necesitaré un tiempo para pensar en la siguiente movida…—musita al dejar la taza de nuevo sobre la mesa— ¿Existe otra noticia de implicaciones gigantescas, de la cual todavía soy ignorante?

—Sólo que puedes confiar en que mi contacto con "la organización" no se opondrá a nosotros. Mientras no se sepa que permanezco con vida, él no tiene ningún motivo para alinearse con ellos—Sasori no quiere abrumar al segundo artista con demasiada información. Ya bastante lo hizo hasta ahora. Prefiere retornarlo a situaciones que él sí tiene bajo control— ¿Hay algo que Sakura y yo debamos saber?

—Mi demora tuvo un motivo—comienza el ANBU tras otro sorbo, esta vez sin dificultad para hallar palabras—. Estoy confiado en que pude asegurar la fidelidad de los hombres de nueve dedos. Mis intentos de rescatar a Hiromu y su familia fueron exitosos. Logré ponerlos a salvo. Todos aquellos que traicionaron a Hanazono sabrán que nosotros los protegemos. Las acciones de tu contacto fueron por demás, oportunas. Es casi seguro que creerán que nosotros somos los responsables de eso también. Nuestra red de espías tiene todos los motivos para seguir siendo fiel a nosotros, sea por miedo o por lealtad.

—¿Hay algo de ese rescate que merezca la pena contarnos? —pregunta la kunoichi alegrandose por esas noticias.

—Nada especial. Instruí a algunos de nuestros hombres para que me asistan a localizar a Hiromu y sus allegados. Luego, fui por ellos. Hubo sangre. Evitamos que los menores de edad vieran la parte sucia.

La mirada de Sakura ante la mención de niños involucrados en esto cambia de inmediato.

—¿Como se encuentra…

—Todos están sanos y salvos… —se apresura a aclarar el hombre de la Raíz—. Más salvos que sanos. La niña no fue herida, pero no puedo decir lo mismo de sus padres. Los hombres de hanazono querían dar un mensaje.

Al ver la expresión preocupada de Sakura, el artista del movimiento procede a completar la oración.

—Las heridas en los padres son menores y ya fueron atendidas. Como te dije, solo querían dar un mensaje. Además, ellos tenían demasiado valor para él como para darse el lujo de perderlos. Créeme que el mensaje que devolvimos fue aún más claro.

Sasori no puede sino apreciar la particular manera en la que Sai concibe y lleva las redes de espías. El concepto de "comunidad" y "nosotros" es algo constante en su discurso.

—¿Hiciste de ellos un ejemplo?—pregunta Sasori escondiendo tras el eufemismo aquello que él hubiese hecho con los perpetradores de aquel daño.

—Todos aquellos que trabajan para nosotros saben hasta qué punto se extiende nuestra protección, y lo que somos capaces de hacer con aquellos que dañen a los que están bajo nuestra ala—podría jurarse que existe un apenas perceptible dejo de ira en la voz de Sai. Eso es suficiente para indicar el destino de los captores—. Cuando la voz se corra fuera de nuestra gente, estoy seguro de que muchos querrán ganarse un lugar dentro de la organización… creo que tendremos que encontrar otra manera de permitir que nuestros miembros prueben su lealtad. Si vamos a expandirnos, demasiada gente falta de dedos llamaría la atención.

El pálido se permite bromear un poco con la situación, pero es lo suficientemente convincente en sus palabras como para aliviar las inquietudes en su amiga. Después de todo, si Sai demostró ser algo por sobre cualquier otra cosa, es confiable.

—Honestamente, coincido—asiente ella intentando dejar sus preocupaciones a un lado—. Entiendo que con los traidores de la Serpiente teníamos que enviar un mensaje… además de ponerle un precio a la lealtad. Pero no es algo que podamos mantener a largo plazo, o aplicar como regla general.

—Preferiría mantener el mito de los nueve dedos vivo—opina el pelirrojo—. Quizá convertirlo en algo requerido para ascender a algún puesto de autoridad intermedia. Creo que mantener un factor de intimidación, aunque sea secundario, es importante para mantener la fidelidad de aquellos que no tienden a ser agradecidos. Akatsuki ofrece protección, y fíjate cuán fieles son los miembros que no son adecuadamente intimidados. Orochimaru… Deidara… yo...

Sai observa al artista de lo eterno, y luego a Sakura antes de hablar refiriéndose al ex-Akatsuki:

—Tiene un punto.

—Siempre lo tiene. Es casi irritante... —concede la médica con buen humor—. Entonces… ¿Es hora de planear nuestro regreso?

—La verdad es que preferiría continuar esta conversación esta noche. Vengo durmiendo no más de tres horas seguidas desde que todo esto comenzó, y ahora que sé que no existe un precio sobre mi cabeza… creo que ya no debería seguir dependiendo de sustancias para mantener mi lucidez.

— ¡Disculpame, Sai! —exclama Sakura acongojada ante semejante revelación.

—No. No te molestes y no hay nada que disculpar. Buscaré un sitio en donde permanecer en el pueblo. No quiero ocupar su espacio, y la verdad es que quiero una cama y cuatro paredes para mi. Después de los últimos días, creo haberme ganado el gusto.

— ¿Seguro? —indaga sin esperarse la respuesta de su amigo—. Alquilamos este sitio con una habitación para ti, así no tenías que pasar por más molestias. Quédate aquí con nosotros, por favor.

—Les agradezco... creo que… necesito un descanso...—el ANBU se ve desorientado, pero entre sus pausas puede percibirse que agradece el no tener que buscar coartada y hospedaje en este momento.

El ex-Akatsuki y la ninja de Konoha concluyen la reunión habiendo visto más de Sai de lo que esperaban conocer. Ciertamente, se había ganado su descanso.

Esa noche, para cuando el ANBU de Raíz termina de ducharse en el baño frente a su recámara, otra escena algo peculiar lo sorprende en el comedor.

Por un lado, su compañera de equipo está terminando de preparar la mesa, y por otro él, el que alguna vez hizo temblar shinobis con la sola mención de su nombre, ahora se encuentra encargándose de preparar la cena.

—¿Descansaste bien?— pregunta Sakura al sentir su presencia junto a ella.

—Bien, sí. Suficiente… digamos que lo suficiente para comenzar los planes—asiente el muchacho mucho menos ojeroso que cuando llegó a la cabaña—. Aún me duele todo el cuerpo, así que necesitare un poco más de descanso antes de volver al camino.

—¿También tú necesitas un masaje?—cuando Sasori de la Arena Roja hace su pregunta, se encuentra dando la cara a la cocina y la espalda a sus comensales. No hay manera de saber si eso es una broma o una oferta real.

Sai opta por reírse ante el comentario.

Sakura se sonroja mucho y abre los ojos como platos. Por suerte, puede disimular su reacción al hallarse de espaldas a su compañero e inclinada sobre la mesa… más no ocurre lo mismo con su imaginación. Demasiado sobreactiva a la hora de fantasear, como para obedecer al mandato interno de retornar al mundo real cuanto antes.

— Creo que paso de eso… la demora en la ducha fue precisamente para beneficio de mis músculos… Dejando eso de lado... ¿Desde cuándo cocinas? —prosigue Sai al fijar su atención sobre el pelirrojo, mas sin expresión alguna en su faz que acompañe a su perplejidad.

El marionetista se gira a verlo sin descuidar el wok de verduras que está salteando sobre el fuego. Sobre su camiseta negra de cuello alto arremangada, luce un sencillo delantal blanco que protege de las salpicaduras de aceite hirviendo.

—Desde que le sugerí la idea—sonríe Sakura al recobrar la compostura, invitándolo a tomar asiento a la mesa—. Estoy segura de que no que no te decepcionará.

—Siempre y cuando no tenga veneno… puedo comer lo que sea—sonríe también el muchacho de la Hoja, con su tan acostumbrada falta de tacto.

—No tientes tu suerte—advierte Sasori en un tono afable—. No es necesaria la formalidad ni el agradecimiento. Tengo mis motivos para practicar.

Poco después, el wok es llevado sobre la mesa, donde es servido junto a una bandeja de onigiri preparados por la propia Sakura.

—Hay que admitir que luce bien—reconoce Sai al tomar sus palillos y servirse una porción de verduras salteadas. Moja su bocadillo en salsa de soja antes de llevárselo a la boca—. Y sabe aún mejor.

El renegado sólo sonríe de medio lado en respuesta, colgando el delantal en el respaldo de otra silla, para luego sentarse en ella.

— ¿Y qué hay de ti? —pregunta galante, sin poder ignorar a la mujer sentada a su lado, al tiempo que deja descansar su brazo en el respaldar detrás de ella sólo para hacerla sonrojar un poco.

Sakura debe apresurar su bocado para responder.

—Sabes que me gusta todo lo que preparas—comenta un poco avergonzada, tapándose la boca con una mano.

En lo que dura la cena, la conversación entre los tres vira desde nimiedades hasta el tema que sacudió su orden de prioridades hace no tanto tiempo.

—Muy bien. Nuestra situación actual con la aldea es… digamos que única—comienza el muchacho de tez pálida—. Después de todo, desaparecimos sin dar ninguna explicación y vamos a tener que darlas al momento de nuestro regreso.

—Supongo que el plan cambia según a quien deban presentar esta información—acota el artista de lo eterno.

—Me imagino que Sai responderá ante Danzo debido a que la Raíz responde a él. Y yo… en el mejor de los casos sólo tendría que responder ante Tsunade… pero eso no es una garantía—responde la médica.

—No me imagino que vaya a tener muchos problemas con Danzo—procede el ANBU—. Él me otorgó la chance de actuar bajo mi discreción, y conservar los secretos que considere necesario conservar por el bien de la aldea. El punto de la Raíz es alimentar a la Hoja desde el subsuelo, donde nadie nos vea ni sepa lo que hacemos. El problema es que dudo que Sakura tenga esos mismos privilegios. De hecho, podemos dar por seguro que tu ausencia inquietó a muchos. El protocolo llama a que se despliegue un equipo de búsqueda cuando una desaparición es reportada. Danzo no reportaría la mía hasta que pase al menos un mes y medio, es por ello que sólo respondo ante él… pero en tu caso… No creo que te dejen tranquila sin que les ofrezcas algo.

—Entonces, tenemos que pensar en qué les vamos a ofrecer.

—Creo que no podemos ofrecerles mentiras, Sakura. Sin importar lo que les digamos, van a comenzar a hurgar. Si mentimos demasiado, algo va a salir a la luz—el joven artista suena resignado—. Creo que tenemos que revelar a Konoha la existencia de nuestra red, sin dar nombres, por supuesto… Creo que tenemos que "admitir" que sospechábamos una conexión entre Hanazono y la Serpiente, que nos vimos obligados a proteger a uno de los eslabones en nuestra red de espías, y no podíamos dar explicaciones hasta no estar seguros. Después de todo, acusar a un señor feudal de tales crímenes sin evidencia es algo poco prudente.

—Y una investigación de Konoha solo revelaría que sus sospechas fueron correctas, y él fue asesinado por involucrarse en ese tipo de negocios—razona Sasori—. Eso es inteligente.

—¿Estás seguro, Sai? Sé que trabajaste duro para mantener la red de espionaje fuera del conocimiento de Konoha.

—Mientras no admitamos que nuestra red trabaja fuera del territorio de acción de nuestra aldea… creo que si obviamos ese detalle, no vamos a incitar consecuencias mayores—el espía de Konoha no da señales de resistirse ante la idea.

—Tenemos que tener nuestras historias sincronizadas. No podemos arriesgarnos a contradecirnos entre nosotros—advierte Sakura.

—Sobre el escuadrón de búsqueda… No sé muchos detalles al respecto, pero sé que los rastreadores de Konoha gozan de una reputación destacada—vocaliza el artista de lo eterno—. Por motivos obvios, me separaré de ustedes a una distancia prudente de Konoha.

—Podemos dar por hecho que Inuzukas y Hyugas están buscando a Sakura en este momento—sentencia el ANBU con total sobriedad—. Mantener la distancia es definitivamente la única opción sabia. Voy a preparar un par mapas para que podamos contactarnos en caso de ser necesario.

—A todo esto, tengo otra duda...—menciona Sakura luego de asentir a la sugerencia de Sai—. Es sobre lo que quizá originó todo este problema.

Sasori la mira con atención, y Sai no tarda en leer entrelíneas el objeto de esas dudas.

— ¿Te refieres a esa fuerza que estuvo atacando a la Serpiente, verdad?

—Sí—asiente la muchacha tras tragar un bocado de bola de arroz—. Sólo por estar segura… ¿No fue el propio Deidara, o alguien de Akatsuki, quien empezó esos asesinatos?

—Imposible—niega Sasori—. Nada de lo que vi en las bases atacadas se condice con el estilo de pelea de mis ex-compañeros. Y por supuesto que Deidara mencionaría el tema en su carta, si hubiera tenido algo que ver en el ataque a las bases.

—Además, nadie en Akatsuki tenía motivos para atacar a la Serpiente… por otro lado, considerando los negocios que la Serpiente hacía y el hecho de que "el monstruo de Khanzen" liberó un número considerable de prisioneros… creo que a la Serpiente le deben de sobrar enemigos—agrega el pálido.

—Ya veo...—musita ella inconforme al caer en cuenta de que se quedó sin sospechosos—. Entonces tendré que vivir con la idea de que nunca sabré a quién echarle la culpa de todo lo que pasamos.

—No necesariamente. Somos espías, mantendremos un oído abierto por rumores y, si encontramos incidentes similares, podremos investigar. Pero ahora mismo sólo nos queda esperar por nueva información. Además que de momento existen otras prioridades.

Terminada la hora de la cena, Sai se excusa para retornar a su habitación sin hacer demasiada sobremesa. El cansancio de las últimas semanas, y quién sabe qué droga consumida para mantenerse, logran hacer mella en su resistencia física.

Tanto Sasori como Sakura insisten en que él regrese a descansar a sus aposentos mientras ellos atienden el asunto de la limpieza. Si alguien se había ganado el descanso, es el joven ANBU.

Ahora, el living y comedor permanecen desiertos y con las luces apagadas, a excepción de aquella proveniente de la cocina.

En ella, Sakura se encuentra frente al lavabo, vestida con su camisón y una bata de dormir por encima, llenando un vaso con agua. Acto seguido, se lleva el vaso a los labios para ayudar a pasar una píldora por su garganta.

— ¿Esos días comenzaron? —pregunta el marionetista al hacerse presente en escena.

—Sí, lo acabo de notar—asegura Sakura al voltear hacia él con una mano sobre su vientre bajo—. Ya estaba preparada. Era algo que esperaba, pero no deja de ser una lástima para nuestros planes...

Sasori pone sus dedos sobre su vientre también, como si quisiera escudriñar sus síntomas.

—Son sólo cólicos—ríe ciertamente enternecida por su dejo de preocupación hacia ella—. La medicina los alivia.

—Podría probar darte un masaje ahí—susurra jocoso, solo para molestarla un poco.

Sakura se lleva una mano a la boca para intentar contener la risa.

—Tentador… pero la sangre lo tornaría desastroso ¿No crees? —responde en un hilo de voz—. Además, este no es el sitio más discreto para hablar de eso, considerando que Sai está durmiendo en la habitación de al lado.

—Entonces, baja más la voz...—la regaña de modo juguetón, sin sentirse presionado o cohibido ante lo que ella señala como riesgo—. Además… para ninjas como nosotros, la acústica de este sitio es… óptima.

De un momento para el otro, es ella quien está apoyada contra el mármol, con el marionetista dándole un beso furtivo.

—Malvado… tentarme de esta manera...—sonríe la muchacha contra su boca, antes de tomar otro beso y rodearle el cuello con los brazos— ¿En serio quieres estar ahí?

—Por favor… Estás hablando con Sasori de la Arena Roja ¿Lo olvidas? —le recuerda sin darle mayor importancia al asunto— ¿Desde cuándo somos la clase de persona que escapa de la sangre? Sin contar que, para variar, esta sangre no es motivo para alarmarse.

A Sakura le está costando demasiado contener la risa en una situación como esta. Por suerte, el leve dejo de vergüenza la asiste en eso.

—Tienes razón. No es algo malo de por sí… sólo… tú sabes... sucio. Para un colchón, al menos. Tendremos que buscar otro sitio… algo que se pueda limpiar fácilmente...—musita suspicaz, mientras finge observar opciones en la oscuridad circundante—. Como el mármol.

Sasori le dedica una mirada, dando a entender su idea sólo con esta...

—Hablando de asumir riesgos... —susurra tomándola de la cintura para ayudarla a sentarse sobre la mesada.

Sakura lo recibe entre sus piernas con un beso, enredando sus dedos en el cabello pelirrojo. Entretanto, las manos de su amado apartan por completo los pliegues de la bata de dormir de su nívea entrepierna, y deslizan hacia abajo su ropa interior, recubierta con una compresa teñida en rojo.

Cuando sus dedos encuentran de nuevo el botón empapado, un gemido escapa de la boca de la mujer en medio del beso cada vez más desbocado. En respuesta, sus muslos se tensan y sus manos se aferran al trasero de Sasori, buscando en el proceso bajar su pantalón de manera torpe.

—Sasori... —gime en un susurro casi inexistente al separarse del beso, abriendo aún más sus temblorosas piernas de modo involuntario. Sakura apenas logra contener el ritmo de su respiración ante el avance frenético de las caricias sobre su intimidad.

—No vayas a gritar, mi muñeca... —susurra llevando un control más preciso sobre la estimulación proferida. La experiencia adquirida este último tiempo le enseñó cuánto puede acariciarla sin llevarla al límite tan rápido—. No querrás que se oiga cómo nos divertimos…

—Entonces entra… deprisa—demanda ella volviendo a tomar su boca, al tiempo que termina de quitar y hacer caer el pantalón y los bóxers.

El estado actual de su musa sólo potencia la sensación de calidez que envuelve al marionetista al unirse a ella. Y a partir de allí, el mundo deja de existir. Sólo está ella y sólo está él, sólo está este momento.

La pasión de su encuentro en forzado sigilo deja su rastro carmesí en ambos, y también en el mármol debajo de Sakura.

—Dioses… somos asquerosos... —susurra la muchacha con una sonrisa de satisfacción, tan a gusto con la escena que no tiene ánimos de apartarlo de su interior.

—Y no me arrepiento de nada—sentencia con el aliento tan agitado como ella, antes de volver a besarla.

El remover la evidencia de sus actividades de sus propios cuerpos no toma demasiado tiempo ni esfuerzo, sólo un poco de agua con jabón.

Sakura opta por acostarse a dormir poco después de la limpieza, mientras las drogas todavía adormecen el dolor de su vientre.

Sasori, por su parte, regresa a la cocina para dar un retoque extra a la mesada con el trapo húmedo del lavabo, asegurándose de que no haya rastro de lo sucedido.

Está bastante seguro de que fueron discretos en su pequeño juego. Por otro lado, sabe también que Sai es lo suficientemente inteligente, tanto para intuir lo que ocurre, como para ignorarlo. Pero reconoce que esa clase de pensamientos es mejor que queden dentro de su cabeza.

Las horas comienzan a pasar en este pueblo una vez más, y el sueño se lleva a casi todos los que toman cobijo bajo su cielo.

Aquella noche encuentra al artista insomne en solitario, sentado frente a la mesa del comedor, y observando de manera ausente algún punto en la oscuridad.

Sakura duerme en la habitación matrimonial que compartieron por estos últimos días. Sai debería estar descansando también, pero el haber dormido al comenzar el día tuvo la consecuencia de alterar su ciclo de sueño.

Por su parte, al cruzar la puerta del pasillo, al ANBU no le sorprende encontrarse al pelirrojo del otro lado, siempre sereno e incapaz de dormir.

—¿Puedo?—pregunta Sai asomándose a la escena desde las sombras, con un aspecto somnoliento, aunque arreglado. El joven señala una silla desocupada frente al artista de lo eterno, y sólo obtiene un asentimiento con la cabeza por respuesta. Tras sentarse en su silla, pasa a otra pregunta— Te ves preocupado, considerando nuestras circunstancias ¿Quieres compartir lo que tienes en mente?

—No estoy preocupado. Estoy revisando un par de planes para el futuro...—comienza el marionetista— ¿Crees que pueda pedirte ayuda en uno de ellos?

—Depende del plan y del momento en que me pidas la ayuda. Pero sabes que haré lo posible por asistir. ¿Qué tienes en mente?

Al renegado de la Arena no le satisface lo práctico y realista de la respuesta. Aunque en parte, es por esta clase de cosas que puede respetar al ANBU.

—Planeo crear una identidad falsa en la Arena para mi persona. En algún momento requeriré de asistencia interna en Konoha para forjar documentos que la legitimen.

—Veo que estás planeando a largo plazo…—comenta sin demostrar sorpresa en su expresión—. Empezaré a allanar terreno una vez que esté de nuevo en la aldea. ¿Qué te llevó a esa decisión? No tengo que explicarte los riesgos.

—Es claro que ni Sakura ni yo planeamos dejar de vernos. No puedo seguir siendo un muerto viviente. No puedo seguir dependiendo de la falta de cuidado de aquellos que tienen algo en mi contra. Eventualmente tendría que poder responder a la pregunta "¿Quién eres?" sin tener que considerar matar al que indague demasiado.

—Tiene sentido. Será complicado, pero creo que en unos años podría reunir suficientes favores dentro de la aldea como para alterar los registros necesarios, sin que sea evidente. ¿No te molesta la idea de estar en deuda conmigo?—el pálido emite una broma, aunque en su tono no se distinga demasiado.

—La verdad es que no. Tendré que estar en deuda con alguien para llevar esto a cabo. Creo que entiendo tus motivaciones. Sabes que puedo ser más que útil a Konoha. Y sabes que tenerme a mí del lado de la aldea, e incluso limitar las asociaciones con otras aldeas, es valioso. Cuando me pidas un favor, recibirás una respuesta positiva. Las pocas excepciones a esa regla no merecen mención entre nosotros.

—Pues, estamos en la misma página en cuanto a ese tema. Ahora me gustaría que estemos en la misma página con otro asunto

—Creo que tuve esta conversación con Sakura antes. Es sobre el tercer artista ¿Verdad?— pregunta Sasori evitando mencionar el nombre de Deidara. Espera a que el muchacho asienta antes de proceder— ¿Hay algo especifico que quieras saber?

—Lo que tú creas que es sabio que yo conozca para confiar en nuestra circunstancia actual.

—Fue un golpe de suerte que haya sido él quien estuvo encargado de contactar con Hanazono en nombre de la organización. Él está cubriendo nuestras espaldas porque tiene mayor afinidad por mi que por Akatsuki. Me atrevo a decir que no tiene lealtad alguna por ellos. El único motivo por el que se tornaría contra nosotros, es si la organización se enterase que yo sigo vivo y le fuese entregada la tarea de ir a por mí. Dado el caso, su motivación sería la autopreservación. En sí, él no tenía ningún motivo lógico para ayudarnos. Eso es evidencia de que no es leal a la organización. Además... Estoy poniendo no solo nuestras vidas, sino la de Sakura en sus manos. Supongo que eso es indicación de cuánto confío en que no es un cabo suelto por atar.

—¿Estás omitiendo alguna información que ponga en peligro, o sea importante que yo sepa para atender al beneficio de la aldea?—la nueva pregunta de Sai encuentra una negativa por respuesta—. Entonces, es suficiente para mi. Si Sakura confía en ti, y tú estás dispuesto a apostar su vida en este tercer artista… es suficiente.

Sai hace una pausa a todo este tema, mientras se cuestiona acerca de si debe o no preguntar lo que tiene en mente. El silencio se prolonga lo suficiente como para que Sasori intuya que lo que está pensando ahora es de otra naturaleza.

—Tengo una pregunta que hacerte sobre Sakura —retoma el hombre de la Raíz en un susurro—… pero no sé si podría formularla con delicadeza y claridad. Así que te pido disculpas anticipadamente.

El ex-Akatsuki sólo le contesta con un gesto de su mano, que lo invita a proceder.

—Tengo entendido que Sakura vio y vivió muchas cosas en nuestros enfrentamientos con la Serpiente… y seguramente vivió más en estos últimos días... Quiero creer que sabes a qué situaciones me refiero… Así que, ¿Cómo se encuentra?

—Ella es tan fuerte en su mente, como en su físico. Sí… recibió daño, pero es capaz de sanar y tener una mayor salud que cuando comenzó. Creo que está saliendo de esta circunstancia más fuerte y madura de lo que nunca fue—el tono de Sasori es cuidado, pero nada en él denota que esté mintiendo o ocultando verdad.

"Hasta hace muy poco, yo tenía esa misma incertidumbre." Se dice el marionetista, familiarizado quizá de más con el temor fantasma que rondó por su cabeza hasta su tiempo juntos en este lugar. El temor a dañarla en alguno de sus juegos fue tan irracional como persistente en él.

—Me alegra oírlo...

—Mi turno de hacer preguntas—el artista de lo eterno procede a cambiar la dirección de este intercambio—. Hay algo que me gustaría saber. Quizá puedas quitarme la duda.

El dibujante alza una ceja antes de ofrecer una respuesta:

—Adelante.

—Quisiera saber cual fue el resultado de la primera información que di a Sakura tras nuestro primer enfrentamiento.

—Me sorprende que no lo sepas. Pensé que para este momento ya se lo habrías preguntado a ella hace tiempo.

—Esa conversación existió entre nosotros—aclara Sasori—. Pero, a decir verdad, estoy más interesado en los hechos. Sé que todo lo que tiene que ver con el menor de los Uchiha afecta las emociones de Sakura. Me temo que ella no podría dejarlas de lado al responderme.

—Buen punto. Supongo que no hay daño en decirte lo que pasó. Pues, como ya te habrá dicho Sakura, en la misión que surgió de tu información me uní al equipo Kakashi. Mi misión secreta en realidad era la de eliminar a Sasuke. Obviamente, no cumplí esa misión. Digamos que ahora estoy abierto a la posibilidad de que el final de ese hombre no sea así de drástico. Aún no me convence del todo, si soy honesto… El encuentro que tuvo con el asesino de su familia no fue productivo en ningún sentido. Aún se muestra firme en su idea de mantenerse como renegado, y no estoy seguro cuales son sus planes para Konoha o sus viejos compañeros. Sobre tu espía, ahora trabaja para Orochimaru. Quizá eso sea de tu interés, en caso de que quieras darle consecuencias a su decisión.

—Gracias por la información. Confío más en tu criterio sobre el joven Uchiha de lo que podría confiar en el de Sakura—comenta con un porte más introspectivo—. Y sobre el traidor de Yakushi… no estoy en condiciones de castigarlo por lo que hizo. Sería tomar riesgos innecesarios. Quién sabe… quizá en algún futuro lejano, si es que sigue vivo. Por ahora, Kabuto está tan bajo en mi lista de prioridades que podría no existir. Es decir… era un espía decente y tenía sus talentos, pero ni siquiera llegó cerca de descubrir mi verdadera imagen. Él no es una amenaza para el secreto que ahora protegemos.

—Veo… Entonces, ¿Te preocupa más Sasuke Uchiha?

El pelirrojo demora un poco en contestar. Por todo lo que averiguó de él, Sasuke en realidad es un factor impredecible. Y por más que lo haga debajo del ala de Orochimaru, el mocoso lleva un buen tiempo como renegado sin ser capturado. La posibilidad de que él sea un peligro para Sakura es algo que Sasori no puede ignorar… Pero lo cierto es que, aunque él no esté presente para ayudarla, ella no está sola en lo que respecta a Uchiha.

—Me preocupa Sakura—se sincera con el ANBU de Raíz. Su preocupación tiñe su semblante apático y se propaga a través de su tono—. Su punto ciego siempre fueron sus lealtades y emociones. Y ese asunto las mezcla a ambas. Es casi seguro que yo no esté presente la próxima vez que ese asunto vuelva a surgir. Me gustaría estar informado aunque sea.

—Creo que puedo entender por qué. Si de algo sirve, planeo ser la voz de la razón cuando sea necesario—añade Sai poniendo su atención sobre la ventana, para ver una hoja volando de marco a marco a causa del viento— ¿Te molesta continuar la conversación afuera? Las cosas están demasiado quietas aquí adentro.

Al marionetista se le escapa una sonrisa. Un pedido tan claramente basado en caprichos artísticos es algo que no escuchaba desde que compartía tiempo con Deidara. Asiente con la cabeza y se pone de pie.

Los minutos siguientes, ambos artistas se encuentran sentados en el tejado de la cabaña. Sai no demora en extender un pergamino y esbozar un pincel. Sasori observa de reojo el lienzo. No puede entender qué ve de fascinante en la manera que el viento se arremolina en las calles.

"Pero no soy quien para juzgar." Se dice mientras la brisa juega con su cabello rojo.

Aún así, Sasori de la Arena Roja no quiere interrumpir su momento de inspiración. Bien sabe cuán valiosos estos pueden ser. No puede evitar pensar en las distintas concepciones de belleza. No puede evitar pensar en Deidara y su torcida manera de ver el mundo. Al menos cuando Sai observa un movimiento, por efímero que este sea, él intenta capturarlo y preservarlo en su tinta, replicarlo con sus técnicas.

Por otro lado…

El viento se detiene por un momento, y cuando esta etérea danza de aire deja de cautivar la atención del dibujante, éste se encuentra libre de su hechizo.

—Discúlpame la distracción. ¿Estabas por decirme algo?

—Nada verdaderamente importante… sólo pensaba en mi viejo compañero, el tercer artista. Él encontró una manera de ver la belleza en aquellas cosas instantáneas que existen por breves momentos, sólo para esfumarse poco después.

—Una directa oposición a tu persona—observa el ninja de la Raíz— ¿Qué es lo que te llevó a pensar en él?

—Es sólo que en estos últimos tiempos me encontré en situaciones que creí cercanas a la muerte, y disfruté de circunstancias, las cuales soy consciente que no pueden tener permanencia… —Sasori toma unos segundos antes de admitirlo en voz alta. Es en parte un golpe a su ego, pero siente necesario reconocerlo ante un artista—. Creo que comienzo a entenderlo. Hay algo de razón en su locura.

Ahora es Sai el que se permanece sin hacer ruido. Contempla las facciones del artista de las marionetas, encontrando lo que sólo puede comprender como una mezcla de resignación y reflexión.

—No divulgaría esta información ni aunque pudiera—asevera el ANBU tras el rítmico trino de un ave nocturna, que hasta ahora era lo único que cortaba el silencio— Puedo conservar eso como secreto.

—Maldito Deidara… no pienso admitirlo. Aún tengo un intento de reputación por mantener.

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Nota de autores

¡Hola! Acá estamos, cumpliendo cuarentena. No nos ibamos a perdonar no actualizar nuestra historia por lo menos una vez durante esta época tan difícil.

Esperamos que les sea leve y que se cuiden mucho, y ojalá esta época se termine lo más pronto posible!

Atentamente, lahonestidadenmi y Co-autor.