Obi Wan despertó más tarde de lo que acostumbraba pero pensó que tal vez se lo merecía. Salió de la cama lentamente, disfrutando la brisa que corría por su habitación. Tomaría un baño y disfrutaría de ese día como si fuera el último. Abrió el agua caliente y entró en la ducha. Cerró los ojos al sentir la calidez del agua abrazando sus, ya no tan tensos, músculos. Gruñó de satisfacción. Pocas veces se permitía esos "lujos" (levantarse tarde, tardar de más en su baño matutino). Para cualquier persona eran cosas normales, de todos los días. Pero para un Jedi… y francamente ya estaba cansado de todo eso. Toda su vida había vivido reprimiendo cosas. Y no es que estuviera coqueteando de repente con el lado oscuro, pero secretamente siempre había condenado ciertas actitudes demasiado rígidas de la Órden. Probablemente tenía que ver con haber tenido el maestro Jedi más transgresor, pero él tenía sus propias inquietudes. Sin embargo, en momentos como éste extrañaba a Qui Gon. Él siempre le recordaba que estaba bien dudar, que estaba bien defender las ideas. Tal vez por eso había luchado tanto por recuperar a Anakin, porque le recordaba un poco a su maestro. No le importaban las reglas, él hacía las suyas propias y las defendía hasta la muerte. Un poco los envidiaba, pero jamás lo iba a admitir en voz alta. Sonrió. Recordó las mil y una veces que ambos hombres (que extraño era llamar "hombre" a Anakin, si hasta hace nada era un nene) le habían dicho que necesitaba relajarse un poco, salir, descargar sus tensiones. Pero él quería ser perfecto. A veces sentía tanta necesidad de complacer a todo el mundo que se agotaba. Y empeoraba cada vez más porque se reprendía por no poder parar un segundo y ocuparse de él mismo. Y una vez más, tenía a quien cuidar. Pero no se quejaba, en absoluto. Luke era lo mejor que le había pasado en mucho tiempo. Era la esperanza de que la Órden no muriera, de que pudiera haber un Jedi aún más poderoso que Anakin mismo, de que Anakin no volviera a caer en el lado oscuro. Despertó de su ensoñación y resolvió que ya era hora de salir de la ducha y comenzar el día. Se ató una toalla a la cintura, se colocó una en la cabeza y se encaminó a su habitación. Justo cuando estaba por comenzar a cambiarse sonó la puerta.

-Obi Wan, ¿estás bien?

Se ve que no era el único que pensaba que dormir hasta tarde era raro en él. Rió por lo bajo. No alcanzó a contestar, que la puerta ya se estaba abriendo y su padawan entraba con una excesiva cara de preocupación.

-Perdón! – Exclamó inmediatamente tapándose los ojos. –Pensé que te había pasado algo.

-Creo que ya estoy bastante grandecito. Anakin…

-¿Qué?

-Ya podes mirar – El joven destapó sus ojos, todavía ligeramente avergonzado. Su maestro no se había cubierto del todo. Se había puesto pantalones, pero seguía en cuero. Y no podía no ver las gotas que le resbalaban por el pecho y los brazos. Ni las que caían de su pelo oscurecido por el agua. ¿Por qué tenía que ser así?. Varonil, escultural. Con esa barba perfectamente recortada para darle un aire de seriedad y madurez. Lo peor es que no se daba cuenta, maldita sea. Y estaba ahí parado como quien no quiere la cosa, siendo todo sexy. ¿Qué?. ¿Siendo qué?. –Anakin!

-¿Qué!? – Si, gritó. Bueno, es que estaba pensando cosas muy extrañas. Se estaba asustando de verdad. Obi Wan lo miró extrañado. –Perdón, no sé… me quedé colgado. Perdón – Anakin giró y se fue de la habitación tan rápido como había entrado. Su maestro lo siguió, mientras entraba a su habitación. -¿Qué haces?

-¿Estás bien?

-Si, si. Tengo algunas cosas en la cabeza que estoy intentando solucionar. Nada grave. No es para que te asustes. Creo que me voy a dar una ducha antes de que Luke se despierte.

-¿Venís a desayunar con nosotros después?

-Si, claro – Sonrió. Necesitaba una ducha, YA. Y que Obi Wan se pusiera una remera, porque eso no lo ayudaba a pensar. El maestro Jedi se retiró de la habitación, sin tener la más mínima idea de todo lo que acontecía en la cabeza de su joven padawan.

Anakin se metió en la ducha. Las gotas calientes lo relajaron. Respiró hondo. Algo estaba pasando pero no se sentía diferente. Intentó ir lo más atrás que pudo con su memoria. Tatooine. La llegada de Qui Gon. Su madre. La muerte de Qui Gon. Obi Wan. Coruscant. El templo. El entrenamiento. Obi Wan. Las clases. Las naves. Obi Wan. La muerte de su madre. Su trenza de padawan. Obi Wan. La guerra. Padmé. El lado oscuro. Obi Wan. La muerte de Padmé. Luke. Obi Wan. Él siempre estaba ahí. Casi en el fondo de todo, pero su presencia era lo único constante en toda su historia. Y siempre lo había querido. Siempre había necesitado su aprobación, sus sonrisas, sus golpecitos en el hombro. Los entrenamientos interminables con los sables láser. Algunas charlas relajadas que se permitía el mayor de vez en cuando. Pero Anakin sabía que no era sólo eso. Varios años antes se había fijado en él de otra forma. Tal vez la adolescencia. Esa había sido su excusa. Pero Obi Wan siempre había sido atractivo. Más que atractivo. Hermoso. No sólo su rostro y su cuerpo, había tanto de él que lo hacía imposiblemente bello. Su seriedad, su capacidad de razonamiento hasta en los momentos más tensos, su diplomacia, su barba varonil y madura, su bondad, su desapego con lo material, su devoción a la vida. Lo había admirado, adorado y necesitado. Y él había estado a su lado siempre. Aún cuando había hecho TODO mal. Y ahora que, de a poco, todo se estaba calmando y estaba volviendo a una especie de normalidad… no podía desear otra cosa que eso. Sentir que eran una familia los 3. Si tan sólo Obi Wan quisiera quedarse toda la vida con ellos. Pero no podía pedirle eso. No cuando había sacrificado gran parte de su vida, de su juventud, para criarlo a él. Para que ahora le viniera a encajar un bebé también. Debía dejar de pensar en el futuro. Lo importante era lo increíblemente bien que se sentía todo esto.

Salió de la ducha y se cambió rápido. No quería pensar más. Prefería salir y disfrutar de su hijo y su maestro, que lo esperaban sonrientes en la cocina. No necesitaba explicarlo, con vivirlo estaba más que bien. Desayunaron, como todos los días. Y la jornada siguió su curso naturalmente. Jugando con Luke, merendando. Pero Anakin estaba ido. No paraba de pensar. ¿Estaría poniendo en riesgo su convivencia con Obi Wan?. Porque esto recién empezaba y sólo parecía ponerse peor. ¿Llegaría a la instancia de no poder mirar a su maestro a los ojos?. No quería irse de ahí. Sabía lo importante que era Luke para Obi Wan. Pero… ¿y él?. ¿Era así de importante para Obi Wan?. No quería empezar a soñar una historia como la que había tenido con Padmé. Esta historia no era tan simple. No podía darse el lujo de fantasear. Tenía mucho que perder todavía.

-Anakin

-¿Si? –Respondió todavía un poco ido. Estaba sentado en el sillón mirando hacia el ventanal. No era realmente conciente de que ya había casi oscurecido del todo y que unos rayos lejanos anunciaban tormenta.

-¿Qué pensás?

Nunca Obi Wan le había preguntado eso directamente. Usualmente indagaba por aquí y por allá, sin querer presionarlo. Dándole su espacio. Pero su maestro era una caja de sorpresas, al fin y al cabo.

–No sé. En como todo debería sentirse cambiado y sin embargo… se siente igual – Un trueno lo hizo estremecer.

Obi Wan se acercó a él y, sentándose en el sillón a su lado, rodeó sus hombros con un brazo. Anakin giró apenas y se abrazó a su maestro. La otra mano de Obi Wan dibujaba círculos en la espalda del más joven. Calmándolo. Habían pasado siglos desde la última vez que habían compartido un momento así. Tan íntimo, tan propio. Comenzó a escuchar el sonido embriagante de la lluvia contra la tierra. El olor de la tierra mojada. Sentía los rizos dorados de Anakin contra su mejilla, sus manos en su espalda. Se separó apenas de su padawan, para poder mirarlo a los ojos. Para su sorpresa, no había lágrimas. El joven estaba relajado, casi sonriente. Sin pensarlo, Obi Wan alzó su mano para correr un mechón de pelo que cubría el ojo derecho de Anakin. Este cerró sus ojos y respiró profundo. El mayor abrió la boca para decir algo, pero su aprendiz lo cortó en seco.

-No digas nada

Las gotas seguían cayendo fuerte afuera. Generaban un ambiente casi de cuento. Obi Wan no habría podido decir nada, después de todo. No quería romper el hechizo de lo que estaba pasando. De lo que estaba viviendo últimamente. No quería arruinar otra vez las cosas con Anakin, con su falta de tacto, con su moralismo. Su padawan seguía con los ojos cerrados, casi como si estuviera meditando. Después de unos segundos o minutos, no sabía qué realmente, tortuosos, éste abrió los ojos. Giró su mirada y su cuerpo hacia su maestro. Alzó su mano y la posó en la mejilla de Obi Wan. Se incorporó apenas en el sillón. Su mirada traspasaba la del maestro Jedi que, momentáneamente había dejado de respirar.

-No quiero que esto termine nunca – La voz de Anakin sonó casi como un susurro. Grave, varonil, pero llena de ternura.

Obi Wan volvió a respirar. Sentía un nudo en el pecho. Como si algo hubiera estado por siglos atrapado ahí, esperando ser liberado, esperando escapar. ¿Y si se había ocultado más cosas de las que pensaba?. ¿Y si no era sólo cuestión de trasgredir?. Se incorporó un poco. No pudo sostener la mirada de Anakin. Sus ojos se posaron en el ventanal, con las gotas. Luego de unos minutos, logró juntar fuerzas para susurrar:

-Yo tampoco

Anakin lo tomó de la barbilla para que lo mirase.

-No te pido nada más que eso… Que te quedes con nosotros. Conmigo.

Obi Wan asintió. Su padawan lentamente se inclinó hacia él. Alternando la vista entre sus ojos y sus labios. Dándole el tiempo justo para decidir si quería continuar o retirarse. El mayor se quedó congelado en su lugar. Sentía el calor de las manos de Anakin en todo su cuerpo. Su aliento cálido en el rostro. El aroma de su juventud y su frescura. El aroma frutal de su pelo. Y todo encajaba, todo tenía sentido. Que hubiera recuperado a su padawan del lado oscuro, que estuvieran viviendo juntos, criando a Luke juntos y que esto estuviera pasando ahora. A la mierda el código Jedi. A la mierda toda una vida de decir que no a todo lo que quería hacer, a todo lo que sentía. Ya era hora de aceptar que todo eso era tiempo pasado y que la historia había cambiado. Un nuevo mundo se estaba erigiendo sobre nuevas ideas. Suspiró. Todo esto era demasiado. Y tenía que entregarse completamente o perdería todo. Un trueno partió el cielo en 2, resonando como una bomba dentro del departamento. El llanto de Luke los detuvo en seco y en apenas segundos Anakin ya estaba lejos.