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Elena estaba poniéndose el vestido para el desfile del instituto. Caroline había decidido que las participantes de Miss Mystic Falls de ese año debían vestir como mediados del siglo XIX. El vestido que la chica llevaba era muy bonito y elegante, pero era muy incómodo.

-No aguanto el corsé -se quejó Elena.

-No hay más remedio... Míralo por el lado bueno, lo mismo Damon se ofrece a quitártelo -sonrió pícaramente su tía, quien la estaba ayudando a ponerse el vestido.

-¡Jenna! -la regañó la joven.

-Oh, vamos, Elena. No te hagas la mojigata ahora. Sé que el vestido para Miss Mystic Falls te lo quitó él. ¿Lo ves? –sonrió esta victoriosa al ver cómo se sonrojaba su sobrina.

-Eres de lo que no hay... –rió ella divertida.

-Me alegra que Damon y tú vayáis tan en serio. Se os ve tan felices, tan unidos... No podías haber encontrado a un chico mejor.

-Ya, pues díselo a John... –dijo Elena harta de ver la mala cara que ponía su tío cada vez que salía a ver a su novio o cada vez que alguien en casa hablaba bien de él.

-Que le den a John y a sus opiniones, con un poco de suerte no tendremos que aguantarlo por aquí por mucho más tiempo.

-Eso espero.

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Carol Lockwood estaba intentando organizar a los alumnos y dando indicaciones de dónde debía colocarse cada uno. Stefan se sentía algo incómodo, preguntándose qué narices pintaba él allí.

-¿En serio, Stefan? –le dijo su hermano apareciendo de repente a su lado-. ¿Vas a vestirte de soldado confederado?

-Alaric quería representar la batalla de Willow Creek –se defendió este.

-Mucho peor... –se burló el vampiro.

-¿Qué haces aquí, Damon?

-El desfile es un asco, pero Elena me pidió que viniese. He de cumplir mis obligaciones como novio... –sonrió él divertido-. Por cierto, ¿la has visto por aquí?

-No, creo que está con Caroline.

-La Barbie es... –Damon no llegó a terminar la frase, puesto que se quedó embobado cuando vio a Elena aparecer a las espaldas de Stefan.

La joven iba vestida con un esbelto vestido dorado con decorados verdes inspirado en el siglo XIX. Su pelo estaba suelto y los tirabuzones para la ocasión caían por sus descubiertos hombros. Estaba preciosa.

Al verles, la chica miró fijamente a Damon con una sonrisa e hizo una elegante reverencia.

-Hola –saludó ella muy alegre, sin apartar la vista de su novio.

-Hey –respondió este aún atónito.

-Os dejo solos –dijo Stefan yéndose para darles intimidad.

-Estás muy... elegante –logró decir Damon en un tono de voz que no dejaba descifrar su estado emocional.

-Gracias.

Elena se puso de puntillas para besar sus labios, pero el chico movió levemente la cabeza y le acabó besando en la mejilla. Ella se extrañó que hiciese eso, pero no dijo nada. Tal vez no estaba de humor aquel día o había sido pura casualidad que ambos se moviesen al mismo tiempo.

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Mientras tanto, Jeremy aún estaba en su habitación terminando de ponerse el disfraz de soldado para la representación de su carroza.

-¡Anna! –se sorprendió él al ver a la chica allí.

-Míralo... -sonrió ella colocándole bien la chaqueta en un acto cariñoso.

-Ridículo, ¿verdad? Es para el desfile –explicó el joven devolviéndole la sonrisa antes de ponerse serio-. ¿Cómo estás? Estaba preocupado y... Me siento fatal.

-¿Por qué? Tú no mataste a mi madre. Fue tu tío.

-¿Seguro que fue él?

-¿Quién más podría ser?

-Él no lo entiende, Anna –le excusó el chico-. Es así, odia a todos los vampiros. Cree que está cumpliendo con su deber.

-¿Estás defendiéndole?

-¡No! Es que... Comprendo su forma de pensar. Está convencido de que los vampiros de la tumba quieren vengarse del pueblo y él intenta protegernos.

-Quieren vengarse. O lo querían. Por eso nos separamos de ellos. Mi madre no buscaba venganza, ¡solo quería vivir en paz! Tengo que irme de aquí, Jeremy.

-¿Te vas?

-He pensado que puedes venir conmigo. Te convertiré, tú mismo me lo pediste. Toma –le dijo entregándole un frasco de cristal-, es mi sangre. Si la tomas y mueres, volverás.

-Anna...

-Te conozco. Sé cómo te sientes. Estás solo. Te sientes vacío por dentro. Nadie te entiende... Pero cuando eres un vampiro no tienes que sentirte así. Puedes bloquearlo. Yo te enseñaré.

-Quería hacerlo... En serio, pero creo que no puedo. Lo siento.

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Elena vio a su hermano a lo lejos y le pidió a Damon que la esperase un momento.

-¡Jeremy! –le dijo yendo hacia él-. Te estaba buscando. Estás genial –añadió al ver su disfraz-. Os ha quedado muy bien la carroza.

-Déjame, Elena –pidió este secamente y sin mirarla.

-Jeremy, me duele que estemos así.

-Puedes decirle a Damon que me borre la memoria otra vez, así volveré a ser tu dócil hermanito –se burló el joven.

-Jer, por favor.

-¡Déjalo! No puedes arreglar sin más lo que me hiciste. ¿Comprendes? –concluyó él la conversación dejándola sola.

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Carol Lockwood estaba presentando el desfile. La banda del instituto tocaba animadamente mientras desfilaban y lanzaban serpentinas y globos.

-Con ustedes, ¡la corte de Miss Mystic Falls! –anunció la mujer.

La carroza era despampanante, quedando muy por encima de las otras. Se notaba que Caroline había trabajado duro en ella o, al menos, había obligado a otros a hacerlo.

Los tonos de la bandera americana era la temática. El decorado era muy llamativo, pero chocaba un poco con el atuendo que llevaban las cuatro chicas que estaban en la carroza. Ellas iban de época y el decorado era muy moderno, tal vez demasiado. Pero cualquiera le daba la contraria a la rubia...

(N/A: en la serie, los acompañantes de las chicas también estaban subidos en la carroza, pero me pareció un tanto raro que Damon estuviese ahí. Además, tenía mejores planes para él)

Damon localizó a Bonnie entre el público y se acercó a hablar con ella.

-Quiero decirte algo. Gracias –dijo él sinceramente-. El invento de Jonathan podía matarme. Valoro mucho lo que hiciste, así que... Gracias. Te debo una.

La chica no pudo evitar sentirse más culpable de lo que ya se sentía. Sabía que debía decirles la verdad: que no había desactivado el invento; pero le daba miedo que sus amigos la odiasen por lo que había hecho.

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Durante el desfile y sin que nadie sospechase nada, John Gilbert y Richard Lockwood estaban reunidos en secreto en la antigua clínica de Grayson Gilbert.

-Esta es la llave –explicó John mostrándole al alcalde el invento-. Cuando la inserte, el mecanismo se activará y funcionará una vez durante un periodo de cinco minutos.

-Pero... ¿Cómo funciona?

-Es un tono de alta frecuencia inaudible para los humanos. Cualquier vampiro que haya a menos de un kilómetro quedará incapacitado y expuesto. Mientras tanto, los ayudantes de la sheriff les inyectarán verbena y los traerán aquí, donde los mataremos.

-¿Seguro que atacarán esta noche? –preguntó Richard escéptico.

-Tenía una fuente. Uno de los vampiros de la tumba me confirmó el ataque. Quieren venganza, por lo que les hicieron en 1864. Eso nos convierte en su objetivo.

-Corremos un riesgo enorme. ¡Son nuestras familias, John!

-Es la única forma de acabar con ellos. Con todos.

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Por la tarde, Damon estaba en el Grill esperando a Elena, quien había ido a casa a cambiarse de ropa.

Cuando la vio entrar vestida como solía hacerlo habitualmente, el vampiro sonrió satisfecho y agradecido por verla tal y como era.

-Me gustas más así -le dijo Damon cuando esta fue hacia él-. El otro look... No te va nada. Y te lo digo como un cumplido de lo más sincero.

-Creí que te gustaría verme vestida de tu época... ¡Oh, vaya! -exclamó la joven cayendo en la cuenta del sentido de sus palabras-. Por eso actuabas tan raro hoy... Te recordé a ella, ¿verdad?

-No pude evitar ver cierta semejanza, sí -confesó él-. Lo siento.

-¿Por qué? ¿Por evitarme esta mañana porque te recordaba a la psicópata de tu ex? Prefiero eso a que te arrimases a mí precisamente por ese motivo.

-Sabes que ya no siento eso por Katherine.

-Lo sé. Y te agradezco tu sinceridad.

-Eres mi novia. Si hay alguien a quien le debo explicaciones es a ti -sonrió Damon de medio lado.

-Anda, ven aquí -le dijo la chica tirándole de la solapa de la cazadora para acercarlo a ella y así poder besarle-. Hmm... Cómo he echado de menos esto -dijo dándose un nuevo beso-. Llevo todo el día queriendo besarte.

-¿Solo besarme? -se burló él divertido.

-Sabes que un beso no sería suficiente para mí... -dijo Elena dándole un par de besos cortos.

-¿Y qué sería suficiente para ti? -preguntó el chico siguiéndole el juego, a la vez que la sujetaba de la cintura y la apretaba más contra él.

-Creo que nunca tendría suficiente de ti, pero hoy me conformaría con dormir en tu cama.

-¿Dormir? ¿En serio? Vaya... Y yo que estaba pensando en algo más interesante que podríamos hacer en mi cama... -sonrió Damon pícaramente.

-Tienes razón, dormir es lo de menos -sonrió ella volviendo a unir sus labios.

-¿En serio hay que ir a esa estúpida ceremonia de las Familias Fundadoras? -se quejó él contra sus labios.

-Solo será una hora -prometió la chica-. Te lo compensaré, lo prometo.

-Hmm... En ese caso, acepto -accedió él dándole un beso algo más largo que el resto, entrelazando sus lenguas en el proceso.

El vampiro la rodeó por la cintura con un brazo y la acompañó hacia la barra del bar. Poco después, la joven vio a Jeremy sentado en una mesa y se acercó a hablar con él.

-No puedo creer que no podamos arreglar esto –le dijo ella al chico-. Te mentí, hice mal. Pero Jer, eres mi hermano y te quiero. Y tengo que arreglarlo. Así que dime: ¿Qué puedo hacer?

-Vete al infierno –dijo este mirándola con enojo y levantándose del asiento para irse.

Damon, que había oído la conversación, salió a hablar con el joven después de asegurarse de que Elena estaba bien y no se iría a derrumbar por lo que su hermano le había dicho.

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Jeremy estaba caminando entre los puestos ambulantes que se habían preparado cerca del bar, cuando Damon apareció de repente a su lado.

-Tengo tantos sentimiento... –se burló el vampiro imitando la voz del chico-, pero no sé cómo expresarlo... Ser adolescente es tan duro...

-Capullo... –le insultó Jeremy, pues también estaba enfadado con él.

-A mí no me puedes hablar así, no soy tu hermana –le dijo Damon poniéndose serio y agarrándole del brazo para impedirle que siguiese andando-. Y, a partir de ahora, tampoco a ella le hables así.

-¿Vas a matarme porque he herido sus sentimientos? –se burló el humano.

-¿Por quién me tomas? Jer, eres mi cuñado. No pienso hacerte daño. Así que, relájate un poco, ¿quieres?

-¡Me borró la memoria!

-No, lo hice yo. Ella te protegió.

-No debió decidir por mí.

-Vickie era una amenaza para ti y tu hermana. Te pusiste en plan emo-autodestructivo.

-No debió hacerme olvidar –insistió Jeremy, yéndose de allí ahora que Damon no se lo impedía.

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El alcalde Lockwood y John Gilbert estaban reunidos con la sheriff, contándole su plan para acabar con los vampiros.

-¿Queréis usar a la gente de cebo? –dijo Liz alucinando con la propuesta de estos-. Es demasiado peligroso. ¡Es una locura!

-Hemos dado instrucciones a tus ayudantes –explicó Richard-. Están de acuerdo.

-¿Sin consultarme?

-Ya sabíamos cómo ibas a reaccionar.

-Nuestros hijos están aquí –explicó ella con enfado.

-Liz... –intervino John-. Tenemos que hacerlo. No hay elección. Para eso existe el Consejo secreto. Los Padres Fundadores lo crearon precisamente con ese propósito.

-Yo soy la sheriff, es mi decisión. Y digo que no.

-Richard, ¿me dejas hablar con la sheriff a solas? –pidió John.

El alcalde asintió y salió del despacho para dejarles solos.

-John, no piensas con claridad –dijo la mujer caminando hacia su escritorio-. No voy a cambiar de idea sobre esto.

El hombre se posicionó detrás de ella y la golpeó en la cabeza antes de que esta pudiese reaccionar. La sheriff cayó inconsciente al suelo y él cogió sus esposas para esposarla a la tubería del calefactor. Después salió de allí como si nada hubiese ocurrido.

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Damon estaba en la plaza del pueblo donde se iría a culminar la celebración del Día de los Padres Fundadores con fuegos artificiales. Estaba buscando a Elena cuando alguien apareció ante él.

-¿Aún no te has ido? –le preguntó este a Anna, pues creía que esta y su madre se habían ido ya del pueblo.

-Tenemos que hablar. Los vampiros de la tumba van a atacar esta noche.

-¿Cómo sabes eso?

-Fui a verlos. Creen que les apoyo, pero no es así. Van a por las Familias Fundadoras.

-¿Y eso cuándo va a pasar? –preguntó él preocupado.

-Cuando empiecen los fuegos.

Quedaba menos de diez minutos para los fuegos artificiales, por lo que no tenían mucho tiempo.

-John Gilbert va a usar el invento contra ellos –comprendió Damon.

-¡Tenemos que desaparecer!

-No funciona, está desactivado.

-Entonces va a morir mucha gente –dijo ella poniéndose nerviosa.

-¿Dónde están ahora?

-Ya están aquí, Damon... –susurró Anna mirando a su alrededor y cruzando su mirada con los otros vampiros, que se repartían por toda la zona.

-Está bien, llévate al pequeño Gilbert de aquí –le ordenó él-. Yo me encargo de esto.

La vampira asintió y salió corriendo a buscar a Jeremy.

Damon fue directo a buscar al profesor de Historia, el cual estaba junto a la puerta del Grill hablando con unos alumnos.

-Ric, ven –le dijo colocándole una mano en el hombro y alejándolo de la multitud-. ¿Tienes tus armas antivampiros en el coche?

-Sí, ¿por qué?

-Porque esto está lleno de vampiros de la tumba y vamos a necesitarlas.

-Ahora vuelvo –dijo Alaric antes de dirigirse rápidamente hacia los aparcamientos.

Minutos después, Damon localizó a Elena, quien estaba hablando con Caroline junto a las carrozas, la zona más alejada de la fiesta. Mientras caminaba hacia ella, le hizo una señal a Stefan con la mano –que no estaba muy lejos de allí- y este fue rápidamente con ellos.

-¿Qué pasa? –preguntó Elena extrañada, mientras seguía a su novio a una zona apartada para hablar.

-Voy a salvarte la vida en menos de quince palabras: los de la tumba están aquí. Van a por las Familias Fundadoras –le dijo Damon, para después dirigirse a su hermano-. Llévatela, ahora.

-¿A dónde vas? –le preguntó Stefan cuando este iba a irse.

-¡Eso son más de quince palabras! –respondió Damon yéndose apresuradamente hacia el centro de la fiesta.

-Espera –le dijo Elena a su cuñado cuando este la agarró del brazo e hizo el intento de llevársela de allí-, Jeremy está por aquí.

-Le encontraremos. ¡Vamos! –respondió él jalándola del brazo con fuerza.

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Jeremy estaba saliendo del baño del Grill cuando vio a Anna yendo hacia él.

-¡Anna! –se sorprendió él-. ¿Qué haces aquí? Mi tío puede verte.

-Eso no importa. Tenía que encontrarte. Ven conmigo –le dijo ella cogiéndole de la mano y conduciéndole hacia al baño de mujeres.

La chica quería llevárselo lo más lejos de allí posible, pero se había quedado sin tiempo y dudaba si podrían irse sin ser vistos antes de que todo comenzase. No podía arriesgarse.

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El alcalde Lockwood comenzó su discurso en el escenario improvisado que habían montado en la plaza.

-Desde hace 150 años, Mystic Falls ha sido la clase de pueblo que todos llamamos hogar. Seguro, próspero, acogedor... Gracias a nuestros Fundadores. Por eso quiero dedicar los fuegos artificiales de esta noche a su memoria.

Con un gesto de cabeza, el alcalde le indicó a un policía que era el momento de activar el invento.

Después, los fuegos artificiales empezaron a iluminar la noche.

John, que estaba en la clínica Grayson, le pidió a los ayudantes de la sheriff que salieran para colocarse a sus puestos. Estaba preparando el invento antivampiros cuando alguien entró pegando un portazo.

-¿Tienes idea de lo que has hecho? –le incriminó Damon.

-Sí. Lo sé muy bien –sonrió este, haciendo funcionar el mecanismo del invento.

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Mientras tanto, Bonnie estaba buscando a Elena para pedirle disculpas por lo que había hecho. Después de un rato buscando, la encontró con Stefan caminando con prisa.

-¡Elena!

-Bonnie, ¿qué pasa?

-El invento de Jonathan, no lo desactivé –explicó esta-. Sigue funcionando.

-¿Que? -dijo la chica muy alterada.

-¡Tenía que salvar a Jeremy!

-Bonnie, John va a activarlo esta noche. Damon ha ido a por él... Lo van a matar -logró decir Elena en un hilo de voz.

-Aún tenemos tiempo para pararlo -intentó calmarla Bonnie.

-Demasiado tarde -dijo Stefan llevándose las manos a la cabeza.

El vampiro empezó a oír un zumbido que le debilitaba, haciéndole caer al suelo de rodillas.

Elena intentaba hacerle levantar, instándole que recobrara fuerzas para ir a ayudar a Damon. Mientras tanto, Bonnie veía cómo el resto de vampiros iban cayendo y cómo hombres uniformados les inyectaban verbena y se los llevaban a rastras.

-Debemos llevarnos a Stefan de aquí -dijo la bruja-. Si lo ven así sabrán lo que es y se lo llevarán también.

Entre las dos chicas intentaron cargar a Stefan, pero no podían y seguían estando expuestos.

Un policía vio al vampiro en el suelo e iba hacia ellos cuando Alaric le detuvo.

-Eh, yo me ocupo de este. Hay otro allí –le indicó señalando un sitio al azar.

-Están cazando a los vampiros –le dijo Elena al profesor.

-Eso parece...

Poco después, el zumbido se detuvo de repente.

-He visto al menos a seis vampiros caer, los llevaron a la antigua consulta de tu padre –le explicó Alaric a la chica.

-¿Has visto a Damon? –le preguntó esta preocupada.

-No desde que empezó esto.

-Dios... –susurró ella, temiéndose lo peor-. ¿Puedes buscar a mi hermano y llevarlo a casa?

-Claro.

-¡Vamos! –le dijo Elena a Stefan y Bonnie.

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Los ayudantes de la sheriff arrastraron los cuerpos de los vampiros al sótano del la consulta Grayson. John bajó para disfrutar de los frutos de un trabajo bien hecho. El fuego empezó a prenderse cuando este localizó a una vampira conocida junto a las escaleras.

-Anna... –sonrió maléficamente él.

El humano se agachó junto a ella y alzó una estaca. Estaba alargando el momento lo máximo posible para regodearse en él.

Damon, que estaba en la zona más alejada de ellos, contemplaba la escena. Luchó por levantarse y ayudar a la chica, pero sus músculos estaban rígidos, su cuerpo no respondía a las órdenes que su cerebro enviaba.

-Por favor... –pidió la joven vampira-. ¡No!

John le estacó y disfrutó viendo cómo la vida de la chica se iba apagando lentamente.

Cuando esta murió, el humano alzó la vista y localizó a Damon. Trató de ir hacia él, pero un trozo de madera del techo se desprendió y le impidió el paso. Por ello, decidió regresar arriba y dejar que el vampiro se quemase vivo como el resto.

Damon miró a su alrededor y vio fuego por todos lados y vampiros gritando de dolor al estar quemándose. El calor era insoportable y olía a azufre y carne quemada, un olor insoportable. El olor de la muerte cerniéndose sobre él.

En un acto casi inservible por alejarse de las llamas, Damon se arrastró levemente por el suelo hacia el centro del sótano, el cuál parecía ser más seguro. Al alzar la vista, vio a un hombre sentado y con las manos sobre la cabeza ocultando su rostro.

-Alcalde... ¿Es usted? –dijo Damon a duras penas.

-¿Qué haces tú aquí? –preguntó este.

-Soy un vampiro. ¿Cuál es su excusa?

El chico se arrastró por el suelo para acercarse algo más a él, mientras que el alcalde Lockwood se movió hacia atrás para alejarse del vampiro.

-No lo entiendo –dijo Damon confuso-. La verbena no le afectó. No es un vampiro. ¿Qué es usted?

El hombre siguió alejándose de este sin darse cuenta de que había un vampiro detrás de él hasta que tropezó con sus piernas.

-¡Alcalde Lockwood! –celebró el cabecilla del grupo, para después agarrarle del cuello y partírselo.

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Sin esperar más tiempo, Elena, Stefan y Bonnie fueron a buscar a Damon. Al llegar a la consulta Grayson, vieron a John en la puerta impidiéndoles el paso.

-Espera, espera –le dijo Stefan a Elena, agarrándola del brazo y agudizando el oído-. Los oigo, el edificio está ardiendo.

-¿Qué? –gritó la chica asustada.

-¡El edificio está ardiendo! –repitió él.

-¿Dónde está Damon? –le exigió saber la joven a John.

-Con los demás –explicó él sonriente-. Donde debe estar. Despedíos de Damon.

-¡Estás loco!

-¿Por qué? ¿Por hacer lo que debió hacerse hace 150 años? Así es como debe ser, Elena.

Stefan, que no había hablado en todo el rato, miraba alternativamente a John y a la puerta de la consulta, buscando una forma de entrar.

-Adelante –le retó el humano-. No saldrás vivo. Así no tendré que matarte yo mismo.

-Tú has estado allí –le dijo el vampiro a Elena-, ¿hay otra entrada?

-La de servicio, en el lateral –indicó ella señalando un pasillo estrecho entre dos edificios.

Stefan fue hacia allí rápidamente, corriendo sin parecer sobrenatural, seguido por Bonnie. Elena iba a imitarles, pero John la detuvo agarrándole del brazo.

-Ni se te ocurra dar un paso más o informaré de que les faltan otro vampiro.

-Te pido que no lo hagas –respondió ella.

-No significa nada para mí.

-Siendo mi padre, debería.

-Lo sabes –se sorprendió él.

-No estaba segura, ahora ya lo sé.

Sin esperar más y aprovechando la confusión de su padre biológico, la chica salió corriendo hacia la puerta de servicio.

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-¡No puedes entrar ahí! –le gritó la bruja a Stefan cuando este abrió la puerta exterior del edificio-. ¡El fuego acabará contigo!

-Es mi hermano, Bonnie –se justificó él, entrando rápidamente al interior del edificio.

Elena apareció un par de minutos después e intentó entrar, pero su amiga la cogió del brazo.

-¡No puedes entrar ahí!

-Bonnie, por favor... –suplicó la chica con los ojos llorosos.

-Siento haberte mentido –dijo la bruja, para después cerrar los ojos y canalizar la energía de ella y utilizarla para controlar el fuego.

-¡Bonnie, tengo que entrar! –pidió Elena intentando soltarse de su agarre, pero esta la ignoró y empezó a recitar un hechizo.

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Stefan estaba parado ante la puerta del sótano sin atreverse a abrirla al ver cómo el humo salía por debajo de la misma. Cuando vio que el humo dejaba de salir, abrió la puerta sin dudarlo y una fuerte llamarada le hizo dar unos pasos hacia atrás. El calor que salía de ahí era insoportable, pero lo peor era los gritos de una decena de vampiros agonizantes.

Mágicamente, el fuego comenzó a debilitarse y eso despejó las escaleras, permitiéndole a Stefan bajar.

El chico descendió a toda presa y suspiró aliviado al ver a su hermano en el centro del sótano y en buen estado, relativamente.

-¡Damon, vamos! –gritó él ayudando a su hermano a ponerse en pie y sacándole de allí lo más rápido posible.

Al segundo, las llamas prendieron con más fuerza. De haber tardado un poco más, ninguno de los dos hubiese sobrevivido.

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Mientras tanto, Bonnie había dejado de recitar en esa lengua extraña y miraba fijamente a Elena, quien no comprendía cómo estaba la situación.

-Bonnie, ¿qué pasa? –preguntó ella zarandeando el brazo de la bruja con nerviosismo-. ¿Se van a salvar?

Como respuesta a su pregunta, la puerta del edificio se abrió repentinamente, dejando ver a los hermanos Salvatore. Damon casi no podía mantenerse en pie y estaba tosiendo por el humo que había inhalado, pero estaba vivo.

-Damon... –logró decir Elena en un hilo de voz, yendo hacia él para ver si estaba bien y colocándole una mano en la cintura para ayudar a Stefan a alejarlo de allí.

El menor de los Salvatore temía que si se quedaban por mucho más tiempo, acabarían viniendo a por ellos. Por eso, antes incluso de que Damon se recuperase, hizo que el grupo se moviese hacia la zona forestal más cercana y solitaria posible.

Una vez allí, se pudieron permitir pararse a descansar y tomar fuerzas.

-Damon... -le llamó Elena acercándose a él y agarrándolo por la cintura-. Bebe mi sangre. Así te pondrás mejor.

El vampiro asintió y se dejó llevar por ella. Stefan, al comprobar que su hermano se había sujetado bien a la chica y que no iba a caer, se alejó unos pasos para dejarles intimidad.

Damon se abrazó con fuerza a su novia y, con suma delicadeza, hundió los colmillos en la garganta de ella.

-Eso es -sonrió Elena acariciándole el pelo con cariño-. Tranquilo... Eso es.

Bonnie contemplaba la escena asombrada. Elena no solo no parecía sentir dolor sino todo lo contrario, parecía que estaba disfrutando con ello. Tenía una sonrisa impecable y acariciaba la espalda y el cabello del vampiro mientras este succionaba su sangre.

Cuando el vampiro paró de beber, lamió tímidamente las gotas de sangre que quedaban en el cuello de Elena, haciéndole cosquillas. Al retirarse, aún tenía un poco de sangre en la comisura del labio inferior, la cual se encargó la chica de limpiarle con sus propios labios.

-Gracias -le susurró él juntando sus frentes.

-¿Por darte mi sangre? Sabes que lo hago gustosa.

-No me refería a eso.

-Lo sé -sonrió ella, apartándole los flequillos de la cara-. Y no tienes que darme las gracias por querer protegerte. Eres mi pareja, Damon. Siempre cuidaré de ti.

-Creía que ese era mi deber -se rió él divertido.

-Bueno, podemos compartirlo. Cuidarnos mutuamente.

-Me gusta cómo suena eso -sonrió el chico.

-Me has dado un buen susto esta noche, ¿sabes? -le regañó ella.

-Lo siento -se disculpó él apretando el agarre de su cintura con más fuerza.

-No vuelvas a hacerlo, por favor.

-Te lo prometo -dijo él dándole un beso en la frente.

Después de esa escena de pareja, ambos se separaron hasta quedar únicamente rodeándose mutuamente la cintura por la espalda, mirando así a sus amigos.

-Chicos... Gracias -agradeció Damon a ambos-. En serio, os estaré eternamente agradecido y no metafóricamente hablando -bromeó al final.

-No tienes por qué agradecerme nada, hermano -le dijo Stefan con una leve sonrisa, muy poco común en él-. Te la debía. Te debo muchas en realidad.

-Créeme, me las cobraré -sonrió Damon guiñándole un ojo.

-Eres mi amigo, Damon -le sonrió Bonnie, quien había estado callada todo este tiempo-. Los amigos se ayudan y protegen. Además, casi te mueres por mi culpa. Es lo menos que podía hacer.

El chico le devolvió la sonrisa, inundándose por la grata sensación de haber sido tan significante para las tres personas que le acompañaban como para que estas se hubiesen arriesgado para salvarle la vida a él, a Damon Salvatore, aquel que muchos odiaban y tomaban por un inhumano. Pero él ya no era ese Damon, ahora era diferente, mejor de lo que hubo sido jamás y todo se lo debía a Elena. Ella había logrado ver lo bueno que había en él y había conseguido también que otros lo viesen.

-¿Te he dicho ya cuánto te quiero? -le dijo el chico a su novia al oído.

-Hoy no -dijo ella haciendo pucheritos.

-Pues muy mal por mi parte. Te quiero. No pienso dejar de repetírtelo cada día. Te quiero.

Elena se giró para mirarle a los ojos, a la vez que le acariciaba la nuca con lentitud.

-Yo tampoco te he dicho hoy cuánto te quiero... Menudo fallo el mío -dijo la chica, continuando con esa conversación susurrada-. Pero eso se acabó. Te quiero. Cada día de mi vida y mi futura no vida pienso decírtelo. Te quiero.

Damon se inclinó para besarla y compartir un romántico pero no pasional beso, dado que eran conscientes de que estaban siendo observados y no era plan de ponerse demasiado lujuriosos.

-Anda, te llevo a tu casa -se ofreció él al separarse.

-¿Te encuentras bien como para conducir? -se preocupó ella.

-Claro, tu sangre es mi mejor medicina -sonrió el vampiro, haciéndola sonrojar levemente.

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Damon llevó a Elena a su casa y ambos fueron directos a ver cómo estaba Jeremy. Una vez que la chica comprobó que su hermano estaba bien, Damon le pidió que les dejase un momento a solas. Esta, sin comprender muy bien el por qué de su petición, aceptó y fue al salón a esperarle allí.

-¿Qué quieres, Damon? –preguntó el chico algo receloso.

-Anna ha muerto –dijo este con pena reflejada en su rostro.

-Me lo imaginé cuando se la llevaron –respondió Jeremy cambiando el tono de voz por una más afable.

-Sé que te importaba.

-La quería.

-La vi morir –confesó el vampiro con una voz sombría y apagada-. Lo estaba viendo y solo podía pensar que... Quería salvarla. Y no pude.

-¿Por qué me estás contando esto?

-Te quité el sufrimiento una vez. Puedo volver a hacerlo –se ofreció Damon-. Pero tú elijes.

-Mira... Sé que crees que me lo quitaste, pero sigue ahí. Aunque no recuerde por qué, me siento vacío. Solo. Y hacerme olvidar no lo arreglará –aseguró Jeremy con lágrimas en los ojos-. No arreglará lo que está roto.

-Lo que te hice estuvo mal, lo siento mucho –se disculpó Damon.

-Anna me dio esto -le dijo el chico enseñándole el frasco de sangre de la vampira.
-¿Y qué quieres hacer con él? –preguntó su cuñado cauteloso.
-Anna dijo que los vampiros no tiene que sentir dolor, que pueden bloquearlo anulando su humanidad.
-Jeremy, voy a ser honesto contigo. Es cierto que no tienes por qué sentir sino quieres. Es como un interruptor que apaga tu humanidad. Pero, créeme, es un engaño. Mientras tu humanidad esté apagada, podrías hacerle daño a tus seres queridos y matar a cientos de personas. Una vez tu humanidad vuelva, que tarde o temprano acaba volviendo, todas esas cosas, todos esos sentimientos reprimidos te explotarán en la cara. Sería peor el remedio que la enfermedad. El interruptor es un timo.

-¿Tú la apagaste?

-Lo hice durante mucho tiempo, pero eso casi me destruye... Se necesita tiempo para recomponerse y acabar con todo esa culpa, con todo ese sufrimiento acumulado.

-Elena acabará convirtiéndose en vampira para estar contigo –dijo Jeremy tras una breve pausa.
-Seguramente, pero esa es una decisión que tendrá que tomar dentro de unos años. Jeremy, si tu hermana se convierte será por amor. Tú, en cambio, quieres hacerlo para no sentir. ¿Pero sabes qué? Todo sentimiento humano se magnifica cuando eres vampiro. No seré yo quien te prohíba convertirte, solo te pido que tengas un motivo de verdad para querer hacerlo.
-Ahora no quiero serlo, pero... Si decidiese hacerlo algún día, ¿me convertirías?

-Si me das un buen motivo, sí. Por supuesto –prometió el vampiro.
-Gracias, Damon – agradeció el chico si sinceridad entregándole el frasco.

Este asintió con la cabeza, le revolvió el pelo al joven en un gesto de cariño y se fue escalera a bajo, para reunirse con Elena, dejando al chico Gilbert en su habitación replanteándose la vida.

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Damon bajó al salón y se sentó junto a Elena en el sofá, pasando un brazo por los hombros de ella.

-¿De qué iba ese "momento cuñados"? –preguntó la chica curiosa.

-Cosas nuestras, cotilla... –rió divertido Damon.

-Hmm... Me gusta que os llevéis tan bien –dijo ella apoyando la cabeza en el pecho de él y rodeándole la cintura con sus brazos.

Después de un rato en tranquilo silencio, el chico se dispuso a hablar.

-Tienes un novio, un cuñado y una madre vampiros, una amiga bruja y un tío-padre y un aspirante a tío caza vampiros y con anillos que les devuelven la vida. No podrías tener una vida más normal –ironizó él.

-Lo normal es sinónimo de aburrimiento –sonrió ella abrazándose más al cuerpo de este-. Me gusta el riesgo.

-¡Esa es mi chica! –celebró Damon muy orgulloso antes de besarla.

Elena sabía que antes o después, ella también se convertiría en vampira, puesto que estaba dispuesta a hacer ese sacrificio para estar con Damon; pero ya habría tiempo para eso, ahora quería disfrutar de los pocos años que le quedaban como humana. La eternidad podía esperar unos años más y, por primera vez, la idea de ser vampira no le preocupaba, puesto que sabía que no estaría sola. Damon estaría con ella. El eterno presente que le esperaba no podía ser malo si en él iba a estar la persona que más le importaba en el mundo, la persona que le hizo sentir viva y que le haría seguir sintiéndose así incluso estando muerta. Porque Damon Salvatore era eso: su vida.

FIN


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Bueno, pues se acabó lo que se daba. Espero que os haya gustado esta historia, puesto que no hay mejor regalo que podáis hacerme que haber disfrutado con la lectura del fanfic.

Sin vosotros esto no hubiese sido posible. Por ello, me gustaría daros las gracias por leer, por comentar y, sobre todo, por estar ahí dándome vuestro apoyo.

Si os ha gustado el fic, estoy preparando otro Delena. Es un A.U. con todos humanos y espero tenerlo listo para empezar a publicar pronto.

Sin más, os vuelvo a dar mil gracias por acompañarme en este viaje Delena.