Esta parejita necesita más amor o.ó Son demasiados lindos ~

Advertencias de este capítulo: Ninguna. Lo cual es raro, muy raro. Ésto no volverá a repetirse, creo.

Y habrá desde fluff hasta lemon, pasando por magia noruega, discusiones, intentos de asesinato (?), strip-póker y muchas cosas más.

Corazón de hielo

Convivencia

—Aún puedes arrepentirte de esto. —Natalia se plantó en la puerta de la casa del noruego con los brazos cruzados, a su espalda había una sola maleta de ruedas de tamaño mediano. —Hablo en serio. Daré un solo paso más, y ya no podrás arrepentirte.

—¿Arrepentirme? —Replicó él, calmado. Las comisuras de sus labios se elevaron ligeramente en una sonrisa burlona, el comportamiento de la chica le hacía gracia. —Tal vez eres tú la que se quiere echar atrás.

—¿Yo? —Frunció el ceño. —No vas a deshacerte de mi como si nada.

Él negó lentamente con la cabeza, sin borrar aquella leve sonrisa. Tendió un brazo hacia la chica, ofreciéndole la mano; ella arrugó la nariz y frunció más el ceño, sin estar dispuesta a ceder.

—Nat. —Murmuró él con la voz suave. —Eres muy cabezota. Dame la mano.

—Bien. Ya no puedes cambiar de opinión, que conste, todo esto ha sido idea tuya.

Cogió la fría mano del noruego, que la rodeó con suavidad con los dedos y esperó a que ella entrara por su propia cuenta, sin tirar. Natalia suspiró y entró en la casa del noruego, arrastrando la maleta tras ella. Se dejó guiar por Lukas hasta la habitación a pesar de conocer ya cada rincón de la casa; allí dejó la maleta y se dispuso a abrirla para empezar a colocar la ropa, pero el nórdico impidió que empezara con el trabajo tirando de su mano para atraerle hacia él, enseguida rodeó su cintura con un brazo mientras mantenía su mano agarrada. Natalia frunció el ceño.

—Ha sido idea mía, pero no recuerda que te hayas negado. —Dijo Lukas, acercando el rostro al de la chica, alzando una ceja al ver que ella enrojecía bruscamente y giraba la cabeza para apartarla. —Nat, no voy a comerte.

—¿Eh? Ah, ya. —Balbuceó un poco antes de conseguir hablar. —Oye, ¿me quieres soltar? Que vaya a vivir contigo no significa que puedas hacer esto.

—No quiero.

Natalia bufó y le miró con el ceño fruncido. En realidad no estaba incómoda, para nada, pero aquello la daba demasiada vergüenza, sobretodo si lo hacía tan de improvisto.

—Tengo que colocar mi ropa.

—No hay prisa. —Él, en cambio, estaba bastante tranquilo. Rodó los ojos al ver la cara malhumorada de la menor, que le fulminó con la mirada. —Ah, está bien. Te soltaré...

Aflojó el agarre, y cuando Natalia creyó que iba a soltarla, volvió a reforzarlo. Pegó la frente a la de la chica, que le miraba apretando los labios.

—Cuando me des un beso.

La bielorrusa se quedó completamente cortada, quieta, con el cuerpo tenso. Frunció todavía más el ceño y tomó aire, cerrando los ojos, acercando el rostro lentamente hasta que casi rozaba los labios del noruego. Repentinamente, se agachó bruscamente y se libró de los brazos del noruego por abajo, levantándose rápidamente. Lukas dejó caer los brazos, eso no se lo había esperado, pero su expresión no cambió un ápice.

—¡No me chantajees! —Protestó, completamente roja, mientras lanzaba un zapato hacia el chico, que lo esquivó agachando la cabeza. Éste se encogió de hombros, ignorando el enfado de la muchacha.

—Ah, pero me lo darás...

—¡Cállate! —Replicó ella mientras abría la maleta, refunfuñando por lo bajo en bielorruso, seguramente no se trataba de halagos.

—Nat, ¿estás en esos días del mes?

Esa vez no vio venir el otro zapato.

NA:

Ay, es que son muy monos ~ En fin, la pareja no es precisamente de las más populares, pero... a mi me parece tierno, así que, con que pueda hacer que a alguien le guste la parejita o le coja algo de cariño, o simplemente le guste a alguien, soy feliz ~

Siguiente capítulo: Exigencias. ¿Queréis ver a Nat exigiendo mimos? Eso habrá.