Naruto y personajes propiedad de Masashi Kishimoto
Diálogos y narración pertenecen a mi autoría.
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Este fic únicamente se publica en este sitio, prohibido tomarlo y subirlo en otro lado.
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Duodécimo One de la serie Complacencias
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Clasificación: T. Contiene lemon.
Pareja: SasuSaku
Categoría: Romance/Fantasía
Lacie: "Me gustaría ver a Sasuke y a Sakura felices en una reencarnación que en su vida pasada no hubieran podido estar juntos pero que en la nueva se encuentren y sean felices :)"
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Playlist: HIM- Bury me deep inside your heart / HIM- The funeral of hearts / Sleeping at last- Saturn / Sara Bareilles- Breathe again / Apocalyptica- Bittersweet / Leona Lewis- Broken / Ben Harper- Amen omen / Within Temptation- All I need / Amy Lee- Love exists / Papa Roach- No matter what (Acoustic) / M83- Wait / James Bay- Need the sun to break / Sia- Elastic Heart / Ingrid Michaelson- Keep breathing / Florence and the Machine- Never let me go / Florence and the Machine- Wish that you were here/ Apocalyptica- Sea song / Apocalyptica- Hope Vol. II / The Cinematic Orchestra- To build a home.
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"Pasadas transgresiones"
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Corría rápidamente desde el claro al que había ido en busca de agua, sus pies descalzos tenían punzantes y feas cortadas por las rocas que pisaba en su desesperación por llegar a él. Sentía en lo profundo de sus entrañas el peligro, ellos estaban cerca. Una rama rasgó su pálida y tersa mejilla al pasar cerca de algunos matorrales, se limpió la sangre con el dorso de la mano, olvidando de inmediato el pinchazo de dolor.
— ¡Indra! —arribó por fin al campamento que instalaron en la escondida cueva que encontraron días atrás—. ¡Indra! —gritó con desesperación al no verlo aparecer.
— ¿Qué sucede? —su valiente y noble guerrero salió a su encuentro, espada en mano—. ¿Qué pasa?, ¡Saori! —arrojó el arma en su prisa por tomarla en brazos, antes de que cayera contra el suelo—. ¡Estás herida! —acotó horrorizado, al ver la sangre de sus pies y su rostro.
—No hay tiempo, ya vienen… —lo empujó hacia el refugio de la caverna, una pequeña fogata alumbraba apenas el tenebroso pasaje.
— ¿Los viste? —su mirada se desvió hacia el bosque por el que ella acababa de salir, como si pudiera ver a través de las espesas copas de los árboles y distinguir lo que ella señalaba.
—Los sentí. Su maldad… el hedor es tan fuerte… Indra, esta vez no creo que podamos evadirlos… ¿Por qué no se detienen?... ¿Por qué no comprenden y nos dejan amarnos? —acarició su dura mandíbula, sus preciosos ojos negros la contemplaban con determinación.
—No permitiré que te hagan daño. Me quedaré aquí y los retrasaré, mientras tú huirás hacia el Norte. Moriré protegiéndolos si es necesario —prometió acariciando su vientre que ya comenzaba a abultarse.
— ¡No!... no lo digas… no sobreviviré sin ti. Tienes que estar conmigo, con nosotros… nuestro hijo nos necesitará a ambos —suplicó con los ojos anegados de lágrimas.
—Sólo así tendrás una oportunidad de vivir —se encontró directamente con aquellos luceros verdes que eran su perdición.
—Nadie mejor que tú, sabe que nunca tuve esa posibilidad. Desde que nací, estuve condenada. La fatalidad selló mi destino, y en mi egoísmo, he sellado el tuyo… si no me hubieras conocido —soltó un desgarrador sollozo.
Él la abrazó con fuerza, sintiendo la impotencia y la desesperación arrastrarse por su pecho y asfixiarlo. El miedo a perderla, casi lo paralizaba. No por primera vez, deseaba ser más fuerte, más sabio, más viejo… Deseaba que aquella maldición no pesara sobre sus cabezas, su amada tenía razón, ellos nunca tuvieron oportunidad. ¿Cuánto tiempo más podría conseguirle?, días, tal vez semanas… al final, no serviría de nada, ellos terminarían encontrándola y quemándola en la hoguera.
—Estoy cansada de correr… Indra… ¿confías en mí?
—Con todo lo que poseo y lo que soy —aseguró sin dudar.
—No hay a dónde escapar, dónde esconderse… donde ser felices… no aquí, no hoy…
— ¿A qué te refieres? —sus pupilas verdes comenzaron a brillar, signo inconfundible de que su magia estaba saliendo a la superficie.
—Si nos atrapan, a ti te decapitarán por tu traición, yo seré quemada, mi alma destruida por las llamas de la purificación. Pero, hay otra salida… liberarnos antes de que ellos lo hagan.
El joven de apenas dieciocho años asintió con comprensión. Desde que conoció a Saori sabía lo poderosa que podía llegar a ser, sus alcances eran ilimitados.
Había nacido en el seno de un antiguo aquelarre, la esperada, la que todos reconocerían porque de su cabeza brotarían pétalos de cerezo, la que iluminaría la oscuridad con sus brillantes luces esmeraldas. Aquella a la que su clan prometió perseguir, cazar y destruir en la hoguera. Porque eran ignorantes, porque no querían ver y saber, porque el temor los volvía despiadados.
—Dime qué hacer —ofreció con inmediatez.
—Sostenme… sostenme fuerte —pidió con una triste sonrisa.
—Siempre —prometió acariciando su frente con la suya.
El relinchar y trote de caballos se escuchaba cada vez más cerca. Estaban ahí. La ayudó a hincarse en el áspero y yermo suelo, él se colocó frente a ella apretando su cintura.
— ¡Es el fin, están rodeados! ¡Salgan ahora mismo, no querrán que entremos por ustedes! —la conocida voz del patriarca de su clan reverberó por toda la cueva—. ¡Indra Uchiha, por la gravedad de tus pecados al aliarte con la bruja, serás condenado a muerte!
— ¡No, prometiste que él no moriría, no es su culpa! La bruja lo ha obligado, ella puso su hechizo en él.
Su padre, su hermano, seguramente toda su familia se hallaba afuera. Exceptuando a las mujeres, que siempre permanecían en la aldea, a la espera de sus hombres.
—Bien, ¡si sales ahora tendrás la posibilidad de un exorcismo Indra, pero debes cooperar!
—Tal vez ella no lo deja salir, ¡hay que entrar a ayudarlo!
— ¡Él tiene razón hay que entrar!
—Saori…
—Lo sé —cerró los párpados concentrándose en unos cánticos antiguos, la lengua prohibida.
Hiedra empezó a brotar del suelo, delgados troncos comenzaron a extenderse por la superficie, cubriendo la tierra, incluso las rocas. Las gruesas hojas y ramas espinosas parecían bailar girando a su alrededor, creando un temporal refugio.
— ¿¡Qué es eso!? —oyeron maldecir al grupo de cazadores cuando la hiedra revistió la entrada.
—Viento, aleja las voces —ordenó la joven.
Al instante los gritos, amenazas y demandas, fueron acallados. El hechizo que iba a realizar necesitaba de toda su concentración y su poder.
—Lleva a mis ojos más allá de la noche y el día… muéstrame lo que no se puede saber ni entender. Transporta mi espíritu lejos de las guerras y el sufrimiento. Indícame el camino hacia la redención, donde el amor pueda ser libre, donde del cerezo broten los frutos, donde la Luna pueda yacer con el amanecer…
Indra miró asombrado. En el lugar en que deberían de estar las hermosas pupilas esmeraldas, solo resplandecía una incesante y ambarina luz.
—Lo veo… siglos vendrán, imperios se levantarán y caerán, la guerra arrasará con la vida, pero luego habrá paz… Nos veo —sonrió con felicidad—, estamos juntos, amándonos… ¡es una ella, y está con nosotros! —acarició su seno, en el que la pequeña vida de su hija latía con fuerza—. Lo tengo, ahora sé a dónde ir —sus ojos regresaron a su color habitual—. El tiempo se agota, dame tu daga —exigió al escuchar el esfuerzo de los invasores por cortar la hiedra. La hierba era espesa y dura, pero no resistiría toda la noche.
—Aquí —su amado le ofreció la filosa y peligrosa arma.
—Primero ella —anunció con la voz estrangulada.
No debía entristecerse, aun así, era doloroso saber que pasarían cientos de años hasta que pudiera tener a su hermosa niña en sus brazos. Sin embargo, era mejor eso, a la posibilidad de extinguir su vida en el fuego, si los cazadores la capturaban.
— ¿Listo? —cuestionó al ver la desolación en el rostro de Indra.
—Júrame que la conoceré algún día —suplicó con los orbes empañados.
—Te lo juro. Tendrá tus ojos y tu pelo, también tu fortaleza. Crecerá rodeada de tu amor, la veremos convertirse en una hermosa y valerosa mujer —prometió cuando él se agachó para colocar un beso en la pequeña protuberancia.
—Hasta pronto, hija. Espéranos, iremos por ti —afirmó con la mirada llena de anhelo.
—A la Tierra —cortó su palma, haciendo una fina incisión para que su sangre fluyera con facilidad hacia el suelo—, al Viento, al Agua, al Fuego… Norte, Sur, Este y Oeste… —dibujó los cuatro puntos cardinales.
Afuera el rugir del aire despertó, truenos y rayos surcaron los cielos, las nubes cubrieron el firmamento en cuestión de segundos, ocultando la Luna, sumiendo la noche en penumbra. Las llamas de la pequeña fogata, vibraron con intensidad, incrementando cuatro veces su tamaño, comiéndose la madera sin extinguirse.
—Llévala más allá de las colinas, más allá de la aurora, al final de los tiempos… hasta que la gran estrella de fuego sea una con la Luna. Que duerma en paz, que permanezca latente en el corazón de los que la aman y esperan, conserva su esencia… protégela —jadeó al sentir como sus entrañas eran arrancadas.
Todo en su interior fue removido por la fuerza invisible de su propia magia y la de la naturaleza, dejando un vacío insoportable y un gran hueco en su alma. Sollozó aún más al tocar su ahora plano vientre, donde la vida ya no latía, donde no había señales del fruto de su amor con Indra.
—Estará bien amor —los fuertes y cálidos brazos de él la sostuvieron a través del dolor y el llanto—, yo también lo sentí, ya la echo de menos…
Asintió con resignación.
—Ahora tú… —logró enfocar la vista en aquellos pozos negros que eran su resguardo.
—Juntos… no me iré sin ti, te sostendré hasta nuestro final —aseguró manteniéndola pegada a él.
Afirmó ya más concentrada, respirando la tranquilidad que él le transmitía con su amor. Sus extremidades empezaron a entumecerse, su vista a nublarse un poco, estaba sobrepasando sus límites. Su magia era poderosa y desmedida, pero su cuerpo mortal no. Debía apresurarse, la barrera que erigió para protegerlos, estaba a instantes de caer.
—Dame tu mano —pidió levantando de nueva cuenta la daga, hizo una herida igual a la suya, él ni siquiera respingó. Uniendo sus palmas, prosiguió con su hechizo—. Nuestros cuerpos se volverán polvo, alimento de esta estéril tumba. Que nuestras almas se fundan en una, nuestros pensamientos y acciones se entrelacen conservando la sintonía de nuestros sentimientos, manteniéndola a través de la distancia, a través del tiempo y el espacio. Hasta que el alba traiga con ella a la elegida, aquella que reconocerás por el beso del cerezo en su cabeza, y las gemas resplandecientes que iluminarán su sendero. Aquella que seducirá a la noche, destruyendo la voluntad del halcón que caza en las sombras, el que está hecho de obsidiana… que así sea. Te amo Indra… —la afilada punta entró en el pecho fuerte y duro de su amante, ella empujó sin detenerse, sintiendo en carne viva el daño que causaba al atravesar su corazón.
—Te amo Saori —la besó tiernamente en los labios, antes de que la sangre brotara de su boca.
—Te llevas parte de mi ser, así como yo me llevo parte de ti. Cuando despiertes, búscame… búscame y encuéntrame, yo haré lo mismo, no descansaré hasta que nuestras almas estén juntas y completas, ¡aaghh!... —sonrió entre las lágrimas, observó el punto en el que ahora Indra acababa de enterrar el frío y letal metal, su pecho comenzó a cubrirse de carmesí.
Estaba hecho, cayeron al mismo tiempo, él jamás la soltó, sus cuerpos abrazados perecían rápidamente. Indra acarició su mejilla por última vez. Antes de que exhalara su aliento final, sus miradas colisionaron, unas pequeñas luces emergieron de ellos. Con esperanza, atestiguaron como las luminosas estelas de color se mezclaban entre sí, uniéndose y separándose después, lanzándose hacia el rocoso techo de la caverna, atravesándolo y desapareciendo rumbo al firmamento.
Justo después, los encontraron. Ninguno respiraba, sus latidos por fin extinguidos, la escena les pareció grotesca, ya que sus corazones habían sido atravesados con un puñal y la sangre estaba esparcida por todos lados. Pero si hubiesen mirado con atención, se habrían percatado que sus rostros no reflejaban otra cosa que no fuera paz.
—Se suicidaron… ahora el alma de mi hermano arderá por siempre en el infierno…
—Lo siento por Indra, Isaí. Sin embargo, por lo menos la bruja está muerta —habló el severo patriarca del clan, sin conmoverse por la prematura muerte de su segundo hijo—. Ahora únicamente hay que quemar el cuerpo para asegurarnos de que se extinga para siempre.
—Te equivocas —el sumo sacerdote se acercó hasta donde la pareja yacía en el suelo—, de nada servirá quemarla, su alma ya no reside aquí, tampoco la de él. Magia oscura y poderosa fue liberada…
— ¿Te refieres a que…?
—Debes preparar a tu gente. La lucha no ha terminado, sólo se ha pospuesto. Ella regresará, cuando lo haga, el clan Uchiha la estará esperando, para erradicar su mal de una vez por todas.
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— ¿Nombre?
—Sakura… Sakura Namikaze —mostró la identificación aguardando que le entregasen el paquete a su nombre.
La chica de cabello rubio y ojos negros asintió con aburrimiento, tomando su ID y sacándole una copia para el archivo. Sakura comprendía perfectamente su apatía. En Hope, Alaska, no había mucho que se pudiera hacer para entretenerse, los habitantes del pequeño pueblo eran alrededor de 140, por supuesto que tenían alguna que otra atracción para los turistas, siendo un pequeño poblado entre las montañas, resultaba atractivo para los mochileros y ciclistas, además se podía realizar rafting en los rápidos del arroyo Six Mile. A Sakura nada de eso le interesaba, hacía un año, había escogido ese lugar principalmente por lo tranquilo y aislado que se encontraba, además, el nombre era un plus. Debía admitir que gracias a su historia familiar, se había vuelto muy supersticiosa.
Salió del edificio de correos con su envío en brazos. Recorrió la calle principal para llegar a su humilde cabaña, el pueblo era muy chico, podía ir caminando a cualquier parte, no obstante, contaba con un todo terreno para cuando necesitaba viajar a la ciudad de Anchorage, que quedaba a poco menos de dos horas.
Bajó la mirada cuando una mujer con una pequeña niña, cruzaba la calle en dirección al parque. Siempre trataba de pasar desapercibida, no tenía contacto con nadie, ni siquiera con los vecinos que se localizaban cerca de su territorio, menos mal las cabañas estaban muy separadas unas de otras.
Apretó los dientes al percibir un aguijonazo de dolor que le espoleó el pecho. Al ver a una madre con sus hijos, se llenaba de una extraña añoranza. Sacudió la cabeza desechando aquellos pensamientos, jamás había tenido novios, así mismo, tampoco se sintió atraída por nadie en toda su vida.
«Olvídate ya de esos tontos sueños, sin papi no hay bebés», se recordó con pesimismo. Además, sería una locura traer a un ser indefenso a su mundo, en el cual ella no era más que una presa fugitiva.
Llegó sin problemas a su destino. La cabaña de troncos era toda una artesanía, consiguió comprarla por un precio ridículo, el nieto de la antigua dueña quería salir de ahí lo más pronto posible. Irse a un lugar donde no viera pasar la vida frente a sus ojos, fueron sus despectivas palabras.
Cerró la pesada puerta, internándose en el cálido interior. No había mucho qué mirar, la cabaña era un espacio abierto donde convergían, la cocina, la sala, el comedor, y la recamara. Únicamente el baño se hallaba separado por una puerta. Se dirigió a la amplia y bonita chimenea de piedra, echando unos cuantos leños, creó un confortable fuego que mantuviera el calor en la gran habitación.
Se retiró con cuidado el abrigo, eliminando el odioso gorro de lana que escondía su cabello. Caminando hacia el espejo que colgaba al lado de su cama, contempló con alegría su rosado cabello. Agradecía no tener que teñirlo de nuevo, odiaba cuando su madre la obligaba a lucir aquellos tonos castaños que opacaban su singular melena.
«Es por tu seguridad. Nadie puede descubrir que eres la elegida».
—Tranquila mamá, aquí no tengo que preocuparme —cogió el cepillo de cerdas suaves, pasándolo con cuidado desenredando las finas hebras.
Antes de revisar su paquete, preparó unos sándwiches, ya que salió desde temprano, tuvo que saltarse el desayuno. No estaba muy segura de lo que encontraría en la caja enviada por su prima lejana Tenten. A sus veintidós años, había dejado de entusiasmarse con descubrir los escritos perdidos de Shion Haruno, el historiador de la familia, aquél que había documentado lo referente al origen de la única.
Con su plato de comida recién servido, se dejó caer en el acogedor y cómodo sofá. Colocó su almuerzo en la mesita de centro, a la vez que alcanzaba la caja y retiraba el envoltorio. Sus párpados se abrieron por la sorpresa, dentro se hallaban varios diarios, parecían muy viejos, casi a punto de desmoronarse. Los sacó con extremo cuidado,poniéndolos uno a uno frente a ella. Un sobre se deslizó al final. Lo tomó y abrió, reconociendo de inmediato la letra de su prima.
Por fin, después de mucho buscar, ¡los he encontrado!
Sakura, ahora más que nunca debes cuidarte, siento ojos en mi espalda. No he sido la única que ha viajado hasta la isla para buscar esto, puede que ellos ya sepan de mí, incluso que ya estén enterados o tengan alguna noción de ti. Tomar el apellido de tu padrino pudo ser una salida rápida y eficaz hace tiempo, sin embargo, ellos son muy poderosos, tienen contactos y espías por todos lados. Además, están a punto de erradicarnos, los números de su clan se elevan por mucho a los nuestros. Los Haruno estamos a nada de desaparecer, si no vuelves a saber de mí, quiero que sepas que te amo, y que siempre he creído que tú eres la única que puede terminar con esta guerra. Solo, no lo hagas a costa de tu vida, si no hay más opción, huye Sakura, vete más lejos, donde el odio y la venganza de ellos no pueda alcanzarte…
Que la magia de los Haruno te guíe y te cuide siempre hermana.
Te quiere, Tenten H.
Contuvo un gemido de desesperanza, ¿hasta cuándo continuaría aquella batalla sin cuartel?
¿Cuántas muertes más necesitaban los despiadados Uchiha para satisfacer su sed de sangre?
Recordó con espanto, como fue crecer en el clan equivocado. Su abuela había logrado escapar a muy temprana edad de Japón, emigrando hacia los Estados Unidos de América, en una desesperada búsqueda de normalidad. De paz. Sin lograrlo muriendo en un trágico y extraño accidente a la edad de veinticinco años, dejando huérfana a su pequeña hija, la cual consiguió colocar al cuidado de un amigo americano. Sakura aprendió de su madre, las desgracias que habían azotado a la familia durante siglos. La misma Mebuki se vio obligada a huir y esconderse, más cuando después de una esporádica e intensa relación, quedó embarazada. Trayendo a la vida a una hermosa niña de cabellos rosas y ojos verdes.
La Elegida.
Al principio pensó que eran cuentos, historias de fantasía que hacían más interesante su existencia. Al pasar los años, incluso se compadeció de su madre, atribuyendo sus desvaríos a un trastorno mental. Pero luego, después de ser contactada por algunos miembros de su casi diezmada familia, lo comprendió. La inmensidad de la oscura y sombría realidad, terminó por convencerla. Para ese entonces, no hubo mucho que pudiera hacer, más que continuar con el legado de su abuela y su madre, correr.
Mirando los diarios que por fin caían en sus manos, sintió que el aire podía de nuevo circular por sus pulmones, había dejado de respirar desde hacía mucho. Desde que habló con algunas de sus primas y supo de la posibilidad de acabar con aquella maldición. Todas tan valientes y decididas a arriesgar sus vidas por ella, por la culminación de tan salvaje y cruenta guerra. Tenten, Hinata, Temari y Shizune, esperaban que en aquellas páginas se encontrara la verdad, y también la solución.
Con manos temblorosas, cogió un libro. Suspiró y aspiró profundamente, abrió la portada, leyendo la primera línea que la llevaría a develar el misterio.
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...
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—Siéntense.
Sasuke y su hermano Itachi tomaron sus puestos alrededor de la enorme mesa de la sala de juntas. Como miembros directos de la rama principal de la familia, se hallaban sentados junto al lugar de su tío abuelo Madara, el patriarca de los Uchiha.
—Todos saben por qué estamos aquí. Nuestro momento casi ha llegado, hemos acabado con más del ochenta por ciento del aquelarre Haruno.
—¿¡Pero a qué precio!?, ellos han asesinado a un veinte por ciento de nosotros, ¡entre ellos mi hijo!, el único que seguiría mis pasos, el heredero de mi patrimonio…
Sasuke apretó la mandíbula al ver a Obito desbaratarse de dolor frente a ellos. El hijo de su primo era una pobre víctima inocente más, de aquellos desalmados demonios.
—Lamento mucho la muerte de Sai, tú sabes que cada miembro del clan es una pieza irremplazable. Sin embargo, su muerte no será en vano, gracias a su sacrificio, pudimos obtener vital información que nos ayudará a terminar por fin con esta batalla contra el mal.
— ¿Es cierto que Sai pudo capturar a un miembro de los Haruno y hacerlo hablar? —cuestionó Itachi con tono reservado y frío.
—Así es. Sai tuvo en su poder a Tenten Haruno, aunque no consiguió que confesara antes de eliminarla, pudo seguir sus pasos e investigar a qué lugar envió unos falsos documentos que encontró. Logramos descubrir que el paquete salió rumbo a Alaska, a un pueblo llamado Hope, donde reside una tal Sakura Namikaze.
—Si Sai pudo hacerse cargo de Tenten, ¿entonces quién lo asesinó? —fue el turno de Sasuke. Se hallaba muy afectado por la muerte de su primo y amigo, con el que había crecido y compartido de todo a lo largo de los años.
—Eso aún no lo sabemos. Tuvo que ser un Haruno por supuesto. ¡Herejes!, son ellos quienes merecen desaparecer de la faz de la tierra —el exabrupto de Obito fue recibido con un asentimiento general por parte de los presentes.
—También será encontrado y castigado. Es algo que puedo asegurarte Obito. Pero ahora, debemos concentrarnos en la mujer de Alaska…
— ¿De qué tratan los documentos que le fueron enviados?
—Nada de lo que debas preocuparte Itachi —espetó Madara, molesto por la intervención del primogénito de su fallecido sobrino Fugaku—. Solo falsedades.
—Hmp —asintió el joven guardando para sí sus pensamientos.
—Hay que organizar un equipo que viaje a Alaska y descarte que la tal Sakura Namikaze no sea otra bruja Haruno. Debe ser una diligencia de pocos hombres, en caso de estar en lo correcto, debemos hacer parecer esto un accidente.
—Yo lo haré —ofreció Sasuke impulsivo.
—Entonces yo te acompañaré —Itachi sugirió a su vez.
—No es necesario —sabía que su hermano lo hacía por su protección, no porque estuviera realmente interesado en aquella tarea.
—Lo es —interrumpió Madara— Además, dado que ninguno de los dos ha participado antes en una operación de rastreo y eliminación, Hidan irá con ustedes para asistirlos.
—Hmp como sea. Sin embargo, quiero ser el líder del equipo. Sai no solo era mi primo, era uno de mis mejores amigos.
— ¡Véngalo hijo, termina de una vez con todos ellos! —pidió Obito con rencor.
—Será como digas. Itachi y Hidan seguirán tus órdenes. Me alegra ver que por fin se inmiscuyen más en los asuntos del clan. Si la tal Sakura tiene relación con el aquelarre Haruno, investiguen todo lo que sepa, cuántos quedan y dónde están. Cuando se los diga, elimínenla.
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Sakura permanecía inmóvil en el mismo lugar en el que se hallaba desde hacía horas. La noche había caído hace mucho rato, de hecho, la mañana estaba a punto de llegar otra vez, pero ella no podía eliminar la sensación de pesadumbre y angustia que germinaba en su interior.
Leyó en tiempo récord los tres diarios, aquello arrojaba una nueva luz sobre todo el escabroso asunto de su linaje. Ahora podía comprender mejor el pasado y el presente, pero eso a fin de cuentas no importaba, lo que temía, es lo que prometía el futuro.
—Saori… oh… pobre, pobre Saori. Pobre de mí…
Todo había iniciado por el fanatismo, por el control del poder… culminando en la persecución sin fin y la destrucción del verdadero amor.
¿Qué haría ahora?, dudaba que los Uchiha quisieran sentarse a discutir con ella una tregua. Tendría que esperar hasta que su Indra apareciera, hasta que Saori despertara en ella y le diera el poder de detener la guerra. Desde hacía siglos el clan Haruno había perdido su magia, aunque no por eso se olvidaron de las viejas formas, su gente jamás dejó de lado sus costumbres, sus cánticos, sus hechizos. Aunque no surtieran ningún efecto, eran parte de su herencia, de quienes eran. ¿Todo eso resurgiría?, ¿volvería ella, Sakura Haruno, a despertar la poderosa magia de la que fue capaz su antecesora?
Si los escritos decían la verdad, ella era la única, la reencarnación de Saori la elegida.
—¿Qué puedo hacer?. No mucho si no descansas —hablar consigo misma fue un hábito que desarrolló desde niña, al estar casi siempre sola, era una medida que le ayudaba para no volverse retraída y seria.
Se talló los ojos al sentir el cansancio, sus cuencas ardían y sus párpados pesaban. Tomó una ducha rápida que le ayudó a refrescarse. Colocándose un ligero camisón, se condujo directo a su mullida cama, enterrándose entre las gruesas y confortables mantas. El reloj marcaba las ocho de la mañana cuando por fin se quedó dormida.
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Sasuke salió de su habitación de hotel con mucho sigilo. Pretendía que Hidan e Itachi no se dieran cuenta que se marchaba. Llegaron sin contratiempos al pequeño poblado de Hope. Investigar la dirección de Sakura Namikaze no fue problema, la chica del correo les dio la información después de que su hermano coqueteara con ella y le prometiera una cita para comer. La pobre mujer estaba desesperada por atención.
Hidan opinó que era mejor esperar hasta el cobijo de la noche para irrumpir en su cabaña, Itachi respaldó la idea, no obstante, Sasuke no tenía tanta paciencia. Ansiaba retribución por la muerte de Sai, no estaba dispuesto a darle la oportunidad a Sakura Namikaze de que huyera.
Ataviado con una gabardina y ropa negra, sus armas quedaban bien cubiertas. Probablemente no las necesitaría, ya que era experto en combate cuerpo a cuerpo —como todos los Uchiha—, pero debía ir preparado.
Aparcó su auto rentado a una cuadra de distancia, el ruido del motor podría alertar a su presa. En el pueblo casi nadie manejaba, así que sería anormal que alguien condujera por la desierta calle.
Encontró la casa sin demoras, era una cabaña hecha de troncos, de color blanca, con un pequeño porche en el que colgaban flores de temporada. Las cortinas de las ventanas estaban cerradas, impidiendo husmear el interior. Un jeep rojo permanecía aparcado al lado. Sakura estaba en casa.
Dirigiéndose a la entrada, aguzó el oído, pendiente de cualquier sonido proveniente de adentro. Nada. Sacando un estuche en el que portaba diferentes tipos de puntas y desarmadores, comenzó con la labor de violar la cerradura. Se tragó una exclamación de júbilo, al escuchar el click y hacer girar la perilla, abriéndola después de escasos minutos de resistencia. Comprobando los alrededores, asegurándose que no había nadie a la vista, se coló al interior.
Sus ojos registraron a detalle la espaciosa zona, sonrió de lado al descubrir el bulto en la cama. Aquello había sido un juego de niños, pensó con arrogancia. Abrió el extremo de su abrigo, sacando su navaja más mortífera. Con pasos silenciosos se aproximó hasta el lecho, su mano izquierda tomando el borde de las mantas.
— ¿¡Qué diablos!? —jadeó en un susurro al revelar lo que se hallaba debajo.
Aquella mujer era el ser más hermoso que había visto en su vida, lucía tan etérea, como un espíritu celestial, un bello y fino ser lleno de luz… pero lo que lo tenía al borde de un ataque… era su largo y rosado cabello.
«Aquella que reconocerás por los pétalos de cerezo floreciendo en su cabeza…»
—No puede… esto no…
Ella gimió y se removió inquieta, como presintiendo su cercanía. Sus párpados cerrados comenzando a agitarse. De pronto, sus ojos se abrieron de golpe, quedando fijos en los suyos.
«…gemas resplandecientes que iluminarán su sendero»
—In… ¿Indra?
Encandilado por su mirada, fue acercándose más a ella. Era como si una fuerza invisible tirara de él, obligándolo a tocarla, a enterrar la nariz en la piel expuesta de su escote y embriagarse con su aroma. Quería pasar la lengua por sus labios y saborear su boca a conciencia. Era un anhelo desgarrador, que hacía arder sus entrañas.
¿¡Qué jodidos le sucedía!?, durante mucho tiempo pensó que a él no le atraían las mujeres, menos los hombres, ya que nadie había despertado nunca su libido. Habría jurado que era un ser completamente asexual.
¿Por qué estaba entonces tan dispuesto y preparado para saltarle encima y hacerla suya?
No lo sabía, ni importaba mucho en ese momento, ya que fue precisamente lo que hizo.
Soltó la navaja que cayó al piso con un ruido sordo. Se quitó la gabardina con premura, continuando con la camisa después, haciendo saltar los botones en su prisa por desvestirse. Su cinturón no fue obstáculo suficiente, se libró de el junto con sus pantalones y zapatos, en menos de un minuto estaba completamente desnudo entre sus pálidos muslos.
—Yo nunca… ¿¡Por qué!?... estoy sufriendo porque me toques… —confió ella entre excitada y asustada.
—Shh… tranquila —degustó sus gruesos y jugosos labios rosas, exigiéndole abrir su boca solo para él.
— ¡Mpfhm! —recibió su ataque con una disposición absoluta.
Sus lenguas se entrelazaban, mientras sus manos acariciaban su cuerpo con desvergüenza, rasgando la frágil tela que se interponía entre ellos. Ansiaba sentirla piel con piel. Sus pezones se restregaban en su torso, creando una fricción exquisita. Su erección lista para penetrar en su sexo. Necesitaba con una desesperación abrumadora enterrarse y vaciarse en ella. Estaba en la lujuria total.
—No puedo parar —gimió tomando sus caderas y haciendo que rodeara su cintura con las piernas—. Yo... ¿sí? —exigió su autorización con la poca cordura que rescató de su olvidada moral.
—No quiero que pares… —acunó su rostro entre las manos.
Como poseído, embistió en ella con un único movimiento. El rostro de la preciosa pelirosa se estropeó con un grito y una contorsión de dolor, pero no podía detenerse, la urgencia de marcarla, de poseerla… de fecundarla, dirigía sus acciones.
Su apretado canal estaba caliente y húmedo. Comenzó a empujar con más profundidad y dureza cuando sus verdes pupilas se pusieron vidriosas de pasión, ella ya no sufría, por el contrario gemía extasiada, incentivándolo a que la tomase con más fuerza.
¿Cómo había podido perderse de aquella experiencia?, tenerla apretando alrededor de su miembro, era la mejor sensación del mundo. Sus embestidas pasaron de ser descoordinadas a experimentadas y certeras.
Tomó su nuca, enredando sus dedos entre todo ese brillante y largo cabello. Un destello de un viejo recuerdo brotó en su memoria.
Él sobre ella, disfrutando de su calor, rodeados de la noche, a cubierta únicamente de las estrellas y la Luna. Su inusual cabello rosado extendido como abanico, en el suave pasto. Sus ojos verdes mirándolo con profunda adoración.
—Lo veo… —Sakura extendió su mano, rozando su mejilla y dedicándole una sonrisa cargada de esperanza.
Se lanzó a su boca, saqueándola con ardor. Entrelazando su lengua con la suya en un beso descuidado pero exigente. Continuó moviéndose entre sus tiernos pliegues, sintiendo el final acercarse. Su columna empezó a cosquillear, los dedos de sus pies enroscándose.
— ¡Más, más… más por favor!
Motivado por sus exigentes súplicas, fue como llegó a su explosivo orgasmo. La sostuvo con fuerza, inmovilizándola en su sitio hasta que terminara de vaciarse en ella. Era extremadamente necesario que todo su esperma se quedase dentro.
—Mi vientre… quema —murmuró ella con una enorme sonrisa de felicidad.
Sakura sabía lo que había sucedido. También lo que vendría. Abrazó al sudoroso hombre que yacía encima suyo. Con nadie más que con su antiguo amor, habría reaccionado de aquella manera. Con tanto anhelo y desesperación. Él salió de su cuerpo, ella al instante lo echó de menos.
—Los escritos eran ciertos. El amor de Indra y de Saori renacerá en nosotros, nuestras almas por fin se han reunido, detendremos esta guerra, y lo más importante… daremos vida —sin duda esa certeza, era la sensación más hermosa que experimentaba en toda su existencia.
Sin embargo, algo no iba bien. Él no le regresó el abrazo, por el contrario...
— ¿Qué… qué me hiciste? —al percibir la tensión en el fuerte y musculoso cuerpo del invasor, lo soltó, permitiendo que se alejase.
—Yo… no has… ¿no estás aquí porque querías encontrarte conmigo?, ¿Porque recuerdas y querías restablecer el lazo roto? —sus oscuros ojos reflejaban un odio tan profundo, que ella se llenó de miedo.
— ¡Bruja!, ¿Qué clase de hechizo lanzaste sobre mí, que no pude pensar en otra cosa que no fuese abalanzarme sobre ti?
— ¡No- ahhh- agh! —el horror la paralizó, ásperas y rudas manos se apoderaron de su cuello, apretándolo con fuerza.
¡Él iba a estrangularla!
¡La reencarnación de Indra no la recordaba e iba a matarla!
Comenzó a patalear, quiso arañarlo, pero él desvió el rostro con habilidad, impidiéndole alcanzar sus ojos, los cuales eran el blanco.
—Por-por fa-favor —gimoteó con las pupilas empañadas.
— ¿Creíste que podrías controlarme, bruja?
—Vas a… matar-nos —jadeó en un último intento por convencerlo. Su vista se oscureció, estaba a nada de perder el conocimiento—. In- Indra…
Sasuke aflojó su apretado agarre cuando la hermosa mujer cayó desmayada. Tumultuosas emociones lo bombardeaban, se bajó de la cama, tropezándose en su intento por alejarse del exuberante y cálido cuerpo que lo había acogido minutos atrás.
¿Por qué sentía tanta culpa por haberle hecho daño?
Debería estar deseoso de matarla por la afrenta que ella cometió al meterse con su mente, hechizándolo para que cumpliera con algún retorcido ritual. No se perdió las palabras que le lanzó al culminar el acto sexual. Ella había referido algo de dar vida. ¿Lo había usado como a una especie de semental para preñarla?
—Maldita aprovechada… lo peor es que… —se acercó de nuevo a ella— la posibilidad no me desagrada ni un poco —estiró el brazo, alcanzando a rozar con las yemas de los dedos, su plano y liso vientre.
Sacudió la cabeza, intentando eliminar esas absurdas ideas. Si esos eran sus planes, lo más seguro es que quisiera traer al mundo una especie de demonio, algo que él tendría que impedir. Se alejó nuevamente, recogiendo su ropa, comenzó a planear la manera más eficaz para descubrir lo que ella pretendía.
Cogió la sábana rasgándola en varios pedazos. Era hora de concentrarse en realizar el trabajo que había ido a hacer.
.
Sakura abrió poco a poco los párpados. Sentía frío, además de mucho dolor en el cuello. Deseó alcanzar la parte lastimada para darse un masaje, pero sus movimientos estaban restringidos.
— ¡Qué pasa! —jadeó con una ronca exclamación.
Sus manos y pies estaban atados a cada extremo de la cama. La cabaña estaba a oscuras, pero ella pudo distinguir la silueta que se hallaba a escasos metros. El atractivo hombre de cabello negro permanecía sentado cerca de la chimenea.
—Ya era hora —se levantó de la silla en la que se encontraba esperando.
— ¡Suéltame!, ¡no te me vuelvas a acercar! —se removió todo lo que pudo, lo cual no fue mucho.
Él encendió la lámpara de noche del buró. Sus insondables ojos la escrutaban sin emoción. Comenzó a sonrojarse cuando su mirada se tardó más de lo necesario en su extendido y desnudo cuerpo.
—En vista de lo ocurrido, y de tus características físicas, es obvio que eres una bruja Haruno, la Elegida, ni más ni menos. Si te elimino, acabaré por fin con la amenaza que ustedes representan.
— ¿Cuál es tu nombre?
—Huh, ¿estás a punto de morir y te interesas por mi nombre? —ella asintió vigorosamente—. Bien, si tanto quieres saber. Soy Sasuke, Sasuke Uchiha.
—Sasuke… —afirmó con agradecimiento— Bueno, Sasuke, si vas a matarme, hazlo entonces. Continúa con esta batalla de odio y venganza. Mantén viva la tradición de los Uchiha, de perseguir y masacrar inocentes. Acaba con mi vida, y probablemente con la de tu propio hijo.
Sakura sabía que debía medir bien lo que le dijera a Sasuke. Él no estaba tan convencido de deshacerse de ella como quería aparentar. Seguramente los recuerdos de su vida pasada peleaban por salir a la superficie, ella misma comenzaba a tener destellos de las memorias de Saori. Necesitaba ganar tiempo hasta que ambos lograsen restablecer su conexión.
— ¿Esa era tu intención?, ¡usarme para concebir tu engendro!
— ¿Mi intención?, ¡pero si fuiste tú el que me saltó encima y me hizo el amor!, yo estaba apenas despertando… al menos admite que actuaste por cuenta propia.
— ¡Tú me hechizaste!... y no fue hacer el amor, fue solo sexo —aportó restándole importancia, quería distanciarse todo lo posible de esa mujer que tantas extrañas sensaciones le provocaba.
— ¡Ni siquiera tengo magia!, ningún Haruno ha nacido con el don desde que Saori murió. Tal vez para ti fue simple sexo, pero para mí no, yo nunca había tenido el deseo de estar con alguien, por si no te diste cuenta era virgen, ¡bruto imbécil!. Si no fueras mi antiguo amor, ni siquiera te habría mirado, no tengo por costumbre ir ofreciéndome a los hombres… —parpadeó para evitar que las lágrimas salieran.
Se mordió el labio y giró el rostro. ¿Y si no lograba convencerlo?, ¿y si él no recordaba nada de su pasado?, estaba frita. Admitió con derrota. Sintió el colchón hundirse por el peso extra cuando Sasuke se dejó caer a su lado.
—Mírame —exigió con voz dura.
— ¡Qué! —sollozó al encontrarse con su rostro a centímetros del suyo.
—Si no ha sido tu magia, entonces… ¿Qué fue? —preguntó curioso.
¿De verdad estaba dispuesto a escucharla?... ¿a creerle?. La esperanza surgió de nuevo en ella.
—Nada mejor como empezar por el principio. Solo te pido que oigas atentamente lo que voy a contarte, por favor… —suplicó al verlo entrecerrar los párpados.
—Bien, comienza.
—Puedes primero cubrirme, tengo frío —ya que la amenaza de ataque estaba controlada, la adrenalina disminuyó, haciéndola muy consciente de su condición y de su piel erizada.
Dándole una última repasada de pies a cabeza, cogió una manta, echándola por encima hasta cubrir sus pechos.
— ¿Satisfecha? —era una pena perderse de tan buena vista, aunque por otra parte era mejor no permitir que lo distrajera con sus encantos.
—Gracias. Hace siglos, existían varios aquelarres de hechiceros, entre ellos los Haruno. Quienes practicaban la magia de los elementos… de la naturaleza…
—Magia negra.
— ¡No!, la magia no es blanca ni negra, no es pura ni oscura. Es simplemente energía, que está a nuestro alrededor, y que algunos sabían usar y manejar para su beneficio o el de otros. Claro que a veces personas corruptas eran las que corrompían el propósito y la esencia de lo que la magia es. En fin, mis antepasados tenían creencias muy diferentes a las de los otros clanes. La mayoría no vieron con buenos ojos las costumbres y tradiciones de mi pueblo, quienes adoraban por sobre cualquier Dios, a la naturaleza… así fue como comenzaron las riñas y desacuerdos con los Uchiha, los cazadores.
»Las peleas no eran tan fuertes, al menos no hasta que el nacimiento de Saori cambió todo. Una niña especial, las hechiceras más viejas, juraban que era la misma Naturaleza hecha mujer. Decían que había tomado su forma basándose en su árbol favorito, el cerezo. Sus ojos brillaban como esmeraldas, como las hojas floreciendo en primavera. Su magia sería ilimitada, incomparable, guiaría no solo a nuestro clan, sino a todos los demás. Les mostraría cómo defender y preservar la vida, la riqueza del suelo y la pureza de las cristalinas aguas de los ríos y mares… les enseñaría a no temer a la fuerza de los volcanes ni los aullidos del viento.
Se detuvo un instante, comprobando que tenía la completa atención de Sasuke.
—Los Uchiha, quienes profesaban el cristianismo, fueron los que decidieron levantarse en armas. En nombre de su supuesta fe, lo cierto es que para ese entonces, el territorio que ocupaban los Haruno era mucho mayor al que ellos poseían, y en su avaricia, deseaban conquistarlo para extender sus dominios.
—Cuida tu lengua intrigante, no olvides que son mis antepasados de los que hablas, conozco muy bien la historia también. Si vas a decirme tu propia versión de lo que ya sé, será mejor que te calles —se levantó de la cama con indignación.
—No son intrigas… Sasuke, lo que te digo es verdad. Está todo en los diarios de Shion Haruno, puedes leerlos tú mismo, están sobre la mesa. Los Uchiha atacaron al aquelarre por sus propios intereses mezquinos. ¡Desde hace siglos nos cazan sin razón!
— ¿Sin razón?, ¡tu pueblo aterrorizaba a todos!, con la amenaza de usar su oscura magia contra ellos, tenían a los aldeanos sometidos, no fue hasta que asesinaron a varios miembros de mi familia, que los Uchiha decidieron levantarse en armas…
—Dijiste que me darías la oportunidad de explicarme…
—No cuando lo único que sale por tu boca son mentiras.
—Yo miento y tú tienes la verdad, claro. Entonces para qué seguir perdiendo el tiempo, no te diré nada más, así que puedes eliminarme cuando gustes —suspiró vencida.
¿Cómo hacerlo entender?, Sasuke seguramente había sido alimentado con el odio hacia los Haruno desde la cuna. No creería la verdad aunque esta lo golpeara en la cara. Se preparó para lo inevitable. La tristeza se cernió sobre ella, nuevamente no sería capaz de dar vida, de conocer el rostro de su hijo y tomarlo en brazos.
«Hija»
Informó una dulce voz en su cabeza.
— ¿Una niña? —murmuró sintiendo dos gotas calientes bajar por sus mejillas.
—Antes, en más de una ocasión me has llamado Indra… —salió de sus pensamientos pesimistas concentrándose nuevamente en Sasuke.
—Todos los Haruno eran vistos como una amenaza, pero el verdadero objetivo de los Uchiha, era Saori. Uno de los cazadores más jóvenes y habilidosos se ofreció para capturarla y llevarla a la hoguera, los demás estuvieron de acuerdo, querían minimizar las pérdidas, confiaron en que él sabría llegar a ella y tomarla. Lo hizo, pudo estar tan cerca de ella, que descubrió su verdadero ser. Indra Uchiha cayó perdidamente enamorado de Saori, ella también se enamoró de él. Por ese amor, Indra le dio la espalda a su clan, para estar con ella, para salvarla y protegerla… las muertes de tu clan fueron a manos suyas, en su desesperación por detenerlos de dañarla…
— ¡Ella lo embrujó, así como has hecho conmigo!
—Tan perdido y ciego, tan falto de fe. Cómo podrías reconocer el amor si…
—…nunca lo has experimentado —completó asombrado.
Una imagen parpadeó en su mente, saliendo de la bruma y mostrándose con claridad.
Con sigilo y pericia se escondió entre los gruesos troncos de los árboles que rodeaban el lago. La oscuridad era atenuada por la blanca y llena Luna que brillaba en el cielo. Al ver la fina y delicada silueta salir del agua, tomó posición. Cogió su arco de la espalda, al tiempo que preparaba la flecha que atravesaría el negro corazón de la bruja. Su clara e inmaculada piel resplandecía con las gotas de agua que se adherían a ella, su largo cabello rosa cubría sus turgentes pechos, una sonrisa de perlados dientes centelleaba en su hermoso rostro de facciones perfectas.
De pronto los expresivos ojos verdes viraron hacia donde él se encontraba. ¡Imposible!, ella no podía haberlo visto.
Se quedó muy quieta, la sonrisa desapareció por completo, reemplazada por una mueca de melancolía.
—Si vas a matarme, al menos ten el valor de mostrarte ante mí…
Su voz. ¿Había escuchado alguna vez algo más cadencioso y bello?
Atraído por tan dulce sonido, salió de su escondite. En diez largos pasos se colocó frente a ella.
—Eres tan joven para tener tanto odio en tu interior por alguien a quien ni siquiera conoces. Tus preciosos ojos negros parecen únicamente transmitir rencor —levantó su mano con la clara tentativa de acariciar su mejilla.
— ¿Qué es lo que estás haciéndome bruja?, ¿Por qué no puedo apartarme… por qué no quiero detenerte? —apretó la mandíbula al sentir el delicioso roce de su palma—. ¿Es este el poder de tu magia, un embrujo al que soy incapaz de resistirme?
—Tan perdido y ciego, tan falto de fe… ¿Cómo podrías reconocer el amor, si nunca lo has experimentado?... hasta hoy —sonrió con paciencia.
— ¡Que rayos, eras tú!, ¿Cómo? —negó impactado, saliendo del trance.
Observó con asombro a la mujer que yacía quieta atada en la cama, la misma que había estado en sus recuerdos, no obstante, sabía que aquellos no eran del todo sus memorias.
—Indra y Saori… Sasuke y Sakura. Da igual el cuerpo y el nombre, lo que importa son nuestras almas, las cuales han resistido a pesar del tiempo, a pesar de la distancia, a pesar del odio… Mírame Sasuke, pero mírame bien, dime con toda sinceridad que deseas matarme, que no sientes otra cosa que desprecio por mí, que quieres atravesar mi corazón con tu navaja, o quemarme en una hoguera para que me extinga por siempre…
Sasuke la vio. Lo que descubrió heló su sangre.
—O por el contrario, lo que anhelas es tomarme entre tus brazos, estrecharme hasta que estés seguro que no voy a desaparecer. Protegerme de cualquiera que intente dañarme, a mí y a nuestra hija. Compartir esta vida como no pudimos hacerlo antes, en aquella ocasión en la que nos negaron amarnos, por ser yo una hechicera y tú un cazador…
—No… imposible… Indra, él… él fue asesinado por Saori Haruno, ella atravesó su corazón para su ritual de reencarnación. Ella lo traicionó, ¡ella no lo amaba ella lo usó! —repitió con eficacia las palabras que le habían recitado desde su niñez.
Pero… ¿Por qué no las creía?
—¡Ella no lo traicionó!. Ellos decidieron morir juntos para tener una nueva oportunidad de vivir su amor. De salvar a su hija. ¡Recuérdalo… recuérdame!… recuérdanos —imploró con impotencia.
Sasuke cayó de rodillas, de pronto no podía respirar.
Nuestros cuerpos se volverán polvo
Su palma ardía, no había herida, nada de sangre.
…alimento de esta estéril tumba.
Tanto calor, en algún sitio el fuego ardía como si lo avivaran.
Que nuestras almas se fundan en una…
El peligro acechaba, debían apresurarse.
Nuestros pensamientos y acciones se entrelacen conservando la sintonía de nuestros sentimientos
Era tan débil, si hubiera sido capaz de protegerla, no habrían tenido que llegar hasta esto.
…manteniéndola a través de la distancia, a través del tiempo y el espacio.
Tenía miedo, no por él…
Hasta que el alba traiga con ella a la elegida, aquella que reconocerás por el beso del cerezo en su cabeza
Levantó la vista hacia donde ella lo observaba, lucía tan preocupada.
… y las gemas resplandecientes que iluminarán su sendero.
¿Por qué lloraba, por él?
Aquella que seducirá a la noche
Era tan hermosa.
Destruyendo la voluntad del halcón que caza en las sombras, el que está hecho de obsidiana…
¿Y era nuevamente suya?
Te amo Indra…
Sintió que su corazón era desgarrado. Gritó de dolor, su espalda chocó contra el piso como si una descarga eléctrica lo hubiese golpeado.
— ¡Sasuke! —la escuchó llamarlo mortificada.
—Sa- Saori —graznó angustiado, intentando arrastrarse para llegar a ella.
«Te llevas parte de mi ser, así como yo me llevo parte de ti. Cuando despiertes, búscame… búscame y encuéntrame, yo haré lo mismo, no descansaré hasta que nuestras almas estén juntas y completas»
Sus párpados se cerraron llevándolo a un mundo de tinieblas.
.
Una cálida mano acariciaba su cabeza, la cual reposaba sobre algo blando y no sobre el duro suelo en el que había caído inconsciente. Abrió los ojos poco a poco, encontrándose con la tierna mirada de ella.
—Por fin despiertas, todo ha regresado a tu mente, ¿verdad?
Después de siglos de espera, las emociones se desbordaron, se irguió y la tomó en brazos, apretándola tan fuerte que sabía podía estar causándole daño, sin embargo le pareció imposible refrenarse. Aquel hechizo siglos atrás pronunciado, había dado resultado. ¡Por fin estaban juntos otra vez!
Unió su boca a la suya. Parecía que acababa de suceder. Que solo cerró los párpados un momento. El dolor en su pecho, gracias a su corazón lacerado, iba menguando lentamente al sentir su calor.
— ¿Cómo… cómo puedo sentirme dos personas a la vez?
—Supongo que del mismo modo que yo he recuperado sus emociones y su magia —lo besó en la frente—. La desesperación por alcanzarte y aliviar el dolor que reflejabas, hizo que todo se clarificara y que mi poder surgiera, junto con sus vivencias.
— ¿Así fue cómo pudiste desatarte? —la acomodó mejor en su regazo. Besaba cada parte de ella que podía alcanzar.
—Sí. Es extraño, ¿no? Saber que somos ellos, pero sentirnos también como alguien más.
—Júrame que no es un sueño —pidió inseguro, enterrando la nariz en su hombro, quería empaparse de su fragancia—. ¡Oh no! Soy un verdadero idiota, no puedo creer que lo primero que haya hecho al encontrarte haya sido casi matarte —susurró consternado, al ver la marca de sus dedos en su delgado cuello.
—Bueno, eso no fue exactamente lo primero que hiciste —bromeó aligerando el ambiente.
—Maldición, ahora que lo pienso fue incluso peor, ¡te violé! —exclamó horrorizado.
—Shh, no. El deseo latente de reunirte con nuestra hija era tan fuerte en ti como en mí. No abusaste de mí, yo anhelaba ser tuya de nuevo…
—Lamento haberla llamado engendro —suspiró culpable—, ¿crees que haya sido suficiente con una vez, que ya la hayamos recuperado también? —paseó la palma por la plana superficie.
—Sí, la siento. Su magia fluctúa junto a la mía. Pero si no estás convencido, siempre podemos intentarlo de nuevo —rio con descaro.
—Hmp, es una buena idea, solo por si acaso. Sakura… me gusta ese nombre, va mejor contigo.
—También me agrada. Sasuke, ¿Cómo me encontraste, que te trajo hasta mí si no habías recuperado tus memorias?, ¿hay otros Uchiha por la zona?
La expresión de él se ensombreció. Poniéndose de pie con rapidez, la ayudó a levantarse. Su preocupada mirada explorando cada rincón de la extensa habitación.
—Tenemos que irnos —advirtió seriamente—, vístete y coge lo que no quieras dejar detrás. No volveremos a este lugar.
— ¿Qué sucede? —cuestionó asustada, pero ya se dirigía al armario para tomar su ropa.
—Fui enviado a este pueblo junto a mi hermano y a uno de los esbirros de Madara Uchiha, es quien mueve los hilos. Nuestras ordenes eran investigarte, y si resultabas ser una Haruno, eliminarte.
— ¡Qué…! —dejó caer la blusa que acababa de tomar.
—Lo sé. Pero no necesitas temer, no te haré daño…
— ¿Lo has hecho antes… has matado a alguien de mi clan?
—Nunca —se aproximó a ella, con tiento cogió su rostro entre sus palmas—. Siempre hubo algo que me detuvo, un pensamiento que me decía que no era correcto. De hecho, no fue hasta que escuché tu nombre que la urgencia de encabezar esta misión surgió en mí. Créeme.
—Lo hago. Este amor es tan fuerte, pareciera que no puedo sentir más allá de él, es increíble que solo llevemos escasos minutos juntos, y su intensidad me rebase de esta manera.
—Pienso lo mismo. Todo ese odio con el que crecí hacia ustedes, es un lejano recuerdo ahora. Date prisa, ellos vendrán cuando oscurezca, o cuando se den cuenta de que me fui.
Sakura no perdió más tiempo. Se vistió de manera eficaz y rápida, llevaba su vida actuando de aquella forma. En una pequeña maleta guardó algunos cambios de ropa y el efectivo con el que contaba para emergencias. Por último, corrió por los diarios que Tenten le envió, colocándolos cuidadosamente en su improvisado equipaje. Cuando estuvo por fin lista, se acercó a Sasuke, incrédula aun de tenerlo de nuevo con ella.
—Necesito llevarte a un lugar seguro. Tomaremos tu auto, ya que ellos conocen el coche alquilado y no tardarían en rastrearlo.
Asintió tomando su mano y dejándose guiar por él. Al abrir la puerta, Sasuke se detuvo en seco, luego, con una velocidad inusitada, la colocó tras él. Sakura no pudo ver nada ya que su espalda le cubría la vista, pero su cuerpo se llenó de escalofríos al escuchar la profunda y malvada voz que resonó desde la entrada.
—Vaya, vaya, esto sí que no me lo esperaba. Aunque, considerando lo cercano que eras a Sai, debo admitir que era una gran posibilidad que tú también fueses un traidor.
Sasuke contempló la pistola que Hidan apuntaba directamente a su cara. Era un tonto confiado, debía haber revisado el perímetro antes, pero la urgencia por salir de ahí y resguardar a Sakura había sido su prioridad. Las palabras del recién llegado le parecieron extrañas, sin embargo no tenía tiempo para que le aclarara qué significaban, no mientras el dedo de Hidan estaba sobre el gatillo.
— ¿Qué tienen estas Haruno que no pueden resistírseles?, o será que tu mente es tan débil que ha conseguido hacerte caer en su brujería —se acercó hasta entrar a la cabaña, cerrando la puerta sin desviar la pistola de la cabeza de Sasuke—. Como quiera que sea, vas a desear nunca haber traicionado a tu clan. ¡Átala! —ordenó, señalando la mesa y sillas que Sakura usaba como comedor.
— ¿Dónde está Itachi? —Sasuke no se apartaba del frente de Sakura, en cuanto Hidan la viera, la reconocería como la única. Entonces no dudaría en dispararle.
La Elegida era un trofeo que todos los Uchiha querían sobre su pared. Ninguno le daría la oportunidad de atacarlos con su magia, la matarían antes de dejarla parpadear. Contrario a él, que primero sería torturado por todo el clan para expiar sus pecados y después condenado a la decapitación o la hoguera.
—A quién diablos le importa dónde está, seguro es un renegado igual que tú. Cuando desperté no estaba, si huyó, pronto lo encontraremos, y si viene aquí, me encargaré de él también, sé de buena fuente que es un inepto en el combate cuerpo a cuerpo —su risa era demencial—. ¡Ahora muévete!
—Sí, Itachi siempre evita las confrontaciones —retrocedió cuatro pasos, empujando a Sakura y haciendo que Hidan se acercara a ellos mientras se alejaban.
—Tienes tres segundos para hacer lo que te dije, o les dispararé a ambos. Uno…
—… no le gusta ensuciarse, le molesta que la sangre le salpique. Rupofobia le llaman, así que, para compensar su defecto, se convirtió en un especialista de los enfrentamientos a distancia.
—Dos- ¿Qué demonios di-?
El vidrio de la ventana se hizo pedazos, Sasuke se lanzó sobre Sakura protegiéndola con su cuerpo mientras caían al suelo.
— ¿Qué, qué sucedió? —preguntó ella sin comprender nada. El cuerpo del recién llegado yacía en el piso con lo que parecía ser un tiro en la sien.
—Ese fue mi hermano diciendo hola. Continúa recostada, no sé si nosotros seamos los siguientes.
Se arrastró hacia la ventana, arriesgándose a mirar por una esquina. Como era de esperar, Itachi no se hallaba a la vista. Confiaba que su hermano mayor no lo dejaría morir a manos de alguien tan rastrero como Hidan, lo que desconocía es si ese apoyo continuaría al saber que ahora estaba del lado de los Haruno.
—Él… va a querer matarme.
—No se lo voy a permitir —sacó su propia pistola.
—Es tu hermano, ¡no quiero que se hagan daño! —sollozó asustada.
—Lo sé, pero si él no atiende a razones… Sakura eres mi prioridad, son —corrigió al recordar a su hija, la cual apenas comenzaba a formarse en el nuevo cuerpo de Saori—. No les fallaré.
Su móvil vibró en su pantalón, sentado bajo el marco de la ventana, resguardándose de los posibles tiros de Itachi, sacó el celular y lo contestó al comprobar el número.
— ¿Quieres matarme? —cuestionó directamente.
—Voy a entrar, no dispares.
—Estoy del lado de Sakura —advirtió antes de que Itachi colgara.
—Y yo estoy del tuyo hermano —terminó la comunicación.
Sasuke suspiró tranquilo.
—Ocúltate en el baño. No quiero que descubra quien eres hasta poner a prueba su lealtad.
Sakura no puso objeción a su orden. Su confianza en él ahora absoluta. Le dio un corto beso en los labios y corrió a hacer lo que le dijo. Al encerrarse se alejó de la puerta, refugiándose en la bañera, esperaba que todo saliera bien, pero si la situación se descomponía y sucedía lo peor, quería estar lo más alejada del peligro. Su preocupación no por ella, sino por la valiosa carga que acunaba en su interior. Una sonrisa incrédula le iluminó el rostro.
—Por fin te conoceré —murmuró con lágrimas cubriendo sus mejillas, su palma acariciando amorosamente su vientre—. Esta vez no dejaremos que ganen, que nos vuelvan a separar —prometió con convicción. Cerrando los párpados y permitiendo que la magia de Saori, su magia, continuara fortaleciéndola.
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Sasuke respiró momentáneamente aliviado al ver a Sakura encerrarse. Su hermosa mujer, su fuerte y dulce hechicera. Su cabeza estaba sobresaturada de recuerdos de ambos. Sus sentimientos también se hallaban bastante revueltos, una imperiosa necesidad de correr a abrazarla para poder disfrutarla después de tantos siglos separados estaba a punto de dominarlo. Pero a su vez, esa necesidad peleaba con el deber de protegerla, de escapar de ahí, sin importar cuantos enemigos tuviera que eliminar en el camino. Esperaba que Itachi, su hermano en esta vida, no fuera uno de ellos.
Apuntó su cañón a la entrada cuando la figura del hombre mayor apareció por la puerta del frente. El rostro de Itachi lucía sereno, casi amable. De su espalda colgaba una mochila, supuso que con sus armas, específicamente el rifle que tan diestramente sabía usar. Sus manos permanecían extendidas a sus costados, mostrándole que se hallaba desarmado, incluso indefenso.
— ¿Vas a dispararme?, ya te dije que estoy de tu lado. Eres mi hermano Sasuke, jamás te traicionaría.
—Lo sé, a mí tal vez no. Yo podría confiarte mi vida también hermano, pero no la de ella —«tampoco la de mi hija», admitió para sí—. Cuando descubras quién es…
—Crees que me volveré loco. Que olvidaré mis valores y principios. Que dejaré que la rabia ciega y el odio infundado me dominen y atacaré a una mujer inocente, cuyo único pecado es tener el apellido Haruno —completó por él.
Sasuke abrió y cerró la boca, no esperando que su hermano respondiera con tanta calma y sensatez.
—Sé quién es ella Sasuke. He visto su rostro, sé que tiene ojos verdes y el cabello rosa. Signos inequívocos de su procedencia.
— ¿Cómo? —cuestionó preocupado.
—Te lo explicaré, pero no en este momento. No hay mucho tiempo. Necesitamos irnos de aquí, no es seguro.
— ¿Cómo sé que puedo confiar en ti?
—Ella lo sabrá. Entrégale esto, dile que es mío —de su cuello desprendió un raro colgante. Una especie de trébol oscuro con intrincados patrones pintados que parecían oraciones de algún idioma antiguo. Su hermano lo llevaba siempre atado, solo que nunca había visto en qué consistía dicho collar.
—No te muevas, no intentes nada… por favor —fue más un súplica que una orden. No quería que aquello fuera una trampa, un engaño de Itachi para hacerlo bajar la guardia y atacarlos.
—Lo prometo.
Sin darle la espalda, se dirigió hasta el baño. Llamó a Sakura para que supiera que se trataba de él. Ella retiró el seguro, alejándose antes de que él abriera. Metió una mano mostrándole el colgante, dejando la otra disponible con el arma.
—Itachi tiene esto, dice que es suyo, que —no había acabado de hablar cuando la puerta se abrió completamente. Sakura salió con rapidez, agitando el collar que acababa de arrebatarle.
— ¿Cómo lo has conseguido? —exigió angustiada.
—Ella me lo dio. Lo hizo especialmente para mí —respondió Itachi sin más reacción que una sonrisa.
— ¿Ella está… está…?
—Está bien. Sana y salva.
—Sakura qué sucede, qué significa esto —señaló el colgante, a la vez que se colocaba frente a ella, cubriéndola de un posible ataque.
—Es un amuleto, con un viejo hechizo de protección, hecho especialmente para un ser amado —explicó encontrándose con los sinceros ojos oscuros del hermano de Sasuke. Respiró tranquila después de su respuesta, reconoció su honestidad y su bondad, por lo que salió de la espalda de Sasuke y caminó hacia él—. Eres un hombre afortunado de contar con su amor.
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...
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—Pensé que no volvería a saber de ti, que te habían alcanzado —Sakura se aferró en un abrazo opresivo al cuerpo de su prima Tenten.
—Lo sé, lo siento —se lamentó la mujer morena—. Tenía que ser así, para que ellos no sospecharan que seguía con vida.
—Itachi, ¿él…?
—Si —sonrió con travesura.
Sakura soltó a su prima, viendo como el hermano de Sasuke se adelantaba hacia ellas y tomaba a Tenten en brazos, dándole un apasionado beso después.
Si le quedaban dudas de que Itachi Uchiha era un fuerte aliado de los Haruno, aquel gesto de amor acabó con ellas. En el viaje hasta California, donde ahora estaban, Itachi les contó información muy importante. Lo principal, que el primo de Sasuke, Sai, a quien tanto había querido la resurrección de Indra, fue sacado del camino por los mismos Uchiha, ya que pensaban que él era el nuevo cuerpo en el que su antepasado renacería.
Sai fue el primero en encontrar a Tenten, confiando en que Itachi era un pacificador así como él, los había presentado, tratando de formar una alianza que terminaría con la guerra de ambas familias. Así fue como Itachi y Tenten cayeron enamorados el uno por el otro. En la última ocasión que se reunieron enviaron el paquete a Sakura, Sai no se percató que fue seguido por uno de los equipos de eliminación. Itachi había estado lejos, cuando Sai y su prima fueron emboscados. Sai le dio oportunidad a Tenten de huir, eliminando a algunos de los atacantes, lastimosamente solo pudo salvarla a ella, ya que él resultó letalmente herido. Por supuesto, todo lo que se dijo después de su muerte, de que los Haruno eran los responsables de su asesinato, no fueron más que falsedades para seguir alimentando el odio contra los brujos.
—Entonces, todo salió bien —intuyó Tenten, que sonreía abrazada de su novio— Los rescataste. Nunca imaginé que tu hermano pudiera ser la reencarnación de Indra.
—Yo tampoco, sobre todo porque Sasuke nunca dio señales de tener doble personalidad —bromeó el hombre dirigiéndolos hacia la sala.
La casa de seguridad se hallaba a las afueras de la ciudad, era una residencia pequeña, pero con gran terreno a los alrededores que los ayudarían a escapar en caso de ataque.
—Mis recuerdos estaban profundamente escondidos. Solo hasta que vi a Sakura es que mi mente comenzó a aclararse —explicó atrayendo a su hechicera hacia su regazo.
—Escuchen, es maravilloso que por fin estén juntos de nuevo, y que su amor haya sobrevivido gracias a tu hechizo —miró a Sakura brevemente—. Pero el peligro sigue siendo el mismo, la amenaza que los perseguía es más fuerte de lo que era en ese entonces. Madara Uchiha, él es… —su voz se rompió un poco al recordar el asalto en el que su querido amigo falleció y en el que ella por poco pierde la vida.
—Esta vez será diferente Tenten —auguró Sakura.
— ¿Cómo?, en el pasado tenías tu magia, y ni así pudiste detenerlos. Ahora, nadie es capaz ni siquiera de crear hechizos sencillos. Somos un clan de inútiles contra expertos y entrenados asesinos. Eso sin mencionar que nos superan en número, 20 a uno.
Itachi apretó su mano, reconfortándola. Enterró el rostro en su pecho y empezó a llorar. Cansada de mantenerse siempre fuerte. Había perdido la cuenta de todas las personas que quería y que vio morir, también estaba harta de salir huyendo para escapar de una muerte segura a manos de los cazadores.
—Mi magia ha sido restaurada —Sakura levantó su palma, las luces empezaron a titilar, la pequeña chimenea a su lado, ardió con un fuego que surgió con intensidad.
Itachi y Tenten pegaron un respingo, observando maravillados los brillantes ojos verdes volverse más luminosos.
—Mi voluntad fue respetar siempre la vida. Llegué hasta el punto de sacrificar todo por no corromper mi poder, mi don —anunció con arrepentimiento, Sasuke, tras ella, acarició su cabello, tranquilizándola. Afuera el viento comenzó a silbar con potencia, relámpagos y truenos surgieron de un cielo cubierto de espesas nubes—. No me contendré, han derramado suficiente sangre. Es momento de hacer justicia.
— ¿Vas a erradicar al clan completo? —preguntó Itachi temeroso.
Entre los miembros de su extensa familia, sin duda había varios que merecían ser castigados, merecían la muerte y arder por siempre en el infierno. Pero también existían buenas personas, que solo buscaban la paz, así como él, como su fallecido padre, como Sai. Le preocupaba que los inocentes terminasen pagando por los pecados y la maldad de unos cuantos.
—No todos tienen que morir —respondió Sasuke en su lugar—. Si cortamos la cabeza, acabaremos con la verdadera fuente del mal. Madara Uchiha es el único responsable de esta lucha. Es quien obligó a todos a pensar que estábamos en peligro, que eran los Haruno o nosotros. Los demás solo siguen sus órdenes, por miedo o por debilidad. Si eliminamos a su líder, los cazadores se dispersarán, no serán más una amenaza
—Estoy de acuerdo con mi hermano. Son tiempos modernos, la mayoría quiere terminar con esto, pero Madara domina a todos con puño de acero. Si muere, quedarán tal vez algunos, pero no serán rivales para nosotros —señaló a Sasuke, viéndolo coincidir con un asentimiento.
—Entonces eso haremos. Nos enfocaremos en él —aceptó Sakura.
—No habrá un nos, yo seré el que se encargue de él, tú no te pondrás en riesgo —decretó su amado acariciándole sutilmente el vientre, acomodándola sobre el sofá y poniéndose de pie—. Probablemente siga esperando que entremos en contacto con él para explicarle el resultado de nuestra misión en Alaska, le llamaré y me reuniré con él, no sospechará nada ya que nunca le he dado motivos para que piense que lo traicionaría.
—No. ¿Ya olvidaste lo que ese cazador que Itachi eliminó dijo? Tú eras muy cercano a Sai, y ellos se enteraron de lo que estaba haciendo, por eso lo mataron.
—No creo que sospechen de mí. De haberlo hecho, habrían puesto a alguien a seguirme, en el momento en el que te hubieran visto conmigo saliendo de Hope, nos hubiesen capturado para llevarnos con Madara.
—Pienso igual que Sasuke. Madara descubrió a Sai, pero creo que fue más por sus sospechas de que era la reencarnación de Indra, por lo que cuando a su ver comenzó a actuar sospechosamente, lo mantuvo monitoreado, fue una fatal casualidad que lo descubriera con Tenten. Pero eso posiblemente hizo que crea que se ha librado de la amenaza interna que había en sus filas. No estará esperando que nosotros nos enfrentemos a él —Itachi también se levantó, acercándose a su hermano menor y dándole una palmada en la espalda.
—Aun así. No pueden ir contra Madara ustedes solos. Sasuke, sé que has sido bien entrenado, pero si voy contigo, mi magia los resguardará mejor que cualquier arma —propuso con desesperación.
Acababan de reencontrarse, de recuperarse. Verlo partir tan pronto, rumbo a una misión que podría ser mortal. Negó temblorosa.
—Sakura, confía en mí. Si estás ahí, no podré concentrarme en terminarlo, mi preocupación por tu seguridad será una gran distracción. Sé que eres fuerte, la hechicera más poderosa que ha existido jamás, pero nunca has sido invencible. Solo basta una bala disparada del arma de cualquier diestro cazador, y te perdería para siempre —se hincó frente a ella, sosteniendo sus manos con fuerza.
—El miedo que sientes tú es el mismo que aflora en mi pecho —repuso con ojos empañados.
—Seré muy cuidadoso. Tengo que regresar a ti, a ella —susurró besando sus mejillas—. No puedo morir sin conocerla, no después de todo lo que hemos esperado por tenerla entre nosotros —juró con fiera obstinación.
—Bien, por ella es que no me expondré. Pero debes prometer que volverás a mí. Debes prometer que compensarás todos estos siglos de separación, que nadie te impedirá regresar —exigió tomando su guapo rostro entre sus palmas, sus frentes conectadas, acariciándose.
—Lo prometo. Ni siquiera la muerte. Ya antes lo intentó, y míranos, aquí estamos. Nuestro amor es más fuerte que la maldición que nos persigue —la atrajo a su cuerpo, besándola con fervor.
—Lo más recomendable es irnos a descansar. Mañana prepararemos nuestro plan, entre más rápido sea el ataque, mejor —aportó Itachi, conmovido al ver a la antigua pareja frente a ellos.
Era fácil sentir el inmenso amor que se tenían.
Todos asintieron, partiendo a sus respectivas habitaciones.
—Confía en mí —pidió Sasuke cuando Sakura se dejó caer sobre la sencilla cama, su expresión llena de inquietud y tristeza.
—Lo hago. Juro que es así… solo… —acalló sus protestas, lo que Sasuke necesitaba no era más presión— Sostenme —pidió en su lugar, recordando aquella fatídica noche.
—Siempre —se apresuró a acudir a su lado, acercándola y abrazándola con intensidad.
Transcurrieron varios minutos así, aferrados entre sí. En silencio. Respirándose. Sintiéndose. La tempestad se calmó afuera. Se miraron. A su alrededor las paredes desaparecieron. Descansaban sobre una suave cama de hierbas y coloridas flores, cobijados por los astros lejanos, que destellaban, acercándose cual estrellas fugaces. La luna resplandecía, enorme y llena, si estiraban su mano, la tocarían.
— ¿Por qué estamos aquí? —Sasuke delineó el perfecto arco de su afilado pómulo.
—Si algo sucede, quiero que recuerdes este lugar. Mi hogar. No importa que oscuridad te aceche, aquí podrás encontrarme siempre. Solo pronuncia mi nombre, y te rescataré —aseguró. Tomando su palma, clavó la uña de su pulgar en el centro, una gota de sangre se derramó.
Sasuke la vio caer en la tierra, fue absorbida de inmediato.
—Me has anclado —no era un hechicero, no conocía ni la mitad de los poderes de Sakura. Pero la conexión de sus almas, lo dotó de una especial comprensión.
—Recuerda. Si algo sucede, si las sombras te llevan, ¿qué debes decir? —insistió ella.
—Tu nombre.
—Hazlo —impuso con instancia.
—Sakura.
La oyó exhalar aliviada.
Sus manos ansiosas comenzaron a desvestirlo. La charla finalizada. Él no se quedó atrás. La ayudó a salir de sus restrictivas prendas.
Se besaron sobre las gardenias, orquídeas y violetas. Resguardados por la noche, unieron sus cuerpos nuevamente. Hicieron el amor despacio, adorándose con devoción. Luego expresaron su pasión bajo una ligera lluvia que los purificó, lavando sus reservas y temores.
Sasuke se sintió renovado. Protegido con la magia de la naturaleza.
Se durmieron casi al amanecer.
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Itachi y Sasuke utilizaron la mañana para discutir lo que harían. Después de mucha conversación, y de analizar los pros y contras, por fin llegaron a un acuerdo.
Sasuke iría solo al complejo de Madara. Tenten y Sakura no podían quedarse desprotegidas. A pesar del poder de la Elegida, Sasuke no se arriesgaría. Itachi quiso tomar su lugar, enfrentándose a su tío, Sasuke lo hizo desistir al recordarle que era mejor peleador que él. El enfrentamiento tendría que ser frente a frente, Madara no debía enterarse de su fin, hasta que fuera inevitable.
La base de operaciones se hallaba en medio de las montañas. El clan Uchiha prácticamente se había convertido en una secta, no permitían la entrada a personas ajenas a la organización. Sasuke no tendría problemas en colarse. Después de preparar el plan, había entrado en contacto con uno de los allegados de su tío, diciéndole que estaba de regreso y tenía que verlo.
Se despidió de su hermano, también de la que ahora sabía era su cuñada. Sakura permanecía afuera, sentada en medio del bosque, lanzando cánticos y hechizos de protección.
—Es hora —se agachó a su lado, besándole la frente—. Regresaré pronto.
—Te estaremos esperando.
Sakura hizo todo lo posible por evitar que Sasuke se percatara de su vacilación. No dudaba de sus capacidades. Tanto en el pasado, como en el presente, su amado era el mejor de los guerreros. Podía sentir su fuerza a través de su vínculo. Sin embargo, la maldad a la que iba a enfrentarse, era demasiado poderosa, había estado fortaleciéndose desde hacía siglos. No debían confiarse.
—Te amo.
—Te amo.
Con otro beso, en lugar de un adiós, lo vio partir.
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Llegó casi al anochecer.
Bajó del SUV rentado cuando las grandes puertas del complejo aparecieron a la vista. Los cinco guardias que cuidaban la zona, lo saludaron sin sospecha. Hicieron la revisión de rutina, descartando que el vehículo tuviera algún artilugio explosivo. Luego lo dejaron entrar.
La comunidad consistía en varias casas donde los miembros más viejos vivían, también se construyeron algunos edificios en los que se llevaban a cabo las operaciones y entrenamientos de los jóvenes que se convertían en cazadores.
Madara siempre estaba en su mansión, por supuesto, le pertenecía la residencia más grande y lujosa. Condujo hasta ahí, pasando de largo soldados que patrullaban descuidadamente. Nunca habían recibido un ataque, dudaba que a los Haruno incluso les importara su paradero, salvo para huir en dirección contraria.
Lo recibió Zetsu, un joven serio y misterioso que era el asistente favorito de su tío. No le hizo preguntas, tampoco lo inspeccionó. Simplemente se encargó de llevarlo a la planta superior, al despacho de Madara.
Al entrar, el patriarca de la familia lo esperaba ya. Zetsu cerró la puerta y los dejó solos. Sasuke se sintió decepcionado de que aquello hubiese sido tan fácil.
Sin duda estaba preparado para más acción. Sus manos picaban por una buena pelea. Sus pistolas y cuchillos permanecían debajo de su chaqueta, aguardando para ser utilizados en cada cazador que se cruzara en su camino.
—Sasuke, es bueno verte de regreso. Asumo que la misión fue todo un éxito —Madara se sentó en la esquina de su escritorio, su pose era relajada y abierta.
—No del todo. Itachi está herido, por eso no pudo venir. También tuvimos una baja, Hidan no volvió con nosotros —no sonó apesadumbrado por ello. Él y Hidan no fueron cercanos, por lo que Madara no creería que a Sasuke le importaría realmente la muerte del hombre.
— ¿Y la mujer?
—No era una Haruno, pero era una de sus compinches. Logró defenderse antes de morir, así fue como perdimos a Hidan. Al someterla, no proporcionó nada de información. Creemos que ya se había desecho del paquete enviado por la tal Tenten.
—Hmp, no son muy buenas noticias las que traes contigo, Sasuke —se irguió con tensión, revisándolo con mirada crítica.
—Lo siento, es lo que hay —se alzó de hombros, preparándose para atacar.
—Luces raro, te ves… diferente —apuntó con extrañeza.
— ¿Diferente cómo? —comenzó a acercarse.
Madara entrecerró los párpados, enfocándose en su rostro. Negó con la cabeza, aturdido. Sasuke se dio cuenta en el momento en que la realización lo golpeó. Afortunadamente, ya era muy tarde para que hiciera algo.
—Nos equivocamos, no era Sai… Siempre fuiste tú-
En un rápido y estudiado movimiento, Sasuke liberó la daga que portaba en su costado. Sin titubear, atravesó el pecho de su tío. No le concedería ninguna oportunidad, por lo que dio en el blanco. Su despiadado y negro corazón.
—Esta noche termina tu cacería, tío —retorció el cuchillo, enterrándolo más profundamente.
Madara boqueó incrédulo, observando como la sangre fluía y manchaba la pulcra camisa blanca que vestía. Sasuke respiró hondamente, lo había conseguido, la guerra estaba por llegar a su fin.
Solo que Madara no murió.
Con una fuerza sorprendente, tomó su mano, la cual seguía sosteniendo la daga. Luego la sacó de golpe. Sus ojos negros fulguraron malignos, convirtiéndose en pupilas rojas. La puerta se abrió de golpe, Zetsu entró, acompañado de varios hombres. Todos se apresuraron a sostenerlo, sometiéndolo al instante, elevándolo contra el escritorio y clavándolo ahí.
—Vaya, esa previsión que sugeriste me ha librado, Zetsu. El conjuro de protección cumplió con su función. Que agradable tenerte entre nosotros, Indra. Es una pena que el reencuentro tenga que ser tan corto —Madara rio, alzando sus brazos, cogió un antiguo y ancho libro que Zetsu le trajo—. ¿No me recuerdas? —preguntó al verlo tan desconcertado—. ¿Crees que tu bruja es la única que puede transportar sus almas y traerlas al ahora? —se mofó con crueldad.
—No… no puede ser… eres…
—De saber la deshonra que traerías a la familia al revolcarte con ese demonio, te habría matado al nacer.
— ¿Padre? —el impacto de ver a su padre, al hombre que había iniciado todo, siglos atrás, lo dejó atónito.
—Lo compensaré, esta vez me aseguraré de que tu alma se extinga. Luego iremos por ella, para hacerla arder en el fuego negro de nuestra hoguera, ni siquiera la Elegida será capaz de apagar esas llamas —prometió con satisfacción.
— ¡No! —se agitó intentando sacárselos de encima, fue inútil.
—Espíritu maligno que has suplantado al portador de este cuerpo, ordeno tu expulsión. Libera el alma pura de mi cazador. ¡Sal!, yo te obligo a que regreses al infierno en el cual arderás por toda la eternidad. ¡Obedece, Indra Uchiha, desaparece! —Sasuke gritó cuando la caliente palma se colocó en su frente.
Era como consumirse desde adentro. Su cabeza explotó de dolor, a su alrededor, la realidad comenzó a girar. Sus pulmones se llenaron de humo, impidiéndole respirar. La sangre en sus venas se evaporó, el corazón fue endureciéndose, convirtiéndose en negro carbón.
— ¡Saori… Sakura! —gritó al ser arrancado de sí mismo y lanzado a la oscuridad de la nada.
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— ¡Indra… no! —Sakura se levantó del lugar en el que continuaba sentada, orando y cantando a su madre, la naturaleza.
Su pecho dolió como si tuviera una herida abierta y sangrante. Sintió el momento exacto en el que el alma de su amado fue jalada de la suya, destruyendo el lazo de amor eterno que los unía.
—Sakura, ¿Qué sucede? —corrió Tenten a auxiliarla al escuchar su desgarrador lamento.
— ¡Lo tienen. Han tomado a Sasuke!, él está… está… —fue imposible pronunciarlo.
Cayó sobre sus rodillas. Golpeando el suelo con sus puños, sintió temblar la tierra. Cegada por la ira y la desolación, desató su poder.
— ¡Sakura detente! —pidió Tenten, asustada al ver un enorme tornado tomar forma—. ¡Arrasarás con todo!
No podía.
El único capaz de tranquilizarla ya no estaba. Se lo habían arrebatado. Solo porque se amaban. Solo porque querían estar juntos y felices. Desde siempre, estuvo condenada a sufrir. Maldita por nacer, luego por amar. Le quitaron todo, así que ella iba a destruirlos también.
Bolas de granizo del diámetro de pelotas de béisbol cayeron sobre ellas. No las tocaban, los vidrios explotaron, las paredes se cuartearon. Todo se derrumbaría.
—Sakura… por favor —imploró Tenten cayendo tras ella, abrazándola—. Reacciona, la humanidad no es la culpable, solo ellos. Enfócate en ellos. Si continúas, seres indefensos morirán. Mujeres, hombres que no tienen nada que ver… niños inocentes.
—Niños… —murmuró, un retazo de conciencia iluminándola.
Tan rápido como empezó, acabó. Sostuvo su seno, acunando la esperanza que la mantendría viva. Luego se derrumbó en sollozos, en los brazos de su prima. Sasuke no conocería el rostro de su hija.
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— ¿Seguras que ha… desaparecido? —preguntó Itachi.
Sakura llevaba horas en silencio, simplemente contemplando el fuego arder en la chimenea. Parecía más resignada y lista para hablar.
—No está aquí, no puedo alcanzarlo.
Itachi colocó la cara entre sus manos, conteniendo sus emociones. Su hermanito no volvería.
— ¿Qué haremos ahora? —quiso saber Tenten.
—Sasuke y yo lo hablamos antes de que se marchara. Las llevaré lejos de aquí, nos refugiaremos-
—Iré por él —interrumpió Sakura con audacia.
—Pero si dices que él ya no… —Tenten calló abruptamente al ver los ojos de su prima brillar en advertencia.
—No permitiré que profanen su cuerpo. Tampoco dejaré que su sacrificio sea en vano. Destruiré a Madara, y acabaré con quien se interponga en mi camino, no me importa.
— ¿Cómo sabes que su cuerpo no ha sido incinerado ya? —indagó Itachi.
—Porque lo usarán para atraerme. Además, querrán extinguirnos juntos —explicó con tristeza.
Itachi quiso replicar. Decirle que no le permitiría ir en contra de todos los cazadores, que se haría lo que él proponía. Pero una mirada a su expresión melancólica lo frenó. En lugar de contradecirla, ofreció su apoyo. Tenten hizo lo mismo. No se esconderían más, esperando asustados a que los encontraran y los exterminasen. Si iban a morir, por lo menos seria como su hermano, peleando hasta el final.
En pocos días estuvieron listos.
Tenten propuso llamar a los familiares restantes que tenían, para que se les unieran a la batalla. Sakura se negó. Los Haruno no eran rivales para el ejército de Madara, sin su magia y sin ninguna habilidad de combate real, serían presas fáciles.
La idea de Sakura fue, que la única en ir al frente sería ella. Mientras Itachi se encargaba de todos los objetivos posibles desde lejos con su rifle, y Tenten lanzaba hechizos de protección para ambos.
La primera reacción de la pareja fue negarse, aludiendo que esa era una misión suicida para ella. Tuvo que contarles de su embarazo, convenciéndolos de que no estaba lista para morir, porque tenía que sobrevivir para ahora sí, poder conocer a su hija nonata.
La revelación fue muy dura para Itachi, que pensó inmediatamente en la injusticia de que su hermano no pudiera experimentar el ser padre, otra vez. Sin embargo, saberlo lo motivó aún más a proteger a su cuñada.
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Los guardias de siempre resguardaban la entrada. Era una noche tranquila, sin brisa ni nubes. El cielo claro permitía apreciar todas las diminutas estrellas que resplandecían a lo lejos.
Uno de los hombres cayó. Otro se apresuró a alcanzarlo y revisar que le sucedió. Se desplomó también. Para cuando el tercero se dio cuenta de lo que acontecía, fue demasiado tarde, una bala le atravesó la frente. Los dos restantes intentaron dar alarma. No pudieron.
No importó que las cámaras registraran todo. El propósito al eliminarlos fue que ella tuviera acceso al complejo.
Sakura bajó del auto que la ayudó a subir hasta ahí. La quietud terminó, un fuerte viento asoló las puertas, haciéndolas abrirse de par en par. Entró con cuidado, manteniendo la guardia alta. Alarmas resonaron por todo el recinto. Más hombres corrieron a su encuentro. Dejó que su furia se hiciera cargo de nuevo. Cada piedra que encontró en el sendero, fue lanzada hacia ellos. La mayoría solo quedaron inconscientes. Uno gritó, dando la orden de disparar. Las balas se desviaron de su rumbo, dirigidas por el aire que las hacia cambiar de dirección, protegiéndola.
— ¡Es ella, la Elegida!
Siempre la trataron como a un demonio, como al enemigo a ser destruido. Temiéndole injustificadamente. Bien, querían un monstruo, ella se los daría.
El suelo se abrió, tragándose a los pocos que no tuvieron tiempo de reaccionar y correr. En un segundo, las nubes llegaron. Rayos comenzaron a descender, golpeando y lanzando a los cazadores como viles muñecos de trapo. Pasó de largo las casas en las que familias completas se escondían, no eran su objetivo.
La hiedra espinosa que brotó de la tierra, siguió sus pasos, escalando los cuerpos inconscientes y cubriéndolos para mantenerlos sometidos.
— ¡Madara Uchiha! —llamó.
La energía malévola que envolvía la última mansión, era imposible de ignorar. La entrada se abrió, varios hombres más, enfundados en trajes negros y chalecos antibalas surgieron, apuntándole con pistolas y ballestas, armando un frente unido, impidiendo ver a la persona que los seguía.
Alzó sus palmas, con la fuerza de un huracán, los desapareció, mandándolos a estrellarse contra los arboles cercanos.
—Por fin dejas ver el alcance de tu poder —aplaudió el líder del clan. Madara Uchiha era inconfundible—. Y pregonabas ser inofensiva —escupió con desprecio—. Sabía que tarde o temprano mostrarías tu verdadera naturaleza, demonio despiadado.
—No hables de piedad. Tú, que has matado seres indefensos desde siempre. Que corrompes los espíritus de tus seguidores, obligándolos a derramar la sangre de un clan que jamás te hizo nada —acusó con la voz atenazada—. ¿Querías conocer al demonio?, debiste mirarte en un espejo.
—Ese clan al que defiendes con tanto ahínco, no son más que un puñado de adoradores de Satán. Seres corruptos, brujos negros profanadores de-
— ¡Basta! —hizo caer un rayo en su dirección.
Madara se rio. La potente energía chispeante pasando por su lado.
— ¿Cómo es… posible? —increpó desconcertada, ese rayo debió matarlo al instante.
Madara hizo un aspaviento, fuego oscuro empezó a envolverla. Sakura utilizó el viento para lanzarlo lejos de su cuerpo. Las negras llamas alcanzaron unas macetas, las vio consumirse de inmediato, pero el fuego no se apagó.
—Los Haruno no eran el único clan capaz de despertar la magia —anunció perversamente Madara.
De la casa, otro hombre salió. Era un tipo joven, pálido y de cabello castaño. Portaba un grueso libro, del que profería palabras antiguas que ella reconoció.
—Sabiendo que ustedes regresarían, tuve que encontrar la manera de poder estar aquí cuando eso sucediera. Mi viejo amigo aquí presente, es capaz de emular tus hechizos, solo que los de él, son mejores —la estridente carcajada se escuchó por todo el lugar.
Sakura se olvidó de Madara Uchiha, él no era el rival más fuerte. Sino el mago que lo protegía y fortalecía con los encantamientos prohibidos que susurraba.
—Aire, tierra, fuego, agua —cerró los párpados, concentrando toda su magia, sirviéndose también de la poderosa energía de su hija. Su cuerpo vibró, la brujería de su adversario casi alcanzándola, arañando su piel, si no lo detenía ya, iba a destruirla—. Antiguos antepasados, almas suspendidas —llamó al poder de todos los hechiceros sacrificados y condenados que fueron injustamente erradicados—, madre, abuela. Hermanas y hermanos que continúan en esta lucha —su voz resonó en las mentes de sus primos, que desde su lejano resguardo, se apresuraron a ayudarla—. Bríndenme sus fuerzas. Permitan que su energía fluya y crezca. ¡Libérense!
El cielo se abrió, cayendo una gran tormenta. La magia de la naturaleza se volvió palpable y visible. Siendo utilizada como un receptáculo, recibió en ella el gran astro de luz que se creó a su alrededor. Luego, enfocándolo en su contrincante, lo arrojó sin titubear.
La explosión fulminante que golpeó al hombre frente a ella, fue suficiente para desintegrarlo al momento.
Madara renegó, cargando inmediatamente contra ella, lanzando más de aquel fuego negro que era incapaz de controlar.
Erigió una barricada de roca, resguardándose mientras recobraba el aliento.
—Maldita bruja. ¡Sal de ahí!, voy a exorcizarte como hice con el traidor de tu amante. Luego ambos se consumirán en las llamas incandescentes de mi fuego purificador. ¡Amaterasu! —lo oyó invocar más de aquel infierno.
Seguro el mismo hechicero que le había ayudado a reencarnar, es quien le enseñó el poderoso encantamiento. Sakura conocía el fuego negro, sabía que nada lo apagaría. Era un poder creado exclusivamente para destruir.
Se estremeció de nuevo, fatigada y adolorida. Necesitaba terminar con Madara, no podía permitir que le hiciera lo mismo que a Sasuke. Sasuke. Se limpió una lágrima que escapó, ahora comprendía lo que le había sucedido. Madara se las ingenió para expulsar el alma de Indra. Lo que ignoraba es que Sasuke no estaba poseído, sino que ambos eran el mismo ser. Es por eso que seguramente no pudo resistir y tanto su viejo como su nuevo yo, se perdieron.
Su odio se avivó.
—Una última vez —pidió a la noche, la Luna lanzó un destello detrás de una cargada nube que la ocultaba.
Recobró el aliento. Vigorizándose nuevamente. Su pared de piedra comenzó a resquebrajarse, polvo fino cayó sobre su cabeza. Madara estaba logrando penetrar su barrera. Se giró en dirección a donde sabía se estaban produciendo los ataques. Solo habría una oportunidad.
La roca se fragmentó y cayó por fin, dejando un gran hueco por el que ella y Madara quedaron frente a frente.
—Ahí estas —señaló él, ya manipulando una enorme esfera de fuego.
Al tiempo en el que él arrojó las perpetuas llamas, Sakura se elevó, levitando lejos, librándose de ser alcanzada. Con facilidad hizo brotar hiedra venenosa, las gruesas ramas espinosas ataron los pies y manos de su contrincante, inmovilizándolo. Cayó sobre él, quedando a dos pasos de distancia.
— ¿Pero qué…? —se sacudió ferozmente, los pinchos se enterraron más en su carne, causando que lanzara un grito de dolor.
—Espíritu malévolo… —comenzó a recitar.
— ¡Alto, no, no puedes!
Sakura aplacó sus protestas enredando más de la mortífera hierba sobre su cuello y boca.
—Sal de este cuerpo que no te pertenece. Abandona este mundo y regresa al infierno que es tu hogar. Recibirás por triplicado el daño que has causado, tu eternidad de castigos empieza ahora.
— ¡Mmph!
— ¡Extinción! —colocó su palma en la frente, expulsando por fin al despiadado demonio que le dio caza durante toda su existencia.
Como en el caso de Sasuke, Madara Uchiha era la reencarnación del padre de Indra. Observó el contenedor vacío que ahora era el cuerpo frente a él. Debía quemarlo, para así asegurar que fuese eliminado completamente.
— ¡Espera!
Sakura se encontró con el hombre que la distrajo. Un señor maduro, con el cabello negro y corto, tenía una cicatriz en el lado derecho del rostro.
—No quiero cosechar más muerte —pidió ella, cansada de pelear.
—Yo tampoco. Solo que, quiero ver cuando lo hagas desaparecer…
— ¿Qué? —cuestionó desconcertada.
—Él fue el que mató a Sai… me lo confesó cuando nos informó sobre la traición de Sasuke y su equivocación respecto a las sospechas de que Indra rencarnaría en Sai. Creyó que no me importaría que se deshiciera de mi hijo por considerarlo un traidor… —el hombre rio, pero su expresión fue de desconsuelo— era mi hijo, ¿qué padre no le perdonaría todo a su hijo?
Sakura concordaba con él. Permitió que el recién llegado se aproximara a ellos, luego dejó fluir enormes e intensas flamas. Ambos permanecieron en el sitio, hasta que no quedaron más que cenizas.
—Él sigue aquí, su cuerpo… —no tuvo que ser más específico.
— ¿Podría indicarme el camino?
—Por aquí —la guío tomando la delantera.
No bajó sus defensas, nunca confiaría plenamente en alguien que había estado coludido con Madara. Entraron a la abandonada residencia, atravesando un largo pasillo y llegando a la cocina. Obito, como había escuchado que se llamaba cuando se presentó al dirigirla por la mansión, abrió una puerta blanca que llevaba a un piso inferior. El sótano. Descendieron en silencio, al verlo, Sakura jadeó y corrió hacia él.
— ¡Sasuke! —se abrazó a su pecho.
Sasuke estaba recostado sobre una helada mesa de metal. Inerte, pálido y frío.
Tocó su rostro, luego su cuello, buscando signos vitales. Lanzó un sollozo al encontrar un pausado y bajo latido.
¡Seguía con vida!
Alzó sus párpados, preocupándose cuando no encontró su mirada. Sus pupilas no brillaban, un paño de muerte las cubría.
—Sasuke, sé que estás ahí, que puedes escucharme. Amor, por favor despierta, regresa a mí. Prometiste que volverías a nosotras —imploró acariciando sus brazos, generando calor—. Búscame, lucha contra la oscuridad, ella no puede apartarte de mí, estamos unidos, tú eres mío, ¡llámame! —exigió en su oído, besando su frente, su mejilla, sus helados y blancos labios con desesperación.
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Su alma flotaba a la deriva. Tenía los ojos abiertos, pero no veía nada. Todo era negro. El silencio era total. Sus sentidos se hallaban desconectados. No podía sentir nada.
Nada excepto terror.
¿Dónde estaba?
¿Había muerto?
A su terror se sumó un inimaginable dolor.
«Te fallé… no volveré a verte» asimiló sintiéndose perdido.
¿Vagaría por siempre en este estado de semi- conciencia y soledad?
No. Ya podía presentir el fin.
La terminante certeza de que todo acabaría en un instante, que su espíritu continuaría desvaneciéndose. Era como si se alejara cada vez más del suelo, acercándose inexorablemente hacia el abismo profundo en el que finalmente desaparecería.
«Adiós amor, me habría gustado que en esta vida, si hubiésemos podido ser felices»
Sin esperanzas, su final era inevitable.
Perdiendo su último atisbo de fuerza, se dejó ir.
«Te amaré siempre… Sakura»
La gravedad regresó de golpe. Su alma fue halada con violencia hacia el centro de la tierra. Cayó en picada, azotando rudamente contra el suelo. No fue tan dañino, suave pasto tupido de coloridas flores amortiguó la caída.
— ¿Qué…? —se sentó, todavía mareado. El cielo estrellado se abrió sobre su cabeza, los árboles se movieron, arrullados por el viento, el olor a primavera despertó su nariz.
Un crujido llamó su atención, por el camino, una hermosa aparición se acercaba. Con dificultad logró ponerse de pie. Frente a él, cubierta por un manto de luz plateada de Luna, estaba ella.
— ¡Sakura!
— ¡Sasuke! —avanzó hasta él.
Cayeron enlazados. Abrazándose con todas sus fuerzas.
— ¿Cómo es que?
—Solo tenías que llamarme, te dije que ninguna oscuridad podría apartarte de mí.
—Pero… él tomó mi alma…
—Y ahora la he recuperado. Sostén mi mano, ven conmigo, vamos a casa —ofreció sonriente.
—No me dejes —rogó entrelazando sus dedos con los suyos.
—Nunca —prometió inclinándose y dándole un beso.
Sasuke cerró los ojos, al abrirlos, el bosque a su alrededor había desaparecido. Estaba tendido sobre duro acero. Sakura lloraba y reía, acariciando sus mejillas y cabello. Respiró hondamente, atrayéndola hacia él y besándola con pasión.
— ¿Madara? —exigió poniéndose alerta.
—Se ha ido. Ya no hay peligro. Por fin somos libres…
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.
Sakura lanzó un grito de dolor. Las contracciones eran fuertes y no le daban descanso. Tenten entró con el agua caliente y las toallas, su prima Hinata la seguía, ayudándola con lo demás.
—Es casi la hora —les anunció.
Sasuke fue el tercero en aparecer. Se hincó a su lado, tomando entre sus manos la palma que ella le extendió. Bebió de su calma, apoyándose en él, sus malestares disminuyeron.
— ¿Lista? —usó un paño que Hinata le acercó, llevándolo a su frente y secándole el sudor.
—Si… ¿tú?
—Hmp, he esperado esto desde siempre.
—El eclipse ha comenzado —avisó Tenten descorriendo las cortinas.
—Abre los brazos, y recibe a nuestra bebé —sonrió Sakura, empujando con brío, dando a luz a su hija minutos después.
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Sasuke se meció despacio, arrullando a Sarada. Su hija tenía los ojos negros fijos en él, contemplándolo fascinada. Él también, solo desviaba la mirada cuando le echaba un vistazo a su esposa, la cual dormía plácidamente en la cama en la que horas atrás, trajo al mundo a su pequeña.
Tenten le había recomendado colocarla en su cuna, ellas se ofrecieron a cuidarla, para que él también descansara. Se negó, intuía que no se apartaría de su niña en bastante tiempo. Al verla desaparecer del cuerpo de Saori, había sentido que una parte de él moría. Siglos después, esa sensación de pérdida solo se olvidaba al abrazar a su hija y saber que por fin la tenían con ellos.
Como su amada había vaticinado, Sarada era su viva imagen. Sakura no se resintió por eso, por el contrario, estaba encantada de que su bebé fuese una copia fiel del hombre que amaba.
La brisa sopló a través de las cortinas. Sarada parpadeó, luego suspiró.
—Es la magia de mamá diciéndote hola, la sientes, tú serás tan poderosa como ella.
Ahí, a mitad del bosque, construyeron su hogar. La Elegida necesitaba estar en contacto con la naturaleza, a él no le importaba donde vivieran, mientras Sakura y Sarada estuviesen a su lado, dormiría incluso en una cueva.
Itachi y Tenten vivían cerca, todas las Haruno empezaban a despertar nuevamente sus dones, por lo que acordaron mantenerse unidas, y así continuar fortaleciéndose.
No había más peligro. La mayoría de los cazadores fueron eliminados junto con Madara. Los viejos que lo seguían, estaban demasiado asustados o eran muy débiles como para seguir molestándolos, y los jóvenes, cansados de las imposiciones de sus padres, habían decidido irse y hacer sus propias vidas.
— ¿Cómo está, no ha dormido?
Sasuke levantó la cabeza, encontrándose con su somnolienta mujer. Sakura le sonreía con cansancio, removiéndose cuidadosamente en la cama para hacerles un espacio.
—Creo que tiene hambre. Ha dormitado un poco, cierra los ojos unos minutos, luego los abre y vuelve a buscarme —se dejó caer en la cama, pendiente de no incomodarla.
—Era de esperarse, ha caído presa de los encantos de su padre, justo como yo —bromeó descubriendo uno de sus pechos.
Sasuke acercó a la bebé, que de inmediato se prendió al pezón de su madre y empezó a comer. Sarada intercalaba su atención entre el bello rostro de Sakura, y él.
—Gracias Sakura, sin ti nunca lo hubiéramos logrado.
Ella se quedó pensando durante un largo rato. Negó con sabiduría, alcanzando su mejilla y acariciándolo con un toque muy significativo.
—No, gracias a ti. Por bajar tu arco y tu flecha, y abrirme tu corazón.
Después de un prolongado y dulce beso, ambos se recostaron contra las almohadas. Respirando en paz, contemplando al fruto de su amor cerrar los ojitos, quedándose dormida. Segura y protegida entre los dos.
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Fin
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Hao!
Regresé.
Una vez alguien me comentó que si pudiera ponerse música a los escritos, sería más apreciable la historia. Muchas veces escribo mientras pongo mis listas de reproducción musical, me ayuda a aflorar mis emociones, jeje. En esta complacencia, que me pareció triste y romántica, me serví de varias canciones que quedan perfecto con las situaciones, ya sea por lo que dicen o por la melodía, por eso se las sugerí en un inicio. Si no las oyeron, les invito a que prueben leyendo nuevamente mientras ponen de fondo el playlist. Igual aunque no vuelvan a leer, les recomiendo la música, son letras muy llegadoras =D.
En fin, yendo directo al shot, pues no hay mucho que comentar. Como habrán leído en la sugerencia, solo se me pidió una historia de reencarnación, decidí tomarlo por el lado sobrenatural. No metí mucha pelea y acción, porque la verdad no es mi fuerte, además de que como siempre, me voy larga con todo y se extiende barbaridades la trama. De cualquier manera, ojalá le haya gustado a la persona que pidió la complacencia, y a ustedes que lo leyeron.
Gracias por seguir estos escritos en particular, sé que le han tomado mucho cariño e interés a las Complacencias. Las que tengo pendientes, que siguen esperando que tome sus sugerencias, por fa no se me enojen y desesperen, como les he platicado con anterioridad, hay ideas que con solo una leída, ya se forma todo el fic en mi cabeza, y hay otras que tengo que pensarlas mucho para poderlas desarrollar. Trato de acomodar todos los detalles para que cada Complacencia quede entretenida e interesante, por eso me tomo mucho tiempo, y si a eso le sumamos que mi trabajo no me deja muchas horas disponibles, pues peor.
En fin. Gracias a los que comenten, a los que sigan sugiriendo tramas para nuevos shots, y a quienes solo pasen a leer. Es bonito recibir muchos comentarios, pero entiendo que no ha todos les gusta escribir su opinión.
Los leo espero que pronto. Les deseo que estén muy bien. Cuídense mucho por favor. Les mando un saludote y un fuerte abrazo.
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¡SasuSaku CANON!