Drabble (¿retorcido?) narrado desde el punto de vista de Gon. Ambientado un tiempo después (tiempo a elección del lector, bien pueden ser un par de meses o un par de años) de lo último ocurrido en el manga, donde Gon tiene ya 14 años, si no me equivoco. Contiene insinuaciones shonen ai.

Espero que lo disfruten.

Aclaración obvia de siempre: Hunter x Hunter le pertenece a Yoshihiro Togashi-sensei. Yo sólo uso a los personajes para mis pervertidos propósitos.

Él lo sabe

Gon lo sabe.

Su viaje junto a Ging le enseñó muchas cosas con respecto al mundo de los Cazadores, pero también algunas sobre relaciones humanas. Gon sorprendió a su padre mirando a unas chicas en la playa y este, en lugar de avergonzarse, lo instruyó en aquello llamado sexualidad. Le habló acerca de la importancia de los estímulos visuales, de los placeres que produce el tacto y la relevancia de la imaginación. Le dijo que experimentar deseo por una persona era natural y le advirtió que al ser ya un adolescente viviría ese deseo con frecuencia.

Gon sabe lo que buscan las mujeres en los hombres.

Estaba acostumbrado a tratar con ellas. Se crió con dos mujeres y recibió con especial atención a las que desembarcaban en Isla Ballena. Las escuchó hablar cientos de veces sobre sus amados. Todas tenían gustos distintos. Aromas fuertes y suaves, musculatura proporcionada y excesiva, rebeldía y caballerosidad. Mas todas coincidían en un punto: adoraban sentirse deseadas. Cada una de ellas quería ser única a los ojos del objeto de sus pasiones. Gon no entendía nada, hasta su charla con Ging, cuando las historias del pasado cobraron sentido.

Gon sabe conquistar.

Por eso pelea. Sus pantalones son más cortos que antes, dejando ver los músculos que se marcan más y más con el paso del tiempo. Elimina su chaqueta al inicio del combate, permitiendo que el enemigo rasgue la sudadera, dejándolo con el torso semidesnudo. Se concentra en ganar, desinteresado en los golpes que le arrancan sangre y quejidos de dolor. El sudor recorre los rincones de su cuerpo y saborea la sangre que se acumula en sus labios ligeramente hinchados, curvados en una mueca alegre. Ganará, ganará, ganará.

Gon sabe que es su presa favorita. Puede tener muchas más, pero él es su favorita.

Su aura asesina lo golpea. Imagina sus ojos desorbitados por la excitación de la escena, su lucha interna por mantener el control y no intervenir, sus ansias por estar en el lugar del enemigo y arrebatarle el último aliento. Al ganar la batalla Gon camina hacia el espectador, oliendo a sudor, con la ropa hilachenta y la sangre delineando su piel. Esboza una sonrisa amplia, intensificada por la inocencia característica de su mirada.

—¿Disfrutaste el combate? —pregunta, con humildad. Su opinión le importa. Demasiado.

Gon sabe que ese hombre ha tenido un orgasmo en su nombre. Y espera que se repita.

—Ha sido fantástico —responde el otro, una vez logra regular su agitada respiración.

En ese momento Gon se siente único y deseado. Lo invade el orgullo y la felicidad.

Ahora lo sabe.

Gon sabe que Hisoka le pertenece.