Mil gracias por todos sus comentarios y aquellos que siguieron esta historia hasta el final, en verdad se los agradezco mucho… espero que les agrade el final :D
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Era el alba, cuando el sol y la luna coincidían por escasos minutos para amarse.
Los sonidos de los mercaderes anunciaban un nuevo día con los traqueteos infundidos por las cajas que había que acomodar. En el famoso gremio de Fairy Tail no fue la excepción. Desde que apenas unos rayos del sol rozaron el cielo, en la cofradía se conglomeraron un sequito de magos liderados por la dama de honor de la próxima boda a celebrar.
-Lissana, ¿Dónde ponemos estas cajas?- cuestiono Romeo que lucía bastante cansado de andar de arriba abajo, pero lo hacía con una sonrisa pintada permanentemente ene el rostro por que quien lo acompañaba dándole ánimos y abriendo las puertas que las cajas le impedían abrir, era la señorita Wendy.
-Ponlas detrás de la barra- contesto girándose hacia ambos para casi de inmediato tener un mal presentimiento, algo le estaba molestando, sentía punzadas en el estomago que no le dejaban estar. – ¿Han visto a Red?- pregunto a sus hermanos los cuales preparaban la decoración consistente en hermosas rosas blancas.
-No, nadie lo ha visto desde ayer- respondió su hermana mayor.
La peliblanca se coloco en el centro del gremio viendo con detenimiento cada adorno, cada mantel, cada pequeño detalle que conformaba la escena. Pero había algo que le estrujaba con fuerzas el corazón, por alguna razón deseaba que fuera hace un mes, hace dos, pero no esa fecha y por primera vez quiso detener el tiempo solo hasta comprender que era lo que le estaba pasando.
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-Juvia- llamó Gray deslizando sus dedos por las mejillas de la chica que descansaba con tranquilidad sobre su pecho. –Ya amaneció- aseguro con una sonrisa que alcanzaba a perderse entre los cabellos azules de ella, entre los suaves matices de sonoros espacios en blanco.
Loxar sintió como su corazón empezaba a latir de nuevo, no como antes si no como el ahora, aquellos latidos que le resonaban en la cabeza colando a sus pensamientos a aquel que le robo la razón. Ella ahogo un suspiro, sintió remordimiento y un peso de conciencia difícil de cargar. No alcanzaba a entender tanta tontería, tanta estupidez de parte de ambos, mantenerse alejados a pesar del gran amor que se desbordaba en cada poro. Gray la tomo de la barbilla acercándose a ella fundiendo sus labios en un beso –Quiero recuperar todo el tiempo que perdimos- le dijo entre suspiros entre cortados, no quería dejarla ir, no la dejaría ir de nuevo.
-Debo de hablar con él- susurro casi inaudiblemente, Gray trago amargo y a la vez asegurándose a sí mismo que Juvia ya había entrado por la puerta de su alma, de la suya… de nadie más. Que el cuerpo de la maga gritaba, que toda su anatomía añoraba solo sus caricias, que solo el rosara con lentitud su piel, que solo él la recorriera con sus labios.
-Lo sé- acepto finalmente tras un suspiro seco colocando ambas manos sobre su cabeza. No tenía tiempo de dudar, de oponerse o que un pensamiento banal le cruzara por la mente pues una simple sonrisa y una mirada de aquellos ojos azules bastaban para disiparlas como se disipaba la niebla a la llegada del sol.
Loxar se puso de pie tomando con rapidez su ropa, debía darse prisa, quería llegar antes de que la ceremonia estuviera próxima a iniciar. Lo último que quería era plantarlo en el altar. Ella no era esa clase de personas, nunca lo fue.
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-Podemos hablar- llamaba Lissana a la puerta de la habitación de Red, sus piernas temblaban, su estomago estaba hecho marañas. En esos momentos mil sentimientos se le desbordaban y apenas podía comprender unos cuantos.
-¿Qué pasa?- le cuestiono el rubio recargándose sobre el sofá, estaba cruzado de brazos con la vitsa perdida hacia la estantería de sus libros… había pensado tantas cosas.
-Quiero hablar contigo- la peliblanca suspiro con algo de miedo, en verdad no comprendía lo que estaba pasando -¿Cómo estás?- trato de entablar una conversación normal.
-No me voy a casar con Juvia- en ese momento Lissana sintió como algo dentro de sí se rompía, como algo de desencadenaba y por fin lo entendió, estaba enamorada del prometido de su mejor amiga, enamorada como una idiota, a lo tonto, como estúpida, como imposible.
-¿P-por qué?- en el fondo muy, muy en el fondo de lo imposible, ella deseaba ser la razón, pero claramente sabía que no lo era.
-Está enamorada de otro, se acostó con otro y ahora mismo está con ese otro- los ojos de Red empezaron a llenarse de lagrimas, se sentía solo como la primera vez que las conoció, se sentía triste, humillado.
Lissana lo tomo con delicadeza por la nuca y con meticulosa suavidad lo acerco a ella. Por un momento se perdió en aquellos ojos. Quizá siempre debió ser así, ellos dos el uno frente al otro, llenos de soledad, de tristeza queriendo gritar por un amor que no les correspondía como debería de ser. Quizá siempre debió ser así; ella sujetando sus manos y él perdiéndose en el contacto con sus labios. Quizá siempre debió ser de esa manera los dos besándose sobre el sofá con pasión desbordada, buscando consuelo, buscando cariño, buscando amor, buscando migajas existenciales que les dieran campo a nuevas ilusiones y mayor felicidad. Quizá así debió ser; sus cuerpos frotándose con lujuria desmedida, con el rose de sus manos que apartaban con agilidad la ropa y la brusquedad de aquel chico que dominaba por completo arrasando como el fuego.
-¿Luka-kun? ¿Lissana?- cuestiono Juvia al encontrarlos semidesnudos sobre el sofá, no recibió respuesta más que una atenta sonrisa de parte de Lissana, Red no se atrevió a mirarla cubriéndose con su cabello.
-Lo lamento pero…- Lissana no buscaba explicarse, después de todo Juvia lo entendía mejor que nadie y ver aquello solo era la llave que la liberaba de las cadenas.
-No se preocupen, estoy feliz por ustedes- hablo colocando el anillo en la mano de Lissana –Hazlo muy feliz por favor- fue lo último que dijo antes de marcharse en busca de su gran amor.
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-¿Qué acaso no piensan venir a su propia boda?- pregunto Mirajne molesta, pues habían arreglado todo en vano.
-No encontramos ni a Red-san ni Juvia-san por ningún lado- tomo la palabra Romeo un poco contrariado.
-No es difícil saber lo que ocurrió- sonreía la primera desde la mesa donde se encontraba el pastel de bodas.
-Pues ya era hora de que arreglaran sus problemas- comento Erza partiendo el pastel.
-Ne~ Erza que te parece si aprovechas y te casas con Jellal- comento Mirajne graciosa.
-Es verdad yo vi que tienes un vestido de novia entre tus cosas- apoyo Levy.
-Kyaaaaaa- fue el grito que se escucho antes de que Erza Szarlet fuera semi forzada a ponerse un vestido de novia y caminar por el pasillo de la catedral cardia junto al gran amor de toda su vida.
-Los lazos rojos son muy importantes, definen quien es tu verdadero destino. Si no ¿Qué propósito tiene el dedo meñique?- comento la primera a Laxus y Mirajne quienes se encontraban junto a ella.
-Creo que el gremio tiene muchos de esos lazos- respondió Mirajne al comentario tomando lentamente la mano de Laxus.
*Fin*
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Epilogo.
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-Red ¿estás seguro?- pregunto Lissana más feliz que preocupada.
-Seguro no, pero ¿Por qué no?- contesto cargándola en su espalda mientras a su vez esta cargaba una mochila y Red una maleta.
-¡Entonces vámonos de aventuras!- alzo la voz la peliblanca. Así se había decidido; que los dos se irían a viajar por todo Fiore y a donde el viento los llevase.
Los dos se veían felices y lo eran… definitivamente así siempre debió ser, ellos dos juntos queriéndose comer el mundo… Hay cosas que nunca cambian, como que tus amigos siempre están a tu lado, o que la mayoría del tiempo el amor se encuentra mas cerca de lo que crees… y que mejor vivir el amor de mano de tu mejor amiga.
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-Gray sama- le regaño Juvia -¿Por qué tiene todas estas botellas de alcohol en la habitación?-
-Hump- mascullo bajito lanzando una mirada de desaprobación a su novia por haber encontrado su escondite, desde que habían decidido vivir juntos era de aquel modo, Gray Fullbuster era un desordenado, un huracán que pasaba por la casa desordenándolo todo. Juvia suspiraba a ella le gustaba el orden, que cada cosa estuviera meticulosamente en su lugar.
Es verdad que los opuestos se atraen, que una persona nunca será feliz con la misma cara de una moneda. El amor no se basa nunca en cuanto en común tengas con la persona a tu lado, se basa en que a pesar de todas las diferencias han aprendido a amarse y ser felices juntos.
-Juvia quiere que Gray-sama lea este libro conmigo- Gray ponía una mueca de fastidio, nunca le gustaron las novelas de amor.
-Está bien- contestaba resignado colocando a la chica sobre sus piernas. A pesar de todo, de todos era inmensamente feliz pudiendo ver esos ojos azules cada día, acariciando aquel sedoso cabello cada noche. La amaba en verdad la amaba y ni loco la dejaba marchar.
-Juvia- le llamo un poco nervioso al recordar un regalo que trajo de aquella misión a la que fue poco antes de arreglar las cosas.
-¿Si Gray-sama?- pregunto con sorpresa al sentir que el alquimista la apartaba para ponerse de pie.
-No soy bueno para estas cosas, nunca lo he sido… apuesto que Red lo hizo de una manera romántica y esas cosas… Incluso apuesto que Natsu puede hacerlo mejor… pero yo no soy así. Perdóname- hablo con un ligero rubor en sus mejillas mientras mantenía una de sus manos fuertemente apretada cerca de su pecho
-Juvia lo ama tal cual es- ella le sonrió y en efecto esa sonrisa bastaba para llevarse todas sus inseguridades.
-Siéntate- le pidió mientras esta obedecía. El se arrodillo frente a ella tomando sus manos –Juvia, Te amo y quiero que te cases conmigo- hablo colocando un anillo sobre su dedo.
-¡Sí!- no lo pensó mucho, estaba a punto de explotar de felicidad, pero aquello paso a segundo plano pues se sentía desconcertada, estaba sintiendo algo cálido entre sus manos. -¿Gray sama?- le llamo al darse cuenta de que Gray había tomado sus manos para ocultar su rostro. -¿Estás llorando?- pregunto angustiada.
-Realmente tú me haces el hombre más feliz de este mundo. Prometo pasar la vida tratando de hacerte sentir esto que tú provocas en mi- le dijo abrazándola fuertemente por la cintura. Ella acaricio con ternura su cabello, ella ya lo sentía, sentía más de lo que aquel alquimista podía imaginar. Juvia empezó a perderse en el aroma del azabache, en la textura de su piel, en el sonido de su voz. Y Gray, Gray ya estaba más que perdido en aquellos ojos azules.
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Hola! Mucho tiempo paso para poder terminar esta historia… hace poco recibí un MP de una chica que me pedía regresar a escribir todo lo que deje inconcluso… realmente no se si haya personas que aun quieran saber que seguía de los capítulos en los que deje la mayoría de las historias… o si alguien aun las sigue… Dejen sus Reviews que saben que son los que siempre me animaron a traerles un nuevo capítulo así como nuevas historias…Como siempre gracias por leer Bye-by