AUTORA:

Aquí esta el epílogo, que espero que os aclare muchas dudas y que después de haberlo leído no me crucifiquéis. xD

NO AL PLAGIO:

Los personajes no me pertenecen, estos son exclusivamente propiedad de CAPCOM. Lo único que me pertenece es la historia y su trama.

NOTA IMPORTANTE:

·Letra Normal: Para las acciones.

·Letra Negrita: Para los diálogos.

·Letra Cursiva: Para recuerdos, sueños o pensamientos.


.Es, Fue y Sera mi debilidad.

.Epílogo.

¿Como es que ahora estaba esperando sentado en una silla? No podía creer como había conseguido salir intacto justo a tiempo antes de que todo volase por los aires. Estaba nervioso, por ser interrogado y ansioso por recuperar a su familia.

Suspiró aliviado y cansado, no fue muy difícil, al fin y al cabo, después de decir que su jefe lo tenía bajo coacción, no le fue muy difícil escaquearse del arresto y queda sin cargos, lo único, es que tuvo que colaborar. Le habían propuesto un trato; él, tenía que contarles todo acerca las instalaciones, incluyendo el experimento con Leon, Mc Gregor, Hunk, el virus… todo lo relacionado, y los federales se encargarían de devolverle a su familia.

Se inclinó en la silla, apoyando los codos en la mesa, y sus dos manos las llevo a la cabeza. Estaba cansado de todo esto, los tramites y el papeleo, se habían echo eternos, los días que paso bajo arresto, fueron horribles pero el verdadero infierno, fue saber que su familia estaba bien, porque no los tenía entre sus brazos. Hoy era el día, en el cual, si acababan de hacerle preguntas, lo reunirían finalmente con su familia.

Se escuchó una puerta abrirse, y rápidamente giró al cabeza hacia atrás. Abrió los ojos y puso una actitud mucho más seria. Se puso firme y recto en la silla, y permaneció atento al hombre de delante suyo, que había entrado por la puerta, llevaba traje y sostenía una carpeta en su mano.

No dijo nada, no se atrevía a intervenir o hablarle a ese hombre. No interrumpiría su ritual de abrir la carpeta, coger un bolígrafo y permanecer callado.

¿Cuando podré verlos? ― Preguntó algo incomodo por el hombre de delante suyo, que parecía estar muy tranquilo.

Vienen de camino, no se preocupe. ― Su voz era seria y a la vez tranquilizadora. ― Pero antes, tendré que acabar de hacerle unas cuantas preguntas. ― Lo miró fijamente. ― ¿De acuerdo señor Connor's?

Connor's, no dudo ni un segundo, antes que todo, iba su familia, y ya había desperdiciado mucho tiempo junto a Mc Gregor y sus ambiciones, ahora, haría todo lo que estuviese a su alcance, para reparar los daños que había causado, porque el era un buen hombre, honrado y justo… porque tenía una familia a la que cuidar. Y se había dado cuenta de lo que de verdad importaba.

Lo que haga falta… ― Declaró algo avergonzado y suspirando a la vez.

El hombre de delante suyo, adopto una postura más cómoda, cogió una hoja de papel y después de ponerla encima de la mesa, sacó de su bolsillo una pequeña grabadora. La encendió y la dejo encima de la mesa. Ahora toda la conversa sería grabada.

Mc Gregor, fue el causante de todo esto, pero ¿había alguien detrás de él? Alguien que le daba órdenes. ― Lo miró fijamente.

Si, había alguien, pero nunca me dijo su nombre, es más, ni él mismo conocía su identidad. ― Desvió de golpe la mirada hacía otro lado, esa persona, era más poderosa de lo que se pensaban, y después de las amenazas de Mc Gregor, tenía miedo de que se volvieran a llevar a su familia.

El hombre de delante suyo, asintió y apuntó un par de cosas en esa hoja de papel que anteriormente había sacado. Permaneció todo el rato en silencio, solo contestaría las preguntas que fuesen formuladas, y con la menor información posible, porque sabía que si empezaba a hablar de más, los federales empezarían a espechar, y al final, segur que quedaría bajo arresto o incluso se consideraría sospechoso.

Fue usted, el que dirigió todo el experimento con el virus, ¿no es así? ― Preguntó serio.

Si… ― Estaba apenado, su intención no era dañar a nadie, pero, las cosas no fueron como nadie se esperaba. El hombre, esta vez, no apuntó nada en la hoja de papel.

¿Porque el agente Kennedy? ¿Su jefe le dijo para que lo necesitaba? ― Se llevó el bolígrafo a la boca, y distraído con esta acción permaneció atento esperando una respuesta por parte de Connor's.

No lo se, nunca me dijo para que lo necesitaba, yo solo me dedicaba a obedecer, o sino… ― En ese momento se detuvo, haciendo que el hombre de delante suyo, le picara la curiosidad.

O sino… ― Incitó el hombre, adoptando una postura más atenta.

O sino, mi familia… ― No continuó, porque esa información ya la conocían. Ya sabían que Mc Gregor lo amenazaba con su familia.

El hombre, entendió lo que quiso decir, y en ese momento, no hizo más preguntas, solo se dedico a escribir nuevamente sobre el folio.

Permaneció en silencio durante unos minutos, observando las acciones del hombre que ahora, lo estaba interrogando. Intentaba calmarse, pero su impaciencia aumentaba, y ahora nervioso, empezó a dar golpecitos con las uñas contra la mesa. Llevaba mucho tiempo sin ver a su familia, y por fin, ahora, alguien iba a concederle ese deseo.

Lo último que necesitaremos, teniendo en cuenta que fue usted el que dirigió el experimento del virus, será que nos de toda la información posible acerca de este.

No hay problema, tengo una copia de seguridad guardada de todos los informes. ― Suspiró al momento, no le gustaba mucho "regalar" así como así casi todas sus investigaciones, que le llevaron años y años, sudor y lágrimas, y que ahora perdería en cuestión de segundos, pero tenía el consuelo, de saber que por lo menos, ahora estaría junto a su familia.

Perfecto. ― Cerró la carpeta al acto. ― Ya esta todo por el momento.― Se levantó de la silla y caminó hacía la puerta. ― Venga, le llevare con su familia. ― Connor's, al oír eso, se levantó al acto, como si le hubiesen dado un calambrazo. ― Pero recuerde que es mejor evitar este tema a toda costa, ya sea con su familia con amigos, esto no debe ser mencionado bajo ninguna circunstancia.

Connor's, no dudo ni un segundo y asintió impaciente, le daba igual que condición le pusieran, deseaba ver a su familia de una vez.

Caminó decidido hasta el hombre y este abrió la puerta al momento. Salieron de la sala de interrogatorios, y caminaron sin detenerse por un largo pasillo.

Llegaron a una sala, y al fondo, pudo ver a una pequeña niña, que jugaba con un cochecito. Sus sonrisa aumento de tamaño, sus ojos estaban apunto de soltar lágrimas, pero se reprimió, porque no podía llorar, aunque fuese de felicidad, era un hombre.

¡Cariño! ― Gritó una mujer, su mujer, a la vez que corría hacía el hombre. Connor's la recibió y la acogió, hacía tiempo que no la estrechaba contra su cuerpo, que no la tocaba, la olía, ese olor a vainilla.

¡Papi! ― Gritó ahora la pequeña niña, tirando el cochecito al suelo, con el cual antes jugaba, y ahora corría desesperada hacía Connor's.

Llegó hasta su padre, y lo único que pudo hacer fue abrazarlo por la pierna, ella era muy pequeña y su padre bastante alto. Lloró con lagrimas de cocodrilo, sollozando como haría un bebe.

Connor's, no pudo resistirse, y después de que su mujer lo soltase al instante, bajo hasta quedar a la altura de su hija, y la abrazo como si le fuera a escurrir de las manos.

¡Papi! ― Volvió a gritar la niña, sin saber que más decir, estaba tan contenta de volver a ver a su padre, que las palabras, sencillamente no le salían.

Las princesas no lloran… ― Connor's la soltó del abrazo y esta se separo lentamente, mirando a los ojos de su padre. Le limpió las lágrimas de sus pequeños ojitos, de color crema y le acarició la cabeza. ―…y tu eres mi princesa.

La niña no pudo resistirse y abrazo fuertemente a su padre, envolviendo sus pequeños bracitos alrededor de su cuello. Connor's, solo sonrió a ese acto, y la alzo en brazos. Una vez con su hija entre sus brazos, y esta hundida en su pecho, tendió una mano hacia su mujer. Esta la aceptó y rápidamente permanecieron abrazados, seguramente, intentado creer que esto no era un sueño y que realmente era verdad.

Se acabo todo. ― Las tranquilizó abrazandolas contra su cuerpo.

A él, este tema, no le afectaba para nada, solo lo hizo, por una vieja amiga a la cual debía muchos favores, pero ninguna de las misiones que llevo a cabo con ella, resultaron como esta.

Era fuerte, y su cuerpo estaba hecho de acero puro, no había sido de los marines, para caer tan rápido, para ser vencido así de fácil, no sin antes vengarse por todo lo que le había hecho.

Notó algo, en su brazo, no había despertado desde el incidente, pero estaba perfectamente bien así que solo tenía que recuperarse del dolor. Era un estado de inconsciencia temporal. Abrió los ojos por primera vez, pesadamente, esperando encontrarse con el infierno, lo único que recordaba era que después de haber vencido a la mutación de Mc Gregor, este, se levantó en una milésima de segundo, y le dio un golpe bastante fuerte, dejándolo inconsciente.

Su visión ahora era borrosa, y bastante desorientada. La cabeza le dolía bastante, así que intentó llevarse una de sus manos a la cabeza, para mantener el equilibrio y para soportar el dolor, pero una mano se lo negó.

Esa mano, no dejo que Billy controlase sus acciones. Se lo impidió, ahora él estaba muy débil, y ella era la única encargada de su recuperación. Cuando se entero, que Billy Coen había sido encontrado y trasladado a un centro medico de la B.S.A.A, su ser tuvo una pizca de nostalgia, no quería verlo, no después de tantos años, pero por otra parte, era él, era Billy. Tenía una vaga imagen de él, lo único de lo que lo recordaba era del incidente de las montañas Arcklay, pero nada más… Alguna vez había odio hablar de él, o incluso su ser le obligó a buscar información de él, de cómo estaba, donde se encontraba, solo quería verlo otra vez, pero años atrás, no lo consiguió, seguramente porque el no se lo permitía, y se alejaba de ella.

Movió su cabeza hacía su brazo y vio una pequeña y fina mano, de piel blanca y suave, ese tacto… ese tacto le era muy pero que muy familiar. Subió la vista pasando por el brazo de lo que parecía ser una mujer, continuó hasta llegar a sus pechos, y sin poder contenerse, se detuvo en ese lugar unos segundos. Permaneció embobado unos instantes por esos pechos, pero cuando se dio cuenta de que la mujer había retirado la mano de golpe de su brazo, subió la vista velozmente hasta quedar mirándose fijamente.

¿Era ella? O solo, ¿alguien a quien se le parecía? Daba igual quien fuera, la cuestión es que no pudo articular palabra, y su boca seguía en forma de "o" sin comprender nada.

La mujer, sabiendo que el hombre no reaccionaria, se giró al instante, y así dándole la espalda al momento. Ella no sería la que empezara con la conversación, porque que sabía perfectamente a donde iría a parar y n estaba dispuesta, no sería ella la que le pidiese perdón, la que le suplicara, la que fingiera estar bien... No sería ella.

No pudo verla muy bien, pero estaba casi seguro que era ella, era una de las pocas personas que se le habían quedado en el recuerdo, escondidas en una parte muy profunda de su mente, que ocupaban una pequeña parte de su corazón, pero que siempre estaban presentes. Cerró su puño, sabiendo que era ella, sin lugar a dudas, y no era capaz de decirle ni una mísera palabra. Un simple perdón bastaría para hacerla sentir mejor, pero era incapaz, no quería disculparse, porque si lo hacía, estaría reconociendo que a él no le importa ella, pero a lo contrario, era quien mas le importa en todo el mundo. Era por la única persona, que había vuelto, y se había replanteado cambiar de vida, dejar de ser malo y pasar a tener algo mejor.

Rebecca. ― Fue lo único que pudo decir. Ella, que seguía de espaldas, no pudo más que apretar los puños frustrada.

Porque siempre tenía que ser ella la niña tonta, la débil, la rezagada del grupo, y que nadie se fijara en ella, era muy frustrante, porque si había amado de verdad a una persona, esta, no la había visto desde hace muchos años y ya no tenía esperanzas de volver a verla. Esa persona era el hombre que tenía justamente detrás suyo. Si de verdad no quería escuchar sus excusas, ¿porque se había presentado como voluntaria para curarlo?

Rebecca, yo… ― Volvió a balbucear sin decir nada con sentido. A ella no le bastaba con que nombrarse su propio nombre, ella quería que le justificara, que le rogara, que le pidiese perdón, porque parecía no importarle, porque ella había sufrido durante muchos años, porque aunque él no le correspondiera, ella lo amaba con toda su alma.

La mujer, se giró de cara al hombre cruzando los brazos, lo miró por unos segundos y con una actitud vacilante le habló.

¿Que? ― Contestó queriendo parecer bastante molesta, pero en realidad no lo estaba, nunca estaba enfadada con él.

A Billy, esa contestación lo pillo por sorpresa, nunca imaginó una situación así, y menos de esta forma. Nunca llegó a pensar que Rebecca le haría una contestación así, cuando la conoció por primera vez, le pareció una mujer indefensa, que necesitaba ayuda y eso le gusto de ella. Pero ahora, parecía haber madurado mucho, y vaya que había madurado, no se andaba con tonterías.

La mujer, esperaba una respuesta por parte de él, pero como vio que este seguía sin poder articular palabra, suspiró vencida. Quería tenerlo cerca, pero habían pasado tantos años que ninguno de los dos sabía que decir. Se dio la vuelta, dando la espalda nuevamente al hombre, y ahora, molesta con Billy, empezó a caminar, pero una mano la detuvo.

Cuando noto la mano de Billy que sujetaba su brazo, lo supo todo, supo que significaba ese gesto, supo qué quería decirle y también supo que no diría nada, así que ahora se había enfadado mucho más que antes.

Rebecca, yo… ― Su voz temblaba, y en este mismo momento Rebecca explotó.

Rebecca, ¿qué? ― Estaba furiosa. ― ¿Tú qué? ― Se dio la vuelta cara el hombre y ahora este permaneció en silencio, con la mirada perdida, sabía perfectamente que Rebecca estaba enfadada.

Lo siento… ― Fue lo único que pudo decir. Nunca actuaba de esta forma, siempre era un hombre directo y juguetón, hasta capaz de sacarte de los nervios a la primera, pero ahora, era un Billy Coen totalmente diferente.

¿Lo sientes? ― Le preguntó con cierta gracias en su voz. Billy alzó la cabeza y la miro serio. ― ¿Que es lo que sientes? ― Le preguntó dejando de lado las bromas y queriendo saber si realmente a él, le importaba lo más mínimo. Él no contestó y ella se enfureció aún más. ― Sientes el no haber venido a buscarme, el saber que estaba mal, y aun diciéndote que me importabas, tú te fuiste. ― Respiró pesadamente. ― ¡¿Esto es lo que sientes?! ― Estaba muy furiosa y Billy lo sabía, pero no sabía como podía decirle que lo sentía mucho.

Lo siento mucho, debes creerme. ― Le dijo un Billy, que ahora estaba desesperado.

No me sirven tus disculpas… ― Le dijo con cierta desgana, no podía cambiar el pasado, y ahora tampoco conseguiría cambiar las cosas.

Entonces que quieres que hiciera, ¿qué lo dejase todo? ― Se miraron mutuamente, sabiendo que eso hubiese sido lo mejor para ambos. ― No estábamos en el mejor momento para hacer locuras, y menos después de lo que sucedió, sabes que tuve que desaparecer durante un tiempo. ― Recordaron el pasado en una milésima de segundo. Un dolor atravesó el corazón de ambos.

Y por eso te largaste y me dejaste, ¿por eso despareciste del mapa? Un simple adiós me hubiese bastado… ― No era el mejor momento para discutir, pero estaba muy furiosa, y no era culpa de él. Él hizo lo que tuvo que hacer y ella, era la única tonta en todo esto, ella era la que no paso pagina, la que permaneció en vela durante noches y noches, creyendo que volvería… pero no fue la única que lloro.

No te dije adiós, porque mi intención era volver. ― En ese mismo momento, la estiró del brazo furtivamente, y apoderándose a su vez, de sus labios, esos labios que no recordaba desde hacía muchos años, de esa dulce jovencita la cual, aunque no lo supiera, le robo el corazón.

Sujetó con fuerza su rostro, y la aprisiono con mucha fuerza, sin dejar que esta se soltase. Ella, intentó forcejear, no caería en sus juegos, y menos de esta forma tan vergonzosa. Gruño intentando resistirse mientras seguía besando los labios del hombre. Este, sabia perfectamente que debía hacer, como tenía que tratarla. Así que introdujo la lengua en el interior de su boca y recorrió el interior sin dejar que esta respirara.

Ahora, y atraída por el beso de Billy, gruño, pero a diferencia de antes, ahora, era de placer. Un placer que hace mucho que nadie le daba. Se dejo apoderar y permanecieron un poco más así, seguramente, porque ya ninguno tenía la intención de detenerse, porque habían esperado mucho tiempo, y su dolor aumentaba a cada segundo.

¡Auch! ― Exclamó de golpe cortando el beso y llevándose una mano a la cabeza. Aún no estaba del todo recuperado.

¿Te duele? ― Le preguntó preocupada con voz dulce, una voz, totalmente diferente a la Rebecca anterior, ahora si que era ella.

No. ― Mintió sonriendo. ― Estoy bien. ― Le dijo atrayendo otra vez a la mujer entre sus brazos, y buscando besar sus labios, pero esta vez Rebecca no caería tan fácilmente.

No. ― Se separó y llevó sus manos a la cabeza de Billy. ― Aún estas muy débil, debes recuperarte. ― Le dijo mientras examinaba su cabeza detenidamente. Billy, en respuesta solo sonrió. Volvía a ser la Rebecca que conoció hace años y eso le gustaba, porque ahora no la dejaría marchar, ahora, él no se marcharía.

No había sido el mejor hombre de todos, pero al menos lo intentó, porque puede que lo que hubiese echo; ese sacrificio, no hubiese servido para nada, o al contrario, puede que hubiese conseguido salvar la vida de sus amigos. Pero esto nunca lo sabría, al menos por el momento.

Su transformación había hecho posible que sobreviviese al derrumbamiento de las instalaciones. La explosión fue letal, y ha cualquiera le hubiese matado, pero él era una B.O.W, una mutación y por eso, su cuerpo resistió el peso. Pero, a pesar de esto, su mente lucho por recupera su propio cuerpo, por ser dueño de este.

Lo que Leon no sabía, era que el virus, a causa de la plaga, tenía la capacidad de invertir el proceso. Seguramente a él, ya no le importaba, pero para los médicos y científicos que lo estaban tratando, era un dato muy importante, había esperanza.

¿Sobrevivirá? ― Preguntó Chris delante de la camilla de Leon, muy preocupado. El médico encargado de tratar al agente Kennedy, acabo de introducirle algo en el brazo derecho, y se giró mirando fijamente a Chris.

Esta vivo. ― Declaró el médico sabiendo que esa respuesta no seria la correcta.

Usted sabe a lo que me refiero. ― Chris tenia miedo de perder a su amigo, porque incluso aun sabiendo que estaba "vivo", lo que de verdad le asustaba es que nunca mas volviese a despertar. Algo que ni los médicos podían tratar.

No podemos determinar con exactitud cuanto durara este estado. ― El médico suspiró, no le gustaba tratar con amigos o familiares. ― Han habido casos donde...

¡Lo se! ― Interrumpió la explicación del doctor algo furioso. Chris era suficientemente listo, y sabía perfectamente, que muchas veces en estos casos, el paciente nunca despertaba.

Era uno de sus mejores amigos, y no se merecía esto. Había combatido el bioterrorismo, había salvado multitud de vidas humanas, había sido un héroe, y aun así, ¿permanecería en este estado?

¿Y que harán de momento? ― Preguntó Chris intrigado y con una cierta preocupación.

Lo primordial, ahora, será investigar al máximo el virus y buscar una posible cura. ― El médico caminó hasta el otro lado de la camilla de Leon y comprobó sus constantes desde un monitor. ― Realizaremos pruebas con el sujeto aislado, pero hasta el momento, lo único que podemos hacer es mantenerlo en este estado. ― El doctor, acabo de comprobar las constantes a Leon, y se dio la vuelta hasta quedar mirando fijamente a Chris, seguramente, porque ya no tenía más que explicarle, porque aunque fuera trágico, era la realidad, y no había nada que pudiesen hacer.

Muchas gracias. ― Agradeció Chris. No dijo nada más y permaneció en silencio unos segundos, hasta que ya no pudo más, por muy amigo suyo que fuese, no podía quedarse eternamente hasta esperar su despertar.

Suspiró y empezó a caminar hacía la puerta de la habitación, sujetó el pomo con fuerza, y salió de golpe dejando al doctor trabajar.

Puede que un noventa y nueve por ciento de la población ni siquiera supiesen quien era, pero ese uno por ciento restante, seguro que lo echarían de menos, o por lo menos, sentirían algo de pena por él, porque aunque no fuera ningún símbolo de libertad, o incluso, ningún presidente, por lo menos había echo un papel similar. Y después de todo, esas personas, seguirían velando por él, no se rendirían, tendrían esperanza, porque él había hecho lo mismo por ellos.

Sabía perfectamente, que Leon, no tenía muchos amigos, ni familia cercana, y tampoco tenía a nadie que… bueno, a nadie con quien compartir su vida, al menos que él supiera. Seguramente, para algunos, les era indiferente que Leon muriera o viviese, pero había personas que ese lujo, no podían permitírselo, porque no eran suficientemente fuertes como para pensar así, porque o les caía bien, o lo consideraban como un hermano, o incluso, lo amaban.

Continuó caminando por los pasillos hasta llegar a una puerta, entro sin perder tiempo, y tan pronto avisto encima de la mesa, un par de carpetas, quedó paralizado al instante y a la vez pensativo, como si las carpetas estuviesen malditas. Agitó la cabeza hacía los lados, volviendo a la realidad, y así descartando la posibilidad de que estuvieran "malditas", pero puede que no estuviera tan equivocado.

Se acerco hasta la mesa, tomó asiento en una silla y después de apoyar los codos sobre la mesa, se llevó las manos a la cabeza. Intentando reflexionar sobre todo esto, intentado ser lo más realista y justo posible, pero era imposible, si se trataba de un mundo de psicópatas.

Suspiró y se frotó la cara con las manos, deteniéndose primero en los ojos, después en la nariz y finalmente pasando sus manos por el cuello como si intentara quitarse la tensión acumulada de un largo y duro día de trabajo. Pero lo único que estaba intentado hacer, era concienciarse de todo.

Bajo la vista hasta llegar a observar las carpetas justo delante suyo, las tomó una en cada mano y pensó muy detenidamente al ver el nombre escrito en cada una de ellas; Nathan Mc Gregor y Ada Wong.

Le había tocado ser el que dictaminase quien sería el culpable de todo. Estaba más que claro que había sido Mc Gregor, pero teniendo en cuenta el historial de la mujer y la idea -personal- de tenerla entre rejas, lo tentaba demasiado como para, simplemente, ignorarlo.

Sabía que todo había sido una trampa, que ella no había tenido nada que ver, y que incluso, había sido ayudada por Ingrid y Helena para rescatar a Leon, pero las cosas no era tan simples.

Miró la carpeta con el nombre de Ada Wong, y lo apretó entre sus manos, reconociendo que no podía culparla por algo que no había hecho, ademas, aún recuerda como Leon se interpuso entre ella y él para protegerla a toda costa. Seguramente fue un acto descuidado y bastante estúpido, pero no podía culparlo.

Vencido, miró a la otra carpeta donde nuevamente pudo leer el nombre del que fue un modelo a seguir por muchos. Ahora si que estaba furioso de verdad, no lo soportaba, ya iban tres hombres que haciéndose pasar por los chicos buenos, acababan siendo los malos de la película. Primero Wesker -pobre diablo-, luego Simmons -alma atormentada- y finalmente Mc Gregor -vida sin sentido-. Gruño y apretó los dientes produciendo un leve, pero destacable chirrido de dientes.

Entonces, ¿se podía confiar en alguien? Estaba empezando a creer que los que de verdad eran "malos" como supuestamente lo era Ada Wong, eran las únicas personas buenas, que no mentían y que no se hacían pasar por buenos, para luego traicionar a sus compañeros cruelmente.

Lanzó la carpeta de Ada Wong contra la mesa y quedó sujetando la de Mc Gregor. Ya iba siendo hora de empezar a hacer justicia y a dejar a un lado su ego y su enorme afán de vengarse de la espía. Las cosas cambiarían mucho por aquí, al menos en presencia suya.

Muerte, si, era una de los términos que realmente lo definían a la perfección. Siempre supo que de alguna forma llevaba dentro suyo al diablo, porque era casi imposible que siempre, y sin excepción alguna, saliese intacto de todas la misiones. Había ocasiones donde las cosas se complicaban, pero siempre se recordaba quien era, entonces sus fuerzas volvían, porque él, era de lo mejores mercenarios que habían en el momento, porque aún, nadie había conseguido matarlo.

Despertó de golpe, abriendo los ojos al instante y poniéndose en guardia. Se levantó al momento, intentando mantener el equilibrio y trabajando pesadamente por recordar que había pasado. La cabeza le dolía, pero sin importarle nada, miró a todas direcciones; ¿Donde estaba? No lo sabía… ¿Como había llegado? Tampoco lo sabía… ¿Qué había pasado? De esto, si que tenía un vago recuerdo, pero aún estaba muy cansado como para recordar demasiados acontecimientos.

Caminó por el lugar, y ando unos pasos manteniéndose en guardia. Estaba en territorio desconocido, y era mejor andarse con cuidado, no había ni una vez donde se relajara.

Mierda… ― Susurró molesto. El lugar donde se encontraba, aparte de que hacía un frió que pelaba, estaba totalmente oscuro no había ni una pizca de luz, nada, todo lo que podía ver era oscuridad y en cuanto a sonidos… nada…

Esto era genial; no sabía ni donde estaba ni como había llegado. Todo esto le daba muy mala espina, porque si tenemos en cuenta que no se acuerda de prácticamente nada de lo sucedido y aparece en un lugar totalmente desconocido con dolor de cabeza, eso solo quería decir, que alguien lo había traído hasta aquí, seguramente porque le interesaba que estuviera vivo, pero por la apariencia del lugar, no parecía que estuviera en un lugar pacifico, sino más bien hostil.

Escuchó un leve ruido y rápidamente se dio la vuelta girando sobre si mismo. Intentó apretar la vista al máximo, pero el lugar seguía muy oscuro y no podía determinar cien por cien si había alguien o solo eran su dolor de cabeza el que le pasaba la mala jugada.

Se escuchó un fuerte chirrido, como si un altavoz estuviese pitando dolorosamente. Se llevó acto reflejo las manos a las orejas, y se tapo los oídos, ese sonido era irritable. El ruido dejo de sonar y lentamente se quitó las manos de sus orejas. Recuperó la compostura y miro hacía todas direcciones, temiendo por lo que vendría a continuación, pero otra vez fue incapaz de poder ver nada.

No temas… ― Sonó una voz que parecía divertirse con la situación.

Hunk, que seguía bastante confuso, no respondió a esa voz, que parecía proceder de un altavoz o de un gran micrófono en algún lugar de donde se encontraba.

¿Quien eres? ― Preguntó el mercenario serio. La otra persona, en respuesta solo soltó una risa irónica.

Sal por la puerta que tienes justo detrás tuyo. ― Le ordenó esa misteriosa voz. En ese mismo momento, se escuchó el chirrido de una puerta abrirse y rápidamente se encendió un foco de luz, que enfocaba a la ahora puerta abierta y visible.

Iba a obedecer esa voz, que parecía guiarlo hacia algún lugar en concreto, pero se detuvo, no confiaba en nadie, y menos en alguien que no tenía identidad, ni rostro, ni nombre… solo era una simple voz.

¿A que esperas? ― Vaciló esa misma voz.

Hunk tuvo que obedecer, al fin y al cabo no disponía de muchas más opciones, y parecía que esa persona tenía el control. Así que avanzó un paso, luego otro, y así hasta conseguir un paso ligero y continuo.

Cruzo esa misma puerta y la voz volvió a hablarle nuevamente.

Sigue todo el pasillo hacía delante, y no te detengas por nada.

Hunk obedeció y caminó por ese largo pasillo sin detenerse por nada, justo como la voz le había ordenado. No sabía porque, pero había algo que lo incitaba a que siguiera esa voz, que lo llevara hasta algún lugar, seguramente el infierno, pero la curiosidad llamó a su ser, así que llegó hasta el final del pasillo y esperó que la voz volviese a sonar.

Buen chico bueno, me gusta… ― Su voz, aparte de en todo momento ser vacilante, ahora le había parecido que se había transformado en sádica, y le recorrió un escalofrió por toda la espalda. Sintiéndose observado todo el rato. ― Ahora, sube un piso por las escaleras que tienes justo a tu derecha y al fondo de todo encontraras una puerta…

Hunk, ya deducía que es lo que se encontraría tras esa puerta, así que en gran parte, no estaba tan asustado como antes. Su pies empezaron a caminar, y a subir escalón a escalón, hasta llegar a la primera planta. Caminó por el pasillo y finalmente llegó hasta quedar delante de esa puerta. Ahora estaba donde esa misteriosa persona quería que estuviera.

Era bastante listo, como para entender que lo que debía hacer era abrir la puerta, así que eso hizo; poso su mano encima del pomo de esta, tembló ligeramente y cogió aire, nunca antes había pasado tanto miedo, y debía reconocerlo, seguir ordenes de alguien a quien no conocía, en un territorio totalmente desconocido, era terrorífico.

Abrió de golpe la puerta, esperando encontrar el infierno, o incluso encontrarse alguien con una motosierra… pero lo único que vio fue una especie de despacho, oscuro, a penas tenía luz, una librería bastante amplia se encontraba empotrada y una chimenea sin encender. Al fondo de todo, había un gran ventanal. Empezó a dar un paso para adentrarse en el lugar, pero la voz lo volvió a detener.

No des un paso más. ― Declaró la voz, pero ahora muy seria, demasiado...

Hunk, obedeció y no se movió del lugar. Esa voz le ponía los pelos de punta. Observó y buscó con la mirada donde se encontraba esa misteriosa persona, la cual le daba ordenes, pero no pudo verla, porque se estaba sentado en una de esas sillas, que son tan grandes y que impiden ver quien hay sentado. Apretó los ojos, enfocando la vista, intentando descubrir si era un hombre o una mujer, pero de golpe la voz, o mejor dicho, esa persona le volvió a hablar.

A partir de ahora, trabajaras para mí. ― Declaró esa misteriosa voz.

¿Que? Debía estar de broma, ¿no? Que demonios se pensaba esa persona, ¿que Hunk era un títere? Nada de esto, ahora, y dejando la tontería y el misterio tan grande de lado, contraatacó riendo a su vez.

¿Y si me niego? ― Vaciló el mercenario. Él no era de obedecer mucho, y menos a esa persona que lo trataba como si esto fuese un juego, como si él o ella creyese tener el poder absoluto… como si estuviese jugando a ser dios.

Morirás. ― Declaró sin vacilar.

Hunk tragó saliva y un escalofrío le recorrió por toda la espalada, desde la nuca hasta el final de su columna vertebral, y a su vez, erizándole la piel. Esa voz, le pareció por un momento, de una mujer, pero luego sonó tan ronca que parecía de un hombre. ¿Quien era?

Notó un pequeño suspiro frío sobre su cuello, y en ese momento, se le paró el corazón. Sabía perfectamente que alguien se encontraba detrás suyo. Empezó a girar a velocidad de la luz, pero alguien le dio un fuerte golpe en la nuca, cayendo al suelo a su vez. Perdiendo nuevamente el conocimiento. La intención no era matar a Hunk, ni mucho menos, lo necesitaban. Además, si lo quisiesen muerto, ya lo habrían matado.

¿Como esta? — Preguntó la mujer algo desesperada y con voz algo triste, al verla pasar por casualidad. Esta se detuvo al momento al reconocer de quien era esa voz.

Giró lentamente su cuerpo, aun destrozada por la terrible noticia de Leon, pero ahora lo único que podía hacer era apoyarlo como amiga que era desde hace muchos años.

Acabó de girar y de esta forma, quedando de frente con la persona que la había llamado. Permanecieron unos segundos calladas, hasta que Ingrid, suspiró y se dignó a contestar.

Sigue igual, sin cambios... — No estaba que digamos muy alegre. Conocía a Leon desde hacía muchos años, y sabía suficientemente bien que él, no se merecía algo así. Helena en respuesta solo suspiró, compartiendo el dolor de su amiga. — Por cierto, ¿a dónde ibas? — Preguntó para cambiar de tema, y por su puesto quitar ese silenció tan incomodo.

A hablar con ella... — La voz de Helena no era muy alegre que digamos.

Ingrid, que se había encargado de preguntar, puso mala cara... ¿Seguro que sería conveniente hablar con "ella"?

No creo que sea buena idea... — Declaró la informática sabiendo que no seria la mejor idea del mundo.

Lo se... — Suspiró frustrada, reconociendo que no era muy buena idea. — pero entonces, ¿que quieres que haga?

Ingrid, no era de ocultar muchas cosas, pero ahora, seguramente, era mejor tanto para ella como para todos, no saber la noticia por el momento.

Será mejor que no le digas la verdad. — Dijo Ingrid pero no porque la mujer le cayese mal, al contrario, porque le facilitaría las cosas.

Pero merece saberlo, es el padre de…— Helena estaba muy confusa y la verdad no le hacía mucha gracia mentir en una cosa como esta.

A veces es mejor mentir, que decir toda la verdad... — Interrumpió la informática muy apenada.

¿Que le digo? — Preguntó Helena vencida sin más ideas.

Dile que esta bien, y esta siendo tratado por los médicos. — Suspiró. — Será mucho mejor para ella... — Declaró la mujer sin muchas ganas.

De acuerdo. — Asintió Helena, aunque no estaba del todo segura.

El gesto que compartieron, junto con la mirada tan reveladora, dio a entender perfectamente que cada una debía marcharse y así hicieron.

Quedo totalmente sola, observando como Ingrid se le alejaba a paso lento, pero ella permanecía pensativa, perdida en entre el silencio que reinaba en el lugar y sumida en sus propios pensamientos.

Giró el cuerpo pesadamente, observando que al fondo del pasillo en el cual se encontraba, que había una puerta… la puerta. ¿Porque le había tocado a Helena tener que darle la noticia, ser la mala o la que aguantase los llantos? Seguramente porque esa mujer a la que habían culpado, no tenía muchas personas y con el tiempo, esto se había ido definiendo, porque ahora mismo, Ada Wong ya no tenía a nadie. Se había quedado completamente sola, ¿debido a que?; ¿Por haber jugado con fuego? ¿Por haber burlado a la muerte cientos de veces? ¿O quizás por haber esperado demasiado tiempo? Dicen que el tiempo no espera, es más, se nos escapa entre las manos, pero si de verdad ella era consciente de esto, entonces ¿porque espero tanto tiempo? ¿Porque jugo a ser amantes? ¿Por qué perdió tanto tiempo…? Puede que ni ella misma lo supiera.

Posó su mano encima del pomo de la puerta, dándose cuenta de que había caminando por el pasillo hasta llegar a la puerta. Suspiró pesadamente y entró de golpe y decidida. Cerró lentamente la puerta detrás suyo y se adentro en la habitación.

Permaneció en silencio, sin intención de interrumpir a la enfermera que hablaba con Ada que estaba en la camilla. Sin molestar, ni decir nada, quedó apoyada en la pared, escuchando atentamente la conversación.

¿Como se encuentra? — Preguntó la enfermera mirando fijamente a Ada encima de la camilla.

Bien, gracias. — Contestó Ada fingiendo sonreír, pero en realidad no le gustaba tratar mucho con médicos.

¿Dolor de cabeza? — Preguntó la enfermera apuntando cosas en una ficha médica.

No. — Respondió tranquilamente.

¿Dolor de espalda o cadera? — Preguntó nuevamente.

Ninguno. — Respondió otra vez Ada, pero ahora regalándole una sonrisa tranquilizadora, dando a entender que estaba perfectamente.

Perfecto. — Declaró la enfermera, a la vez que guardaba su ficha medica y se dirigía a la salida.

Las mujeres esperaron a que la enfermera saliese de la habitación y a que seguidamente, cerrase la puerta, para empezar a hablar.

¿Como estas? — Preguntó Helena caminando hacía la mujer.

No puedo quejarme. — Contestó Ada fingiendo sonreír, para no mostrar realmente que estaba echa polvo.

¿Y el bebe? — Preguntó la mujer mientras le regalaba una sonrisa. Ada, en respuesta solo se sonrojo levemente, bajando la cabeza y llevándose su mano derecha al estomago, haciendo con esta, un movimiento tierno como si lo acariciara.

Puede que no fuera la mejor madre del mundo, o incluso no supiera actuar como tal, pero de todas formas había tomado una decisión. Quería seguir adelante, porque aunque no fuera capaz, tenía el derecho a tomar esta decisión desde que nació mujer, y nadie podría decirle lo contrarió.

Levantó la cabeza, sonriendo alegremente y a la vez algo cansada y contestó a Helena, que llevaba algunos segundos esperando una respuesta.

Esta bien, evoluciona a gran velocidad y no ha sufrido daño alguno. — Le respondió.

— Me alegro, seguro que seras una muy buena madre. — Le dijo mientras caminaba hasta quedar sentada en una silla que casualmente quedaba situada muy cerca de la cama de la mujer. Su intención, era transmitirle seguridad, confianza en si misma y sobre todo fuerza, porque seguro que se derrumbaría cuando descubriese que Leon...

¿Como esta Leon? — Preguntó Ada cambiando de actitud totalmente y sin perder tiempo. Realmente deseaba poder verlo de una vez, habían pasado varios días sin saber de él, que estaba empezando a pensar que "algo" pasaba.

Esta bien, tranquila. — Tranquilizó a la mujer. Esta, que estaba bastante cansada, no sospechó nada y se lo creyó todo, y en respuesta solo dejo escapar el aire aliviada. Realmente deseaba ir eso, es más, era lo único que le importaba.

Gracias a dios, nunca me lo habría perdonado si le hubiese pasado algo malo… — Le confesó a Helena que permanecía atenta. En este mismo momento, a Helena le vino una punzada directa al corazón, no quería mentir a la mujer, no era su estilo, ademas, esto solo empeoraría las cosas.

Guardaron silencio, seguramente cada una pensando en sus cosas. Ada pensaba en la gran suerte que tenía y el alivió de saber que Leon estaba bien, y Helena… ella por otra parte, no paraba de maldecirse por estar engañando a la mujer, por ser tan mala y tan cobarde.

Despertó de sus sueños, y después de analizar la situación y observar detenidamente a Helena, que ahora en vez de estar sentada en la silla, se había levantado y movido hasta quedar apoyada en una pared. Ada no era nada tonta y sabía que algo pasaba, seguramente porque conocía muy bien cada sentimiento y lo que causaba en las expresiones de las personas. Acabo concluyendo, que Helena, parecía algo diferente y su expresión la delataba.

Miraba por la ventana, perdiéndose en la fina linea del horizonte, deseando que el día acabase lo más rápido posible, y que otra persona fuese la que le diese la noticia a la mujer, pero sabía como acabaría esto. Porque los secretos no se pueden ocultar y más si se trataba de Ada Wong. Suspiró cerrando los ojos.

Helena... — Llamó una voz tranquila. Esta, abrió los ojos de golpe y se giró lentamente. — ¿Pasa algo? — Le preguntó Ada mientras las dos mujeres quedaban mirándose fijamente a los ojos.

No, es solo que estoy algo cansada. — Mintió a la vez que le regalaba una sonrisa, pero Helena sabía perfectamente que Ada sospechaba algo.

Ada frunció el ceño en respuesta, estaba más que segura que eso no era lo que pasaba, así que cambió su tono de voz y volvió a hablarla.

Estas cansada, y por eso estas de pie, ¿verdad? — Preguntó la mujer dando a entender que esa excusa no había funcionado y menos con Ada Wong.

Helena quedó pensativa. No sabía que hacer, Ingrid le había dicho que por el momento, no le contase nada, pero Ada era bastante lista, y aparte de que no podría ocultárselo durante mucho tiempo, tampoco quería hacerlo, porque ella no era así, porque sabía que Ada era la única persona en el mundo con más derecho a saber esto, porque Leon era el padre del bebe, porque habían sufrido mucho, porque incluso a ella misma, no le gustaría que le ocultasen algo así.

No dijo nada, solo se acercó otra vez hasta Ada y se sentó en la silla que estaba justo a su lado. La miró a los ojos, como si intentase explicárselo todo con una sola mirada, pero Ada estaba bastante confundida y no tenía tiempo para enigmas. Helena le sujeto la mano con fuerza y a la vez con ternura, como si la estuviera curando del dolor más fuerte del mundo.

Ada bajo la cabeza confundida y miro por unos segundos la mano que ahora Helena tenía encima de la suya, después de unos segundos bastante cortos, subió nuevamente la cabeza hasta quedar mirando fijamente los ojos de la mujer. ¿Que estaba haciendo Helena? Parecía que de alguna forma intentaba entender su dolor, como si pasara algo, como si con la mirada le diese el pésame.

Helena, ¿que pasa? — Su voz ahora, estaba mucho más sería y también más preocupada, por esa mirada tan triste y a la vez tan sumamente enigmática que le estaba lanzando Helena.

Es... — Apartó la mirada y suspiró buscando fuerzas, intentando poder ser suficientemente fuerte como para decírselo. Volvió a mirar a la mujer fijamente y le habló. — Es sobre Leon... — Confesó.

Ada, no sabía que pasaba, pero era suficientemente lista como para deducir qué podía suceder, por mucho que no quisiese, todas las pruebas apuntaban a algo. Helena le estaba ocultando algo, le estaba sujetando la mano y la miraba tristemente. No hacía falta preguntar para saber que pasaba.

No dijo nada, solo bajo la cabeza muy dolida, sabiendo que algo le había pasado a Leon, al hombre que amó, que había amado y seguramente amaría el resto de su vida. Su cuerpo no pudo reaccionar como más le hubiese gustado, nunca imaginó una situación así, donde finalmente Leon surgiera herido.

Helena vio a Ada, y no pudo reprimir el impulso de abrazarla, acogerla, hacerle saber que no estaba sola, porque sabía muy bien como se sentía. La abrazó fuertemente, y esta lentamente dejo atraparse, importándole muy poco todo lo demás, cayendo rendida, y sin poder resistir, empezó a sollozar en el hombro de la mujer.

¿Realmente había sucedido? Se había quedado completamente sola, después de haber jugado tanto tiempo a super héroes, el villano había conseguido, no vencer, sin herirlos. En todo cuento el villano muere y el héroe salva a la dama en apuros, pero esto era la vida real.

Empezó a derramar lágrimas y a sollozar en silencio, con un fuerte dolor en el pecho. Apoyada en Helena. Esta, cerró los ojos y entendió perfectamente el dolor que ahora estaba presenciando Ada, y la abrazó mucho más fuerte que antes.

Lo siento... — Le dijo Helena, pues le había pasado algo similar con Deborah.

Quedaron así toda la tarde, dejando que la luz del ocaso que entraba por la ventana, las envolviese lentamente, produciendo un juego de colores, realmente triste, a causa de las nubes que tapaban el cielo. No era una mujer de llorar, pero esto no significaba que fuese débil, sino más bien, un signo de que algo muy grande en su corazón había cambiado.

Dicen que los hombres sueñan continuamente, puede que después de muchos años, haya aprendido, que no todo es posible. Y menos ahora que después de haber soñado con falsas esperanzas, había muerto por sus ambiciones, pero el causante de su muerte, había sido uno de sus ex-agentes: Leon. S. Kennedy.

Examinaron todo, extrajeron el ADN del cuerpo en cuestión y comprobaron el tejido muscular de este. Los expertos, acabaron determinando que esa enorme criatura era Nathan Mc Gregor. Investigaron mucho sobre el caso; entraron en sus cuentas de correo, bancarias, investigaron todas sus llamadas y demás, para acabar determinado que todo había sido culpa de él… otra vez, todo había sido culpa de uno de los jefes. ¿Porque? Primero Wesker, luego Simmons, y ahora Mc Gregor.

Llévenselo a la cámara de aislamiento. ― Ordenó un de los médicos del grupo que llevaba un traje especial para tratar a B.O.W y por seguridad no llegar a tener contacto con la mutación.

Tres hombres; dos de mediana edad, y otro más joven, llegaron hasta la posición del médico jefe del grupo y después de envolver a la enorme criatura en una especie de manta de plástico impermeable, lo introdujeron en un gran bidón, de color blanco y lo introdujeron en un gran camión especializado para casos como estos.

Condujeron hasta llegar a un gran laboratorio de máxima seguridad y se detuvieron con el camión antes de entrar en el lugar porque alguien los detuvo.

¿Identificación? ― Preguntó un hombre que iba vestido con traje militar y había detenido el camión donde transportaban a Mc Gregor. El conductor, le dio su identificación y al verificar esta, le dejo entrar sin problemas.

Entraron en el recinto varios médicos y después de haber descargado el bidón de color blanco, entraron dentro de las instalaciones y caminaron sin detenerse por un largo pasillo hasta llegar a una gran puerta.

Uno de los médicos que transportaba el bidón, introdujo un código en la gran puerta, y esta, después de haber echo un pequeño ruido y haberse encendido una luz verde, se abrió al momento. Los cuatro médicos, entraron y lo llevaron hasta la cámara de aislamiento.

Introduzcan el gas. ― Declaró el medico jefe.

Pero si ya esta muerto. ― Comentó el medico más joven del grupo.

Son ordenes directas del capitán Redfield, debemos hacer pruebas con el sujeto y para eso, debemos asegurarnos que esta del todo muerto. ― Explicó al joven, este asintió y llevó a cabo el proceso.

Introdujeron el gas en la cámara de aislamiento y en pocos segundos, todo se volvió de un color entre verde y blanco niebla.

Listo. ― Declaró uno de los médicos.

En pocos segundos, abandonaron el lugar cerrando la puerta y dejando el lugar completamente vació. Nadie que no estuviese autorizado, no podía entrar. Los médicos caminaron por el largo pasillo de vuelta y abandonaron el lugar.

No se escuchaba absolutamente nada, ni el aleteo de una mosca, todo permanecía en perfecta calma. No podía decirse que amara la muerte, o que la deseara, pero sabía que un día tarde o temprano moriría, así que en cierto modo, la muerte no le desagradaba, ya era un hombre de edad considerable, que estaba cansado de siempre la misma rutina, el dar órdenes a otros agentes, o regañarlos por sus actos. El dar múltiples discursos en reuniones o en algún entierro… todo era lo mismo. ¿De que servia vivir así? De nada, ya estaba cansado de todo, por eso quiso probar algo nuevo… pasarse al bando de los malos, porque sabía que ellos vivían al limite. ¿De verdad se pensaba que ser de los malos lo haría ser libre? Pobre ingenuo, una vida sin sentido, perdido en un mundo de mortales… no era nada, ni nadie.

Tentó a la muerte, y esta le concedió su deseo. Esa persona que le dio una oportunidad, le prometió gloria y grandes esperanzas, una vida más emocionante, lo engaño pero fue un tonto que cayo en el engaño, que se dejo arrastras y que ahora solo lo recordarían como el hombre cobarde que traicionó a sus hombres.

La verdad, nadie lo obligó a hacer lo que hizo, a someter a Leon al experimento, y como hombre que era, asumiría las culpas, pero después de haber conocido realmente bajo las ordenes de quien estaba, no quiso poner su vida en peligro, porque le temía. Porque sin haberle visto el rostro, o sin conocer su nombre, su simple tono de voz le hacía erizar la piel.

Quizás, su intención era crear un mundo mejor, ser recordado, o incluso llegar a unos objetivos, pero tampoco tenía nada que perder; ¿familia? no tenía, ¿amigos? en el trabajo no existían, ¿amor? las prostitutas no cuentan… En fin, persona que no aprendió a vivir la vida, persona que moría sin importarle nada y claro esta, nadie lo recordaría.

Llévenselo. ― Ordenó esa misteriosa persona que ahora había secuestrado a Hunk.

El hombre que había golpeado al mercenario, obedeció sin decir palabra alguna y abandonó el despacho de su superior, llevándose a su vez a Hunk arrastras.

Esperó a que uno de sus secuaces, cerrase la puerta y suspiró triunfante. Se inclinó sobre la silla y dio un fuerte giro y así, de esta forma ahora estaba de cara a la mesa de su escritorio. Pensó que quizás podría servirle la ayuda de Mc Gregor, pero efectivamente era escoria, alguien por debajo de sus exigencias, bastante débil si lo comparamos con Hunk. Es por esto mismo, que ahora no cometería el mismo error dos veces, y eso no significaba que hiciese todo el trabajo, por eso necesitaba a Hunk, alguien que fuese efectivo y sin lugar a duda, viendo su actitud tan contradictoria y rebelde, de mercenario sin escrúpulos y sin temor a nada, era perfecto para este plan.

¿Que había aprendido de todo esto? Pues la verdad, varias cosas; no debía subestimar a Ada Wong, y tampoco a Leon, ahora conocía cuales eran sus puntos débiles y lo más importante de todo...

Si quieres que algo salga bien, hazlo por ti mismo. ― Se dijo.

Cerró los ojos, y recordó la batalla contra Ada, como le arrebató la vida, como se burlo y como por culpa de su propia impaciencia acabó perdiendo la pelea, por eso, ahora iría con mucha más tranquilidad, siendo paciente. Si hacia falta esperaría una eternidad, pero no se iría de este mundo, sin antes haberse vengado de esa mujer.

Ahora no tenia prisa, después de haber estudiado el comportamiento de cada uno, podía llevar a cabo la peor venganza de todas, y se aseguraría de que esta vez, no fracasa, porque a la tercera iba la vencida, ya había perdido dos veces...

Empezó a sonar un teléfono móvil de manera impaciente e insistente. Abrió los ojos de golpe y su mano fue como un rayo a atender la llamada. Observó el numero y tranquilamente contestó.

Si... ― Declaró con cierta impaciencia, seguramente porque estaba esperando esa llamada. Se acomodo en la silla y se recostó sobre esta.

Ya puede bajar. ― Respondió un hombre con voz grave.

¿Esta listo? ― Preguntó dibujando una sonrisa placentera en su bonito rostro.

Como usted ordenó. ― Contestó.

Perfecto. ― En este momento, su expresión aumento considerablemente y su sonrisa se había transformado en sádica y deseosa al mismo tiempo. ― Enseguida voy... ― Dijo antes de colgar la llamada.

Se levantó de la silla, quedando de pie y con las manos apoyadas en la mesa de su escritorio. Cerró nuevamente los ojos y repaso mentalmente todo lo que debía hacer; todos sus planes, estrategias que llevaría a cabo, odios hacía la mujer de rojo... Apretó los ojos y los puños al mismo tiempo, dibujando seguidamente una gran mueca que expresaba frustración.

Tu destino está escrito y no podrás escapar, ― Soltó una carcajada. ― me encargare personalmente de que así sea. ― Declaró firme.

Esta vez se le había escapado Ada Wong, pero ahora, se encargaría de que no volviese a suceder. Y para asegurarse de que la cosa se pusiese mucho más interesante, ahora no solo iría a hacer daño a la mujer, sino, ademas, a sus seres más queridos, porque si había aprendido algo, es que Ada Wong sentía una gran debilidad por Leon.


Espero que con este epílogo, halla resuelto muchas cosas y no os halla decepcionado. Soy consciente y se que hay unas cuantas cosas que seguramente no he aclarado y preguntas que os estaréis haciendo relacionadas con el misterioso villano/malo maloso, porque tampoco he desvelado quien era. Pero era mi intención dejaros así -como siempre- ;)

Bueno, ahora si que es un adiós, :'( Y como siempre, muchísimas gracias y un besote muy grande a todos y todas ^^ ¡Good night!