ni la historia ni los personajes me pertenecen la historia es de evangeline Anderson y los pesonajes de Stephanie meyer yo solo juego con ellos muchas gracias besos
la historia contiene lenguaje muy vulgar y escenas calientes el sensible abstenerse
Argumento:
Vendida a una vida de prostitución por su avaro tío, la inocente Bella Swan se encuentra presa en un ominoso calabozo oscuro, encadenada a la pared donde un hombre musculoso, desnudo llamado Edward, le cuenta que está bajo una maldición. Cada mes está condenado a perder su humanidad y asumir las características de una bestia voraz, una bestia con necesidades muy salvajes que deben ser satisfechos por cualquier mujer común y corriente. Con el fin de romper la maldición, Bella debe someterse completamente a la bestia y ofrecerse libremente a saciar sus feroces deseos sexuales. Pero hay mucho en juego en este cuento de hadas que se harán realidad y si Bella no es capaz de abrirse por completo a los deseos lujuriosos de Edward, puede perder su vida intentando domar a la bestia.
Prólogo
El Calabozo
El aire en el calabozo era húmedo y con olor a polvo cobrizo, como a sangre vieja. Bella se estremeció, acurrucándose alrededor de sus tobillos desnudos, buscando una manera de cubrirse con la dividida falda de gasa que llevaba. La falda le llegaba hasta mucho más allá de sus muslos y mostraba apenas un jirón de seda que se suponía servía como ropa interior. En realidad, el trocito de tela apenas cubría la abertura de su sexo antes de reducirse en una cadena delgada que desaparecía entre los labios de su coño recién afeitado.
La parte superior de su atuendo era un poco más decente. Una blusa tejida de la más fina seda le apretaba sobre sus pechos llenos. Los capullos de color rosa de sus pezones, convertidos en pequeños puntos duros por el temor así como con el aire frío del calabozo, eran claramente visibles a través de la delgada tela.
Cualquiera que la viera habría supuesto que estaba vestida para seducir, pero ¿quién o qué se suponía que tenía que seducir en un calabozo oscuro y siniestro? Bella no estaba segura.
Dio otro paso hacia adelante, cuando sus pies calzados con zapatillas de rejilla encontraron las piedras polvorientas, consciente de que la puerta detrás de ella estaba cerrada con llave y no había vuelta atrás. A un lado vio una enorme cama con dosel repleta de ricas mantas y gruesos colchones. El espectáculo la sorprendió— ¿por qué un prisionero tendría tan ricos arreglos para dormir? ¿Y era aquí donde la seducción se llevaría a cabo?
Sin atreverse a pensar en la respuesta, Bella se abrió paso en lo más profundo del laberinto donde la oscuridad estaba iluminada sólo con unas cuantas pequeñas antorchas que colgaban a intervalos a lo largo de las paredes. Había algo más en la esquina, una pila de algo marfil y blanco que brillaba debidamente con la débil luz y que llamó su atención. Se dirigió con cautela hacia adelante y se detuvo, con una mano volando hacia su boca.
Huesos. La pila de marfil y blanco se componía de huesos bien limpios. Huesos humanos.
El grito que crecía en su garganta fue cortado por una profunda voz cerca de su oído izquierdo.
_"Así que usted es la última víctima. Bienvenida a la guarida de la bestia, mi señora."
Capitulo 1
Veinticuatro Horas Antes
El Prostíbulo
_"Bien, bien, irás a servir a la Diosa."
Su tío de Billy le sonrió, con una sonrisa que sin duda lo hacía lucir orgulloso y paternal. Para Bella Swan la mirada en su delgada cara de caballo, era más lujuriosa que familiar. No obstante, se iría hoy, esperando nunca volver a verlo, así que trató de reprimir su disgusto.
_"Sí, tío Billy," _murmuró ella con modestia, mirando hacia abajo a su larga túnica azul de viaje. No eran tan hermosas como las de puro color blanco que se daban en el convento, pero estarían bien por ahora.
_"Es una lástima, querida. Cuando pudiste haber hecho a un hombre muy, muy feliz."
Sus ojos deslizándose sobre su cuerpo tan descaradamente que Bella se sorprendió de que no dejara un rastro de baba a su paso.
_"Muy feliz", repitió, todavía casi mirándola de reojo.
_"Estoy segura de que serviré mejor a mi propósito como sacerdotisa de la Luz", respondió remilgadamente. Protegiéndose los ojos con la mano, miró a la distancia para no ver cómo la desnudaba con la mirada.
_"¿El coche que me llevará al puerto espacial estará aquí pronto?"
_"Muy pronto. De hecho, ya ha llegado."
Por la forma en que estaba tocando algo en el bolsillo, —probablemente un chip de llamada— Bella tuvo la idea de que su tío había estado posponiendo el momento de la despedida, tanto como pudiera. Estuvo más que un poco aliviada cuando el plateado coche en silencio se puso por encima del frente de la casa sus padres— no, la propiedad de su tío ahora, se recordó -y se deslizó hasta detenerse frente a ellos.
Se volvió para dar una última mirada a lo largo del verde pasto que dirigía hacia la alta casa blanca, donde había crecido. Por veintiuno de sus veintidós años había sido muy feliz aquí con sus padres. Habían sido estrictos pero justos, conmovedoramente dedicados el uno al otro y con Bella. Tal vez a veces habían sido un poco sobre protectores – por lo que no sabía casi nada del mundo fuera de su aislado vecindario, pero los había amado a los dos con todo su corazón. Después de su muerte, la casa nunca se había sentido la misma, especialmente cuando su avaricioso tío había llegado a ocupar su lugar como su tutor legal. ¡Cómo los extrañaba! Pero sabía que no estaba dejando atrás nada más que recuerdos aquí, no quedaba nada para ella en la alta casa blanca, que los ecos de los que habían sido. Ir al convento a servir como sacerdotisa no era su primera opción pero al menos la llevaría lejos de los fantasmas del pasado -y de su lascivo tío.
_"Bueno" dijo, tomando el pomo de la puerta y colocando una maleta con su equipaje en el interior del afelpado coche.
_"Supongo que es hora de decir adiós, tío Billy."
_"Lamentablemente, sí. Ven aquí, mi querida dale a tu viejo tío un abrazo."
Y antes de que Bella pudiera protestar, la había tomado en sus brazos. _"¿Estás segura de que quieres ir?"
Respiró húmedamente en su oído.
_"Siempre te puedes quedar aquí... conmigo."
Mientras hablaba, una mano se movía desde la parte baja de su espalda hasta la curva de sus nalgas y la tiraba con fuerza hacia él.
Bella casi se ahogó con la intrusión.
_"¡Tío Billy, por favor!"
Dijo bruscamente, luchando en sus brazos. Era duro y huesudo en todas partes a excepción de su rechoncho vientre y la hebilla de su cinturón se le estaba clavándose en su muslo. Pero ¿Pero si eso no era la hebilla de su cinturón? La idea la hizo luchar aún más fuerte hasta que finalmente la dejó ir con evidente desgana.
_"Muy bien, entonces." Sus planos ojos azules se volvieron fríos ante la negativa tácita a su oferta carnal. "No me dejas elección."
Bella no estaba segura de lo que estaba hablando, pero estaba más que agradecida por alejarse de él. Su aliento olía a carne podrida y estaba cansada de defenderse de sus no tan sutiles avances.
"Adiós, tío de Billy," dijo fríamente, subiéndose al coche con alivio. "Que la Diosa te cuide."
_"Lo hará sin duda."
Estaba burlándose ahora, como si hubiera un secreto desagradable que ella no supiera. "Pero ciertamente no lo hará contigo. Otra persona se encargará de ello"
Y antes de que pudiera contestarle, golpeó la puerta para cerrarla y dio la señal de seguir adelante. Estaba camino hacia el convento.
Después de la tercera vuelta que el cochero dio, Bella se vio obligada a admitir que no parecía estar llevándola al puerto espacial. De hecho, el barrio donde se encontraban estaba tan arruinado y sucio que no podía imaginarse nada más lejano a los edificios de un blanco resplandeciente que albergaban los cohetes que llevaban a los turistas al espacio. En todas partes se veía el desmoronamiento de las estructuras grises que se apoyaban una contra otra como si se pudieran caer si no fuera de otro modo. Las pasarelas móviles a ambos lados de la carretera estaban rotas, y en algunos casos, lo estaban tanto, que aún si se hubieran podido usar, no habría ambos lados de la carretera estaban rotas, y en algunos casos, lo estaban tanto, que aún si se hubieran podido usar, no habría peatones que los pudieran utilizar.
Se pasó una mano por su pelo marrón chocolate nerviosamente. ¿Dónde estaba y por qué tenía el chofer que llevarla allí? No podía dejar de notar que, a medida que el coche pasaba lentamente el distrito se hacía más feo y más decadente, la gente que al parecer la habitaba se volvía más colorida. Mientras miraba, una joven no mucho mayor que ella pasó con un contoneo de cadera que parecía diseñada a atraer la atención. Llevaba un par de pantalones cortos de cuero negro tan diminutos que la mitad de sus nalgas colgaban completamente fuera de ellos y una camiseta sin mangas, mostraba no sólo la parte superior de sus pechos, sino también la mayoría de los arcos de color rosa de sus aureolas. Sus pies tenían zapatos con joyas incrustadas y tacones tan altos que era una maravilla que pudiera caminar.
Bella volvió la cabeza para seguir viendo a la mujer mientras el coche se movía silencioso. ¿Dónde podría ir vestida así? Bella sabía que moriría si se veía obligada a usar tal ropa. Siempre se había vestido con largas y modestas túnicas, que la cubrían desde el cuello hasta los tobillos y siempre llevaba guantes, para proteger sus manos.
Se ve como la mujer de uno de esos videos... que encontré escondidos en el ático. Pero Bella desecho el pensamiento por ser inapropiado. Ahora iba a ser sacerdotisa y era hora de purgar su mente de todo pensamiento equivocado y perverso.
Pronto todo su encantador y largo cabello chocolate sería cortado como un sacrificio a la Diosa de la Luz y se pondría el vestido blanco virginal para siempre. Había oído rumores de que las sacerdotisas en el convento al que iba eran obligadas a llevar inhibidores, cinturones de castidad atados a la cintura y para contener cualquier sensación lujuriosa que se produjera en las zonas prohibidas. Bella no se alarmó ante la idea de usar el dispositivo, sólo deseaba que aquél que lo hubiera inventado también hubiera inventado algo que trabajara en el cerebro para mantener los pensamientos lujuriosos al margen.
Cuando esté en el convento meditando en la bondad de la diosa y en la pureza de los pensamientos de luz, tales pensamientos serán expulsados sin esfuerzo, se prometió. Y nunca voy a pensar en las cosas malas y vergonzosas que vi en esos videos.
Mientras tanto lo que tenía que pensar era donde el cochero la estaba llevando y cómo podía conseguir que diera la vuelta y se dirigiera al puerto espacial. Inclinándose hacia adelante, miró la variedad confusa de luces y controles en la parte delantera de la cabina vacía. Estas máquinas estaban programadas y Bella había tenido siempre a alguien cerca para programarlas por lo que no podía hacer nada en este caso. Pensó en tratar de presionar algunos de botones o palancas, pero tenía miedo de empeorar las cosas. Sin embargo, las cosas ya estaban bastante malas, ahora que el coche parecía decidido a llevarla cada vez más dentro de este barrio de mala muerte. ¿Podría realmente lastimarse para tener una oportunidad?
Justo cuando estaba revolviéndose hacia adelante para tratar de mover algunos de los controles, el coche se movió en silencio y se detuvo delante de un edificio en ruinas con unas particulares palabras, La Zona Erógena, parpadeando en neón. Chicas-Chicas-Chicas proclamaba un nuevo intermitente signo moviéndose en letras carmesí a tres pies en alto del aire justo encima de la entrada principal del establecimiento en lamentables condiciones.
El mensaje se alternaba con el aún más preocupante Calientes – Desnudas –Dispuestas – Nuestras Chicas satisfaceran sus deseos más oscuros. Mientras leía el anuncio, Bella tuvo un repentino destello de reconocimiento. Ah, mi Diosa
-¡Sé dónde es esto! Es el Estrella Roja del distrito, ¿Por qué el cochero se detendría aquí? Bella nunca había estado en un lugar así en su vida, pero había oído hablar de ellos en las conversaciones en voz baja de sus amigos en la escuela. Era un tema prohibido de conversación y lo que hacía más jugoso el chisme.
Bella debatió consigo misma por un largo rato, pero no podía quedarse aquí todo el día. Debido a que el coche era automatizado y programado, no había nada que pudiera hacer, sino salir y buscar a alguien que la ayudara a restablecer el protocolo del mapa. Dándose impulso con ambas manos, abrió la puerta y salió. Pero al momento que sus pies calzados con zapatillas tocaron el suelo fangoso fuera del coche este se alejó sin hacer ruido, dejándola terriblemente asustada y sola.
_"¡Espera, vuelve!"
Bella llamó inútilmente al coche en retirada. Su primer pensamiento fue llamar a su tío, pero todas sus pertenencias, incluyendo su teléfono vid y la poca ropa modesta que había traído con ella durante su viaje al convento estaban encerradas en la parte posterior del transporte. Probablemente no estará dispuesto a ayudarme de todos modos, admitió para sus adentros. No después de la forma en que nos separamos. Y ciertamente no quiero pasar otra noche bajo el mismo techo con él. Incluso ir a un convento donde estaría condenada a una vida de celibato era mejor que aguantar sus lascivos guiños y palmaditas en su trasero. Así que estaba por su cuenta.
La primera cosa que iba a hacer era salir de esa zona, se dijo
Bella. Y entonces tal vez podría encontrar una persona buena
y decente que la ayudara. Todo lo que tenía que hacer era realizar una llamada interplanetaria al convento y hacerles saber lo que había pasado y estaba segura que la sacerdotisa a la cabeza, enviaría a alguien a buscarla. La esperaban para mañana, después de todo.
Será mejor empezar. No quiero estar aquí cuando se haga de noche. Sólo la idea le daba escalofríos. Se dio la vuelta y estaba a punto de empezar a caminar por el derrumbado y fangoso pavimento cuando alguien la agarró por el brazo y la hizo girar.
_"Ahí estás chica. Me preguntaba cuando ibas a llegar."
Un hombre con un chaleco de seda teñido de rojo estaba resplandeciente ante ella. Era monstruosamente gordo y no muy limpio, con un hedor parecido a licor barato y a perfume aún más barato, como si hubiera estado hacía poco con una mujer de mala reputación. No es que Bella supiera nada de eso. Había vivido una vida muy protegida en el rico distrito Knob Hill de Beta Seis casi la mayoría de sus veintidós años. Tal vez demasiado protegida, pensó con cautela. ¡Si sólo su educación hubiera incluido algunas clases de defensa personal! Pero no lo había hecho, si una señora se quedaba donde pertenecía no tendría necesidad de defenderse. ¿Qué si un fugitivo coche la llevaba a donde no pertenecía? ¿Qué se suponía que debía hacer en ese caso? Se preguntó Bella.
_"Bueno, ahora, ven conmigo", dijo el gordo, rompiendo sus pensamientos. Tenía una voz aguda, chillona y se limpiaba la calva cabeza con un pañuelo sucio mientras hablaba.
_"Lo siento, señor, ¿Lo conozco?" Bella lo miró dubitativa y luego miró deliberadamente su mano grasienta sosteniendo su brazo.
_"Todavía no, chica. Pero no te preocupes, lo harás. Gordo Sam es mi nombre. Ven al interior para que podamos hablar."
_"Pero... pero tengo que seguir adelante. Tengo que llegar al puerto espacial ", protestó Bella.
"No te preocupes por todo eso. Gordo Sam te tiene en sus manos ahora", dijo. E ignoro sus protestas, la arrastró dentro del lugar de mala muerte, La Zona Erógena, por un largo pasillo con la alfombra hecha jirones y entraron a una pequeña oficina privada y sucia.
_"Ahora bien", dijo cuando llegó a acomodarse en una silla giratoria de madera que crujía en protesta cuando bajó la mayor parte de su cuerpo en ella.
_"Me perteneces a mí y puedes comenzar a trabajar de inmediato."
_"¿Perdón?" Bella le miró sin comprender. "Creo que me debe haber confundido con otra persona", dijo mientras hablaba tan amablemente como podía. "Y parece un hombre muy agradable, estoy en camino hacia el Templo de la Luz, así que no tengo actualmente la necesidad de un trabajo."
Miró a su alrededor, temblando ante la idea de tener que esperar en este sucio establecimiento. No podía imaginar que otro trabajo este hombre pudiera ofrecerle.
Gordo Sam tenía el ceño fruncido.
_"No soy un hombre agradable y no ha habido ningún error, chica", dijo, con la comisura de los labios regordetes movidos hacia abajo en una mueca de enojo. "Tu tío se llama Billy Swan, ¿verdad?"
_"Bueno, sí," dijo Bella dubitativamente. "¿Lo conoce?"
_"¿Qué si lo conozco?" La risa Gordo Sam fue un bufido.
_"¿Qué si lo conozco? El hijo de puta me debe seiscientos créditos. Y viendo la forma de obtener dos créditos extra, me envió a ti como forma de pago."
_"No puede hablar en serio -¡Debe estar bromeando!" Bella se quedó sin aliento, no pudiendo asimilar la enormidad de la situación.
_"No es broma, chica. Tu tío me debe mucho. El bueno para nada hijo de puta que es, no me pagó por varios meses. Diciéndome sobre su sobrina, sin embargo, me dijo que serías digna de pagar toda la deuda." Gordo Sam la miró de reojo apreciativo. "No se puede decir que estaba equivocado, No."
_"Pero... pero no importa lo mucho que le deba, yo no tengo la culpa", protestó Bella. "Y él no puede... ofrecerme a usted como un coche viejo que ya no quiere para cubrir sus deudas. ¡No es mi dueño!"
_"De hecho, por leyes de Beta Seis sí, chica. Es su tutor legal hasta que tengas veintitrés y viendo que acabas de cumplir veintidós no hace mucho tiempo, significa que pasarás unos buenos diez meses en la Tierra. Lo cuál debería ser tiempo suficiente para que me puedas pagar los créditos que me debe." Se rió, un sonido denso, codicioso que se arrastró en la piel de Bella. "Un montón de tiempo. Sólo mírate, tetas paradas, trasero firme, el pelo largo, chocolate y los ojos grandes y marrones. Además, soy mejor que irte a un convento, tu coño esta apretado como un avaro con su bolsa y no toman nada más que a vírgenes en esos lugares, por lo que me dicen. Oh sí, los clientes te van a comer, chica. Comerte y rogarte por cada segundo."
_"¿Los clientes? ¿Qué clientes? ¿De qué está hablando?" Bella miró a su alrededor frenéticamente, ansiosa, hombres hambrientos ya estaban haciendo fila detrás de ella. Tragando saliva, pensó en la peor de las posibilidades que pudo imaginar. "¿Usted es... este es uno de esos lugares donde las chicas bailan sin... sin ropa?" No veía cómo podían subirse a un escenario y quitarse la ropa delante de un montón de hombres, pero ¿Qué otra cosa podría querer este sonriente gordo apestoso, que decía que ella le pertenecía?
_"¡Oh, no, chica -ese no es el tipo de negocio que tengo aquí." Gordo Sam sacudió la cabeza, la barbilla sucia de su cuello rebotaba.
_"Oh, bueno". Bella sintió una oleada instantánea de alivio, pero duró poco.
_"No, La Zona Erógena no es de strippers, es un burdel. Uno verdadero de clase alta también, debo añadir. No como los que están en el camino, el Palacio del Coño y La Polla Hábil". Se limpió las uñas ennegrecidas en el chaleco manchado de rojo, pareciendo satisfecho de sí mismo. "Y ahora que estás aquí, apuesto a que subirá aún más. Sí, creo que podemos empezar a recibir reales caballeros como clientes una vez que te anunciemos y que sepan que tu apretado coño de convento está a la venta."
_"¡Oh mi diosa!" Bella se puso una mano en la boca para cubrir el grito que quería salir. Ciertamente no estaba diciendo lo que pensaba que estaba diciendo. Seguramente no la quería para que fuera una... una... pero la mente de Bella ni siquiera podía pensar en la palabra.
Gordo Sam pareció molesto. "No te preocupes tu lindo ser, todo va a funcionar, chica. No eres la primera que tiene que vender un pedazo de trasero para hacerse camino en la galaxia. Y te diré algo, si eres buena en lo que haces te dejaré quedarte después de los diez meses que estés y hacerte un pequeño retoque. Puedes tener una vida agradable abriendo tus piernas, y proporcionándoles el trato adecuado a los clientes y darles lo que quieren."
_"Pero-pero no puedo. Simplemente no puedo ", declaró Bella.
"Por favor, yo... nunca he hecho nada como esto antes. Estaba a punto de hacer un voto de celibato y convertirme en una sacerdotisa de la Diosa de la Luz. No puedo quedarme aquí en este lugar y hacer... lo que me está pidiendo que haga."
La frente del Gordo Sam se endureció como lo había hecho durante toda noche.
_"Puedes y lo harás, chica. No lo olvides, ahora me perteneces. Si te digo que atiendas a veinte clientes al día, lo harás. Chuparás penes, follaras penes y los tomara en tu coño y por el culo, ambos al mismo tiempo si decido alquilarte para fiestas. Y adorarás cada minuto de ello o al menos pretenderás lo contrario o más".
Bella retrocedió ante sus crudas palabras y las feas imágenes que se plantaron en su mente. Diosa, realmente esperaba que hiciera eso, realmente esperaba que abriera las piernas a cualquier hombre que la quisiera por dinero. ¿Qué iba a hacer? Bella respiró hondo, temblorosa. Para empezar, tenía que alejarse de la codiciosa mirada de sus ojos, de sus diminutos ojos de cerdo que se arrastraban sobre su cuerpo, sin duda pensando en la cantidad de venta que ganaría.
_"Necesito usar su sanitario, por favor" dijo con voz débil.
Gordo Sam frunció el ceño y acomodo su considerable volumen detrás del barato escritorio de madera.
_"El baño está allí, en la esquina", dijo, asintiendo hacia una estrecha puerta en la esquina de su oficina.
_"Y no creas que vas a escapar trepando por la ventana, no. Tiene barrotes y la única salida es la entrada."
Sin decir una palabra, Bella se levantó de la silla de plástico duro, donde había estado sentada y caminó con las piernas temblorosas al pequeño y estrecho baño que Gordo Sam le había indicado. El interior no era más grande que un armario y un olor fétido salía desde la agrietada taza. Bella puso la tapa y se derrumbó sobre ella, con el rostro que un armario y un olor fétido salía desde la agrietada taza. Bella puso la tapa y se derrumbó sobre ella, con el rostro entre las manos.
Todo es culpa mía. Todo es mi culpa. Es un castigo de la diosa y ¡todo es mi culpa! La idea se movía a través de su mente y Bella sabía que tenía razón. La situación en la que se encontraba en ese momento era causa de sus malos pensamientos y deseos pecaminosos. Era porque no tenía muchas ganas de ir al templo y convertirse en una sacerdotisa y vivir una vida de humildad, pobreza y celibato. Secretamente había pensado que la parte de la humildad y la pobreza no serían tan malas, pero la idea de no casarse, de no tener un hombre entre sus piernas, aunque fuera una vez en su vida era terrible.
Bella siempre había sido una niña curiosa y en su adolescencia había descubierto un montón de videos porno en el extremo posterior del ático donde nadie iba. En el transcurso de los siguientes años, había visto y vuelto a ver cada uno de ellos. Al principio había estado sorprendida y ligeramente disgustada por las extrañas acciones que veía pero con el tiempo se volvió intrigada y excitada. Se quedaba en la oscuridad de noche y pensaba en lo que había visto y soñaba que estaba haciendo las cosas que veía al hombre que ella quería, un hombre que despertaba su cuerpo y la dejaba dolorida por su toque.
Sería alto, moreno y musculoso, igual que el hombre de su video favorito, y estaría desnudo y le haría cosas indescriptiblemente deliciosas a su cuerpo.
Cuando sus pensamientos se volvieron insoportables, Bella llegó hasta sus piernas y se tocó en la zona más prohibida. Era el lugar que se suponía que debía evitar a menos que se estuviera lavando, su madre le había dado instrucciones severamente, y hasta entonces había tenido que lavarse rápidamente y no rezagarse. Pero a pesar de que sabía que estaba mal, Bella no podía evitarlo. No podía dejar de separar los labios hinchados de su vagina y acariciar el latido que brotaba de su clítoris hasta tener sensaciones demasiado maravillosas y terribles de nombrar que se apoderaban de ella poniéndola rígida en su estrecha cama, mordiéndose el labio inferior para no gemir en voz alta.
Y ahora esto... este era su castigo por tales pensamientos y acciones, estaba segura. La Diosa de la Luz veía todo, vio todo lo que había hecho, a pesar de que lo había hecho en la oscuridad de la noche, y ahora Bella tendría que pagarlo. ¿Cuántas veces había deseado en secreto a un hombre entre sus piernas? Un grueso pene que abriera su vagina virgen y lo llenara de esperma caliente ¿Cuántas veces había imaginado el tacto, olor, sabor del cuerpo duro de un hombre? ¿Con qué frecuencia se preguntaba qué se sentiría derramarse y qué la penetraran? Y ahora iba a conseguir su deseo, sólo que en lugar de un hombre sería sometida a cientos de personas. Mejor debía matarse ahora antes de que muriera de humillación y dolor.
Mientras Bella buscaba en el estrecho y sucio cuarto de baño algún instrumento de auto-destrucción, oyó una voz que venía desde el otro lado de la delgada pared. Al principio pensó que era Gordo Sam, pidiendo que saliera y para que sirviera a su primer cliente, o tal vez sus primeros veinte, pero para su alivio pronto se dio cuenta que la voz era más ligera y más culta que la del dueño del sucio burdel.
_"Por favor, mi señor está en una desesperada necesidad. El tiempo de su cambio se acerca y una mujer tiene que aplacar su sed."
_"No, no voy a enviarle más a mis chicas." La voz del Gordo Sam era truculenta.
"Ya he enviado a tres y no he visto a ninguna de regreso -y es lo mismo en todo el distrito. Sé muy bien que Sal del Palacio del Coño no le va a vender más y estoy bastante seguro de que ninguna de las otras casas estén tampoco interesadas. No vale la pena el precio, incluso si su oferta es de trescientos créditos."
_"Entonces voy a duplicar el precio de mil seiscientos créditos por una de sus chicas" la voz fuerte y culta suplicaba.
Los oídos de Bella prestaron atención. Seiscientos créditos -era la suma exacta que el Gordo Sam había mencionado que su tío le debía, ¡La misma suma por la que había sido vendida! Con cuidado de no hacer ruido, abrió un poco la puerta estrecha y se asomó con cautela.
El hombre que usaba un uniforme azul oscuro adornado con rojo se paseaba por la alfombra sucia delante del escritorio desordenado del Gordo Sam.
Parecía algún tipo de funcionario de gran categoría y cuando se volvió hacia ella, Bella alcanzó a ver una insignia de color rojo y negro en el pecho de su chaqueta. Era un escudo de armas de algo, estaba segura, aunque no era como ninguno que hubiese visto en la Beta Seis.
_"¿Por qué la chica que quiere tiene que ser de aquí, de todos modos?" Gordo
Sam gruñó, obviamente, listo para que su visitante se fuera. "Hay un montón de prostíbulos alrededor de la galaxia -diablos, un montón en Rigel Nueve de dónde vienes. No tienes que estar regresando a Beta Seis o al barrio Estrella Roja para conseguir una chica que satisfaga a tu amo, quien quiera que sea."
_"¡Pero debo!" El hombre hizo un gesto con agitación. "Es parte de la profecía.
Sólo una chica proveniente de dos estrellas rojas alineadas en el sexto planeta desde el Sol Beta puede ayudar a mi amo."
¿Dos estrellas rojas alineadas? Bella se mordió el labio, pensando mucho. El Sol
Beta sí era una estrella gigante roja y sí estaba en el distrito de Estrella Roja, suponía que tenía sentido. ¿Pero por qué el hombre de uniforme azul estaba tan desesperado por llevarle una chica a su amo que incluso estaba rogándole al Gordo Sam por una de sus prostitutas?
_"No sé de lo que estás hablando y tampoco quiero saberlo", gruñó el dueño del burdel. "Lo único que sé es que no tengo nada para ti."
_"Oh, ¡Sí lo tiene!"
Apenas sabiendo lo que estaba haciendo, Bella se encontró saliendo del pequeño cuarto de baño y caminando hasta el criado de uniforme azul. Su mente había estado trabajando con rapidez mientras escuchaba la conversación y, aunque las matemáticas nunca habían sido su tema favorito en la escuela, la aritmética era evidente. Si estaba condenada a una vida de sumisión forzada, por lo menos hasta que cumpliera los veintitrés años, al servicio de un hombre, no importaba quién fuera él, era infinitamente preferible que servir a cientos.
_"¡Ah, qué bonita!" El siervo sonrió con gusto hacia ella y se dirigió al Gordo Sam. "¿Quién es esta encantadora criatura? Esta realmente por encima de lo habitual de tu personal."
La cara del Gordo Sam palideció haciendo un petulante ceño fruncido.
_"Es mi última adquisición, amigo, y no está a la venta. Voy a hacer un montón de créditos con ella en los próximos diez meses, así que no la enviaré con gente como tú."
_"Pero seiscientos créditos, era el precio a mi tío le debía", declaró Bella. "Y usted dijo que no le había pagado en meses por lo que era una deuda pendiente. ¿No sería mejor tener todo ese dinero en sus manos ahora, junto, en lugar de esperar a que yo de nuevo haga… para ganarlo?"
Apenas podía forzar las palabras, pero sabía que esta era su única oportunidad para escapar. La tenía que tomar.
Gordo Sam frunció el ceño.
_"Mi objetivo es hacer mucho más que seiscientos créditos vendiendo ese coño virgen tuyo, chica," gruñó. "Así que no trates de hablar-dulcemente para salirte del trato. Me perteneces y voy a hacer que mi dinero valga."
_"Mil doscientos créditos." La voz del criado fue baja y seria. "Seguramente no puedes dejar pasar esta suma, señor. Se trata de un insólito precio por una sola noche con una dama de la noche. ¿Qué dice?"
¿Sólo una sola noche? La mente de Bella se tambaleó ante la idea. Así que ¿Podía estar libre de esta terrible obligación de servicio por una noche? Por supuesto, el convento no la querría después de que su virginidad se hubiera ido, pero estaba segura de que podría encontrar alguna manera de hacerse camino en la galaxia una vez que fuera libre. Miró al sirviente de uniforme azul con agradecimiento y se prometió a sí misma que no importaba lo que su amo pareciera, iba a hacer su mejor esfuerzo para servirle. Pero las siguientes palabras de Gordo Sam destrozaron su felicidad.
_"Sí, una sola noche de la que nunca vuelven," se burló él. "Pero, bueno, ¿La quieres? Puedes tenerla. Mil doscientos entonces y sin devoluciones."
_"En realidad no. Creo que esta doncella es exactamente lo que mi señor requiere y el precio lo vale." El siervo le sonrió a ella de nuevo pero esta vez Bella no fue tan rápida para devolverle el gesto. De pronto se preguntó qué había pasado con todas las otras chicas que habían pasado la noche con su misterioso maestro.
¿Y qué iba a ser de ella?
Por fin llegaron a la base espacial, mucho más tarde y en circunstancias muy diferentes de las que hubiera creído, pero Bella estaba agradecida, no obstante por ver las altas blancas torres que se levantaban sobre su cabeza.
_"Por aquí, mi señora" dijo el criado con deferencia. La trataba muy bien, como si fuera un jarrón delicado que se pudiera romper, un objeto valioso que tenía que ser protegido. A Bella le gustaba eso, era cómo estaba acostumbrada a ser tratada. Sin duda, después de haber visto los videos, había soñado a menudo con el rudo tratamiento, de un hombre que la tomaría a pesar de lo que dijera o hiciera. Pero apenas había acabado de escapar de las garras de Gordo Sam, no estaba dispuesta a ser ingrata con los buenos modales del sirviente.
_"Gracias," dijo, siguiéndolo en la pasarela móvil. "Quiero que sepa que estoy más que ansiosa por estar al servicio de su amo. Espero que me encuentre aceptable para cumplir con sus... sus necesidades."
El criado, que tenía facciones suaves y oscuros ojos marrones, le sonrió un poco triste, Bella pensó.
_"Espero que así sea, mi señora. Es mi mayor deseo ", dijo. "Ah, pero aquí estamos."
El cohete la llevó tenía los mismos colores que su uniforme azul oscuro con toques rojos. El interior del sofá era afelpado y cómodo y Bella se hundió con gratitud en el que se le indicó.
_"Permítanme informarle al piloto y estaremos en camino." el siervo se tocó la tapa y asintió.
_"No puedo esperar." Bella trató de no bostezar, pero los acontecimientos del día hasta el momento habían sido agotadores. Ahora que se encontraba en un lugar cálido y seguro, sin el gordo malvado que le exigía servir a sus clientes sexualmente, sólo quería descansar. Por supuesto ¿Quién sabía lo que le esperaba en Rigel Nueve? Pero estaba decidida a no pensar en eso.
_"Estará en hiper sueño antes de que lo sepa, mi señora", dijo el sirviente, correctamente interpretando de su reprimido bostezo. "Lo mejor es estar fresca y lista para su encuentro con mi señor."
_"En efecto" murmuró Bella mientras otro bostezo se le escapaba. Oyó que el siervo se iba, seguido por el murmullo de voces masculinas mientras hablaba con el piloto y el pensamiento de que debía tratar de mantenerse despierta durante el despegue. Pero a pesar de sus buenas intenciones, sus párpados caían de agotamiento e incluso antes de que la órbita del cohete apareciera a su izquierda, ya estaba en un profundo sueño.
Soñaba con el hombre de cabello oscuro que había visto en los videos. El hombre que era casi pero no del todo el hombre de sus sueños. En los vídeos, el hombre, que era alto y musculoso, tomaba a una chica con el pelo del color de Bella y la ataba a la cama. Pero mientras, soñaba era Bella, ella misma quien estaba atada...
_"Por favor" murmuró ella mientras el hombre se inclinaba para apretar las cuerdas en sus muñecas. "Por favor, no puedo... Nunca he hecho esto antes."
_"¿Nunca lo has hecho?" Sonrió a ella, sus dientes blancos y brillantes en su moreno rostro. "¿Nunca has estado atada o nunca has sido follada, mi señora?"
_"Nunca", exclamó Bella. Mirando hacia abajo. Se dio cuenta que estaba completamente desnuda, sus pezones rígidos, de color rosa y los labios carnosos de su vagina expuestos. Para su sorpresa vio que el montón de suaves rizos chocolates que habían decorado su vagina desde la pubertad habían sido afeitados.
_"Así que ¿Eres virgen?" Le susurró la pregunta en su oído mientras tomaba sus pechos con las manos, como si los pesara, y manoseaba sus pezones suavemente.
_"Lo soy", confesó Bella, retorciéndose para tratar de alejarse de las sensaciones intensamente placenteras que sus manos estaban causando en su cuerpo.
_"Pero no quieres serlo más, ¿verdad? Soñaste que un hombre tocándote... tomándote."
La miró como si la conociera, pellizcando sus capullos de color rosa apretados hasta que gimió por las agudas sensaciones de placer que enviaban a su resbaladizo sexo.
_"S-sí", susurró, sintiendo que era inútil mentir. Él sabía sus secretos de alguna manera. Sabía lo que realmente deseaba.
_"Pero tus deseos no son los de una joven tímida, insegura por su virginidad. Tú quieres hacerlo todo", la acusó el hombre. "Quieres sentir una lengua dentro de tu vagina, así como una polla." Se sentó de nuevo por un momento y se acarició su propio eje duro del que caían gotas de líquido pre-eyaculatorio, como perlas diminutas. "Y quieres hacer una mamada también. Quieres ser tomada con las manos y rodillas, forzadas en sumisión, incapaz de correr o esconderte cuando llegue a ti, incapaz de cerrar las piernas para su asalto. Incapaz de hacer nada más que abrir tus piernas y someterte a su polla dentro en tu vagina, para entregarte rendida a él por completo cuando te folle."
Sus palabras enviaron un profundo escalofrío de necesidad a través de todo el desnudo cuerpo de Bella.
_"Sí." Sintió vergüenza al admitirlo, pero no pudo evitarlo, todo lo que dijo de ella era cierto.
_"Una virgen con el alma de una puta." El hombre asintió como si confirmara algo que había sospechado por mucho tiempo.
_"N-no sé lo que quieres decir" protestó ella con una voz que temblaba de deseo.
_"Lo sabrás. Y no te preocupes." Pasó sus grandes manos, calientes por su desnudo y tembloroso cuerpo lentamente, con una luz brillando en sus oscuros ojos. "No vas a ser virgen por mucho tiempo. No a dónde vas."
_"Eres..." Bella lo miró con temor. "¿Me vas a tomarme? ¿A follarme?", Preguntó obligándose a decir las palabras.
_"No." Lo negó mientras ahuecaba su coño desnudo, acariciando sus hinchados pliegues resbalosos con un dedo suavemente. "Sólo estoy aquí como un mensajero, mi señora. Para decirle lo que puede esperar." De repente metió dos dedos en su coño y Bella se arqueó en la cama, gimiendo de dolor y de placer ante la sensación de tener finalmente a un hombre tocándola de la forma en que había deseado durante tanto tiempo...