He tardado un más de lo que pensaba, pero con la escuela y esas cosas todas ni de vacaciones tengo mucho tiempo. De todas formas subo la última parte del capítulo 7.


Estaba muy nerviosa dos horas antes de Ryo la coger en el día del festival. No lograba arreglar el pelo ni parecía capaz de decidir que había de vestir. Era un día caliente y húmedo, y estaba indecisa entre un vestido rojo o unos pantalones cortos azul marino e una t-shirt del mismo color.

Iba a distribuir los billetes de la feria del parque, de manera que iba a necesitar de algo cómodo. Después cambiaría de ropa para el baile de la noche. Ya sabía que se iba a poner para la ocasión: un vestido rojo, sin mangas. No tenía ganas de bailar , pero el invento era organizado por los padres de la ciudad y se esperaba que la bibliotecaria asistiese.

Por fin se decidió por los pantalones cortos, porque eran frescos y si tuviese ganas de estrangular a alguien podría ocultar las manos en los bolsillos.

Cuando se inclinó para el espejo para inspeccionar su apariencia, Rennda intentó "cazar" su pelo, que cayó adelante de sus hombros cubriendo la lateral de su rostro.

- Estás totalmente loca - le dijo, y recordó el diferente que habían sido las reacciones de Ryo y Henry en relación a Rennda. Henry siempre había intentado darle ordenes, cómo si fuera un perro al revés de un gato y, por supuesto, sin ningún resultado.

Era normal que un solitario como Ryo comprendiese mejor la independencia de un gato. Estaba demasiado seguro de si para preocuparse cuando un gato no le obedeciese.

Se quedó mirando los ojos de la gata cómo se hubiera descubierto algo importante.

- O sea, a ti te gusta más Ryo que Henry - le dijo. - De todas formas no puedo elegir el hombre con quien quiero estar porque a mi gata le gusta más uno que otro.

La gata inclinó la cabeza a un lado extrañada, luego empezó a lamber la pata.

Ryo llegó interrumpiendo su conversación con la gata. Llevaba unos pantalones cortos y una camiseta roja sin cualquiera anuncio.

"No necesito que una camiseta hable por mi" le había contestado cuando lo comentó.

Y tenía razón. Sus ojos le decían mucho más que una camiseta, le decían el tipo de hombre que era y que la deseaba. Pero se veían oscurecidos.

- Todavía me falta algo - le dijo. - Siéntate, ahora bajo.

Al girarse dejó el olor de su perfume en la habitación. Una fragancia demasiado amenazadora. Tan amenazadora cómo ella. Amenazadora por controlar sus pensamientos de día y sus sueños de noche. No se había dado cuenta de que sus sentimientos por ella eran tan profundos.

El maullar de la gata le llamó la atención. Esta se iba a subir para cima de él, pero al revés empezó a perseguir su cola.

- Con los cinco años que tiene ya había de se haber dado cuenta de que esa cola es la suya - dije Rika al entrar.

- Hay un proverbio chino sobre los gatos y sus colas - empezó Ryo. - Es algo sobre un gato pequeño que siempre perseguía su cola. Un día un gato grande le preguntó porque lo hacía y él gato pequeño contestó que era porque guardaba la felicidad en su cola. El gato grande le dije que no necesitaba hacerlo pues su cola hacia parte de él tal cómo su felicidad y que tenía de llevarlas con orgullo al revés de pasar la vida persiguiéndose.

La historia hizo Rika recordarse de Henry. ¿Acaso no era eso que estaba haciendo? Persiguiendo sueños absurdos con Henry al revés de disfrutar de su felicidad con Ryo.

- ¿Que es lo que estas mirando? - le preguntó Ryo al verla mirarlo fijamente.

Ella sonrió y rozó los dedos por su cicatriz.

- Casi no se nota. - murmuró.

Sus ojos se encontraran y entre los dos volvió a estar una atmósfera pesada y llena de preguntas a las cuales ninguno tenía respuesta.

- Mejor nos vamos - dijo Ryo por fin.

El calor ya familiar quedó en sus dedos. Ahora solo tenía certeza de una cosa - Ryo era dueño de una parte cada vez más grande de su corazón.


Cuando llegaran a la calle en la cual iba a pasar el desfile Rika cogió la mano de Ryo y lo arrastró hasta delante de la panadería Matsuki.

- De aquí se puede ver el desfile mucho mejor. - le explicó. - Ya están a empezar.

Pero Ryo no miró el desfile, la miró a ella. Se dio cuenta de que no la había visto tan feliz antes y lo mal que le provocó la traición de Henry. Aquella sí, era su gata salvaje, con que soñaba todas las noches, con la cual reía y que enfrentaba todo con confianza.

Le cogió la mano cuando Henry pasó en uno de los grupos. Pero lo quería hacer porque lo deseaba y no para enseñarse una lección a su ex-novio. Pero no estaba mirando Henry, pero a él.

- Tienes cara de quien comió pez.

- Acabo de ver quién ven en el próximo grupo.

- ¿Lo dices por Suzie? - preguntó. - No te preocupes, ya le advertí que te dejé.

- Que valiente. - comentó. - Ahora me siento mucho más aliviado sabiendo que mi virtud este a salvo de esa vil Suzie. - dije en un tono afectado.

Rika le golpeó el brazo.

- Sabes muy bien a que me refiero.

- Sí, ya lo sé. - le dijo contento con el buen humor de Rika de vuelta. - Nadie se mete con mi gata salvaje.

- Eso es... ¿Qué? - le dirigió una mirada asesina cuando percibió el que le había llamado, pero seguía sonriendo.

El desfile terminó con un grupo de bomberos y sus coches con las sirenas tocando en unisono con las alarmas interiores de Ryo, que le advertían que Rika era un sueño imposible.

Tan imposible cómo empezar un negocio por su cuenta. No podría lograr ninguna de las dos. No tenía seguridad para le ofrecer. Además ella quería Henry, no él. Podría intentarlo, pero ¿durante cuanto tiempo?. Con ella, él no quería simplemente darse unas piruetas en la cama, quería hacer amor hasta el último día de su vida.

- El desfile terminó.- dijo ella. - Tengo que ir para el puesto de billetes y recoger las donaciones de libros para la biblioteca.

No pudo evitar que su mirada se desviara para el V de su escote y para sus curvas. Había cogido el pelo en una cola.

Cuando Rika se fue a su puesto, Ryo se fue a dar una vuelta por el parque.

- Ryo! - gritó una voz de mujer. - ¿Ryo eres tú?

Una rubia baja se acercó a él.

- Lo siento pero...

- Soy yo. Julia. Seguro que te acuerdas de mí.

Había sido la chica de sus sueños cuando era niño y la espiaba en la casa del árbol en la esperanza de verla en su sostén negro.

- Hola, Julia. ¿Cómo estás?

- Mal, pero no importa. No quiero hablar de mí, paro de ti. Mírate. Ha merecido la pena esperar. - dije, devorándolo con los ojos.

La sutileza nunca había sido su fuerte.

- Toda la ciudad habla de ti. No que yo me interese por rumores o cosa por el estilo, pero cómo trabajo en la peluquera oigo de todo. Inclusive de esa historia de Henry y Rose. Pero no soy la persona más indicada para hablar de eso. ¿Que te hizo volver?

- Vacaciones.

- Nadie viene de vacaciones a Shinjuku. Porque no nos encontramos esta noche y te enseño lo bien que me podría ocupar de ti. - dijo sugestiva acercándose a él.

- He venido con Rika.

Julia se hizo pucheros.

- Sigue loca por Henry. No daría por tu falta.

- Por supuesto que daría - dijo Rika apareciendo detrás de Ryo. - Hola Julia. ¿Cazando?

Julia la miró molesta.

- Ryo te quiero presentar a mi amiga Alice. Perdónanos Julia.

- Muy bueno. - comentó Ryo, cuando se afataran.

- Esa mujer me deja enojada.

- Pero atrayente. - la provocó.

- Si a ti tu gustan las sin vergüenza. Felizmente me fío de tu buen gusto.

Antes de que Ryo hiciese cualquier comentario una rubia se acercó a ellos alegremente y paró a un palmo de distancia de él.

- ¿Entonces es este? - la rubia lo miró críticamente de alto a bajo. - No esta mal.

Ryo alzó una ceja admirado y estupefacto con la actitud de aquella mujer. Quien...

- Ryo te presento Alice, Alice McCoy. - dije Rika molesta con la situación en que le había puesto Alice. Pero no tardó mucho, pues Lina llegó y lo arrastró por un brazo diciendo que necesitaba de un jurado imparcial para el concurso de comedores de tarta.

- Esa es una de mis grandes especialidades. - dijo guiñando un ojo a Rika. - De preferencia si son tartas de Kiwi.

Rika se sonrojo un poco. Oyó a Alice soltar una carcajada.

- ¿Como van las cosas? - preguntó Alice, cuando ya estaban solas.

- No se que pensar. Antes tenía certeza de que amaba Henry, pero ahora...

- He leído algo que te puede ayudar. - interrumpió Jen.

- No te había visto Jen - se sonrojó, se acordaba muy bien de su ultimo sermón.

- No tienes porque sonrojarte, esto no tiene nada que ver con el de la ultima vez.

Alice la miró intrigada y curiosa.

- Jen, de todas formas no me interesa - dijo apartándose, arrastrando a Alice consigo.

- ¿Que historia es esa? - preguntó Alice.

- Mejor no lo sepas.

Cuando Alice se fue al puesto de billetes, Rika se quedó sola y empezó a mirar la fiesta al rededor, avaluando todas las actividades. Y dejó que sus pensamientos se dirigieran al pasado.

Cuando vio que Henry estaba sentado sobre un tanque de agua con todos los niños lanzando pelotas intentando acertar en el blanco para que cayese al agua se acercó, y cuando llegó su vez vio la mirada atónita de Henry antes de que lanzara la pelota acertando en el blanco y haciendo que Henry se cayera al agua.

Fue algo que en otra ocasión no habría hecho, pero Ryo había ayudado a despertar ese su lado adormecido. Y disfrutó de haber logrado que se cayera. Cuando se dio la vuelta para alejarse vio que Ryo la miraba con la misma expresión que Henry, pero deprisa pasó a ser de elogio.

- Buen tiro - dijo con una sonrisa perezosa. Hombre de pocas palabras. Pero la forma cómo las decía era suficiente para dar a entender más que ellas. - ¿Que hacemos ahora?

- Vamos a comer algo. Eso si el concurso de comedores de tarta no te sacó el apetite. No es algo bonito de verse.

- Soy un hombre fuerte.

Fueran a comer en un restaurante cerca. Comerán costillas, salchicha y masa.

- Deja espacio para la sobremesa.

Pero la respuesta de Ryo no se hizo oír debido a la voz de Suzie.

- Ahí estás! te estuve buscando toda la mañana. - dijo Suzie. - tu secreto fue revelado, Ryo Akiyama.


Bueno, por ahora es esto, me dejen vuestras opiniones para que sepa que piensan o si merece la pena que lo siga.

Besos.