Y se que dije que iba a hacer un tercer capítulo pero es que me dio pereza inventarme una conversación completa y el capítulo me iba a salir muy corto. Así que preferí explicar las cosas aquí. Está todo ligeramente explicado ya que no voy a montarme toda una narración de cómo fue la cosa, no es el punto.

Bueno, segundo y último capítulo, gracias a 5nami5 clea everlasting Neytan y Nixfire por comentar, si me aburro mucho hago una continuación, nos vemos.

Capítulo 2: El que buscaba una navegante.


Estoy creando mi propia banda de piratas y quiero que seas mi navegante.

Nami pestañeo varias veces para procesar las palabras que aquel sujeto había soltado. ¿Qué quería que ella fuera su navegante? Soltó una carcajada bastante sonora. Ese tipo se estaba burlando de ella. Un principiante no podía simplemente sentarse delante de la mejor navegante del mundo y ex-miembro de la tripulación del Rey Pirata y pedirse que fuese parte de su tripulación. Le reconocía un buen par, pero no podía resistirse a reír.

– ¿Intentas robarle la navegante al Rey de los Piratas? Eres muy valiente.

– Estaría robándola si fueses todavía su navegante.

– Veo que estás informado de los últimos acontecimientos… –dijo Nami dando otro buche a su botella y haciendo una pausa relativamente larga–. No volveré a ser navegante, así que márchate.

– ¿Por qué no?

– Porque soy la navegante del Rey Pirata y si él no está, no quiero ser la navegante de otro.

– Es una lealtad muy excesiva, ¿no crees?

– No es cuestión de lealtad es solo que… –Nami miró su botella haciendo una pausa–. ¿Por qué tengo que decirte nada? Eres un extraño.

– Será porque los borrachos siempre dicen la verdad… –dijo el hombre y rió, de una manera extraña, pero rió–. Y cuéntame, ¿por qué no quieres ser otra vez navegante de nadie?

– Porque no son Luffy –y volvió a dar otro trago.

Durante un breve período de tiempo el sujeto no dijo nada y Nami confió en que se iría y la dejaría ahogarse tranquila en sus penas pero el tipo, volvió a hablar.

– Wo… ¿y qué tenía de especial el Rey de los Piratas?

– ¿No te estás pasando con las preguntas? Podría matarte, aquí y ahora. Soy pirata, podría hacerlo y no tendría ningún tipo de carga moral –amenazó Nami acompañada por una mirada irritada.

– Se que no lo harás… y sé que quieres desahogarte. Estoy dispuesto a ser tu paño de lágrimas.

– Bueno… supongo que puedo hacerlo. Estoy borracha y mañana no me acordaré. No tendré de qué arrepentirme.

– ¿Y bien…?

– Luffy era… –pausa–, un completo imbécil.

– ¿Eso es todo? –el sujeto soltó una risa.

– No he terminado –le dijo molesta–. Era un imbécil pero… era un imbécil en el que podías confiar. Nunca dirías que era el Rey Pirata si lo conocías en persona. Eso nos ha sido siempre una ventaja ya que los enemigos piensan que es débil y que los rumores son solo rumores y se confían pero, Luffy siempre acababa pateándoles el culo. Era increíble el talento que tenía de hacer amigos y causar destrozos a cada sitio que íbamos. Era... increíble... –Nami lo vio asentir y siguió hablando–. Pero era tan imbécil… arriesgando su vida en cada batalla sin importarle lo que el resto sentíamos. Sin importar lo que yo sentía…

Nami hizo otra pausa para pedirle al mesero otra botella porque ya se había terminado la quinta. El empleado se la trajo y le dio un largo trago. Arrugó la frente para resistir el sabor amargo del alcohol y también para sobrellevar la sensación tan dolorosa que le provocaba hablar de eso. Pero aún así se sentía como si se estuviese desintoxicando así que optó por contarle todo aquel extraño que posiblemente mañana no recordaría.

– Luego vino aquella noticia… –se llevó la mano a la cabeza aún con la botella en ella–, y Luffy seguía sonriendo sin darle importancia y yo no era capaz de hacerlo tal cual solo… solo salí huyendo. Lo único que podía hacer era llorar y fingir que estaba tan bien como él. Luego despareció y ese fue el final de todo –concluyó dándole un largo trago, esperando que el hombre dijera algo.

– ¿Y qué crees que le pudo haber pasado?

– Definitivamente murió.

– ¿Por qué crees eso?

– Chopper dijo que Luffy había abusado demasiado de sus habilidades, agregándole las dos veces que recibió el tratamiento de hormonas y el tratamiento del veneno por parte de Ivanov. A Luffy no le quedaban muchos años de vida. Han pasado casi 10 años, definitivamente no puede seguir vivo.

– Eres muy negativa, deberías tener más confianza en tu capitán.

– ¡¿Y QUÉ MÁS LE PUDO HABER PASADO?! –gritó casi con una voz gutural y dio un golpe fortísimo en la barra alertando a todos los demás que estaban frente al pedazo de madera–. Luffy es demasiado escandaloso para pasar desapercibido durante tanto tiempo.

– ¿Pero no estuvo 2 años pasando desapercibido? –cuestionó el desconocido.

– Si, pero tenía una buena razón… La teníamos todos.

– ¿No crees que ahora también podría tener una buena razón?

– No lo sé… no he vuelto a saber nada de él desde aquel entonces…

– ¿Y qué dijo la Marina de la desaparición del Rey Pirata?

– Es bastante obvio. Dijeron que lo habían capturado y enviado a Impel Down. Después de unos años la gente se olvidó de Luffy.

– ¿Y qué me dices de sus nakamas?

– Ellos… –Nami meneó la botella en su mano y sonrió con amargura–, siguieron con esa estúpida idea de que Luffy volvería, pero ninguno podía ocultar que lo que realmente sentía. Todos habíamos perdido la esperanza –otra pausa–. Hace muchos años que no sé nada de ellos… pero sé que cada uno ha hecho su vida por separado –bebió–. La última vez que nos reunimos, hace unos años, se podía notar el progreso.

– Cuéntame más…

– Pues verás –ella se acomodó en su silla–. Zoro es el mejor espadachín del mundo y acabó casándose con… bueno aunque estoy borracha sé que no debería decirte eso, los metería a ambos en un lío –el tipo asintió–. Sanji-kun… tiene su propio restaurante y también algunas zorras para su ''consumo propio'' –hizo las comillas aún con la botella en sus manos–. Franky creó un astillero para piratas, Robin… después de descifrar toda la historia durante el Siglo Vacío y ahora tiene una biblioteca clandestina; Brook todavía sigue siendo Soul King y ahora es muy rico –señaló un cartel dónde salía la cara de Brook–; Usopp volvió a si país natal; Chopper también y yo… –hizo una pausa como pensándose bien lo que iba a decir–… yo estoy aquí…

– No parece que tengas una vida de la que fardar como el resto –Nami rió de alguna forma que parecía más bien que hubiese rechistado–. Entonces, sé mi navegante.

– Te acabo de decir que no. ¡Y ni se te ocurra secuestrarme! Estoy harta de que todos me secuestren.

– No pienso hacerlo, serás mi nakama por tu propia voluntad.

– ¿En serio? –Nami ya comenzaba a perder la paciencia con aquel sujeto que no paraba de hacer preguntas y decir cosas que en su opinión, no eran más que estupideces, parecía que estaba burlándose de ella–. Mira, hay más navegantes talentosas en estos mares, ¿por qué precisamente yo? Ya renuncié al mar hace mucho tiempo.

– Porque yo te quiero a ti… y ya lo he decidido. Serás y nadie más.

Nami le observó de reojo. Había algo demasiado familiar en esas palabras. De alguna forma ese sujeto estaba actuando exactamente como su capitán.

– Esas palabras ya las había escuchado antes.

– Hazme caso, lo serás antes de que termine esta noche.

– ¡Basta! –gritó dando en la mesa–. ¡No seré la navegante de nadie más que no sea Luffy!

– ¿Por qué tanta lealtad?

– Porque Luffy… Luffy es un mi salvador. De no ser por él aún estaría haciendo mapas para el bastardo de Arlong. No quiero estar con nadie más que no sea él… Él fue la calma que borró todo rastro de la tempestad que había sido mi vida hasta que le conocí… Si no hubiese sido por él… jamás habría podido reír desde el fondo de mi corazón.

– Hablas como si hubieses estado enamorada de él.

Las palabras la congelaron y solo sintió ganas de agarrar a ese tipo por el cuello del saco que llevaba. Pero no quería montar un escándalo en su propia villa así que dejó que el alcohol hiciese su trabajo y la relajara. Aquel hombre estaba sacando al aire recuerdos que preferiría dejar estancados en su mente.

– No es como que ese imbécil se fuese a dar cuenta… –dijo por fin, sacando una sonrisa que se pudo distinguir debajo de la oscuridad del rostro del sujeto–, de lo que significaba para mí.

– ¿Cómo crees que reaccionaría si se enterara?

– Éramos nakamas. No podía arriesgarme a perder su amistad solo por este sentimiento estúpido. No hubiese podido soportarlo. Lo mejor que pude hacer fue ignorarlo.

– ¿Y si el sintiese lo mismo?

La carcajada hubiera sido ensordecedora si no hubiese habido música de fondo.

– Él era un idiota que solo pensaba en comer, aventuras y ser el Rey Pirata. Un niño que no hubiese comprendido el concepto.

– Pero ahora habría madurado, ¿no crees?

– Eso si siguiera vivo.

– Shishishi, Nami, ¿en serio tan poca fe tienes en mí?

– ¿AH?

Cuando Nami giró el rostro llegó a una repentina conclusión.

– He bebido demasiado, ya estoy teniendo alucinaciones.

– Shishishi, siempre tan graciosa, Nami.

– No… no puede ser.

Sin saber cómo, sus mejillas se convirtieron en cataratas y sus brazos en grilletes. Estaba aferrada con tanta fuerza al sujeto que hasta hace poco había estado cubriendo su rostro que si no fuese de goma le habría roto los huesos. Lloró, gritó, mojó su ropa y su cara. Se restregó todo lo que pudo en él para auto-convencerse de que no era una alucinación. Qué su capitán, su salvador, su Luffy, estaba siendo apretado por sus brazos.

Fueron segundos, minutos, que importaba, cuando se separó aún estaba ahí, mirándole con ojos redondos y negros, con su cicatriz arrugada por su enorme sonrisa.

– Luffy… –susurró como temiendo hasta pronunciar su nombre podría hacerle desaparecer de dónde estaba.

– Nami…

Luffy nunca previno que Nami cambiara tan radicalmente de estado de anime y le pegó un coscorrón que de su cabeza salía tanto humo como cuando utilizaba el Gia Secando.

– ¡BAKAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡¿Dónde has estado todos estos años? Sin dejar un rastro, ni una pista?!

– Encontrando la forma de estar con mis nakamas durante mucho tiempo, Nami –dijo el adolorido capitán acariciándose el coscorrón.

– ¡¿Qué quieres decir con eso?! ¡¿Y por qué no nos avisaste?!

– Ivanov dijo que era un tratamiento que podía durar muchos años y que si no os avisaba vosotros seguiríais con vuestras vidas...

– Eso fue muy egoísta, Luffy –gritó ella ofendida y sacando lágrimas–. ¿Sabes lo mal que lo pasamos todos sin saber nada de ti? Pensamos que te podía haber capturado la marina... incluso que podías haber muerto...

– Lo siento, Nami –se disculpó él con una sonrisa nerviosa y que demostraba lo mucho que se había arrepentido de no haber dado señales de vida durante tantos años–. Pero era un precio que había que pagar si quería pasar muchísimos años más con vosotros...

– Tonto… –dijo ya recuperando la compostura y observó su cara una vez más y le acarició el rostro una vez más, para cerciorarse, de que no era una alucinación.

– Entonces, ¿ahora si serás mi navegante?

– Baka… hasta mi último aliento.

Y sin masticarlo mucho Nami se lanzó hacia su capitán y alcanzó sus labios humedeciéndolos y a aferrándolos a los suyos hasta que terminó agitada y sin aliento. Luffy sonrió contra su boca y ella hizo lo mismo.

– ¡YOSH! –el Rey Pirata golpeó la palma de su mano con su puño como solía hacerlo–. Vamos al barco, Nami. Todos nos están esperando.

– ¿Todos…? –hizo mueca de interrogación.

– ¡UH!

Asintió con ahínco y los dos salieron rápidamente del local.

– ¿Ese no era el Rey de los Piratas, Monkey D. Luffy? –preguntó algún desconocido.

– Si –respondió otro.

Para cuando el resto de la taberna se dio cuenta de la vuelta del Rey de los Piratas, Luffy y Nami solo pudieron escuchar los gritos de alarma y asombro desde muy, muy lejos.

Cuando llegaron al puerto, Nami pudo verlo con claridad: enorme, elegante, fuerte; el Sunny-Go reclamaba la atención de cualquier espectador que pasara por allí. Y en la cubierta, con una sonrisa arrogante de lado, con los ojos bien abiertos y una sonrisa todavía infantil, con la boca exageradamente abierta y el afro intachable, con un tanga y pose SUPAR, con pose de héroe y tirachinas gigante en mano y con un cigarro humeante, la banda de los Sombrero de Paja, esperaba expectante, el regreso del último nakama.

Y para cuándo la calavera con un sombrero de paja se encontró hondeando en lo más alto de un barco pirata legendario el mundo temblaba, porque la tripulación del Sombreo de Paja volvía a las andadas.

...

Nixfire, demasiado obvio, no ? xDD Por ahí iban los tiros.