Las sombras de un Crepúsculo

¿Por qué ahora?

La música estaba reventar, la gente bailaba muy pegados unos con otros y las luces fluorescentes prendían y apagaban dándole al lugar un toque sensual y juvenil. Yo observaba todo desde un reservado VIP en la parte superior. Lo cierto es que si alguien me hubiera preguntado hace cinco años donde estaría hoy en día habría respondido algo muy idiota como: Transformada en vampiro viviendo en algún lugar lejos del sol.

Pero no, eso nunca ocurrió. Me dejo y no volvió. Ni una carta, ni un mensaje, ni una llamada.

"Sera como si nunca hubiera existido"

Felicitaciones. Eres genial cumpliendo tus promesas Cullen.

-Mil dólares por sus pensamientos Srta. Swan. –Susurro en mi oído haciéndome estremecer y que los vellos de la nuca se erizaran.

-Solo pensaba que yo nunca imagine estar aquí. Bien y feliz. –Deje caer mi cabeza en el respaldo del sillón y lo mire. –Te amo.

Él se inclino y apoyo sus codos en el sillón a los lados de mi cabeza. Sonrió.

Hermoso. Perfecto. Mío.

-Yo la amo más Srta. Swan. Mucho más. –Murmuro cerca de mis labios para luego besarme con pasión.

Besarlo siempre me hacia desmayar. Lo amaba de verdad, si no fuera por él yo ni siquiera viviría hoy en día. Me curo, me espero, lucho por mí y todo ese tiempo me amo.

Rompí el beso y él se dedico a besar mi cuello.

-¿Sabes que eres lo mejor que me ha pasado?

-¿Y usted sabe que la deseo mucho?

Sonreí ante eso. Por supuesto que lo hacía.

-Pero no más que yo.

-Es solo un cuerpo y una cara bonita nena.

-No, eres tú. El cuerpo y la cara bonita son un adicional. Lo sabes.

El negó con la cabeza y se aparto para rodear el sillón y sentarse a mi lado.

-Me amas más de lo que merezco.

-No, te amo porque lo mereces. Te lo ganaste.

Sonrió y fue una sonrisa genuina, feliz. No pude evitar devolvérsela, ahí estaba mi chico. El que me volvía completamente loca.

Acaricio mi mejilla y beso castamente la punta de mi nariz haciéndome reír.

-Me encanta verte feliz.

-A mi me encanta tenerte a mi lado.

-Nunca me iré, y lo sabes. Te lo prometí Isabella.

-No, no lo hagas. No prometas nada así. –Me levante y camine hacia el cristal polarizado que nos separaba del club.

No quería que el prometiera algo que no iba a cumplir. No soportaría otra herida más.

-Mierda… -Su voz suave me llego desde un lugar muy cerca, sus brazos rodearon mi cintura y beso mi cuello.- Nena, yo no soy él. Yo no te hare daño. Te amo Isabella Swan. ¿Cómo puedes pensar que te voy a dejar?

-Las personas prometen muchas cosas que no cumplen, no me ilusiones en vano. No me lastimes. –Me gire entre sus brazos para mirarlo a la cara- No sé si podría soportarlo.

-No lo hare. –un gruñido salió desde lo más profundo de su pecho dándole aun mas impronta a esa promesa- No te dejare, ni te hare daño. Creí que esto terminaba de exorcizar todos los demonios de nuestro pasado Isabella. –Tomo mi mano y beso el anillo exageradamente caro que descansaba en mi dedo anular. –Te amo y te quiero junto a mí, para siempre.

Sonreí, era cierto. Estábamos comprometidos. Cuatro años juntos y por fin estábamos comprometidos. Sera divertido ver como lo toman las dos familias.

-Debemos irnos, mamá tiene visitas y quiere a toda la familia junta para la cena.

-¿Visitas? ¿Debería asustarme? ¿No crees que será muy jodido decir delante de las visitas de tu madre que nos comprometimos? –Juraría que todo el color de mi cara se había esfumado.

-Relájate. Solo serán unos cuantos gritos de parte de ella y de mi hermana. Tampoco es que vamos a contarle que asesinamos a alguien y lo lanzamos al mar.

-Creí que lo habíamos enterrado en el jardín. –Bromee, tratando de aligerar el ambiente. Aunque seguía muy asustada.

El dejo caer su cabeza hacia atrás y soltó una sonora y hermosa carcajada.

-No es necesario darle esos detalles. Así como tampoco los morbosos señorita Swan.

- Yo ni siquiera estaba pensando en eso. –Y como siempre un sonrojo casi escarlata hace acto de presencia en mis mejillas.

-Por supuesto que no nena, te creo. –Sonrió maliciosamente y se perfectamente que no me creyó ni mu.

Entierro mi cara en su pecho y aspiro su delicioso aroma. Ligeramente sudoroso, gel de ducha y a Christian. Embriagador.

-Yo también te deseo nena, demasiado. Pero si comenzamos no podremos parar y si llegamos tarde a la cena mamá nos mata. Aun no se que tienen de importante esos amigos suyos, es como si la tuvieran hechizada.

-Tal vez son brujos. Uno nunca sabe Sr. Grey. –Quise sonreír pero yo mejor que nadie sabía que no debía subestimar la existencia de criaturas sobrenaturales.

-Aquí la única bruja eres tú. –Levante la mirada y lo fulmine con ella.- Lo digo en el buen sentido nena, me tienes jodidamente hechizado y no sé si quiera liberarme de ello.

-Pues yo no te dejare ir. –Respondí muy pagada de mi misma. –Ahora vamos, que ya es tarde.

El suspiro y me libero de su agarre solo para tomar mi mano y besar nuevamente el anillo.

-No sabes lo feliz que soy cada vez que lo veo.

Yo también era feliz cada vez que lo veía, pero eso no quitaba el hecho de que estaba asustada hasta los huesos.

Veinte minutos después Taylor se detiene en la entrada de la mansión Grey y Sawyer salta a abrir mi puerta.

Hay tres autos mas aparcados cerca, mi corazón se acelera al ver un Mercedes y un Volvo. Ambos negros. ¿Por qué mierda unos autos me ponen nerviosa? ¡Ridículo!

La mano de Christian ocupa la parte baja de mi espalda y de repente todo el nerviosismo se ha ido. Respiro profundo y camino a su lado hacia la casa.

-¿Lista nena? –Pregunta.

-Ni un poquito, pero vamos. –Sonríe y sé que también está nervioso.

¡Esto es muy irreal!

Christian deja correr su mano colocando el brazo de manera protectora a mí alrededor, dejando la mano apoyada en mi cintura. Un lugar más seguro para mí, no existe.

Antes si quiera de que lleguemos a la puerta, una muy emocionada Mia la abre y corre hasta nosotros guindándose del cuello de Christian. No puedo evitar reírme ante la cara de mi prometido.

-Dos semanas Christian. ¡Dos semanas sin verte la cara! ¿Cómo es posible que nos abandones así? –Lo riñe y Christian la mira con cara de muy pocos amigos. Mierda, adiós sonrisas, está molesto.

-Mia, tengo trabajo que hacer y una vida que llevar. No puedo estar viniendo cada vez que quieras.

-Oh cállate Grey. Eso no es excusa. –Mia se gira hacia mí y sus brazos inmediatamente rodean mi cuello. -¡Bella! ¡Oh Dios, estas hermosa como siempre! Tienes que venir a conocer a mis amigas, no les he hablado aun de ti, porque estoy segura que te amaran con solo verte.

Me sonrojo, ¿Cómo es que me amaran si soy la prometida de Christian? Sé que me odiaran. Todas quieren tenerlo. Siempre es así. Antes de que logre responder algo Christian aprieta su agarre a mi cintura y responde por mí.

-Luego Mia. Tenemos que saludar primero. No seas mal educada.

Y de esa manera una muy enfurruñada Mia se adentra en la casa pisoteando fuertemente.

Sonrió ante su ataque, Mia me recuerda a aquella pequeña efusiva que solía ser mi mejor amiga…

-Vamos, antes de que salga alguien más e intente secuestrarte. -Murmura

Nos encaminamos hacia el salón y vemos que no hay nadie pero las risas y voces nos llegan desde el jardín de la parte trasera de la casa. A penas colocamos un pie en el jardín Grace se levanta de uno de los sillones y se acerca a nosotros.

-¡Christian, Bella! Los estábamos esperando para cenar.

-Mamá. –La saluda Christian y besa ambas mejillas.

-Sra. Grace. –Murmuro. Mis mejillas están a punto de explotar de tanta sangre bajo la piel.

-Bella, querida. Ya te he dicho miles de veces que me puedes llamar Grace a secas. –Me riñe.

-Supongo que después de tantos años aun no me acostumbro.

-Tendrás que hacerlo. –Dice Christian con una reluciente sonrisa.

Mierda…

Escondo mi mano hacia mi espalda, para que Grace no vea el anillo aun.

Grace quien se pierde del chiste privado de Christian, me toma de la mano derecha y me aleja de él guiándome hacia los sillones donde se encontraba cuando llegamos.

-Bella, ella es Esme Cullen. Una gran amiga. Y ellos son su familia.

Me tenso al escuchar ese nombre y cuando dirijo la mirada hacían donde Grace señala me quedo mas helada que el jodido polo norte.

¿Qué mierda hacen ellos aquí? ¡HOY!

-Ella es Isabella Swan. La novia de mi hijo Christian. –Grace sigue con las presentaciones ajena a las caras de ellos y la mía.

-Prometida. –La voz de Christian y sus brazos rodeándome la cintura logran sacarme de mi trance.

-Encantada. –Logro murmurar.

Aun no logro creérmelo. ¿Qué mierda hacen aquí?

-¡Oh. Dios. Mío! -Murmura Grace- ¡Oh por Dios! ¡Por fin tomaron esa gran decisión! –Sus brazos me rodean y solloza en mi hombro- Mi niña por fin serás oficialmente parte de la familia. –Me suelta y abraza a Christian, quien al contrario de mi, le responde el abrazo. Yo aun no puedo dejar de mirar la cara de ellos, de él.

-¡Felicidades! –Alice es la primera en reaccionar, se levanta y viene hacia mí envolviéndome en sus pequeños brazos, su tono de voz y sonrisa pueden engañar a cualquiera pero yo veo en sus ojos algo muy diferente. Luego de apretarme como si de eso dependiera su vida me suelta dándome un sonoro beso en la mejilla. –Soy Alice Cullen. Encantada.

-Isabella… -Carraspeo para eliminar el nudo en mi garganta- Isabella Swan.

-Bueno, creo que vinimos a una cena. Lamento haber soltado la noticia así. –Christian me abraza y atrae hacia su costado.

Puede engañar a cualquiera pero no a mí, se que lo hizo por la manera en que los Cullen me miraban.

-No te preocupes cariño, solo nos has dado un motivo más para celebrar. –Grace esta que no cabe de la felicidad.

Esme y Carlisle que hasta el momento se han mantenido en su lugar más tiesos que una estatua, se levantan y se acercan a nosotros.

-Felicidades cariño… -Su tono maternal y su sonrisa hacen desastres en mi interior. –Soy Esme y el es mi esposo Carlisle. Encantada.

Al igual que Alice me abraza, pero esta vez es diferente. No lo soporto. Me alejo a la fuerza de ella y corro por la casa hasta la puerta principal, Taylor quien se encuentra recostado al auto me mira alarmado, cuando caigo de rodillas sollozando.

-Señorita, ¿Se encuentra bien? ¿Qué le ha sucedido? –Intento responder pero no puedo, casi no puedo respirar.

-¡Isabella! –Christian llega a mi lado y me toma en sus brazos y acaricia mi espalda. -¿Nena, que sucede?

-Sácame de aquí Christian. –Logro decir entre balbuceos.

Christian mira a Taylor y en una orden silenciosa el hombre se aleja hacia el auto y abre la puerta trasera. Christian me levanta en sus brazos y camina a paso decidido sin si quiera preguntar porque nos vamos.

Levanto la cabeza de su pecho y miro por sobre sus hombros y hay están. Todos entremezclados. Grey's y Cullen's. Nos miran fijamente pero mi mirada se posa en él.

Su expresión es inescrutable. Carente de emociones.

Edward…

La oscuridad me rodea y la recibo como una fiel amiga.


La historia me pertenece, los personajes son de S. Meyer y E. L. James.

Soy nueva en fanfiction vieja lectora/escritora.

Espero sus comentarios. Besos. :)