NO PERFECT LINE
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One Piece Pertenece a Eiichiro Oda y por mas que llore no quiso prestarme a Law…
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CAPÍTULO 1: Hello there!
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Nada era mejor que tomar una taza de café con un toque de ron mientras veía su telenovela matutina por la televisión pública. Kokoro era una mujer mayor, y cuidar del edificio de departamentos donde vivía era un trabajo realmente tranquilo; pocos escándalos y gente trabajadora.
Así que a las once de la mañana ya podía darse el lujo de no hacer nada en el lobby del edificio. El llanto de la protagonista en la televisión se vio interrumpido por unos apresurados pasos que bajaban por las escaleras. Sonrió divertida porque sólo podía ser una persona que seguramente había tenido la suerte de encontrarse al elevador fuera de servicio por cuarta vez en lo que iba del mes.
Vio a una mujer de largo cabello naranja vistiendo un pijama bastante reveladora corriendo a los buzones de correspondencia abrir el suyo con prisa y revisar su correspondencia. Le miró de reojo mientras la peli naranja descartaba un sobre tras otro hasta dar con el indicado el cual abrió con rapidez.
Kokoro había visto esa escena muchas veces en los últimos meses y esperaba que no tuviera el mismo final que las ocasiones anteriores.
-Lamentamos informarle que a pesar de su impresionante curriculum, en este momento es imposible… –escuchó la voz de la joven antes de apagarse por completo– ¡Bastardos! –dijo la furiosa mujer, arrojando la carta arrugada hasta donde sus fuerzas le permitieron.
-Ánimo Nami, dicen los rumores que ese lugar es esclavizador, además de que su café es pésimo – dijo distraídamente la mujer regresando su atención a la televisión sin perder la sonrisa de su rostro.
Nami suspiró con gesto deprimido y empezó su retorno hacia las escaleras arrastrando ligeramente los pies sin hacer ruido con sus pantuflas de conejos.
-Buen día señora Kokoro. El elevador no funciona de nuevo y gracias por los ánimos – dijo con una leve sonrisa al subir los escalones de regreso a su departamento odiando al destino porque su apartamento estuviera en el último (y decimo) piso del edificio.
Desde niña Nami siempre soñó con aventuras por el mundo, viajar y conocer más allá de la colina que se encontraba al borde de la granja de mandarinas donde vivía. Sufrió en su infancia y adolescencia; un pasado cruel que trataba no recordar. Tuvo la suerte de tener grandes amigos y una figura paterna inigualable así como una hermana que adoraba, quienes le ayudaron a cumplir el primer paso de su sueño: mudarse de su pueblo Kokoyashi, del distrito Este, a la gran ciudad de Gran Line para poder estudiar Oceanografía.
No fue fácil, pero no cualquiera podría jactarse de ser una oceanógrafa como lo era Nami Okamura*. Buenas calificaciones, pero nulos contactos en el ámbito científico. Apenas estaba por terminar la carrera cuando tenía al banco tras sus pasos cobrando y acumulando intereses sobre el crédito que se había visto obligada a solicitar para terminar sus estudios.
Estaba muy orgullosa de lo que había realizado. Ahora daba un par de clases en una escuela secundaria, y si bien era un trabajo interesante, el cheque no era tan grande como para cubrir sus deudas. Por ahora, aguardaba una oportunidad para cumplir sus sueños mientras combinaba su labor de maestra con un trabajo nocturno como bartender en el mejor local nocturno de la ciudad, el Thousand Sunny.
Todos los días era la misma rutina: trabajar a medio día con un agradable grupo de chicos de academia, salir, realizar sus pendientes y trabajar por la noche hasta la madrugada. Luego regresaba a dormir y repetía la rutina. No es que fuera infeliz, tenía buenos amigos en el lugar y ganaba bien, especialmente por las sustanciosas propinas, pero definitivamente no era lo que había soñado hacer a sus 27 años.
Aun así no se dejaba caer, asistía cuando podía a solicitar trabajos, mandaba su curriculum y participaba de manera voluntaria en proyectos científicos. Le criticaban no tener experiencia laboral, por lo que se esforzaba al máximo por obtenerla. Era positiva, sabía que era cuestión de un poco más de tiempo.
Mientras eso pasaba, tendría que lidiar con un edificio cuyo impredecible elevador funcionaba por cada conjunción de estrellas.
Ese día esperaba una carta de una empresa privada que solicitaba practicantes de campo con posibilidad de un empleo fijo. Al parecer no cumplía todos los requisitos. ¿Qué más podía hacer?, era bastante carismática (y modesta), solía llevarse bien con la gente, obtuvo buenas calificaciones y se consideraba bastante buena en lo que hacía, sin embargo al verse obligada a obtener dinero de forma inmediata le quitó posibilidad de obtener su título a tiempo. Ahora pagaba las consecuencias.
Llegó a su piso correspondiente dirigiendo sus pasos por el único y amplio pasillo con tres puertas. No podía quejarse del departamento, fue un regalo de Genzo (su padre adoptivo) cuando ingresó a la universidad y era bastante bueno para ella. Un edificio modesto, simple y práctico. Todo parecía funcionar bien a pesar de su edad, además tenía un bonito jardín. Descartando el viejo elevador, vivir en ese edificio era algo realmente agradable y se sentía feliz por ello. Actualmente en su piso ella ocupaba el departamento central, el departamento final estaba vacío y el primer departamento era habitado por Pauli, un hombre que solía regañarla por su forma de vestir, bastante divertido pero ausente en su constante lucha por evitar a los múltiples cobradores que azotaban su puerta todos los días.
Finalmente arribó a su departamento y noto la última puerta del pasillo ligeramente abierta. Sintió curiosidad, no sabía que el lugar hubiera sido comprado… aunque tampoco es que hubiera hablado mucho con el ama de llaves. Tuvo tentación de acercarse al departamento vecino, pero descartó la idea cuando escuchó un ladrido proveniente de su propia puerta. Suspiró con cansancio y colocó la llave en la puerta para abrirla con cuidado. Entonces empujó la puerta levemente y con rapidez se inclinó para agarrar en sus manos una bola de pelos que trataba de escabullirse entre sus piernas. Sonriendo acarició la cabeza de su pequeño perro Keeshond mientras se mantenía inclinada un minuto.
–Aún no es hora del paseo, Chopper –dijo con una sonrisa mientras entraba a su departamento. Apenas tenía un mes con el cachorro pero ya sentía que no podía estar sin él.
Liberó al perro en el recibidor del departamento y con desgano hecho un vistazo al lugar. Su semana fue apretada, por lo que no pudo ordenar su departamento como hubiera deseado. Sumando a Chopper y su etapa de morder cualquier cosa, podía admitir que estaba en una zona de guerra.
El departamento era su orgullo ya que era un fiel reflejo de ella. Tenía colores vibrantes entre rojo, naranja, blanco y azul. Su recámara era relajante, con muebles claros de madera, sábanas y cortinas de un blanco impecable, un tapete rojo brillante, pero la obra maestra era su guardarropa. ¡Lo amaba! Amplio y ordenado, cada artículo en su interior era una joya.
La cocina era sencilla y práctica, con los electrodomésticos necesarios, aunque en ese momento estaba llena con un par de cestos de mandarinas que su hermana Nojiko le mandó de su pueblo. Al recordar ese regalo pensó que debía empezar a compartir algunas mandarinas, que aunque su dieta fuera a base de mandarinas todo el día, tenía tantas como para comer por un mes. Seguramente Luffy estaría encantado de devorar la mitad de ellas. Sonrió por sus pensamientos mientras se quitaba sus pantuflas de conejo e ingresaba a la sala.
La sala era su lugar multiusos, solía hacer ejercicio, comer, leer, ver televisión, estudiar, recibir a sus visitas, entre otras funciones. Era por este motivo que tenía una amplia mesa de madera con sillas de diferentes materiales muy coloridos, una sala compuesta por tres piezas diferentes, un gran sillón blanco de tres plazas, uno rojo más pequeño de dos plazas y un antiguo sofá reclinable. La televisión era mediana pero su sistema de audio era enorme, y por último, un escritorio con una amplia librería.
Había dos lugares en específico del lugar que eran muy personales: el recibidor donde mantenía en la pared decenas de fotos de sus amigos, familia y de su fallecida madre Bellemere. El otro lugar era el balcón, el cual era bastante amplio con espacio para una mesa pequeña con un par de sillas y una banca que ella se había encargado de adornar con almohadones y cubrir con una sombrilla. Justo al borde del balcón tenía su caminadora cubierta por plástico.
–Seguramente ya es medio día –murmuró viendo la hora en la pared sobre la televisión, por suerte no tenía clases que impartir ese día. Se encaminó a su recámara, donde se cambió la ropa por un par de pantaloncillos bastante cortos y ajustados así como un top que dejaban al descubierto su vientre y hombros. Se colocó un par de zapatos deportivos y salió de la habitación. Al dirigirse al balcón, prendió su sistema de sonido el cual empezó a reproducir música de manera automática. Hizo un par de ejercicios de calentamientos en la terraza y se subió a la maquina donde empezó a realizar ejercicio. Tenía que alejar los pensamientos pesimistas de la mañana.
De nuevo se lo rechazaron y poco a poco perdía la esperanza, no se quería rendir pero era frustrante ver a personas que no lo merecían triunfar mientras ella, que era mucho más habilidosa, no veía oportunidad en el horizonte cercano. Pero no se desalentaría, aún tenía oportunidades: pronto la organización All Blue aceptaría pasantes. Si lograba impresionarlos en la entrevista posiblemente podría lograr un lugar. Sabía que entrar a esa organización era muy difícil, pero se sentía segura. Cuando lograra entrar, regresaría a las instituciones y empresas que no la habían aceptado y les restregaría su triunfo en las narices.
Estaba ya trotando sobre la caminadora cuando se perdió en la música de fondo de su departamento, y sin darse cuenta empezó a cantar mientras observaba la ciudad en el fondo con su ritmo frenético de actividades.
-"You shoot me down, but I won't fall, I am titanium"-gracias al cielo que nadie la escuchaba, realmente el canto no era su fuerte.
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Trafalgar suspiró, sentándose sobre un par de grandes almohadones que estaban en el suelo de su nuevo departamento. Nunca imaginó que en un par de días pasaría a vivir a un viejo edificio de departamentos con un maldito elevador inservible. Frunció el ceño, cubriéndose su rostro con su gorra y maldiciéndose por hacer caso a la "brillante" idea de Luffy.
Pero no tenía alternativa, el destino le obligaba a retroceder unos pasos, replantearse su futuro con mucho cuidado y esperar un poco de suerte para terminar sus objetivos.
Por lo pronto, estaba ahí en ese departamento vacío con una bolsa con comida rápida, una mesa pequeña y unos almohadones que le servían de respaldo mientras observaba el exterior por el balcón. Pronto llegarían sus amigos con las pocas cosas que podía trasladar al nuevo departamento, que sólo era lo básico.
Sería un infierno subir todo por las escaleras, sin contar con una ama de llaves entrometida que no dejó de acosarle sobre su vida (¿Qué le importaba si era soltero?). En algún otro momento podría haber sido más educado, pero en esa precisa mañana estaba de muy mal humor. Luego de ser doctor con buenos ingresos y con un trabajo más que satisfactorio, ahora tenía que dejar de ejercer su profesión por un tiempo y casi desaparecer del mapa.
Aún estaba maldiciendo cuando una música llego a sus oídos. No le prestó demasiada atención hasta que escuchó ruidos entrando por el balcón y después un canto femenino… no, más bien, un lamento femenino le hizo formar una sonrisa divertida. Se mantuvo en el lugar durante un par de canciones más hasta que se puso de pie y acomodó su ropa ligeramente. Vestía un pantalón de mezclilla, una camiseta sencilla sin mangas color amarilla algo desgastada, finalizando con su gorra blanca de la suerte, aunque lo último nadie podría saberlo.
Salió con calma y se apoyó en el borde del balcón vacío para observar con descaro a lo que parecía ser su vecina. Admitía que la mujer ejercitándose era muy bella, unas curvas bastante notables, sobre todo por la ropa deportiva que cubría muy poco, su largo cabello naranja y su… peculiar voz. Sonrió con algo de burla, seguramente la mujer no sabía que él estaba observándola mientras cantaba y corría sobre la máquina.
Reconocía la canción, su amigo Bepo solía escucharla mucho últimamente. Si bien Law era de un gusto musical más selecto (específicamente el rock), estaba bien informado en cuanto a las canciones de moda. No podía evitarlo, le gustaba divertirse por las noches siempre que podía.
–"My heart's a stereo, It beats for your, so listen close , hear my thoughts in every note"–cantó la mujer con su melodiosa voz aún sin notarlo.
Con una ligera carcajada provocó que la mujer trastrabillara en la caminadora. Por suerte no terminó rodando por el suelo ante la sorpresa. Se giró sorprendida, y Trafalgar admitió internamente que era bella aunque el rojo de su rostro no sabía si era vergüenza o efecto del ejercicio. Con descaro recorrió la figura de la mujer; era cierto que no le interesaba relacionarse con nadie en ese lugar, pero no sería un hombre normal si no admitía que su vecina tenía un gran cuerpo.
Realizó un saludo inclinando la cabeza ligeramente y quitándose la gorra de forma elegante, y regresó al interior del departamento colocándose la gorra de nuevo. Tomó su celular del suelo y salió del recién adquirido departamento guardando la llave en el bolsillo de su pantalón. Tuvo algo de suerte, pues al llegar al elevador este se abrió después de unos momentos.
Ese encuentro con la mujer le había mejorado los ánimos definitivamente (¿A quién no?). Era una lástima que no le interesara nada más. Tenía cosas más importantes en qué pensar.
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¿Por qué un LawxNami?
Mi respuesta es: ¿Por qué no? XD. Adoro One Piece y el hecho de que no haya romances de manera oficial me hace feliz, sobre todo da oportunidad de que los fans inventemos cualquier tontería al respecto, como este fic :P. Nami es mi personaje favorito y Torao… pues… ¿Qué puedo decir?
No estoy segura si este Fic subirá de categoría el próximo capítulo, pero seguro que será clasificación M, ¡claro que será M! *Fangirls de Law gritando al fondo*
Un agradecimiento especial a Merle D'vant por ser la Beta de este fic… que por cierto, si no han leído su fic D: ¿Que esperan?
Extra:
*Nami Okamura: Al ser un mundo AU debía tener un apellido, no solo un apodo xD, así que decidí complementar su nombre con el nombre de su seiyu en Japón, Akemi Okamura.