Gracias... por la paciencia y por llegar hasta acá. Recuérdenlo al final: si ya llegaron hasta acá, sigan un poco más ;) Recuérdenlo *eco*


"El más poderoso hechizo para ser amado
... es amar"


Respuesta Final

El próximo respiro que Snape soltó fue en forma de risa, miró a su alumna con sorna y negó con la cabeza.

-No sabe de lo que habla. Váyase antes de que le quite más puntos.

Hermione ya no tenía opciones. Tal como había dicho Hagrid, el profesor no estaba dispuesto a creer que ella estaba enamorada de él, exactamente como ella cuando se había negado a aceptar que sentía más que cariño hacia Snape.

-Profesor... -se odió por volver a llamarlo así y exhibir una de las barreras de la prohibición- Créame que sé de lo que hablo, es cierto.

-No, no es cierto. Usted es una niña que no sabe de lo que habla. -otra barrera más fue alzada con la palabra "niña". Hermione lo miró con rencor.- Confunde las cosas.

-No confundo nada, sé lo que siento. -odiaba que la contradijeran en lo que tenía razón, era parte de la testarudez que siempre había prevalecido en ella.

-Deje de decir tonterías, sólo se está humillando -la saña se deslizó como el silbido de una serpiente a punto de atacar.

-No son tonterías. -para estas alturas sabía que la idea no le había caído en gracia a Snape, tendría que olvidar sus fantasías de reciprocidad apasionada.- Sé qué es lo que siento, profesor. -¿Por qué otra vez "profesor"?- Por eso estoy aquí hoy... y por eso he venido todas estas noches... -Snape se frotó las sienes mientras ella continuaba hablando con el volumen exageradamente alto, estaba nerviosa.- Y por eso buscaba una poción para dejar de sentir todo esto... porque no lo soportaba, porque sabía que hacía el ridículo, porque era imposible y...

-Y debió beberse la poción. -dijo sin más su tutor mientras la miraba a los ojos con seriedad.- No tengo tiempo para juegos de niña, vuelva a su torre.

-Pero... -una lágrima se escapó finalmente de los ojos de Hermione, Snape bufó con impaciencia.

-¿Qué esperaba, Granger? -el profesor caminó hasta la puerta dispuesto a abrirla, pero se mantuvo de pie para volver a dirigirse a ella.

-... No lo sé...

-¿Esperaba que huyera con usted? ¿Con una chiquilla? ¿Con mi alumna?- ¿Con una... sangre sucia? La maldad con la que Snape deslizaba sus palabras desapareció, el deja vu fue insportable. Tuvo suerte de no soltar la última pregunta.

-No soy una chiquilla y ya no seré su alumna. -Severus abrió la puerta, Hermione tomó aire con indignación mientras otro par de lágrimas surcaba sus mejillas, se detuvo frente a él.

No había sido un sueño, el dolor del desengaño contrastaba con lo que había ocurrido estos últimos meses, toda la primavera ella y él se mantuvieron siguiendo el ritmo de la misma situación. Se acordó de todo, incluso de aquello que antes no se había percatado, aquella noche que él la traía en brazos... "Debe mantenerse despierta, Granger" Hermione recordó recostar la cabeza contra el cuerpo de Snape y sintió el agarre del profesor mucho más firme, él agachó el mentón sobre ella y su piel tibia tocó la frente helada de la muchacha.- Antes... quisiera saber...

-¿Qué? -preguntó exasperado Snape mientras vigilaba con la mirada que nadie estuviera en los pasillos. Hermione no pudo evitar volver a retomar la imagen de su profesor en el bosque aquella tarde, su mirada preocupada cuando ella fingió una alergia "¿Quiere regresar?" el tono gentil no había sido sentido por ella aquella ocasión, estaba demasiado ocupada disfrazando su nostalgia.

-¿Yo no le he sido indiferente, verdad? -los ojos castaños de Granger lo observaron expectantes, inocentes, débiles... Sólo podía verle los ojos, como si hubiese hecho un acercamiento especial y nada más existiera frente a él.

-Deje de humillarse, Granger. Me ha hecho perder valioso tiempo por culpa de sus infantiles caprichos. -Hermione pareció evaporarse frente a él, avanzó tan velozmente por los pasillos que al segundo oyó sus pasos lejos.

Cerró y quedó adentro del despacho, confundido, con la mente en blanco y el corazón galopante. Se dejó caer en el primer asiento y se frotó la sien con insistencia, no recordaba un dolor de cabeza tan profundo desde hacía mucho.


Ginny no preguntó, se acercó a Hermione y la abrazó con fuerza. Ella se largó a llorar en su hombro desconsolada.

-Cálmate... -Hermione comenzó a hipar, cerró los ojos y su llanto se hizo sonoro, tuvo que ocultarse contra el hombro de su amiga para no despertar a su compañera de cuarto. ¿Por qué no podía parar de llorar? Quería dejar de hacerlo pero entre más trataba más fuerte se hacía su necesidad, se abrazó fuerte a Ginny y luego de un rato logró tranquilizarse. Se sentaron en la cama de la pelirroja.- Supongo que pasó algo...

-Se lo dije -los labios de Hermione temblaron pero respiró hondamente y se contuvo.

-¿Por qué?

-¿¡Por qué!? Me has llenado la cabeza con ideas acerca de que era posible que él... -la muchacha bajó el volumen y miró al suelo- ... porque soy una estúpida. ¡Soy una estúpida! -se tiró boca abajo en la cama y golpeó el colchón con su mano- Ahora debe estar riéndose de mí en su despacho...

-¿Qué te dijo?

-Se rió, se rió en mi cara, Ginny. -la pelirroja se mordió los labios por el enojo que le causó imaginar la escena- Claro que luego habló, me dijo que me humillaba, que era una niña, que no sabía lo que decía...

-¿Y tú qué le dijiste?

-Nada, le repetí que era sincera... Soy una idiota. Debí fingir haber tomado algún filtro de amor...

-¿Y tu poción? -Hermione la miró- Si la tomas te olvidarás de él y de todo esto.

Se hizo una pausa entre ambas, la castaña comenzó a ponerse su pijama y se escabulló entre las sábanas de su cama. Ginny se quedó con la pregunta, entendía que ella no iba a tomarse nada para desenamorarse.

La antigua prefecta de Gryffindor miró por la ventana cuando las luces se apagaron, estaba aturdida. Soltó un suspiro amargo al aire.

¿Qué había hecho?

¿Por qué lo había hecho?

Intentó no pensar en lo que Snape pensara ahora, revivía la escena en su mente, sus palabras, intentaba imaginar los gestos que puso al contarle, al dudar, debió parecer una loca mientras vaciaba la pócima en el lavabo... Ojalá tuviera un pensadero donde arrojar todo lo que la torturaba. No podía dejar de repasar sus frases, de ingeniar otras mucho mejores, más acertadas, de hacer algo, algo útil, algo para desmentirse o algo para que él accediera... Algo que no la hubiese hecho volver cabizbaja hasta su alcoba, algo que no le hubiese hecho sentirse miserable, estúpida, inmadura y absolutamente ridícula.

Ahora era tarde para hacer nada... sólo le quedaba lamentarse, saber que ya no lo tendría de ninguna manera, ni siquiera para ocultar lo que sentía...

Cerró los ojos, el dolor en su pecho imitaba la sensación de vacío, un vacío aquejante que llenaba de lágrimas el resquicio entre sus ojos cerrados, sollozó una vez más cubriéndose hasta la coronilla con las sábanas mientras dos lágrimas ardientes caían al colchón.


No pudo dormir, su rostro la delataba a la mañana siguiente, por suerte era una explicación suplente a sus ojos hinchados y enrojecidos por el llanto incesante de la noche. Había pensando que la humillación y la vergüenza serían el mal principal, pero no contó con el hecho de saber que le dolía él.

Snape se ausentó al desayuno y Hermione arrastró sus pies con aplomo hasta Pociones. Iba a ser duro.

Entró mirando el piso aunque él aun no hubiese ingresado al aula. Cormack se percató de su estado desahuciado y le ofreció una gragea para cambiarle la cara. Idiota Corkmack ¿desde cuándo una gragea de chocolate ayudaba a alguien a quien la noche anterior habían rechazado de manera tajante? Hermione se enfadó con él y encausó su mal humor al muchacho... hasta que la puerta se abrió de un golpe, como siempre, y Snape entraba a paso ligero, como siempre. Y como siempre se paraba ante su escritorio y les indicaba una página y se mantenía en lo suyo... Ojalá ella hubiera podido también actuar como siempre, pero cuando Snape lanzó una pregunta al aire, permaneció muda con la mirada perdida en su libro de pociones.

Si antes luchaba por no mirarlo, ahora no tenía fuerzas para hacerlo. Anoche le había dicho que no bebería la poción porque no quería dejar de sentir aquello que él le inspiraba, pero aquella mañana no sentía nada parecido, sólo amargura y un revoltijo en el estómago que le provocaba ganas de correr a vomitar. Quería huir. La lastimaba su presencia, la desgarraba el sonido de su voz, el movimiento de su capa, todo en él no hacía más que hundirle una daga en el pecho.

Snape detuvo su explicación cuando escuchó su sollozo, Hermione se dio la vuelta y salió sin pedir permiso del aula. Ginny vio que Snape vigilaba los movimientos de su amiga con el rostro ilegible y volvía a la exposición del tema, hubiese querido ir tras Hermione pero haría un bien mayor quedándose allí.

-... y cinco puntos menos para Gryffindor por el irrespeto de la señorita Granger. -agregó Snape mirando a los Gryffindor con suspicacia, todos continuaron con sus pociones y la clase siguió igual. ¡Qué desalmado era Snape! ¿Cómo podía gustarle tanto a Hermione? Anoche le había destrozado el corazón y hoy no mostraba consideración por su alumna.

-Hay gente que no merece lo que tiene -dijo de la nada Ginny mientras miraba a Neville, el profesor Snape pasaba detrás de ellos vigilando sus calderos y el joven Longbottom no tenía idea de lo que le hablaba repentinamente la pelirroja, demasiados problemas tenía ya con su poción.- Sinceramente, los insensibles no merecen que nadie se fije en ellos.

La chica Weasly miró con rencor al profesor una vez que siguió camino a su lado para inspeccionar otra mesa, parecía no haber oído o no haberse mosqueado en absoluto con sus palabras. Neville estaba desconcertado.

-¿De qué hablas, Ginny?


Era horrible, jamás lo hubiese imaginado así... De haberlo sabido hubiera hecho fondo blanco con su poción. No podía soportar nada y la suerte parecía querer refregarle a Snape por la cara con constancia, si no se lo cruzaba, alguien se lo mencionaba. Si nadie lo mencionaba, hablaban de Pociones que era más o menos igual, y sino recibía un ejemplar de El Profeta con mención a los héroes de la guerra.

Maldito y estúpido Snape.

Llegó al punto de que cada rincón del castillo le recordaba que estaba él, que ella se había humillado, que él no la quería y que ella era la estúpida... y que maldita había sido la hora en la que lo miró distinto a lo que se ve a un profesor.

Escondió el caldero negro debajo de su cama.

Pidió a Slughorn cursar con él Pociones. Minerva McGonagall no fue ajena al suceso, sumado al hecho de que varios profesores se habían lamentado de la ausencia de Hermione en la semana.

Durante la cena, la cabizbaja Hermione revolvía su plato sin hambre. Cuando Snape entró en el comedor y ocupó su asiento en la mesa de profesores, inmediatamente ella se puso de pie y caminó fuera del recinto. Los ojos negros del Pocionista la siguieron... y el ceño perpetuamente marcado, se suavizó.

De verdad que ella no quería huir, ni mostrarse vulnerable... él no merecía aquel placer. Ojalá pudiera parar de llorar, dejar de sentirse una tonta, volver el tiempo atrás o simplemente olvidar.

-Sopórtalo, sólo son unas semanas más -la animó Ginny una mañana. Ella arrastró sus pies hasta las clases, no podía oír nada, no podía completar sus tareas, cada línea se le hacía ilegible. Tenía suerte de ser lo suficientemente lista como para tener la certeza de que de alguna forma u otra aprobaría con un sobresaliente todos los exámenes. La última semana era solamente de exámenes, lo que aliviaba la carga horaria con Snape. Slughorn le comunicó que McGonagall no había aprobado el cambio por lo poco que quedaba de clases.

Fue una tarde de sol, esplendorosa, cuando la ex Jefa de la casa de Gryffindor entraba en la sala común. Hermione estaba adentro leyendo, sólo ella y su gato.

-Señorita Granger, estoy preocupada por usted. -la directora no pudo ocultar su especial debilidad por la amiga del señor Potter, se sentó en un sofá junto a ella. Hermione le sonrió, tenía los ojos enrojecidos y la mirada cansada.

-¿Por qué? -fingió desentenderse mientras dejaba el libro a un lado- Estoy bien.

McGonagall suspiró pesadamente.

-¿Pasó algo con el señor Weasley? -Hermione arrugó el ceño- Lamento inmiscuirme en su vida privada, no debe contestarme.

-No ocurrió nada, profesora.

-¿Por qué está faltando a sus clases?

-Ah... -la muchacha miró al suelo un segundo buscando una respuesta- Sólo fueron un par de días, tenía gripe.

-¿Y por qué pidió el cambio con el profesor Slughorn? -Hermione negó rapidamente con su rostro.

-Una cuestión de horarios -mintió de una manera bastante convincente, luego de tanto mentir ya estaba aprendiendo.

-Entiendo... Señorita Granger, es natural que a alumnas como usted le ocurra esto -la muchacha alzó la vista para seguir a su directora, que se ponía de pie y recorría la sala común observando sus detalles- Es lista y ha sido una alumna sobresaliente, como hija de muggles además sólo tiene este vínculo con el mundo mágico, además de sus amigos...

Hermione arrugó el ceño sin comprender.

-... Sé que siente nostalgia por acabar su tiempo en Hogwarts... -suspiró aliviada y siguió el discurso de su profesora mucho más relajada- Este sábado he planificado una fiesta con los graduados, se lo merece. Y recuerde que las puertas del castillo siempre estarán abiertas para usted.

No eran las palabras que Hermione más deseaba oír. No estaba de ánimos para una fiesta pero tuvo que sonreír a la consideración de su entrañable directora.


-¿Estás loca? -Ginny la golpeó en el comedor, Hermione apenas alzó la mirada hacia ella. Con el correr de los días había recuperado el apetito o su don de actuación, ya no se veía tan cabizbaja.

-¿Por qué?

-¡Acabas de aceptar ir a la fiesta del sábado con Cormack! -la castaña alzó los hombros despreocupada.- Ah... Bien pensado... -Hermione miró a su amiga con curiosidad, parecía tramar algo realmente despiadado.


Hermosa. Toda la torre Gryffindor de mujeres estaba concentrada en la sala común preparando a Hermione, Ginny les comentó que era indispensable que la deprimida muchacha se viese espectacular. Todas pensaron que era para darle celos a Ron con alguna foto que le llegaría por algún búho misterioso, donde la preciosa Hermione estuviese junto a Cormack. Cuando los preparativos terminaron, las muchachas acabaron satisfechas y procedieron a arreglarse así mismas para la fiesta.

-Ahora ese necio sabrá lo que perdió. -aclamó Ginny mientras terminaba de ponerse un poco de brillo labial. Hermione soltó un suspiro ante el espejo, realmente estaba hermosa. Sí, definitivamente hoy tendría que vengarse de Snape, sacar su mejor sonrisa y demostrarle que ella no era la perdedora en aquel juego.


Maldito el momento en el que aceptó a Cormack. El joven Gryffindor la paseaba por el salón con una sonrisa arrogante, vanidoso por enseñar su pieza de caza, el apretón de su brazo era fuerte y sus comentarios demasiado tontos como para poder fingir sonreír... hasta que Snape hizo acto de presencia en el salón, entonces los comentarios de Cormack se volvieron fascinantes y divertidos de repente.

Todo iba bien, los únicos invitados eran los alumnos de sexto. La fiesta se daba en un salón reducido, un poco más grande que el despacho de Slughorn. Hermione se encargó de conducir a McLaggen siempre del lado opuesto al profesor de Pociones. Snape llevaba una levita negra (como siempre) y por debajo traía una camisa de un verde tan oscuro que también parecía negra, tomó asiento junto al profesor de Historia de la Magia y ambos comenzaron a hablar, al parecer sobre algo serio.

Lo malo comenzó cuando llegó la hora de sentarse a cenar, era una mesa oval bastante larga para que entraran los alumnos de las cuatro casas, intentó quedar a una distancia prudencial de Snape para no tenerlo en su campo visual, pero Neville se hamacó hacia atrás en su silla ya vieja, y ésta terminó rompiéndose... tanta mala suerte tuvo el muchacho que acabó cortándose la cabeza contra el suelo y fue a parar a la enfermería junto a su compañera. Todos se volvieron a acomodar en la mesa de un modo diferente... y ella terminó frente a Snape.

La tensión no la dejó sonreír en salud a su mala suerte.

McGonagall se puso de pie con la copa. Genial, un brindis. Hermione intentó mirar a su directora fijamente para que no tuviera que concentrarse en la presencia de Snape.

-... y les deseamos a estos jóvenes, que han vivido momentos tan difíciles, un brillante futuro lleno de satisfacciones. -todos alzaron sus copas, Cormack hizo chocar la suya contra la de ella enseñándole una sonrisa coqueta. Ginny alzó la copa hacia Hermione mientras le guiñaba un ojo por lo bajo, la castaña sonrió.

Empezó la comida y ella se concentró en su comida mientras intentaba obviar las indirectas de Cormack. Ginny le dijo algo a lo lejos, intentó leerle los labios y abrió los ojos horrorizada a su idea. Se negó rotundamente.

-Y aquí tenemos a la señorita Granger -dijo de repente McGonagall que se encontraba hablando vaya a saber de qué, porque no había prestado atención- Cuéntenos qué piensa sobre su futuro.

-Quisiera entrar al Ministerio -fue su escueta respuesta, Cormack asintió posando su brazo en el respaldar de la joven mientras giraba su cuerpo en completa atención a ella.

-No dudo que lo logrará, es una muchacha muy capaz, será una excelente funcionaria - Slughorn alzó su copa por ella y los demás lo imitaron, Snape apuró un trago rápido.

-Le auguro un futuro brillante, señorita Granger... aunque no respete la Adivinación. -Trelawney la observó tras sus gruesos lentes esperando una réplica.

-Muchas gracias, profesora. -dijo con respeto, no quería seguir peleándose con los profesores a unas semanas de acabar las clases.

-Seguro te irá bien, Hermione -Hagrid volvió a alzar la copa por ella- Inteligente, bonita y, lo más importante, de gran corazón.

-Oh, los brujos se pelearán por ti, mi niña -le aseguró Sprout con una sonrisa cómplice, Hermione bajó la vista con timidez. Supo en ese momento que Snape oía en silencio lo que se hablaba y que estaría sintiéndose tocado por esas palabras.

-Pues por más que peleen, todos perderán -aseguró McLaggen enseñando una sonrisa elegante, se oyó un murmullo de risas- Mis padres... -continuó un discurso sobre su buena familia, acaudalada posición y valores de clan- ... y esperan que me una a una joven hechicera merecedora de portar el apellido... -Hermione no escuchaba, se miraba con Ginny de lado mientras la pelirroja le insistía con algo.

-¿Y usted que opina, señorita? -Trelawney no esperó a que respondiera, prontamente tomó la copa de vino blanco que tenía Hermione y comenzó a inspeccionarla, fue la profesora McGonagall la que se la quitó y se disculpó en nombre de Sybill.

La conversación tomó otros rumbos y a todos los alumnos les tocó pasar por el desafortunado interrogatorio sobre su futuro. Hermione volvió a ensombrecerse, tener a Snape enfrente la obligaba a mantener el mentón bajo y concentrarse en la comida, todo sabía amargo y por más que comiera seguía sintiendo el espacio vacío dentro suyo. Retiró el plato cuando las nauseas regresaron. Era horrible estar allí, supo que no lo soportaría.

-¿Qué tal un poco de música antes del postre? -la idea de Ginny no fue dicha porque sí, Slughorn asintió esperando escuchar algo de música de cámara, pero Luna tomó la iniciativa y puso algo más animado. Pronto fueron llenando la pista de baile. Cormack le tendió la mano y tuvo que aceptar. Lo que sea por estar lejos de Snape.

-Me alegra tener a la chica más hermosa de la fiesta. -se apresuró a decir su compañero mientras la pegaba a él en la pista, Hermione se separó abruptamente e intentó seguir el ritmo de la música.

-No soy un objeto que puedas tener, Cormack -aclaró mientras seguía escapando de la insistencia del joven, Cormack peinó sus rizos rubios con un gesto coqueto e hizo un guiño de ojo a Thomas... su compañero cambió el disco y puso un tema lento. Le ofreció una mano a Hermione y ella no pudo rechazarlo.

Las parejas se acaramelaron en la pista, McGonagall había tomado como vícitma a un muchacho alto de Hupplepuff. La mano de Cormack bajó a su cintura incomodando a Hermione, él tomó su cabeza por la nuca y la empujó para que se apoyara sobre su hombro pero la muchacha le dijo que no la tocara porque traía demasiado fijador y le arrunaría la ropa. No podía ver a Cormack y su sonrisa arrogante, así que observó sobre su hombro a las demás parejas deseando que la canción pasara lo más pronto posible.

-Hermione... -ella no le prestó atención, Cormack volvió a intentar- Herms... Hermy... -Nada. Seguían avanzando en círculos lentamente al ritmo melódico de la canción.- Granger... -ella se tensó y bajó los ojos al pecho de McLaggen, el muchacho le sonrió.- Eres hermosa, Granger...

Los ojos de la joven encontraron de repente los de Snape viéndola fijamente desde la mesa, se separó de Cormack con urgencia.

-Eh, vamos afuera... -improvisó para no tener que seguir en la pista ni volver a la mesa. Cormack aceptó gustoso y le ofreció su brazo para avanzar, Hermione lo ignoró y siguió camino fuera de la sala, tras los cortinados y de cara a los pasillos abiertos del castillo, donde las aberturas a modo de balcón dejaban pasar la brisa cálida del próximo verano. La música se escuchaba lejos, un par de parejas caminaban lejos de ellos y Cormack la buscaba insistentemente con la mirada.

Hizo un pase de magia con las manos y le entregó una rosa, Hermione no sabía cómo estar, estaba nerviosa y tenía el estómago revuelto.

-¿Te estás enamorando, eh? -Cormack la tomó de la cintura. -Me alegra que hayas decidido estar a solas... Así quería estar contigo. -Hermione empujó las manos del chico lejos de ella y dio dos pasos atrás.

-Me halagas y te lo agradezco pero... -él le cortó el paso y la observó con seriedad antes de volver a tomarla de la cintura y acercarla rudamente a su cuerpo. Hermione buscó una distancia apoyándose de puños en el pecho de Cormack.- Quiero ir a mi habitación... -quiso avanzar pero él mantenía su agarre firme, enseñó una sonrisa gentil.

-¿Tan pronto? -preguntó con inocencia fingida- Sólo dame un beso y me harás el hombre más feliz del castillo. Sé que no sales más con el perdedor de Weasley y... sé que te gusto.

-Veo que tu ignorancia no tiene límites, Cormack. Hazte a un lado, quiero irme.

-Sólo será un beso...

-¡Que no! -insistió ella pero el chico era aun más testarudo y estiró los labios para besarla, Hermione ya estaba preparando una mano para abofetearlo antes de que lograra su cometido.

-McLaggen -la voz sonó de espaldas a ella, pudo ver el rostro de Cormack serio y pálido viendo fíjamente tras Hermione, sus manos soltaron la cintura de la joven de inmediato- ¿Por qué no va a ver si el señor Longbottom ya está bien? -otro interrogante que no parecía preguntar sino ordenar. El chico apretó los labios con frustración, se despidió de Hermione y pasó a través de las cortinas para regresar sobre sus pasos. Hermione se quedó quieta de espaldas a la voz.

Él seguía allí y aun parecía tener el don de hacerla temblar de ansiedad sin estar enfrente suyo. ¿Por qué él? ¿Por qué así? Hermione sintió la angustia en su pecho expandirse de repente, el vacío, la desesperación. Y él seguía allí, detrás de ella, ¿viéndola? ¿esperando algo?

Muchas veces la tristeza se viste de furia, y la debilidad de la ternura hecha añicos, supura veneno.

-No es necesario que haga ronda por mí, profesor -dijo de forma premeditada esperando a que Snape se retirara. Había usado sus palabras y sabía que el profesor tendría tan buena memoria como ella... pero no oyó sus pasos alejarse. Permanecieron en silencio un momento.- Ni que me cele.

Lo sintió retener una carcajada en la garganta, imaginó su gesto irónico.

-No soy Flinch, señorita Granger -repuso él con el tono de voz ladino que utilizaba usualmente. La poca luz de luna que ingresaba tras los balcones reflejaba la silueta estrecha de la joven forrada por aquel vestido rosado; los hombros desnudos y su cabello recogido apenas rozándolos.

Ella se dio la vuelta y destiló cierto rencor en la mirada.

-Tampoco es mi padre para ahuyentar a mi pareja. -Snape miró al suelo mientras asentía con una mueca dubitativa.

-Puede acompañarlo a la enfermería si quiere -espetó con su tono frío mientras se giraba para volver a la fiesta, Hermione se cruzó frente a él cortándole camino y lo observó fijamente con los ojos llorosos.

-¿Por qué lo ha hecho? ¿Le gusta burlarse de mí, cierto? -el desafío fue lanzado, Snape recogió el guante.

-No es mi intención.

-No le creo -ella se limpió una lágrima antes de que cayera y volvió su vista al profesor, él sólo quería que la muchacha saliera de su camino para poder retirarse.

-Está actuando de un modo infantil de nuevo -le advirtió el hombre antes de dar otro paso, pero Hermione volvió a cortárselo.

-Con "de nuevo" se refiere a lo que pasó la otra noche ¿cierto?- los ojos negros del príncipe mestizo bajaron hasta ella- Ya le he dicho que no soy una niña. Deje de burlarse de mí.

-Lo es, Granger... -Snape se cruzó de brazos y vigiló cansado el rostro de la chica- Lo que está haciendo ahora es signo de que aun no ha madurado. -explicó señalando con la mirada el rostro húmedo de la muchacha.

-¿Qué? -no podía creer la frialdad de sus palabras. Así que él creía que cada emoción que brotara de ella, sea de amor o de tristeza, se debía al hecho de que era una pequeña inmadura- No tiene idea de lo que habla, señor. ¿Sabe porqué estoy... así? -preguntaba de forma retórica mientras se señalaba el rostro- No sólo porque usted, con el debido respeto, es un... un... un insensible. No lloro por eso, señor. Quizá le suene familiar... -Hermione pareció reflexionar sus próximas palabras mientras secaba un nuevo llanto con el revés de su mano y volvía a mirarlo con decisión.- ¿Sabe por qué lloro? Porque me he enamorado de alguien que no me corresponde.

Sus palabras hicieron eco en la mente del profesor.

La impaciencia de Snape se evaporó en el aire y una nueva brisa estival sacudió los cabellos de Granger, arrojando un par de mechones sobre su rostro. Al terminar de decir sus palabras, la señorita Granger dio media vuelta y caminó aprisa lejos de él, de regreso a la fiesta. Severus sintió frío correr por su piel y un peso muerto volcó su estómago. Sus ojos también brillaron temblorosos en la soledad del corredor.

Granger no entendía nada. No sabía nada.

Snape suspiró cansado dándose cuenta de que él tampoco, jamás se había puesto a intentar encontrar las respuestas. Si surgía una duda, alguna perturbación, se deshacía de ella en el pensadero para mirarla "después", un después que esperaba convertir en nunca.

Esa noche no arrojó la escena al pensadero, pero tampoco volvió a la fiesta y prefirió no pensar en lo que había ocurrido, en lo que estaba ocurriendo y en lo que podría pasar. El lunes a primera hora se presentó ante McGonagall.

Él era el profesor, el adulto y quien debía saber qué hacer aun entre su ignorancia.

-Quisiera que Slughorn me reemplazara estas semanas que restan -no tenía excusas para decir el porqué de su inesperado retiro, Minerva lo observó seriamente mientras se ponía de pie como él, dejó la pluma con la que firmaba algunos pergaminos a un lado.

Snape esperó su respuesta con paciencia mientras cruzaba los brazos bajo su capa, tomando el aspecto que le había ganado su mote de "murciélago".

-Lo siento, Severus. Entiendo que ha sido muy pronto para reincorporarte a la planta luego de lo que ha sucedido... -McGonagall seguía de espaldas a él buscando algo en una estantería repleta de objetos.- Pero no puedo darte de baja y llenar a Slughorn con tus clases tan repentinamente, sobretodo estando tan cerca de los exámenes...

-Entiendo. -no podía protestar sin un buen argumento, se sintió observado y vio el cuadro de Dumbledore sonriéndole suavemente.- Con permiso...

-Severus... -el hombre se dio la vuelta para mirarla, McGonagall permaneció quieta aun de espaldas a él- ¿Hay algo que quieras decirme?

Snape ya había oído esa frase cientos de veces, era de Dumbledore. No esperaba que Minerva fuese igual de intuitiva así que no hizo más que soltar un "No" con contundencia. Ya iba a retirarse cuando vio a la profesora darse la vuelta y caminar hacia él, apoyó una taza sucia sobre el escritorio. Severus arrugó el entrecejo confundido.

-¿Estás seguro?


Snape salió consternado de la oficina de la directora y caminó con la misma expresión hasta su primer clase. No podía ser cierto... él no se lo dejaría ni siquiera considerar... no...

-Página... 73... -dijo agotado sin querer ejercer su rol con propiedad. El dolor en su cabeza aumentó considerablemente. No podía ser... No era verdad...

El almuerzo encontró ambas bancas vacías.

Snape se encontraba en su despacho, corrigiendo unos pergaminos. Faltaba muy poco para los exámenes, incluso pensaba adelantar una tanda para no tener que tomarlos todos juntos y así tener una distancia de tiempo para corregir y buscar más errores que los de siempre, estaba decidido a que su fama de héroe quedara por debajo de su leyenda de profesor estricto y de temer.

Tomó el mapa del merodeador. No es que la buscara, pero estando todos en el gran comedor no fue difícil percibir el único nombre que se encontraba de nuevo en territorio prohibido. Dudó en su lugar, dijo la frase y el mapa se puso en blanco, él también.

Permaneció en su escritorio un minuto más antes de terminar de decidirse y finalmente se puso de pie con ímpetu y salió del castillo sin acordarse siquiera de colocarse la capa. Empuñaba con fuerza su varita y los cuadros del castillo murmuraban a su paso.

Pero toda la decisión se acabó a dos metros del primer cerco de pinos... se quedó allí pensando un momento. ¿Estaba siguiendo las reglas de Hogwarts o estaba persiguiéndola? Protestó frunciendo los labios y miró de refilón la cabaña de Hagrid, caminó hacia ella a zancadas.

Era necesario un castigo, pero él no tendría porqué darlo. Golpeó con fuerza la puerta del guardabosques... pero nadie respondió. Cierto, todos estaban en el almuerzo.

Snape pensó en sus opciones: podía volver al castillo y hacer como si nada, o podía adentrarse en el bosque y castigar a la señorita Granger como se lo merecía.

Mientras pensaba, una parvada de aves rompió en vuelo sobre la copa de los árboles... apretó con fuerza su varita y bufando la molestia que se tomaba, comenzó a caminar dentro del bosque.

Intentó no meditar mucho acerca de lo que su alumna haría allí en esos momentos, ni porque él insistía en descubrirla.

Tardó bastante adentrándose a ciegas en el bosque, no quería usar el mapa del merodeador para que ella no lo viese con aquel objeto en posesión. Debía recordar cobrarse todos aquellos inconvenientes una vez que la encontrara.

Mientras andaba, no pudo evitar recordar su anterior caminata con Hermione... es decir, con Granger, y el hecho de haber designado luego a Hagrid como compañía para ella... Le molestó que el profesor de Cuidado de las Criaturas Mágicas le recordara que los había visto juntos. Si Hagrid supiera lo que había ocurrido aquella noche en su despacho...

Granger y su confesión.

Meneó la cabeza sin querer pensar en ello mientras avanzaba sin mayores inconvenientes por un claro oscuro en el bosque, los alerces se alzaban a una altura bastante respetable y sus ramas cubrían como cúpula la luz del sol. Estaba oscuro allí, para tratarse del mediodía.

Sintió el crujido de una rama a sus espaldas y volteó esgrimiendo duramente la varita al frente. Ella estaba allí y parecía sorprendida también por el abrupto encuentro, en su mano izquierda sostenía un canasto con algunos ingredientes que reconoció.

-Sabe que no debe estar aquí. -la voz de Snape se deslizó con una frialdad violenta, el gesto en su mirada era extremadamente severo.

-Sí, lo sé. -la muchacha le otorgó una mirada de desprecio mientras caminaba delante de él como si no existiera, pasó por su lado y continuó su camino.

-Granger, volverá al castillo a-ho-ra -ella dio un respingo y se volteó a verlo con seriedad, ya tenía los ojos húmedos y eso exasperó al profesor de Pociones.

-Estoy en medio de un proyecto.- contestó con brusquedad. Snape arrugó la nariz con algo de impaciencia.

-Está en medio del bosque prohibido y volverá al castillo, conmigo, ahora. -Hermione continuaba allí, vaciló en su lugar con impotencia, queriendo decirle algo. Snape temía por ese estado en ella.- Ahórrese la saliva y haga lo que le ordeno.

-Usted sabe que la prohibición es injustificada, hemos combatido contra amenazas peores que un par de arañas y...

-¡¿Qué hacen aquí?! ¡Contesten! -una tercera voz masculina prorrumpió en el claro, Snape tomó su varita con fuerza y Hermione hizo lo propio con la suya. Una sombra surgió por detrás de un árbol, era un centauro de aspecto rudo y salvaje.

Hermione no respondió, dio un paso hacia atrás mientras fruncía el ceño preocupada, Severus en cambio dio un paso adelante y se interpuso entre ellos.

-No es de tu incumbencia. -Era Snape al fin y al cabo, los ojos de su alumna vacilaron entre ambos hombres. El centauro no parecía complacido con la respuesta, respiró con dureza y dio unos pasos más dentro del claro, mientras quitaba lentamente una flecha del recipiente a sus espaldas y la encaramaba en su arco sin dejar de mirarlos.- Vuelve por donde llegaste y nosotros haremos lo mismo.

-Yo no he llegado de ninguna parte, el bosque es nuestro territorio. -esta vez Hermione se colocó a la par de su profesor sujetando fuertemente la varita.

-Es de ambos, así como Hogwarts está abierto a ustedes. -los ojos del profesor la miraron desaprobatoriamente por su interrupción.

-Ya han hecho bastante arrojando aquí sus amenazas. -el centauro los apunto y comenzó a tensar la flecha en el arco.- Largo.

La Gryffindor no parecía dispuesta a retirarse, iba a protestar pero Snape bajó su brazo tenso y guardó la varita. Observó con reproche al centauro y se dio la vuelta... Hermione lo vigiló un instante, también le echó una mirada nada amistosa al centauro y siguió a su profesor. Ya a unos pasos, él comenzó a reclamar:

-¿Ha visto lo que su testarudez provoca, señorita Granger? Estará satisfecha.

-Ciertamente, no. -ella no lo veía, caminaba con el rostro tenso bastante enfurecida, a Snape le divirtió un poco aquel cambio de actitud, tan distinto a la muchacha que se había adentrado con él en el bosque hacía no mucho tiempo.

-¿Qué quería sacar de esto?- la miró de reojo, ella le devolvió la mirada aunque al segundo la volcó al suelo.

-Con el debido respeto, no es su asunto. -la impertinencia estaba demasiado a la vista. El profesor se esforzó por conservar la compostura, debía sacar paciencia de donde no tenía. Entendía a Granger... y la perdonó. Siguieron en silencio hasta el castillo, ella se perdió con rumbo a la torre de Gryffindor y él emprendió camino a su despacho, aun tenía tiempo antes de su próxima clase.

"No es su asunto" Ingenua Granger, Snape había corroborado en sólo un vistazo que sí era asunto suyo y sabía perfectamente porqué estaba en el bosque y qué contenía la cesta.

-... la poción del olvido... -masculló en silencio mientras echaba una mirada perdida a su pensadero. No debió usar legeromancia, tuvo miedo de lo que fuese a ver en aquel ínfimo segundo de observarla a sus ojos cafés, pero lo que vio no fue totalmente aterrador para él.

Iba a olvidarlo... Suspiró sonriendo, no porque Granger se tomara tantas molestias, no porque fuese al bosque por ingredientes para forzarse a olvidarlo a él... sino porque le pareció acertado pensar que era la primera vez que alguien... lo consideraba... así.

Sin embargo rió, porque Granger no podría obtener todos los ingredientes del bosque para su fórmula y porque no conseguiría en Hodsmade el resto. No fue una carcajada malvada ni jactanciosa, sino una profundamente inocente.

Severus no pudo evitar la sonrisa que se le dibujó en medio de la clase de Pociones de cuarto año mientras revisaba unos pergaminos en su escritorio, los alumnos temblaron en el banco por aquel hecho inédito.


Cuando Ginny supo la decisión de Hermione no pudo responder nada. Por una parte, le pareció tonto que lo hiciese luego de padecer aquellos días luego de la confesión habiendo tenido su filtro de desamor en mano (claro, antes de arrojarlo por las cañerías). Ahora debía comenzar todo de nuevo, con una fórmula más simple pero más poderosa y efectiva. Se olvidaría por completo de Snape y lo que sentía por él. ¿Qué iba ella a decirle? Detestaba verla mal, con la mirada a gachas o perdida, con el espíritu caído, con aquella brusquedad con la que se comportaba siempre que Snape estaba cerca. La violencia del nerviosismo, el reproche duro en su mirada por no ser correspondida...

Ginny también se sentía culpable por haber alentado a Hermione a hacer tremendo ridículo de cara al profesor. Le había fallado como amiga y no sentía que enmendera la situación quedándose con ella para funcionar de paño de lágrimas... aunque ya habían pasado días sin que la viese soltar una sola lágrima. Le contó que Snape la había encontrado en el bosque, Ginny no dijo nada entonces, pero le pareció demasiado cuestionable la coincidencia. ¿Siempre él? ¿Siempre él en todas partes? Tampoco había opinado nada cuando le contó que la había interrumpido al estar a solas con McLaggen, pero para ella sólo había una explicación a tal acontecimiento.

Hermione le había contado con detalle cada palabra que soltó Snape. Él jamás dijo que no la quisiera. Es cierto... la había llamado niña, había recalcado que era su alumna, pero en ningún momento había dicho que no le agradara ella... Quizás hubiese querido ser suave, es cierto. ¿Snape queriendo ser suave? Ginny suspiró, las intrigas amorosas eran difíciles de resolver, pero tratándose de alguien como él la dificultad aumentaba exponencialmente.

-¡NO! -el lamento de la pelirroja alarmó a toda la sala común. Sostenía temblorosa en sus manos un papel, Hermione dejó de lado el libro que leía, se deshizo del peso de Crookshanks de su regazo y avanzó preocupada a su amiga. Eran sólo los horarios de los exámenes. Bufó de regreso a su asiento diciendo que no era para tanto- ¿Que no es para tanto? Pensé que sería en las últimas semanas pero este mismo viernes tengo el primer examen.

Hermione parecía muy divertida con la pena de su amiga, sin duda ya estaba superando su tristeza.

-¿Y de qué es el examen? -la simple mirada de la pelirroja le respondió, Hermione torció una mueca con sus labios y volvió la vista a su libro.- Yo la tengo en la última semana.- dijo con simpleza, obviando olímpicamente la idea de que Pociones era impartida por su profesor. Ambas se sumergieron en sus pensamientos, Ginny sospechaba en qué pensaría ella pero no quiso decir nada al respecto hasta que la escuchó murmurar- El viernes estará lista la poción...

El viernes no tardó en precipitarse sobre ellas. Ambas estaban tensas durante aquel almuerzo, como Snape había separado la clase en dos partes, sólo Ginny tendría el examen. Hermione esa misma tarde, justo cuando terminara la jornada, bebería su poción del olvido y todo quedaría en un pasado lejano.

Ignoraría todo, el hecho de que se había enamorado, que lo quería, porqué lo quería y lo que sufría. Olvidar esto último era el objetivo, pero para hacerlo debía dehacerse de los bellos recuerdos anteriores. Hermione conocía el riesgo, ya había determinado (erróneamente) con anterioridad que sufrir valía la pena si conservaba lo bueno que él le despertaba, pero lo bueno se había esfumado por completo y sólo quedaba la hiel del desamor. Debía olvidarlo.


El examen de Pociones era el mismo de siempre: una lista de pociones y un par de horas para realizarlas todas a la perfección. Snape permanecía sentado y de vez en cuando caminaba por entre las mesas para verificar que nadie le susurrara a ningún alumno perdido sobre el procedimiento correcto o los ingredientes indicados. Cada cual podía realizar las pociones en el orden que más le conviniera, no había problemas con ello sino en terminar a tiempo y a la perfección.

Ginny comenzó por las pócimas más fáciles para sacarle ventaja al reloj. Cuando faltaba poco para finalizar el examen, tensa de los nervios y sudorosa por la exigencia, debió elegir en qué orden realizar las últimas dos. No supo porqué comenzó con la dificultosa poción Muerto en vida pero cuando se cortó con el cuchillo intentando realizar la última, la Amortentia, supo que todo era por algo.

-Profesor... -todo el aula murmuró algo, más no sea un respiro incómodo, solicitar la presencia de Snape en un examen era casi autoinmolarse, pero el hombre apretó el paso al ver la sangre escurrirse por la mano de la joven Weasley, le extendió un pañuelo y le reprochó ser "tan torpe como un troll". -No he terminado el examen... -le murmuró con la expresión en su rostro bastante desesperada, sabía que no finalizar hasta la última poción le valía un desaprobado más allá de que las demás estuviesen bien o mal. Snape bufó mientras parecía sopesar su decisión.

-No aprobará. -dijo sin más, sabía que si le extendía el plazo para realizar el examen en una próxima oportunidad, encontraría cientos de alumnos "suicidas" lastimándose con tal de correr la fecha de la evaluación.

-¡Pero sólo me queda un ingrediente! -Ginny le imploraba con los ojos inyectados en llanto, Snape la observó con desdén mientras apretaba sus gestos desaprobatoriamente.- Simplemente, necesito que alguien más eche el...

-¡Shhh...! -el profesor chistó, si ella revelaba el procedimiento o algún ingrediente, cualquier alumno que no lo supiese podía sacar provecho de ello.- Escríbalo, lo acabaré por usted según sus instrucciones... y no corregiré NADA. -recalcó impaciente, Ginny no perdió tiempo y le anotó las últimas acciones: echar las "X" que había picado y revolver hasta el hervor. Snape lo hizo sin rechistar pero en una postura bastante más rígida que la normal, sus alumnos lo observaban con resquemor, como si le estuviese haciendo un favor a la chica Weasley, pero nadie se atrevió a cuestionarlo. Pronto terminó y la dejó a solas con el caldero, Ginny le devolvió una sonrisa agradecida y procuró tomar muestras con su mano sana para dejarlas en las probetas que él evaluaría... Cuando Snape estuvo de espaldas lo suficientemente lejos de ella, lo hizo.

Porque no por nada se había cortado haciendo la Amortentia y no por nada la Amortentia revelaba el aroma de quien su hacedor estaba enamorado... porque no por nada le rogó a Snape acabar la poción.

-No puede ser...

La sonrisa que Ginny exhibió hubiese sido evidente a no ser porque Snape estaba de nuevo en su escritorio ordenando las probetas que habían sido ya entregas. Ginny se apresuró a entregar las suyas, quería salir corriendo de allí con los restos de la poción de su caldero para mostrársela a Hermione... y como suele ocurrir con los nervios y la impaciencia, la chica Weasley se enredó en sus propios pasos y vertió todo el contenido del caldero sobre el suelo, manchando en el camino las túnicas de varios compañeros. No alcanzó a ponerse de pie cuando la sombra de Snape ya estaba sobre ella.

-No se apresure tanto por irse, señorita Weasley. Está castigada hasta después de hora. Comience por limpiar este desastre YA.

Hasta el último alumno se había ido ya mientras ella seguía obedeciendo los desagradables encargos de su aun más desagradable profesor de Pociones. El piso estaba limpio y todo estaba ordenado, pero ahora él la disponía a cortar en cuartos unas anguilas disecadas. ¿Cómo podía Hermione amar tanto a este hombre?

-Y borre esa sonrisa, Weasley. -Snape la vigiló por encima de su pergamino, Ginny emprendió una mueca seria pero el resquicio de sus labios temblaba con el solo hecho de saber lo que había olido en la Amortentia del temible profesor de pociones- ¿No me oyó?

-Oh... Severus ¿estás ocupado? -Slughorn ingresó en el aula sin esperar la respuesta de su colega y en un santiamén estuvo frente al escritorio de Snape, quien lo observaba por sobre el entrecejo con el rostro impasible.- Necesitaría pedirte un par de ingredientes, un muchacho de mi clase volcó todo el polvo de habas cuando...

Snape no parecía interesado en terminar de oír su excusa, se puso de pie y rápidamente buscó en la estantería, extendiéndole un frasco pequeño. Slughorn sonrió.

-Y si no te molesta... un poco de aquel néctar, ya sabes, para la poción del olvido.- Snape volvió refunfuñando a la estantería. Empalideció.

-No está... -murmuró para sí mismo, pero Horace escuchó y se lamentó en su sitio.

-Oh, tendré que improvisar un nuevo requerimiento para el examen, ya sabes... Es una pena, realmente una pena. Disculpa que te haya molestado, Severus. -Snape se dio la vuelta viendo al hombre salir por donde había ingresado, la expresión en su rostro parecía preocupada, bastante. Encontró los ojos de Weasley escudriñándolo y regresó un gesto hosco a su rostro. Por alguna razón, le pareció que la muchacha estaba aun más pálida de lo normal.

-¿Puedo ir al baño? Es una emergencia.

-No... -resopló Snape.- Acabe eso y puede marcharse.


Cuando Ginny llegó al baño de chicas al trote, vio a Hermione salir con una sonrisa tranquila.

-Hermione... escucha... sobre Snape...

-Ah, sí... ¿Cómo te fue en el examen? -la pelirroja recuperó el aliento decepcionada, bajo su mano Hermione traía el caldero pequeño vacío y limpio. Ya estaba hecho. Levantó la vista hacia sus ojos intentando improvisar la "legeromancia" natural que existe en todas las mujeres, pero sólo notó en ella la paz y la seriedad de siempre.

Ya estaba hecho.

-Creo que bien, aunque tropecé y me castigaron hasta después de hora... -Hermione no exhibió rastro de dudas, se sonrió y se burló de ella al tiempo que atinaba alguna frase sobre lo malhumorado que era el profesor Snape. Ginny miró al suelo, ahora veía ausencia en la mirada que se llenaba de significado cuando pronunciaba su nombre. Guardó silencio, un doloroso silencio. Quizá debía ser así.


La Ignorancia, todas las preguntas al unísono perturbando a quien siempre dijo "ya lo sé".

Snape corroboró que la señorita Granger había tomado la fórmula del olvido en la cena. Entonces se dio cuenta de que cuando había comenzado a fijarse en ella por un comportamiento que le pareció extraño, ella ya estaba "afectada". ¿Cuántos meses? ¿Por cuánto tiempo? Tuvo que reprimirse de mirarla, porque McGonagall a su lado lo observaba con sospecha.

La primer clase el efecto del olvido fue más que evidente. Ella estaba en el primer banco y su mano se alzaba en alto, su mirada lo perseguía por el salón con la expresión limpia de todo, menos de atención.

Por los pasillos al cruzarla, ella le dedicaba una breve reverencia con la cabeza al tiempo que se sonreía honestamente como saludo... y en el último partido del año, de Gryffindor contra Slytherin, los ojos de Granger jamás se fijaron en él a pesar de su insistencia.

Y entonces lo supo, supo aquello que había estado ignorando todo el tiempo.

Y le dolió saberlo.

En la frescura y la despreocupación de Granger, podía saber que era el único que recordarba sus lágrimas y sus dulces palabras en el tono rudo y arrebatado que había empleado para no desnudarse tan de repente. Ahora entendía que había sido sincera.

Y se dio cuenta que el único deshonesto había sido él.

Hundió su cabeza en el pensadero esa noche, revivió todo aquello que había decidido dejar en un olvido parcial. Jamás debió hacerlo... porque lo extrañó todo, todo lo deseaba de regreso... ¿En qué clase de monstruo desquiciado estaba convirtiéndose? Se detestaba. Su pecho se agitó con incomodidad, con desesperación... con tibieza.

"Granger..."

Se odiaba.

Y empezó a odiarla a ella, a la ausencia de toda emoción en su mirada. Esto no era siquiera indiferencia, era completa normalidad. Indiferencia había sido aquello que ella fingió al comienzo del curso. Recordó la vez que la vio retroceder en la puerta del aula... su nerviosismo, su incertidumbre, su indecisión... la mirada huidiza, el tono tímido de su voz.

"Yo no le he sido del todo indiferente." No, no, Granger... Snape se frotó las sienes y bajó el mentón cansado, aturdido, derrotado.

"... no quiero olvidar todo esto que siento cuando estoy con usted." Apretó la mandíbula y tragó saliva duramente mientras escondía la mirada entre sus manos.

No faltaba mucho para el final de las clases y sus síntomas empeoraban. La torpeza, la duda, la falta de estabilidad, la querella de cada comida en el comedor para no mirarla, su concentración huyendo durante la exposición en la clase cuando se cruzaba con la mirada de ella. El golpeteo de los recuerdos en las sombras de su habitación cuando intentaba conciliar el sueño, Granger en su vestido de fiesta, Granger caminando a su lado, reteniendo todo aquello que soltaría esa noche fatídica, Granger bajando la mirada ante él, Granger tensándose cuando él examinaba la poción... Snape se sonrió.

Abrió los ojos en la oscuridad de su habitación y recordó la noche que soñó con ella.

¿Cuánto tiempo había estado "afectado" él? Recordó conversaciones en la mesa de profesores y sobretodo recordó la charla que había tenido el lunes anterior con McGonagall.

"¿Hay algo que quieras decirme?" Él negó, pero ella le presentó la taza que Sybill Trelawney se había apropiado para un análisis. La profesora de Adivinación sólo se divertía a modo de chisme cuando le dijo a McGonagall que veía en la borra del té de Snape que estaba sintiendo nuevamente algo por alguien, por una muchacha. Minerva se sonrió entonces, pero a medida que los hechos se sucedían, justo luego de que el estado de tristeza de Granger fuera evidente y ella pidiera un cambio de profesor de Pociones... a sabiendas de que Snape era un tutor extra para ella... Todo fue muy evidente.

"¿Ocurre algo entre la señorita Granger y tú, Severus?" Snape negó nuevamente a pesar del cúmulo de hechos sospechosos. Minerva no quiso insistir con la pregunta, sólo le dijo que se permitiera sentir como quien comenta el clima.

Pero Severus Snape ya había sentido antes y no había sido exactamente una experiencia grata. Recordó de repente las palabras de Granger aquella noche durante la fiesta:

"¿Sabe por qué lloro? Porque me he enamorado de alguien que no me corresponde." Había sido un golpe bajo. Era casi como el karma que había sido cobrado anticipadamente. Snape agachó la vista, la voz de Granger hizo eco en su mente de nuevo, se sonrió... porque le hubiese encantado que estuviera ahí para corregirla por tan falaz aseveración.


Los estudiantes son como golondrinas a la inversa, huyen en primavera y vuelven cuando los arces comienzan a sonrojarse. Aunque esta vez no volvería...

Snape agachó la cabeza cuando la señorita Granger avanzó hacia el atril del director a dirigir unas palabras al alumnado antes de que todos pasaran la última noche en el castillo, la última para siempre en el caso de ella.

No escuchaba sus palabras, pensaba en que jamás volvería a oírla a hablar... la Insufrible Sabelotodo...

"Baje la mano, niña tonta." Se sonrió amargamente, era lo primero que le había dicho. ¿Ella lo recordaría?

El auditorio rompió en aplausos, él los imitó a desgano por cortesía y de pronto la muchacha pasó a saludar con un apretón de manos y los ojos en llanto a cada profesor. Cuando le tocó su turno, notó la mirada resuelta de la muchacha regalarle una última emoción: gratitud. Duró poco, ella buscó la mirada de Hagrid y se lanzó hacia él para abrazarlo con fuerza.

Snape vigiló a los demás alumnos que vitoreaban felices por terminar el año escolar, sacudió su capa y desapareció hacia las mazmorras.


Era incorrecto. Había hecho muchas cosas incorrectas en su vida pero esta era... distinta... y no podía permitirse realizarla.

La mañana despuntaba, el castillo ya estaba vacío, los alumnos habían partido temprano camino a la estación. Snape vigilaba el horizonte desde la ventana de su despacho. Tenía todo empacado, incluyendo a su lechuza negra que rezongaba en la jaula.

¿Qué hacía ahí? Torturarse por última vez. Reconocer que por primera vez conoció lo que era ser querido por una mujer. Rememorar cada instante, volver a trazar su rostro antes de que los años y el olvido terminaran borroneando su imagen, sus ojos amarronados, su cabello revuelto, su mano en alto, su tono seguro, su mirada decidida. Su nombre. Repasó también lo que sólo él conocía, las miradas, las sonrisas y las palabras que sólo él había visto y escuchado. Sus lágrimas.

-Profesor, Snape... -Flinch entró en el despacho con algo en la mano, lo sacó de su ensimismamiento.- Los elfos dicen que encontraron esto en una de las habitaciones de Gryffindor, algún estudiante ha de habérselo quitado...

Snape no dijo nada y Flinch, ofendido por no recibir siquiera un agradecimiento, volvió sobre sus pasos luego de dejar el caldero negro sobre un escritorio vacío.

El profesor le dedicó una mirada suave al recipiente y se sonrió de igual manera mientras volvía la vista la ventana. Ahora le tocaría a él arrastrar las cadenas de aquellos sentimientos, herido por haber permitido que ella penetrara antes de que él siquiera se decidiera a hacerle un lugar. Había vuelto a sentir, no sabía si debía agradecérselo o reprochárselo. Le recordó que estaba vivo, que su alma no se había congelado como él pensaba... Sí, debía agradecérselo. Una mueca parecida a una sonrisa ensombreció su rostro con pesadumbre mientras veía por el cristal.

El humo negro del tren de Hogwarts partió el horizonte para recordarle que estaba llevándosela para siempre de él... y sin ningún recuerdo de él.

Era justo.

-Adiós... señorita Granger.

FIN


N/A: Hola, esta es la parte en donde todas me odian.

Ahora, si me disculpan, tengo que hacer tiempo... no sé qué escribir... agradecimientos a Roxette, Madonna, James Blunt (para las partes emo) y más etc.

Debieron quedarse con el oneshot y la idea en su mente de estos dos, ¿no? ¡Que levante la mano la que quería un final feliz y ahora está asorada frente a su monitor tras la separación abrupta de ambos...!

¿Qué puedo decir? Hermione necesitaba hacer lo más racional, ella es así... ¿o no?... Snape no puede correr tras una niña, sobretodo porque aun no se adapta a la idea de haberse enamorado en todos esos meses de ella, de haber sido incluso instigador de su enamoramiento, de haberla buscado, de disfrutar de su compañía... No se permitió considerar la opción, evidente, de que ella sintiera algo por él, tampoco que él sintiera algo por ella... ¿cómo iba a considerar que podían intentar ser una pareja? ¿Intentar amarse?

Bueno, eso responderé ahora xD

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Buscar en youtube la canción "End Theme" de "Cinco Centímetros por Segundo"

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EPÍLOGO

Vió a la nube de humo negra del tren ponerse borrosa, se restregó los ojos y los abrió abruptamente.

Un gato de apariencia bastante extraña saltó sobre su regazo.

-¡Flinch! -el celador no respondió, Snape tomó al gato de mala gana y lo arrojó al suelo... pero el animal volvió sobre él. No le quedó más remedio que ponerse de pie y examinarlo. A simple vista no era Norris, era decididamente distinto. Arrugó la nariz con tedio mientras lo examinaba. Llevaba un collar.- Veremos... ¿quién ha sido el torpe que...?

"Hermione Granger"

Se sonrió. Maldito destino.

Tomó un trozo de pergamino, buscó una pluma y un tintero desarmando por completo su prolijo equipaje. Abrió la jaula de su lechuza, le ató la carta escueta y la hizo volar.

Sí, no debía ser él quien se molestara en hacerle llegar el mensaje, o el gato, pero tampoco debió ser él quien la persiguiera en el bosque prohibido, ni el que debió darle clases aparte para su poción, ni el que espantara a McLaggen, ni el que...

Antes de que terminara de sopesar su interferencia constante en el año de Granger, o antes de que acabara de borrar su sonrisa satisfecha y ansiosa, la lechuza negra volvió al aula y se posó sobre un banquillo pidiendo comida. Snape arrugó el entrecejo, dispuesto a reclamarle al animal por no haber cumplido su encargo, pero vio que en su pata ya no estaba la carta que había escrito. Se extrañó más.

Y su sorpresa fue mayor cuando el gato color caramelo saltó de la silla en el escritorio y corrió apresurado tras de él.

La puerta de su despacho se abrió. Snape se dio la vuelta y quedó pasmado con la imagen: la señorita Granger alzaba al animal, en su mano sostenía una nota... su carta.

-Lo siento, profesor... -dijo al darse cuenta que no se había anunciado, dejó al animal en el suelo y avanzó hacia él con una sonrisa despreocupada en el rostro. Severus la contempló con serenidad manteniendo la seriedad en su rostro.- Gracias por hacerme llegar el mensaje, estaba buscándolo. Perdí el tren... cuando me di cuenta de que había huído estaba en la estación y... Hagrid me llevará de regreso, de alguna otra forma. -explicó rápidamente, Snape asintió sin decir nada.- No sé cómo pude haberme olvidado de Crookshanks.

-También... olvidó esto... -dijo Snape murmurante mientras deslizaba el caldero que se posaba sobre el escritorio que Hermione tenía a su lado. Vio los ojos de la muchacha examinar con duda el recipiente.- Se lo había... -iba a decirle que había sido su regalo, pero se arrepintió al ver el gesto desinteresado de su alumna.- ... quizá lo olvidó.

-No... -respondió ella sin quitar los ojos del caldero- No lo he olvidado.

Snape pensó que fingía recordar para no discutir con él, o quizá quiso decir que sí recordaba tener un caldero pero prefirió dejarlo en el castillo para no cargar con él...

-Fui muy feliz ese día... -soltó la muchacha mientras esgrimía una especie de sonrisa en la que sus labios se achicaban. Snape la observaba con interés, dio un paso al frente.

-¿Lo recuerda? -preguntó con un dejo de incredulidad. Hermione asintió.

-Recuerdo... todo- dijo ella finalmente dispuesta a retirarse, Snape le cortó el paso y examinó sus ojos. Hermione le permitió mirarla, entregó una mirada pacífica y rendida.

-Pensé que... Faltaban ingredientes para la poción del olvido. -dijo él de repente. El telón cayó, su guión enmudeció, era el fin de la actuación. Hermione volcó sus ojos al suelo y dejó escapar una carcajada tímida.

-Sí, hice lo mismo que aquella vez -dijo apuntando con la cabeza al lavabo, Snape se irguió en su lugar y los ojos de la muchacha volvieron a él- Ya se lo dije, no quiero olvidar todo lo que siento... cuando estoy con usted.

Severus tragó saliva mientras la observaba pacientemente, miró al suelo. Su mente trabaja a toda velocidad, su alma se sacudía dentro suyo... no sabía qué hacer, qué decir, qué era lo correcto. Hermione también sufría la misma ignorancia y pensó que, como siempre, debía ser la primera en responder.

Y otra vez alzó su mano... pero esta vez la dirigió al rostro de Snape, su profesor se inclinó hacia atrás observando la mano como una amenaza, buscó una respuesta en los ojos de ella, que le sonrió suavemente.

-Sé que no le soy indiferente... -Severus quería negarse, decirle que se equivocaba, que se fuera, que era una niña, una alumna, que él era un viejo... pero guardó silencio y la palma de Hermione tocó su mejilla.

Vulnera Sanentum.

Snape también alzó su mano y la posó sobre la que Granger sostenía en su rostro. Todo transcurría con una impresionante lentitud, permanecieron así unos segundos, sin mirarse a los ojos. Él se sentía inmensamente culpable por permitir aquel episodio, y ella insegura completamente de poder ser rechazada otra vez... pero en cuanto el pulgar de Snape acarició el revés de la mano de Hermione con un simple movimiento, ella se puso en puntas de pie lentamente, y con mayor lentitud se acercó a él. El mundo se extinguió a su alrededor, no sólo porque dejaron de verlo al cerrar los ojos, sino porque al rozarse sus labios todas las demás cosas dejaron de existir... las dudas también.

LA IGNORANCIA - 21 de agosto, 2013 - Buenos Aires.


Y esta es la parte en la que me dejaron de odiar tanto... xD Les dedico la historia a todas aquellas que han caído a los pies de algún profesor.

Algunos comentarios finales: Gracias a todas aquellas que siguieron esta historia, teniéndome algo de fe (a mí o a la historia xD). Es mi primer experimento en HP, ya saben, los nervios... Perdonen de nuevo cualquier falencia... Pero tenía que inmiscuirme, en cuanto descubrí esta pareja me encantó la posibilidad.

Creo que ella puede hacerlo feliz, que puede curarlo... por eso la insistencia con el encantamiento "vulnera sanentum".

He intentado llenar de preguntas retóricas todo el fic, cada capítulo, para reforzar la idea de duda perpetua que significa el enamoramiento silencioso. Ya sabemos cómo es, todas nos hemos enamorado... Es dudar hasta de lo más obvio... es la ignorancia más pura e inocente.

Este fic tenía un final alternativo: en el tren, Hermione se liberaba de su actuación de "olvido", que según ella había utilizado para hacer más llevable el último tiempo en Hogwarts pero sin perder los recuerdos con Snape... a lo que Ginny le anuncia que la Amortentia de su profesor olía a ella... y es el momento en el cual Hermione comienza una corrida hollywoodense escapando del tren de Hogwarts y va a plantarle un beso a Snape... xDDDD *música y créditos*

Aun así, esta opción que ven aquí me pareció más "dulce". El hecho de que él sufra por pensar que ella ya no guarda ningún sentimiento hacia él... y que de repente no sea así xD Para mí es tierno.

Gracias de nuevo por su paciencia, con el ritmo de escritura y con las actualizaciones. Y gracias especiales a las que me han alentado en sus comentarios a proseguir con la historia :) Fueron decisivas para convertir el shot en este capitulado corto...

No tengo más que decir...

Que lo hayan disfrutado es mi deseo. Nos leeremos después...