Capítulo 34

Cuarenta

-Bof, por fin ha acabado…

-Ya ves, pensaba que este día no iba a terminar nunca…

Y no era para menos, ya que habían celebrado un cumpleaños y había sido sencillamente agotador. La idea de celebrar cumpleaños y otras actividades parecidas era nueva, Frank la tuvo después de asistir a un curso de diversificación empresarial para autónomos en Canterlot, en el cual aprendió un buen montón de cosas nuevas que podían usar para mejorar y diversificar el negocio. Aunque resultaba bastante laborioso, aparte de que les obligaba a invertir de más en materiales y demás gastos, al final el esfuerzo daba sus frutos en unos cuantiosos beneficios, además de la gran alegría y felicidad del potrillo cumpleañero y el resto de asistentes a la fiesta.

Además de las fiestas de cumpleaños, Frank también tenía otras ideas en mente para atraer más clientes, como un servicio de reparto a domicilio o puntos de venta móviles en áreas de la ciudadela especialmente localizados. Aunque, de momento, preferían ir poco a poco.

-Tengo que admitir que tus ideas están bastante bien, aunque me preocupa sobre todo que no lleguemos a fin de mes… el detalle de ampliar el local dispara el presupuesto una barbaridad…-comentó en ese momento Sweet.

-Sí, lo sé, he estado mirando también otros locales cerca y ya sólo alquilar cuesta bastante también…

-No sé, es que mover la tienda de sitio no termina de convencerme, siempre ha estado ahí, desde los tiempos de Joe, y la gente la conoce y sabe dónde está…-murmuró Sweet, insegura.

-Entiendo que no quieras moverla, pero claro, sólo el espacio que tenemos se queda corto, ampliarla sería la única solución al problema, ya sabes que el primer piso sigue vacío desde el año pasado…

-Sí, antes estaba ese detective… ¿a dónde fue?

-Me parece que le salió un caso fuera de aquí y se acabó mudando a Trottingham…

-Ya…

Finalmente decidieron aparcar el asunto y estuvieron hablando de cosas más triviales mientras volvían a casa, aunque en un momento dado se pararon en una intersección y Sweet comentó.

-Ay, espera, me gustaría pasarme por casa de mis padres un momento…

-Ah, vale, ve tú si eso y ya llevo yo las cosas a casa-sugirió Frank.

-Está bien, te veo luego.

-Hasta ahora, cielo.

Los dos se despidieron con un rápido beso en los labios y cada uno tomó direcciones distintas; por su parte Frank cargó con el resto de enseres de la tienda y, tras varios minutos más de paseo, llegó finalmente a su casa, la cual estaba situada en un edificio adosado en una calle externa al paseo principal que llevaba hasta el palacio. Unas escaleras llevaban hasta la puerta principal, ya que era un apartamento de dos pisos situado más o menos en la entreplanta.

Tuvo que soltar un momento las bolsas para poder sacar su copia de las llaves, abriendo la puerta y entrando en casa.

-¡Ya estoy aquí!

-¡Hola, papá!-exclamó Stellar al verle, que en ese momento se encontraba bajando las escaleras.

-Hola, hija… ¿a dónde vas?-inquirió él, al verla con sus alforjas.

-Pues a clase de la abuela Luna ¿a dónde si no?-inquirió ella, ceñuda.

-Ay, es verdad, que tenías horario de noche …

-No pretenderás que veamos astros y planetas de día ¿no? Que por cierto, ya hay telescopios que lo permiten, pero no es la forma más óptima de observar el firmamento…

-Sí, bueno, qué te voy a contar yo que no sepas tú ¿eh, mi pequeña estrella?-inquirió él, dándole un toque en el hocico.

Ante eso la yegua se quedó un tanto cortada, murmurando de seguido.

-Ay, papá, déjalo ya, que ya tengo diecisiete años…

-Lo sé, lo sé, a veces me olvido de que te estás haciendo mayor…

-Es lo que tiene… bueno, me voy, que llego tarde.

-Vale, saluda a tu abuela de mi parte.

Stellar se despidió y salió corriendo, dejando a Frank allí con las bolsas; las llevó hasta la cocina pasando primero por un espacioso salón que conectaba directamente con el pasillo central, ordenándolo todo rápidamente. Sin embargo el sonido de unos cascos bajando las escaleras le alertó de seguido, yendo hasta el recibidor donde se encontró con Radiant, deteniéndole en seco.

-¿A dónde va usted, señorito?

-Ah, hola papá…

-Sí, sí, hola, hijo, pero repito la pregunta ¿a dónde vas? Sé de buena tinta que mañana tienes examen…

-Ah, sí, el caso es que voy a la biblioteca a estudiar con unos amigos…-murmuró el semental rápidamente.

-Ya ¿y sin apuntes ni libros con los que hacerlo?-inquirió Frank, ceñudo.

Fue entonces cuando Radiant se percató del fallo, tratando de salir del paso de la mejor forma posible.

-Ah, sí, bueno, ya le pediré si eso a Tootsie los suyos…

-Radiant…-murmuró Frank, con voz queda.

Viéndose acorralado, el aludido finalmente suspiró y comentó al poco rato.

-Agh, está bien, he quedado con los chicos en la discoteca del extrarradio ¿contento?

Su padre le miró de cabo a rabo, suspirando de seguido y comentando al respecto.

-Mira, hijo, entiendo que quieras salir y pasártelo bien, después de todo yo también tuve diecisiete años, pero tienes que definir mejor tus prioridades, recuerda que tienes que sacar una nota media elevada si quieres entrar en la reserva de cadetes de la Guardia Real…

-¡Ya lo sé, ya lo sé!

-¿Entonces? ¡Este es el último año, Radiant, aprovéchalo! ¿O es que no quieres entrar en la reserva?

Por un momento el chico tardó un poco en contestar, aunque finalmente murmuró.

-Sí, sí, claro que quiero…

-¿Seguro?

-Sí…

-¿Del todo?

-¡Te he dicho que sí! ¿¡Por qué estás tan pesado, papá!?-soltó él entonces, de repente.

-¡Porque no te veo realmente interesado! ¿Estás seguro de que es esto lo que quieres hacer, Radiant?

Hubo un breve instante de silencio que condicionó el resultado final, el semental quiso decir algo, pero en ese momento una voz de fuera exclamó.

-¡Eh, Radiant! ¿Vienes o no? ¡Que llevamos esperando media hora!

El aludido miró hacia fuera por la ventana, viendo a sus amigos fuera, y luego hizo lo propio con tu padre, el cual se encogió de hombros, murmurando en el proceso.

-Tú mismo…

El adolescente miró al suelo, con gesto indeciso, hasta que finalmente cogió la puerta y se marchó sin decir nada más. Frank esperó por si volvía, pero tras ver que ni él ni los demás estaban en la calle dio la batalla por perdida. Lanzó entonces un molesto suspiro y subió a su habitación para cambiarse y ponerse cómodo.

Tras eso se sentó en el salón mientras leía el periódico y esperaba a Sweet, la cual estaba tardando un poco teniendo en cuenta que había ido a casa de sus suegros, los cuales no vivían muy lejos de allí. Al cabo de unos cuantos minutos más de espera, oyó la puerta abrirse, comentando de seguido.

-Ah, aquí estás, pensaba que no volverías ¿qué te ha demorado?-inquirió Frank.

-Oh, perdona, nene, es que mis padres se pusieron muy pesados… ya estoy aquí…-murmuró ella con un tono que al chico no se le pasó.

-Sweet ¿estás bien?

-Huy, sí, perfectamente, más que bien…-asintió ella, frotando su hocico contra su mejilla.

-¿Qué pasa?-inquirió él, tontamente.

-¿Están los niños en casa?

-Eh, no, Stellar se ha ido a clase, y Radiant… tenemos que hablar de él, por cierto, a este chico le pasa…

Sin embargo no le dio tiempo a seguir, puesto que la yegua se puso delante de él y le plantó un súbito y apasionado beso que le acalló por completo. Al principio le cogió un poco con la guardia baja, pero luego le siguió el ritmo y, en cuanto se separaron, murmuró divertido.

-¿Y esto?

-Oh, nada, que me apetece jugar contigo… vamos, machote, dame un poco de amor…

-Lo que usted mande, señora…

En una situación así, de la cual Frank no se quejaba en absoluto, a Sweet le gustaba sobre todo jugar a los roles, siendo bastante juguetona en ese aspecto. Él la seguía en todo momento sin dudar, y en ese sentido los dos participaban como tal, ciñéndose a los papeles que en ocasiones tocaban de manera aleatoria y espontánea, con alguna que otra risita divertida.

Sin embargo ella no respondió como era de esperar, lanzándose a por él directamente, lo cual extrañó un poco a Frank.

-¿Estás bien, cariño?

-Sí, y mejor que voy a estar… venga, ámame…-masculló ella, con tono seductor.

-Eh, sí, claro que sí, pero…

Antes de que pudiera decir nada más Sweet se abalanzó sobre él con una pasión endiablada que le desarmó por completo, comenzando a desvestirlo con su magia.

-Bueno, supongo que no querrá jugar hoy…-pensó el chico, sin darle mayor importancia.

Los dos se dejaron llevar entonces por la pasión y subieron arriba a trompicones, dejando el salón vacío y solitario. El reloj de pared marcaba las ocho y media.

A partir de esa noche, y de forma bastante anormal, los gestos de afecto y las sesiones de sexo intensivo por parte de Sweet se intensificaron de manera exponencial. Por un lado a Frank no le importaba, después de todo era su mujer, él la quería, y no le iba a decir que no a algo así. Sin embargo el chico notaba que había algo extraño en el comportamiento de Sweet, no solo el sexual, sino en el resto de factores, y el más inmediato fue el laboral.

De la noche a la mañana, y sin explicación lógica aparente, la calidad de los donuts de Sweet comenzó a decrecer. Como si sus habilidades hubieran retrocedido tres o cuatro pasos, sus siempre jugosos y consistentes donuts se volvieron bastante flojos, sin apenas consistencia y con una masa tan poco firme que parecían pan mojado. Esto se notó enseguida tanto por Frank como por los demás y la propia clientela, los cuales devolvían los pedidos sin salir de su asombro.

-¡Esto es inaudito! ¿Qué ha pasado para que salgan tan malos? ¡Quiero mi dinero y una respuesta!

-¿Cómo es posible que de repente se vuelvan tan malos? ¡No es normal!

-¡Quiero mis donuts de siempre!

Frank pidió disculpas a todos los afectados y fue a hablar con Sweet, preocupado por ella.

-Hey, cariño ¿qué ha pasado? Si eres una autentica maestra ¿cómo puedes fallar así?

-No lo sé, no sé qué me pasa… oh, Frank, me siento tan inútil…-masculló ella, a punto de llorar.

-Oh, vamos, cielo, no pasa nada… ¿quieres que llame a un médico, te encuentras mal?

-No, no, solo… te necesito conmigo… te quiero, Frank, no me dejes sola…

-Yo también te quiero, Sweet ¿cómo voy a dejarte sola? No digas tonterías…-murmuró él, abrazándola.

La unicornio se recreó en el gesto, como si lo necesitara urgentemente, y aspiró su aroma con fuerza.

-Me gusta tu olor…

-Eh, sí, bueno, uso la colonia que me regalaste…-murmuró él, extrañado por el comentario.

-Elegí bien entonces… bésame…

Sin decirla que no, ya que no tendría sentido hacerlo, Frank la besó con ternura y Sweet se estremeció, como si una descarga recorriera su cuerpo de arriba abajo. Sin previo aviso la yegua se lanzó y le besó con pasión, cogiendo desprevenido a Frank, el cual murmuró.

-Sweet, espera, no es el momento ni el lugar…

-Oh, perdona, es que… te quiero tanto…

-Ya, yo también, cariño, pero no es el momento, vaya…

Dado que, por mucho que lo intentaba, no lograba hacer sus donuts de siempre, se vieron obligados a cerrar ya que no conseguirían satisfacer la demanda de sus clientes de forma satisfactoria. Volvieron a casa y ya allí Frank la hizo que se tumbara en la cama mientras comprobaba si había cogido algo, pero aparentemente estaba todo bien.

-Qué raro, no tienes fiebre ni nada por el estilo, por lo que no creo que tengas nada…

-No sé por qué no consigo hacerlos bien… me siento fatal…-murmuró ella, con gesto dolido.

-Bueno, no te preocupes, ahora descansa, iré a hacer algunas averiguaciones ¿vale?

-¿Qué? ¿Te vas? No, por favor, quédate conmigo…-masculló ella, cogiéndole del brazo con sus cascos.

-Tranquila, sólo voy a consultar algunas cosas, volveré enseguida ¿vale?

Costó un poco convencerla, pero finalmente logró dejarla sola en casa para dirigirse directamente a la biblioteca en busca de respuestas. Dado que no parecía tener ningún tipo de enfermedad aparente descartó consultar a un médico, al menos de momento, pero le extrañaba que su mayor talento, y la razón por la que había ganado su marca de belleza, hubiese empezado a degenerar así sin más. No sabía mucho sobre marcas de belleza y la magia intrínseca que había tras ellas, pero tal vez hubiese algo al respecto en algún manual avanzado o enciclopedia especializada.

En un principio hubiese consultado directamente a su madre o a su tía, sin embargo había algo extraño en todo ese asunto que no terminaba de encajarle, por lo que optó por dejarlas en paz, al menos de momento. No sólo se trataba de que el talento de Sweet pareciera haber decrecido, sino que su comportamiento también había sido afectado de manera significativa. Ella siempre había sido una yegua muy cariñosa, pero no hasta el punto de besarse con él apasionadamente por todos los rincones, y mucho menos en el trabajo, donde siempre mantenían un apropiado decoro de cara a los clientes y los demás empleados. Ahora parecía una vela incandescente a punto de estallar en el momento menos esperado. Y no estaba del todo seguro de si eso era bueno o malo.

Estuvo consultando algunos tomos que hablaban de la magia de las marcas de belleza y su esencia, pero en ninguno de ellos se decía que pudiera decrecer o degenerar el talento del poni que lo recibía. Tampoco parecía alterar de ninguna manera el comportamiento o la actividad sexual, por lo que a todas luces no parecía ser algo provocado por la magia misma.

Sin embargo ese algo extraño seguía ahí, con él, molestándole en el proceso; el detalle del comportamiento le seguía dando mala espina, incluso de alguna forma se le hacía extrañamente familiar por una razón que no lograba comprender.

Buscando entre las hileras de libros de las estanterías, pasó entonces por la sección militar y, de forma sistemática, no pudo evitar pensar en su hijo. Desde que era pequeño había mostrado cierto interés por unirse a la Guardia Real, sin embargo Frank notaba que ese interés inicial se había ido diluyendo poco a poco hasta el punto de casi no existir, lo que le preocupaba en cierta medida. Sus ojos repasaron los lomos de los libros, leyendo los títulos, hasta llegar a uno que le llamó la atención, el cual se titulaba Manual de procedimientos militares en situaciones de emergencia. Lo cogió, curioso, y comenzó a ojearlo.

El manual recogía una serie de normas que se debían de cumplir por parte de los miembros de la Guardia Real en múltiples y variadas situaciones de emergencia, como en caso de ataque y evacuación de la población civil. Esa edición en concreto era una revisada y aumentada de hace un par de décadas, de hecho en el prefacio se hablaba de este detalle en concreto.

Debido a los acontecimientos más recientes acaecidos en Ecuestria, entre ellos el despertar de Discord y la invasión changeling, el comité de la Guardia Real, previa autorización de su alteza real la princesa Celestia, ha decidido someter a revisión este manual para instruir a futuros cadetes sobre la normativa a seguir de acuerdo a situaciones de emergencia similares, para así evitar que vuelvan a suceder en el futuro.

-Invasión changeling…-pensó Frank, curioso.

Recordaba que su madre le explicó al respecto, sucedió cuando él era muy pequeño, una raza extraña de ponis parecidos a insectos y capaces de transformarse en cualquier poni, se infiltraron en Canterlot durante el día de la boda de su prima Cadance, tratando de tomarla por la fuerza. Por suerte no llegaron a ir más allá, pero tras lo sucedido la seguridad del reino quedó en entredicho y eso obligó a tomar una serie de medidas para incrementar de esta forma la seguridad y asegurar la integridad de los ciudadanos.

Interesado al respecto, se dirigió entonces al índice de contenido para ver si había algo que hablara al respecto, encontrando entonces todo un capítulo dedicado en torno a la mitad del escrito.

-Debería seguir buscando más sobre magia, aunque…

Finalmente sucumbió a su curiosidad y se dirigió directamente al capítulo cincuenta, situado en la página doscientos treinta; el título rezaba: Sobre el ataque changeling y sus posteriores consecuencias. Medidas de prevención y detección.

Sin mayor dilación comenzó entonces a leer.

La invasión changeling marcó un antes y un después en la seguridad ecuestriana actual. Debido a la naturaleza caótica y malvada de estas criaturas, de las que muy poco o casi nada sabemos, se hizo patente que era necesario un mayor control tanto en las regiones fronterizas como en las localidades más importantes, tales como Manehattan, Fillydelphia, Baltimare, Vanhoover o Canterlot. En el presente capítulo abordaremos cómo evitar que un changeling no deseado se cuele entre la población civil, ya que su presencia puede llegar a ser completamente ignorada gracias a su capacidad de convertirse en cualquier poni, imitando su apariencia.

Acerca de los changelings

Poco o nada se sabe de estas criaturas, que resultan difíciles de identificar a simple vista. Su aspecto sin estar transformados se asemeja a un cruce extraño entre poni e insecto, de piel negra y dura, muy parecida a un caparazón, ojos azules opacos, alas transparentes y fibrosas, parecidas a las de las moscas, y un cuerno con el cual hacen su magia.

Además de ser capaces de transformarse en cualquier cosa viva, destacan sobre todo por su fiereza y voracidad, son capaces de absorber la alegría y el amor del ambiente, su principal fuente de alimento.

Estas criaturas son lideradas por la reina Chrysalis, que es muy similar a ellos y casi tan alta como las princesas Luna y Celestia. Durante la invasión a Canterlot reveló que se encontraba buscando fuente de alimento, siendo ésta la principal razón del intento de conquista, por lo que se puede asumir que son criaturas que se rigen más por instinto que por voluntad, lo que las hacen doblemente peligrosas.

No es fácil identificarlos, sobre todo cuanto están transformados, pero existen varios métodos para poder revelarlos de manera satisfactoria; si se diera el caso de que han suplantado la identidad de algún familiar o conocido, la manera más sencilla para tratar de desenmascararlos es preguntarles directamente acerca de detalles que sólo los más allegados sabrían, ya que apenas hacen una investigación previa de sus víctimas antes de suplantarlas, tirando más de la improvisación en ese sentido. Un cambio en la forma de actuar o en su personalidad también podría ser un síntoma inequívoco de una posible suplantación por parte de un changeling.

-Oh, mierda ¿será posible…?-inquirió Frank, anonadado, continuando con su lectura.

Otro síntoma que da a entender una posible suplantación es el cambio de color del aura mágica en el caso de que la víctima sea un unicornio. La magia de los changelings destaca por ser siempre de color verde, por lo que si al hacer magia su aura resulta ser de un color verde brillante intenso, habría motivos de peso para creer que se podría tratar de un changeling encubierto, ya que apenas hay registros de unicornios cuya aura mágica sea de ese color.

Ese detalle en concreto le dio que pensar, ya que por cómo lo ponían parecía ser determinante; un cambio de personalidad o de comportamiento podía deberse a múltiples factores, aún recordaba su tiempo de rebeldía cuanto tenía quince años y, aunque no fue precisamente bonito, sí que tuvo razones, al menos personales, para cambiar su forma de comportarse. Sin embargo en el caso de Sweet había sido todo demasiado abrupto y repentino como para tratarse de algo semejante. Era entonces cuando todo parecía tomar un punto de inflexión. No podía estar cien por cien seguro de que se tratara de una suplantación por parte de un changeling, pero según ese libro sólo había una forma de averiguarlo. Por lo que no perdió más tiempo, dejando el libro donde estaba y volviendo a casa a no más tardar. Era todo o nada. Y Frank estaba dispuesto a averiguar lo que realmente ocurría.

Nada más volver se encontró con que la supuesta Sweet se había levantado de la cama, al verle regresar se abalanzó sobre él como si fuera la primera vez que se veían tras un largo tiempo fuera, mascullando de seguido.

-¡Oh, cariño, has vuelto! Te he echado tanto de menos…

-Eh… sí, bueno, aunque sólo he estado fuera unos pocos minutos…-murmuró él, extrañado.

-Pues se me han hecho una eternidad…-comentó ella, mientras frotaba su hocico contra su mejilla.

Tanta muestras de afecto y tan continuadas hicieron sospechar al chico, sobre todo después de leer todo lo que había leído, pero aun y con todo seguía sin tener pruebas concluyentes acerca de la supuesta suplantación. Aprovechó entonces para comentar de seguido.

-¿Qué haces levantada? Se supone que debías estar descansando…

-Oh, es que me aburría… estaba mirando algunos álbumes…

Frank se dirigió a la mesita del salón, donde vio un buen montón de álbumes de fotos abiertos y puestos en el sofá; su ceño se frunció, extrañado por la conducta, ya que podría estar tratando de cubrirse a sí misma, pero en ese sentido tenía varias bazas a su favor que podría usar contra ella. Cogió uno de ellos, en el cual se podía ver una foto de su boda.

-¿Te acuerdas de esta?

-Por supuesto ¿cómo olvidarlo? El día más feliz de mi vida…

-Sí… ¿Quién nos hizo esta foto?

La pregunta pareció coger desprevenida a Sweet, la cual frunció el ceño, como si tratara de hacer memoria.

-Ah, pues… el caso es que no me acuerdo, vaya…-murmuró atropelladamente.

-Fue Discord-revelé, con tono plano.

El dato cayó como una losa, a lo que la supuesta Sweet, la cual no salía de su asombro, tartamudeó.

-Ah, oh ¡pues claro! Qué tonta, mira que no acordarme…

-Sí… ay, mira esta…-murmuró Frank, señalando otra en la que aparecían Stellar y Hope en sus habitaciones durante el primer día tras la adopción.

-Oh, sí, qué mayores, crecen tan deprisa… parece que fue ayer cuando nacieron…

El gesto de Frank se aplanó un poco más, siendo cada vez más y más evidente, aunque por si las moscas prefirió asegurarse del todo.

-Sostenme esto un momento-murmuró entonces, ofreciéndola el álbum.

-Ah, claro…

Sin embargo fue a cogerlo con los cascos en lugar de usar su magia, acabando por los suelos como resultado.

-¿Qué haces? Usa tu magia mejor…

-Eh… ah, sí, bueno…

Frank frunció el ceño un poco más, presionándola de esta forma, hasta que finalmente cedió; al punto su cuerno brilló en un resplandor verde intenso que se lo dijo todo. Cerró de golpe el álbum, mascullando de seguido.

-Basta de tonterías… ¿dónde está?

-¿Qué? ¿Qué pasa, cielo, a qué te refieres?

-Déjalo ya, no es creíble. ¿Dónde está mi esposa?

-¿Qué? Pero Frank, yo soy tu esposa…

-¡Ya basta! ¡Tú no eres Sweet! ¡¿Dónde está?!-gritó entonces él, notando una incipiente furia creciendo en su interior.

La impostora reculó, algo intimidada, y queriendo huir de seguido; pero Frank, demostrando unos rápidos reflejos, la cogió del cuerno de golpe y, acto seguido, la inmovilizó contra el suelo usando una técnica que aprendió de Skipper cuando era más joven. La falsa Sweet acabó por los suelos y con los cascos delanteros medio torcidos, haciéndola daño en el proceso.

-¡Dime donde está o te rompo los cascos, no tendré ninguna consideración contigo, maldito changeling!-musitó el hombre, furioso.

-¡Agh! ¡Está bien, está bien, me has pillado, suéltame y te lo diré!

-¿¡Te crees que soy estúpido?! ¡No estás en condiciones de exigirme nada, dime dónde está y luego te llevaré ante la Guardia Real!

-¡Vale, hazlo si quieres, me da igual, ya me da igual todo!

-¿¡Dónde está mi esposa?!

-¡En las cuevas, está ahí, donde la última vez!-exclamó ella entonces.

Ese particular detalle hizo reaccionar a Frank, comprendiendo entonces a lo que se refería y mascullando de seguido.

-Espera… tú eres…

Fue en ese momento cuando un resplandor verdoso recubrió por completo al changeling, dejando ver su verdadero aspecto; era casi tan alta como Sweet o su madre, de aspecto idéntico a la última descripción que leyó.

-Chrysalis… la reina…-murmuró él, entre dientes.

-Así es… pero no te confundas, yo ya no soy reina de nada…-murmuró ella, con tono pasivo.

Y así era, puesto que ni siquiera llevaba su pequeña corona de puntas lobuladas, lo cual llamó la atención del chico.

-¿Ah, no? ¿Y eso por qué?

Ante esa pregunta Chrysalis esbozó una lacónica mirada, murmurando de seguido.

-No se puede ser reina sin unos súbditos a los que guiar…

El ceño de Frank se frunció, no muy seguro de a qué venía ese extraño comentario, aunque por otro lado pudo notar un deje de resignación y tristeza infinita en su mirada que no le pasó desapercibido.

-¿A qué te refieres?

-¿Tú qué crees? ¿Qué te sugiere mi comentario? Piensa un poco si tan listo eres…

Los dos se miraron fijamente a los ojos, él con gesto escrutador y ella con gesto plano e inexpresivo. Por alguna extraña razón Frank podía ver que no mentía de ninguna forma, que realmente era cierto lo que le estaba insinuando y, por un instante, aflojó su presión. Por su parte Chrysalis no hizo nada por intentar huir, tan solo se quedó ahí, tirada en el suelo, y con expresión vacía.

-¿Por qué?-inquirió él.

-¿Por qué, qué? No hay nada que explicar, simplemente pasó y ya está. ¿Qué harías tú?

Ante esa tesitura Frank no supo muy bien qué responder, sin embargo hizo algo que Chrysalis no se esperó para nada. Se apartó de ella, liberándola de su presión, y se dirigió a un mueble bar cercano, sacando dos copas y sentándose en el sofá, murmurando de seguido.

-¿En ese caso por qué no me lo cuentas?

La changeling le miró incrédula, como si no entendiera del todo lo que pasaba, pero por alguna razón que no llegó a comprender se reincorporó y se acercó a él, no sin algo de cautela por su parte.

-¿Quieres hablarlo? ¿Por qué? ¿Qué sentido tiene eso?

-Bueno, he visto que en el fondo necesitas hablar, por lo que… ¿por qué no?-murmuró él, sirviendo un poco de whisky en ellas.

Le pasó entonces una, comentando de seguido.

-Soy todo oídos.

Chrysalis miró a la copa con cierta desconfianza, cogiéndola al poco rato y murmurando al cabo de un rato.

-No hay gran cosa que contar realmente… pero si tanto quieres saberlo, te lo diré.

-Sí, cuéntame…

La changeling suspiró y comenzó a explicarse pausadamente.

-Básicamente, y después de lo que pasó en la boda, mis changelings y yo fuimos a parar a las tierras baldías del sur, donde estuvimos vagando y vagando durante mucho tiempo. No hay absolutamente nada allí, apenas hay vegetación y de animales mucho menos, es un maldito desierto, con días calurosos y noches frías como el témpano. Traté siempre de mantenernos juntos, pero entre las extremas condiciones y el hambre constante, muchos comenzaron a enfermar. Hice todo lo posible por ayudar a mis súbditos, traté de proveerles de agua y alimento, aunque solo fueran pequeños animales, pero nuestro principal sustento es el amor, la alegría y los pensamientos positivos. Uno tras otro fueron muriendo sin remedio, sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Aun a pesar de mis intentos, me fui quedando sola, enterrando cada vez a más y más de mis changelings hasta que finalmente enterré al último y me quedé oficialmente sola y como la única superviviente de mi especie. Tras eso, y en un vano y desesperado intento por sobrevivir, me fui de allí hasta llegar a Ecuestria, donde empecé a sobrevivir tomando el aspecto de otros ponis y alimentándome de cuando en cuando para no llamar demasiado la atención. Poco a poco fui atravesando el reino hasta llegar aquí. Y el resto ya es historia.

El silencio posterior cayó como una pesada losa, sin saber muy bien qué decir o hacer a continuación. Chrysalis se quedó en el sitio, mirando al suelo con gesto resignado y llegando a darle un sorbo a su copa. Por su parte Frank se quedó pensativo, aunque en ese momento la changeling comentó.

-Sé en lo que estás pensando.

-¿Ah, sí? ¿En qué?

-En cómo puedo tener el valor como para volver aquí y suplantar a tu esposa después de todo lo que ocurrió. Supongo que no te acordarás…

-No como tal, pero me contaron lo que pasó.

-Entonces te dijeron todo…

-Sí, más o menos.

-¿Sabes? Te recuerdo bien, fuiste un obstáculo constante puesto que no me reconocías como tu prima Cadance aun a pesar de mi disfraz.

-¿Ah, sí?

-Sí, y en el fondo te comprendo, después de todo ¿Quién querría tener algo que ver conmigo? No soy más que una paria, y más ahora, que sólo quedo yo. Una vez mi raza fue numerosa y próspera, pero ahora… sólo quedan para el recuerdo. Y mi existencia tan solo se reduce a este mismo instante.

Chrysalis se quedó callada, mientras dejaba pasar el tiempo. Por su parte Frank no podía evitar sentirse mal por ella e incluso empatizar como tal, puesto que su situación le recordaba mucho a la suya propia, lo que se apresuró a comentar.

-¿Sabes? Entiendo cómo te sientes.

-¿En serio?-inquirió ella, ceñuda.

-Sí, después de todo no eres la única en ser única ¿sabes? Quiero decir, mírame ¿te parezco alguien común?

Ante esa pregunta Chrysalis le miró de arriba abajo, viendo enseguida a lo que se refería y murmurando de seguido.

-No, no realmente… pero no veo cómo se relaciona eso con lo mío…

-Oh, vamos, lo sabes perfectamente. Una vez pensé que no había sitio para mí y traté de huir, pero… eso tan solo sirvió para probar lo evidente, aunque no quisiera verlo. Tengo una familia maravillosa que me ha querido aun a pesar de nuestras diferencias, y eso… no tiene precio.

-En ese caso no nos parecemos en nada. A ti al menos te han querido, a mi… ni siquiera eso. Nací para lo que una vez fui, y todo lo demás daba igual. Nunca pensaron en mi ni en si igual no quería nada de esto, daba igual, la colmena necesitaba una líder que los guiara. Y yo acepté, puesto que no tenía elección.

-Siempre hay elección, puede que no la tuvieras antes, pero ahora sí que la tienes.

-¿Y de qué serviría? Estoy sola… no tengo a nadie salvo a mí misma. A veces he llegado a pensar que para qué vivir una existencia tan frustrante…

Frente a esa afirmación Frank se alarmó, pero entonces, y sin pensárselo mucho más, alzó una mano y acarició la crin de Chrysalis; al principio ésta reaccionó instintivamente, apartándose de seguido, pero en cuanto notó el gesto en sí y lo que suponía se quedó de piedra, mirando a Frank con los ojos como platos y musitando de seguido.

-¿Por qué?

-Simple, vi que estabas mal y decidí consolarte.

-Pero… pero… te he estado usando, he encerrado a tu esposa… deberías odiarme…

-Puede, pero… no voy a hacerlo. Sé cómo te sientes, Chrysalis. Una vez estuve ahí, pero al final salí, me ayudaron. Y si yo pude hacerlo, tú también podrás.

Hubo un breve momento en el cual la changeling quiso replicar, pero él volvió a repetir el gesto y ella se quedó estática, como si una fuerte pero agradable descarga la hubiese envuelto de golpe. Frank continuó haciendo esto y Chrysalis se relajó, comenzando a alimentarse. El chico notó cómo parte de sus fuerzas se desvanecían, pero no le importó, comprendía los anhelos de la changeling y quería ayudarla, por lo que aceptó.

Tras unos cortos pero intensos minutos la changeling dejó de alimentarse, sintiéndose mucho mejor, de hecho no se sentía tan bien desde hacía bastante tiempo. Pero para entonces las lágrimas comenzaron a asomarse a sus ojos, demasiado impactada como para hablar. Hasta que finalmente no pudo más.

El lamento de la changeling quebró de cierta forma al chico, el cual sentía que nunca antes había empatizado tanto con alguien; la abrazó con fuerza y ella se dejó hacer sin dejar de llorar, incluso lo hizo un poco más fuerte. Quiso seguir alimentándose, pero no lo hizo, tan solo siguió llorando con todas sus fuerzas. No había nada más en ese momento salvo una tristeza infinita en su corazón, pero por primera vez desde hacía mucho tiempo sentía que podría haber luz al final del túnel. Cuando llegó a Canterlot no se esperaba para nada semejante giro en los acontecimientos, y aunque en su momento reconoció a Frank, nunca llegó a pensar que acabaría en una situación semejante con él. Los sentimientos la desbordaban, y ella tan solo los dejó escapar.

Finalmente, y tras unos largos minutos más llorando, se tranquilizó, mirando a Frank con gesto arrepentido y musitando de seguido.

-Lo siento…

-Na, no lo sientas. Somos todos nosotros los que deberíamos disculparnos contigo. Os hemos matado.

Chrysalis tan solo bajó la cabeza con gesto mohíno, murmurando de seguido.

-Tal vez nos lo merecíamos. No hacíamos más que robar lo que no nos pertenecía. Pero ¿qué otra cosa podíamos hacer? Está en nuestra naturaleza, y aun así… lo que nos mantenía con vida al final supuso nuestra perdición. Quizás sí que estábamos destinados a perecer como especie después de todo…

-No, no permitiré que eso suceda, después de todo eres la última. Si es necesario yo haré lo que haga falta para que no te falte de nada.

-¿Y cómo harás eso? Si tu madre o tu tía se enterasen de que estoy por aquí, me apresarían y me ejecutarían después. Será mejor que me vaya…

-¡No, espera, no te rindas! ¡Debemos hacer algo, lo que sea! ¡No voy a permitir que te hagas esto!

-¿Por qué, a ti que más te da?

-¡Me da! ¡Me da porque entiendo cómo te sientes! ¡Y no lo haré sólo porque me des pena, sino porque quiero hacer lo correcto!

Las palabras de Frank dejaron sin palabras una vez más a la changeling, la cual murmuró al poco rato.

-Eres de lo que no hay… me abrazas, me das de comer y ahora esto… no entiendo nada.

-No hace falta que lo entiendas si no quieres. Haré esto y se acabó. Y creo que ya sé cómo hacerlo, pero antes llévame con mi esposa, por favor.

Chrysalis tan solo asintió y, disfrazándose previamente convirtiéndose en una estilosa unicornio, le guio hasta las cuevas.

Para evitar males mayores Frank se adentró en las cuevas mientras Chrysalis esperaba fuera oculta, ya que enfrentar a quien la había capturado y encerrado un tiempo después no sería lo mejor, y mucho menos explicar y comprender posteriormente la situación de la changeling. Frank encontró a su esposa atrapada por una especie de limo verde, liberándola y llevándola de vuelta a casa. La yegua se aferró a su marido con todas sus fuerzas, musitando de seguido y entre lágrimas.

-¡Oh, Frank, gracias al cielo, creía que nadie vendría a por mí!

-Sssh, ya está, tranquila, te sacaré de aquí.

-¡Sí, por favor, estoy muerta de frío, quiero volver a casa!

Tras eso volvieron a casa y, una vez que Sweet estuvo cómoda tras comer un poco, puesto que también estaba hambrienta, Frank la comentó.

-Vale, voy a ir al palacio para hablar con mi madre y mi tía y así advertirlas…

-¡Sí, hazlo, ha tenido que ser un changeling, sólo esos chupópteros actúan de esta forma, tienes que alertarlas!

-Lo haré, tranquila.

Una vez fuera se reencontró con Chrysalis aún transformada al otro lado de la calle, la cual comentó en ese momento.

-Tiene razón y lo sabes.

-¿El qué?

-Un chupóptero, eso es lo que soy. Está en mi naturaleza. No deberías ayudarme…

Ambos se miraron por un momento, ella con gesto queda y él con otro algo más inquieto, más por ella que por la situación en sí.

-Si decido ayudarte es cosa mía. Ahora vamos.

-¿A dónde?

-Al palacio.

-¿¡Qué?! ¿¡Te has vuelto loco?!

-No, tranquila, confía en mí, sé lo que hago.

Algo intranquila al respecto, la changeling encubierta le siguió hasta llegar al lugar, cruzando la verja de acceso saludando a los guardias y esperando a que la señora Lock les abriera el portón principal.

-¡Ah, buenas noches señorito Frank! Oh ¿Quién es?-inquirió entonces el ama de llaves al ver a Chrysalis.

-Buenas noches, señora Lock, es una conocida mía, me gustaría hablar con mi madre y mi tía ¿puede citarlas en el salón del trono?

-Ah, por supuesto, pasen, ahora les atenderá.

Frank se tomó la libertad de dirigirse directamente hacia allí en compañía de la yegua disfrazada, esperando a que llegaran las dos soberanas de Ecuestria. Debido a que ya era de noche, el salón del trono permanecía silencioso y en penumbra, tan solo iluminado por la luz de la luna que entraba a raudales por los ventanales. Estuvieron hablando un poo sobre qué decirlas cuando estuvieran allí, Frank aprovechó para exponerle su idea, y una vez enterada la changeling opinó.

-No estoy segura de esto…

-Lo comprendo, pero no te preocupes, yo me encargaré de todo.

Finalmente ambas princesas se presentaron, nada más abrir la puerta Luna se dirigió a él.

-¡Frank, hijo, qué sorpresa!

-Hola mamá…

Los dos se dieron un efusivo abrazo, haciendo lo mismo luego con su tía, la cual comentó.

-¿Qué hacéis a oscuras? Haber encendido alguna antorcha…

-No hace falta, estamos bien.

-¿Qué querías consultarnos, cariño? ¿Quién es ella?

Al ser mencionada, Chrysalis no pudo evitar ponerse un tanto nerviosa, sin embargo Frank tan solo asintió con gesto tranquilo; esbozando un gesto resignado, la yegua cerró los ojos y se destransformó tras un fogonazo de luz verde.

Las caras de Luna y Celestia se torcieron de golpe al ver a Chrysalis, siendo Luna la primera en reaccionar.

-¿¡Pero qué demonios?! ¡Es la reina changeling!

-¡Frank, apártate de ella! ¡A mí la guar…!-quiso exclamar Celestia, pero el aludido se interpuso a tiempo.

-¡No, esperad, quietas, no hagáis nada!

-¿¡Qué?! ¡Pero hijo, es la reina de los changeling, fue ella la responsable de lo que pasó la boda de tu prima!-exclamó Luna, atacadísima.

-¡Ya lo sé, ya lo sé, pero tan solo os pido un momento y que la escuchéis, por favor!

-Pero…

-¡Tía, por favor! ¡Sé que tenéis motivos para comportaros así, pero por favor, escuchadla, tiene algo que pediros!

Chrysalis, con gesto serio, se dirigió entonces a ellas y las estuvo explicando todo lo que le explicó en su momento a Frank, añadiendo al final una petición de asilo político que dejó tanto a Celestia como a Luna patidifusas, ya que no se esperaban para nada algo semejante.

La primera en reaccionar tras todo esto fue Luna, la cual negó con la cabeza mascullando de seguido.

-No… no, no, no, no me creo nada de lo que está diciendo, tiene que ser alguna especie de trampa…

-¿Qué? Oh, venga ya, mamá, no seas obtusa, os está diciendo la verdad…

-¿Y cómo puedes saberlo? ¡No puedes, seguro que es otro de sus engaños! ¡Tia, llama a la Guardia ahora mismo y que detengan a esta embustera!-exclamó Luna, aún alterada.

-Lo haría, pero… creo que no nos está mintiendo, Luna…-murmuró Celestia, mirando a Chrysalis fijamente sin ningún atisbo de nada.

-¿¡Qué?! ¡Eso es absurdo, claramente tiene que ser alguna especie de truco, otro intento de tomar el poder por la fuerza!

-¿Viniendo aquí directamente por su propio pie?-inquirió Celestia, ceñuda.

-¡Podría ser cualquier cosa, podría ser…! Espera… ¡Frank, hijo mío! ¿¡Dónde está?!-masculló Luna, encendiendo su cuerno.

-¡Mamá, para ya, estoy aquí, soy yo, deja de hacer el indio!-exclamó el chico, exasperado.

-¿¡Y cómo sé que eres tú?! ¡Dime algo que sólo yo sepa!

-Intentaste ligar una vez con un pintor bohemio que al final resultó ser gay-soltó Frank, sin tapujos.

La cara de Luna se encendió de seguido, mascullando al poco rato tras el silencio posterior.

-¿¡Cómo diablos sabes tú eso?!

-Oh, vamos, mamá ¿pensaste que lo olvidaría o algo parecido? Me enseñó a pintar, además, Cadance al final me lo acabó contando el año pasado durante la fiesta de año nuevo…

Luna abrió y cerró la boca, sin saber muy bien qué decir o hacer a continuación, aunque finalmente se rindió ante lo evidente.

-Está bien, eres tú… ¡pero eso no significa que no esté intentando algo!-añadió, recomponiéndose enseguida.

-A ver, entiendo vuestras dudas, pero en serio, dadla una oportunidad, no tiene a nadie más, está sola, no podría hacer nada por mucho que quisiera…-murmuró Frank.

Antes de que Luna o Celestia dijeran algo, Chrysalis aprovechó para hablar.

-Sé que no os fiais de mí y por muy buenas razones, pero Frank tiene razón, ya no tengo ningún ejército que me ayude a conquistar nada. Llevo años sola, sobreviviendo como puedo y muriéndome de hambre en el proceso. Si al final me encerráis o algo parecido lo entenderé, pero por favor… apelo a vuestra comprensión y os solicito asilo político. No tengo nada más excepto la muerte.

Esa última frase cogió de improviso a Celestia, la cual la miró inquisitiva y con algo de dudas, como si estuviera buscando una razón para creerla del todo. Por su parte Luna siguió sin creerla, mirándola con desconfianza y rencor.

-Dices todo esto y sí, suena muy bien, pero ¿cómo podemos saber que realmente no intentas nada? Nosotros no damos asilo político así sin más a cualquiera…-murmuró Luna, dudosa.

-Puedo decir todo lo que queráis y más, pero seguiríais sin creerme. Si lo que queréis son pruebas, viajad hasta las tierras baldías del sur y buscad una alta formación rocosa en forma de pilar. Alrededor encontraréis las tumbas de mis súbditos. Mientras tanto, podéis encerrarme si queréis hasta que lo confirméis vosotras mismas.

-¿Qué? Pero Chrysalis…-murmuró Frank.

Aun así la aludida no le hizo caso y tanto Luna como Celestia se miraron entre sí, dispuestas a aceptar, hasta que finalmente la alicornio blanca tomó la palabra.

-Muy bien, enviaremos un destacamento entero a comprobarlo. Mientras tanto… ¡guardias!

Al punto dos guardias reales solares, un pegaso y un unicornio, aparecieron del pasillo y se cuadraron ante ella.

-Alteza…

-Encadenad a la changeling y encerradla en los calabozos.

-¡No, espera, tía Celestia, esto es innecesario!-exclamó Frank.

-No pasa nada, Frank, estaré bien-murmuró Chrysalis.

-Pero…

-Ella misma se ha ofrecido, Frank, nosotras tan solo hemos aceptado lo que nos ha propuesto, nada más. Comprobaremos lo que nos ha dicho, hasta entonces permanecerá encerrada.

El chico, comprendiendo entonces lo que esto suponía, no pudo hacer nada más salvo ver cómo los guardias la encadenaban de las patas y la ponían un anillo mágico supresor en su cuerno para evitar que hiciera magia, llevándosela acto seguido a los calabozos. Una vez solos, su madre se dirigió a él con gesto severo.

-¿¡Qué pretendías trayéndola aquí, Frank?! ¡Es una criminal buscada desde hacía muchísimo tiempo!

-Tan solo quería ayudarla, eso es todo…

-¿¡Ayudarla?! ¡Por favor, hijo, despierta! ¿¡Para qué querías ayudarla?! ¡Seguro que trataba de embaucarte de alguna u otra manera!

-¡No, mamá, si ni siquiera la has escuchado! ¡No la queda nada, es la última de su especie! ¿¡No lo entiendes?!

Ante esas palabras Luna comprendió entonces un poco mejor los actos de su hijo, recobrándose de golpe y pensando más a fondo lo que había pasado; por su parte Celestia aprovechó para intervenir.

-Luna, como bien dice Frank, es la última de su especie, y eso es algo que no debemos ignorar. Desde que era pequeño tú misma le has enseñado a respetar y a no ignorar los problemas del reino, a ser justo y benévolo. No seríamos diferentes de Chrysalis si la diéramos la espalda así sin más en un momento de necesidad. Vale que no tenemos la certeza de que no nos esté mintiendo, pero lo comprobaremos lo más rápidamente posible.

La princesa de la noche tuvo en cuenta las palabras de su hermana, dejando escapar un suspiro y dirigiéndose a su hijo.

-Tenéis razón, los dos… perdona, hijo, es que estaba muy asustada, pensé que te había pasado algo y yo…

-No pasa nada, mamá, simplemente hice lo que tú siempre me enseñaste: a respetar, a escuchar a los demás. No lo habría hecho si no hubiera sido por ti.

Luna esbozó una sincera sonrisa y abrazó a su hijo, el cual le devolvió el gesto con fuerza.

-Estoy orgullosa de ti, Frank…

-Gracias mamá…

Los siguientes días Chrysalis los pasó encerrada mientras un amplio destacamento de la Guardia Real fue a comprobar los hechos que alegaba; al cabo de unos pocos días regresaron y presentaron sus propias pruebas a la princesa.

-Alteza, hemos estado en las tierras baldías del sur y hemos comprobado lo que nos pidió.

-¿Y bien?

-La changeling no miente, encontramos el pilar en medio de un pedregal, se encontraba rodeado de multitud de tumbas, habría por lo menos más de quinientas, hemos hecho fotos para aportar pruebas propias.

-Déjeme verlas.

Con su magia Celestia las estuvo revisando todas, viendo que así era; miles de piedras e hitos se encontraban colocadas de manera estratégica y concéntrica alrededor del pilar, con breves inscripciones en ellas en las que se podían leer multitud de nombres.

-Vaya…-murmuró la alicornio blanca, algo alicaída.

-También encontramos muchas más dentro del propio pilar, habían excavado en la roca y allí había más en forma de nicho. Es un cementerio enorme, el más grande que he visto en toda mi vida.

El gesto de Celestia se torció, llegando a sentir verdadera lástima por Chrysalis, aunque en ese momento tomó la palabra y anunció.

-A la vista de estas pruebas podemos dar por terminada la reclusión de Chrysalis, que vayan a liberarla y preparen la documentación para un asilo político.

-Sí, alteza.

La propia alicornio acompañó al guardia que abrió la verja, saliendo Chrysalis de esta y siendo liberada de sus cadenas; una vez fuera se dirigió a ella con gesto honesto.

-Quiero que sepas que siento lo que tuviste que pasar, debió de ser muy duro para ti…

Aun así Chrysalis dibujó un gesto resignado en su rostro, murmurando de seguido.

-Bah, lo hecho, hecho está. Acepto tus disculpas, pero eso no me va a devolver a mis súbditos.

-Sí… los honraremos como se merecen.

-No hace falta que te molestes, después de todo nunca hicimos nada digno de reconocimiento, no nos lo merecemos, ni siquiera yo.

Sus contundentes y derrotistas palabras desarmaron a Celestia, que no supo muy bien qué decir, aunque al poco rato murmuró.

-Están preparándolo todo para firmar la petición de asilo, ven conmigo.

Se dirigieron las dos hacia una sala de juntas, donde Luna y Frank esperaban en compañía del notario real, que era el que se encargaría de redactar y ratificar la petición. El príncipe saludó a la changeling cortésmente.

-Hola ¿cómo estás?

-Nunca he estado mejor en toda mi vida, al menos he tenido un techo sobre el que cubrirme…

-No te preocupes, a partir de ahora todo te irá mejor, ya verás…

-Eso espero…

En ese momento el notario terminó de dar las últimas pinceladas al escrito, murmurando en ese momento.

-Y con esto queda ratificada la petición de asilo político, cuyo efecto y aplicación serán inmediatos tras la posterior rúbrica de las princesas regentes y el príncipe heredero aquí presentes. Doy fe. Altezas, firmen aquí, por favor.

Tanto Celestia como Luna y Frank estamparon su firma junto con su posterior sello real, dándole valor al documento como tal.

-Y para terminar, la beneficiaria también deberá firmar-añadió el notario.

Chrysalis cogió una pluma, la mojó en el tintero y estampó su firma abajo del todo, debajo de las de Luna, Celestia y Frank.

-Listo, con esto se aplica a efectos prácticos el asilo político. La beneficiaria tendrá derecho a recibir una pequeña pensión compensatoria y la será proporcionado un techo en el que vivir, además de aplicársela todos los derechos ecuestrianos vigentes. En caso de no ser así en cualquiera de los términos aquí expresados, la beneficiaria podrá interponer una queja para que sean cubiertas sus necesidades y derechos más inmediatos, siendo responsabilidad directa del estado ecuestriano. Queda escrito.

-Muchas gracias por todo, Good Faith-agradeció Celestia.

-Para servir a usted, alteza-murmuró el notario, guardando sus materiales.

El documento fue entregado a Chrysalis, la cual lo miró con gesto neutro hasta que finalmente murmuró.

-En fin… muchas gracias por todo.

-No ha sido nada, si alguna vez tienes un problema, el que sea, llámame y te ayudaré ¿vale?-murmuró Frank, dirigiéndose a ella.

-Está bien… aunque puede que te llame mucho.

-Tómatelo con calma, puede que al principio los ponis no estén muy comunicativos contigo, pero con el tiempo, y si les demuestras tu buena fe, acabarán confiando en ti-le aconsejó Celestia en ese momento.

-Eso espero…

-Sé que la última vez no estuve muy comunicativa, pero siento haber dudado de ti, te mereces una oportunidad después de todo. Lo siento-murmuró Luna, acercándose a ella.

-Sí, bueno, después de todo tenías razones para no fiarte de mí, pero gracias de todas formas.

-Ahora haremos público tu asilo para que no pille por sorpresa a la población y así evitar incidentes desagradables, después la Cámara Alta lo tendrá que dar el visto bueno, todo lo que sale de allí se publica en el Boletín Estatal, así que todo el mundo estará enterado enseguida-añadió Celestia para su información.

-Vale, nunca me han gustado las formalidades, pero lo que vosotros digáis.

A partir de ese momento se abría un nuevo horizonte para Chrysalis, y Frank siempre estaría ahí para apoyarla y ayudarla con lo que fuera. Eso por descontado.


-Dos kilos de tomates, por favor.

-Eh… vale, son treinta bits.

-Espere ¿treinta? La semana pasada creo recordar que costaban solo quince…

-Sí, pero porque estos me los traen de Fillydelphia y he de cubrir gastos…

Chrysalis miró de cabo a rabo al tendero con gesto fruncido, a lo que el poni de tierra la replicó.

-Si no la gusta siempre puede ir a comprar a otro lado…

-Na, da igual, me los quedo...

La changeling pagó por ellos con gesto molesto y, una vez sola, se permitió el gusto de dejar escapar un quejumbroso suspiro. Esos primeros meses de convivencia en Canterlot no la habían resultado nada fáciles para ella. Los primeros días fueron particularmente duros, ya que la gente se apartaba de ella al pasar e incluso algunos salían corriendo asustados. Al menos ahora tan solo la ignoraban y la hacían el vacío, lo cual ya era algo, salvo en el caso de los tenderos u otros ponis que trabajaban en servicios y que no tenían más remedio que atenderla, aun a pesar de los intentos por tratar de esquilmarla. Prefería eso a ser ignorada por completo.

-A ver, creo que ya lo tengo todo…-pensó la changeling, comprobando la lista.

Desde que empezó a vivir en Canterlot había tratado por todos los medios de adecuar su dieta a algo más tolerable para los ponis, comenzando a probar cosas nuevas más saludables y nutritivas que otros insectos o carne cruda, lo que más solían comer los changelings aparte de la alegría y amor de los demás. Al principio la costó un poco, pero al final se fue habituando al sabor de algunas comidas, aunque lo que verdaderamente la alimentaba y la calmaba el hambre era el amor y la alegría de los demás. En ese sentido no había abandonado del todo su naturaleza, ya que seguía alimentándose de ese modo, pero sólo con los ponis más cercanos a ella, siendo Frank uno de esos pocos que estaban dispuestos a ayudarla. Si no hubiera sido por él, todo esto hubiera sido mucho más complicado. Y ya sólo por eso tenía mucho que agradecerle.

Una vez que tuvo todo comprobado se dirigió de nuevo a casa, aunque de camino se llegó a topar de frente con un poni que le era familiar acompañado de varios más, los cuales parecían estar riéndose de algún chiste o algo similar.

-Anda Radiant… ¿Qué haces aquí? ¿No estarás haciendo pellas otra vez?-inquirió la changeling al verle.

-Oh, mierda… ¡anda, Chryssi, no te había visto! ¿Cómo tú por aquí?-inquirió el muchacho, algo apurado.

-Terminando de hacer las compras… ¿y tú? ¿Qué haces aquí? Como se entere tu padre que no vas a clase te va a montar un buen pollo…

-No, a ver, no te confundas, íbamos para allá, tan sólo nos retrasamos un poco…

Chrysalis miró un reloj público cercano, viendo que marcaba las diez y media de la mañana.

-¿Tres horas de retraso? Tus profesores deben consentirte una barbaridad…

Ante eso Radiant no supo qué responder, aunque en ese momento uno de sus amigos exclamó.

-¡Venga, Radiant, no tienes por qué dar explicaciones a nadie, y mucho menos a ese insecto!

La changeling hizo oídos sordos ante ese insulto, pero Radiant se quedó un tanto cortado, como si le diera apuro esa situación; por su parte ella tan solo rodó los ojos, comentando de seguido.

-Como veas, es cosa tuya, ya ajustarás cuentas con tu padre.

-Sí, bueno, no le digas nada, por favor…

-No le diré nada, en todo caso se lo dirás tú cuando te pregunte ¿no?

Ante eso el semental se quedó un tanto chocado, sin decirla nada más y marchándose en compañía de sus colegas; Chrysalis le observó hasta que le perdió en la distancia.

-Qué perdido está este chico… Frank debería elegir mejor sus prioridades.

De vuelta en su casa estuvo colocando las compras en la despensa mientras aprovechaba para hacer inventario, actualizándolo en el proceso. La casa que le proporcionó el estado ecuestriano se situaba en el centro de la propia ciudadela, no muy lejos de la de Frank y a un par de manzanas de distancia de la avenida principal, por lo que el palacio real tampoco la quedaba muy a desmano. Consistía en un apartamento de tamaño medio, con dos pisos y vistas a una de las estrechas y sinuosas calles de la capital, el interior era acogedor y bastante práctico, y por suerte la habían dado total libertad para decorarlo a su mejor gusto, dándole un aspecto más silvestre que la recordaba a sus tiempos en la colonia.

Una vez que estuvo asentada subió a su habitación y retomó la escritura de sus memorias, algo que la había mantenido ocupada de un tiempo a esa parte y había servido bastante para aclararse mejor sus ideas contando cómo fue su vida desde que nació hasta ese mismo instante. No tenía intención de publicarlas, al menos cuando las terminara, pero todo se vería.

Al cabo de unos pocos minutos oyó que llamaban a la puerta y fue a abrir, dándose una grata sorpresa al ver de quién se trataba.

-Anda, Celestia… ¿Qué haces aquí?

-¡Buenos días! Acabo de salir de un evento aquí cerca y decidí pasarme para ver cómo estabas-explicó la princesa, acompañada de un par de guardias.

-Oh, ya… pasa, pasa.

La alicornio blanca se puso cómoda y ambas se sentaron en un sofá del salón, al tiempo que los guardias se quedaban apartados junto a la puerta.

-Y cuéntame ¿qué tal te va todo? ¿Te integras bien?

-Bueno, ahí voy, al menos ahora los ponis no se apartan de mí al pasar…

-Ya, bueno, nunca dijimos que iba a ser fácil, pero dales tiempo, seguro que te van cogiendo confianza…

-Sí, ya hay la suficiente confianza como para que los tenderos más listos traten de estafarme, es algo…

Ante eso Celestia se quedó un tanto chocada, pensando en alguna forma de solucionar esa difícil situación; en un momento dado Chrysalis comentó.

-No sé por qué os preocupáis tanto, no me merezco el respeto que tanto me profesáis al fin y al cabo…

-Oh, vamos, no digas eso, nos has demostrado que podemos confiar en ti… no seas tan derrotista, tiene que haber algo que podamos hacer.

-¿Ah, sí? ¿El qué? Porque a mí no se me ocurre nada…

Ante eso Celestia se quedó pensativa, tratando de averiguar algo para ayudar a Chrysalis hasta que finalmente murmuró.

-Bueno, tal vez podríamos contar contigo en determinados eventos sociales. Si te mostramos ante la élite de Canterlot como una amiga del pueblo ecuestriano tal vez así se limen algunas asperezas…

-Si tú lo dices…

-Muéstrate tal y como eres, no estés todo el día encerrada en casa, ve a pasear al parque, por ejemplo, si la gente te ve de forma regular se irá acostumbrando a tu presencia poco a poco. ¿Sueles salir a menudo?

-No mucho, por la mañana para ir a comprar algunas cosas y poco más…

-Intenta corregir eso, no te encierres en ti misma, recuerda que me tienes a mí, a mi hermana y por supuesto a Frank.

Esas palabras dieron que pensar a la changeling, animándola y dándola una razón para salir de casa, aunque sólo fuera un poco.

-Está bien, lo intentaré…

-Ése es el espíritu. Le consultaré a Twilight para que me de algunas ideas, siempre se la ha dado mejor este tipo de cosas.

Estuvieron hablando un rato más hasta que finalmente Celestia se tuvo que marchar, ya que tenía obligaciones reales que atender.

La idea de salir más estuvo ahí, haciéndola compañía durante el resto de la mañana, y esa misma tarde decidió ponerla en práctica. No había ido muchas veces, pero había oído hablar maravillas de la tienda de donuts que Frank y Sweet regentaban, por lo que decidió pasarse a la hora de merendar para dar una sorpresa al chico.

Como era usual, los ponis a su alrededor la ignoraron durante la gran mayoría del trayecto, incluso los más estirados y elitistas apretaban el paso para no pasar mucho rato a su lado. Chrysalis ya estaba entrenada para no hacer caso a todo lo que sucedía a su alrededor, por lo que no la afectaba tanto como pudiera parecer. Una vez en la tienda, la gran mayoría de clientes se giraron un momento para observarla, ya que no se esperaban para nada verla allí, pero al cabo de unos breves segundos volvieron a sus quehaceres y conversaciones triviales, ignorándola directamente. Frank, al verla, la saludó con alegría.

-¡Chryssi, aquí estás, me alegro de verte! ¿Cómo te va todo?

-Bien, pasaba por aquí y me he dicho: voy a visitar a Frank…

-Oh, qué bien, gracias… ¿quieres tomar algo?

-Bueno, está bien…

-Estupendo, siéntate, ahora vuelvo.

Frank se ausentó un momento en la trastienda, dejando allí a Proper Service en la barra atendiendo; en un momento dado el unicornio se dirigió a ella.

-Hola Chrysalis ¿qué te pongo?

-No tengo mucha hambre, ponme si eso un chocolate para tomar aquí.

-¡Marchando!

Estuvo esperando unos pocos minutos mirando a su alrededor, pero en un momento dado Frank salió un momento de la trastienda y se dirigió a ella con señas para que se acercara. La changeling fue tras la barra y se acercó a él.

-¿Qué pasa?

-Ven un momento.

Pasaron a la cocina y allí vieron entonces a Sweet, la cual la miró impertérrita con un gesto algo molesto dibujado en su cara; al verla Chrysalis se quedó un tanto cortada, murmurando de seguido.

-Ah, esto… ¿qué ocurre, Frank?

-Veréis, he pensado que después de lo que pasó entre los tres no hemos arreglado las cosas, y creo conveniente que dejemos zanjado el asunto de una vez por todas. No tiene sentido que siga habiendo rencor entre vosotras dos-explicó el chico con gesto serio.

La unicornio miró de cabo a rabo a Chrysalis, murmurando de seguido.

-No tengo nada que hablar con ella, me retuvo en contra de mi voluntad y se hizo pasar por mí para… para…

-Sweet, por favor, sé lo que pasó, pero déjala hablar-insistió Frank.

Algo nerviosa al respecto, Chrysalis se pensó bien sus palabras antes de hablar.

-A ver… sé muy bien lo que hice, y no es algo de lo que me enorgullezca, pero si lo hice fue para intentar sobrevivir. Lo siento, de verdad, si no quieres perdonarme lo entenderé.

Sweet la miró fijamente con gesto severo, sin comprar mucho lo que la changeling la decía; Frank miró a su mujer con gesto inquisitivo, a lo que la yegua suspiró, hablando al poco rato.

-No me gustó lo que hiciste conmigo, me encerraste en esas cuevas oscuras y me mataste de hambre mientras te tirabas a mi marido. Y se supone que tengo que perdonarte…

Chrysalis bajó la cabeza sin decir nada, ya que sentía que no podía decir nada más en su defensa, por lo que prefirió quedarse callada. Frank hizo lo mismo, con gesto arrepentido.

Sin embargo Sweet suspiró y, dirigiéndose a una bandeja llena de donuts, cogió uno y se lo tendió a Chrysalis, añadiendo justo después.

-No me hace gracia, pero es lo que hay. Toma, es para ti, está recién hecho.

-Ah… gracias…-murmuró la changeling, algo chocada por su actitud.

Tomó el donut con su magia y lo probó; aunque al principio el dulce no la hacía mucha gracia, al final le acabó cogiendo gusto, por lo que ése en concreto la supo especialmente bien, comentándolo al respecto.

-Está muy bueno…

-Gracias. Puedes quedarte si quieres.

Chrysalis asintió con gesto sincero y Sweet volvió a sus quehaceres; antes de volver con Chrysalis, Frank se dirigió a su mujer.

-Gracias por hacer esto, cariño…

-Sí, bueno, no ha sido agradable, pero si lo he hecho ha sido por ti…

-Lo sé, y te lo agradezco, de verdad. Te quiero.

-Y yo a ti.

Los dos se dieron un breve beso, aunque en ese momento a Sweet le entró un acceso de tos que les cortó improviso.

-¡Epa! ¿Estás bien?

-Sí, sí, me ha dado de repente, perdona…-masculló ella, tosiendo entre medias.

-No pasa nada, toma, bebe un poco de agua.

Una vez que Sweet estuvo mejor, regresó afuera para hablar con Chrysalis.

-Bueno, perdona por el mal rato, pero sentía que debíamos hacer esto…

-Sí, bueno, lo entiendo, después de todo estuvo mal. Lo siento, de verdad…

-No, no pasa nada, está todo hablado ¿vale? corramos un tupido velo.

-Vale.

Se quedó un rato allí con él hablando mientras se tomaba su chocolate y el donut que la regaló Sweet, dejando pasar el tiempo. Al menos con él no se sentía desplazada, y en ese sentido se lo agradecería siempre. Más de una vez había pensado en salir a la calle transformada en otro poni para evitar las miradas de los demás, pero él siempre la había disuadido para que no lo hiciera, de hecho incluso recordó las palabras de Celestia que, en ese sentido, también coincidían.

-Tú eres tú, Chryssi, no necesitas tomar la apariencia de otro poni para sentirte mejor contigo misma. Puede que ahora la gente no esté dispuesta a darte una oportunidad, pero con tiempo, constancia, y haciéndoles ver que no tienen nada que temer contigo, finalmente te aceptarán. Mírame a mí, por ejemplo, a mí también me tomó tiempo habituarme, y no veas el revuelo que causó en su día que mi madre me adoptara, pero al final todo se asentó por si solo y acabaron aceptándome con el tiempo. Si yo lo conseguí, tú también podrás conseguirlo, ya lo verás.

-Gracias Frank… nunca pensé que nadie se iba a importar así por mi…

-Pues ya tienes a alguien… y recuerda que no soy el único, por lo que no estás sola.

La changeling asintió, sintiéndose un poco mejor consigo misma, y Frank la abrazó, permitiéndola que se alimentara un poco con él. Al principio se sintió un poco cortada, ya que estaban en un lugar público y temía que los demás ponis se asustaran, pero finalmente aceptó su oferta y lo hizo. Hubo ponis que vieron esto y se quedaron ciertamente asombrados ante la disposición y bondad de Frank, viendo entonces con mejores ojos a la changeling.

-Gracias…

-Ya sabes que no es nada-murmuró él, guiñándola un ojo.

Los gestos de Frank terminaron de animar del todo a Chrysalis, haciéndola sentirse mucho mejor que de costumbre y viendo que tal vez otra vida, mucho mejor, era posible. Por lo que decidió poner también de su parte para que eso cambiara.

El tiempo fue pasando con celeridad, mientras que la changeling se iba integrando poco a poco en la vida de los ponis; los siguientes actos reales y eventos sociales tanto de Luna como Celestia se celebraron con ella como invitada, asistiendo e incluso ayudándolas en determinados aspectos, lo que ayudó a que la nobleza alta ecuestriana la viera con mejores ojos, como bien dijo Celestia en su momento. Incluso las dos princesas estuvieron dispuestas a compartir su amor y alegría con ella, dando una buena lección de humildad que caló hondo en la población que asistió a esos eventos.

Por su parte la propia Twilight también ayudó en ese aspecto, a mediados de febrero, y aprovechando el día de corazones y cascos, invitó a Chrysalis a un evento especial celebrado en Ponyville y, allí, la changeling se encontró con una grata sorpresa. Y es que tanto Cadance como Shining Armor también habían asistido, encontrándose con ellos.

-Ah, hola… ¿Qué hacéis aquí?

-Twilight nos invitó, pensó que podría ser una buena idea siendo yo la princesa del amor. Además, creo que ya iba siendo hora…

-¿Hora? ¿De qué?

Sin previo aviso, la alicornio rosada abrazó de golpe a la changeling, murmurando al poco rato.

-De dejar nuestras diferencias de lado por todo lo que pasó en nuestra boda. No lo pienses más. Te perdono.

Esas palabras asaltaron de golpe a la changeling, que no se esperaba para nada que se las dijera. Miró a Cadance con los ojos como platos, mascullando de seguido.

-¿En serio? pero…

-Fue hace ya mucho tiempo atrás, sería absurdo guardarte rencor a estas alturas. Tengo que admitir que al principio te odiaba por lo que me hiciste, al menos antes, poco tiempo después de la boda. Pero después de pensarlo mucho y hablarlo con Shining, decidí que debía dejar atrás esos sentimientos, después de todo mi tía no me había educado así, y nunca ha estado en mi forma de ser guardar rencor u odiar eternamente. Además, queremos hacerte un regalo.

Antes de que Chrysalis pudiera preguntar nada, Cadance y Shining juntaron sus cuernos y comenzaron a reunir un buen montón de magia rosada en un solo punto; acto seguido cogieron una réplica del corazón de cristal que trajeron consigo y la imbuyeron con esta magia, brillando con intensidad en un fulgor rosado que lo inundó todo con su luz. Chrysalis notó entonces de qué se trataba, quedándose con la boca abierta.

Una vez que estuvo terminado Cadance se lo entregó, explicando de seguido.

-Sí, es amor concentrado, lo hemos mezclado bien para que no se desborde, el corazón sirve de frasco, por lo que lo podrás tomar siempre que quieras. Hay suficiente como para que te dure un par de semanas si te lo administras bien, pero si se te acaba mándanoslo y te lo volveremos a llenar.

Aún algo atacada, la changeling probó un poco y se quedó encantada, ya que era el amor más dulce y sabroso que jamás había probado; sin poder evitar que las lágrimas se asomaran de la emoción, Chrysalis masculló.

-Mu… muchas gracias, yo… no sé qué decir…

-No hace falta que digas nada-murmuró Cadance, dándola un fuerte abrazo.

El gesto fue recibido con júbilo por parte de todo Ponyville, aplaudiendo a rabiar e imbuyendo el ambiente de una alegría y felicidad que envolvió a Chrysalis, sintiéndose querida por primera vez desde que llegó allí.

Aprovechó también para disculparse también con Twilight por todo el incidente de la boda.

-Esto… Twilight, acerca de lo que pasó en la boda…

-Sé lo que me vas a decir, pero no te preocupes, no hace falta que lo hagas-murmuró la alicornio lavanda rápidamente.

-¿Segura?

-Segura, si Cadance te ha perdonado yo también puedo hacerlo, así que no te preocupes.

-Vale, gracias…

-No es nada. Por cierto, he estado pensando que tal vez si los ponis te conocieran mejor podrían simpatizar más y mejor contigo, por lo que he pensado que podemos organizar una ponencia en la que nos cuentes mejor acerca de ti y de cómo era tu especie-explicó Twilight.

-¿Tú crees? No sé cómo algo así podría despertar algún tipo de interés sobre mí en los demás…-murmuró Chrysalis, insegura.

-Seguro que sí, después de todo eres su mayor exponente y la cuestión es que te conozcan bien. Tú déjamelo a mí, ya te iré contando.

-Está bien…

Tras la celebración de ese festival su presencia en las calles de Canterlot fue mejorando exponencialmente, llegando incluso a que algunos ponis se acercaran a ella a hablarla, por lo que en ese sentido fue muy beneficioso. Su habilidad para transformarse en otros ponis también llamaba bastante la atención, algo que a los potrillos gustaba sobre todo, pidiéndola de vez en cuando que se transformara en ellos para echarse unas buenas risas.

Sin embargo esta habilidad en concreto, aunque un poco mal vista al principio, resultó ser mucho más útil de lo que aparentaba, sobre todo a la hora de arreglar entuertos y usada debidamente.

Esa misma noche, y en cuanto todo el mundo estaba durmiendo, Radiant Hope abrió los ojos y se levantó de la cama sin apenas hacer ruido; se acercó a su escritorio, cogiendo un par de cosas, y dirigiéndose a la ventana disimuladamente. Nada más hacerlo, un pequeño guijarro impactó en el cristal, haciendo un débil ruido que le alertó, abriéndola un poco y viendo en la calle, junto a una esquina, una silueta que le era familiar. Mediante señas la indicó que ya bajaba, descolgándose de ella usando el canalón hasta bajar a la calle.

-Ya estoy aquí, hola-susurró el poni, acercándose a la silueta.

-Por fin… ¿nos vamos, guapetón?-inquirió una yegua unicornio de ojos claros y pelaje color miel.

-Claro, soy todo tuyo, Tootsie-murmuró él, alzando las cejas en un gesto sugerente.

Ante eso la tal Tootsie se rió por lo bajini, comentando de seguido.

-Qué zalamero eres…

-Lo sé.

Los dos ponis se dirigieron a la parte sur de la ciudadela, donde se concentraba sobre todo el sector de ocio de Canterlot, el cual destacaba por estar lleno de bares, restaurantes y locales dedicados al sector, entre ellos salas de baile, salones de juego y discotecas. Desde el primer momento sabían a dónde se dirigían, yendo directamente a una sala donde se exhibía en concierto un pase de DJPon3, una de las DJs más destacadas de Ecuestria. Por suerte no había mucha cola debido a que aún era pronto, por lo que accedieron enseguida tras enseñar sus entradas. Una vez dentro de reunieron con más gente que los estaban esperando.

-¡Por fin, aquí estáis! ¿Qué os ha retrasado?-inquirió un semental, dirigiéndose a ellos.

-Radiant, que al parecer casi se le pegan las sábanas-argumentó Tootsie.

-Nada de eso, lo que pasa es que en casa todos dormían y tuve que guardar las formas, ya sabes…

-Ah, así me gusta, Hope, eligiendo bien tus prioridades…

-Por supuesto ¿qué te esperabas?

Durante los siguientes minutos fueron llegando más ponis, llenando poco a poco el local, en un momento dado alguien fue al bar para pedir unas copas y regresó al poco rato sosteniendo un buen montón de copas con su magia.

-¡Vale, aquí traigo las provisiones! ¡Un Coltifornia!

-¡Para mí!

-¡Un margarita!

-¡Servidora!

-¡Un trotini!

-¡Yo!

-¡Un mojito!

-¡Mío!

-¡Un cubata! Esto es de Hope…

-¡Cómo lo has sabido, bribón!-exclamó el aludido, cogiéndolo.

-Ah, si es que te tengo caladísimo… y ron con limón, sólo quedas tú, Tootsie.

-Mío es, sí, gracias Sky High.

-Genial ¡muy bien, muchachos, que ustedes lo beban bien!

-¡Salud!

Al punto, todos dieron un buen trago a sus bebidas, justo en ese mismo momento la música comenzó a sonar, viendo que DJPon3 ya estaba en cabina, y todo el mundo se desató.

Durante los siguientes minutos la sala se convirtió en una gran algarabía donde todo el mundo cantaba y bailaba al son de la música mientras que el alcohol corría en vena. En un momento dado, Radiant y Tootsie se apartaron de los demás en un balcón lejano, mientras se dedicaban a hablar de asuntos serios y de gran importancia.

-Buf, dame un segundo, machote, que no me dejas respirar…

-A mí también se me corta la respiración viéndote a ti…

-Idiota…

Los dos se rieron tontamente y volvieron al ataque, aunque en un momento dado Tootsie se separó y comentó.

-Por cierto ¿Qué hay de ese último asunto que te comenté?

-¿Eh? Oh, no, Tootsie, otra vez no, estamos de fiesta ¿podemos olvidarnos por un momento de todo eso y disfrutar de la velada?-inquirió él, desdeñoso.

-Bueno, siempre podemos hacer un breve descanso… ¿te pensaste lo que te comenté?

El semental dejó escapar un largo bufido, murmurando de seguido.

-Agh, no sé…

-¿No sabes? ¿Cómo así?

-Ésa es la cosa, que no sé qué hacer si te soy sincero… al principio pensé en hacerme Guardia Real, pero llegué a un punto que no supe bien cómo enfocarlo y me perdí completamente. Siento que haga lo que haga no voy a ser capaz de hacer nada productivo con mi vida… y eso me quema por dentro.

La yegua le miró de cabo a rabo, con gesto inquisitivo y murmurando de seguido.

-¿Y por qué no lo hablaste con tu padre?

Al oír eso, el chico cerró los ojos con gesto sentido, como si le diera reparo admitirlo.

-Pues porque… tengo miedo de decepcionarlo. De no estar a la altura de lo que él se espera que yo sea.

La yegua le miró con gesto comprensivo, aunque en ese momento giró la cabeza, al tiempo que una sorpresiva voz tras él comentaba.

-Puedes ser cualquier cosa que quieras ser, hijo.

Los ojos de Radiant se abrieron como platos, pero lo hicieron mucho más en cuanto un fogonazo verde envolvió a Tootsie, revelando entonces quien era en realidad. Se dio la vuelta todo alucinado, mascullando de seguido.

-¿¡Chrysalis?! ¿¡Papá?! Pero… pero… ¿qué?

En ese momento aparecieron tras Frank la verdadera Tootsie y su hermana Stellar, las cuales le miraron con sendos gestos apenados grabados en su rostro. Para entonces Radiant no entendía nada de lo que ocurría, aunque en ese momento su hermana se adelantó y comenzó a explicarse.

-Verás, Radiant, estábamos preocupados por ti ya que no mostrabas el necesario interés con todo, por lo que entre papá, Chrysalis, Tootsie y yo ideamos un cambio de roles.

-Sabíamos que no te soltarías así sin más, por lo que optamos por hacerlo de esta forma para que fuera más sencillo que te sinceraras contigo mismo, por lo que acepté que Chrysalis tomara mi lugar-comentó en ese momento Tootsie.

-Luego esperamos a que tú mismo llevaras la iniciativa hasta este mismo instante-añadió Chrysalis.

El único que no dijo nada fue Frank, el cual miró a su hijo con gesto preocupado; los demás se marcharon para dejarles solos, en cuanto tuvieron intimidad Radiant murmuró.

-¿Estás decepcionado conmigo?

-No decepcionado, más bien preocupado… ¿por qué, hijo? Podrías habérmelo contado a mí, a tu madre o a tu hermana, pero en vez de eso preferiste callarte ¿por qué?

-Pues… por eso mismo que dije antes. Porque tenía miedo de no estar a tu altura, y… porque nunca supe qué hacer con mi vida realmente. Siempre estaba buscando algo que poder hacer, algo que se me diera bien, pero… nunca lo encontré. Y como te dije en su momento que quería ser Guardia Real, pues pensé que tal vez eso era lo que esperabas de mí. Lo siento, papá…

Ante eso Frank se acercó a su hijo, abrazándolo de seguido y murmurando al poco rato.

-Nunca voy a dejar de quererte, Radiant. Eres mi hijo y ya sólo por eso siempre voy a estar orgulloso de ti. Es normal tener dudas y no saber qué hacer, pero eso no tiene por qué ser un impedimento, sino todo lo contrario. Entre todos podremos encontrar algo que sepas hacer ¿vale? no estás solo, hijo…

Las palabras de su padre hicieron mella en el chico, el cual no pudo más y le abrazó con fuerza, mientras dejaba escapar lo que sentía. Frank le confortó en todo lo posible, ayudándole a sentirse mejor, incluso Stellar y Tootsie volvieron al cabo de un rato y ayudaron al respecto. Una vez que estuvo más calmado, se dirigió a todos.

-Gracias… gracias a todos, de verdad. Y a ti también, Chryssi…

-No ha sido nada, un placer haber ayudado-murmuró ella, sonriente.

Ahora todo parecía adquirir un nuevo color, encarando el futuro con más alegría y dinamismo que nunca. Definitivamente todo iba a salir bien.


-¿Cómo que no saben lo que tiene? Doctor, por favor, llevan cinco meses haciéndola pruebas, esto es ridículo…

-Lo sé, alteza, lo sé, estamos tan ofuscados como usted, hacemos todo lo posible para averiguar de qué se trata, pero…

-¡Pues no funciona, no lo intentan lo suficiente! ¡Doctor, por favor se lo pido, cure a mi mujer, por favor!

-¡Alteza, por favor, cálmese, haré todo lo que esté en mi casco por curarla, tan solo confíe en mí!

Sin embargo no había consuelo para Frank, el cual se debatía entre una calma falsa o un serio ataque de nervios. Y no era para menos, puesto que Sweet se debilitaba cada vez más y más sin que ni él ni el equipo de médicos supuestamente expertos pudieran hacer nada por evitarlo.

Los últimos meses habían sido particularmente duros. Un buen día, y mientras hacía sus donuts, Sweet tuvo un vahído fuerte que la hizo desplomarse. Asustados, la llevaron al hospital donde la estuvieron haciendo pruebas pero no se encontró nada extraño, por lo que se la dio el alta con una indicación de reposo absoluto durante una semana.

Todo estuvo bien durante unos cuantos días, hasta que de nuevo la volvió a suceder, las fuerzas la abandonaron y Sweet volvió a caer desmayada. Creyendo que no se trataba de algo tan grave, hicieron lo mismo que la última vez y los resultados del chequeo mostraron los mismos resultados: nada. Sin embargo Frank se mostró un tanto preocupada por su esposa, obligándola a descansar más tiempo a partir de ese momento, cosa que no la hacía ninguna gracia.

Sin embargo, y como si estuviera predestinado, volvió a pasar, pero esta vez de forma más pronunciada y preocupante, puesto que Sweet vomitó violentamente antes de caer rendida al suelo. A partir de ahí la situación fue cuesta abajo y sin frenos. La tuvieron que ingresar permanentemente en el hospital general de Canterlot, obligándoles a cerrar durante una buena temporada, y los chequeos, análisis e informes se sucedieron por doquier, pero ninguno de ellos arrojó los resultados esperados. Fuera lo que fuera lo que estaba afectando a Sweet, era algo que escapaba por completo a la comprensión de los médicos más reputados de Canterlot. Y eso mismo traía por la calle de la amargura a Frank, el cual veía cómo su esposa se iba debilitando cada vez más y más.

-Frank, hijo…-murmuró en ese momento una voz familiar.

El aludido se echó sobre su madre y la abrazó con todas sus fuerzas, al tiempo que Luna trataba de consolarle; con ella estaba Celestia, Blueblood, Trixie, Fancypants y Fleur, los cuales también estaban casi tan destrozados como el propio Frank.

-Mamá… tiene que haber algo, lo que sea… ¿no me dijiste que una cebra a mí me curó una vez? Igual ella sabe algo…

-Es una posibilidad, llamémosla a ver.

Zécora vino lo más rápido que pudo y estuvo mirando a Sweet en todo momento, haciéndola sus propias pruebas, las cuales resultaron ser mucho más rudimentarias y sencillas que las de los doctores del hospital. Fue un largo reconocimiento, pero en cuanto salió de la habitación, la cebra lo hizo con un gesto preocupado grabado en su rostro.

-Zécora, por favor, sé sincera conmigo… ¿qué tiene Sweet?

La cebra suspiró con pesar, murmurando de seguido.

-Ojalá te lo pudiera contar, Frank, pero me temo que nada en claro he podido sacar. Por alguna extraña razón, no he podido identificar la causa de su aflicción. Nunca había visto nada igual, sea lo que sea este mal no he sido capaz de eliminarlo como tal.

-¿¡Qué?! Pero… pero… debe de haber una razón, la que sea…

-Si la hay escapa totalmente a mi comprensión, ni siquiera yo entiendo su reacción, y no habido ningún otro caso con el que hacer una comparación. Mucho me temo que estamos ante una enfermedad sin igual, nunca antes vista por la gente que puebla este lugar.

La noticia cayó como un jarro de agua fría entre los presentes, Fleur no pudo evitar estallar en lágrimas y Frank se quedó en estado de shock total.

-Siento ser portadora de tan malas noticias, pero he preferido contártelo a la mayor celeridad. Lo siento, Frank-murmuró Zécora, sentidamente.

El chico se quedó callado, mirando a la nada con gesto vacío y sentándose en una silla cercana; su madre lo acompañó en todo momento y Celestia se dirigió al doctor que trataba a Sweet.

-¿Cuál es la probabilidad de que una enfermedad rara o desconocida ataque a un poni así sin más?

-No quiero ser agorero, pero aunque los síntomas sean aislados… quizás un 0,5% de probabilidad, o menos…-masculló el doctor, inseguro de si decírselo o no.

Ante eso todo el mundo bajó la cabeza con pesar, aunque Fleur encontró un nuevo motivo para seguir llorando mientras su marido trataba de confortarla.

Por su parte Celestia quiso mover todos los hilos posibles, murmurando de seguido.

-Vale, esto es lo que vamos a hacer, doctor. Quiero que se ponga en contacto con todos y cada uno de los doctores más famosos y reputados de todo el globo, me da igual la especie, llame a quien sea, grifos, minotauros, dragones, yaks, me da igual, pero quiero aquí a la mayor caterva médica posible. ¿De acuerdo?

-Sí, alteza, haré todo lo posible por encontrarlos.

La llamada de Celestia no se hizo esperar y acudieron multitud de doctores, médicos y curanderos de toda clase, atraídos sobre todo por el detalle de una enfermedad nueva y desconocida; había de todo, desde yaks, grifos y hasta un centauro, el cual vino atraído por las noticias. Los ponis se sobresaltaron bastante por esta raza en concreto, ya que no tenían buenos recuerdos para con ellos.

-Estamos al tanto de los que sucedió con Lord Tirek, princesa, pero no tienen nada que temer, no todos los centauros somos así. Por mi parte yo me considero un científico y curandero, por lo que haré todo lo posible por ayudar-apuntó debidamente el centauro, el cual vestía como un ermitaño.

-Se lo agradezco profundamente.

Aun a pesar de los intentos desesperados de todos los doctores y curanderos venidos de los cuatro puntos cardinales, ninguno logró dar con una respuesta satisfactoria que respondiera a la tan ansiada pregunta, y mucho menos con una cura. Sweet se iba debilitando cada vez más y más, sin apenas fuerzas para continuar, llegando a un punto de no retorno en el cual el fin parecía ser inminente.

Una tarde la propia Sweet llamó a su marido y sus hijos para hablar con ellos. Entraron en la habitación sin poder evitar esbozar gestos mohínos en sus caras, Frank tenía los ojos rojos de tanto llorar, aunque el que peor lo estaba pasando era Radiant.

-Frank… hijos míos…-musitó ella, con voz débil.

-Mamá…

-Estamos aquí, cariño…-murmuró Frank, cogiéndola de una pata.

-Oh… no estéis tristes, por favor… debéis seguir adelante ¿vale? por mí…

-Pero mamá ¿cómo quieres que no lo estemos? Por favor mamá, quédate con nosotros…-masculló Stellar, con lágrimas en los ojos.

-Nada más desearía, creedme… pero he de irme… me llama el Primer Alicornio… pero que sepáis que yo siempre, siempre estaré con vosotros, en esta vida o en la otra. Siempre os voy a amar… sois los mejores hijos y el mejor esposo que una yegua puede pedir…

-Mamá… oh, mamá, te queremos…-musitó Radiant.

Frank no dijo nada, estaba demasiado desbordado como para hacerlo, sin embargo Sweet lo notó y le habló.

-Frank… mi amor… ha sido maravilloso haberte tenido conmigo todos estos años… pero prométeme algo. Prométeme que seguirás adelante… encuentra a otra yegua que te quiera tanto como te quiero yo… y sé feliz. Hazlo, por favor, cariño…

El aludido tuvo que obligarse a hablar, murmurando de seguido.

-Yo… no concibo una vida sin ti, Sweet… si tú te vas… yo…

-No… no, no, por favor, no digas eso… prométemelo, por favor…-insistió Sweet.

-Pero…

-Por favor… este es mi último deseo…

Ante eso Frank finalmente accedió, soltando sendas lágrimas en el proceso.

-Está bien… lo intentaré… pero no va a ser fácil…

Sweet se quedó entonces mucho más tranquila, esbozando una débil pero radiante sonrisa aun a pesar de todo.

-Os amo tanto…

Se hizo entonces el silencio de manera casi imperceptible, ni siquiera Frank ni Stellar ni Radiant se dieron cuenta; al cabo de unos breves segundos fue entonces cuando Radiant se percató del abrupto silencio, murmurando de seguido.

-Ma… ¿mamá?

Ese llamado hizo reaccionar tanto a Frank como a Stellar, la cual inquirió.

-¿Mamá? Mamá… ¡mamá!

La aludida se había quedado dormida, o esa era al menos la sensación, sin embargo supieron entonces lo que realmente había pasado; Frank la comprobó el pulso y lo cercioró, dejando escapar varias lágrimas en el proceso. Ambos hermanos se echaron a llorar y los demás entraron en ese momento, Fleur al ver a su hija se desmayó y los demás comenzaron a llorar también, aunque en silencio. Frank buscó a su madre y la abrazó con todas sus fuerzas mientras empezaba a sollozar, Luna le asió entre sus patas mientras compartía su dolor; Celestia se unió a ellos y la tristeza inundó la habitación. En la cama Sweet permanecía inmóvil, con los ojos cerrados y una semi sonrisa dibujada en su rostro. Mientras tanto, la vida continuó.

El funeral y posterior entierro se llevó a cabo en la más estricta intimidad, asistiendo sólo familia y los más allegados; Celestia presidió la ceremonia, realizándose en la capilla del palacio real, y asistieron también Cadance, Chrysalis, Twilight y sus amigas. Todos dieron sus condolencias a Frank y sus hijos, los cuales estaban devastados. La changeling fue la primera en dárselas.

-Frank, lo siento tantísimo… no debí haberle hecho eso a Sweet…

-No pasa nada, simplemente pasó y ya está, y esto también…

-Aun así… no puedo evitar sentirme culpable…

-No, no es culpa tuya, simplemente ha sido así, nada más…

Twilight y sus amigas fueron las siguientes, hablando la alicornio lavanda por todas las demás.

-Frank, en nombre de mis amigas y el mío propio lamentamos muchísimo lo que le ha pasado a Sweet…

-Gracias, gracias chicas, os lo agradezco…

-Ánimo, querido, aquí estaremos para lo que haga falta-murmuró Rarity, la cual vestía de negro.

-Sí, esto es para ti, las penas se digieren mejor con algo dulce-asintió Pinkie, regalándole chocolate casero.

-Sé que no es mucho, pero la he confeccionado yo, espero que no te importe…-murmuró Fluttershy, entregándole una gran corona de flores.

-Mi más sincero pésame, dulzura, sé lo que es perder a un ser querido…-añadió Applejack, quitándose el sombrero.

-Gracias, a todas…

Cadance fue la siguiente, abrazando a su primo con todas sus fuerzas y haciendo un poco de magia para mitigar aunque solo fuera un poco su pesar.

-Oh, Frank, cuanto lo siento…

-Cadance… gracias, no tienes por qué…

-¿Bromeas? No puedo dejar a mi querido primo a merced del dolor…

Tras el funeral Sweet fue enterrada en la cripta real del cementerio de la ciudadela, donde se daba sepultura a miembros importantes de la realeza o que estuvieran estrechamente relacionados con ella.

De cara al resto de ponis de Canterlot la noticia también supuso un gran mazazo, lo que se tradujo en innumerables muestras de apoyo, cariño y afecto; se levantó un altar improvisado en la pared frontal de la pastelería, donde la gente fue dejando a lo largo de toda la semana coronas de flores, velas, fotos e incluso los donuts que Sweet hacía para honrar la memoria de una de las mejores pasteleras de todo Canterlot. La pastelería en sí permaneció cerrada durante toda una semana, pero a nadie le importó, respetando así el dolor del viudo y su familia.

En cuanto a Frank en sí se quedó de baja indefinida, permaneciendo en casa junto con sus hijos y guardando el luto mientras se apoyaban entre ellos. No había consuelo para ellos. Y necesitarían un tiempo para curar una herida tan grande. Mientras tanto, siguieron viviendo.


¡Por fin, aquí está el nuevo capítulo de amor de madre! Decir tiene que tuve un pequeño bloqueo entre medias pero que pude subsanar tras publicar tres capítulos seguidos de Pokémon, por lo que el mini descanso me vino bien. Me está llevando más trabajo de lo esperado llevar a término esta historia, pero bueno, poco a poco y con constancia lo conseguiré. Así a ojo, y teniendo en cuenta lo que quiero contar, yo creo que con dos o tres capítulos más será más que suficiente, por lo que me congratula anunciar que el final está cerca, y menos mal, no aguantaría seguir alargando innecesariamente esta historia, por lo menos ahora estoy enfocado.

En este capítulo he aprovechado para tratar determinados temas, además de rescatar un personaje olvidado (al menos en esta historia, claro está) junto con su correspondiente vuelta de tuerca. La idea de meter a Chrysalis a posteriori la tenía pensada desde el mismo principio, por lo que no obedece a nada en concreto salvo a necesidades concretas de guion. Con Hope he aprovechado para trabajar un poco con él la indecisión típica que todos hemos pasado alguna vez en nuestras vidas, y al final un poco de vida y muerte con Sweet. Siento si ha habido alguien a quien le he roto el corazón o el alma, pero también era una idea original que tenía en mente desde el principio. Quiero que Frank tenga una buena y variada vida, con sus más y con sus menos, y en algún momento de nuestras vidas siempre tenemos que enfrentar a la muerte como tal, ya sea de algún amigo o familiar. En el siguiente capítulo seguiré tratando el detalle del luto, la parte final del duelo y algunos detalles más aquí y allá, por lo que ya veré cómo continúo a partir de aquí.

Y eso es todo, comentad, dejad reviews y todo eso. ¡nos leemos!