Disclaimer: Ni The Mortal Instruments ni The Infernal Devices ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de la magnífica Cassandra Clare. Yo sólo los tomo prestados.

Tenía que hacer esto. Traté de contenerme, pero no pude. De cualquier manera, espero que les guste esta historia.


Prólogo

Ser una niñera de la prestigiosa compañía Grays Babies Care no era tan sencillo como parecía. Tessa conocía a más de una sola chica de su edad que había comenzado el entrenamiento y se había dado por vencida en menos de una semana, agobiada por el estrés y por la enorme presión que implicaban el cuidar de las pequeñas joyas de la alta sociedad de Beverly Hills, conocidos también como los mimados niños de las familias ricas. Pero Tessa no era como esas chicas. No, Tessa había comenzado su entrenamiento desde la corta edad de diez años, y hasta la fecha tenía el historial más perfecto de toda la compañía. Sus trabajos eran impecables, aún a sus desaprobatoriamente jóvenes dieciséis años.

Claro que no era como si tuviera opción, cuando su madre era la dueña y fundadora de aquella famosa compañía. Tessa prácticamente había tenido que ser su propia niñera y la niñera de Nate, su hermano menor, cuando ella apenas tenía cinco años y sus padres se encontraban demasiado ocupados en el trabajo como para encargarse de ellos. Sus aptitudes como niñera eran prácticamente natas. Había visto muchas cosas a lo largo de toda su vida, había limpiado cosas inimaginables de los lujosos suelos de las casas que la habían contratado, había roto el récord de su madre de cambiar pañales en menos tiempo, había cuidado de toda clase de niños y había salido airosa de todos los problemas que alguna vez había tenido. Se había convertido en la preferida de muchos padres exigentes.

Nunca se había encontrado frente a un desafío que la hubiese hecho acobardarse. Tessa Gray era una jovencita con coraje, y no había titubeado ni una sola vez cuando le habían ofrecido aquel trabajo de verano. Cuidar de los catorce niños de la familia Carstairs mientras sus padres se iban a recorrer Europa con motivo de celebrar su aniversario de bodas era sin duda un trabajo que asustaría a cualquiera, pero no a Tessa.

Estaba tan confiada de sí misma que incluso había accedido a que Clary Fray, su joven e inexperta prima de quince años, la acompañara como parte de su entrenamiento y la auxiliara en algunas tareas. Al parecer Clary quería algo de dinero para sí misma, y a Tessa no le molestaba en lo absoluto tenerla a su lado.

Era tan profesional que absolutamente nada podía sorprenderla o agobiarla.

O bueno, eso es lo que pensaba esa mañana, horas antes de encontrarse en la puerta de la lujosa mansión Carstairs cara a cara con Will Herondale, uno de los tantos hijos adoptivos de la familia Carstairs.

Habría sido un niño precioso. Tenía unos ojos azules cautivadores que evocaban al fresco anochecer de la playa y que hacían un magnífico contraste con su piel suavemente bronceada, y una sonrisa encantadora. Probablemente habría sido el niño más lindo que Tessa hubiera visto en toda su vida.

Pero habría, porque no lo era.

No. Claro que no.

Porque Will Herondale era todo un muchacho bien crecido, y le sacaba cerca de diez centímetros de altura.

Oh, no.

— ¡Mira que tenemos aquí! ¡Pero si son las niñeras! La señorita Gray y la señorita Fray, ¿No es así? —dijo Will, con una sonrisa radiante y burlona. Tessa no pudo contestar, estaba demasiado horrorizada para poder articular una sola palabra. La pobrecilla de Clary estaba aún peor, pálida como un fantasma. Will ladeó la cabeza en dirección a Tessa, divertido. —Y déjeme decirle que llega en el momento perfecto, señorita Gray. Creo que es hora de que alguien me cambie el pañal.

Tessa no pudo evitar soltar un sonido ahogado y aterrorizado.

¿En qué se había metido?


Sé que fue un poco corto, pero fue lo que me salió hasta ahora. No iba a poder escribir nada hasta que escribiera esto, ¡No podía sacármelo de la cabeza! Y espero que les haya gustado el lío en el que metí a Tessa y a Clary. Las pobrecillas nunca se imaginaron que casi la mitad de los niños de la casa eran casi de su edad, y que realmente las contrataron para cuidar a la otra mitad que en realidad sí son pequeños. Las invito a adivinar la edad de Jace (Por supuesto que Tessa no está sola en el problema de los niños de su edad), y a adivinar la identidad de los otros niños de la casa. (Los únicos que les puedo adelantar son, por supuesto, Isabelle, Alec, Max y Simon, que no pueden faltar en ningún lado) y como ya les revelé la identidad de seis de ellos, les queda por pensar en la identidad de los otro ocho. (Que ya están decididos)

¿Les gustó? ¡Me encantaría saber sus opiniones! El botón de review es bonito y llamativo, ¿No creen? Dice la leyenda que un mango te caerá del cielo si lo picas.